¿Qué destacaría de Jesús Guridi?
Jesús Guridi es uno de los compositores más importantes que hemos tenido en Euskal Herria. Destacaría que entre los compositores de nuestro país él es el que más aspectos de la labor musical ha tocado. Hizo música sinfónica, de cámara, coral, popular, óperas, zarzuelas, música para piano, para órgano... En el momento en el que Guridi vivió no hubo ni en Euskal Herria ni en todo el estado otro músico que abarcara tantos campos de composición musical. En su producción existen también varias bandas sonoras para cine.
Tantos campos y tan bien hechos...
Muy bien hechos. Otra de las cosas que destacaría de Jesús Guridi es que era muy minucioso en sus trabajos, los revisaba concienzudamente de tal manera que el resultado no tiene el más pequeño matiz de error, de equivocación o de falta de gusto.
Cartel de la coferencia sobre Jesús Guridi que inpartirá Sabin Salaberri el 31 de mayo en Vitoria. [+ más]
A pesar de haber compuesto infinidad de obras solo unas pocas se han popularizado.
Por desgracias a Jesús Guridi se le conoce por 4 obras. Por un lado, las armonizaciones que hizo para la Sociedad Coral vizcaína del Boga boga y del Hator mutil, que son enormemente populares en las versiones de Jesús Guridi y, por otro lado, El Caserío y Diez Melodías Vascas. Pero, tal y como he mencionado antes, se nos olvida un inmenso catálogo de obras musicales de todos los estilos y que son realmente importantes. Por ejemplo, apenas se conoce y se interpreta su Homenaje a Walt Disney para piano y orquesta que, si no recuerdo mal, es la última obra que compuso pocos años antes de su muerte y que mereció, además, un premio nacional. Otras de sus grandes creaciones es la Sinfonía Pirenaica, también compuesta 5 años antes de su muerte. Son obras realmente importantes y que sin embargo, ni se programan, ni se les tiene estima.
¿Cuál podría ser el motivo de que esto ocurra?
Los programadores se guían por criterios muy discutibles, como puede ser la aceptación del público, y programan las obras que son más fáciles de escuchar, que son más agradecidas y se olvidan, por ejemplo, de su ópera Amaia. Es verdad que se ha grabado y se ha hecho alguna representación, pero poco. En cambio, El Caserío al ser más fácil de escuchar y de montar tiene infinidad de versiones.
¿Qué es lo que caracteriza a la música de Guridi?
En primer lugar, Guridi tenía un gusto exquisito. Incluso en su forma de vestir y de comportarse era un hombre de gusto refinado. Se presentaba siempre muy bien, era enormemente afable, siempre correcto en sus formas y en su manera de hablar; y eso se traduce también en su música que era exquisita, perfectamente terminada. Sin dejar de lado que era un hombre de una sensibilidad muy especial. Los motivos musicales que utiliza llegan con facilidad al público porque tienen un gran contenido emocional, las armonías son sólidas y fácilmente asimilables. El discurso musical, es decir, la sintaxis de su escritura musical es correctísima, de tal manera que siempre la obra está bien terminada. Además, es muy fácil y muy agradable de escuchar.
Sabin, como músico y como experto en la materia, ¿cuál es la obra que más le atrae de todo el repertorio de Guridi?
Así cantan los chicos. Una sucesión de canciones que compuso con 13 o 14 años por encargo de Juan Carlos Cortazar para el coro de la Academia Filarmónica. Cortazar le dijo que lo hiciera libremente, que se preocupara sólo de la música y que ellos ya se encargarían de la letra. Años más tarde Guridi revisó la partitura. Manuel de Falla dijo que era una obra perfecta que por sí misma acreditaba a un gran compositor. Esta composición me parece excepcional y me gusta de una forma especial. Como yo soy del mundo del órgano también me gusta muchísimo el Tríptico del Buen Pastor que compuso para la inauguración del órgano de la catedral del Buen Pastor de San Sebastián y que obtuvo, además, un premio internacional. Una obra preciosa ésta también.
Si a los 13 años ya componía significa que tenía una capacidad innata para la música...
Sin duda. Si me permite le voy a explicar de dónde le venía la vena musical a Jesús Guridi. Él nació en Vitoria, pero tenía antecedentes musicales de todo Euskal Herria.
Su padre, Lorenzo Guridi Area, de Gernika, era un violinista de cierta categoría que obtuvo una plaza de violín en la orquesta del teatro de Arriaga de Bilbao. El abuelo paterno, Xabier Guridi, era un organista de Arrasate y la abuela paterna, Nicasia Area, pertenecía a una familia vitoriana de tradición musical.
Por la familia de la madre también encontramos semillas musicales. El bisabuelo de Jesús Guridi, Nicolás Ledesma, fue organista en la basílica de Santiago de Bilbao y personaje de gran prestigio en el mundo musical bilbaíno. La hija de Nicolás, Celestina Ledesma, de Tafalla, siguió la tradición musical de su padre y se casó con Luis Bidaola, de Segura, quien sucedió a su suegro en el órgano de la basílica de Santiago. La hija de éstos y a su vez madre de Jesús Guridi, Trinidad Bidaola, nacida en Pamplona, también fue una excelente pianista. Por lo tanto, antecedentes de Navarra, Araba, Gipuzkoa y Bizkaia y todos músicos, además.
Sabin Salaberri en Vitoria-Gasteiz, 2001.
Foto: Fondo Histórico EI-SEV.
Con 5 años Guridi tocaba el piano estupendamente. Cuando él tenía esa edad los padres se trasladaron a Zaragoza y luego a Madrid. Allí Jesús Guridi encontró un gran profesor de armonía, Valentín Arín, de Ordizia. Además de los estudios de piano que había adquirido como alumno de su madre, obtuvo también una sólida formación armónica que destaca en todas sus obras. Por ejemplo, El Caserío o las Diez Melodías Vascas, sus obras más aceptadas, gozan de una solidez espléndida desde el punto de vista armónico.
Y siguiendo con la trayectoria, después de estar en Madrid Guridi continuó su formación en París, Bélgica, Alemania...
Cuando Jesús tenía unos 12 años, la familia vivía en Bilbao, porque el padre de Jesús ganó la plaza de violinista en el Arriaga. Algunos compañeros de la orquesta, como Lope de Ayala, se encariñaron de Jesús y de sus cualidades musicales y se esmeraron en introducirle en la sociedad cultural más destacada de Bilbao, “El cuartito”, donde solía reunirse la flor y nata de la intelectualidad y los artistas bilbaínos como el Conde de Zubiria, Juan Cortazar, José Saiz Basabe, el entonces director de conservatoria etc. Ahí le impulsaron en su andadura musical de tal manera que le hicieron componer y dar conciertos. Como con catorce años ya destacaba por sus condiciones musicales le consiguieron una beca para estudiar en la Schola Cantorum de París.
En la Schola Contorum el alavés Jesús Guridi coincidió con el guipuzcoano José Mari Usandizaga y con el lekeitiarra Resurrección María de Azkue. Guridi destacó en sus estudios, de tal manera que su composición de final de carrera fue alabada por el directo del Conservatoria, Vincent d’Indy. Éste tocó delante del resto de alumnos 3 veces la obra de Jesús Guridi, diciendo que era la mejor de todas las que se habían presentado en ese fin de carrera.
¿Qué apreciaciones haría sobre la obra de Guridi?
En mi opinión Jesús Guridi escribía con perfección exquisita, pero quizá para el momento en que vivió, un poquito aferrado a la tradición. En parte porque ya desde niño fue educado en las líneas más conservadoras por parte de sus abuelos y de sus padres. Luego en París, en vez de acudir al Conservatorio donde se movían Debussy y Ravel, fue a la Schola Cantorum, más tradicionalista. Por eso su escritura es un punto conservadora respecto a las modernidades del momento, de Falla, por ejemplo, que aunque coincidieron en París en el tiempo, éste se formó en el Conservatorio.
Después de París pasó a Bruselas, donde le cayó muy en gracia al director del Conservatorio, Joseph Jongen, que además de docente era compositor y organista. Tanto aquí como en París con Vincent d’Indy se alentó su gran vocación de organista. Pero Jongen también era un poco tradicionalista, de manera que, con fuerte personalidad al componer, dejaba de lado las tendencias rompedoras de principio del siglo XX, con Debussy, Stravinsky etc. haciendo cosas muy nuevas. Jongen le inculcó esa tradición a Guridi.
Después pasó a Colonia donde estudió con Otto Neitzel, un gran orquestador con el que aprendió mucho en ese campo. Por eso podemos decir que es muy sutil la orquestación de Guridi, por ejemplo en las Diez Melodías Vascas, es selectísima. ¡Qué bien está tratado cada uno de los instrumentos, cómo busca los temas más apropiados al oboe, a la viola, al arpa...! Guridi es un conocedor perfecto del mundo instrumental.
Sabin Salaberri Premio Manuel Lekuona 2007.
Foto: Fondo Histórico EI-SEV.
Jesus Guridi tuvo la gran suerte de rodearse de buenos profesores.
Guridi fue muy bien aceptado en todos los sitios donde estudió. En Madrid con Valentín Arín, en París con Vincent d’Indy, en Bruselas con Joseph Jongen que le tomó como su discípulo más apreciado, en Colonia con Otto Neitzel, con quien solía ir a Munich a escuchar y analizar las operas de Wagner. Allí aprendió mucho de música de escena y eso se nota en obras como Mirentxu, Amaia, El caserío, las zarzuelas. Podríamos decir que cada uno de sus profesores y de los músicos a los que conoció le influyó mucho en su formación y a la hora de componer. Las obras de Jesús Guridi están perfectamente construidas porque aprendió muy bien. Tuvo muy buenos profesores y fue muy estudioso. Ahora bien, con otros profesores quizá esa formación hubiera sido un poco más vanguardista...
¿Cree que se le ha dado el reconocimiento que se merece?
Pues sí y no. En bastantes ciudades, no solamente en Vitoria y en Bilbao, tiene calles, instituciones que llevan su nombre, como el conservatorio de Vitoria, hay habitaciones de hotel que llevan el nombre de Jesús Guridi... en fin, su nombre sí es reconocido. Pero la obra, pues desgraciadamente no. Hay algunas que sí se interpretan, pero hay otras que están completamente olvidadas. Hay reconocimiento, pero no del todo.Sabin Salaberri (Aramaio, 1934) Sabin Salaberri Urzelai nació en Aramaio, en 1934. Desde niño mostró una gran intuición para la música. Siguiendo la carrera eclesiástica, estudió en el Seminario de Vitoria y celebró su primera misa el 15 de agosto de 1960. Fue nombrado prefecto de música del Seminario en 1960 y ostentó ese cargó hasta que abandonó el clero en 1977. La vida de Salaberri está íntimamente unida a la enseñanza musical, así como a la creación de música original. En este sentido, el catálogo de sus obras es bastante extenso. Está considerado como uno de los músicos más importantes de Álava.