José Antonio Sainz Alfaro. Director del Orfeón Donostiarra: Del Orfeón destacaría la disciplina, a pesar de su juventud

2012-09-28

SILLERO ALFARO, Maider

La fama alcanzada por el Orfeón Donostiarra es incuestionable, tanto en su ciudad como fuera de ella. Esta institución centenaria, fundada en 1897, ha sabido hacerse su hueco entre las agrupaciones corales, siendo una de las más importantes agrupaciones amateurs del mundo. A lo largo de sus 115 años de vida sólo ha tenido 4 directores musicales, Secundino Esnaola, Juan Gorostidi, Antxon Ayestarán y el actual, José Antonio Sainz Alfaro, que este año hace 25 años como director.

El 2012 es el año en el que se cumplen sus bodas de plata al frente del Orfeón, ¿le ha tocado mirar hacia atrás y hacer balance?

No, no. Aquí no da tiempo de mirar atrás. Una de las cosas buenas que tiene el Orfeón es la actividad constante y bastante variable. Aún sin terminar un proyecto ya está el otro encima, y no te da tiempo de mirar hacia atrás prácticamente nunca. Y luego, el Orfeón tiene la suerte de ser una entidad muy valorada en todos los sitios a los que va, y es como estar todo el día viviendo con suerte y con ganas.

Miremos hacia adelante entonces. ¿Cómo se presenta el último trimestre de este año tan redondo?

Hemos terminado la Quincena Musical de San Sebastián prácticamente el mes pasado, con una actividad frenética y obras muy complicadas, algunas de ellas nuevas para el Orfeón. Ahora, el 5 y 6 de octubre estamos en Madrid, luego tenemos el concierto anual de socios en el Kursaal, donde ponemos a cantar a toda la casa, desde los más pequeños, pasando por los jóvenes y hasta los mayores cantando la misma obra. El 29 de noviembre daremos un concierto benéfico en la Iglesia San Vicente y ya en diciembre, el día 20 en el Kursaal y el 30 en el Euskalduna de Bilbao, una cita ya histórica.

Lo que más preparación va a tener ahora es el viaje que hacemos a París en marzo del año que viene, pero no tiene nada que ver con el 25 aniversario. De hecho, lo del 25 aniversario se le ocurrió decir al señor Presidente (José María Echarri), porque si no lo dice él, yo ni me acuerdo.

“Lo que destacaría del Orfeón Donostiarra es que siga manteniendo esa disciplina con la juventud que tiene porque, en general, es un coro bastante joven.”

Foto: Carmen Ruiz de Garibay

Vamos, que esta fecha no va a marcar un antes y un después en su carrera profesional...

No, para nada.

¿Cómo fue su primer contacto con el Orfeón?

Nosotros cantábamos en el coro del colegio Jesuitas, y en un concurso que organizaba por entonces la Diputación de Gipuzkoa estaba de jurado Antxon Ayestarán, quien era el Director del Orfeón Donostiarra. Se fijó mucho en el coro, que entonces era de niños y jóvenes, no había niñas, y habló con el director, el sacerdote jesuita Pablo Garayoa, para que el coro se hiciera filial del Orfeón. Eso implicaba que los mayores entráramos en el Orfeón y yo lo hice en el año 1974. Esa filialidad suponía un trasvase de cantores, así que no fue un de repente empezar en el Orfeón, sino que fue poco a poco. Estuve desde el año 1974 hasta 1985 cantando y ya desde el 86 como director.

¿Y cómo llega un Licenciado en Física como usted a ser director de Coro?

En realidad no estudié música, lo que ha pasado, como pasa muchas veces, es que de la afición haces tu profesión. Fue todo un poco encontrado: ya antes de terminar la carrera el padre Garayoa quería que yo fuera profesor del colegio para que le ayudara en los ensayos del coro. Yo había ido aprendiendo música de una manera autodidacta, así que a partir de ahí todo fue una continuidad. Fui ayudante de Garayoa, luego fui director de la Coral San Ignacio, me pasé al Orfeón y fui ayudante del director y luego director del Orfeón por una cuestión de casualidades y de suertes.

También fui profesor durante 4 años en el colegio de jesuitas dando física, matemáticas... pero no música porque no tenía el título. Bueno, hoy en día yo creo que lo podría tener, pero el caso es que fui estudiando por libre, examinándome, yendo a un convento a estar ahí recluido y preparar dos cursos en uno... En cierto sentido me obligó un poco el director anterior del Orfeón porque yo estaba dando clases en el colegio y me dijo que no, que eso lo tenía que dejar para ir al Conservatorio. Entonces, estando él en vida, ya empecé a ir al Conservatorio y me cogió como ayudante. Tenía un sueldo menor que en el colegio, pero eso era lo de menos porque a mí me llenaba mucho más la música.

Una de las cosas que dicen de su llegada al coro como director es que abrió el coro a nuevos escenarios y a un repertorio más amplio y variado. ¿Es así?

¿Eso dicen? Bueno, es muy difícil inventar. Lo que ha hecho el Orfeón desde su comienzo en 1897 ha sido evolucionar, y dentro de esa evolución entran muchas cosas. Por ejemplo, yo recuerdo cuando las páginas de cultural del periódico el Diario Vasco eran una o ninguna y hoy hay 3, 4 o 7. Hace años al ver por la calle una funda de violín la gente creía que había una metralleta porque en las películas de Eliot Ness llevaban las metralletas en la funda de los violines cuando iban a atracar bancos. Con esto quiero decir que la información y las vías de comunicación han aumentado muchísimo y todo eso ha hecho, a su vez, que el Orfeón Donostiarra sea más conocido por todas las esquinas del mundo. El Orfeón, en una parte de su repertorio, compite con lo más grande y hay hechos constatados de eso. A todo esto alguno le llama abrir nuevas miras, pero yo creo que no es más que una evolución.

Este año José Antonio Sainz Alfaro cumple 25 años como director del Orfeón.

¿Qué elemento destacaría del Orfeón actual, del que usted dirige?

Disciplina; que la ha tenido siempre. Lo que destacaría es que se siga manteniendo esa disciplina con la juventud que tiene porque, en general, es un coro bastante joven. Yo soy uno de los más viejos en edad e incluso en tiempo de permanencia. Las voces de mujer están muy renovadas, la media en las señoritas será alrededor de 24 o 25 años y en los caballeros algo más alta, pero están en un proceso de renovación muy interesante. Hoy en día tenemos chavales con 16 años que incluso cantan de solista. Tenemos una juventud entre 16 y 24 años muy buena, muy sana, que está siendo ya rentable para la casa y con un gran futuro. Bueno, si permanecen, claro, porque luego se van a estudiar o a trabajar fuera y cosas de esas.

¿Cuesta encontrar nuevas voces dignas de pertenecer al Orfeón?

El problema es que no las encuentras, las tienes que hacer. Normalmente nadie llama a la puerta diciendo que sabe cantar muy bien. Nosotros tenemos una escolanía, unos niños cantores, pero además de eso estamos metidos en varios colegios donde llevamos nosotros el coro. Tenemos que procurar ser el alimento del futuro, porque por el camino se pierden muchos y si no hacemos eso en 10 años esto puede desaparecer. Cada vez es más milagroso mantener esto. Que la gente dedique su tiempo a cambio de nada...

¿Para los orfeonistas esto es un hobby?

Sí, claro. Bueno, tampoco es a cambio de nada... los sitios a dónde van y la música que hacen son interesantes.

En la última etapa no hay inauguración que se precie en la que no esté presente el Orfeón.

Nos llaman para muchas cosas, eso es verdad. Pero el Orfeón Donostiarra es un coro sinfónico, y lo que hace es cantar con orquesta obras que duran una o dos horas, o veinte minutos. Luego hay un apartado que es la canción vasca, pero tenemos un pequeño repertorio que solemos hacer a veces cuando no hay presupuesto o si salimos por la provincia. El Orfeón está en auditóriums, en teatros... son conciertos muy complicados, muy caros donde la orquesta es de un sitio, los solista de otro, el director de otro, las entradas cuestan 90 euros etc. Y los compositores de las obras son Beethoven, Verdi, Bach, Brahms y un largo etcétera. Esa es la especialidad del Orfeón, actuar con orquesta, lo que no quita para que de vez en cuando hagamos con órgano algunas piezas que son fragmentos de obras más largas. Normalmente en un concierto interpretamos un solo autor o varios autores, si son obras más breves.

¿De todos los escenarios en los que han actuado de cuál guarda mejor recuerdo?

Son muchos, pero como histórico, como algo especial, diría que el escenario del Festival de Lucerna, o la Philharmonie de Berlin, o el Musikverein de Viena que es donde se hace el concierto de Año Nuevo, el Teresa Carreño de Caracas... montones de sitios.

¿Y alguno que se les resista...?

Iba a decir uno, pero seguro que hemos ido ya... el Royal Albert Hall de Londres, creo que he estado hasta yo cantando... Pero un sitio mítico es el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú que es una maravilla, en San Petersburgo también hay una sala maravillosa.

“Durante años y años uno va creando su sonido y pienso que eso es lo que más puede aportar un director.”

Foto: Juantxo Egaña

¿Cómo se consigue la conexión con el grupo, con las voces? ¿cómo se crea la química entre el director y su coro?

Se suele decir que cada maestrillo tiene su librillo, ¿verdad? Nosotros creamos sonido. Ahora bien, no tenemos un interruptor que cree ese sonido, sino que se hace con el trabajo constante y diario. Según te va entrando por el oído: “no tan fuerte, bajad, subid, allí menos, aquí más”... vas equilibrando unas voces variables, “usted menos, usted un poco más” y así hasta que te satisface el resultado. Ahí es donde el cantor va recogiendo la información. Durante años y años uno va creando su sonido y pienso que eso es lo que más puede aportar un director. Vas trasladando tu visión de las obras. El hecho de mover la mano de una manera u otra es muy personal, pero al final tiene que haber eficacia. Yo tengo contratos cada cuatro años, todavía me siguen haciendo contratos, así que supongo que los cantores quieren que siga la línea...

A pesar de llevar muchos años como director el vaivén de voces en el grupo es constante, ¿de qué manera influye eso?

Yo siempre pongo el mismo ejemplo, que es el de la barrica donde está el gran coñac. Al principio la barrica es nueva, pero le van introduciendo el líquido y se va impregnando. A medida que te lo vas bebiendo van metiendo nuevo. Al final la tradición, el contacto, la mezcla se va madurando dentro. El joven ve qué es lo que se hace, oye al que tiene la experiencia, intenta imitar... uno lleva 50 años, otro 30, otro 10 y otro ha entrado ayer. Todo eso es una mezcla que tiene su poso. Nunca es ni vieja del todo ni nueva del todo. José Antonio Sainz Alfaro (San Sebastián, 1956) Licenciado en Ciencias Físicas, pero su afición y temprana intuición musicales fueron encauzadas por el fundador de la Coral San Ignacio, Padre Garayoa, a quien sustituiría años más tarde al frente de la agrupación. Cursó estudios musicales en el Conservatorio de su ciudad natal con y continuó su formación siguiendo distintos cursos de dirección coral en el extranjero. Entre 1980 y 1988 dirigió la Coral San Ignacio, al tiempo que fue desarrollando una importante labor pedagógica en la Federación de Coros de Gipuzkoa.Su primer contacto con el Orfeón Donostiarra se produjo en 1974, año en el que ingresó como barítono. A lo largo de los ochenta colaboró íntimamente con el titular de la formación, Antxon Ayestarán, de quien llegó a ser muy pronto asistente. Nombrado subdirector, contribuyó a la preparación y montaje de numerosas nuevas obras y ayudó a impulsar una todavía tímida política de expansión. Tras la repentina muerte de Ayestarán en 1986, se puso al frente del Orfeón.Sainz Alfaro ha llevado al Orfeón a festivales como el de Salzburgo, Montreux, el de Saint-Denis de París y han realizado numerosas grabaciones entre las que destacan el CD Orfeón 1987-1997 Entre lo sagrado y lo profano, que logró un Disco de Platino; el de la Misa de Requiem de Verdi editado por EMI en 2003, que fue nominado para los Grammy; el CD de La 2? de Mahler grabado durante el concierto del Festival de Lucerna que obtuvo un Diapasón de Oro. Su cargo de director le ha llevado a ponerse al frente de distintas agrupaciones musicales, como la Filarmónica Nacional de Letonia, Sinfónica de la Radiotelevisión Española, Sinfónica de Euskadi, la Orquesta Nacional Rusa, la Sinfónica de Estambul, la Philharmonia Pomorska entre otras.
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