¿Qué es el cambio climático? Es un término que está de moda, pero ¿realmente sabemos lo que significa?
En todas las generaciones se ha producido un cambio climático. El concepto no es nuevo y ha ocurrido en muchos momentos de la historia. ¿Qué sucede ahora? Según los científicos, la acción humana ha intensificado el cambio climático. Según los informes de las Naciones Unidas, parece que el hombre ha sido el principal culpable de dicho cambio en los últimos años.
¿Entonces cuál es el problema? ¿Que ese cambio se está produciendo más rápidamente debido a la acción humana?
Y que la concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado mucho. En los últimos 100.000 años, el indicador de dicha concentración estaba entre 100-200 (partes por millón, ppm), pero según el informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) actualmente dicho indicador se encuentra en 445 ppm. Los científicos afirman que este cambio es consecuencia de la industrialización llevada a cabo por el ser humano. Como consecuencia de ello, parece que el cambio está siendo más intenso en los últimos años. Además, cuanto mayor sea la concentración de gases, más calor hará.
Ha dicho un par de veces “parece”, “según los científicos”. ¿Todo esto está confirmado?
Digo “parece” porque la fuente no es de aquí, de Euskal Herria, sino del IPCC de la ONU. En el IPCC no hay ninguna duda, allí trabajan 2.500 científicos, expertos en el cambio climático, y creo que ellos tienen muy claras dos cosas: que el cambio climático se está produciendo y que el ser humano tiene una influencia muy importante en él. En la administración no tenemos ninguna duda al respecto, pero también es cierto que algunas fuentes se muestran escépticas. Nosotros no: si la mayoría de los científicos así lo afirman, debemos apoyarles.
Los sectores liberales afirman que no hay pruebas de que el hombre esté causando el cambio climático y que se trata de un cambio natural. Para ello se basan también en informes científicos. A veces, el ciudadano de a pie que no sabe mucho de ciencia se encuentra un poco perdido y no sabe a quién creer.
Yo tengo bastante claro a qué fuentes hay que creer: a las oficiales. En el mundo científico, como en el resto, siempre hay dos partes, dos opiniones para cada tema. La opinión de la mayoría de los científicos que han investigado el cambio climático es aplastante. No obstante, también existen algunos científicos que piensan de forma diferente y que afirman otras cosas fuera del círculo de la ONU.
¿Para qué se ha creado una oficina vasca?
El Departamento de Medioambiente afirmó desde el principio de la legislatura que el cambio climático sería nuestro eje estratégico. Debemos ser consecuentes con ello y tomar medidas. Una de esas medidas es la creación de una oficina vasca en enero de 2006. El objetivo principal de la oficina es coordinar las políticas sobre cambio climático de todos los departamentos del Gobierno Vasco. Cada departamento ya ha hecho cosas en este sentido. Por ejemplo, la Dirección de Energía tenía en su propia estrategia objetivos relativos al cambio climático. Por ello, este tema no es algo nuevo. Partiendo desde ese punto, en la oficina se diferencia un periodo a corto plazo, entre los años 2008-2012 (denominado periodo de Kioto), para el cual nuestra previsión es la elaboración del Plan Vasco de Lucha contra el Cambio Climático.
¿Y eso para cuándo?
Pues en ello estamos. El borrador se completará en verano y creemos que el plan estará terminado a finales de año. Pero eso solamente es nuestra estrategia a corto plazo. A medio plazo, debemos comenzar a hablar de las medidas que deben aplicarse a partir de 2012. En el Protocolo de Kioto se hace una reflexión: parece que habrá que recurrir a otros instrumentos. Ésa es la apuesta internacional: cambiar el punto de vista de los países que aún no han firmado el protocolo.
Muchos denuncian el incumplimiento del Protocolo de Kioto. Al parecer, tiene lagunas tremendas, además de que hay países importantes que no lo han firmado.
El hecho de que algunos países no lo hayan firmado no es un fallo del protocolo, sino de las políticas de dichos países. Además, subrayaría dos cosas sobre el protocolo: en primer lugar, se trata del acuerdo internacional más importante existente hoy en día, tanto por los compromisos adquiridos como por la cantidad de países que lo han firmado. Es cierto que Australia y EEUU no lo han rubricado aún, pero el resto de países industrializados se han comprometido seriamente a reducir sus emisiones de CO2. No hay otro acuerdo igual a nivel internacional. Kioto, por lo tanto, es una herramienta muy importante y tendrá consecuencias en el quinquenio denominado periodo de Kioto. Por otra parte, en EEUU, algunos estados han firmado compromisos que son aún más restrictivos que el propio Protocolo de Kioto. Ejemplo de ello son California, Massachussets y hasta 20 estados, aproximadamente.
¿Y qué hay del cumplimiento de las medidas adoptadas?
El periodo de Kioto empezará en 2008 y a lo largo de cinco años veremos si cada país cumple los compromisos adquiridos o no. España, por ejemplo, se ha impuesto un techo del 15%, es decir, no podrá aumentar sus emisiones en más de ese porcentaje. Actualmente se encuentra muy lejos de cumplir ese objetivo, ya que su nivel es del 47%, pero el año pasado fue del 53%. Se trata principalmente de un problema energético que luego podemos tratar más en profundidad. Otros países, sin embargo, están muy cerca de sus compromisos, como los países del norte de Europa, Alemania e Inglaterra. Por lo tanto, el Protocolo de Kioto será una herramienta muy importante para la reducción de emisiones de aquí a cinco años. ¿Qué ocurrirá? Pues que en 2012 tendremos que ver quiénes han cumplido y quiénes no. A los que no hayan cumplido sus compromisos habrá que imponerles un castigo. El Protocolo ya dice algo al respecto, aunque el tema de los castigos no se ha desarrollado demasiado aún.
Entonces, ¿estamos hablando de limitar las emisiones o simplemente de frenar el crecimiento?
Algunos países prevén una limitación. Teniendo en cuenta el crecimiento económico y de consumo de energía actuales, la prioridad política es estabilizar las emisiones. A continuación habrá que reducirlas, pero antes hay que detener su aumento. A este respecto, he mencionado antes que el quid de la cuestión es la energía, aún no se ha investigado demasiado sobre energías renovables, pero esto no ocurre solamente en Euskal Herria. En todos los países europeos pueden detectarse aún muchas más energías renovables. Para ello, debemos llevar a cabo una profunda reflexión y tomar medidas.
Ha comentado que España está aún lejos de los objetivos. ¿Y Euskadi?
El Protocolo de Kioto es un acuerdo firmado únicamente por estados. No obstante, nosotros también tenemos planes y nos preocupamos por nuestras cuotas. Anualmente realizamos un inventario de emisiones y, en los últimos años, nos hemos situado alrededor del 24%. Ése ha sido nuestro crecimiento desde 1990. Nuestro compromiso es llegar al 14% en 2012. Para ello, todas las medidas incluidas en nuestro plan implicarán una reducción de las emisiones. Creo que bajar ese 10% es un objetivo muy ambicioso.
¿Y de qué tipo serán las medidas? ¿Ya están definidas?
En este momento estamos realizando un análisis en cada uno de los departamentos. Las medidas ya han sido diseñadas, están sobre el papel, pero aún tenemos que hablar con varios departamentos para saber si las aceptan o no. Además, a veces no resulta nada fácil que desde algunos sectores se acepte nuestra política.
¿Y puede hablarse ya de esas medidas o hay que esperar?
Se encuentran clasificadas por sectores. La más importante es la apuesta por las energías renovables. Para ello, hay una Estrategia Energética 2005-2010 que nos permitirá intentar alcanzar el objetivo marcado. A pesar de no tener datos concretos, puedo decir que aún estamos lejos. La segunda medida es la reflexión sobre los biocombustibles. Actualmente ya tenemos productores de ese tipo de combustible, pero debemos integrarlos en el mercado: para poder vender biocombustible en el mercado, debe convertirse en algo normal en las gasolineras.
En algunas gasolineras de la CAV ya hay biocombustibles, ¿no?
Los hay en unas veinte, pero quizá solamente tienen un único surtidor. Aquí el problema es que todavía hay pocos vehículos preparados para utilizar ese tipo de combustible. A ese respecto también debemos tomar medidas.
Volvamos a Kioto. El Protocolo no es en sí mismo la solución al problema...
No.
¿Qué más hace falta?
Kioto es el primer paso, el más importante, pero el primero. A partir de ahí necesitaremos compromisos a largo plazo. Creo que el mes pasado la UE se marcó el compromiso de que sus estados miembros reduzcan sus emisiones de CO2 hasta un 20% en 2020. En cualquier caso, si los países firmantes de Kioto no elaboran planes a largo plazo no lograremos nada. En algunos informes del IPCC se ve claramente la importancia de jugar a largo plazo: el efecto de los gases que emitimos hoy no se ve ahora, sino dentro de veinte años.
Antes ha mencionado el crecimiento económico. ¿Podemos luchar contra el cambio climático manteniendo el modelo económico actual?
Está claro que necesitamos un cambio de modelo. Debemos superar nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Creo que el principal culpable del cambio climático es nuestro modelo energético actual. Si no lo cambiamos, la tendencia actual empeorará mucho dentro de unos años. Es algo que debemos hacer poco a poco, ya que las cosas no pueden cambiarse de un día para otro.
¿Se prevé un gran crecimiento del consumo energético en la CAV?
La CAV no es una isla. En los últimos años se ha detectado en todo el mundo un aumento del consumo de energía y, por consiguiente, del efecto invernadero. Por otra parte, se han realizado grandes avances en el ámbito tecnológico, me refiero a las tecnologías de producción de energía, y eso tendrá un efecto en el futuro a nivel de factura de consumo.
Si la clave es cambiar el modelo energético, nuestro modo de vida también deberá cambiar...
Debemos esperar a ver qué potencial tienen las energías renovables y cómo es su futuro desarrollo en la CAV, pero está claro que nuestro modelo actual se basa en la comodidad que aporta el aumento del consumo energético. Quizá habría que cambiar ese concepto.
Un cambio duro...
Si es progresivo, no será tan duro. No podemos pensar que de aquí a dos años estaremos sin luz en la calle, pero si logramos que el 80% de las fuentes de energía sean renovables de aquí a unos años, quizá podamos vivir con la misma comodidad actual, pero de forma mucho más limpia.
De aquí a unos años... ¿a cuántos años?
No lo podría precisar. Ahora estamos en un periodo de transición y no me atrevo a prever a cuántos años vista podría producirse el cambio. Se trata de un cambio profundo y duro, por lo que necesitaremos tiempo.
¿Hemos empezado ya a notar aquí el cambio climático?
Me temo que la información de la que disponemos actualmente es a nivel global e internacional.
Entonces hablemos a nivel global.
Los efectos del cambio climático en el mundo serán muy importantes, pero no serán los mismos en el Sahara o en Euskal Herria. Tomemos la subida del nivel del mar, por ejemplo. No sabemos cuánto subirá, ni sabemos si Donostia o Bilbao quedarán bajo el nivel del mar, pero somos conscientes de que el cambio climático traerá ese tipo de consecuencias. Por lo tanto, debemos tomar algunas medidas relativas a la planificación urbana de las zonas costeras, aunque aún no sepamos si la subida será de dos o de veinte centímetros. Sabemos cuál será el efecto, pero no su alcance.
La cuestión es saber si realmente habrá consecuencias.
Sí, las habrá. No sabemos en qué medida, pero...
Entonces, resulta que no somos capaces de detener el cambio climático. El Protocolo de Kioto y el resto de medidas servirán únicamente para frenar el cambio, como mucho...
Lo que es seguro es que se producirá un cambio. Sin embargo, debemos diferenciar entre climatología y meteorología. La meteorología permite prever el tiempo que hará mañana. La climatología, por ejemplo, analiza la variación de temperatura en un mes determinado a lo largo de los últimos años. Actualmente, los medios de comunicación relacionan el cambio climático con la meteorología, lo cual es un grave error. Yo no me aventuraría a afirmar que el cambio climático se siente o no actualmente. Aún no lo sabemos.
Y nosotros somos los culpables...
En gran medida, sí.
Pero hablar de culpa general quizá sea demasiado amplio. ¿Hay cuotas de responsabilidad? ¿Cómo se repartirán, si se reparten?
Creo que deben repartirse. Por un lado, la administración tendrá que realizar una muy buena planificación y fijar bien la dirección de los presupuestos, pero si no movilizamos a los ciudadanos no podemos hacer nada. Cuando digo ciudadanos, me refiero también a la industria. Por supuesto que la industria tiene su influencia, así como el sector energético, etc., pero la gente también, en su vida diaria, tiene un efecto. Por ejemplo, analicemos el uso de un coche particular: según nuestras estadísticas, la mitad de quienes utilizan el coche para ir a trabajar hacen trayectos de menos de cinco kilómetros. ¿Necesitamos el coche siempre para hacer esos recorridos? ¿No podemos utilizar el transporte público, ir en bici, andando, etc.? Eso es cuestión de responsabilidad individual. Algunos son más responsables que otros, pero todos podemos poner nuestro granito de arena.
¿Podemos dar algún porcentaje?
Según nuestro inventario anual, el 22% de las emisiones de CO2 proceden del transporte, el 42% de la industria, pero de ahí, casi el 30% es debido al consumo energético. La producción energética genera el 12% de las emisiones y la vivienda privada el 8%, porcentaje que va subiendo. Si bien la industria es responsable de la mayor parte de las emisiones, también hay que decir que en los últimos años ha reducido sus emisiones en un 28%. Analizando las tendencias, yo diría que el “gran culpable” es el sector transporte, ya que en los últimos años ha aumentado sus emisiones en un 200%.
¿Hemos asimilado todo esto? ¿Cómo nos comportamos en casa?
Creo que debemos tomar dos tipos de medida a este nivel. Una sería a largo plazo, se basaría en la sensibilización, la educación, etc. y sus resultados se verían con el tiempo. La otra se basaría en otras herramientas, principalmente económicas y fiscales. Entre ellas hay una que aún no ha entrado en vigor, pero que yo creo que debería aplicarse cuanto antes: el coste medioambiental. Cuando compramos un producto o un servicio, nunca pagamos su coste medioambiental. Es un concepto que se está asimilando poco a poco. Por ejemplo, a partir de 2010 los aviones tendrán cuotas de emisiones. ¿Qué van a hacer las compañías aéreas para abonar esas cuotas? Pues cobrárselas a los pasajeros al venderles sus billetes. El objetivo es que cada uno pague por el daño que le está causando al medioambiente. Todavía no hay muchas herramientas, pero poco a poco irán surgiendo.
Pero, aunque paguemos, las emisiones seguirán ahí. Alguien cobrará por ello, el usuario será un poco más pobre, ¿pero realmente todo esto beneficiará a la atmósfera? ¿Qué otras medidas se pueden tomar para reducir las emisiones? Las medidas van aplicándose poco a poco. El mes pasado, la UE se impuso un nuevo objetivo: si no me equivoco, para 2020, el 10% de los coches comunitarios utilizarán biocombustible. Sabemos que el 10% es poco, pero es un gran paso si tenemos en cuenta que actualmente solamente un 1% o un 2% de los coches utilizan biocombustible. Creo que las medidas irán llegando, pero paulatinamente, ya que el modelo actual depende mucho de los combustibles fósiles. Xabier Caño González (Bilbao, 1977) Este getxotarra de 29 años dirige la Oficina Vasca de Cambio Climático desde su creación en enero de 2006. En septiembre de ese mismo año, fue nombrado director de IHOBE, donde transcurre su actividad profesional diaria. Es licenciado en Derecho (Deusto, 2000). Al terminar sus estudios realizó un máster de gestión medioambiental de seis meses en Madrid. “Entonces no había ninguna rama de la universidad ligada al medioambiente, solamente asignaturas optativas”, afirma. La mayor parte de su trayectoria profesional ha discurrido en el sector privado. Trabajó tres años en una consultoría medioambiental y otros tres en un bufete encargado de asuntos medioambientales. “Creo que antes de trabajar en el sector público hay que pasar por el privado, ya que te aporta una visión más amplia. Si no, no sabes lo que hay ahí afuera”.