Ha dedicado toda su vida a la investigación de la Prehistoria del País Vasco. En su opinión, ¿se da el suficiente apoyo y ayuda para poder investigar y conservar nuestro patrimonio? ¿Realmente conservamos como es debido nuestro patrimonio cultural?
Las cosas han cambiado mucho en todos estos años. Mis primeras investigaciones, mis primeros 15 años de investigación, tuvieron lugar bajo el régimen de Franco. De entonces, a las siguientes, que ha sido el resto de mi vida, las condiciones cambiaron radicalmente. De todas maneras no se puede vivir de la investigación. La investigación en estos temas, sobre todo relacionados con las ciencias humanas están ligadas a la enseñanza. Yo me acuerdo que cuando estaba terminando la carrera, que la estudié en la Universidad Complutense en Madrid (todavía faltaban más de 20 años para que surgiera la UPV), me acerqué a un profesor muy bueno que era un gran investigador, con idea de estructurar un poco mi tesis, a ver qué era lo que él me decía. Y me llevé un sopetón porque me dijo: “Usted olvídese de tesis, coja los libros de la carrera, enciérrese uno o dos años en un cuarto y prepare unas oposiciones a Instituto”. Me decepcionó, pero me pareció que su experiencia era fuerte y le obedecí. Y es lo que hice. Acerté, porque la investigación está ligada a la enseñanza sin duda. La enseñanza deja mucho tiempo, hay grandes vacaciones, es muy bueno cara a eso. Claro, te tiene que gustar la enseñanza, si no te gusta los que pagan son los alumnos. Hace falta vocación. A mí me ha gustado mucho la enseñanza. Disfrutaba mucho primero en el instituto y luego en la universidad. El contacto con los jóvenes siempre es vivificador. He disfrutado mucho en la enseñanza y prueba de ello es que la alargué hasta los 70 años a pesar de que había cumplido casi 40 de enseñanza. Estaban contentos los alumnos y yo también.
Desde entonces las condiciones han cambiado en otros aspectos. Por ejemplo, yo me acuerdo que a las investigaciones de Barandiaran en cuevas, acudíamos 2 ó 3 personas. Se nos pagaba la estancia y no había dinero para pagar a más. Yo he dirigido campañas de investigación donde han venido 20 y 25 estudiantes, porque a todos ellos se les podía resolver la estancia. El dinero, después de la muerte de Franco subió mucho para esto. Las condiciones cambiaron pero ya digo, no se puede vivir de la investigación, es inútil.
Cara al patrimonio los años del franquismo fueron tristes. Importaba un bledo todo lo que aquí pudiera haber. Luego ya hubo un cambio de talante. Las autoridades eran de aquí, eran abertzales, y les interesaba. Pero no siempre se han hecho, ni todos han hecho las cosas como es debido. Recuerdo que a finales del siglo pasado, nuestros megalitos, dólmenes, cromlechs, menhires... estaban en una situación deplorable. Muchos de ellos estaban llenos de zarzas, de árgoma, de espinos y no se veían. Habían empezado a hacerse grandes trabajos en la montaña con máquinas potentes, abriendo pistas, entonces se hizo la conducción de gas que pasaba por todos los cordales y por todos los collados... se hacía una gran zanja para meter el tubo. Empezaron a cargarse dólmenes y aquello nos alarmó mucho. Nosotros habíamos hecho anteriormente la carta arqueológica de megalitos de Gipuzkoa, es decir un catálogo de todos los megalitos. Entonces acudimos al Gobierno Vasco, siendo consejera Mari Carmen Garmendia. Era el Gobierno de Ibarretxe. Nos atendió muy bien, se percató de lo que se trataba, se daba cuenta de que se estaban destruyendo y le pusimos ejemplos.
Aquí mismo, en Igeldo, un dolmen precioso que estaba en un prado, en un hierbal, lo arrasó una máquina por completo. Allí quedaron dispersos las puntas de flechas, los cuchillos de sílex, la cerámica y algunos objetos de bronce. Ese dolmen había durado 4000 años y desapareció en media hora. Cuando uno piensa que hace 4000 años, al pasar por aquel collado depositaron allí el cuerpo de un ser querido con todos aquellos objetos, con aquel cuidado y que depositaron también con él sus lágrimas, verlo destrozado en nuestros días, en media hora... Los dólmenes los colocaban en sitios estratégicos, porque cuando pasaban con sus ovejas por los caminos de trashumancia de invierno y verano, los tenían cerca, necesitaban su contacto. De esa manera se les hacía más llevadera la ausencia y menos amargas las lágrimas. Era verdaderamente doloroso para cualquiera que tuviera sensibilidad y Mari Carmen Garmendia la tuvo. Primeramente decretó monumentos nacionales a todos los dólmenes, todos los megalitos de Gipuzkoa. No lo hizo en Bizkaia y Araba porque no estaban hechas las cartas arqueológicas. Allí no se sabía lo que se declaraba, aquí, al estar hecha la carta cada uno de ellos estaba bien situado en su lugar. Los protegió con la ley primero y luego nos dio todo el dinero que le pedimos para limpiar todos aquellos que estaban llenos de árgoma y de zarzas. Y además poner un hito señalizador. Poníamos en él de qué se trataba (un monumento de tal época, lo que significaba, etc.) de tal manera que los “mendizales” lo veían y aprendían. Esto tuvo además un efecto multiplicador porque algunos de ellos identificaban algunos que estaban sin señalizar. Íbamos con ellos y a veces resultaba ser otro dolmen que no conocíamos. Otras veces no, eran un montón de piedras sin organización. Se aumentó mucho la carta arqueológica, tanto que en la carta que publicamos en 1982, un libro de unas 300 páginas, estaban todos los megalitos y todas las cuevas de Gipuzkoa. Años más tarde, 1990, publicamos un tomo enorme de sólo megalitos y otro con sólo cuevas por las aportaciones citadas. Eso fue magnífico. Pero hoy de nuevo los megalitos están como entonces, llenos de zarzas, llenos de maleza, o sea, muchos de ellos están en grave riesgo de desaparición y hoy nadie hace nada. Esa es la doble forma de cómo se ha cuidado el patrimonio aquí.
En las excavaciones por ejemplo han salido muchos objetos, algunos de los cuales son maravillosos y sería magnífico tenerlos en un museo. Yo llevo 50 años diciendo que Gipuzkoa es la única provincia de todo el Estado español que no tiene Museo Arqueológico. Bizkaia y Araba lo tienen. En Araba, como salió con Franco, nunca perdió el concierto económico y siempre tuvo más dinero. Tienen sus museos arqueológicos, aquí seguimos sin él. “Cara al patrimonio los años del franquismo fueron tristes. Le importaba un bledo todo lo que aquí pudiera haber”.
Cuando terminábamos el proyecto de Ekainberri, que era precisamente para salvar el santuario de Ekain de visitas, porque está claro que las visitas perjudican al arte rupestre, el Diputado General de Gipuzkoa que llevaba además Cultura (José Juan González de Txabarri), nos encargó que hiciéramos la museología para un museo de arqueología en Gipuzkoa. Le hicimos toda la museología, con un dinero para ello, pero vino un cambio en la Diputación y se acabó todo. Habíamos ganado además un proyecto europeo, un proyecto muy bueno. Vino un finlandés del jurado a conocer el proyecto e inspeccionarlo y ver el lugar donde iba a ir el museo. Le gustó y concedieron el dinero, pero se perdió el dinero asignado. Y lo peor no es perder el dinero, se perdió el prestigio. Yo me acuerdo, que cuando se había terminado la museología se hizo una presentación en Zestoa porque allí se estaba trabajando en la réplica de Ekain. Me acuerdo que dije: “Azkenen proiektu hau egi berdaderoa bihurtuko da, Berastegin esaten dan bezela”. Y no ha resultado así. Por tanto una de cal y otra de arena en el cuidar de nuestro patrimonio.
El patrimonio arqueológico no es nuestro, el patrimonio es de nuestros hijos y de nuestros descendientes. Es algo que viene del pasado y que lo tenemos que transmitir a los demás. Un pueblo sin memoria no es un verdadero pueblo. De la misma manera que el cerebro para pensar necesita de recuerdos, cuando terminan los recuerdos llega el alzheimer... los pueblos necesitan recuerdos, si no les llega el alzheimer igual que a nuestro cerebro. Eso es el patrimonio. Por otra parte, me acuerdo que cuando participamos en las excavaciones de Nubia, en Sudán, a raíz del salvamento de los tesoros de Nubia porque se iba a construir una gran presa (Asuan), André Malraux, que era ministro de Cultura en Francia, dijo que “lo más grande que un hombre puede hacer en la vida, es salvar a algo de la muerte”. Allí iban a quedar todos aquellos tesoros de Nubia bajo las aguas, a 60 metros de profundidad porque eso era lo que crecía el embalse. Y todo aquello se salvó gracias a 18 misiones de 18 países distintos que acudimos a hacer excavaciones de urgencia para salvar esos tesoros. Nosotros tendríamos que tener conciencia también de eso mismo y salvar de la muerte esas cosas que están ahora en peligro de muerte.
¿Qué ha aportado la revolución tecnológica a la investigación y a la ciencia?
La tecnología ha traído muchos bienes a la investigación. Hay que dominarla. La tecnología tiene que ser manejada por el investigador. Que nunca la tecnología domine al investigador. Así, no cabe duda de que es muy importante la informática, que hoy llena todos los espacios. Las excavaciones se hacen con más precisión gracias a la informática, los planos son más exactos, los objetos se sitúan mejor en esos planos, es una gran ayuda. Por otra parte la difusión y el estar al día es también más fácil gracias a la informática.
Recuerdo que cuando estaba en Nubia y escribía a casa, mi carta tardaba unos 15 días en llegar. La respuesta, por tanto, la tenía al mes. Ahora si uno de Australia pregunta un detalle, al minuto tiene la respuesta. Eso es un gran avance para la investigación. No sólo la informática, la medición del pasado, la geocronología también es muy importante y otros muchos métodos de medición del pasado. Durante muchos años se ha utilizado el carbono 14 y se sigue utilizando, pero también hay otros medios de datación.
Por ejemplo, cuando trabajaban Don Telesforo de Aranzadi y Don Jose Miguel de Barandiaran en Urtiaga antes de la guerra, en esta cueva de Itziar encontraron una serie de cráneos humanos. Uno estaba en un nivel Magdaleniense, es decir, un nivel que dista de nosotros unos 12 mil años. Otro estaba en un nivel Aziniense, que dista de nosotros unos 9-10 mil años y otros estaban niveles pertenecientes a la época del Bronce (de hace unos 3500 años). Ocurría que el cráneo más profundo, tenía caracteres cromagnonoides y los del nivel intermedio, tenía unos caracteres intermedios entre cromagnon y vasco actual. Y los otros, los que estaban en la parte superior, tenían aspecto de vascos actuales. Don Telesforo, que era catedrático de Antropología física en la Universidad de Barcelona, ideó una teoría muy sugerente. Todos se preguntaban: ¿de dónde han venido los vascos? No, el vasco no ha venido de ninguna parte, sino que se formó aquí. El hombre de cromagnon, que poblaba Europa, en unos sitios evolucionó hacia la raza dinárica, en otros hacia el tipo escandinavo y en otros hacia el tipo vasco actual. Nosotros no hemos venido de ningún lado, el hombre de cromagnon, que se asentó también aquí, evolucionó hacia el tipo vasco que conocemos.
Yo recuerdo que le preguntaba a Don Jose Miguel, porque el sitio donde trabajaron era un sitio muy estrecho y lo hicieron con luz de carburo, con muy deficiente iluminación: ¿están seguros que aquel cráneo era del Magdaleniense y que el otro era del Aziniense? ¿Están seguros de eso? ¿No será que los habitantes de la época del Bronce cavaron allí una tumba y metieron los cráneos, pero en zona profunda, interesando a niveles Magdalenienses y Azilienses? Dudó y dijo: “Pues es posible porque las condiciones en las que trabajábamos eran penosas”. Gracias a la tecnología ese tema se ha resuelto. En un comienzo el carbono 14 exigía unos 250-300 gr. de huesos para datar. Claro, no se podía destruir un cráneo para tener el capricho de tener su datación. Pero surgió el método de datación por aceleración de masas, y entonces se podía datar ese mismo cráneo mediante décimas de gramo. Así que extrajimos décimas de gramos del hueso del oído, del petroso. Escogimos muestras del cráneo Magdaleniense, del Aziliense y de los del Bronce y los enviamos a la Universidad de Upsala, en Suecia, donde se trabajaba con este método. La contestación que vino, fue que todos los cráneos eran de la misma época, de la edad del Bronce, de hace unos 3.500 años y distaban unos de otros unos 45 años. Toda aquella teoría tan bonita, tan sugerente igual es verdad, pero no tiene el sustento que entonces parecía tener. La tecnología ayuda en estos casos.
Luego, también han cambiado los fines. Por ejemplo en la época de Don Telesforo para estudiar los tipos humanos se hacía craneometría, múltiples medidas de un cráneo humano, índices que se obtenían de ahí, todos los antropólogos lo hacían igual. Orientaban los cráneos de la misma manera, según determinados planos y las medidas las tomaban exactamente igual. Es decir, era craneometría lo que se hacía. Hubo una época, allá por los años 50-60, en que se trabajó mucho en los grupos sanguíneos. Se hacían análisis de sangre, el famoso RH negativo, que tan abundante es en los vascos, fue en esa época cuando se trabajó. Hoy en día se trabaja el ADN, que da más información en muchos aspectos. O sea que la tecnología ayuda mucho, también evidentemente en la investigación. Ahora, como siempre digo, es el investigador el que tiene que orientar esa tecnología, determinar él lo que busca, no ser dominado por la tecnología. Porque claro, es tan fácil hoy pedir datos a una maquinita... A veces los datos le inundan a uno y luego no sabe cómo manejarlos. “Que nunca la tecnología domine al investigador, pero no cabe duda de que es muy importante la informática, hoy llena todos los espacios”.
Hablemos del pensamiento crítico dentro de la sociedad democrática. ¿Qué opinión posee un antropólogo de tan amplio recorrido sobre la ayuda que pudieran aportar los intelectuales en la escena política?
Pues sí, estaría muy bien que participaran más en la política, pero me parece que la cosa va en dirección contraria. Si pensamos en el nacimiento de la democracia, en Grecia tan al día en estos momentos, allí se reunieron un plantel de intelectuales en la política y no es raro que allí naciera la democracia. Pero es que la misma política está en manos de los financieros hoy en día. Yo creo que el mundo está “financiarizado” de tal manera que ni los políticos parece que mandan. Yo no sé si manda Rajoy, Hollande, o manda la gran banca y los grandes poderes económicos. Los intelectuales todavía están más lejos. A ese respecto yo que soy y he sido siempre optimista en mi vida, me siento bastante pesimista. Ha habido y hay políticos que recurren a veces a los intelectuales. El mismo Ibarretxe hacía a veces reuniones con intelectuales de distintos colores ante determinados problemas que traía entre manos. Y otros también lo hacen, pero yo creo que son excepciones y el intelectual cada vez entra menos ahí. Por otra parte, el político, sobre todo el político bajo, el político de pocas miras, quiere resultados rápidos, está mirando a las siguientes elecciones. Él quiere que se le responda rápidamente y quiere logros con rapidez porque su fin son las elecciones, no es el pueblo como tal. Mientras que el intelectual trabaja a plazo mucho más largo, no tiene prisa, trabaja con descanso, con sosiego, con reposo y hoy en día los políticos buenos deberían también trabajar así. Algunas cosas hay que hacerlas a corto plazo evidentemente pero otras cosas deberían de programarlas a más largo plazo y ahí podían tener más ayuda por parte de los intelectuales pero me temo que eso no es lo que hoy se estila.
Habiendo sido profesor, ¿qué opina de la desaparición de las humanidades de los planes de educación e investigación?, ¿Qué consecuencias puede acarrear esa discriminación?
Arrinconar las humanidades es algo gravísimo. Lo que está ocurriendo en la sociedad actual en todo el mundo es triste, porque si admiramos a Grecia es porque por ejemplo en Atenas en el s. V a.c. vivían juntos grandes literatos como Sófocles, Eurípides, Esquilo, grandes historiadores como Tucídides y Herodoto, filósofos como Socrates y tenía ya a su discípulo Platón jovencito pero que ya funcionaba en ese s. V. ¡Qué explendor en Atenas! Esas humanidades han dado vida a Europa evidentemente. Por tanto la pérdida de las humanidades es gravísima. Perder el Arte, la Historia, la Poesía...
Zatozkida, goi-arnas
eizu nerekin lan,
herri baten arnasa
mamitu dezadan. Geroak eran beza:
«herri bat izan zan»;
edo-ta hats emaiogun
hontan iraun dezan
Ese es el comienzo del poema Euskaldunak de Orixe, pidiendo ayuda para la tarea que iba a emprender. Eso no se puede perder, la poesía no se puede perder, si se pierde, se pierde un valor inmenso. Es tremendo. Y lo mismo pasa con las ciencias puras. Las ciencias puras son aquellas que no buscan aplicaciones. Para un científico puro, un biólogo puro tiene la misma importancia la mariposa que revolotea por las cumbres de Aitzkorri, que la vaca que pasta en el campo. Para un veterinario no, la vaca es lo que atiende, la mariposa le trae sin cuidado, su Ciencia es una ciencia aplicada. Mejor dicho, yo creo que no existen Ciencias Puras y Ciencias Aplicadas, sino existen las Ciencias y luego las aplicaciones de las Ciencias. El científico puro no se pregunta por la aplicación. Cuando Galileo estudiaba cómo se comportan dos cuerpos en el espacio, le interesaba eso, no estaba pensando en los satélites artificiales de hoy en día. Éstos distaban muchos siglos todavía. Pero estaba poniendo las bases de la Mecánica celeste, gracias a la cual están hoy los satélites ayudándonos tanto en la meteorología, en las comunicaciones, en tantas cosas... Cuando Mendel, por ejemplo estudiaba cómo se hereda el color de los guisantes, que ni siquiera eran guisantes comestibles, sino guisantes de olor, ornamentales, no pensaba ni en la mejora genética, ni en la mejora de cultivos, ni en la zootécnica, ni nada de eso. Pensaba en cómo se hereda el color. Por qué a veces la segunda generación no se parece a la primera sino que se parece a la parental? ¿Por qué los nietos a veces se parecen más que a los padres a sus abuelos? Eso le interesaba, ¿cómo se hereda el color en los guisantes? Y tuvo líos con el mayordomo del convento en Brno (Chequia), porque el mayordomo se quejaba al Prior de que aquel chalado estaba pidiéndole cada vez más terreno en la huerta.
Afortunadamente el Prior le hizo caso a Mendel y no al mayordomo. Esa es la ciencia pura. Luego vendrán las aplicaciones. Hoy estamos viendo las grandes aplicaciones de la Genética, pero gracias a que a Mendel le interesaba saber cómo se heredaba el color de la corola de las flores de los guisantes. Si se pierde la ciencia pura que entra dentro de las Humanidades, evidentemente se pierde todo. El banquero pregunta: y eso ¿para qué sirve? Pues no sirve para nada ahora, acaso servirá en el futuro, pero eso no le vale al banquero claro. ¿Para qué sirve la poesía? Para qué sirve... “asaba zaharren baratza” que decía Lizardi... Si se pierden las Humanidades se pierde algo gravísimo en la humanidad. La humanidad deja de ser humanidad y se pone al albur de los mercados, de las fuerzas económicas que la zarandean como les da la gana, porque su finalidad no es la creación de la belleza, de la justicia o del bienestar social sino el enriquecimiento del propio bolsillo. “¡Qué explendor en Atenas! Esas humanidades han dado vida a Europa evidentemente. Por tanto la pérdida de las humanidades es gravísima. Perder el Arte, la Historia, la Poesía...”.
Como ciudadanos nos gustaría contar con una “economía de aspecto más humano”. ¿Que podríamos hacer los ciudadanos en la medida que vivimos en un marco espacio-temporal diferente de los mercados que nos gobiernan?
Los ciudadanos, creo que poco podemos hacer ante esos grandes poderes económicos. Si los políticos, decía hace un momento, no son los que mandan, sino que están mandando las grandes finanzas, lo único que podemos hacer los ciudadanos es votar cada cuatro años, pero incluso en las votaciones no votas al que quieres sino al que un partido te pone allí en la lista. Esas famosas listas cerradas se deberían de organizar de otra manera, también las elecciones, pero bueno, algo es algo... Aparte de eso, me siento muy pesimista. Son tan tremendos esos poderes, juegan de tal manera con nosotros... Cuando uno piensa por ejemplo en el plan Marshall, que ayudó a Alemania después de la Guerra, fue una cosa buena pero había también ese querer mostrar al otro lado, donde estaba el comunismo, lo que era Occidente. Porque cuando uno visitaba entonces Berlín, la calle Kurfürstendamm, que era la calle del consumismo más absoluto, era la imagen que este mundo occidental, América imperialista, quería mostrar al mundo comunista, que todavía tenía entrada. Todavía los Polacos venían a Berlín Occidental, los de Alemania Oriental venían a Alemania Occidental porque todavía no se había levantado el muro. ¿Era todo ayudar realmente al pueblo o también mostrar que esto era mucho mejor que ellos que tenían. Había mucho de eso, incluso en esos momentos que parece que se ayuda a un pueblo abatido y destrozado. No hay duda que el Plan Marshall le vino también bien a Alemania y ésta supo responder, no se puede criticar. Pero tampoco era tan limpio como a primera vista pudiera parecer... Así que los ciudadanos ante esas fuerzas, yo creo que muy poco podemos hacer. Esta historia es un poco triste.
¿Qué opina del proyecto político europeo? En su opinión, ¿puede sobrevivir sin conformarse como una unidad democrática y social?
Europa... Tuvimos grandes ilusiones cuando empezó toda esta andadura. Había grandes políticos en aquella época, después de la última Guerra Mundial. Primero formaron la CECA (Comunidad del Carbono y del Acero), luego pasó a ser la CEE (Comunidad Económica Europea) y tras el acuerdo de Maastrich pasó a ser la UE (Unión Europea). Grandes ilusiones, y tampoco se puede rechazar sin más a la UE, minusvalorarla, en absoluto. Basta que pensemos que Francia y Alemania han estado en Guerra siempre y concretamente desde 1870 (Guerra Franco-Prusiana), 1914 (I Guerra Europea), 1939 (II Guerra Mundial). Francia y Alemania han estado luchando a cada paso, y ahora llevan 70 años sin luchar y eso, gracias a la UE. Y evidentemente hoy nadie vislumbra una guerra entre Francia y Alemania. Eso es resultado de la UE. Tenemos que apreciar la UE, sería una injusticia total menospreciarla ahora porque tiene estos problemas y porque acaso está demasiado dominada por las finanzas.
Aparte de eso, quizá falten los grandes políticos de un principio. Los tuvimos lo mismo en Alemania, que en Francia, que en Italia... Y estos últimos días ha sido muy triste todo lo que está pasando en Europa, pero es que en gran medida, más que los políticos están mandando los financieros. Si no se construye la política de los ciudadanos, la política de la Europa social y justa, entonces ya no es Europa. Europa es hija de Grecia, hija por tanto de aquellos que querían la justicia social y la paz y el bienestar de los ciudadanos. Hoy mira demasiado al bienestar de los banqueros... como hemos sido testigos a raíz de la crisis. A los bancos que peligraban se les ayudó substanciosamente y de pronto resulta que esos bancos suben sus sueldos de una manera escandalosa. Eso es inadmisible. Pero claro, esos son los que mandan, eso es lo triste. Europa sí, pero que vuelva a sus raíces y a lo que fue en la segunda mitad del s. XX, a raíz de la Guerra Mundial sobre todo, que fue extraordinario y lo que ha traído, pero ahora estamos como estamos.
Ojalá se resuelva este problema de Grecia que se debería de resolver. Claro, todo el mundo se mete con Tsipras pero la situación actual no la ha creado Tsipras, la han creado los gobiernos anteriores. Allí ha habido mucha corrupción y se ha hablado muy poco de esa corrupción, esos son los que han empobrecido Grecia. Eso que hemos visto también en España. Aquí se ha hablado más, incluso se están nombrando estos mismos días las grandes cabezas que han dirigido esa corrupción, pero allí de eso se ha hablado poco. Si Tsipras dice subir los impuestos a esas grandes fortunas, todos ponen el grito en el cielo. El que está pagando es el que menos culpa tiene. Lo de siempre, es el pueblo, son los niños, los enfermos, los ancianos. Esos son los que están pagando.Jesus Altuna Etxabe (Berastegi, 1932) Estudió Filosofía y Teología en los Seminarios de Vitoria y San Sebastián, Ciencias Biológicas en la Universidad Complutense de Madrid, donde se doctoró. A lo largo de su trayectoria el reconocido antropólogo ha participado en numerosos trabajos de campo como colaborador en excavaciones arqueológicas dirigidas por diversos arqueólogos, especialmente José Miguel de Barandiaran en el País Vasco y otros nacionales y extranjeros en el resto de la Región Cantábrica, desde 1960 hasta 1972. Participò en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la Nubia Sudanesa por encargo de la UNESCO. Director de excavaciones arqueológicas desde 1973 hasta la actualidad, especialmente en el País Vasco. Docencia primeramente como catedrático del Instituto J. M. Usandizaga de Enseñanza Media de San Sebastián. Desde 1980 hasta su jubilación en 2002 fue Catedrático de Didáctica de las Ciencias Experimentales en la Universidad del País Vasco. Sus temas principales de investigación y trabajo son Arqueozoología de yacimientos prehistóricos, Arte Paleolítico y Protección del Patrimonio Arqueológico. Ha asumido cargos de Director del Departamento de Prehistoria de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Director de la revista MUNIBE, Miembro del Comité Internacional del ICAZ, Miembro del Comité de redacción de varias revistas científicas: como la Revista Internacional de Estudios Vascos, Doñana, Acta Vertebrata, Archaeofauna, Archaeozoologia, Anthropozoologica, Férvedes, Miembro de Honor del Centre de Recherches d'Ecologie Souterraine y del ICAZ (International Council for Archeozoology). Participación o Dirección de Proyectos de Investigación y Excavaciones en las Cuevas de Ekain, Erralla, Amalda, Aitzbitarte, Arenaza, Abauntz, Zatoia (País Vasco), Cueva Morín y Cueva Mirón (Cantabria) La Riera y Las Caldas (Asturias), Dufaure (Landes), Vidigal (Portugal) etc. Ha participado en Jurados de Evaluación de Proyectos científicos en la Universidad de Nueva Mexico (USA), Research Council of Canada. Numerosos premios, los más destacados son Premio Nacional a la investigación Ibáñez Martín, Premio Xabier María de Munibe, en el campo de las Humanidades del Parlamento Vasco y Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Premio Eusko Ikaskuntza y Caja Laboral de Humanidades y Ciencias Sociales. Distinción Lan Onari del Gobierno Vasco. Premio Euskadi de Investigación en 2004.