José Javier López Antón. Historiador: "La deuda de Navarra con Campión es el respeto a su figura"

2004-06-25

LARREA, Koldo

José Javier López Antón

Historiador "La deuda de Navarra con Campión es el respeto a su figura" Koldo Larrea

Itzulpena euskaraz Se trata de uno de los mayores expertos sobre la vida y obra de Arturo Campión. Además de un análisis minucioso y profundo, sus palabras denotan cierta pasión y admiración. Declaraciones de un pamplonés que reflejan en el fondo un profundo amor a su tierra, a Navarra, el mismo que sintió ese otro pamplonés, que luchó, que soñó con un pueblo vasco de viva lengua éuskara. Arturo Campión fue político, fue literato y fue también investigador. El nexo de estas tres facetas fue la historia pero ¿en cuál de ellas destacó más, alcanzó mayor prestigio? Desde un punto de vista general, el mejor Campión es el investigador. ¿Por qué? Partamos del contexto cultural de aquella época. Él se plantea salvar lo que queda de las raíces de la cultura vasca. En aquel momento, parecía que se estaban haciendo realidad las palabras del geógrafo anarquista Eliseo Reclus: “el pueblo vasco es un pueblo que se va, pertrechado en sus montañas, con un grado de cultura peculiar, con una lengua de origen desconocido...” Por ello, tanto él como los éuskaros, la Asociación Euskara de Navarra, hacen frente a un desafío: salvar las peculiaridades del pueblo vasco, que se están perdiendo desde la abolición de los fueros. Intentan salvarlas desde una perspectiva literaria, desde la lengua vasca. De lo dicho hasta ahora, se desprende un Campión más apasionado, romántico que frío investigador, científico. No, no. ¿Se le puede calificar de poco académico, científico, cuando cita dos veces a Lucien Febvre, que es el renovador de la historiografía después de una primera revolución? Hasta él se buscaba el dato y se dejaba al margen la interpretación. Pero Febvre dice que la historia no son batallitas, cuentos, acontecimientos sino la mentalidad de un pueblo, sus costumbres, sus formas de vida. Campión le cita dos veces, cuando Febvre era todavía un desconocido en la España de aquel momento. Por un lado, vemos un Campión romántico, que cuenta la historia de Navarra desde el lado apasionado, nacionalista. Pero, por otro, cita a Febvre cuando determina que la geografía navarra es la que determina la cultura, la economía de un pueblo. Para él, la cultura estaba pertrechada en la montaña. Ésta hizo que el pueblo vasco quedase un poco aislado y se preservase la lengua vasca. Es una idea científica, clara. La geografía lo determina todo, la psicología, el paisaje, la moral y las costumbres. A partir de aquí desarrolla una investigación histórica. Sin embargo, en otros momentos es muy didáctico y esa investigación la lleva a la literatura, como se puede apreciar en “El último tamborilero de Oraondo”, una novela que intenta denunciar la desaparición del euskera pero que está basada en un hecho científico, en una investigación profunda, y denuncia un cambio psicológico del alma navarra. Por tanto, ¿se puede hablar de una dimensión europea de Arturo Campión? Campión está en contacto con toda la historiografía europea, de carácter más bien liberal, positivista. Bebe en ideas europeas y, por tanto, la asociación éuskara antes citada, que supuso el renacimiento cultural vasco navarro, debe ser considerada como un movimiento europeo. Y, por tanto, hay que decir que Navarra fue el eje de ese renacimiento cultural vasco. En tierra de nadie Vayamos por partes, por cada una de esas facetas. ¿Cómo se le puede clasificar o encasillar políticamente? Campión proviene de una familia liberal, conservadora, fuerista. Pero la investigación le lleva a ver que la religiosidad es el principal elemento de la cultura vasca. Hay un momento de radicalización de los éuskaros y Campión pasa al partido Integrista para defender siempre el lema “Jaun Goikoa eta Foruak (Dios y fueros)”. Este partido fracasa, Campión queda un poco en tierra de nadie y poco a poco evoluciona hasta llegar al nacionalismo. Y aquí choca con Sabino Arana, porque no acepta muchos de sus presupuestos ideológicos. El nacionalismo sabiniano es más político mientras que el de los éuskaros es cultural. Se da en él, por tanto, una evolución desde el liberalismo conservador fuerista, que avanza hacia una mentalidad más religiosa en el Integrista, y que luego acaba en el PNV. Esta evolución puede hacer pensar en un Campión políticamente confuso o disperso. No, nada de eso. Algunos le han considerado “chaquetero” pero no lo era. Hay un dato importante. ¿Llegó a militar en estos partidos? Existen dudas. No hubo militancia en el Partido Integrista. Él siempre tuvo un eje: la religión y los fueros. No es un político. Es más, acabó defraudado de la política. Campión y los éuskaros nunca fueron hombres de ideología. Se movieron por un deseo de restaurar unos valores perdidos. Posiblemente, tenían que haber fundado su propio partido político, aunque eran personas que no valían para la política. Echegaray, Campión, Urquijo, D. de Aguirre, Múgica y Guerra. Al parecer, nunca militó en partido político alguno pese a tratarse de una persona comprometida. ¿Esconde este dato un profundo instinto independiente? Algunas personas me han indicado que vieron su carné de afiliado al PNV. Pero otra lo niega. Yo no lo he podido establecer. No hay prueba fehaciente. Pero sí, poseía un marcado instinto de independencia. Pese a que fue diputado por la Comunión Nacionalista Vasca, él no tenía una estrategia política definida. Consideraba que de qué le servía al pueblo vasco conseguir su soberanía si perdía su alma, su lengua. Decía: “Cuidado, que no pase como en Irlanda”. Siempre luchó desde unos valores culturales, la lengua, el espíritu de los antepasados, el del euskera. No veía en el partido político una necesidad estratégica. Los éuskaros tenían una idea algo federalizante. No eran personas prácticas, sino de estudio, de gabinete. Ellos pretendían dignificar todo lo vasco. Querían recuperar los fueros, que son la cobertura de toda una identidad, y a la vez salvar la lengua. Diferían de los políticos. ¿Cómo sería su sueño político hecho realidad? Es difícil precisarlo. Quizá desearía un estado navarro independiente. No lo sé. Pero en él primaba siempre más la cultura por encima de los valores políticos. Ver esas ikastolas que están floreciendo en la Ribera, en pueblos como Andosilla, Mendavia o Tudela. En este sentido y en parte, su sueño se ha cumplido. Ver que la lengua, que antes estaba tan despreciada, ahora se aprende, se estudia. Los éuskaros se habrían dado con un canto en los dientes al ver periódicos en euskera, una televisión en euskera, algo que no podían pensar. Hoy en día, esto puede parecer un tontería pero ellos no lo podían ni soñar. En lo que se refiere a la lengua, su sueño se ha visto cumplido, pese a que sigue habiendo navarros que ven el euskera como una lengua ajena. Persona didáctica En su vertiente literaria, fue elogiado por Unamuno. Pero... ¿sólo por él? No. Además de Miguel de Unamuno, que consideró “Blancos y Negros” como una gran novela, Emilia Pardo Bazán le recomendó que siguiese una obra literaria más independiente y que se fuese a Madrid, algo que pudo ser decisivo y que no hizo. Literariamente, era una persona didáctica. Lo que investigaba lo ponía en la literatura. Esto lo hacía por pedagogía y por propios ideales de la Asocación Euskara de Navarra. Ellos llevaron a cabo un proceso de legendarización, crearon un historia de Navarra. Hay una invención de la tradición. Lo importante era llegar al pueblo, mediante la creación de una historia nacional, en clave literaria. Campión investigó la Guerra de la Navarrería como una propia guerra civil entre navarros, que ya adelanta lo que va a suceder en 1512. Por otro lado, su obra se caracteriza por tener una moraleja, basada en la historia como maestra de la vida. Y por otro, retrató la historia, a través de la literatura, como una forma de tener más libertad. Con esta trascendencia a la que se refiere, ¿por qué sigue siendo un perfecto desconocido para el gran público? Porque ha sido valorado desde el maniqueísmo. Para los nacionalistas vascos, es un maestro. Para quienes no comparten esa concepción, esa interpretación vasquista de la historia de Navarra, es un tergiversador. En este sentido, una figura clave para la marginación de Campión fue Eladio Esparza, un periodista de Lesaka que escribió en el diario Euskadi y después en Diario de Navarra. Fue quien más le atacó pero, sin embargo, a la vez lo reverenciaba. Su interpretación de la historia de Navarra no podía ser admitida en aquella España, en aquella Navarra de la posguerra. Entonces, puede ser un perfecto desconocido, pero no en lo referente a la lengua vasca. ¿Se le puede considerar un escritor perdido de la Generación del 98? En parte, sí y en parte, no. Campión parte de legendarización de la Guerra de la Navarrería, pasa a “Blancos y Negros” y de ahí a “La Bella Easo”, que es la Euskal Herria que él quiso. Si otros autores, con menos obras, tuvieron tanta influencia, ¿por qué es un desconocido? Porque era un intelectual católico, lo que tenía dos pegas para estar en la Generación del 98: ser fiel a su fe y ser fiel a su peripecia de pensador, de intelectual. Este hecho a veces lo vive como una suerte pero otras, como un drama. Si no es un escritor perdido, es uno de los escritores excluidos, o autoexcluidos. El euskera en el alma Hemos revisado sus vertientes política y literata. En la tercera, en la de investigador, ¿se le puede considerar uno de los patriarcas de la lengua vasca? Sí, es uno de los grandes patriarcas porque conoció a los grandes vascólogos. Todo su concepto está en la línea del príncipe Luis Luciano Bonaparte. Escribió poco en euskera pero tenía la idea de que si se perdía la lengua vasca se perdía la identidad de Navarra. Él afirmaba en su gramática que con cada palabra vasca que se recupera, se recupera algo de la conciencia nacional. Vio la lengua como algo vivo, que –a modo de ejemplo- permitía al último pescador de San Juan de Luz ser convecino de Juan Sebastián Elcano. Siempre hubo en Campión un respeto grande a la herencia de nuestros antepasados. Era un intelectual avanzado y, por otro lado, un custodio de las herencias tradicionales. En este sentido, ¿se puede hablar de un antes y un después en el euskera marcados por Arturo Campión? Aunque creó un gran diccionario, hay un antes y un después en el impulso de la lengua, no como algo que tenemos que recuperar sino como algo que tenemos que vivir. Fue el ejemplo de una persona que no sabía nada de la lengua vasca y acabó creando un gran diccionario. Dignificó nuestra lengua. ¿Qué pensaría del euskera batúa? Lo vería muy bien porque su grupo intelectual era muy abierto. Dentro de lo que Fausto Arozena denominó los “seis titanes de la cultura vasca” fue el único nacionalista: Serapio Múgica era liberal conservador; Carmelo Echegaray, conservador, ligado a los partidos dinásticos; Domingo de Aguirre y Julio Urquijo, carlistas; y Juan Carlos Guerra era apolítico. Este grupo siempre tuvo la idea de que había que crear una lengua común, que nos sirviese a todos, que había que superar el cantonalismo dialéctico, que todos nos entendiésemos. El problema es cómo hubiesen querido que se crease el euskera batúa. Se hizo bajo la base del euskera guipuzcoano. Pero Campión era partidario de utilizar el euskera labortano como base. Pero, pese a todo, estaría hoy de acuerdo con el batúa, con la unificación, con esa unidad en la que se respeten siempre los dialectos, la herencia de la tradición. Deuda histórica En un plano retrospectivo, la historia, el tiempo, ¿le han hecho justicia a su persona, a su figura? Siempre se ha llevado este tema a discutir si tenía que tener una calle o no en Pamplona, su ciudad natal. Llama la atención que no la tenga, cuando Iturralde y Suit o Margarita de Navarra la tienen. Pero, por ejemplo, Juana III de Albret, la reina navarra que promovió la Biblia en vasco, en bearnés y en castellano, tampoco la tiene ni en Pamplona ni en ningún pueblo de Navarra. De todos modos, esto no es lo importante, que Campión tenga calle o no. Lo verdaderamente importante es que para una parte de los navarros su concepción de Navarra sigue siendo extraña. No hay que olvidar que tampoco andamos sobrados de intelectuales. En cualquier caso, a Campión se le ha desvalorado un poco. ¿A qué se refiere? Al ciudadano no se le ha dado la oportunidad de conocer a Campión. Su obra no ha estado accesible. Las Euskarianas están sólo en algunas bibliotecas. Y la edición de Mintxoa, además de cara, ha reforzado esa imagen nacionalista. Haría falta una edición crítica y objetiva de la obra de Campión promovida por una gran institución, el Gobierno de Navarra, la Sociedad de Estudios Vascos... También es necesario sacarlo del mundo cultural vasco y presentarlo como una gran intelectual navarro, vasco y también europeo. Para finalizar, ¿qué deuda tiene Navarra con Arturo Campión? Campión investigó la historia de Navarra desde una mirada más costumbrista, donde aparece una Navarra con sus violencias, donde se quemó a gente acusada de brujería, habló de las minorías moriscas y judías... Navarra le debe respeto. Se deben poner los medios para que cualquier persona pueda leer sus obras. Jos? Javier L?pez Ant?n

Nació el 28 de mayo de 1966, en Pamplona. Estudió hasta COU en el Colegio San Ignacio de la capital navarra. Después se licenció y doctoró en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra.

Desde hace seis años trabaja como profesor en la Universidad de Piura, en Perú, en la Facultad de Educación y de Humanidades. Actualmente, sigue desarrollando su trabajo en la misma universidad pero en el campus que ésta tiene en Lima.

Ha publicado dos libros: “Arturo Campión, entre la historia y la cultura (1854-1937)”, obra de su tesis, y “Escritores carlistas en la cultura vasca”. También ha escrito, aunque no publicado, “El Humanismo cristiano de Erasmo de Rótterdam” y “Religiosidad popular”. Menua ELKARRIZKETA Aurreko Aleetan Inicio > EM 260 > Elkarrizketa -->

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