Arantxa Iurre. Dramaturga: No ver tu realidad hace que no la cambies

2011-07-22

SILLERO ALFARO, Maider

A Arantxa Iurre el teatro le da libertad, le hace feliz, pero sin embargo es muy crítica con él porque lo ama... y eso se nota en sus palabras. Está vinculada al teatro en todos sus ámbitos; ha dirigido la Escuela de Teatro de Getxo hasta hace unos meses, es autora de varias obras, directora y también actriz. Mujer comprometida, se ha propuesto ahora dar voz a todas esas mujeres del mundo del teatro que han estado “invisibilizadas” durante tanto tiempo. El resultado de la investigación está en su libro “La mujer en las artes escénicas en Euskadi, siglo XX. Teatro”.

¿Cómo surge la idea de escribir un libro sobre las mujeres en el teatro? Al leerlo da la sensación de que es casi una necesidad personal.

A veces pienso que este libro tenía que salir, lo escribiera yo u otra persona, pero creo que había una necesidad de hacerlo. Me puse a investigar y haciendo un trabajo sobre la mujer en el teatro me encontré una foto en la que había un actor y una actriz. En el pie de foto ponía el nombre de él, Eguilor, pero no se decía quién era ella. ¡Y allí estaban los dos! Entonces me di cuenta de que estábamos invisibilizadas. Ese actor y esa actriz convivían juntos, estaban creando el teatro vasco de principios del siglo XX, pero a ella ni se le nombraba. Me pareció que tenía que nombrar a todas porque el teatro vasco se ha hecho con actores y actrices y que eso era lo justo.

¿Consiguió averiguar quién era aquella actriz de la foto?

Creo que era Rosario Artola, pero no lo sé seguro...

Libro “La mujer en las artes escénicas en Euskadi: Siglo XX. Teatro” de Arantxa Iurre. “A veces pienso que este libro tenía que salir, lo escribiera yo u otra persona, pero creo que había una necesidad de hacerlo”.

¿Cómo ha sido el proceso de investigación, de búsqueda de información para escribir el libro?

Ha sido bastante duro porque no existe un centro de documentación teatral en Euskadi y hemos tenido que ir buscando los datos de un sitio para otro: un dato, un apellido, un nombre, una fecha... hemos pasado muchas horas para encontrar cosas muy pequeñas que nos iban dando pistas. Era como una investigación a lo Sherlock Holmes. Nos poníamos súper contentos cada vez que encontrábamos un dato o cuando de repente el puzle se completaba.

Ha sido muy difícil, pero también ha sido para mí un viaje interior muy importante. He sufrido mucho escribiendo y ha sido como un rencuentro como mi país. Yo nací en el 64, he vivido el teatro desde la democracia y todo lo anterior nadie me lo había explicado. ¡Yo soy profesora de Historia del Teatro y no conocía la historia del teatro vasco desde el comienzo! cómo había nacido en nuestro país y la importancia que había tenido. Reencontrarme con todo eso, con mi país, ver cómo la política influye en todos los periodos ha sido para mi muy importante.

El título del libro hace referencia a la mujer en el teatro de Euskadi del siglo XX, pero el contenido va mucho más allá: se hace un repaso a la situación política y social y se analiza la historia del teatro en general, incluyendo a hombres y a mujeres.

Es así por mi concepción, porque yo no creo que se pueda entender el teatro sin entender la historia social o política que vivía ese dramaturgo o dramaturga, imposible. Yo también escribo y estoy influenciada por la situación que vivo. Me parecía imposible empezar a contar lo que sentían las actrices o las dramaturgas sin intentar explicar en qué tipo de sociedad vivían ellas y cómo se posicionaban ante los hechos políticos. Claro, yo no soy profesora de Historia y he tenido que buscar mucho. Cada libro de historia es distinto y he intentado buscar todas las tendencias, he intentado buscar una historia objetiva. Bueno, no sé hasta qué punto se puede decir eso... No quería irme mucho par los lados, pero al final cada unos es como es.

Ha dividido el libro en 3 etapas: 1900-1939; 1939-1975; 1975-2000. ¿A qué se debe esa clasificación?

Somos un país que ha estado imbuido por la política todo el rato, un país en guerra constante, ya sea de una forma más clara o menos. Hay mujeres que nacieron en 1910 o 1920 que no conocieron periodo de paz en Euskadi. Me di cuenta de que estábamos muy divididos en periodos políticos, también en el Estado: la guerra civil, la dictadura y luego la democracia. Me parecía que esos periodos me dictaban muy claramente para luego poder hablar de una manera creativa. Si no viviéramos en un país tan político me hubiera ido por otro lado.

La política también influye en los temas que se tratan en las obras y en el número de mujeres que se dedican al teatro.

Sí, influye mucho. Aunque pueda parecer que en la primera etapa la mujer estaba peor, creo que la mujer donde peor ha estado a nivel teatral, y también a otros niveles, ha sido en el periodo de la dictadura. Aquello fue una marcha atrás total, ni en el teatro nos dejaron desarrollarnos, a nosotras menos que a ellos. Lo que ocurre es que en la primera etapa las mujeres estaban my amparados por el PNV porque se hacía teatro para difundir la ideología nacionalista y la idea de país. Al estar amparadas por un partido político estaban mejor vistas, pero en la época de la dictadura ser actriz o dramaturga era lo peor que se podía ser.

“Descubrir que hombres y mujeres no estábamos tan igualados como yo pensaba me dolió mucho”.

Foto: Javier Liñera.

¿En la época de la democracia se notaría una clara mejora?

Nos hemos ido desarrollando aunque nos ha costado... y nos ha costado más a nosotras porque hemos pensado que al ser el teatro un ámbito liberal iba a haber igualdad, pero no es cierto. Hay las mismas desigualdades entre hombres y mujeres, las mismas maneras de hacer que en otros aspectos de la vida. A mí me costó mucho darme cuenta.

Ha escrito este libro sobre la historia de las mujeres en el teatro, y además es actriz, directora, escritora, así que lo conoce muy de cerca. ¿Son tantas las desigualdades?

El primer estudio que hicimos Aintza Uriarte y yo fue “Paridad / disparidad en los centros de poder y decisión de las artes escénicas del País Vasco” y descubrir que hombres y mujeres no estábamos tan igualados como yo pensaba me dolió mucho. Ahora estamos igual que en otros sectores, vamos avanzando.

Lo que pasa es que nosotras nos sentimos creadoras, nos gusta nuestro trabajo y no nos interesa ver la desigualdad porque no queremos hacer diferencias entre hombres y mujeres. Pero creo que es una equivocación en estos momentos porque no ver tu realidad hace que no la cambies.

Puede parecer que en el día a día haya una desigualdad, pero sí la hay. Si vas a una reunión de teatro en los órganos de poder están ellos más que ellas, y muchas más cosas que influyen, pero como queremos crear y tenemos muchas ganas porque durante muchos años no lo hemos podido hacer, no queremos detenernos en que, al mismo tiempo que creamos, tenemos que decir que existe una desigualdad y que tenemos que ser iguales en nuestro ámbito de trabajo. Por eso creo que nosotras tenemos un poco de culpa en que esto avance despacio, y es que no queremos entretenernos en decirlo.

¿Se puede hablar de una temática femenina y una temática masculina a la hora de escribir teatro?

Yo creo que no, aunque es un poco subjetivo... Hubo una época en la que sí necesitábamos hablar de nosotras, pero se ha pasado ya. Creo que ahora las dramaturgas hablamos de temas universales, desde la guerra hasta la ecología, igual que ellos. Sí que hubo un momento en el que necesitábamos hablar de nosotras, pero creo que era necesario porque nunca antes se había hablado y necesitábamos decir quiénes éramos.

“Me ha encantado Katalina Eleizegi, la primera dramaturga vasca en euskera. Me parece que fue una valiente”.

Tiene experiencia en el tema, lleva vinculada al mundo del teatro desde los años 80, trayectoria larga...

Larga y muy en el desierto, pero hay que resistir. Yo siempre he pensado que esto es una carrera de fondo, pero a mi me hace feliz. Es cierto que hay mucha precariedad en cómo vivo, pero también me da libertad. Creo mucho en que la sociedad se puede transformar a través del teatro. Esa frase de “voy al cine o al teatro para no pensar en mis cosas” es una tontería. Yo también pongo la tele a veces para evadirme, pero todo tiene su tiempo... Nosotros siempre hacemos un teatro comprometido, ya sea de amor o de guerra, pero si tú le muestras a una persona un compromiso para que piense, sin moralidad, funciona. Y a todos nos gusta pensar qué tipo de sociedad queremos, porque quizá no estemos pensando nada y parecemos unos borregos... Nosotros lo ponemos en escena y la dificultad está en hacerlo de una manera poética y creativa, sin que parezca un artículo de periódico.

Por ejemplo en “Paren el mundo” buscamos la metáfora; somos un grupo de ancianos milenarios con nariz de clown y a raíz de ahí contamos cosas transcendentes. Si me pongo transcendente con lo transcendente que es el tema el público se va. Con “Paren el mundo” la gente sale muy contenta porque dice “yo tengo que pensar y tengo que decidir por mí mismo”. No creo que a la gente le guste solo el ocio por el ocio.

Y muchas veces necesitamos ese empuje desde fuera que nos lleve a la reflexión...

Yo también lo creo, y además creo que es nuestra misión. Así como el médico nos cura hay una el teatro también cura el alma. Nuestro objetico es poner en el escenario elementos para cuestionar la sociedad. Por ejemplo, eso del amor romántico, la princesa... es una mentira como un piano que nos hace daño a todos. Eso también es cuestionable. Nosotros tenemos que aportar eso a la sociedad como trabajadores, que la gente cuando vaya al teatro se cuestione cosas y hagamos una sociedad mejor entre todos.

Durante el tiempo que ha estado investigando para desarrollar el libro habrá tenido oportunidad para conocer la biografía de cantidad de mujeres relacionadas con el mundo del teatro. ¿Hay alguna que haya llamado su atención especialmente?

Me ha encantado Katalina Eleizegi, la primera dramaturga vasca en euskera. Me parece que fue una valiente. Es verdad que estaba amparada por el PNV, pero me da igual, fue la más estudiosa, la que se inventó una manera de escribir y de hacer las cosas de distinta manera. Toribio Alzaga también dijo de ella que era la mejor en ese momento, la que no se dejaba llevar tanto por los tipismos… Yo estoy muy orgullosa porque podía haber hecho un teatro más facilón, como otros muchos dramaturgos, lleno de tipismos y costumbrismos que hacían reír al público muy rápido. En cambio, ella fue más allá de la casera y el cura, se fue a Roma para defender valores conservadores en los que ella creía y que me parecen respetables. Yo creo que esa mujer aportó mucho al teatro vasco y su manera de tratar a la mujer me parece maravillosa. En esa época en los finales de las obras las mujeres siempre éramos víctimas y los dramaturgos nos ponían con temblores y arrepentimientos... En la obra de Katalina, aunque la chica también moría, lo hacía como una heroína, cantando y aceptando. Desde su propio género ella también defendía nuestra dignidad y nuestra manera de hacer las cosas. Yo a esa mujer le tengo mucho respeto.

Katalina Eleizegi también se ganó el título de ser la primera mujer en escribir una obra de teatro en euskera.

No sólo de escribir, si no de tener éxito y críticas muy buenas. María Dolores Aguirre, que fue la primera directora vasca, fue tratada muy injustamente. En el periodo de la dictadura que era súper difícil montar una obra de teatro con la censura que había ella volvió a montar la compañía que había montado Toribio Alzaga en el primer periodo e hizo teatro en euskera. Vale, fue muy criticada porque era conservadora, pero ¿quién se atrevía a hacer teatro en euskera y a montar una compañía y pasarla por los pueblos en la época de la dictadura? Eso lo hizo María Dolores Aguirre, cosa que no se le ha reconocido nada. En la revista Argia cuando hablaban de la muerte de Toribio Alzaga lo alababan mucho y de María Dolores dicen que era una maestra, sin embargo fue una directora vasca súper importante que tradujo obras y tuvo muchísimo éxito. Tanto Katalina como Mª Dolores fueron muy importantes y muy valientes.

Si la gente del teatro lee el libro verá que sí hay mujeres que son un referente. Que hay mujeres que han luchado y que lo han conseguido. Yo no conocía ninguna dramaturga o directora que me sirviera de referente y ahora sé que hubo una mujer que en tiempos malos consiguió ser coherente con lo que ella quería escribir.

En la 2ª época hay más autoras como Lourdes Iriondo o Miren Diez, pero poca proliferación de obras en general.

Es que la dictadura lo borró todo. En poesía quizá se pudo hacer algo más... Lourdes Iriondo fue cantante junto a Xabier Lete y estuvo en Ez Dok Amairu. Otras que nacieron aquí se fueron a Madrid y desarrollaron allí su carrera. Pero es que la época de la dictadura fue la peor para el teatro, lo machacó en Euskadi y en todos los sitios.

En esta parte del libro habla también sobre el teatro independiente de los años 60-70.

Sí. Ese es el que yo más había vivido. Se impuso en todo el Estado y era un teatro contra Franco, contra un enemigo que estaba muy claro. Lo hacían grupos independientes que fueron muy valientes y a mí me parece que fue una época muy bonita. En Euskadi fue importante porque se trajo mucha gente de fuera, todos los creadores se abrían a Europa para ver las últimas tendencias artísticas. Me da pena porque el teatro independiente no dio lugar a que se estableciera un teatro consolidado. Creamos un público político que iba contra la dictadura, pero luego ese público no nos siguió en democracia y todo se diluyó. Fue un periodo interesante que cumplió su función, pero no creó público. Ese público se fue y todavía no ha venido.

Lourdes Iriondo fue cantante junto a Xabier Lete y estuvo en Ez Dok Amairu.

Dice en el libro que en 1900 eran pocas las actrices, pero que 75 años más tarde tampoco eran muchas más.

Cuando más actrices ha habido ha sido a partir de la democracia. A las últimas generaciones no les pasa tanto, pero ha sido muy duro. Ser actriz era ser puta. Esa frase de que el teatro era de “putas y maricones” tenía transcendencia en tu familia y en lo que tú ibas a hacer. La mujer tenía que nacer, casarse y tener hijos y no había ninguna otra proyección como ahora la entendemos. Lo único que tenías tú como mujer no era tu inteligencia sino tu honestidad, y siendo actriz ya no tenías honestidad. Si eras actriz era porque lo amabas tanto que el resto daba igual. Mariví Bilbao cuenta que su padre ni le miraba, que no iba nunca a verle. Ser actriz era casi como un acto heroico porque tu prestigio y tu honestidad estaban en duda. Por eso muchas actrices se casaban con productores, como Margarita Xirgu o María Guerrero, en ese caso su honor estaba salvaguardado. A partir del 75 las actrices fuimos mejor consideradas, pero bien vista la profesión nun

Hábleme de la tercera etapa del libro, que parece más agradable o, por lo menos más prolifera.

Lo bonito a partir del 75 es que se construyó toda la infraestructura teatral; los teatros, las redes, las subvenciones... lo que pasa es que se construyó y así se ha quedado, pero fue un periodo ilusionante para todos.

¿Y en este periodo cuáles son las mujeres que más han destacado?

Yo creo que las más importantes han sido Helena Pimenta, que tiene el único Premio Nacional de Teatro que ha obtenido un vasco (es de Salamanca, pero ejercía en Euskadi), Maite Aguirre ha abierto una manera de hacer teatro de vanguardia y de mujer, Garbi Losada como empresaria y directora y Virginia Imaz en el clown, en un ámbito que parecía sólo de hombres ella ha hecho mucho a favor de la payasa. Son las más importantes porque han abierto muchos caminos y muy diferentes.

Mujeres muy importantes y gran cantidad de actrices también.

Sí, es lo que más ha dado este periodo. Ahora, del 2000-2011, que no lo he analizado en el libro, es donde vemos que hay más actrices que también son dramaturgas y directoras, pero lo que pasaba hasta el 2000 es que nosotras pensábamos que no podíamos dirigir ni escribir. Hasta que un día, de repente, te das cuenta de que sí lo puedes hacer y esto es lo he hablado con muchas. Lo que ocurría es que había direcciones compartidas con hombres en las que ellos mandaban, hasta que un día dices, pero si yo también puedo hacerlo.

Hemos hablado de la situación de las mujeres en el teatro, pero ¿cuál es la situación actual del teatro vasco, en general?

Yo creo que está muy mal. Es cierto que soy muy crítica con mi sector porque lo amo y me hace muy feliz. Quiero que esté bien, pero está mal porque no se ha cuidado. Nosotros no tenemos una tradición teatral, antes de 1900 hubo pastorales... pero no somos un pueblo al que el teatro le haya ayudado a expresarse o que lo tengamos dentro de nuestra cultura como pueden ser el caso de los bertsolaris, por ejemplo. El teatro es un arte que está con nosotros, que se ha utilizado políticamente, pero que no se ha desarrollado. Aunque ahora den subvenciones los gobiernos no creen que sea importante.

¿Qué ha ocurrido, cuál es el problema?

Que no se ha apoyado el teatro amateur que es la base de un teatro profesional fuerte. Cuando llegó la democracia había muchos grupos de teatro, pero no se dieron cuenta de que aquello era un riqueza. A la gente que trabaja aquí no se le cuida como lo hacen en Catalunya, por ejemplo, no se cree en ellos, las subvenciones siempre son para los mismo, se ha convertido todo en endogámico, los grupos de teatro no somos solidarios unos con otros... es un desastre. Caminamos como podemos intentando salvarnos, pero sin hacer piña para conseguir nuestros objetivos; es muy complicado y muy duro. La gente joven no tiene apoyos y lo que hace es irse. En los 90 hubo un boom, en las escuelas había muchísimos alumnos estudiando teatro, había cantidad de gente joven que quería trabajar en Euskadi y crear sus grupos, pero las subvenciones nunca llegaban y se han tenido que ir y todo eso es talento creativo que se ha ido. Y por otro lado, la gente del teatro independiente se ha hecho mayor y no hay un relevo generacional.

Hoy en día la dramaturgia y la dirección la llevan las mujeres en Euskadi, pero es porque hace muchos años que no lo hacemos y nos hemos puesto a trabajar como jabatas haciendo de directoras y de dramaturgas al mismo tiempo. Pero también es por el sentido práctico que tenemos nosotras. ¿Qué tú no puedes? Bueno, pues yo la escribo y yo la hago. El hombre necesita más apoyos. Nosotras hacemos de todo, con tal de hacer... Arantxa Iurre (Bilbo, 1964) Es Licenciada en Periodismo por la UPV-EHU. Desde 1982 entre en el mundo del teatro y en la actualidad forma parte del Simulacro Teatro junto a Aintza Uriarte, Carlos Baiges y Javier Liñera, con los que también dirige La Escuela de Teatro de Getxo. Su actividad profesional está centrada entre la docencia, profesora de Historia y Teoría Teatral, y como actriz, directora y autora con Simulacro teatro. En el transcurrir de estos veintiocho años dedicados al teatro, desde hace siete, la Visibilidad de la Mujer en Las Artes Escénicas ha sido motor para investigar junto a Aintza Uriarte y se plasmó en dos trabajos; Paridad / Disparidad en los centros de poder y decisión de las Artes Escénicas del País Vasco y Estudio de la Programación diaria y Festivales en el País Vasco. Estos estudios fueron expuestos en el I y II Encuentro de Visibilidad en las Mujeres en las Artes Escénicas en el País Vasco organizados por ellas mismas. Sus investigaciones siempre son medios para visibilizar a la mujer en el teatro y que la paridad se convierta en criterio cultural para las programaciones. Fuente: La mujer en las artes escénicas en Euskadi, siglo XX. Teatro
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