¿Quién es Ane Matxain?
¡Uf! Una chica de San Sebastián, una chica normal que toca el violín. En mi casa nadie más toca ningún instrumento, pero mis padres son grandes amantes de la música. Soy hija única.
Entonces, ¿cómo entraste en contacto con la música?
En mi casa se escucha mucha música y, como tantos otros niños, cuando era pequeña mis padres me apuntaron a la academia de música de Gros (barrio de San Sebastián) para que aprendiera algo, sin ninguna otra pretensión. Sin embargo, es una academia muy especial que utiliza el sistema Suzuki. Está muy bien para que los niños pequeños empiecen porque mezcla música y juego, aprendes de una manera muy natural y tengo muy buenos recuerdos de aquella época.
Al decir “niños pequeños”, ¿de qué edad estamos hablando?
Pues de cuatro años en adelante. Cuando yo empecé éramos muchos en clase y muchos han seguido tocando el violín de manera profesional.
Si te preguntáramos cuál fue tu primer “maestro”, ¿a quién nombrarías?
A todos. Quizá de aquella época mencionaría a Ana Sebastián.
Pero no pasarías todo el día aprendiendo a tocar el violín, ¿no?
No. Como cualquier otro niño, yo iba al colegio. Además iba aquí al lado, a Axular. A decir verdad, de pequeña me pasaba la vida aquí, en Etxadi (barrio de San Sebastián): en el parque de Ayete, con la gente del barrio, el colegio estaba a cinco minutos, la piscina también... A veces bajaba “a San Sebastián” con los compañeros de clase.
¿Cómo y cuándo supiste que ésta era tu vocación?
Todo fue muy poco a poco. Quizá la edad clave fueran los nueve o diez años. Entonces decidí irme a Iparralde porque me salió la oportunidad de asistir al conservatorio de Bayona. Entonces empecé a no ir a clase una vez por semana. En el sistema educativo de allí los alumnos tienen fiesta un día a la semana, los miércoles, para hacer “actividades extraescolares”: música, deporte, idiomas, etc.
¿Y de ahí pasaste a Burdeos?
Sí, con trece años empecé a dedicarle más tiempo a la música, de manera progresiva y natural. En dos años, llegué a un punto en el que pasaba media semana en Burdeos y la otra media aquí. El bachillerato lo hacía a distancia porque no podía asistir a clase normalmente.
Eras valiente ya desde muy joven...
Sí (ríe). Me gusta ir en tren sola y ese tipo de cosas.
Y tu siguiente parada fue París. ¿Qué ocurrió cuando tenías dieciséis años?
Pues que hice las pruebas para entrar en el Conservatorio Nacional y las pasé. Entonces ya tenía claro que quería ser músico. En Burdeos ya estaba inmersa en un mundo musical, mis amigos tenían que ver con la música y eso también ayuda mucho a que la decisión sea firme, si no, a veces no te atreves.
En Europa, en general, se ven los estudios de música de otra manera, ¿no?
Sí. Para empezar, tienen el mismo valor que una carrera universitaria. Y por si eso fuera poco, se nota que la sociedad tiene en consideración la música.
¿Qué hiciste al terminar los estudios?
Toqué en un cuarteto haciendo “bolos” y tomé unas clases especiales (master class). El cuarteto se llamaba Gaia. Trabajábamos mucho, pero era muy duro y al final lo dejamos. Luego vinieron las orquestas, las colaboraciones, los viajes de un lugar a otro, lo que se llama "bolear" (ríe).
¿Cómo es el día a día de un músico? ¿Tienes que practicar muchas horas?
Depende de lo que estés haciendo. Si estás en una orquesta, tienes que trabajar para ti. Llegas a un nivel en el que lo principal es el trabajo intelectual, por lo demás solamente hay que mantener la técnica. Es decir, no tienes que tocar todos los días... si no te apetece trabajar.
¿Ser músico y funcionario es como el agua y el aceite?
Bueno, no creas. Eso ha cambiado. Yo, por ejemplo, no soy funcionaria, sino “laboral fija”. A decir verdad tenemos muy buenas condiciones y además tiempo para hacer otras cosas. No sé si es imposible unir los términos “músico” y “funcionario”, pero lo que no se puede es tener una mentalidad de “me-da-igual-y-puedo-hacer-lo-que-quiera”.
¿Los músico y los artistas tienen un parentesco cercano?
Tienen mucho más que eso. Los músicos son artistas. La música te exige un trabajo de interpretación y de creación.
Una mujer concertino. ¿Qué significa eso?
No soy la primera (ni la última). Quizá lo que más sorpresa haya causado en el mundo de la música no es que sea hombre o mujer, sino que haya conseguido este puesto siendo tan joven.
¿Cuál es el papel de un concertino? ¿Cómo se le reconoce en la orquesta?
En primer lugar, hay que saber que es el director quien dirige y que él es el jefe de la orquesta. Para simplificar las cosas, diría que un concertino es una especie de “ayudante” del director, porque no solamente se encarga del violín sino del resto de instrumentos de cuerda. Es un puesto de responsabilidad y de confianza. Al concertino se le reconoce muy fácilmente: es el último violín en salir, se sienta en primera fila y le da la mano al director (ríe).
Y con toda esa responsabilidad, ¿cómo te animaste a presentarte?
Yo entré en la orquesta en septiembre como tutti. En marzo salieron las pruebas de concertino, me presenté y conseguí la plaza. Hay que decir que en la orquesta hay tres concertinos y que yo de momento me siento al lado de otro. Poco a poco llegaré a ser primer concertino.
¿Te atrae tocar en la OSE (Orquesta Sinfónica de Euskadi) ?
Ya he tocado con ella y el próximo marzo tocaré como invitada. Si te digo la verdad, he pasado diez años en París y ahora no sé a dónde me llevará el viento. De momento me he ido a Madrid, quizá... (pensativa) porque es una gran ciudad, pero no sé... luego ya veremos.
¿Qué te parece Musikene?
No puedo decir gran cosa porque no lo conozco bien. Hace poco vi en un bar a jóvenes con sus instrumentos musicales, algunos eran extranjeros y me hizo mucha ilusión ver que existe un buen ambiente musical que se va enriqueciendo poco a poco, eso está muy bien. Creo que todo el dinero que se invierta en este tipo de cosas está bien invertido. De todas maneras, habría que hacer un mayor esfuerzo en los niveles iniciales. Está bien que una casa tenga un buen tejado, pero lo más importante son los cimientos.
¿Qué es la música para ti?
Umm... (ríe) ¡Vaya pregunta!... es difícil decirlo. No hay palabras para definirla, para mí... es algo que creo con sonidos, una estructura que me hace sentir cosas extraordinarias: frases, armonía.
¿Para qué vale la música?
Para todo. Yo pienso que la música no es algo que solamente permite lograr belleza, sino que hace aflorar todo un rosario de sentimientos: fuerza, alegría, tristeza... Tocar o escuchar música hace que se activen todos mis sentimientos, que se muevan, permitiéndome sumergirme en un mar de sensaciones interiores.
Esta es una pregunta obligada para una violinista: ¿alguna vez has tocado un “Stradivarius”?
No. En Burdeos había un profesor que tenía uno, pero nunca lo tocaba. Es cierto que tienen un sonido (timbre) muy especial, pero yo estoy muy contenta con mi violín. Los músicos tenemos una relación muy especial con nuestros instrumentos.
Para terminar una pregunta corta y general. ¿Qué es lo que más te gusta de una persona?
Que sea transparente y buena. No en el sentido cristiano de “buena”, sino que acepte sus fallos y les plante cara para superarlos. Que quiera a los demás y lo demuestre día a día.
Algo que no soportes...
La hipocresía. Actualmente, con todo lo que pasa a nuestro alrededor, la hipocresía está a la orden del día.
¿Cuál es tu sueño?
Ser lo más feliz posible con lo que hago.
¿Cuál es el reto de nuestra sociedad?
Hay muchas cosas concretas que hacer, pero en general habría que hacer las cosas con menos hipocresía tanto en el terreno educativo como en el social.
¿Y el tuyo? ¿Mi reto? Mantener las ganas de hacer las cosas bien y mejorar mi entorno. Ése es mi reto. Ane Matxain (1979)
Ane Matxain nace hace 27 años en San Sebastián. Allí comienza sus estudios de violín con el método Suzuki y desde que a los 9 años le surge la oportunidad de entrar en el conservatorio de Bayona no ha parado. Más tarde marcha a Burdeos y luego a París. En el 2000 obtiene el Diploma de Formación Superior de Música de Cámara con la más alta calificación y es becada por el Conservatorio para su residencia en la “Cité des Arts” de París, donde tiene la oportunidad de dar varios conciertos. Continúa su formación en el Conservatorio de Rótterdam y al finalizar sus estudios forma el cuarteto Gaia con el que actúa durante una temporada. Actualmente vive en Madrid donde desde marzo es concertino de la Orquesta Nacional de España.