El Museo Oiasso fue inaugurado en 2006. ¿Se han cumplido los retos que se plantearon en aquella época?
He de decir que no esperaba lograr los resultado que hemos conseguido. Yo provengo del campo de la investigación y he impulsado el museo desde el principio, ya que el museo surge a propuesta de Arkeolan, el Centro de Investigación y Análisis de Historia y Arqueología. Al principio no sabía ni siquiera cómo iban a ser las tareas cotidianas, pero con el tiempo me he dado cuenta de que el museo es un instrumento muy apropiado, no esperaba que lo fuera tanto. He comprobado que un equipamiento de este tipo proporciona un sinfín de diferentes oportunidades para trabajar en el mundo de la divulgación. No se trata solamente de organizar exposiciones permanentes o temporales, son las actividades que surgen en torno al museo las verdaderamente importantes.
¿Cuáles son las principales líneas de actuación que siguen?
El museo ofrece muchas y muy distintas opciones. Entre las más habituales podemos destacar las conferencias y las exposiciones. Pero, además de estas opciones, ofrecemos cursos a lo largo del año y también en verano, ya que organizamos, en el mismo museo, los cursos de verano en colaboración con la Universidad del País Vasco. También ofrecemos clases a distintos niveles y organizamos talleres dirigidos a personas de distintas edades. Así, reunimos a personas maduras y a niños en torno a un tema concreto, creando unas situaciones sumamente interesantes. También realizamos el Festival de Cine Arqueológico, en octubre, en torno al cual se organizan diversos talleres. Este año hemos celebrado la séptima edición del festival de cine y ha resultado ciertamente enriquecedora: cada vez estamos consiguiendo un mayor nivel de notoriedad y, así, este año nos han mandado películas de todas partes del mundo, que además han resultado ser muy interesantes. También organiza viajes el museo: hace poco estuvimos en Toledo, de la mano del arqueólogo Ricardo Izquierdo, quien realiza una excavación todos los años en un yacimiento denominado Vascos, que es un sitio muy interesante, incluso desde el punto de vista paisajístico.
¿Y cuáles son los principales objetivos?
Yo llevo años dedicada a la divulgación de nuestra tarea. Hace 25 años, cuando comenzamos con este trabajo, fuimos nosotros los que descubrimos lo que era ser arqueólogo profesional. En aquella época estaba muy mal vista esta profesión y nosotros pedíamos una cosa que hoy en día resulta de lo más normal: que nuestro trabajo fuera profesional. Si no divulgas tu trabajo, es muy difícil avanzar. Nosotros empezamos a conseguir hallazgos de la época romana, a investigar las villas medievales y a decir que había que proteger nuestro patrimonio arqueológico. Hemos llevado a cabo un trabajo divulgativo impresionante. Publicamos nuestro propio boletín, ofrecemos conferencias y cursos, masteres... Pero el museo es algo impresionante: la gente acude a él de forma natural, tiene su horario, conserva su patrimonio... Atraemos a las personas y, cuando están aquí, hay que ofrecerles cosas interesantes. En esa dialéctica consiste nuestro trabajo, presenta infinidad de oportunidades y yo no esperaba de ninguna manera que fuera tan sumamente enriquecedor. He pasado un año evaluando este instrumento, analizando desde fuera y desde dentro cómo son los medios de los que se dispone, y me he dado cuenta de que necesitamos más museos.
Uno de los objetivos más importantes, por tanto, sería mostrar ese patrimonio arqueológico a los ciudadanos.
Sí, pero además de tener un patrimonio, también debes explicarlo bien, y yo creo que eso Oiasso lo consigue. Como arqueóloga, cuando he ido a visitar distintos museos, siempre era la primera en salir, ya que me resultaba imposible interiorizar tantas cosas. En una mañana era capaz de contemplar diez cosas distintas, pero no más. No me sentía cómoda en esos contextos. Por eso, cuando nos planteamos este museo, yo tenía claro desde el principio que no quería hacer un museo tradicional, y en ese sentido tuvimos una suerte extraordinaria. Hemos realizado un gran trabajo con el grupo que ha venido a ocuparse del campo de la museografía. Ya sé que la gente viene mayormente a contemplar el patrimonio de la época romana, pero el contexto museográfico que hemos conseguido es muy satisfactorio. Además de esto, si ofrecemos otras actividades y estas resultan agradables, cada vez vendrá más gente a nosotros.
Cara al futuro, ¿qué rumbo van a tomar?
Queremos unificar con el museo los restos de las termas romanas que hay en el solar trasero. El alcalde anunció públicamente que ese proyecto saldría adelante en esta legislatura. De momento, después de hacer la excavación, fue cubierta para protegerla. Nosotros hemos informado sobre las condiciones necesarias para hacer frente a la rehabilitación, y ahora comenzaremos a ejecutar el proyecto, para incluirlo en el conjunto de los contenidos del mueso.
¿Cuáles son las responsabilidades de la directora del museo?
Me ha caído encima un duro trabajo. Yo tengo que seguir investigando, porque para mantener el discurso fresco permanentemente es necesario continuar recogiendo y construyendo información. Mi objetivo principal son ahora las minas de la época romana. Además, estoy terminando un proyecto iniciado hace 20 años sobre las villas. Las investigaciones están ahí y no las puedo dejar a un lado. Lo que ocurre es que, dada mi situación en el museo, la información sobre estas investigaciones las estoy encauzando de diferente manera. Así, tengo en cuenta sobre todo las necesidades del museo. Al principio, yo realizaba mis investigaciones y las divulgaba en nuestro entorno, pero no me apartaba demasiado. Ahora, en cambio, sí. Sin perder de vista la perspectiva, realizo un trabajo más extenso. El museo me exige mirar más a la calle y a la gente. Ese era antes también mi objetivo, pero no el principal; ahora, en cambio, sí lo es.
¿Cómo animaría a alguien a conocer el Museo Oiasso? ¿Qué va a encontrar el visitante en él?
Las ruinas de la ciudad de Oiasso se consideran un modelo para conocer cómo vivían los ciudadanos de hace 2.000 años, tanto en Irun como en el resto de las ciudades del Mar Cantábrico. Además, es un tema muy nuevo. Nadie esperaba encontrar estos vestigios aquí. Yo cursé mis estudios en Valladolid y tuve en cuarto y quinto curso un profesor que era muy bueno en temas relativos a la época romana, pero yo no le hacía demasiado caso, porque no creía que la época de los romanos tuviera mucho que ver con Euskal Herria. Ahora, en cambio, le hecho en falta casi diariamente. Si él estuviera aquí, las cosas serían mucho más sencillas para mi. No esperábamos que los restos romanos hallados en nuestro entorno fueran tan importantes. Esos restos son válidos para comprender mejor nuestra personalidad cultural o histórica y para responder a muchas de las cuestiones filosóficas actuales. Hemos podido ver que la situación de aquí y el ambiente que había en la zona Atlántica en la época romana eran iguales. Hemos aprendido que nosotros nos incluimos directamente en esa zona atlántica. Aquí hay un puente para conocer la situación de hace 2.000 años, y esa situación es muy nuestra, no debemos pensar que tema de los romanos pertenece a otro mundo, al contrario, estaban muy enraizados aquí y unidos a la gente de aquí. De esta manera, tenemos un lugar para conocer nuestra historia antigua. Es un planteamiento muy diferente, un nuevo camino que se ha completado en base a las pruebas materiales disponibles y que modifica radicalmente la cuestión de nuestra identidad. Hemos aprendido que los vascos se enfrentaron a los romanos y que mantuvimos nuestras costumbres, pero el museo es un puente hacia el cambio de esta perspectiva. Y si cambiamos esta perspectiva, por qué somos vascos? Para responder a esa pregunta tenemos que remontarnos a los años posteriores a la época romana. El principal pilar de nuestra identidad no se encuentra en ese enfrentamiento contra los romanos.
¿Diría que los ciudadanos tienen conciencia del patrimonio arqueológico existente en Euskal Herria?
No. Una vez preparé una conferencia titulada Arqueología Emocional en la que venía a explicar que, en la situación actual, ese es precisamente el objetivo del arqueólogo. Tenemos que mostrar cómo era el pasado, pero estamos condicionados por la situación actual. Hacemos un camino al pasado teniendo en cuenta cómo es el presente y qué instrumentos nos ofrece. Al final, decía que los vascos han andado el camino a lo largo de la historia a través de dólmenes, cromclech o castillos. Si conseguimos reconstruir vestigio a vestigio nuestra historia, habremos dado un paso espectacular. No creo que nuestra sociedad conozca bien nuestro patrimonio. Es posible que se haya trabajado el patrimonio prehistórico más que el arqueológico o el histórico. El patrimonio arqueológico o histórico es cosa de hace veinte años. Es un campo del cual se conoce bien poco y, además, no se ha explicado convenientemente en las escuelas.
Y las instituciones, ¿protegen el patrimonio?
Pare responder a esa pregunta habría que hacer una clasificación de las instituciones. Las instituciones más cercanas, como los ayuntamientos, se preocupan, porque ven de una manera más cercana el terreno y las oportunidades que se abren. Luego, en cada territorio están las diputaciones forales. En este sentido, es muy distinta la situación de Gipuzkoa, Bizkaia o Araba, ya que legalmente están separados los tres territorios históricos. Además, son unos territorios muy pequeños. Así, por ejemplo, no me parece muy lógico pensar que en Gipuzkoa podemos llevar a cabo la arqueología por nuestra cuenta, nos tenemos que unir. Formamos un territorio muy pequeño y las condiciones que tenemos que cumplir son las mismas que las que tienen que cumplir otros territorios. Por eso me parece que tenemos que intentar unirnos, los resultados conseguidos a nuestro alrededor también son interesantes para nosotros y también lo son los que se consiguen a nivel internacional. Nuestra perspectiva ha de ser la unión, pero desde un punto de vista legal tenemos limitaciones. Por otra parte, la actitud del Gobierno Vasco es incomprensible.
¿Por qué?
No sé qué es lo que está pasando, pero es incomprensible que el conjunto de los técnicos y políticos del Gobierno Vasco estén tan lejos. Es impresionante que no conozcan adecuadamente lo que está pasando y que estén tan lejos de la realidad cotidiana. Nosotros, los arqueólogos, conocemos perfectamente lo que ocurre a nuestro alrededor. El Gobierno Vasco es una institución al más alto nivel y nosotros no tenemos ninguna relación con ellos. Sin embargo, con los ayuntamientos y las diputaciones mantenemos una relación regular. El verbo que hay que utilizar es reunirse, y a ver si todos entramos en ese juego. La política que siguen es muy competencial. Los arqueólogos que consiguen asesores están muy bien, pero los demás también estamos ahí. Son burócratas y no creo que así vayamos a ir hacia adelante. Es incomprensible que tengamos un museo como este y que el ayuntamiento tenga que asumir la responsabilidad porque el Gobierno Vasco no concede ayudas para sacarlo adelante. Los ayuntamientos generalmente tienen una actitud más favorable porque ven que el museo es algo enriquecedor, aunque les resulte muy complicado compatibilizarlo con otro tipo de decisiones. La Diputación Foral también ha realizado un esfuerzo importante estos últimos años, pero no podemos entender la actitud del Gobierno Vasco.
¿Por qué decidió estudiar arqueología? ¿Qué fue lo que le tentó?
Fue la curiosidad la que me tentó. Por pura casualidad, cuando tenía 18 años, me ofrecieron la posibilidad de participar en un taller: limpiaba cerámicas, entre otras cosas. Me pasé todo el año así y, como premio, el profesor me invitó a participar en una excavación. Así fue como empecé. Estuve en Soria, en una excavación denominada El Castro del Zarranzano, y me sentí muy a gusto. En nuestra facultad era costumbre hacer Arqueología Histórica, aunque a mi me resultaba algo muy lejano, prefería estudiar las culturas históricas cronológicamente más cercanas. Así, decidí estudiar Arqueología Medieval, tuve una suerte increíble y un par de profesores me hicieron el programa. Yo quiero saber, a nivel europeo me parece muy interesante ese misterio que existe en torno a los vascos. Me parece asombroso que no conozcamos aun cómo ha sido nuestra trayectoria histórica. Los vascos no hemos nacido en el siglo XI. Empecé en 1983 a hacer arqueología en Euskal Herria y el límite de Gipuzkoa era el siglo XI, no había posibilidad de remontarse más atrás, ni siquiera había referencias. Y a ese vacío que existe desde la época romana hasta la Edad Media lo denominé la Edad Oscura. Ese vacío ha sido siempre mi objetivo. Empecé a estudiar las villas para retroceder, porque, en muchos casos, esas villas surgieron sobre poblados que ya existían, y posteriormente comencé a estudiar los restos de la época romana, para ver si era posible llegar hasta esa Edad Oscura. Y sí, hemos llegado por un lado y por el otro, y ahí estamos ahora. Es un objetivo sumamente interesante y, en este camino, he tenido la oportunidad de conocer gente muy interesante, muy buenos especialistas, hemos formado un grupo, hemos hecho un museo. También en su momento formamos Arkeolan. Por tanto, ha sido la curiosidad la que me ha llevado a dedicarme a esto. Porque el objetivo es muy satisfactorio, o más que satisfactorio, importante. Y en la medida que avanzamos por ese camino, hemos tenido la oportunidad de apreciar los paisajes, de conocer gente, de formar redes... También ha habido aspectos negativos, pero, en general, tengo claro que ha merecido la pena.
¿Quedan muchas cosas por conocer? Sí, pero estamos en vías de conocerlas. Cuando empecé no sabía siquiera cómo plantear los objetivos. No sabía lo que había que hacer para llegar a esa Edad Oscura. Ahora, en cambio, soy consciente de que podemos tocar el tema. Estamos en la época de utilización de los paradigmas y me siento muy productiva en ese aspecto, pienso que durante los próximos diez años tendremos resultados, porque los veo ahí mismo. Solo falta asegurar los planteamientos que se realicen y, en ese sentido, Oiasso es muy importante. Tenemos que encontrar dónde estaba Oiasso antes de ser una ciudad romana y tenemos que llegar saber cómo se organizó la ciudad de Oiasso en el siglo V, una vez abandonada la ciudad romana. Nos falta la Oiasso anterior a Oiasso y la Oiasso posterior a Oiasso. Si conseguimos averiguar eso, y sobre todo, si descubrimos la Oiasso posterior a Oiasso, habremos dado un gran, un increíble paso adelante. Mertxe Urteaga Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid -especialidades de Historia Medieval y Arqueología (1982)- se doctoró en esa Universidad en 1987 con la tesis titulada “Arqueología de la Producción del Hierro en Gipuzkoa” realizada bajo la dirección de don Alberto Balil Illana. Ha centrado sus investigaciones arqueológicas en lo que ha denominado la Edad Oscura de Gipuzkoa, período previo al nacimiento histórico de Gipuzkoa, cuya primera cita documental data del año 1025. Con este objetivo ha desarrollado un proyecto de trabajo apoyado en los asentamientos romanos y en las villas medievales planificadas de fundación medieval, en los testimonios siderúrgicos y en los establecimientos pastoriles. En este contexto ha promovido la faceta profesional de las actividades arqueológicas (directora del CFJAU, 1987-1989, fundadora y directora del centro de estudios e investigaciones histórico-arqueológicas ARKEOLAN, 1989 a la actualidad, técnico arqueólogo del Gobierno Vasco, 1989-1990, Coordinadora del Master de Patrimonio Artístico y Arqueológico de la UPV, 1991-1992, técnico de patrimonio cultural del Gobierno Vasco, 2002-2004, responsable del estudio de las villas medievales en los territorios de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa en el proyecto internacional Villas Nuevas Medievales del SW de Europa, 2004-2007, etc. Ante la escasa tradición de los trabajos arqueológicos frente a los prehistóricos y a la ausencia de museos de Arqueología en Gipuzkoa ha impulsado fórmulas de socialización alternativas, entre las que destaca el museo romano Oiasso de Irun, del que ha sido nombrada directora en el año 2006. Es autora de varios libros (Guía Histórico Monumental de Gipuzkoa, Erromatar Garaia, El Tratado de Metalurgia de las Comisiones Segundas de la RSBAP), de decenas de artículos, directora del Boletín anual Arkeolan y editora de varias publicaciones. En la actualidad compagina su actividad investigadora y de difusión con la docencia en la Universidad del País Vasco donde imparte la asignatura de pueblos prerromanos de la Península Ibérica. A su iniciativa se debe, además, el diseño y formalización del Festival Internacional de Cine Arqueológico del Bidasoa, que este año ha celebrado su séptima edición.