Elixabete Garmendia. Periodista: Los planes para euskaldunizar a sus trabajadores son desconocidos en ETB

2013-10-30

VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA, Josemari

VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA, Josemari



Versión reducida del original en euskara

Elixabete Garmendia forma parte de ese reducido grupo de profesionales del periodismo euskaldun que ejerce desde antes de lo que se puede considerar como apertura a la normalidad, tras la muerte del dictador Franco. Para cuando se graduó en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra en 1976 ya venía peleando por hacer del euskera el elemento básico de los medios de comunicación social. Y desde entonces sigue en la brecha.

“Yo desde mi niñez ya sabía que quería ser periodista. Jugaba a ello, inventándome programas de radio, en base a noticias que extraía de La Voz de España. Mis modelos radiofónicos eran Radio Nacional de España y Radio Segura. Cuando dije en casa que quería estudiar para ser periodista mi padre me contestó. ‘Entonces, tendremos que poner un kiosko’”.

Optó por cursar sus estudios en la Universidad de Navarra, donde el profesor —Francisco Gómez Antón— que la entrevistó antes de ser aceptada su matrícula se extrañó de sus palabras y le dijo: “El periodismo en euskera no tiene futuro” No obstante, Elixabete Garmendia tenía claro que ella quería labrarse su futuro como mujer, como euskaldun y como periodista. En ese sentido tomó el relevo de Miren Jone Azurza, figura importante del periodismo vasco y a la que ha conocido en profundidad, y sobre la que ha escrito en la colección “Bidegileak”.

“Llegué a Zeruko Argia en 1976, donde un año más tomé el relevo a Mikel Atxaga que paso al diario Deia. Había colaborado con la revista en mis años de estudiante, mediante artículos sueltos y con el trabajo semanal de corrección de imprenta, lo que me permitió adquirir gran soltura en la lectura de textos. En Zeruko Argia conocí a personajes históricos del mundo cultural vasco y tuve la oportunidad de tratar a escritores que colaboraban en la revista. En 1976 se celebró el que denominamos Año del Periodismo Euskaldun, lo que supuso un pequeño empuje para propiciar el despegue de aquella revista con cierto toque trasnochado”.

Al año del Periodismo Euskaldun le siguió el que iba a poner en circulación dos periódicos de corte vascófilo, Deia y Egin, hecho que trajo consigo un gran transvase de profesionales de Zeruko Argia hacia los nuevos medios, que prometían en sus proclamas un nuevo horizonte para el periodismo en lengua vasca. Elixabete Garmendia no se lo creyó y junto a sus compañeras Pilar Iparragirre y Lurdes Auzmendi aguantó numantinamente en la revista, abriendo un nuevo período que ha hecho posible que aquella sea hoy en día una realidad.

“Llevamos la revista a espacios hasta entonces inexplorados. Dábamos voz a todas las reivindicaciones existentes en aquella sociedad que salía de un letargo de cuarenta años. Queríamos darle a la nueva revista un aire más comprometido con los verdaderos problemas de nuestro País. La verdad es que todo aquello nos pasó factura, ya que bajaron de manera clara las suscripciones, sobre todo de personas cercanas al PNV. Y comenzamos a tener problemas económicos. Por otro lado, y esto me he dado cuenta con los años, también cometimos errores estratégicos, como la eliminación de la red de corresponsales en los pueblos. Hoy no la habríamos deshecho, por la gran importancia de la información local. Pero también tuvimos aciertos. Antton Olariaga con su arte gráfico pasó a aparecer semanalmente. Vicente Ameztoy tomó parte en el diseño de portadas. Y Koldo Izagirre y Ramón Saizarbitoria dieron comienzo a su serie semanal “Baietz astea gaizki bukatu”, ejemplo de periodismo literario. Además, a través de manifestaciones gastronómicas y musicales, acercamos la revista a la sociedad vasca”.

Elixabete no se alegra de haber acertado con su premonición de que los dos periódicos arriba citados no iban a desarrollar aspecto alguno del periodismo euskaldun. Piensa que ambos han resultado un bluff en ese aspecto y que su postura de 1977 fue fundamental para que el sueño de muchos euskaldunes se mantuviera vivo y se pueda hoy en día gozar de una realidad mediática en lengua vasca.

La aventura en Argia de nuestra protagonista tuvo su final en 1980, año en que pasa a trabajar en la administración, como técnica de euskera de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Allí trabajará en la puesta en marcha de determinados servicios, y en 1985 dio el salto a ETB, en donde ha tenido la ocasión de llevar a la práctica muchos de los objetivos que se planteó en su día.

“La oportunidad de ETB me obligó a volver a reciclarme en el oficio. Y después de los años contempló con satisfacción lo realizado. Ahora bien, la vida en el ente no ha sido fácil para los que llegamos a ETB cuando aún no se había pensado en la creación del segundo canal. La aparición del canal en castellano supuso que el objeto propio de aquel proyecto primigenio de televisión sufriera en su misma esencia. Desde su puesta en antena en 1986 la cadena en castellano ha relegado en importancia a la euskaldun. Y ello ha sucedido con todas las direcciones que desde entonces han venido funcionando. En ese aspecto, el bluff de los periódicos se ha vuelto a reproducir con las dos cadenas de ETB. Se llega a contratar periodistas que no saben la lengua vasca. ¿Es esto normal? ¿Se entendería que TVE fichara a profesionales que no dominan el castellano? Lo malo es que los planes para euskaldunizar a sus trabajadores son desconocidos en ETB. Algo inimaginable. Parece que la nueva dirección quiere cambiar un poco la tendencia. Habrá que darle tiempo al tiempo”.

Desde su observatorio particular, Elixabete Garmendia piensa que desde la administración vasca se debería apoyar una política lingüística más ambiciosa, que permitiera un desarrollo del euskera más acorde con las pautas de normalidad que exige la sociedad vasca. Y puesta a soñar, le gustaría que dentro de unos pocos años la infraestructura de medios públicos y privados actuaran al unísono en la conformación de un espacio euskaldun mejor y más autónomo, por encima de discriminaciones negativas.
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