En términos políticos y sociales me gustaría poder seguir pensando que el ser humano es ese ser esencialmente racional capaz de solucionar los problemas de forma consensuada y dialogada. Y me gustaría poder seguir pensando que de esa capacidad se deriva cierto progreso político y moral. Pero tengo la sensación de que la realidad nos ha mostrado que ese no es el ser humano, sino la imagen idealizada del ser humano que ha permitido que nuestro optimismo y nuestras ilusiones no se apagaran hace ya un par de siglos, pero que, a su vez, ha legitimado y ocultado las complejas dinámicas de poder y dominación que en gran medida han dado forma al mundo actual. Paradójicamente, buscando nuestra libertad hemos acabado haciéndonos esclavos de nosotros mismos. ¿Es entonces el ser humano un ser que buscando su propia realización tiende a someterse a sí mismo? No sé si eso es el ser humano, pero sí me atrevería a decir que ese es el ser humano hoy.
A otro nivel de reflexión, si hago un esfuerzo por liberarme de los patrones y categorías desde los que habitualmente pensamos al ser humano y me pregunto, como lo hace un niño, sobre la propia existencia de los seres humanos, la realidad me parece el mejor cuento de ciencia ficción jamás escrito. Si no conociera a los humanos y me los explicaran, no me lo creería.
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