Ainhoa Alberdi. Actriz y organizadora del Festival de Teatro Callejero de Zarautz: La calle tiene otra magia, el público se siente atrapado en la obra

2007-07-06

AGIRREZABAL, Lore

BELAXE. ITZULPEN ZERBITZUA

Durante la primera semana de julio la costa vasca se imbuye de la magia del teatro. Este fin de semana se celebran, concretamente, los festivales de teatro callejero de Bilbao, Lekeitio y Zarautz. Del 5 al 7 de julio Zarautz se sumergirá en el mundo del teatro callejero y Ainhoa Alberdi es una de las culpables; es actriz y una de los organizadores de Kalerki. Nos habla del encanto del teatro callejero.

¿Cómo surge Kalerki?

Yo no estuve al principio, pero la cuestión es que varios miembros del colectivo Alproja Taldea zarauztarra acudieron al festival de teatro callejero de Lekeitio. Vieron que en Zarautz se podría organizar algo parecido y así empezó todo, hace 14 años. El grupo de teatro Alproja es el encargado de la representación en la Euskal Jaia zarauztarra. Durante todo el año prepara el guión y se reúne anualmente para prepararlo. Pero durante un tiempo organizaron también las jornadas de teatro Tartian-tartian y como la idea del teatro callejero les gustaba también, varios miembros de Alproja comenzaron a organizar Kalerki.

¿Cómo entró en esto?

Al ser yo también de Alproja, Kalerki y sus organizadores han estado siempre muy próximos. Dos de los organizadores dejaron el festival para dedicar más tiempo a Alproja y me animaron. En mi primer año acababa de dar a luz y no me comprometí totalmente pero enseguida entré en la dinámica de este trabajo.

¿Entró en el mundo del teatro de la mano de Alproja?

No. Yo llevaba muchos años en el mundo del teatro. Lo he vivido desde pequeña. De pequeñas hacíamos guiñoles para niños y niñas más pequeños. Luego, con trece años participé en varias obras organizadas por antiguos miembros del grupo Irrintzi de Zarautz. Posteriormente estuve varios años en Algara, con Mikel Barrentzo. Pero a mí siempre me ha gustado más el teatro basado principalmente en la expresión corporal, con menos guión. Lo he descubierto más tarde pero siempre he tenido tendencia a realizar este tipo de teatro. Fíjate que como no aprobé la selectividad a la primera estuve un año estudiando por mi cuenta y me tentó mucho la idea de inscribirme en la escuela llamada Zorroaga Antzerti. Pero ni siquiera me atreví a plantearlo en casa. A decir verdad, entonces era bastante cobarde. Luego empecé la carrera de psicología y abandoné el teatro. Sin embargo, siempre he tenido ahí el gusanillo. Incluso en la universidad, un profesor me recomendó libros que vinculaban psicología y teatro y tuve claro que quería tirar por ahí.

Y en esas está ahora.

Sí. En mis clases de teatro trabajamos la expresión corporal. No utilizo textos para hacer teatro.

¿Teatro terapia?

No. Hay teatro terapéutico pero yo no planteo los talleres como terapia. Lo llamo taller de expresión porque su objetivo es hacer teatro. Aunque en ocasiones se parezca mucho a la terapia, es diferente. Si lo planteas como terapia, la terapia es el objetivo. Pero mi taller de expresión corporal tiene como objetivo el teatro, es decir, realizar una representación ante el público. En terapia no se hace eso. Veo cada vez más clara la división. El teatro es terapia en cierta manera, porque al hacer teatro la persona mira hacia su interior y lo saca al exterior o aprende a darle la vuelta. Pero el teatro es siempre para el público y los actores y actrices deben tenerlo claro.

¿Cómo o cuándo unió psicología y teatro?

Estudié cinco años de psicología. Empecé en Zorroaga y el cuarto año lo hice en Barcelona. Ese año asistí a un taller de teatro. Al volver de Barcelona acabé los estudios e hice psicoterapia, psicoterapia bioenergética. La bioenergética es una disciplina ligada al cuerpo, la energía, la respiración y el bloqueo emocional del cuerpo. Así, entré en contacto con el cuerpo, las emociones y el movimiento. Me daba cuenta de que se parecía al teatro pero entonces no estaba en ese mundo y hasta no nacer mi primer hijo no hice nada de eso. Tras su nacimiento hice unos talleres llamados Espresiogunea, de la UPV-EHU y me encantó. Luego el actor zarauztarra Patxi Santamaría me ofreció la posibilidad de impartir teatro en escuelas. Al mismo tiempo, y de la mano de Patxi también, tuve la oportunidad de participar en una obra de Olerti Etxea, en Zarautz. Comencé con Ezkutalekua de Paul Auster y otras obras menores. En Olerti Etxea supe que podía dedicarme al teatro profesionalmente.

En aquella época hizo también el monólogo Bakartxo de Idoia Etxeberria.

Sí. Fue un gran desafío. Fue otra fase de mi trayectoria. Siempre me han gustado los monólogos. Yo tengo cierta tendencia a hablar conmigo misma y a estar sola. ¡Y cómo son las cosas! Un hermano de mi abuelo también hacía monólogos y siempre he oído historias sobre él. Yo tenía esa ilusión pero el texto siempre me ha dado miedo y no creía ser capaz de hacerlo. Eso fue cuando nació mi segundo hijo. Estando embarazada hice un curso en la TAE (escuela de Teatro de Donostia-San Sebastián) y creo que el monólogo me enganchó enormemente.

Luego comenzó a impartir talleres de teatro por su cuenta.

Comencé a impartir teatro a jóvenes hace tres años y se formó un grupo muy bueno, muy implicado. El segundo año impartí también otros talleres para adultos y este año el grupo de adultos ha sido maravilloso. Hay muchos chicos tanto en el grupo joven como en el de adultos. Además, el año pasado participaron en Kalerki con la obra Txi-kago Kluba. Fue un placer poder representar en la calle todo lo aprendido.

Con Kalerki ha pasado de actriz a organizadora.

Sí. En realidad, todo aquello ligado al teatro me llena interiormente y para mí esos tres días de Kalerki en julio son maravillosos. Percibir en la calle toda esa energía que da el teatro... Ver a la gente inmersa en esa magia y energía...

Pero también participa en el festival ya que la obra de Alproja Taldea suele ser el primer espectáculo.

Sí, así ha sido los últimos tres años.

Serán roles y perspectivas muy diferentes.

Muy diferentes, sí. Pero cuando trabajo como organizadora también vivo todo muy intensamente. Sin quererlo, me siento muy identificada. Aún estando fuera sigo estando dentro.

¿Cómo es Kalerki por dentro?

Es un deleite. Para mí ha sido un gran descubrimiento. El año pasado al finalizar el espectáculo comentábamos que deberíamos hacer algo así una vez al mes; salir a la calle e improvisar, estar en nuestra salsa... La cercanía del público es tremenda y puedes tocar la energía. En el escenario también sucede lo mismo, pero en la calle es diferente; la gente está encima, te dicen cosas, les escuchas, debes jugar con eso porque el público se convierte también en actor. Ésa es la magia de la calle, eso es lo que se vive en la calle a lo largo de Kalerki. Es como si la gente estuviera contaminada de teatro y es un placer ver eso en los ojos del público. Cuando estás actuando tienes un objetivo, sabes qué estás haciendo y dónde debes terminar pero la interacción es directa. Todo eso es un flujo de energía. Por eso suelo decir yo que el teatro es vida. ¿Por qué? Porque mueve energía y la vida es flujo constante de energía.

¿La gente acude más fácil a la calle que al teatro?

En Zarautz sí, por supuesto, porque no hay teatro. Por lo que dicen no acude mucha gente a los teatros pero cuando yo he estado había bastante gente. En la calle, sin embargo, se atrapa incluso a quienes no van al teatro. Y tiene otra magia. Es difícil lograr esa cercanía y que el público se sienta parte de la obra en un teatro. Las emociones bullen. La calle es mucho más fuerte emocionalmente.

¿Qué busca Kalerki?

Calidad y profesionalidad. Diría que los organizadores somos personas exigentes, rigurosas. Nosotros buscamos teatro, o al menos lo intentamos. En los últimos años, por ejemplo, el circo está muy de moda y hay muchos grupos. Son muy buenos artistas pero en muchos casos no hay teatro. Podríamos traer algo así pero queremos fusión, queremos que haya teatro.

¿Cuáles son las características del teatro callejero?

En mi opinión se trata de teatro llevado a la calle. Y, por supuesto, contacto más directo con el público. Pero una de las características de la calle debe ser el contacto con el público. Ésa es su característica principal. Introduce a la gente en la obra. La cercanía es enorme, hasta llegar a tocar al público. Y al público le sucede lo mismo. El teatro callejero tiene otra magia, el público se siente atrapado en la obra. De repente, se siente atrapado dentro de una burbuja, en otra dimensión, como si estuvieras en otro planeta. Hay grupos que son maestros en lograrlo; Markeliñe, por ejemplo. Siempre me atrapan. Utilizan muy bien la música, los elementos, el fuego y todo lo demás.

14ª edición de Kalerki. ¿Va para largo? Espero que sí. Creo que sí. El Ayuntamiento ofrece la subvención para organizar todo esto y mientras la mantenga continuaremos organizando el festival. Ainhoa Alberdi (Zarautz, 1969) Ainhoa Alberdi estudia psicología y psicoterapia. Pero actualmente es actriz de oficio, y afición. Nace el 14 de enero de 1969 en Zarautz y sube por primera vez al escenario siendo aún una niña. Desde entonces, sigue con el gusanillo del teatro. De joven pertenece al grupo Algara pero sus inquietudes escénicas le piden cultivar otros aspectos teatrales y opta por la expresión corporal. En los talleres de expresión corporal que imparte en Zarautz ha logrado fusionar psicología y teatro. Actualmente ejerce como profesora en esos talleres y en cursos impartidos en escuelas de la localidad, contagiando su afición al teatro a niños, jóvenes y adultos. Pero, además, trabaja como actriz. Actualmente, por ejemplo, trabaja en la producción infantil Xurdin creada por Sointek Produkzioak. También es cuenta-cuentos y nos ha confesado que está preparando una nueva función. Por si todo esto fuera poco, en estos días (5-7 de julio) es una de las organizadoras del festival del teatro callejero Kalerki de Zarautz, y actúa también en dicho festival dentro de la obra montada por el grupo local Alproja Taldea. Y como integrante de ese mismo grupo participa en la representación teatral de la Euskal Jaia zarauztarra. Pasa los meses de verano preparando esa representación y con sus hijos, tras pasar el invierno ocupada en otras funciones.
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