Es un referente en la historia de la literatura vasca. Pocos autores han suscitado como él tantos elogios sobre su obra y Anjel Lertxundi sigue trabajando, con la ilusión de un joven y desde la experiencia que dan los más de cuarenta años en la vanguardia de la literatura euskaldun. Sabe que debe aprovechar todos y cada uno de los momentos que le regala la vida y si puede hacerlo escribiendo, mejor que mejor. Anjel Lertxundi, oriotarra de Zarautz, recuerda sus comienzos en la literatura en lengua vasca, y no puede menos que expresar su convencimiento de que la misma ha experimentado un avance espectacular desde entonces.
“Se necesitaba mucha fe para escribir en euskera. No teníamos prácticamente ninguna referencia, salvo lo que Gabriel Aresti había comenzado un poco antes que nosotros a publicar. Sin embargo, la excepción positiva que teníamos respecto a otras literaturas, y lo que nos proporcionaba ánimo sin fin era nuestra lengua. Fue el euskera lo que me llevó a hacer literatura. Y poco a poco fui comprendiendo que nos presentaba un enorme caudal de posibilidades para tratar de avanzar con producto de calidad”
Lertxundi forma parte de una generación que ha sabido colocar la literatura hecha en lengua vasca en un escaparate internacional, en el que no tiene envidia de ninguna otra escrita en idioma diferente, sea éste mayoritario o, como en el caso del euskera, se encuentre sometido a gran presión por parte de los que le rodean. En su opinión, tras Aresti surgieron plumas que han elevado muy dignamente la calidad de las letras vascas. Cita los casos de Bernardo Atxaga, Ramon Saizarbitoria, Joseba Sarrionandia y Koldo Izagirre, subrayando la gran aportación de este último en el entramado literario lingüístico. Y no quiere que pase desapercibido el hecho de que de todos ellos el único que no ha trabajado la poesía sea Saizarbitoria.
“De todos modos, los referentes o los hitos no suelen aparecer aislados. Para que sean referentes es necesaria la existencia de un escenario en el que el esquema de la literatura sea semejante al de una pirámide. Para que haya una cúspide es necesaria la base. Y en nuestra literatura actual es de gran importancia el número de escritores que hacen posible que surjan los hitos. No avanzaríamos nada si solamente se contara con cinco escritores, aunque fueran buenos”.
Anjel Lertxundi ha sido testigo del cambio que la literatura universal ha experimentado en el último medio siglo. Se ha pasado de concebir como nacionales a las diversas literaturas, fundamentalmente por razones de idioma, a un concepto de literatura mucho más abierto. De no existir prácticamente relación entre los diversos idiomas en los que se producía se ha dado el salto a un escenario donde se ha reducido ese aislamiento. Las traducciones, por una parte, y el mayor nivel cultural de los escritores con conocimiento de otras lenguas, por otra, han propiciado que las corrientes literarias sean más permeables. Y ello da lugar a encontrar escritores con carga emocional semejante trabajando en diferentes idiomas.
Anjel Lertxundi sigue trabajando, con la ilusión de un joven y desde la experiencia que dan los más de cuarenta años en la vanguardia de la literatura euskaldun.
“Nuestros escritores, por lo menos, son bilingües. Y el bilingüismo ofrece cobertura para conocer lo que se produce, por lo menos en dos idiomas. De todos modos, si el lector autóctono hace más caso a la producción externa estaremos condenando al escritor propio y a su literatura. Es un tema de aritmética. Y es por ello que digo que tanto el escritor como el lector se encuentran en terrenos mucho más permeables, para bien y para mal. Es responsabilidad de cada uno de nosotros, como lectores y dueños de una opción bilingüe que somos, gestionar la oferta literaria”.
Las literaturas mayoritarias, escritas en un idioma con mayor número de practicantes, cuentan, en opinión de Lertxundi, con mayor base en la pirámide. Pero el escritor zarauztarra es de los que creen que el euskera ofrece una gran oportunidad para “inventar”, oportunidad para experimentar, para arriesgar, para avanzar en espacios nuevos. Y piensa que hay que seguir trabajando sin desmayo en ese aspecto, ya que aún le queda al euskera mucho por recorrer en el camino que ha de llevar a nuestro idioma a un cada vez mayor prestigio en el foro de las literaturas del mundo.
“En estos últimos cuarenta años se ha avanzado como no lo hubiéramos imaginado jamás, ni en nuestras previsiones más optimistas. Desde la visión actual, hay que remarcar dos logros. El fundamental, que quizás no se llegará a valorar nunca como es debido, se trata de la realidad del euskera unificado. Es casi milagroso lo conseguido en apenas medio siglo. El otro gran avance ha sido consecuencia del cambio en nuestra sociedad. Los de mi generación fuimos escritores autodidactas. Llegamos a sufrir el síndrome del traductor anónimo. Los escritores de hoy en día piensan y escriben en euskera. Con lo que la literatura ha ganado en calidad. Por ello soy optimista”.Anjel Lertxundi (Orio, 1949) Escritor guipuzcoano nacido en Orio el 9 de marzo de 1948 aunque pasa de muy joven a residir en Zarautz. Profesor primeramente en la ikastola de Zarautz (Gipuzkoa), donde intentó llevar a cabo programas para interesar al alumnado en la literatura. Profesor de literatura en la Escuela de Magisterio eclesiástica de San Sebastián hasta un poco antes de que se cerrara, en los años 80 del siglo XX. Fue redactor del periódico Egin en su primera época, para después trabajar en la sección de Cultura de la revista Ere. Uno de los creadores de la asociación de escritores Euskal Idazleen Elkartea, y el primer presidente de la misma, de 1982 a 1985. Ha publicado múltiples artículos de opinión en prensa. En 1995 ganó el Premio Rikardo Arregi de periodismo en el apartado de articulismo de opinión. Más información sobre Anjel Lertxundi