Jose Luis Zumeta: "El comienzo es emocional, y es el color el que me indica cómo he de seguir, qué tengo que hacer, añadir o quitar. Creer sin colores me resulta muy difícil. Sentir, creer... para mí son lo mismo"

2001-09-07

MARCELLAN, Idoia

Elkarrizketa: Jose Luis Zumeta Jose Luis Zumeta, pintor "El comienzo es emocional, y es el color el que me indica cómo he de seguir, qué tengo que hacer, añadir o quitar. Creer sin colores me resulta muy difícil. Sentir, creer... para mí son lo mismo" * Traducción al español del original en euskera Idoia Marcellan A Jose Luis Zumeta los colores le susurran cómo ha de proceder. Partió hacia París en busca de una vanguardia que de regreso a Euskal Herria él mismo personificaría, y si bien al principio causó varias controversias, poco le importaban. En tanto que otros vivían sumidos en el grisáceo franquismo, él se desenvolvía con libertad entre los colores. Y sigue haciéndolo. En el taller de su caserío de Navarra, el hombre que soñaba con ser bohemio se confiesa feliz gracias a su inagotable imaginación. ¿Cuándo comenzó a ensuciar los pinceles? Salí de Usurbil por primera vez a los cinco años, para ir a la escuela de La Salle de San Sebastián, en la Parte Vieja. Ahí es donde empecé a dibujar. Solíamos tener unas dos o tres clases de dibujo semanales, y parece ser que se me daba bastante bien. Con trece o catorce años entré a trabajar de prácticas en una empresa gráfica, de modo que me puse a dibujar y a aprender por pura casualidad. Evidentemente, eran trabajos comerciales, pero me ayudaron para empezar a adquirir experiencia. El director, Antonio Valverde, también era pintor, y en tenía libros en la oficina. Entonces empecé a hacer mis pinitos. Poco después fui a la Sección Artística de Guipuzcoa. No había profesores; simplemente venían modelos y posaban. Y así, poco a poco, me fui dando cuenta de que yo quería ser pintor. ¿No le resultó difícil adoptar semejante decisión? Quería llevar una vida bohemia: buscar un trabajo, hacer parranda... Tras realizar el servicio militar me fui a París, a pasar unas temporadas no demasiado largas. Cuando veía que necesitaba dinero, regresaba, engordaba un poco, conseguía un poco de dinero, y vuelta. Así, durante varios meses.Para pintar tenía que salir fuera, aquí no había nada que hacer. Mi afán por conocer la vanguardia artística me llevó a otras ciudades. Podía haber ido a Madrid o a Barcelona, pero prefería ir a París. Necesitaba urgentemente romper con el aislamiento impuesto por el franquismo y por la sociedad conservadora. El movimiento parisino me pareció muy interesante. Con el tiempo decayó un poco, pero seguía siendo el punto de encuentro de pintores de todo el mundo: Van Gogh, el impresionismo, Toulouse Lautrec... ¿Qué encontró en París? Para empezar, a tres donostiarras: Rafael Ruiz Balerdi, Jose Antonio Sistiaga y Jose Mari Ortiz. Andaba mucho con Balerdi, un poco mayor que yo. Sabía mucho de pintura y aprendí mucho de él. En la calle veía exposiciones, recogía papeles... Tuve la ocasión de ser un auténtico bohemio, a tope. Con la pintura me llevé una gran sorpresa, había norteamericanos y europeos: Cobra, Staël, Pollock, de Kooning, Chagall y Picasso... Como por aquí no había nada, todo me resultaba nuevo. Fui por primera vez en 1959, y desde luego puedo asegurar que me causó una honda impresión. Luego estuve en Londres, y más adelante en Suecia. Fui en moto, con Jose Antonio Artze. Conocí a una chica en París y... no era pintora. De modo que ya tenía una excusa... ¡Más que una excusa! Llegamos a Estocolmo en otoño, y al poco vinieron el frío y la nieve... Era bastante duro, un poco triste. Sin embargo, su corazón estaría ardiendo... Por poco tiempo... Durante aquella temporada tuve a la pintura un poco abandonada. Hice algún que otro curso y me fui a Dinamarca para un par de meses. Como no tenía trabajo y me encontraba muy mal, se me ocurrió volver a París haciendo auto stop. Son cosas que hice siendo joven, con veinte o veinticuatro años. A los veinticinco me casé, y las cosas cambiaron radicalmente. ¿Qué traía en su maleta, más bien mochila, de regreso a Euskal Herria? Aquí se respiraba un ambiente costumbrista, donde predominaban las vacas, el caserío, los pescadoresy la niebla, conque lo que yo traía resultaba escandaloso. Recuerdo que coloqué una mural en el Ayuntamiento de San Sebastián, y la gente se enfurecía. Causó un enfado general. Hasta entonces nunca habían visto una cosa así. Aquellas obras giraban en torno a la propia pintura, lo que predominaba era el color. Era la primera vez que la abstracción hacía su aparición en la sociedad vasca. Como yo era bastante chulo, aquella postura tan negativa de la gente, ese enfado, no me afectaron lo más mínimo. La verdad es que la obra era muy radical, los colores eran muy vivos, tenía unas líneas horizontales... No tenía una temática definida. ¿Trataba de desconcertar a la gente? No, no. Nunca pienso en qué estará a un lado y qué en el otro. Cuando pinto, nunca me paro a pensar en quién verá la obra. A la hora de preparar una exposición sí que realizo una selección, pero al pintar no. De no pintar conforme a mis deseos, me hubiera perdido en el camino. En ese contexto nacería el grupo Gaur. El grupo Gaur nació cuando yo vivía en Hondarribia. Se trataba de una iniciativa de los pintores y escultores para fundar una escuela de arte en Gipuzkoa. En la vertiente musical estaba el grupo Ez Dok Hamairu, que incluía a poetas. En la Euskal Herria de los años 60, con la finalidad de promocionar el arte vasco, se formaron grupos como Gaur, Orain, Danok y Hemen. En un principio organizábamos exposiciones, y más tarde realizamos algunas reivindicaciones políticas, pero nos encontramos con cada vez más obstáculos, y finalmente el proyecto se paralizó. La tensión llegó a ser enorme y cada cual se marchó por su lado. ¿Dónde se encuentra la frontera entre la pasión y la profesión? En mi caso es pura afición o vocación. Cuando tomé esta decisión, en mi entorno y en mi familia afloraron los tópicos de siempre. ¿Por qué ha orientado casi toda su obra hacia la pintura? He realizado relieves con colores. El color es bastante fundamental. Empecé a trabajar en tres dimensiones, con volúmenes, comolo atestiguan los relieves de cerámica que realicé entre 1974 y 1976, pero era un campo muy difícil, muy complicado y muy caro. Exigía una gran infraestructura, de modo que decidí centrarme en la pintura. Menciona el color una y otra vez... Para mí el color es el pilar básico para continuar con una pintura. El color es emoción, y a través de las emociones se crea una energía que da sentido a todas las cosas. La forma se adquiere gracias a los colores. El comienzo es emocional, y es el color el que me indica cómo he de seguir, qué tengo que hacer, añadir o quitar. Sin colores, creer me resulta muy difícil. Sentir, creer... para mí son lo mismo. No puedo escoger uno solo; puedo tener épocas, pero los necesito todos. Cuando tiene un lienzo en blanco ante usted... Antes sentía miedo, pero luego le perdí el respeto y empecé a confiar en los colores, que me enseñan cómo tengo que seguir. Al principio todo es color, impulsivo. Pones todos los colores juntos y enseguida te das cuenta de cuál es el siguiente que quieres. Suelo hacer tres sesiones al día, sesiones cortas, porque así conservo mejor la frescura. Los fines de semana, debido a compromisos y a visitas, trabajo menos. Y, si estoy solo, a veces trabajo incluso de noche. Suelo pintar con bastante naturalidad, según las ganas que tenga. Conozco mis limitaciones y trabajo en consonancia con ellas. ¿Qué le indica que ya ha terminado? Doy por teminado cuando ya no veo ninguna salida, cuando encuentro el color, la posición, el gesto exactos... El propio color me lo indica. ¿Siempre ha seguido la corriente de la abstracción? Obviamente, al principio trabajé la figuración, y también en los años 79 80, en una especie de expresionismo sociopolítico. Sentía la necesidad de practicar la denuncia social, pero después volví a la abstracción. Dentro de mis trabajos, la cartelera se aleja un poco de la abstracción. Son trabajos que he realizado para un grupo, para Laboa... siempre por voluntarismo. Y en la pintura he guardado relacióncon la temática. Ahora que se asegura que todo está inventado, ¿qué tiene usted que aportar? Con decir que todo está inventado se quiere decir que todas las posibilidades están abiertas, pero luego cada uno tiene que labrar su propio camino. A pesar de que todos circulamos por autopistas, cada uno de nosotros tenemos que seguir nuestro propio camino. Parece prácticamente imposible inventar cosas nuevas o sorprendentes, pero se harán. La pintura es aventura. Algunos pintores pintan para expresar sus sensaciones. Usted, ¿por qué lo hace? Yo también, estoy de acuerdo con esa afirmación. Claro que casi se me ha olvidado por qué pinto, me resulta muy difícil de concretar. Será por necesidad. Al principio mi pintura era mediocre, y luego, al experimentar por mi cuenta, empecé a tener más control. El ser autodidacta tiene sus ventajas y sus riesgos: estás exento de influencias, gozas de más libertad... Se debe olvidar todo lo que se aprende académicamente, y en ese aspecto yo no he tenido que olvidar nada. Creo que he recibido más influencia centroeuropea que norteamericana. No copio, pero veo más afinidad con respecto a mis necesidades. El almacén de Uribitarte en Bilbao, el mercado de San Martín en Donostia, el Gaztetxe de Iruña... ¿qué tienen estas localizaciones para ubicar en ellas sus exposiciones? En el caso de Bilbao buscaba un sitio que no fuera oficial. Estaba en desacuerdo con varias políticas y puede que mi proceder tuviera un sentido de denuncia. En Donostia quería encontrar un lugar marginal que no guardara ninguna relación con el arte, y encontré el mercado de San Martín. Fue maravilloso ver las pinturas junto a pollos, verduras, frutas y chorizos. Me lo agradeció mucha gente, y llegué a emocionarme. La exposición en sí es un agradecimiento, pero no suelo tener contacto directo con la gente. El día de la inauguración sí suelo estar presente, pero el resto de los días no. ¿Cuál es su postura ante las nuevas tecnologías? La normal. Es un instrumento diferente.Yo, por lo menos, pienso probarlos para esbozar dibujos, probar las modificaciones del color, etc. Ya tengo el ordenador preparado, aunque todavía está sin enchufar. Al salir del taller me quedan unas horas libres y aprovecharé esos momentos para entretenerme con el ordenador. Pero nunca dejaré los pinceles. Yo necesito las herramientas tradicionales. Proyectos futuros... Me han llamado del Ayuntamiento de Biarritz para realizar una exposición que todavía está por concretar. Y tengo otra concertada en una galería de Nueva York. Un señor de Nueva York me compró un cuadro en una exposición que tuvo lugar en Bilbao, y lo llevó a una galería que su hija tiene allí. Así ha surgido el contacto. Una radiografía de la pintura actual... Hay mucha variedad. Cada año salen de Leioa cientos de pintores. Las cosas han cambiado tanto desde que empezamos... Hoy en día estudian una carrera, aprenden el oficio y reciben clases teóricas. Tienen la posibilidad de ver muchas cosas y obtienen mucha información... tienen de todo. La verdad es que no sigo muy de cerca a los pintores jóvenes de la actualidad, pero puedo asegurar que lo que he visto es de una calidad suprema. Es posible que la tensión política les proporcione otro tipo de perspectiva. Puede parecer exagerado, pero ésa es mi impresión. La tensión reinante se refleja en todos los campos de la vida, y también en el arte. Pero a un joven que tenga vocación le recomendaría que sea natural, que actúe conforme a sus sentimientos, y que sea espontáneo. Luego, con la edad y con constancia, cada uno se hace con su sitio. ¿Qué tipo de influencia cree que ha tenido el Museo Guggenheim? El ambiente se ha visto alterado, y ha provocado cierta competencia entre las ciudades, que se han empezado a movilizar. Ha sido todo un acierto comercial que ha levantado muchas polémicas. Su política, prácticamente norteamericana, no beneficia mucho a la pintura vasca, pero tiene sus aspectos positivos. Está bien para que el público vea lo que se hacey vaya modernizándose. Yo creo que la gente es tolerante y respeta lo que es la abstracción. Lo entienda o no lo entienda, les guste o no les guste, por lo menos con esos baremos se acerca. Jose Luis Zumeta nació en Usurbil (Gipuzkoa) en 1939. A continuación se da breve cuenta de algunas de las exposiciones y de los premios que ha recibido: 1958 Obtiene la Medalla de Oro Nacional del concurso "Pintura Joven" de Madrid 1965 Participa en la creación del grupo "Gaur" junto con Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Remigio Mendiburu, Nestor Basterretxea, Rafael Ruiz Balerdi, Amable Arias y Jose Antonio Sistiaga. 1967 Obtiene el primer premio del concurso "Gran Premio de Pintura Vasca". 1973 74 Realiza en Usurbil un mural de cerámica de 145 metros cuadrados. 1976 Participa en la "Exposición 79" organizada en el Palacio Velázquez de Madrid. 1980 Realiza una exposición conjunta en la Fundación Joan Miró de Barcelona. 1982 Realiza exposiciones conjuntas e individuales en Stuttgar (Alemania). 1983 Exposición individual en la "Volksbank galerie" (Biberach, Alemania). 1989 Participa en la exposición conjunta titulada "Homenaje a las víctimas del franquismo" en Madrid, Sevilla y Valencia. Durante los años 90 expone en varios museos y galerías de Euskal Herria: Windsor, San Telmo, Altxerri, García Castañón, La Brocha... 1999 The Hangar, Evanton (Escocia) 2000 Almacén Uribitarte (Bilbao). Galería La Brocha. Mercado de San Martín (San Sebastián) Pueden contemplarse sus obras en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, en el Museo de Bellas Artes de Álava, en el Museo San Telmo de San Sebastián, en el Fondo de Arte Contemporáneo de Santa Cruz de Tenerife, en el Museo de la Concordia de Santiago de Chile, y en la colección "Testimoni" de la Caixa de Cataluña. Fotografías: Idoia Marcellan Euskonews & Media 134.zbk (2001 / 9 / 7 14) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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