Juan Jose Agirre. Creador del Archivo de Lazkao: El instinto me hizo ver que el esfuerzo de emprender el trabajo del archivo iba a merecer la pena

2010-10-29

VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA, Josemari

BELAXE. ITZULPEN ZERBITZUA

Los archivos son unos de los mejores amigos de la memoria. Mientras que la capacidad de recuerdo de la persona es sumamente frágil, los archivos permiten ir escribiendo la historia correctamente. Hay muchas clases de archivos y todos son necesarios para saber cómo fue nuestro pasado y qué es lo que ha proyectado hacia nosotros. Durante los últimos cuarenta años, el benedictino Juan Jose Agirre ha sido uno de los encargados da fijar la historia vasca contemporánea. En su rincón de trabajo de Lazkao se ha dedicado en cuerpo y alma a reforzar los pilares del acontecer reciente de la historia de Euskal Herria, recogiendo, sobre todo, testimonios escritos. Juan Jose Agirre y el archivo de Lazkao son dos nombres inseparables que han hecho un enorme servicio a la cultura vasca.

Han pasado cerca de cuarenta años desde que empezó a trabajar en la biblioteca de esta casa de Lazkao y, poco después, comenzó a preparar el archivo, hasta llegar a completar el archivo más prestigioso de la historia reciente de Euskal Herria. Sin duda, un proceso largo y productivo. Mucho han cambiado las cosas desde entonces...

¡Totalmente! Tuve que empezar de cero, porque teníamos una infraestructura muy modesta cuando inicié el trabajo. Empecé a adecuar un espacio para la biblioteca y al final acondicionamos tres pisos. También hubo discusiones entre nosotros, claro, porque algunos no veían para qué necesitábamos un edificio entero lleno de estanterías. Yo ya sabía lo que iba a suceder y tenía en mi cabeza una idea clara del proyecto... por eso pude crear esta biblioteca. Empecé con los libros y, poco a poco, aparecieron los archivos en mi mundo. El trabajo de archivo era desconocido y yo trabajaba por instinto, al principio con panfletos y pegatinas. Fuimos dando a conocer de boca en boca mi trabajo y, así, el flujo de documentación que llegaba era cada vez mayor. También comencé a recopilar publicaciones periódicas, revistas informativas legales y las que se publicaban por ahí en forma de documento, elaboradas con ciclostil. El 75% de ese material sólo se puede encontrar aquí en la actualidad. Pero desgraciadamente, otros muchos documentos no han llegado hasta nosotros y se han perdido para siempre. Aquí, en Lazkao, tenemos un importante fondo para llevar a cabo estudios sociológicos. Aquí se puede encontrar documentación sobre ETA, Jarrai, LKI, HASI... y movimientos semejantes.

Ahora estará Vd. más tranquilo, con la seguridad de que los frutos de tantos años de trabajo van a tener continuidad: nuevo edificio, nuevos planes... Pero todo esa labor Realizada en la más completa soledad le habrá resultado pesado, ¿no?

Sí. Nosotros, los benedictinos, por norma de la orden religiosa, somos autónomos en nuestra forma de vida. Tenemos que ganarnos la vida con nuestro trabajo. Por eso, en cada casa el trabajo comunitario se adecua a las capacidades de cada cual. Hace cuarenta años nadie quería trabajar con la biblioteca de aquí y yo fui quien dio el primer paso, en la convicción de que sería beneficioso para la vida comunitaria de los frailes. El edificio e instalaciones actuales son fruto de aquella decisión de entonces.

Se puede decir tranquilamente, por tanto, que este Archivo de Lazkao floreció gracias a usted. Pero también habrá vivido malos momentos en el camino...

Es una larga historia y la época ha sido la que ha sido. En tiempos de Franco, cuando se decretó el Estado de Excepción de 1968, el primero de los conventos que registraron la policía y la guardia civil fue el nuestro. Fue un registro impresionante. Aunque aún no había comenzado con el trabajo bibliotecario, teníamos algunos materiales.

Posteriormente he vivido momentos mucho más duros. En el intento de golpe de Tejero, en 1981, pasé miedo.

Sabemos que la policía ha andado detrás de usted, que ha sido detenido... ¿quiere decir eso que, de alguna forma, el Archivo de Lazkao tiene fama de ser “abertzale”...?

Así es, y no sólo aquí. En Madrid, en la Asociación Española de Bibliotecarios, por ejemplo, me consideran un “nacionalista”. Sin embargo yo no tengo límites, recopilo todo lo que puede servir para la historia de Euskal Herria... pero está claro quién es el que más publica. En la famosa visita de la policía, en febrero de 2005, vinieron por orden de juez Garzón. Registraron mi habitación, el archivo y la biblioteca. Y me dijeron que me tenían que llevar a Madrid. Poco después había quince tipos registrándolo todo. Luego supe que eran guardias civiles. Ese fue mi mayor disgusto en todos estos años Uno de aquellos policías hablaba en francés por teléfono, y como pude saber posteriormente, las respuestas que les daba las contrastaban con las de un compañero fraile de Belloc que tenían detenido. Pero he de decir que el material fue respetado. Al marcharse, un policía me felicitó en secreto...¡por el trabajo realizado!

Con el trascurso de los años, su trabajo ha sido reconocido. Las instituciones públicas han llegado a un acuerdo sobre el futuro del Archivo de Lazkao, se ha creado una Fundación... Por lo tanto, su preocupación también habrá cambiado

Las condiciones han cambiado para ir a mejor y han traído más tranquilidad. El Archivo de Lazkao continuará siendo un apreciado tesoro para Euskal Herria. El nuevo edificio contará con ventajas para los investigadores y los trabajadores también podrán trabajar cómodamente.

¿Cómo se concilia la vida tranquila, casi contemplativa, de un monje benedictino que obedece la norma “ora et labora” con la intensa dinámica que exige un archivo?

La vida contemplativa está regulada, como usted dice, por esa regla de “ora et labora” (reza y trabaja). Y hemos de respetar el espíritu de ese mandato. Pero dentro de una lógica libertad tenemos la posibilidad de flexibilizar algo dicha regla.

Estoy seguro de que ese “labora” le habrá traído grandes satisfacciones...

Muchos me han preguntado si merece la pena invertir tantas horas en esta tarea. Y mi respuesta siempre es la misma: Si ha merecido la pena es por lo que ha representado para los demás, es decir, para los investigadores. Cuando se utiliza el material de aquí para hacer tesinas o tesis doctorales es cuando siento una mayor satisfacción. La primera tesina fue una dirigida por Tuñón de Lara que realizó un investigador de Iparralde sobre el tema “Las huelgas en Gipuzkoa durante el franquismo”. A medida que he ido colaborando en esas tesis, yo también he ido aprendiendo. También tiene una consecuencia digna de agradecimiento toda esa serie de tesis y es que, cuando las presentan, me entregan una copia que automáticamente pasa a los estantes, para conocimiento de los interesados que vengan posteriormente.

Como he dicho al principio, el instinto me hizo ver que el esfuerzo de emprender el trabajo del archivo iba a merecer la pena. Si no hubiéramos guardado aquí una cantidad ingente de material, habría existido el peligro de que la historia se escribiera de otra manera Hace poco, el Viceconsejero de Cultura del Gobierno vasco, Antonio Rivera, que es catedrático de Historia Contemporánea, salió asombrado de la primera visita que hizo aquí. Eso me alegró.

Le creo, ya que debe ser gratificante oír alabanzas provenientes de una persona, como Antonio Rivera, que está lejos de ser nacionalista...

Así es. Rivera se llevó una idea muy concreta de lo que tenemos aquí y me indicó que, además del archivo, en la biblioteca también tenemos grandes cosas.

¿Se puede decir que entre las paredes del Archivo de Lazkao podemos encontrar los hitos más significativos de los últimos cuarenta años de Euskal Herria?

En primer lugar quiero remarcar que cuando yo empecé en esto no había nadie que se dedicara a recopilar material. Ahora ha cambiado el panorama, ya que los documentos aparecen en Internet nada más producirse. Antes, si te pillaban con un comunicado de ETA ya sabías cuál era la consecuencia. Así y todo, yo los recopilé y gracias a eso tenemos aquí un preciado tesoro. En la actualidad, mi labor ha cambiado.

Pero, respondiendo a su pregunta, cualquiera que haga una tesis sobre temas sociales ya sabe dónde puede encontrar lo que no tiene en otros archivos. Y la prueba de ello es que cada vez me llega más documentación con el ruego de que quede aquí.

¿Nunca ha salido en busca de un archivo en concreto?

Pues no... siempre han sido los dueños los que han venido a ofrecérmelo. El último lo trajimos de Vitoria. Yo no tenía ninguna relación con ellos, pero recibí una llamada y me preguntaron si estaríamos dispuestos a recibir la documentación del movimiento Elkarri. Ahora, ya sabe, se ha convertido en Lokarri, y como también tenían que cambiar su ubicación, nos ofrecieron esa documentación. Fuimos con una furgoneta a buscarla. Nos guste o no, Elkarri ha sido un movimiento surgido en nuestra sociedad, por eso era este el lugar adecuado para esa documentación.

Usted ha conseguido muchos archivos, pero también habrá alguno por el que suspira, ¿no?

Sí, hay varios. Y estoy trabajando en ello...

Recuerdo haber comentado con usted en alguna ocasión que el Archivo de Lazkao se podría enriquecer con los fondos de alguna institución. Por ejemplo, los de Eusko Ikaskuntza...

Vería con buenos ojos la firma de convenios con otras instituciones, ya que, en definitiva, sería conveniente para todos tener la documentación de la forma más centralizada posible, con mejores condiciones técnicas. Yo estoy dispuesto. Si algún día se ha de crear un Archivo Nacional, sería conveniente ir dando los pasos previos hacia la centralización de fondos. Por otro lado, la posibilidad de digitalización ha reducido en poco tiempo las distancias físicas y de otro tipo.

Ha mencionado el Archivo Nacional, y estoy seguro que el provincialismo de los últimos cuarenta años ha tenido mucho que ver en el limitado desarrollo de archivos como el de Lazkao...

Sí. Y ha creado dificultades. El Archivo de Lazkao ha estado en boca de mucha gente que, sin consultarlo para nada con nosotros, lo situaba dentro de no sé qué proyecto.

De todas formas, el peligro no les ha llegado solamente de la órbita política, sino que parece ser que la orden benedictina también ha tenido el deseo de sacarlo de Lazkao por no sé qué oscuras razones...

Eso es imposible en estos momentos.

La Iglesia, como institución, ¿tiene algo que decir sobre el trabajo realizado por ustedes como comunidad benedictina?

No. Nosotros somos autónomos en nuestro trabajo. Por otro lado, trabajamos para la sociedad civil y eso lo tiene claro la Iglesia. El Archivo de Lazkao se creó para colaborar en la elaboración de la historia del país

Ha estado trabajando durante cuarenta años con las condiciones existentes en cada momento y ahora se encuentra en un nuevo punto e partida. ¿Qué ocurrirá en adelante?

De ahora en adelante... nosotros como comunidad benedictina nos vamos de Lazkao. Es el problema o la realidad de todas las órdenes. Yo soy el responsable y el creador del Archivo, y como tal, si lo dejara ahora.... la orden no podría poner ningún sustituto. En consecuencia, nuestro tesoro correría el riesgo de caer en manos de cualquiera, si los benedictinos de aquí no hubiéramos tomado una decisión democráticamente: El Archivo de Lazkao no saldrá de Gipuzkoa y si es posible, se quedará en Lazkao. Empezamos a hablar con la Diputación de Gipuzkoa y con el Ayuntamiento de Lazkao. Lo mismo que en Tolosa y en Oñati hay archivos provinciales, Lazkao también podría tener el suyo, creado y desarrollado aquí mismo hasta ahora. Por eso hemos promovido la Fundación y, en noviembre de 2010, firmaremos el acuerdo. Y yo, personalmente, transmitiré a alguien mi actual responsabilidad. Eso también lo tengo asumido. Juan Jose Agirre Begiristain (Alegia, 1930) Juan Jose Agirre nació en Alegia, en 1930. De joven asumió la responsabilidad de una pequeña biblioteca que había en el convento de los benedictinos. En 1970 le dieron la oportunidad de ir a Barcelona a estudiar Biblioteconomía y empezó a trabajar en la biblioteca de los benedictinos de Montserrat. Fue allí donde le surgió la verdadera pasión por los libros y, en 1973, emprendió la labor de crear una nueva biblioteca en el convento de Lazkao. Además, comenzó a recopilar informaciones clandestinas, libros, revistas, carteles, periódicos. Ha sido el creador del Archivo de Lazkano y su verdadero impulsor. En 2009 le otorgaron el IX Premio Manuel de Irujo en reconocimiento del trabajo realizado durante más 40 años.
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