Jesús Prieto Mendaza. Doctor en Antropología Social y Cultural: El desorden festivo no hace sino ordenar luego la vida social de Vitoria

2012-07-06

SILLERO ALFARO, Maider

El antropólogo Jesús Prieto ha ejercido su labor como docente con alumnado de origen inmigrante y desde hace seis años es consultor del Berritzegune A02 del Departamento de Educación, actividad que compagina con la de profesor colaborador de Educación Interculturalidad en la Universidad de Deusto, entre otras muchas cosas. Su tesis doctoral lleva por título “Paseando por el gueto. Refugios y violencias. Un acercamiento antropológico a las percepciones sobre la población inmigrante en el caso medieval de Vitoria-Gasteiz”. Pero esta entrevista no va a versas sobre eso, sino sobre un trabajo de investigación que ha realizado sobre las fiestas de su ciudad, Vitoria: “Blusas y neskas. Cuando la amistad se hace fiesta. Exhibición, trasgresión, cohesión social durante el tiempo festivo. Un estudio, desde la antropología, del alma mater de las fiestas de Vitoria-Gasteiz”.

“Blusas y neskas. Cuando la amistad se hace fiesta”. ¿Tan importante es la “amistad” en estas fiestas como para reflejarlo en el título del trabajo?

El título lo que intenta es concentrar todo el potencial que tiene el libro y me parece que uno de los elementos fundamentales que define a las cuadrillas de blusas y neskas en el ambiente festivo de Vitoria es, precisamente, la amistad. Me parece una palabra fundamental para definir todo lo que el libro contiene.

“Lo que demuestran las fiestas de la Blanca es el carácter tremendamente rural que tiene todavía Vitoria.”

Si tuviera que explicarle a una donostiarra, por ejemplo, que no ha estado nunca en las fiestas de la Blanca, ¿qué le contaría, qué es lo que resaltaría de las fiestas?

Lo que demuestran las fiestas de la Blanca es el carácter tremendamente rural que tiene todavía Vitoria. La Vitoria en la que yo nací tenía escasamente 50.000 habitantes, hoy, después de los procesos de industrialización de la década de los 60, nos encontramos con una Vitoria que llega a los 240.000 habitantes, pero que sigue conservando estructuras fundamentalmente rurales en sus fiestas, como las romerías o el mito de Celedón. De hecho, el mito por antonomasia de las fiestas de Vitoria-Gasteiz es Celedón, el personaje del aldeano de la llanada alavesa que viste la blusa, las abarcas y la txapela que portaban los aldeanos a principios del siglo XX. Es decir, es un elemente lleno de ruralidad y, precisamente por esa ruralidad, la forma de disfrutar las fiestas es muy popular, de calle, de disfrute de vecindad, de amigos. De ahí que los blusas y neskas, que en definitiva lo que hacen es adoptar la vida que les da el mito de Celedón, vivan la fiesta en cuadrilla, comiendo, bebiendo, yendo a los toros, volviendo de los toros... y recreando ese toque entre festivo y gamberro que era muy tradicional en los mozos del mundo rural alavés.

Son unas fiestas que tienen cierta similitud con San Fermín porque el potencial de las fiestas no está en los actos institucionales, no está en los fuegos de artificio, no está en el concierto de la Oreja de Van Gogh; el potencial de las fiestas de Vitoria está en el disfrute en la calle con los amigos, y fundamentalmente, en el alma mater de las fiestas que son las cuadrillas de blusas y de neskas.

Lo que describe se asemejan a las fiestas de cualquier pueblo más que a las de una gran ciudad como es Vitoria.

Por eso te decía que Vitoria todavía conserva esa similitud con el mundo rural. Hablamos de las fiestas de la Blanca, pero eso mismo lo podemos trasladar al patrono de Álava, San Prudencio. En este caso la centralidad de la fiesta consiste en escuchar la retreta alrededor de la Diputación y en acudir en romería a la Basílica de San Prudencio. Un carácter marcadamente rural, porque además San Prudencio se enclava en las afueras de Vitoria, en el campo. Otra fiesta significativa es Olarizu a primeros de septiembre y el carácter de la fiesta es la romería a las campas de Olarizu y encontrarse de nuevo con la naturaleza, con el prado, con lo rural. Aunque Vitoria sea una gran ciudad, la capital de Euskadi, sigue conservando ese carácter rural del pueblo en el que yo nací, hace ya por cierto muchos años.

Otra de las características de esta fiesta, tal y como cuenta en su trabajo, nos la encontramos en la religiosidad de los actos, ¿no es así?

En los dos años de trabajo de investigación me he detenido bastante en esto porque en Vitoria, como en toda sociedad vasca, española y europea, la secularización se ha generado de forma muy rápida, fundamentalmente después de los años de la transición. Es una sociedad muy secularizada donde ya el ámbito religioso no controla lo social, sino que hay una ética laica que es la que controla nuestras vidas.

A pesar de que observamos que en las cuadrillas de blusas la gran parte de los integrantes no son personas de fe, las fiestas de Vitoria siguen manteniendo un tremendo potencial unido a los rituales religiosos. Y además, la ciudadanía y los miembros de las cuadrilla, a pesar de que sean personas con una gran desafección hacia lo religioso, participan activamente en el ritual. Se podría decir que todo ese tipo de actos se viven como un elemento fundamentalmente cultural, tradicional, pero asociado a esa cultura heredada de otras generaciones. Es decir, lo religioso queda en un segundo plano.

“A lo largo de la historia sí ha habido algún año, después de la guerra y asociado a alguna prohibición de la dictadura, en el que las cuadrillas de los blusas no salieron.”

¿Podría ponernos algún ejemplo?

La Procesión de los Faroles es uno de los rituales más celebrados por la ciudadanía y en su origen tiene un marcado carácter religioso cuando Felicia Olave regaló a la ciudad aquellos costosísimos faroles realizados en Zaragoza. O el Rosario de la Aurora cuando se acompaña a la patrona a las 7 de la mañana en ese rosario que recorre el casco medieval de la ciudad y al que acude numeroso público. Insisto, acuden como si fuera una performance, intentando reproducir o revitalizar un ritual a pesar de que no compartan una fe religiosa.

Decíamos que a los actos religiosos todavía acuden muchos ciudadanos, blusas y neskas, a pesar de no ser religiosos. ¿Ese elemento de la participación de la gente es otra característica de las fiestas de Vitoria?

Efectivamente es ese carácter popular, la participación popular, el carácter de calle y el carácter predominante de las actuaciones no organizadas desde la administración. El carácter fundamental de la fiesta es el de disfrutar con la charanga, con las cuadrillas de blusas y neskas bailando y compartiendo con ellos el espacio de la calle, entablando amistad, participando de los rituales.

¿Se imaginaría unas fiestas sin las cuadrillas de los blusas?

A lo largo de la historia sí ha habido algún año, después de la guerra y asociado a alguna prohibición de la dictadura, en el que las cuadrillas de los blusas no salieron. En el libro incluyo algún artículo de los periódicos de la época en los que se refleja que las fiestas fueron tristes, sin color, y en donde se reivindica la vuelta de los blusas (en aquella época las cuadrillas eran eminentemente masculinas, sin neskas). Esa vuelta fue muy celebrada, incluso en la época de la dictadura, y el alcalde Luis Ibarra Landete impulsó el resurgimiento de las cuadrillas.

Al realizar el trabajo de campo hablamos con mucha gente que estaba observando un ritual muy tradicional que es la ida y la vuelta a los toros y al preguntarles la mayoría dijo que no podrían entender las fiestas de Vitoria sin los blusas y neskas. En la última parte del libro, evidentemente, introducimos también críticas que se hacen al comportamiento de estas cuadrillas, pero en general todos, incluso los más críticos, dicen que no pueden entender unas fiestas sin ese elemento central que es la alegría que aportan.

“El gamberro durante los días de fiesta es el ciudadano ejemplar el resto de días del año.”

Ha pasado dos años realizando este trabajo, pero ¿ qué fue lo que le llevó a investigar este trabajo?

Me lo planteo después de haber estado 6 años trabajando por otro tema diferente asociada a movimientos migratorios y de haber participado de rituales festivos en República Dominicana, en Senegal, en Mauritania, en Gambia... Después de todos esos años vuelvo a Vitoria y me encuentro con deseo de seguir participando, a pesar de mi edad, y me replanteo hacer antropología, en este caso antropología urbana. ¿Y por qué no centrarla en estudiar los rituales, las simbologías que encierra el ritual festivo en Vitoria-Gasteiz? Fue una idea fácil de llevar a cabo porque el trabajo de campo inmerso en una cuadrilla de blusas es un auténtico placer.

Y siendo participante habitual de las fiestas, ¿puede uno objetivar o está demasiado inmerso?

Está demasiado inmerso y reconozco que en ese sentido no soy nada objetivo porque disfruto mucho y he disfrutado toda mi vida de la cuadrilla de blusas. Me he dejado aconsejar para intentar remarcar esa objetividad que pretendo, pero que en algún momento podía estar mediatizada por mí mismo. Me he hecho acompañar por 3 personajes muy conocidos en Vitoria; Luis Izaga, Pedro Montoya y Eduardo Valle. Este último tiene trabajos de etnografía alavesa muy importantes, uno de ellos centrados en cuadrillas de blusas y neskas. Creo que he conseguido esa objetividad y la gente que lo ha visto considera que es un trabajo interesante, de marcado carácter antropológico, pero trufado de muchas anécdotas, de aportaciones de los informantes del público que lo hacen ameno, dinámico. No está cargado únicamente de academicismos, se combina el estudio científico con la narrativa, las anécdotas, las viñetas antropológicas etc. Lo he conseguido gracias a la aportación de estos tres personajes fundamentales que me han ayudado.

Después de esta investigación ¿qué ha descubierto que no supiera? si es que hay algo, claro...

Sí, este trabajo ha validado algunas teorías. La unión con lo rural, la fuerza que tiene el mito de Celedón (muchos niños de Vitoria piensan que Celedón existió), la ligazón con los rituales religiosos etc. Pero he descubierto una cosa fundamental para mí. Las cuadrillas de blusas son aparentemente, como todo ritual festivo, lugares de desorden. Durante el resto del año llevamos una vida ordenada, el tiempo festivo rompe con ese orden, con esa cotidianeidad e introduce un elemento nuevo; se bebe, se baila, se hace el gamberro y la sociedad acepta ese desorden. Pero yo pensaba que las cuadrillas eran un tanto anárquicas, que no había normas ni estructuras y lo que he descubierto es que no es tan anárquica como pensamos, que hay unas estructuras de poder, que hay unas normas no escritas, que hay una trasmisión de valores de los veteranos a los nuevos, que hay una serie de rituales de iniciación, rituales de aceptación, rituales de paso etc. que hacen que todo esté más estructurado de lo que pensamos. Y fundamentalmente que ese desorden festivo, que ese hacer el gamberro, que esas canciones que se meten con el poder, con el alcalde... no hacen sino reforzar lo que es el sistema, lo que es la sociedad vitoriana para el resto del año. Esto que he descubierto a raíz de este trabajo me parece muy importante; cómo el desorden festivo no hace sino ordenar luego la vida social de Vitoria. El gamberro durante los días de fiesta es el ciudadano ejemplar el resto de días del año.

Dice que la fiesta es necesaria para romper los ciclos de rutina, pero tal y como están las cosas, ¿tenemos el cuerpo para fiestas, o por el contrario, quizá sean más necesarias que nunca?

Todas las sociedades en crisis necesitan espacios de desfogue y la fiesta es uno de ellos. Cuanto peor está una situación más necesitamos momentos de escape. Podríamos analizar qué significa la Eurocopa de fútbol, por ejemplo, que en definitiva son válvulas de escape social. Pero además las fiestas de Vitoria tienen un elemento añadido y es que participar en las fiestas es muy barato. Cualquiera puede hacerlo, no hay más que salir a la calle e ir al lado de una cuadrilla de blusas y dejar que te inviten a una cervecita, a un kalimotxo, a bailar y a disfrutar. Pero incluso el participar en una cuadrilla es relativamente barato. Salir todas las fiestas no supone más de 200 euros y tienes la comida, la bebida, y si es que te gustan un par de días de toros incluidos. La sociedad vitoriana necesita escapes indudablemente porque hay muchas familias que lo están pasando muy mal, pero en ese caso el escape no es caro en absoluto. Un escape podría ser irse de viaje a Punta Cana, pero es caro. Otro escape podría ser participar del teatro o a conciertos, pero son caros. Aquí el ritual festivo es barato y significa salir a la calle y nace del ambiente que desprenden las charangas y las cuadrillas de blusas y neskas.

“Otro ritual muy típico era el día del guarro y actualmente sólo hay una cuadrilla que se ensucia de harina el último día de fiestas.”

Hace poco la antropóloga Margaret Bullen nos decía que las fiestas y las tradiciones están vivas y van evolucionando, y mencionábamos el caso de los alardes de Irun y Antzuola. ¿Ve usted la necesidad de cambiar o amoldar alguna de las tradiciones de la Blanca?

Indudablemente, y eso se refleja en el libro fundamentalmente por las aportaciones que vitorianos y vitorianas nos han hecho durante estos dos años. Podríamos mencionar varias: por ejemplo, las cuadrillas de blusas y neskas nacen al igual que en Iruña asociadas al ritual de ir a los toros y volver a los toros, el paseíllo o desfile que se llama. Y eso está asociado a una fiesta concreta que en 1920 consistía únicamente en los toros, pero en este momento hay mucha más oferta de rituales festivos. Aquella sociedad contemplaba el sacrificio de animales con total normalidad, incluso en maltrato a los animales en ciudades y pueblos. En este momento la sociedad no lo siente así y hay grupos que se manifiestan a la entrada de la plaza. Yo sí creo que el ritual taurino ha de cambiar, me cuesta creer que los toros tal y como están contemplados ahora tengan cabida en el contexto político de la Unión Europea.

Pero hay más cosas, por ejemplo, determinadas canciones que se cantan con las charangas, que casi siempre son el Hit Parade de San Fermín, y son canciones machistas, que pueden reivindicar en el cantó la utilización del cuerpo femenino por parte del hombre. Muchos informantes, muchas chicas, reivindican que ese toque machista debiera cambiar. Otras cuestión es el respeto a diferentes opciones sexuales, canciones como “maricón el que no baile” etc. tienen un toque homófobo que habrá que ir cambiando porque hay quien pide ese cambio. Un cambio que hoy por hoy no se produce, hay debates y surgen algunos roces en el seno de las cuadrillas o de las cuadrillas con el público que asiste, pero impepinablemente todo ritual festivo se tiene que reinventar, y éste también.

Otro ritual muy típico era el día del guarro y actualmente sólo hay una cuadrilla que se ensucia de harina el último día de fiestas porque el resto de las cuadrillas han cambiado eso y en este momento no es algo que esté bien visto y es reprobado por los dirigentes de la cuadrilla... Son cambios lentos, pero que se han de seguir produciendo porque si no llegaría un día en que habría una desafección entre el ritual festivo de la cuadrillas de blusas y una parte muy importante de la sociedad. Jesús Prieto Mendaza (Vitoria, 1957) Diplomado en Magisterio por la Escuela Universitaria de Álava (UPV). Licenciado en Antropología por la universidad de Deusto y doctor en Antropología Social y Cultural por esta misma universidad. Son reconocidos en este campo sus publicaciones El furtivismo en la montaña Alavesa. Algo más que pícaros o furtivos. 2005. Vitoria. Edit. Diputación Foral de Álava y Los turoperadores de la miseria. 2010. Málaga. Editorial Practicas en educación.Ha ejercido su labor educadora durante 25 años en el Colegio Samaniego de Vitoria, siendo fundador del Grupo Por la Paz Samaniego, grupo pionero en Vitoria en el ámbito de la Educación para la No Violencia y los Derechos Humanos. En la actualidad es asesor de interculturalidad en el Berritzegune A02 de Vitoria-Gasteiz.Colaborador de Gesto por la Paz, Bakeaz, Fundación Fernando Buesa Fundazioa y diversos organismos de corte pacifista y social. Ha sido autor de la Unidad Didáctica Historias que nos marcan. Las víctimas del terrorismo en la educación para la Paz. 2006. Bilbao. Bakeaz y su último libro toca también este tema Marcados por el estigma. Terrorismo y víctimas en Euskadi. 2011. Donostia. Hiria. Ha impartido cursos sobre antropología y movimientos migratorios en la U.P.V. y desde hace cinco años desarrolla su labor docente como profesor colaborador de Educación Intercultural en la Universidad de Deusto de Bilbao; colabora también con un módulo de victimación y víctimas en el Curso de CISE de la Universidad de Salamanca; sobre este mismo tema participa en un grupo de investigación sobre recuperación de memoria histórica y víctimas en el Instituto Valentín de Foronda (EHU-UPV) y con la Universidad de Málaga en el Congreso Internacional de Buenas Prácticas en Educación Intercultural.Conferenciante reconocido, tertuliano habitual tanto en ETB1 como en Radio Vitoria, se prodiga como articulista en el diario El Correo, así como en diversas revistas de etnografía y antropología.
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