Karmele Jaio. Escritora: La felicidad al final son momentos, no es algo absoluto

2010-05-07

ASURMENDI, Mikel

BELAXE. ITZULPEN ZERBITZUA

La comunicación es su oficio, su modo de vida y también su alegría vital. Lekeitio y Vitoria-Gasteiz, infancia y juventud, padre y madre... son temas que van surgiendo en boca de nuestra interlocutora. De sus palabras nos llega el olor del salitre y la templanza del aire de la ciudad. Su conversación es un dulce murmullo heredado de su madre —y su padre—, una suave música que se mece en el aire.

Nació en 1970. Lleva sobre sus hombros 40 años de existencia. ¿Qué “balance” hace de su vida?

Me resulta complicado hacer un balance, pero diría que es positivo. Creo que he tenido mucha suerte hasta ahora. Tengo una familia maravillosa, me gusta escribir y tengo la oportunidad de escribir y publicar, tengo buenas amistades y, por supuesto, hay cosas que no puedo hacer o lograr, oportunidades perdidas y demás... Pero en general en estos años he vivido muchos momentos felices, no puedo quejarme. La felicidad al final son momentos, no es algo absoluto.

¿El hecho de nacer y vivir en Vitoria-Gasteiz qué ha aportado a su identidad?

Creo que me ha dado facilidad para ver las cosas desde distintos puntos de vista. Desde pequeña he conocido en profundidad dos lugares muy diferentes, Lekeitio y Vitoria-Gasteiz, y desde pequeña he sido consciente de que las cosas, en lugares distintos, pueden ser diferentes. Y eso me ha dado cierta perspectiva. Una cierta flexibilidad a la hora de crear opiniones.

Hablando siempre de Vitoria-Gasteiz, ¿qué cambio ha habido entre la ciudad de las décadas de los 70-80 y la posterior al año 2000? ¿Entre la que vivió la Karmele adolescente y la que vive en la actualidad?

El cambio ha sido tremendo. En lo que respecta al euskera, por ejemplo, recuerdo que si mi madre escuchaba a alguien hablando en euskera se le acercaba y le preguntaba: ¿habla usted euskara? Como si hubiera encontrado a un vascoparlante en Canadá. En nuestro edificio, por ejemplo, nosotros éramos “Los vascos”. El euskera era totalmente extraño en Vitoria-Gasteiz y actualmente cada vez se escucha más euskera en la calle.

¿Qué y quién han influido en mayor medida en su forma de ser? ¿El entorno de Vitoria-Gasteiz, la cuadrilla, la familia..., algún otro factor?

Todos ellos han influido sobre mí. Es evidente que la educación y el modelo de vida que recibes de la familia constituyen la columna vertebral de tu identidad pero luego las relaciones mantenidas con mis amistades de siempre también han influido. Creo que todo lo que ocurre en la vida incide en tu forma de ser aunque a veces una no sea consciente.

¿Sus padres, por ejemplo, qué han sido para usted?

Yo tenía sólo veinte años cuando murió mi padre pero su sombra ha sido alargada. A menudo aún recuerdo recomendaciones de mi padre y reflexiones que hacía sobre la vida. Siempre subrayaba la importancia de vivir feliz. Por ejemplo, siempre nos decía que los estudios eran muy importantes pero también pasarlo bien con los amigos, pasarlo bien, salir, incluso ir de juerga. Y luego, qué decir de mi madre... La influencia que mi madre ha tenido y tiene sobre mí es muy-muy grande, mayor incluso de lo que yo puedo creer. Además, con el paso de los años me doy cuenta de que cada vez somos más parecidas. Estudios, profesión...

Trabajó como periodista. ¿Qué le aportó esa profesión?

Entre muchas otras cosas, me enseñó a escribir rápido y a centrarme en lo importante cuando escribo algo. También la capacidad de síntesis y resumir. Gracias a mi experiencia en el periodismo, escucho una conferencia o leo un artículo y saco los titulares casi sin darme cuenta. Gracias al periodismo he aprendido a discernir la esencia del mensaje. A eliminar lo que sobra.

Posteriormente ha trabajado como responsable de comunicación en muchos despachos. ¿Qué es la comunicación para usted?

Una asignatura que debe aprobar nuestra sociedad, en todos los ámbitos. Tenemos miles de herramientas para comunicarnos pero, en mi opinión, la falta de comunicación puede ser uno de los mayores problemas que tiene nuestra sociedad. La falta de comunicación crea problemas en todos los ámbitos: en el ámbito político, en una empresa, en el hogar, la familia, las relaciones de pareja, las amistades... Si hay comunicación es más fácil solucionar los problemas.

Se dice que la incomunicación entre las personas es mayor que nunca. ¿Está de acuerdo?

Totalmente. Generalmente nuestras relaciones se quedan en la superficie. Todos tenemos preocupaciones en nuestra mente, problemas por resolver y demás, pero cuando nos juntamos hablamos de cosas superficiales, no nos atrevemos a entrar en lo profundo. Las cosas realmente importantes nos las guardamos dentro.

¿Qué ha aprendido en el ámbito de la comunicación? ¿Cuáles son las claves de la comunicación?

Una buena comunicación debe tener muy en cuenta al receptor. Si deseamos crear un mensaje efectivo debemos adaptarlo al tipo de receptor. Las empresas de marketing y publicidad lo saben muy bien y por eso tienen tan en cuenta al llamado “target” cuando desean comunicar algo.

Por otra parte, en lo que respecta a la comunicación oral, es muy importante la repetición. El oyente no capta el mensaje tan bien como el lector, se pierde muchas cosas por el camino. Por eso, los buenos oradores repiten el mensaje una y otra vez. Primero adelantan qué van a decir, luego dicen eso que debían decir y al final terminan el discurso recordando lo que han dicho.

Y otra clave fundamental es el contenido. No se puede comunicar si no hay contenido. La comunicación auténtica necesita contenido. Las palabras de bisutería, ésas que sólo sirven para decorar, no sirven realmente para comunicar. Hay que decir algo.

En la actualidad la materia prima es tener información. ¿Está de acuerdo?

Quien tiene información tiene poder. Tener información y gestionarla de forma adecuada es la clave en la sociedad actual. Mujer y escritora

¿Cómo ve a la mujer escritora vasca?

Cada vez tenemos a más mujeres escritoras, pero no olvidemos que aún siguen siendo minoría. En la literatura ocurre lo mismo que está sucediendo en otros ámbitos de la sociedad, la presencia de la mujer está aumentando. Pero en nuestro ámbito y en este momento, creo que uno de nuestros retos principales es demostrar que los llamados “temas de mujeres” son temas universales. No hay “temas de hombres” porque los consideramos temas universales. Sin embargo, parece que algunos temas son sólo para mujeres. Y yo cuando escribo sobre la experiencia vital de una mujer estoy tratando sobre la experiencia humana en general, eso sí, vista desde la perspectiva de una mujer. Hasta que no sean reconocidas como universales nunca se valorará en su justa medida esas obras que muestran el universo de la mujer.

¿Es apropiado plantear el binomio escritora y mujer en una pregunta?

Será apropiado o no en función del contenido de la pregunta. Muchas de las preguntas en las que aparece dicho binomio son realizadas desde la perspectiva masculina imperante en la sociedad. No sé si la comparación es apropiada, pero creo que es parecido a lo que sucede con el euskera. Por ejemplo, ¿es apropiado preguntar a un escritor o escritora vasca por qué escribe en euskera? En mi opinión esa pregunta está hecha desde la perspectiva castellanohablante imperante en nuestra sociedad. Nadie pregunta al grupo La Oreja de Van Gogh por qué cantan en castellano. Pues con esto otro ocurre algo parecido. Nadie pregunta a un escritor por qué la mayor parte de los protagonistas de sus novelas son hombres, por ejemplo, y a nosotras nos lo preguntan a diario.

¿La mujer ocupa el lugar que merece en la literatura?

No. No hay más que repasar los datos para darse cuenta. Entre las más de cien personas que han recibido el premio Nobel de Literatura creo que hasta ahora han sido sólo doce mujeres y muchas de ellas han sido premiadas en los últimos años. E igual con muchos otros premios. Mire la relación de los Premios Euskadi, por ejemplo. Las mujeres también son minoría en los ámbitos que deciden a quién dar prestigio. Aquí se repite también lo mismo que sucede en otros ámbitos de la vida. Karmele Jaio escritora

Publicó su primer libro, la colección de cuentos Hamabost zauri, en 2004. ¿Qué tipo de escritora era entonces y cómo es en la actualidad? ¿Qué balance hace de su trayectoria?

Con los años, además de tener más experiencia escribiendo, lees cada vez más cosas y aprendes más. La propia experiencia de escribir te enseña mucho y, por supuesto, mi forma de escribir ha cambiado de 2004 hasta hoy o, mejor dicho, ha tenido una evolución. En los últimos meses he estado traduciendo al castellano esos cuentos escritos hace tiempo y lo he percibido. Muchas veces he pensado: en la actualidad escribiría esto de otra manera.

Ha compaginado cuento y novela. ¿Con qué está más cómoda? ¿Por qué? ¿Cuál es más agradable, más agradecido?

Yo siempre digo que me veo más como escritora de cuentos que como novelista. Yo me enamoré de la literatura leyendo libros de cuentos y durante muchos años sólo he escrito cuentos. Luego escribí la novela Amaren eskuak y entonces supe lo distintos que son ambos géneros. Generalmente las ideas que pasan por mi cabeza adoptan forma de cuento, ésa es mi tendencia natural. Y lo que más me gusta de los cuentos es su fuerza para sugerir. El cuento no lo dice todo. El cuento deja ocultas muchas cosas y lo que el autor debe lograr es que mostrando únicamente la punta del iceberg el lector vea ese gran trozo de hielo existente bajo el agua. Se trata de un juego.

En ese sentido, cuando escribí la primera novela me sentía obligada a contar demasiado, a explicar demasiadas cosas. Y, por otro lado, la novela te obliga a hacer el esfuerzo de guardar muy bien la perspectiva. Son dos tareas muy diferentes. Y la manera de trabajar para escribir cuentos o una novela es muy diferente. No creo que una sea más complicada que la otra, son diferentes.

La novela Amaren eskuak ha sido traducida al castellano y al alemán con los títulos Las manos de mi madre y Mutters hände respectivamente. Cuéntenos la experiencia. El proyecto para llevar la novela al cine está en marcha. ¿Qué tal va el proyecto?

Yo siempre he dicho que la novela Amaren eskuak me ha dado muchas satisfacciones. Y satisfacciones que yo no esperaba cuando la escribí. Tuvo muy buena acogida entre los lectores vascos, la traduje al castellano y la acogida también está siendo buena en ese idioma. Se publicó también en alemán y, además, hay en marcha un proyecto para hacer una película basada en la novela. Publicar en castellano ha sido una bonita experiencia y la traducción al alemán, entre otras cuestiones, me dio la oportunidad de presentar la obra en Alemania, en Francfort y en Berlín. En esas ocasiones te das cuenta de que la literatura no tiene fronteras. De que un texto que tú has escrito en soledad puede viajar hasta la mesilla de noche de una persona berlinesa. De un lugar íntimo a otro lugar íntimo.

Y la experiencia de la película es nueva para mí. Te das cuenta de que el cine tiene sus leyes y de que para contar una misma cosa hay que cambiar totalmente la forma de contarla, hay que cambiar mucho la obra original. Ahora se está escribiendo el guión y la intención es grabar la película en 2011.

Es una escritora premiada. ¿Qué son los premios para usted?

No todos los premios son iguales pero es cierto que la mayoría de los premios cumplen una función de marketing. Un premio alarga la vida de un libro y, teniendo en cuenta que la vida de un libro es cada vez más corta (una novedad cada vez tarda menos en convertirse en libro viejo), pues debemos entenderlo como una herramienta para alargar la vida del libro. Pero, como decía, no todos los premios son iguales. En ese sentido, considero que la fórmula de la beca es muy eficaz, por ejemplo. Ahí está la beca Igartza, o las que ofrece la Fundación Elkarlanean. La beca ofrece al escritor neófito la oportunidad de escribir su obra en unas condiciones mínimas. Literatura vasca, en general

Cómo vive el mundo de la literatura: promoción de libros, presentaciones, espacio en los medios de comunicación, críticas, Premio Euskadi... premio de literatura española...

En cierta ocasión escuché a un escritor galardonado con un premio importante que desde que se ha hecho “escritor” no tiene tiempo para escribir: que si promoción, que si entrevistas, conferencias... Las cosas ajenas a la literatura a menudo quitan mucho tiempo al escritor. Las entrevistas y las conferencias también son parte de nuestro trabajo y las hago sin problemas, pero es verdad que sigo muy de lejos otro tipo de debates surgidos en torno a la literatura y que a menudo están más ligados a otras cuestiones que a la propia literatura. Además, me cuesta ofrecer opiniones categóricas en torno a ciertas cuestiones porque en mi mente predomina la duda.

¿Qué opina sobre la crítica que se hace de la literatura vasca? ¿Al menos si se le puede llamar crítica?

No tengo una opinión categórica sobre esta cuestión. Pero en el caso de las críticas publicadas en la prensa sí que percibo el mismo fenómeno que se da en la profesión en general. Considero que si mejoraran las condiciones de trabajo de los críticos tendríamos una crítica mejor en los medios; más profesional. No se puede crear un sistema profesional de crítica si los críticos deben trabajar de forma casi militante. Una de las formas de valorar su trabajo es ofrecer condiciones laborales dignas. Y partiendo de ahí quizá podríamos empezar a hablar de una crítica realmente profesional.

“En nuestro edificio nosotros éramos “Los vascos”. El euskera era totalmente extraño en Vitoria-Gasteiz y actualmente cada vez se escucha más euskera en la calle”.

“La falta de comunicación crea problemas en todos los ámbitos: en el ámbito político, en una empresa, en el hogar, la familia, las relaciones de pareja, las amistades... Si hay comunicación es más fácil solucionar los problemas”.

“Hasta que no sean reconocidas como universales nunca se valorará en su justa medida esas obras que muestran el universo de la mujer”.

“¿Por ejemplo, es apropiado preguntar a un escritor o escritora vasca por qué escribe en euskera? En mi opinión esa pregunta está hecha desde la perspectiva castellanohablante imperante en nuestra sociedad”.

“Considero que si mejoraran las condiciones de trabajo de los críticos tendríamos una crítica mejor en los medios; más profesional. No se puede crear un sistema profesional de crítica si los críticos deben trabajar de forma casi militante”. Karmele Jaio Eiguren (Vitoria-Gasteiz, 1970) Licenciada en Ciencias de la Información. Ha trabajado como periodista en numerosos medios de comunicación y ha sido responsable de varios despachos de comunicación. En la actualidad es responsable de comunicación de Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer y colabora con distintos medios de comunicación: Deia, Diario de Noticias de Álava, Noticias de Gipuzkoa y El País. Publicó su primer libro, la colección de cuentos Hamabost zauri (Elkar), en 2004. En 2006 publicó la novela Amaren eskuak (Elkar). La novela ha recibido diversos premios desde su publicación, entre los que destacan: premio Igartza, premio Euskadi de Plata, Zazpi Kale y Beterriko Liburua, premio que los lectores otorgan anualmente al mejor libro en euskera. Amaren eskuak ha sido publicada en castellano, Las manos de mi madre (Ttarttalo), y en alemán, Mutters hände (Pahl-Rugenstein), y hay en marcha un proyecto para llevar la novela al cine. En 2007 publicó el libro de cuentos Zu bezain ahul (Elkar) y en 2009 la novela Musika airean. En la actualidad está traduciendo al castellano los cuentos del libro Zu bezain ahul con la intención de publicarlo en primavera. Ha participado en varias antologías de cuentos: Historias del 8 de marzo (BBK), Ametsen baratza (Elea), Adiskide maitea (Txalaparta), Ametsetarako hitzak (Hitza), Haginetako mina (Txalaparta) y GVERO (El País).
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