Iñaki Beristain: "Desaparezcamos los franciscanos o no, nuestro reto principal consiste en que Arantzazu abra sus puertas al futuro"

2001-11-30

SALA, Teresa

Elkarrizketa: Iñaki Beristain Iñaki Beristain, Franciscano de Arantzazu "Desaparezcamos los franciscanos o no, nuestro reto principal consiste en que Arantzazu abra sus puertas al futuro" * Traducción al español del original en euskera Teresa Sala Este año se cumplen quinientos años desde que los Franciscanos llegaran a Arantzazu. Cinco siglos a lo largo de los cuales los hermosos parajes que rodean al Aizkorri han sido testigos de un sinfín de acontecimientos, obras e historias. Y es que Arantzazu es mucho más que un santuario; es precursora de la cultura vasca, símbolo del arte contemporáneo y cuna de buena parte de los eruditos de nuestro país. Mientras tanto, los franciscanos siguen predicando el ejemplo de la fe, la entrega y la humildad. Iñaki Beristain, que vive en Arantzazu desde 1967, no sólo cumple con las obligaciones cotidianas de todo sacerdote, sino que además ofrece misas en la radio, redacta crónicas para varios diarios y en ocasiones incluso participa en la televisión. Si bien durante los últimos años, a raíz de la disminución del número de franciscanos y del debilitamiento de la fe de los católicos, la situación ha cambiado considerablemente, Beristain se muestra optimista con respecto al futuro del Santuario. "El pueblo nos quiere y eso nos basta. Arantzazu va a más, y tiene las puertas del futuro abiertas", expresa mientras la nieve embellece más aún si cabe las proximidades del Santuario durante una fría tarde de domingo. El 11 de diciembre se dará comienzo al I. Congreso Internacional "Arantzazu y los Franciscanos en América". ¿Qué aportaciones pretende realizar? Tendrán lugar distintas actividades, algunas de los cuales ya se han celebrado. En septiembre celebramos un congreso sobre los Santuarios del Estado, en el que participaron los directores de una cincuentena de santuarios, y donde tuvimos ocasión de reflexionar tanto sobre Arantzazu como sobre los retos a los que los santuarios habrán de enfrentarse en el nuevo milenio. Por tanto, elcongreso que tendrá lugar en diciembre y que celebraremos en la Universidad de Oñati junto con Eusko Ikaskuntza Sociedad de Estudios Vascos será el segundo. Estoy convencido de que serán unas jornadas muy interesantes. Contará con la participación de muchos profesores y los temas a tratar revisten un gran interés. De subrayar algún aspecto, destacaría la ponencia sobre Fray Juan de Zumarraga. Según afirma nuestro archivero, hay documentos que certifican que estuvo en Arantzazu. Por otra parte, también considero interesante el tema relativo a las Cofradías de Nuestra Señora de Arantzazu que se encuentran en otros países. Sin embargo, y aunque yo señale especialmente estos dos aspectos, creo que todo el Congreso en su conjunto resulta sumamente interesante. Hacia mayo del año que viene nos gustaría organizar otro Congreso, coordinado por Joseba Intxausti. Versará sobre la vida de los religiosos en Euskal Herria, dada la cantidad de órdenes que se han fundado y conviven en nuestro país. También nos gustaría preparar un cuarto Congreso, concretamente, sobre el futuro de la orden de los Franciscanos en Euskal Herria. Además de celebrar Congresos y Asambleas, han publicado ediciones especiales. Sí. A los libros les concedemos una importancia especial. Nos gustaría publicar aproximadamente seis volúmenes. Por el momento hemos editado dos. En uno de ellos Kandido Zubizarreta describe los tumultuosos primeros años de Arantzazu. Conocíamos algunas anécdotas, pero no habíamos tenido ocasión de conocer toda su historia. La segunda publicación es una obra colectiva y se titula "Arantzazu, un santuario vasco en el siglo XX". Quisiéramos resumir más obras para elaborar otro libro, y recopilar los escritos de San Francisco y Santa Clara junto con sus biografías. Los documentos ya están traducidos al euskera, y en estos momentos estamos ordenando las notas y los prólogos. Como puede imaginarse, es un trabajo que nos ha llevado años. ¿Organizan algún otro tipo de actividad, ademásde todo lo expuesto? Sí, sobre todo conciertos de música. La víspera de Reyes la Joven Orquesta de Euskadi ofrecerá un concierto en el Santuario, y tenemos apalabrada una representación especial con Ainhoa Arteta. Nos gustaría que en agosto, como clausura de las celebraciones, la Quincena Musical de Donostia interpretara en Arantzazu piezas musicales del músico oñatiarra Felix Ibarrondo, así como celebrar algún evento junto con los bertsolaris. Euskaltzaindia Real Academia de la Lengua Vasca celebrará en Arantzazu su asamblea. Las obras del Seminario del Santuario están a punto comenzar. ¿Qué propósitos tienen a este respecto? ¿Qué objetivos desean alcanzar? Desde hace mucho tiempo, ante la falta de seminaristas, y al no darle ningún uso, el Seminario se está degradando. Aunque no dejemos de ponerlo a disposición de las entidades, nadie le encuentra ninguna utilidad. Por lo tanto, decidimos presentar un proyecto. Así, derribaremos parte del edificio para construir un gran centro cultural en el que poder desarrollar otra serie de actividades. Nos gustaría abrir nuestra biblioteca al público, disponer de un gran salón para actos y reuniones, de una cafetería y de un local donde escuchar música, y traer exposiciones itinerantes. Por el momento no hay nada decidido, estamos barajando las posibilidades. Confiamos en que las obras de demolición comiencen a principios de año. Para ello contaremos con la colaboración del Gobierno Vasco y de la Diputación Foral. Arantzazu está cambiando. ¿Qué futuro vislumbra para el Santuario de Arantzazu? Es cierto que durante los últimos años Arantzazu ha cambiado mucho. Cuando llegué, en 1967, vivían más de cien frailes. Se desarrollaba un importante movimiento cultural vasco en torno a la revista Jakin. Eran tiempos de gran ímpetu. Pero la sociedad y la propia Iglesia han cambiado visiblemente, y muchos frailes decidieron salir de la orden. De la veintena de estudiantes que llegaron junto conmigo, sólo tres hemos llegado a ordenarnosfranciscanos. Hoy en día estamos un total de cuarenta y cinco frailes, y yo soy el segundo más joven... En ese aspecto Arantzazu ha tenido una tendencia a la baja, pero considero que en todo lo demás el Santuario ha ido a más. No me cabe ninguna duda de que si los franciscanos de Euskal Herria tienen que desaparecer, van a hacerlo en Arantzazu. Pero, desaparezcamos o no, nuestro reto principal consiste en que Arantzazu abra sus puertas al futuro, y para ello habremos de contar con la ayuda de los laicos. Eso es, precisamente, lo que venimos haciendo: involucrar a la gente en las tareas de Arantzazu. Con el objeto de asegurar el futuro del Santuario, hemos formando la Asociación de Amigos de Arantzazu, bajo la finalidad de congregar en su seno a todas las personas que aman a Arantzazu, sean creyentes o no. Y es que el Santuario abarca múltiples disciplinas: cultura, arte, naturaleza, religión... La única condición es amar a Arantzazu. Yo me encuentro muy ilusionado; creo que ése es el camino que deberíamos seguir. Nos gustaría informar de ello a quienes en su día fueron estudiantes, porque hay mucha gente valiosa entre ellos. Si conseguimos poner en marcha todo este proyecto, el futuro de Arantzazu está asegurado. ¿Qué supone el hecho de ser franciscano? En primer lugar diría que nos sentimos aceptados por el pueblo. Para nosotros, el sentimiento de pertenecer al pueblo es vital. Todos conocen a los frailes de Arantzazu. La revista del Santuario se editó por primera vez en 1921, y hoy en día llega a 12.000 casas. Por tanto, el hecho de ser franciscano significa sobre todo ser parte del pueblo. A fin de cuentas, se trata de un modo de vida. Entre otras cosas, sentimos admiración por la naturaleza. Para Bitoriano Gandiaga, por ejemplo, el entorno natural de Arantzazu era fundamental. También destacaría la virtud de la humildad, ya que procuramos realizar las tareas sin complicaciones pero con calidad. En cuanto a la fe, mostramos a un Dios atractivo y amistoso, porquelo cierto es que la religión ha extendido la figura de un Dios duro y eso va en contra del espíritu franciscano. Creo que deberíamos hacer un esfuerzo, y creo que en cierta medida lo estamos haciendo, por mostrar a un Dios que se preocupa por la humanidad, tal y como lo hiciera San Francisco. ¿Cómo discurre la vida de un fraile de Arantzazu? Aquí desarrollamos una vida sencilla. Realizamos las tareas en comunidad. Por la mañana, nada más despertarnos, a las siete y media, damos comienzo al día con las oraciones. Tras el desayuno, cada uno se vuelca en su trabajo: unos preparan sus emisiones radiofónicas, otros cocinan, otros van a la biblioteca... Aquí hay mucho trabajo, y muy enriquecedor. Luego nos reunimos para comer todos juntos para volver después a nuestros quehaceres. A las ocho de la tarde rezamos y a continuación cenamos. Después leemos, vemos la televisión, conversamos... Llevamos una vida muy simple. ¿Qué opina sobre la relación de los jóvenes con el cristianismo? Creo que habría que analizar muchos factores, porque opino que la situación es muy variada. Yo no abogaría por enseñar la doctrina a la antigua usanza, sino que empezaría por tratar de conseguir un cierto nivel de humanidad. Yo planteo la evangelización desde un nivel personal. El evangelio da una respuesta para cada persona, es un proceso individual. Por eso, deberíamos colaborar en el desarrollo del crecimiento del joven. Lo que más me preocupa en este aspecto es que no haya ningún proceso, porque los jóvenes de hoy en día no piensan más que en el presente. Sin embargo, si una persona deja de concebir su vida como un proceso de crecimiento, ¿dónde va a llegar? Y el problema no es sólo de los jóvenes, sino también de los mayores. Yo utilizo mucho Internet. Hay jóvenes que me escriben contándome sus problemas. Por increíble que parezca, y aunque no nos conozcamos personalmente, entre nosotros ha surgido una relación muy bonita. Para mí es fundamental tener inquietudes para poder crecer como persona. ¿Qué le indujo a ser franciscano? Yo nací en Errezil, mi casa estaba junto a la Iglesia y teníamos un bar. Estábamos al tanto de todo lo referente a la Iglesia. A Arantzazu vinimos tres hermanos y los tres seguimos siendo frailes. Hice mis votos de noviciado a los quince años y luego estudié filosofía. Siempre he estado interesado por la cultura Vasca. Más tarde, mientras estudiaba teología, con veintitrés años, hice los votos perpetuos. En ese momento la mayoría regresó a su casa. Esos años tuvieron para mí un significado especial, porque pude comprobar cómo la inquietud por el mundo vasco y la fe eran compatibles. Vi con claridad que podía prestar un gran servicio a Euskal Herria desde mi condición de fraile. Eso no quiere decir que siempre lo haya tenido tan claro, porque también he tenido mis altibajos, como en otros aspectos de la vida, ya que las cosas nunca salen como uno desea. Durante estos años no he dejado de renovar mi ofrenda y crecer como persona, y así es como sigo. Fotografías: Teresa Sala Euskonews & Media 146.zbk (2001/11 30/12 14) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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