Jon Marcaide. Catedrático de Astronomía y Astrofísica: Yo soy astrónomo por azar, literalmente por azar

2008-04-25

AGIRREZABAL, Lore

Jon Marcaide, Catedrático de Astronomía y Astrofísica, es miembro de Jakiunde, Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras de Eusko Ikaskuntza constituida en octubre de 2007. Su profesión y sus compromisos tanto como Catedrático de Astronomía como miembro numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, no le permiten visitar Euskadi tantas veces como le gustaría, pero gracias a su compromiso con Jakiunde, en adelante podremos contar con su presencia más a menudo

¿Cómo comenzó su trayectoria profesional?

Yo nací en Elgeta, en el caserío de mi madre, pero crecí en Arrasate, en el pueblo de mi padre. Empecé el bachillerato elemental y me sacaron para ingresar en la escuela profesional. Pero les dio tanta pena, y los profesores protestaron tanto, que me volvieron a ingresar en el bachillerato superior. Aun así, cuando acabé esos estudios, me fui a la escuela profesional. Allí me di cuenta de que se me quedaba pequeño para la manera en que veía mis cosas, y me fui. Pero me fui a Zaragoza con lo puesto; con 25.000 pesetas para hacer en cuatro meses un curso de nueve y ganarme la vida. Yo he vivido siempre a cuenta de mi trabajo o de la generosidad de la gente. Me han concedido muchas becas, me he encontrado con gente generosa que me ha ayudado a hacer las cosas bien hechas, y todos ellos de manera altruista, de la misma manera que hago ahora yo con mis estudiantes. Nosotros raramente dejamos echar a perder una buena cabeza. En mi caso, con doble razón, porque no hago más que devolver lo que me dieron.

¿Realizó sus estudios en Zaragoza? ¿Cómo ha sido su trayectoria a partir de ahí?

Estudié en Zaragoza durante tres años. Estudié el cuarto curso en Madrid, volví a estudiar otro cuarto curso distinto en Edimburgo, con una beca de la Fundación Stevenson, y después de nueve meses allá, volví a Zaragoza a terminar la carrera. Más tarde me ofrecieron volver a Edimburgo para hacer el doctorado. La verdad es que a punto estuve de ir, pero no lo hice por mis aitas, porque me tenían que dar de prófugo, ya que estaba en la edad militar. Y claro en los tiempos de Franco darse de prófugo era muy complicado. De manera que opté por hacer milicias del aire en Zaragoza a la vez que daba clases en la Universidad. En ese momento me di cuenta de que mi sitio no era aquel y me busqué el camino hacia el Massachussets Institute of Technology (MIT). Después de hacer el doctorado en el MIT, por un lado vinieron de la NASA para pedirme que les asesorara, y por otro lado hablé con la gente de Max-Planck-Institut für Radioastronomie, Instituto para radioastronomía de Bon (Alemania). Al final fui allá y estuve dos años. Después tuve tres ofertas, una para ser director del Observatorio IRAM Pico Veleta, para lo cual yo era demasiado joven; y la segunda oferta fue la de volver de profesor a donde había sido estudiante, pero era sólo a los tres años de haber acabado la carrera, y decidí no ir allá porque yo tenía miedo de triunfar en Estados Unidos y de no volver nunca a Europa. Finalmente decidí tomar la tercera opción, la de irme a un puesto permanente en la industria, en Siemens (Munich), para diseñar telescopios. Pero tan pronto como me fui allí, me salió una plaza en España en el Consejo Superior de Investigación Científica. Aquella vez me resigné a perder la mitad de mi sueldo y volver. De modo que volví a un sitio como Granada solamente porque era un sitio tranquilo, me gustaba esquiar, necesitaba que el mar no estuviera demasiado lejos y tenía casi de todo. Finalmente, cuando estaba allá, salió a concurso la primera Cátedra de Astronomía en España, concretamente en Valencia. En este momento estoy en excedencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) como profesor de investigación, y en activo como Catedrático en la Universidad de Valencia. Pero la razón de estar allá, es como siempre, el azar y la gente con la que tropiezas. Yo soy astrónomo por azar, literalmente por azar. Hay astrónomos que han nacido astrónomos. Pero yo no. Yo a las estrellas las miraba con el mismo interés que a las vacas o a las plantas. A mi lo que me gustaba era la física. Pero ¿por qué soy astrónomo? Por que fui a hacer el doctorado en el MIT y un día por azar me presentaron a Irwin Shapiro y me quedé con él.

De modo que ahora se dedica a la docencia, más que a la investigación.

Bueno, no puede haber un buen docente sin ser investigador. Son aspectos y gradaciones. Uno puede investigar todo el tiempo y enseñar muy poco o nada. Uno puede enseñar todo el tiempo y no investigar nada. Este último es muy malo, y enseñar todo el tiempo sin investigar nada es intolerable. Eso en la Universidad no puede suceder. Ahora como Catedrático tengo obligación de dar clases, pero mayormente mi actividad sigue siendo investigadora.

¿Cree que la investigación se valora lo suficiente?

En España se habla mucho de mejorar la docencia y la investigación, y los políticos se llenan la boca con eso, pero es evidente que les importamos relativamente poco. No hace falta más que ver cómo en España desde los maestros hasta los Catedráticos tienen sus sueldos congelados o bajándose desde hace quince años. Esto es incongruente. Si en un país a la gente que hace las cosas bien hechas no se les paga bien...

¿Hay cultura científica?

No lo suficiente. Igual empieza a haber insuficiencia de cultura, sin hablar de la científica. Es un período complicado porque si no tienes una cultura científica que viene desde la misma escuela, ¿cómo la adquieres, con Internet que bombardea con todo, pero que no aprendes nada? Las mismas herramientas son buenas y malas. Un país para tener buenos investigadores necesita buenas escuelas, públicas en mi opinión.

¿Cuál es la investigación que más le ha motivado?

A lo largo de mi carrera he investigado en muchas cosas distintas, pero he seguido una serie de líneas de investigación. Una, la astrometría diferencial de precisión, que arrancaría durante la tesis, donde empecé con cosas muy sencillas y hemos terminado haciendo cosas muy difíciles. Y otra que surgió luego, sobre las supernovas. Llevo trabajando en estas dos líneas sin publicar los trabajos durante casi diez años. A mi me importa el hecho de no trabajar sólo por el consumo, es decir, hoy vale y mañana a la basura. Ese tipo de ciencia no me interesa. Lo que me interesa es dejar algo, que cada uno de ellos sea un clásico. A eso le echo muchos riñones. Esto que estoy haciendo yo no lo está haciendo nadie en el mundo.

¿Cómo se ve Euskal Herria desde fuera?

Con respecto a los problemas políticos -en los que no quiero entrar-, lo veo con mis propias ideas y con algún conocimiento que tengo desde que era chaval. Yo creo que la culpa de cómo están las cosas está bastante repartida. Con el tiempo se aclararán, pero es algo en lo que yo nunca he querido involucrarme. La verdad es que algunos amigos me suelen comentar que Euskadi tiene un nivel muy alto a pesar de esta problemática y me preguntan que si no tuviese esta problemática, qué haríamos los vascos. Haríamos mucho más. Las ideas que tiene la gente sobre Euskadi son increíblemente positivas.

Vino a Donostia para participar en la primera reunión oficial que se celebró en diciembre de 2007 como miembro de Jakiunde. ¿Qué puede aportar un astrónomo a esta Academia?

Un buen astrónomo aportará mucho en la Academia, yo no sé si soy ese astrónomo bueno. Pero no hay sitio del mundo, ni Universidad que se precie, donde en este momento la astronomía no tenga la debida atención e importancia, porque es una disciplina que si la coges desde el punto de vista del conocimiento, a la gente le interesa tanto como le interesa la poesía, la pintura... u otras actividades que no son productivas. Además, la astronomía es una gran generadora de tecnología y de nuevas avenidas que conducen hacia donde se debe ir tecnológicamente, en ciertas cosas. Entonces, lo mismo que un físico, un astrónomo tiene que aportar lo que sabe. Y su disciplina es, afortunadamente, en este momento una de las que más interesa socialmente. Por ello, yo no doy a basto en atender a la gente o en dar conferencias. El interés es tremendo.

Y como persona, ¿qué puede aportar? Como persona, en esta Academia en particular, me gustaría aportar lo mejor de mi persona. Porque primero; es una Academia que de alguna manera en el futuro definirá cosas, pero sobre todo por que yo soy euskaldun. Yo soy euskaldun y esto es un añadido especial para mí. Si fuera la academia alemana le serviría con lealtad y con gusto, pero una academia de Euskadi, tiene más alma para mi. Es como venir a Donostia. Vengo pocas veces, pero cuando vengo me emociono. De hecho el vivir fuera da perspectivas de dónde es uno, y de cómo es el sitio, que no conocen los que están dentro. Estando fuera pierdo cosas muy bonitas de aquí, pero por otro lado ves cosas que no se ven desde dentro. Estoy en Jakiunde con mucha ilusión porque creo que es un foro de pensamiento, donde uno puede expresar libremente las cosas sin ningún tipo de condicionamientos. Jon Marcaide Osoro (Elgeta, 1950) Jon Marcaide Osoro nació en Elgeta en 1950. Realizó sus estudios de licenciatura en las Universidades de Zaragoza, Complutense de Madrid y Edimburgo, licenciándose en la Universidad de Zaragoza en 1975. Obtuvo su grado de doctor (Ph.D.) en 1982 en el Massachussets Institute of Technology (MIT) con una tesis doctoral dirigida por el Profesor Irwin I. Shapiro. Fue investigador posdoctoral en el Max-Planck-Institut für Radioastronomie (1982-1985), investigador de plantilla en Siemens AG, Munich (1985-1986) e Investigador Científico del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (1986-1991). Desde 1991 es Catedrático de Astronomía y Astrofísica en la Universidad de Valencia. Fue elegido miembro numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en febrero de 2003. En 2004 fue galardonado con el Premio Euskadi de Investigación y desde 2007 es miembro de Jakiunde, Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras de Eusko Ikaskuntza.
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