Urdazubi. Estudio histórico arqueológico del monasterio de San Salvador

Proyectos

01/12/2022

Urdazubi. Estudio histórico arqueológico del monasterio de San Salvador

Estudio ha sido sufragado por la Institución Príncipe de Viana del Gobierno Foral de Navarra.

El monasterio de San Salvador de Urdax fue el único cenobio de la orden premonstratense fundado en Navarra y su origen se retrotrae a fines del siglo XII. Durante los siguientes 600 años vertebró un señorío que superaba las mugas del actual municipio de Urdax e incluso traspasaba la actual frontera entre España y Francia. En un inicio estuvo vinculado a la provincia premonstratense continental (Circaria de Gascuña) y se sujetaba a la diócesis de Bayona, como el valle de Baztan, pero a partir de 1566 quedará atado al Obispado de Pamplona y a la Circaria Hispánica. Si bien es celebre por la actuación de su abad en el contexto de los luctuosos sucesos de Zugarramurdi de 1610, la importancia del monasterio en la comarca es capital y no es desdeñable para los territorios de Navarra y Lapurdi.

Además, no hemos de olvidar que el monasterio cumplía también la función de hospital de peregrinos para los que tomaban el Camino Francés a Santiago en Pamplona y viajaban a esta ciudad desde Bayona pasando por Urdax y el puerto de Velate. No olvidemos que, si bien el hospital y la abadía han desaparecido y se han perdido las antiguas funciones que cumplían, el camino de Santiago sigue siendo una arteria de gran valor estratégico desde el punto de vista de la divulgación del patrimonio y el turismo.

Se trata, pues, de una institución con una fuerte implantación territorial cuya historia y la de la localidad están fuertemente imbricadas, sin que la una pueda ser comprendida sin la otra. Ese protagonismo local no solamente se reduce al hecho de mantener la jurisdicción sobre las tierras y pobladores de Urdax y Zugarramurdi (además de encargarse de la cura de almas de Ainhoa, Elizondo, Eugui, etc.), sino que además, el cenobio promovió una explotación muy activa de sus aguas y montes. El patrimonio generado por la producción del hierro, por el aprovechamiento forestal y la ganadería, por ejemplo, es un activo sin explotar en la localidad. Finalmente, existen otros elementos de interés, como las casas que históricamente han compuesto la comunidad de vecinos de Urdax, la ermita de San Esteban (con un importante potencial para conocer el pasado remoto de la localidad) o el castillo del monte Azkar (que ya ha sido sondeado arqueológicamente en el pasado).

En esencia, el complejo que alojó la abadía constituye el conjunto patrimonial más importante de la localidad, al menos para la época histórica, porque es la que la ha configurado tal y como se conoce actualmente. Si ese cenobio no hubiera existido quizá el municipio se llamaría de otra forma y probablemente sus mugas serían otras. Seguramente el núcleo principal del pueblo sería otro o incluso sus terrenos estarían repartidos entre las entidades limítrofes. En todo caso, no es posible explicar Urdax sin su monasterio y la mayor parte del patrimonio histórico, artístico, etnográfico y arqueológico de la localidad guarda relación con la abadía.

Por tanto, esta realidad histórica y los testimonios que nos quedan en la actualidad, los que se pueden observar a simple vista y, quizá, los que se encuentran enterrados, representan un importante valor identitario para los habitantes de la localidad.

Esta iniciativa ha pretendido profundizar en nuestro conocimiento sobre esta institución histórica con vistas a poner en valor el patrimonio histórico de la localidad, tomándola como hilo conductor.

Si bien en un inicio se barajó la posibilidad de realizar intervenciones en el subsuelo con el fin de evaluar directamente el potencial arqueológico del entorno de este antiguo cenobio premonstratense y delimitar su área arquitectónica original, finalmente se ha decidido ceñirse al empleo de técnicas no invasivas para estos fines. Además, también se han realizado prospecciones en superficie para la identificación de elementos de interés patrimonial en el término municipal de Urdax.

Así, mediante la combinación de varios métodos de índole arqueológica se han obtenido unos resultados de trascendencia para conocer e interpretar la transformación vivida por el monasterio desde su fundación hasta prácticamente la actualidad. Se ha conseguido describir de forma más exacta la evolución constructiva del edificio y, con ello, podemos tomar mejores decisiones para su salvaguarda y perduración para las generaciones venideras.

Institución Príncipe de Viana

Este estudio ha sido sufragado mediante la dotación económica otorgada a Eusko Ikaskuntza - Sociedad de Estudios Vascos por la Institución Príncipe de Viana del Gobierno Foral de Navarra.

 

 

OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN

Los objetivos de la investigación que se ha realizado son los siguientes:

  • Reconstruir el desarrollo constructivo del monasterio de Urdax desde su fundación hasta la actualidad.
  • Obtener información para evaluar la potencialidad arqueológica del solar del antiguo monasterio de San Salvador.
  • Completar un elenco de elementos patrimoniales diseminados por el municipio de Urdax, relacionados con la historia del monasterio.

METODOLOGÍA

La investigación arqueológica llevada a cabo en el contexto de este Proyecto ha consistido en la aplicación de métodos no-invasivos, de forma que la intervención no afectara al subsuelo o a los restos arqueológicos en superficie.

Con esta limitación y, a la vez, para estudiar este elemento patrimonial de la forma más completa posible se ha procedido a la puesta en práctica de 3 métodos distintos.

- Métodos geofísicos: Se ha realizado una prospección por medio de georradar dentro y en las inmediaciones de los edificios que formaron parte del monasterio y que aún se encuentran en pie. La intervención se completó de acuerdo con los parámetros expresados en el informe técnico que se adjuntó en el proyecto, firmado por INTERNATIONAL GEOPHYSICAL TECHNOLOGY, S.L., de acreditada experiencia y solvencia en la aplicación de medios geofísicos en Arqueología.

La densidad de la malla de las lecturas ha sido variable, en función de las evidencias que se detectaban durante el procedimiento, como también lo ha sido la variedad de antenas empleadas. Sin embargo, en principio, se ha considerado que las dependencias del monasterio que hoy en día siguen en pie (la iglesia, el claustro, la zona del refectorio,…) son de máximo interés y en ellas se ha centrado el mayor esfuerzo. Por otra parte, las áreas adyacentes al complejo también han sido objeto del estudio geofísico, aunque de forma menos intensiva, ya que no tenemos constancia de la existencia de restos de interés en la zona. De hecho, este tipo de intervención menos densa ha pretendido servir para realizar un primer reconocimiento del terreno.

- Lectura arqueológica de paramentos: Creímos que resultaba fundamental para establecer la evolución constructiva del monasterio de San Salvador de Urdax abordar por primera vez su estudio desde la Arqueología de la Arquitectura, con objeto de identificar, especialmente, las fases constructivas que conocemos desde la documentación escrita, así como cualquier otra obra que pudiera haber formado parte de su evolución arquitectónica.

Este método de estudio del patrimonio construido consiste en la documentación de las relaciones físicas entre las unidades constructivas que componen una edificación. Si la metodología arqueológica en el subsuelo en la actualidad individualiza los resultados de acciones básicas ligadas a la actividad humana (que consisten en depósitos, arrasamientos, fosos, rellenos, etc.), describe sus características y determina las relaciones de antero-posterioridad que se suscitan entre ellos, la que se aplica a las arquitecturas realmente aplica el mismo planteamiento.

El monasterio ha sido objeto de varios estudios realizados desde distintos puntos de vista, incluso cuenta con una investigación histórico-artística (realizada por María Teresa López de Guereño Sanz, en 1996), Si bien este último trabajo reconstruye todo lo minuciosamente posible la historia constructiva del edificio, teniendo en cuenta la pérdida de su archivo, no contamos con ningún estudio sobre su etapa final de abandono, deterioro, desmembración y posterior reconstrucción. Es por ello por lo que aún es posible documentar más y mejor el final de su historia, que en definitiva es la que ha generado la fisonomía actual del antiguo conjunto premonstratense.

La adaptación del sistema Harris al patrimonio edificado constituye un cambio radical desde el punto de vista ontológico, ya que pasamos de una percepción estática de la arquitectura (propia de la perspectiva tradicional de la Historia del Arte) a otra mucho más dinámica. Sin embargo, también resulta un cambio epistemológico, porque permite obtener un conocimiento mucho más rico de un elemento, desde el punto de vista cronológico y diacrónico.

La metodología que se va a emplear es, como se ha dicho, una versión de Harris adaptada a la arquitectura, siguiendo el planteamiento de A. Azkarate1 (ver página siguiente). Además, la lectura arqueológica de paramentos ha venido acompañada por una documentación fotogramétrica de las estructuras objeto de estudio. De esta forma, se ha podido realizar una modelización volumétrica del edificio, lo que ha facilitado la descripción y documentación de las unidades constructivas y su representación gráfica a incluir en el los anexos. Para ello se ha empleado el software Metashape de Agisoft.

Además, finalmente ha sido preciso contar con el servicio de una empresa especializada en fotografía aérea mediante dron para poder documentar las zonas altas del edificio.

- Prospección pedestre o de visu: Este método se ha aplicado a amplias áreas de la jurisdicción municipal de Urdax y ha tenido como objetivo la documentación de patrimonio relacionado con las bases económicas del monasterio.

Por un lado, se ha pretendido obtener evidencias de transformación prehidráulica del hierro en la localidad, con objeto de documentar si la industria ferrona que se desarrolló entre los siglos XVI y XIX tuvo un antecedente tecnológicamente diferente o no. Para ello, se ha puesto en práctica la metodología establecida por el Equipo de Arqueología del Museo de la Minería del País Vasco y que ya quedó recogida en un trabajo de su coordinador Javier Franco Pérez2. Básicamente consiste en

• Realizar una revisión extensiva del terreno empleando como fuente de información los cauces de los cursos de agua. Más concretamente, el equipo de prospección reconoce los depósitos aluviales que jalonan los ríos para hallar evidencias de restos metalúrgicos o mineros.

• en caso de hallar algún resto de interés (escorias, minerales), iniciar una prospección intensiva en aquellas vertientes que hayan aportado los materiales de interés.

• si se detecta el punto de origen de las evidencias, proceder a su documentación arqueológica.

Por otro lado, la intervención ha pretendido identificar y documentar otros elementos productivos que tuvieran relación con el monasterio de Urdax. Así, se ha intentado revisar las estructuras que pudieran pervivir de las ferrerías hidráulicas, de los hornos tejeros o incluso de canteras propiedad del cenobio, pero también el patrimonio pecuario y forestal, esencialmente relacionado con los seles que poseía en los montes circundantes.

Aunque el Proyecto indicaba que los elementos patrimoniales detectados se documentarían en fichas preparadas para el objeto, la realidad es que esta parte del trabajo no ha fructificado en la catalogación de ningún elemento novedoso.

RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN.

a) EVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA DEL MONASTERIO A PARTIR DE LA DOCUMENTACIÓN

La reconstrucción de la evolución constructiva del monasterio de Urdax se halla profundamente condicionada por los incendios acaecidos a la abadía en 1526 y 1793, ya que la documentación que se conservaba en ella se perdió y este hecho obliga al investigador a acudir a fuentes dispersas en diversos archivos.

En lo que respecta a las obras realizadas en las instalaciones monasteriales durante su actividad como cenobio religioso, la recopilación y estudio de las fuentes ha sido realizada en gran medida por María Teresa López de Guereño Sanz, en el contexto de su tesis doctoral sobre los monasterios premonstratenses en España. Una amplia síntesis realizada por la investigadora se publicó en forma de artículo (López de Guereño 1996) y detalla la actividad constructiva de los monjes en el cenobio de Urdax.

Como decimos, un incendio asoló el complejo en 1526 y, según las fuentes disponibles, el fuego destruyó completamente las construcciones de éste, de forma que la reconstrucción iniciada en el siglo XVI requirió volver a elevar desde los cimientos tanto el templo como el resto de las dependencias. Respecto a las construcciones que se habían ido erigiendo durante los más de tres siglos anteriores, López de Guereño propone que su monumentalidad podría haber sido inferior a la de los principales monasterios del Reino, como el de Leyre o el de La Oliva. Contaría, probablemente, con una iglesia de una sola nave, posiblemente desproporcionadamente larga y estrecha, y quizá un ábside semicircular. Para establecer esta hipótesis se basa en algunos testimonios del siglo XVI y en el modelo del templo de otro monasterio de la misma orden, el más cercano a Urdax, que es el de Lahonce. En este sentido, este ejemplo difiere del clásico templo de los monasterios premonstratenses peninsulares, que presentan un triple ábside semicircular.

Tras el suceso de 1526, a pesar de que la reconstrucción del monasterio se vio necesaria desde un inicio, los problemas financieros de la institución monástica dificultaron comenzar los trabajos para su reedificación y no fue hasta 1552 cuando se iniciaron las obras. En este momento, se encarga al maestro cantero Martín de Bunano que realice un edificio con las siguientes medidas: 90 pies desde el altar mayor hasta el inicio del coro (a los pies de la iglesia) y 20 pies más hasta la puerta de entrada de la pared occidental.

Los problemas financieros continúan e impiden la finalización de la obra en los 5 años previstos. Ya en 1587 Felipe II hizo merced de 300.000 maravedís al monasterio de Urdax para que finalizara la obra y parece que para 1598, año en el que se contrata el dorado del retablo y del sagrario de la iglesia, la capilla mayor se encuentra ya finalizada. En 1611 se contratan con el maestro cantero Martín de Zubieta los trabajos para terminar la torre y el coro. En 1648, se realiza la tasación de los trabajos contratados por el monasterio con Martín de Zubieta y el valor resultante ascendía a casi el doble de lo establecido en el contrato, de lo cual puede deducirse que el maestro se encargó de un trabajo mayor que el que se establecía en él. Es posible que importantes obras del espacio monástico organizado en torno al claustro, como son las fachadas exteriores del complejo y algunas piezas interiores, como por ejemplo el refectorio, daten de este período, aunque carecemos de documentación para ser tajantes al respecto (López de Guereñu 1996:38-39).

Respecto al resto de edificios, los datos disponibles son más parcos. Sabemos que para 1684 las cuatro fachadas interiores del claustro, obra del maestro Juan de Miura y Ezponda, ya estaban en pie. También debió levantar las estancias de los lados Este y Oeste del claustro, el primero dedicado a Sala Capitular (donde actualmente se ubica la sacristía de la parroquia y otras estancias a modo de almacén), pero no sabemos en qué situación se encontraban anteriormente. Es decir, que el testimonio de la finalización de sendos cuartos, en lados opuestos del claustro no constituye una prueba de que la obra requiriera el levantar los muros exteriores de las fachadas este y oeste en este momento, ya que podía estar ya formadas con anterioridad.

Según López de Guereñu, las dependencias del ala sur no fueron renovadas por Miura y Ezponda, sino que mantendrían la fábrica anterior. Teniendo en cuenta la descripción de dos de las estancias del ala que realiza la autora (el refectorio y las cocinas), su cronología se situaría entre los siglos XVII y XVIII, pero propone que en 1684 las estancias que estaban en uso corresponderían a un momento constructivo anterior (aunque no precisa si fruto de una obra sin identificar o las que pertenecieron al monasterio medieval). Este razonamiento podría reforzar la idea de que en tiempos del maestro Zubieta o quizá en un momento inmediatamente posterior (del cual no tenemos constancia documental) se hubiera emprendido la construcción de una parte importante del complejo monástico.

En principio, no hay más datos de remodelaciones o reformas hasta 1736. En este momento se emprenderá la construcción del ala suroccidental que sobresale en perpendicular a la fachada oeste, actualmente en peligro de ruina. Este cuerpo fue diseñado por Diego de Orna y levantado por Miguel de Azpilcueta, Tomás de Lecuberria y Miguel de Echalen, y, según la autora, repite el esquema que observamos actualmente en la fachada oeste del monasterio, en tres pisos separados por sendas líneas de imposta o platabandas de sillares. Nosotros creemos, como se explicará después, que fue al revés.

Sin embargo, el contexto revolucionario de fines del siglo XVIII dejó su huella también en Urdax y lo hizo en forma de destrucción de inmuebles y robo de bienes. En lo que atañe al estudio, en septiembre de 1793, las tropas de la Convención francesa provocaron un incendio en el monasterio que, a su vez, originó importantes daños en la iglesia y en el resto de las dependencias monásticas. Si bien sabemos que el Consejo de Castilla solicitó varios informes sobre el estado del cenobio, no hemos podido acceder a su contenido ya que la bibliografía no cita la signatura exacta de los expedientes resultantes de las órdenes de dicho peritaje ni se han podido hallar en los buscadores del Archivo General de Navarra o en los fondos disponibles en PARES (Ministerio de Cultura) o Dokuklik (Gobierno Vasco). Tampoco parece haber ningún expediente relacionado en el Archivo Municipal de Urdax.

Lo que podemos intuir sobre la afección del fuego en el complejo monástico, según lo que nos narra Zudaire (Zudaire 1989:203), es lo siguiente. En el lado Este, «desde la Sacristía hasta la Cozina”, que es donde López de Guereño nos indica que se situaban estos ambientes (López de Guereño 1996:44), se requería al menos el retejo y la sustitución de estructuras (madera, herrajes,…). Daños similares debía tener también otra zona del monasterio, aunque no queda claro en qué parte del edificio actual podríamos situar la referencia del documento original: “«Desde la Chocolatería hasta la escalera inclusive»,” era preciso reemplazar “tejas, petrales, astapetrales, cabrios, piederechos” (Zudaire 1989:203). Etcheberry, en un trabajo divulgativo sobre el monasterio, insinúa sin mucha precisión que las partes altas del claustro tuvieron que ser rehechas (Etcheverry 2016:36). El arquitecto de la Real Academia de San Fernando Pedro Manuel de Ugartemendia indicaba que se debían realizar importantes trabajos de carpinteria en “techos, pisos, balaustres, escaleras, batientes, hojas de puertas y de ventanas, cabrios y tijeras”, además de que se debían realizar nuevos tabiques para separar las celdas de los monjes y reponer otros materiales, como tejas y ferretería (Zudaire 1989:203).

En principio, Ugartemendía aseguraba que la solidez de la obra de las estructuras de cantería y albañilería eran sólidas y el maestro de obras Juan Francisco de Almandoz no parecía dudar de ello, pero recomendaba el derribo de una parte del interior del monasterio y “en su cabecera y escaleras arriba, por la principal al Desiderio (SIC)" por lo mucho que el calor había afectado a los muros.

Parece que para fines de 1806 ya se habían terminado las obras de reconstrucción necesarias para acoger a los monjes que durante el período de ruina y rehabilitación habían encontrado refugio en el antiguo colegio de los jesuitas de Loiola (Azpeitia). En todo caso, poco sabemos sobre el alcance real de las obras de rehabilitación, salvo que en 1810 solamente aproximadamente la mitad del convento estaba habitable, mientras que el resto permanecía arruinado y lleno de escombro (Zudaire 1989:210-211).

En el listado aportado en Anexo b) se recogen los documentos consultados para documentar obras u otro tipo de informaciones relacionadas con el convento, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando constan la destrucción y reconstrucción del convento, así como el cambio de propiedad y uso a raíz de la supresión del convento y desamortización de los bienes de éste. Se han consultado inventarios de las notarías próximas a Urdazubi/Urdax, sin que haya habido resultados a destacar.

En este sentido, con vistas a un futuro, los escasos resultados y las convulsiones políticas que acompañaron a ese período histórico nos llevan a plantear la necesidad de ampliar el campo de investigación, con la consulta de otras notarías, por ejemplo, las de Pamplona. Por otro lado, teniendo en cuenta que, tras la destrucción del Monasterio de San salvador por los franceses, los frailes premonstratenses tuvieron que ser realojados durante un tiempo en el Santuario de Loiola, en Azpeitia, la consulta de las notarías de Azpeitia que pudieran darnos pistas, a través de los poderes y convenios allí firmados, poder identificar la posible notaría navarra en la que se encuentre documentación interesante relativa a las obras de reconstrucción.

b) RESULTADO DEL ANÁLISIS ESTRATIGRÁFICO DE PARAMENTOS

La puesta en práctica de esta parte del estudio ha resultado problemática debido a que no todos los muros que componen el complejo se encuentran en una situación ideal para realizar en ellos una lectura arqueológica de paramentos. En algunos casos, la mayor parte del paño se encuentra enlucida con una capa homogénea que no permite distinguir la estratigrafía que esconde. Por otra parte, en algunas zonas la vegetación y el estado de ruina de las edificaciones han imposibilitado distinguir de una forma efectiva la historia constructiva de los muros. Esta eventualidad ha resultado insalvable, si bien en la mayoría de los casos se ha podido extraer algo de información de elementos de cantería que sí se habían dejado a la vista (los recercos de los vanos, por ejemplo).

Por otra parte, la fachada principal del convento, que actualmente se destina a viviendas particulares, presenta su planta baja sin enlucir, aunque su paramento de mampostería ha sido rejuntado mediante algún tipo de mezcla de cemento, lo que enmascara aún más las diferencias entre las diferencias entre las fases constructivas de esta estructura.

Además, al ser el monasterio el edificio más alto del entorno, las partes altas del complejo no son fácilmente perceptibles desde el suelo o desde las partes accesibles del antiguo complejo monástico. Así, se ha contado con los servicios de unos operadores de dron que han fotografiado el edificio completamente, permitiendo la vista sobre todos los elementos constructivos visibles desde el exterior y, además, la documentación fotogramétrica de volúmenes inalcanzables desde el piso.

c) RESULTADO DEL ESTUDIO GEOFÍSICO DEL MONASTERIO.

El método geofísico elegido como idóneo para estudiar el subsuelo del monasterio de Urdax y su entorno próximo en busca de posibles restos histórico-arqueológicos ha sido el georradar. Este tipo de técnica de carácter no destructivo ha consistido en la toma de unas medidas desde la superficie mediante un aparato que introduce activamente unas señales en el subsuelo para medir su respuesta. En concreto, el georradar emite una señal electromagnética que se refleja allá donde existan cambios o contrastes en las características eléctricas del subsuelo y dicho reflejo es recogido de nuevo por un receptor en donde se registra con detalle su localización, profundidad e intensidad. Por este motivo, su empleo es habitual como método auxiliar de la arqueología.

En el caso del trabajo de prospección en monasterio de Urdax, se han realizado decenas de perfiles de georradar en forma de malla, en concreto han sido más de 300 los perfiles medidos, para tratar de localizar las zonas más sensibles e interesantes para nuestro estudio. Los resultados que presentamos en este informe muestran una ingente malla de puntos que señalan posibles anomalías debidas cambios en la resistividad del terreno y que pueden deberse a elementos de interés arqueológico como pudieran ser por ejemplo restos murarios o cavidades de origen humano (enterramientos, antiguas atarjeas o canalizaciones…), etc. Pero también responden a las señales el georradar tuberías modernas, desagües, materiales férricos constructivos o incluso zonas de contacto de diferentes capas litológicas naturales compuestas por materiales diferentes.

Con el objetivo de buscar la mejor resolución posible a los datos obtenidos por el georradar, se han utilizado dos equipos diferentes adaptados al espacio y propósito en el que se iba a utilizar. De este modo, se ha usado un georradar con antena dual de 200 y 600 MHz de frecuencia que alcanza una profundidad de 2 – 3 metros con alta resolución y otro georradar equipado con una antena transmisora-receptora de 100 MHz que alcanza una profundidad mayor pero con menor resolución. Este viene dotado con un GPS de ata precisión y permite presentar los resultados también por planos de cortes horizontales a diferentes profundidades. Se ha usado por lo general en zonas de exterior y también para investigar nuevamente el interior de la iglesia.

Respecto a los datos recabados en este estudio, es importante reseñar que el método geofísico proporciona siempre una información de carácter indirecto que es producto del procesado y la interpretación de las mediciones realizadas en el terreno. Según nuestro interés arqueológico, a través de las anomalías detectadas por el georradar se ha realizado una interpretación técnica preliminar por parte de los ingenieros geofísicos que trabajan en colaboración con nosotros. Es la experiencia la que nos indica en estos casos si tales parámetros se corresponden habitualmente con un relleno, con un muro o una fosa, por ejemplo, aunque finalmente cualquier información de este tipo habrá de ser verificada para su validación o no mediante algún tipo de intervención arqueológica.

En el informe de la ingeniería geofísica IGT se proporciona toda la información detallada de los resultados de este estudio para ampliar la documentación técnica. Vamos a mencionar a continuación de modo muy resumido, lo más reseñable de las posibles zonas de interés de los datos obtenidos por el georradar siguiendo la numeración de las diferentes zonas según la imagen de satélite (tengamos en cuenta que la zona 5 –refectorio- y 6 –dependencia contigua- no aparecen en el listado de resultados porque no se han podido trabajar por estar la superficie impracticable por los materiales de derrumbe).

INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS.

A continuación, presentamos la interpretación que hacemos de las evidencias detectadas en el desarrollo del trabajo. Como ya se ha explicado en el punto anterior, la lectura arqueológica de paramentos no ha podido ser todo lo completa que se hubiera deseado, por los impedimentos que ofrece el propio edificio. Así, a nivel interpretativo y para intentar mitigar las diferencias en el grado de intensidad aplicado a cada uno de los paramentos analizados, se ha extrapolado la cronología de algunas partes del edificio, bien caracterizados documentalmente, a otras de difícil lectura. Esto se debe a que se identifican algunas correspondencias entre las características de los materiales empleados en unas y otras y, aunque creemos que esta decisión está justificada y es acertada, debemos reconocer que es discutible y, quizá, podría ser refutada con más datos. Sin embargo, como decimos, ha resultado un recurso útil a la hora de avanzar hipótesis para proponer la identificación de las fases con las unidades constructivas documentadas.

Secuencia cronológica de las fases constructivas del monasterio en función de las evidencias identificables actualmente:

Fase 0: Construcción y uso del complejo monasterial medieval.

De esta fase del monasterio no existen restos que podamos relacionar inequívocamente. Se hallan una serie de bloques de caliza gris en la fachada A, sobre la que se construyeron los paramentos de la fachada del siglo XVII, pero no podemos estar seguros de que estén en su lugar original, como testigos de un muro anterior, o si, por el contrario, simplemente fueron aprovechados una vez retirados de su posición original. Este tipo de caliza también aparece en la fachada D, en la zona arruinada, pegante a la sala del refectorio, aunque forma parte de un muro que, como muy antiguo, data del siglo XVII (Fase III).

Los únicos restos de este edificio pueden ser aquellos que, estando enterrados, han originado las anomalías documentadas por el georradar en el interior del templo. Se trataría de una zona que presenta una reflexión cóncava alargada de unos 2m que aparece jalonada a un lado y otro por reflexiones convexas algo menos profundas. Estas anomalías se extienden unos 2m en dirección al altar y se situarían en la parte trasera de la nave (hacia la entrada) aproximadamente frente a los confesionarios. La zona estaría algo descentrada hacia el norte con respecto al eje actual del templo. La interpretación arqueológica preliminar de estas evidencias es que pueden estar causadas por los restos de una iglesia anterior, hoy enterrada bajo la solera de la parroquia, aunque no podemos ser categóricos de ninguna forma hasta realizar un testeo directamente.

Por último, no descartamos que las anomalías identificadas en las zonas exteriores al edificio actual pudieran pertenecer a algún edificio medieval, incluso en el patio trasero de las viviendas y del claustro, pero tampoco podemos aportar ninguna evidencia más concreta.

Fase I: Construcción de la iglesia entre 1552-1598.

Gracias a la investigación realizada por López de Guereño, sabemos que la iglesia no se construyó de forma continuada, sino que fue siendo completada a lo largo de varias décadas durante la segunda mitad del siglo XVI y, fruto de estos impulsos coyunturales, se levantó gran parte de la iglesia que hoy conocemos. Como hemos indicado en el apartado correspondiente, a pesar de los cambios en la piedra empleada en esta parte del monasterio, el paramento presenta unas características idénticas en todo lo que toma desde el ábside hasta el coro (donde se detecta la línea de unión con la fase II, en las fachadas J y K). Solamente podemos mencionar la existencia de una construcción diferente en la cara sur del templo, en la fachada J, donde los maestros canteros tuvieron que sortear la dificultad de unir el templo con las estructuras del monasterio. Se trata del muro J305, que a pesar de que en su parte alta es de sillería recibida muy similar al resto, en la planta principal del claustro evidencia una serie de soluciones constructivas que, por la estrechez de la zona visible, no podemos concretar. Sin embargo, aparecen restos tapiados y se documenta el empleo de mampostería con materiales aprovechados. En todo caso, no podemos estar seguros de que esta parte del muro no fuera levantada o incluso adaptada durante la Fase III de construcción de las dependencias monasteriales.

También se debe reseñar que la base del muro del ábside fue realizada en mampostería y que coincide con el lienzo topográficamente más bajo de todo el templo. Posiblemente se debe a que al ampliar el solar que ocupaba la iglesia, fue preciso invadir una parte de la terraza aluvial situada al este, teniendo que salvar el desnivel natural. Para ello se construiría el muro de mampostería y se rellenaría el interior del hueco resultante, para así asentar el piso del presbiterio, ubicado varios metros por encima.

Fase II: Construcción de los pies, coro y campanario de la iglesia entre 1611-1648.

Esta fase constructiva se encuentra perfectamente documentada a través de la lectura de paramentos y está constituida por la obra de cierre de los pies de la iglesia. Se la dota de un coro, una portada y un campanario. Sendas líneas de contacto entre los muros de la Fase I y II son visibles en las fachadas norte (K) y sur (J) del templo.

Fase III: Construcción de las dependencias monasteriales entre 1611 y 1684.

La construcción de esta fase no se halla bien documentada en archivo. Sabemos que pudo de ser obra de Zubieta, pero no tenemos ninguna garantía de que la obra tuviera lugar durante su vida o si fue finalizada inmediatamente después de su muerte. En todo caso, esta fase está relacionada con la portada dovelada de la fachada A y con las ventanas seccionadas y opiladas de la misma. Estaría relacionada también con la sala del refectorio (ya identificada por López de Guereño), hoy arruinada y llena de escombro y maleza, donde el tipo de mampostería y la piedra de sillar de arenisca beige empleada en las cornisas podría coincidir con la que se usó en la citada portada de acceso al complejo (fachada A).

En todo caso, parece que en origen las dependencias claustrales y monasteriales eran diferentes a cómo las vemos actualmente. Por un lado, evidentemente, todo el sector sureste, hoy dedicado a huerta y patio de las viviendas del bloque oeste, era parte interna del monasterio. La esquina sureste, adjunta al refectorio, totalmente arruinada, estaba dedicada a cocinas, aunque del resto no tenemos información. Es posible que las anomalías detectadas por el georradar en esta zona sean los cimientos de las estancias de este sector del monasterio.

Por otra parte, la altura de los edificios del cenobio era más baja que la de las actuales. De hecho, tanto el claustro como la pared zaguera hacia el río (este o I) mantienen la configuración de planta baja, primera y bajocubierta, si bien esta última se halla modificada posteriormente. Así, el monasterio de los siglos XVII y XVIII ocupaba toda el área hoy arruinada, pero contaba con menos volumen en altura. La fachada A actualmente destinada a viviendas, el levante que sobresale sobre la cubierta del claustro (fachada F) y la parte trasera que da al patio (fachada G) son de construcción posterior. Como evidencian el resto de muro visible (H258) en la fachada H, así como otros muros antiguos que aún pueden verse en planta dentro del patio, la distribución interior en la zona arruinada era distinta y el muro trasero de las viviendas no coincidiría con ninguna estructura antigua.

Fase IV: Construcción de las fachadas interiores del Claustro, antes de 1684.

Las fachadas del claustro actual no evidencian ninguna obra diferente en su construcción que aquella que formó los cuatro muros interiores de sillería de piedra arenisca, con sus vanos de medio punto. Quizá durante la fase 2 se dejó con unas estructuras eventuales, quizá en madera, que se terminaron de sustituir con la obra de piedra definitiva. No sabemos exactamente a qué pueden deberse las anomalías detectadas por el georradar en la zona ajardinada del patio, aunque es posible que correspondan al peristilo medieval, que no tuvo por qué estar centrado en el mismo sitio y mantener la misma orientación. Sin embargo, sin intervenciones en el subsuelo, es difícil ser más específicos.

Fase V: Construcción del ala suroccidental en L en 1736.

Una de las obras mejor documentadas previamente era este de la ampliación suroeste del convento, llevada a cabo en 1736. Se trata de un edificio más alto que los construidos durante el siglo XVII y aparece engalanado con sendas platabandas, quizá en imitación de la fachada A original, que pudo disponer, en todo caso, de una línea de imposta. Si las fachadas norte y oeste del ala eran sobrias, la fachada sur estaba compuesta por un rico juego de balcones simples y dobles con sus barandas de hierro y ventanas similares a las de las otras.

Este edificio constaba de un semisótano destinado al almacenaje de productos del campo, la mayoría frutos del diezmo que cobraba el monasterio. En este sentido, discrepamos de López de Guereño cuando afirma que las ventanas horizontales del semisótano estuvieran destinadas a verter el grano a través de ellas (se sabe que el grano se almacenaba en arcas y no se dejaba en contacto directo con el suelo), aunque sí tienen relación con el almacenaje. Así, una parte importante de la planta baja del nuevo cuerpo, con su semisótano, estaría destinada a ese fin, así como al menos la primera planta del edificio, como delatan los potentes pilares de sillería asentada sobre zapatas de mampostería y la imponente arcada de arcos de medio punto realizada mediante sillería de arenisca que lo cruza en su eje mayor. Se trataría, pues, de una nueva cilla monasterial, que quizá antiguamente se ubicaba en la fachada A (como delatarían las ventanas horizontales hoy amortizadas en esa fachada) y que, después, se trasladó a la ampliación.

Fase VI: Incendio y destrucción del monasterio en 1793.

El incendio de septiembre de 1793 destruyó amplias zonas del monasterio. Según los informes posteriores, se redujo a escombro la parte sureste y el fuego afectó ampliamente a los sectores oeste y este del claustro. Esta primera zona, actualmente dedicada a patio y huertas, así como las ruinas del refectorio y de las cocinas (hoy sin uso), nunca se volvieron a levantar y es de señalar que actualmente se ubican a una cota superior que las estancias del entorno, lo que evidencia que el suelo actual fue dispuesto sobre los escombros que no se limpiaron del lugar. Como ya hemos mencionado, entre los restos que aún pueden rellenar la zona, se encontrarán las bases de los muros del monasterio barroco, coincidentes quizá con las anomalías señaladas por la prospección con georradar.

Los informes de los peritos contratados al efecto son contradictorios sobre el aguante de los muros de las fachadas a reconstruir (zonas oeste y este), pero parece que se hallaban aún en pie.

Fase VII: Rehabilitación parcial del monasterio entre 1804 y 1806.

La rehabilitación del monasterio se llevó a cabo en escasos dos años, tras los que los monjes pudieron volver a habitar su monasterio, aunque no sin trabas (se produjeron varias exclaustraciones en época francesa y liberal). Para ello, se decidió dejar en ruina la mayor parte de la zona derrumbada y se optó por levantar la altura de los edificios que se iban a reconstruir.

La fachada A fue remodelada a imagen y semejanza del edificio de 1736, algo en lo que discrepamos del planteamiento de López de Guereño, quien aseguraba que fue éste el que copió el planteamiento original del XVII. Se incluyó material variado, pero la mayor parte de los sillares son de arenisca rosada y no creemos confundirnos si afirmamos que, en gran medida, no procedían de cantera. Y es que la fachada sur (D) de la ampliación suroeste también fue fuertemente alterada, convirtiendo la mayor parte de los balcones en ventanas y retirando los elementos de sillería que pudieran ser aprovechadas en el resto del edificio.

Se levantó la pared trasera del actual edificio de viviendas oeste, creando una nueva fachada inexistente previamente y se tapiaron las puertas que antiguamente comunicaban el primer piso del claustro con las dependencias de la zona sur. Sin embargo, se habilitó un nuevo acceso de la zona arruinada, trasera del ala rehabilitada, y el claustro y no es otro que el vano de medio punto, realizado en arenisca rosada, de la fachada H.

La fachada I, en lo que atañe al edificio monasterial, fue replanteada y posiblemente el muro del primer piso se reconstruyó, añadiendo nuevas ventanas, de acuerdo con la configuración de la ampliación suroeste y de la nueva fachada A. No se realizó una planta superior, pero se habilitó un piso bajocubierta que era habitable.

En este ámbito, en la primera planta, actualmente destinada a museo, se ha podido visitar el interior del edificio y hemos detectado los restos de las celdas que se habilitaron en esta fase. Separadas entre sí mediante tabiques de estructura de madera, cada módulo resultante disponía de dos ventanas y una puerta. La tabla que forma parte de la solera, si bien en un principio pareció de mayor antigüedad (debido a la técnica mediante la que se obtuvo), también se relaciona con esta fase. En este sentido, las tornapuntas que sostienen las vigas maestras también otorgan un regusto arcaizante a la estructura, aunque sabemos fehacientemente que toda esta ala fue rehabilitada en este momento.

En la ampliación suroeste, además del expolio sufrido por los elementos de cantería, debemos señalar la instalación de nuevas vigas en el interior, posiblemente para sustituir las que se habían perdido por causa del fuego.

Fase VIII: Habilitación de viviendas en el ámbito occidental de las antiguas dependencias monasteriales (ss. XIX-XX)

En esta fase se abrieron nuevas puertas y se modificaron ventanas en la fachada A, para poder hacer uso de cada módulo independientemente. Además, se habilitó un nuevo acceso desde el exterior al claustro, que en aquel momento quedó fuera del uso secular, mediante la apertura de una puerta en la base de la torre y creando un distribuidor por el que se puede acceder a la torre, a las dependencias superiores del claustro y a la planta baja del mismo. Se opiló la puerta de medio punto de la fase VII, que comunicaba el peristilo con el patio trasero de las viviendas recién creadas.

En esta fase, prosigue y se acentúa el deterioro de las partes del monasterio sin rehabilitar y se inicia el declive de la ampliación suroeste. Se instala una especie de mirador (actualmente desaparecido) en las estancias del claustro reservadas al rector, en la fachada H que mira hacia el sur.

 

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