Jesús Luna Agurrea.Fundador de Cine Lux y autor del libro “La otra gran prueba”: El cine tiene que ser un elemento de distracción pero, al mismo tiempo, también de educación

2006-03-10

LARREA, Koldo

Junto con el padre Arbuniés, fundó Cine Lux, una entidad clásica de Pamplona, enclavada en el número 50 de la vieja calle Zapatería pamplonesa, que el próximo año cumplirá cincuenta años. El altruista objetivo no era otro que enseñar a la juventud a ver cine. Para entonces, daba los primeros pasos en lo que luego le convertiría en uno de los mayores expertos en el terreno musical del piano, instrumento que acabó siendo su profesión. Pero su verdadera afición siempre fue el séptimo arte, tanto que acaba de publicar “La otra gran prueba”, una obra didáctica cargada de nostalgia y también de reivindicación, para que el hoy agonizante Cine Lux recupere el protagonismo que tuvo en esa Pamplona de los años 50 y 60.

Cine y música, dos artes que son las dos pasiones de su vida. ¿Por cuál de ellas se decanta?

No se pueden juntar ni separar. Una me ha servido para vivir; la otra, para disfrutar.

¿Se puede entender la vida sin alguna de ellas?

Hoy en día, no. La música es una de las artes más antiguas; el cine, sin embargo, muy moderno. Ambas son imprescindibles.

En el terreno musical, usted fue titular en Pamplona de la clásica Casa Luna, uno de los establecimientos históricos de la ciudad y el más prestigioso en el terreno de la música. ¿Por qué cesó el negocio?

Lo tuve por tradición familiar. Se trataba de un negocio complicado. Requería conocer todos los instrumentos musicales y, por tanto, mucha dedicación. He estado trabajando durante cincuenta años en él. Mis hijos han tomado otros senderos laborales, por lo que a mí también me llegó el momento de cambiar de rumbo. Un cierre siempre es doloroso pero la jubilación la tengo bien ganada. Me llegó la hora de disfrutar de ella y lo estoy haciendo. ¿Cierta añoranza? Tal vez. Pero ahora dispongo de tiempo para hacer lo que quiero y lo estoy aprovechando muy bien.

En el terreno del séptimo arte, es el alma del emblemático Cine Lux pamplonés, una entidad que lo enseñaba y lo divulgaba. ¿Cuáles son las causas de su decadencia?

Fue la primera sociedad de Pamplona que enseñó a ver cine, a aprender de él. Las circunstancias han cambiado. La televisión, Internet han influido. El padre Ciriano fue director de esta entidad hasta 1964 y, tras él, comenzó la cuesta abajo. Actualmente, es un misterio si existe o no. Hay un presidente, sí, pero... Simplemente cumple el expediente. Ofrece tres sesiones al año con el nombre de Cine Lux pero ya no responde a su origen ni es realmente funcional.

La pertenencia de Cine Lux a la Iglesia, a la congregación mariana, ha podido suponer un freno, un obstáculo para llegar con vigor al siglo XXI?

No, no lo creo. Hay que tener en cuenta que en esos tiempos no se podía poner en marcha nada si no estaban detrás unas siglas políticas o la Iglesia. Y dentro de ella, hubo diversos directores de esta entidad, todos ellos de la congregación mariana. Unos impulsaron el Cine Lux y otros lo intentaron suprimir.

¿Y como llevaron la compañía de la censura?

Pues bien, realmente bien, sin ningún problema, porque las películas ya las recibíamos censuradas. Así que...

En “La otra gran prueba”, obra que acaba de publicar, hace un resumen nostálgico de toda una época del cine en la capital navarra. ¿Ha aportado algo especial Pamplona a este arte?

Hay nostalgia en el recuerdo de cómo empezó el cine en la ciudad, en los orígenes de Cine Lux. Respecto a esa aportación, la verdad es que ha sido muy escasa. Aquí siempre se ha dicho que ha habido menos afición que en otras comunidades. Carecemos de filmoteca, de respaldos a nivel público... y esto a la larga se deja notar.

Y a la inversa, ¿qué le ha dado el cine a la Vieja Iruña?

Buenos aficionados amateurs como, por ejemplo, Antonio Ruiz, fallecido en 2003, que ha dejado un importante legado cinematográfico. También ha recogido sus célebres fiestas, sus calles...Pero poco, en general.

La notable expansión de salas que ha experimentado la ciudad, ¿no ha robado esa atmósfera romántica que rodeaba al mundo del celuloide?

Sin duda. Por un lado, la competencia entre empresas es menor. Por otro, el cine se ha concentrado en grandes salas, que lo han masificado, como buscando una solución al problema del número de espectadores. Es muy bueno que haya variedad de salas pero...

Repleto de géneros –acción, de compromiso, social...-, ¿con cuál se queda?

El de contenido, que diga algo, que se ocupe del hombre, del ser humano. Así he entendido siempre el cine. Que sea testigo de la realidad, que plantee problemas pero también soluciones. El cine debe educar y formar a las personas.

A lo largo de cada año se ruedan y comercializan muchas películas. Sin embargo, se habla de crisis del sector. ¿Se puede deber a un predominio de la cantidad sobre la auténtica calidad?

No creo que ésa sea la causa. La razón no es otra que actualmente se puede comprar o alquilar una película a los tres meses de su estreno. Ahora las películas se ven más en casa, por lo que también se ha reducido ese sentido social, de salir de casa, de disfrutar de la tarde, que siempre ha tenido el cine. El ver una película se ha individualizado, es un hecho más aislado, más privado.

Entre televisión y cine, recibimos cada día un sinfín de imágenes. Ante tal caudal, ¿no corre el riesgo el ser humano de confundir ficción y realidad?

Es un tema que trato en el libro. El espectador debe estar preparado para recibir el impacto de las imágenes. Se debe buscar que el cine dé testimonio de la vida, que sea real. No debemos vivirlo, no debemos absorber la ficción como algo real, hasta el punto de creernos que es la realidad lo que nos presenta. El ver grandes mansiones, coches lujosos, puede llevar a querer imitar ese tipo de vida y entonces es cuando llega el chasco, la decepción, un venirse abajo por ese alejamiento de la realidad. Por todo ello, el papel educador, formador ante el cine resulta fundamental. El cine tiene que ser un elemento de distracción pero, al mismo tiempo, también de educación. Se puede educar distrayendo.

¿Se ha sentido alguna vez un director frustrado?

No, porque habría tenido que dejar el trabajo, y aprender el oficio de cámara. Sí he hecho cosas con cámaras pequeñas, pero más a nivel familiar. Hombre, como aficionado, siempre te pasa por la cabeza lo de llegar a dirigir un largo pero la realidad es otra. Además, cada uno en su lugar. Por eso hay directores, críticos, cámaras... Unos que están a un lado de la cámara y otros, al otro.

Por último, recomiende a los lectores cinco películas básicas, ésas que toda persona, que todo aficionado debería ver. No relaciono las películas con mis actores preferidos, con Gary Cooper, Cary Grant, Henry Fonda, Katherine Hepburn, Ingrid Bergman, que, desde mi punto de vista, formaron la época de oro del cine. Respecto a esas cinco películas fundamentales... vamos allá.... “Diálogo de Carmelitas”... “La Gran Prueba”... “Falso culpable”... “Historia de una monja”... y, por ejemplo, “Doce hombres sin piedad”. Jesús Luna Agurrea Pamplonés nacido hace 70 años (VIII-1935), al cumplir la mayoría de edad ya difundía su gran pasión, el cine, en el programa Ondas Marianas, de la navarra Radio Requeté. Posteriormente, fue crítico cinematográfico y de televisión en Diario de Navarra, La Gaceta del Norte y Radio Popular. Ya jubilado, hace unos días sacó al mercado “La otra gran prueba”, un libro que resume de manera divulgativa y nostálgica toda una época del cine en la capital navarra y donde incluye, además, un repaso a las técnicas e historia del llamado séptimo arte. Casado y con tres hijos, en el terreno laboral fue profesor mercantil y técnico en mecánica, mantenimiento y construcción de pianos durante la friolera de cincuenta años. Fruto de ellos fue la obra “Pianos”, un libro publicado en 2000 que recoge la historia, construcción, mantenimiento y reparación de tan elegante instrumento.
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