Usted nació en Zarautz, y es bertsolari, guionista, escritor, músico...
No, no soy músico.
Pero, para recitar bertsos, habrá que saber algo de música, ¿no?
No. Hay que saber de canto, pero la música no tiene nada que ver. Se debe aprender a gestionar la voz, para suavizar o potenciar el mensaje, pero no es necesario tener buena voz. De cadencia y ritmo sé algo, pero todo lo demás de la música me suena a chino.
De todos modos, también ha trabajado en otros ámbitos. En la investigación, por ejemplo...
Sólo con respecto a la literatura oral. Pero no soy investigador.
Sí que es usted modesto...
Es que el único campo que he investigado es el del bertsolarismo, no más.
Sus recuerdos de la niñez...
Nací en Zarautz, en el centro, y a los once o doce años nos trasladamos al barrio de Azken Portu, que está al sur de la ciudad. El norte y el sur están divididos por la vía del tren. La diferencia era sociológicamente importante, porque en el norte, en la costa, vivía un determinado tipo de gente, y en el sur la clase obrera y los inmigrantes. Yo nací en una zona y a los once años me fui a la otra, conque he conocido las dos caras de Zarautz. Y me ha ayudado a alcanzar un equilibrio. Ahora ya no hay tanta diferencia entre ambas zonas.
¿Estudió en colegio o en ikastola?
En ikastola, en la primera promoción de la ikastola Salbatore Mitxelena de Zarautz. Este hecho indica lo jóvenes que eran mis padres, tanto física como mentalmente. Los artistas, por lo general, suelen declarar que han tenido una infancia difícil y conflictiva, pero yo no. Yo he tenido una infancia y juventud felices, sin grandes conflictos personales.
¿Cómo era su familia?
Somos cuatro hermanos. Yo soy el mayor. Luego vienen dos chicos, de 41 y 33 años, creo, y mi hermana, descolgada... Arantza... (sonríe). Es de la edad de Maialen (Lujanbio)... creo que tiene 29 años. Soy su padrino. Nos llevamos quince años...
La menor de la familia es una chica...
Pues sí... La ama no cedió hasta tener una hija.
¿Qué hay de su familia?
Estoy casado y tengo dos hijos. Mi hija tiene 16 años, y mi hijo va a cumplir 12. Son muy majos. No son muy aficionados al bertsolarismo, no les interesa demasiado. Aunque, eso sí, son muy "autodisciplinados".
¿Cuál ha sido su trayectoria? Estudios, trabajo...
Estudié Filología Vasca; los tres primeros años en la Universidad de Deusto, en San Sebastián, y los dos últimos en la Facultad de Vitoria/Gasteiz. No fui un buen estudiante, pero sí lo bastante bueno como para disimularlo. Me parece que es fácil simular en los estudios...
¿Simular que se es buen estudiante?
Eee... ¿Que no? ¡A ver, si a los profesores les da miedo decir la verdad! Y luego oigo decir a los padres en la carnicería: "Me han dicho en la ikastola que mi hijo es muy inteligente; lo que pasa es que es muy vago". Ojo, que ser vago y ser tonto no es lo mismo. Si resulta que se han dado cuenta de que el crío es vago cuando ya tiene trece años, es que no es especialmente inteligente. Y eso de no decir la verdad sobre este tema... Así funciona nuestra sociedad. Bueno, pues vale. Ya veremos cómo nos va.
Pasó varios años en Vitoria/Gasteiz...
Sí, unos diez. Aunque, trabajando, siete y pico. Tras finalizar la carrera de Filología y quitarme el servicio militar de encima, obtuve una plaza de Técnico de Cultura en el Ayuntamiento de Vitoria/Gasteiz, pero cuando cumplí treinta años, decidí jubilarme.
Prácticamente, en cuanto obtuvo la plaza...
Sí, conseguí el trabajo y lo dejé. Pero no se crea, que siete años trabajando se hacen largos. Ostras, que había que ir todos los días... En realidad, era un trabajo bonito y agradable, pero ya para entonces me movía en el mundo del bertsolarismo, y me resultaba muy difícil compaginar ambas facetas.
Y se decantó por el bertsolarismo...
Me parecía más fácil recitar bertsos, aunque siempre tratas de dar lo mejor de ti en el tablado. En el trabajo, sin embargo, tenía que andar pidiendo permisos y dejando parte de mi trabajo en manos de otra persona. Y eso no me gusta. Me gusta hacer las cosas por mí mismo; nunca delego nada.
¿Se ocupa usted de todo el proceso?
Sí. Soy creador y autor. Un currela.
Un productor...
Pues... (con maliciosa mirada), puede que sí. Sí, productor. Ésa puede ser la palabra. Estoy de acuerdo. (Silencio).
¿Lo más bonito que haya dicho y que le hayan dicho?
Lo más bonito que haya dicho... pues no lo sé. ¡Digo tantas cosas!
¿Todas bonitas?
No, no... de todo. Entre las cosas más bonitas que me hayan dicho nunca, está lo que me dijo en una ocasión un compañero de trabajo de Vitoria/Gasteiz: "Oye, Andoni, ya me gustaría aprender euskara para poder decir unas guarradas bien dichas, como dices tú". Y yo me decía para mis adentros: "Bueno, puede ser una motivación para aprender un idioma. ¿Por qué no?". Un idioma proporciona una imagen distinta de una cultura. Por otro lado, y aunque voy aprendiendo, no soy muy dado a expresar mis sentimientos... En cuestiones sentimentales, ni pido, ni doy mucho.
Puede traducir poesía...
No. Yo creo que la "alta condensación poética" es intraducible. Y la condensación poética puede ser un bertso, un trozo de un poema o un anuncio de televisión. No se puede traducir con la misma intensidad, precisamente porque la poesía, o la condensación poética, es resultado de llevar los recursos de un idioma a su extremo.
Mejor aprender el idioma...
Y disfrutar...
¿Cómo, cuándo y por qué se animó a adentrarse en el mundo del bertsolarismo?
Yo creo que se lo debo al ambiente que se respiraba en la ikastola de Zarautz. Tuve mucha suerte teniendo a Imanol Urbieta como profesor de música, y a Andu Lertxundi, que también fue mi profesor... En cierto modo, perdí el miedo a la creatividad y al público... Me inicié en el bertsolarismo gracias a ese sustrato. Y no con 12 ó 9 años, que es cuando empiezan ahora, sino con 18. Imagínese, corrí mi primera maratón antes de recitar mi primer bertso. Para cuando empecé, mi cosmovisión ya estaba preparada. Foto: Justy García Koch.
¿Qué le animó? ¿Cómo aprendió?
Soy totalmente autodidacta. Empecé a disfrutar del bertsolarismo por sorpresa. En aquellos años, nadie se esperaba que un niño de ciudad, de Zarautz, practicara el bertsolarismo. Empecé a aprenderlo por mi cuenta, entrenándome yo solo. No fue ninguna casualidad; fue una decisión mía. Cuando escuché a Amuriza en el campeonato de 1980, me dije: "¡Jo, yo de mayor quiero ser así!".
¿Cómo se entrena?
Puede que a algunos les parezca excesivo, pero a mí me gusta hacer los exámenes uno tras otro, y, si no me los ponen, me los pongo yo mismo. Hay muchas maneras de vivir, y una de ellas es vivir sin exámenes, que es tan aceptable como cualquier otra manera, pero a mí siempre me ha gustado poner medidores...
¿También a los demás?
No, sólo a mí mismo, que bastante tengo. Los funcionarios, por ejemplo, son muy criticados por trabajar poco y por su holgazanería. Pero ¡qué va! ¡A mí me parece un problema el tener que superar una oposición y permanecer cuarenta años en el mismo puesto de trabajo! Los trabajadores privados, en cambio, no han superado ni un solo examen.
¿Cómo es el día a día de un bertsolari? El suyo, por ejemplo...
Nosotros vivimos en el tablado. Unas ciento cincuenta actuaciones... no es como ir a la oficina y fichar... Hay que actuar delante de la gente, y a nadie le gusta tener días malos. Por eso es tan bonito, porque cada día tienes nuevos estímulos. ¿Que cómo nos entrenamos? Pues en el tablado. Gracias a la "gimnasia mental", la maquinaria no se nos oxida. Estamos siempre cantando.
¿No resulta duro tener que realizar tantas actuaciones?
Bueno, el tener que andar de un lado para otro, ante la atenta mirada del público, comer, beber y fumar... es un castigo, pero debe de ser más duro tener sólo diez actuaciones al año. Además, el bertsolarismo es muy aleatorio en cuanto a resultados. Puede que un determinado día vayas a un municipio sin muchas ganas de recitar y con dolor de cabeza, y resulta que haces una espléndida actuación, y, sin embargo, vas otro día totalmente entusiasmado, y no te sale nada...
¿Le queda tiempo para otros menesteres, con ciento cincuenta actuaciones al año?
Es cuestión de organizarse. En este aspecto, coincido con Denouex (ex-entrenador de la Real Sociedad): "No excusas". Veo la televisión, leo la prensa, estoy con la familia... De modo que cuando alguien me dice: "¡Uf! ¡Qué ocupado estoy!". ¡Pues qué quieres que te diga! Hay que ver qué entiende cada uno por "ocupado". No aguanto la excusa "es que".
¿Cómo es vuestro mundo: cerrado, abierto...? ¿Andáis siempre la misma gente?
No, no. Es un mundo muy abierto. Hoy apenas queda gente que actuaba cuando yo empecé. Ahora tengo gente muy joven a mi alrededor: Maialen Lujanbio, Amets Arzalluz, Igor Elortza, Unai Iturriaga... Imagínese, Amets ni tan siquiera había nacido cuando yo empecé... Además, el sistema de contratación está ahora en manos de las sociedades públicas, que son quienes deciden a quién llamar... De modo que no hay peligro de que se convierta en un mundo cerrado.
¿Cómo se ve a sí mismo? Llegan nuevas generaciones, pero usted sigue tan fresco...
Bueno, para mí es muy interesante. En la final del 86, en mi primera final, resultó novedoso que yo proclamara, en nombre del alcalde, el modelo "D" para las ikastolas, y veinte años más tarde hemos podido comprobar que, quizás, ese modelo no ha servido... Hay que ver cómo ha cambiado la sociedad en ese tema. En el 82, no existía el SIDA, o al menos no lo conocimos hasta aproximadamente el 84... ¡Tampoco había Internet!
Ni los SMS...
¡Tampoco! También sobre esas cosas hay que tener una visión en el tablado. La cuestión es que yo no soy nada digital. En eso, las mujeres nos sacan una gran ventaja.
¿En el aspecto digital?
Sí, en la "digitalidad". Los chicos siempre andan 'taca-taca-taca', que si con el Game-boy, con el Play-station, con los juegos del ordenador, con el MP3... Alguna destreza se necesita, pero no sirve para nada más. Las chicas, sin embargo, dedican más tiempo a actividades que no se agotan en ellas mismas, como por ejemplo a hablar. Hablando se aprenden un montón de cosas...
A este respecto, me parece muy preocupante la costumbre que tienen los jóvenes de emplear la coletilla "sin más". Lo que hacen es cortar la conversación. La falta de discurso de los jóvenes me preocupa.
La diferencia entre chicos y chicas...
Sí... Parece ser que las chicas prestan más atención al habla... y están las mujeres activas... si una mujer activa se propone atraparte, ¡no va a ceder hasta que lo consiga!
¿Ayuda en el tablado el buen conocimiento de los temas?
No especialmente. Respecto al fenómeno de los tsunamis, por ejemplo, ¿es mejor saber mucho o poco? El saber mucho no tiene nada que ver... Pedro Miguel Etxenike no es bertsolari, y Joxe Agirre sí…(sonríe). El bertsolarismo no tiene nada que ver con la "sabiduría".
¿Qué es el bertsolarismo?
Se trata de expresar espontáneamente, y del modo más eficaz posible, los pensamientos y sentimientos que te sugiere el tema que te ha sido propuesto, y donde generalmente tienes que ajustarte al papel que te conceden. (¡Menuda definición!)
Del modo más eficaz posible...
Hay tres maneras de llegar a una persona: a través del corazón, de la mente, y del oído. Tanto mejor si puedes combinar las tres...
Ya para ir terminando... Ha sido tres veces campeón. ¿Sueña con la cuarta vez?
¡Es mucho! ¡Demasiado! La primera vez que gané, Induráin ganó su segundo o tercer Tour... Luego vendrían Ullrich, Pantani y Armstrong...
¿Con ganas de volver a ganar?
No suelo ir con el deseo de ganar, sino de realizar una buena actuación. Las matemáticas se ocuparán de darnos el lugar que nos corresponde, no el jurado. Lo que el jurado determina es cómo se realizará la puntuación, pero, de ahí en adelante, no se reúnen para concretar qué puntuación merece una actuación; simplemente, se suman los puntos y ya está. Son las matemáticas las que deciden.
¿Alguna novedad de cara al próximo Campeonato? Sí. Hemos decidido salir del "nidito" de San Sebastián y movernos a Barakaldo. También allí hay un montón de euskaldunes, y gente que ha hecho un gran esfuerzo por aprender el euskara, que es una lengua que tiene también su valor lúdico. Este año, además, hemos procurado acercarnos a los castellanoparlantes, para enseñarles en qué consiste la improvisación en euskara. Andoni Egaña Makazaga (Zarautz, 1961) Bertsolari. Estudió Filología Vasca en Vitoria/Gasteiz. Fue campeón de los Campeonatos Nacionales de 1993 y 1997. Entres sus múltiples facetas, destacan las de bertsolari, articulista y guionista. También ha publicado varios libros. Ha sido miembro de la Asociación de Amigos del Bertsolarismo (1995-2000), y en la actualidad forma parte de un grupo dedicado a diseñar un método mediante el cual desarrollar la oralidad en las escuelas. En su andadura literaria, cabe destacar la colección de cuentos Sokratikoek ere badute ama (Elkar, 1989) y la colección de artículos Aitaren batean (Elkar, 1990). Escribió, asimismo, un ensayo sobre el bertsolarismo, junto con Jon Sarasua, Zozoak beleari (Alberdania, 1997). En 1999 recibió el Premio Euskadi por su novela Pausoa noiz luzatu.