José María Asua. Catedrático de Ingeniería Química: Nuestro negocio es vender ideas

2009-03-20

SALABERRIA, Urkiri

Nos acercamos a Polymat, junto al campus universitario de Ibaeta, en Donostia. José María Asua nos recibe en su despacho. Junto a la mesa en la que nos sentamos, repleta de documentos, hay una pizarra llena de letras organizadas por grupos que se relacionan entre sí con enlaces. El Dr. Asua posee un gran y afinado sentido del humor, que combina con aseveraciones rotundas al hablar de temas que conoce muy bien. Hemos compartido una interesante conversación con este donostiarra de adopción, enamorado de la ciudad que le hizo trazar su destino.

¿Tenía claro desde pequeño que su mundo eran las moléculas?

La verdad es que no tenía ninguna vocación especial. Las Ciencias me gustaban, pero no sentía una atracción especial por la química. En Bachiller tuve profesores muy buenos, y guardo un recuerdo especial del Profesor Lamadrid que me dio clases de física y química en el Instituto de Basauri. Era un grandísimo profesor que además de enseñarme la materia de sus asignaturas se preocupó de “meterme en vereda”.

¿Cómo fue eso?

El Profesor Lamadrid se dio cuenta de que yo entendía perfectamente lo que él explicaba en clase, pero que no estudiaba “excesivamente”. Así que, aunque había aprobado, me “invitó” a recibir clases en su casa durante todo el verano, gratis (se sonríe). Fue sobre todo una lección de generosidad, y me ayudó a adquirir una dinámica de trabajo que me ha servido a lo largo de mi carrera.

Una vez llega a la Universidad...

Estudié en Leioa, en lo que en esa época era la Universidad de Bilbao, y estudié lo necesario para aprobar, porque “el no aprobar”, no era una opción posible en una familia humilde. Nuestros padres, que tenían claro que el estudio era nuestra vía de promoción social, se esforzaron muchísimo para que mi hermana y yo pudiésemos estudiar. Tengo que reconocer que mi objetivo en esos años era aprobar por parciales y acabar cuanto antes el curso. Entonces no existía la costumbre de examinarse para “subir nota”, eran otros tiempos.

De ahí fue a Zaragoza, ¿qué le impulsó a realizar el doctorado?

En Leioa me dio clase el Profesor José Corella, en aquel momento el mayor experto que había en España en ingeniería de los reactores químicos. (En aquella época, la Ingeniería química era una especialidad de Químicas). Él se trasladó a Zaragoza como catedrático y me invitó a que fuera con él para hacer allí la Tesis.

¿Quizás fue algo similar a lo que le sucedió con Lamadrid?

(Se ríe). Bueno, en esta época ya estudiaba... Lo cierto es que para aprobar una carrera hay que estudiar.

¿Qué tema desarrolló en su Tesis?

Desactivación de catalizadores sólidos (Breve silencio).

¿Cómo se convirtió en profesor de la UPV-EHU?

Estaba acabando la Tesis Doctoral y el día de Santo Tomás del año 77 vine a San Sebastián a visitar la nueva Facultad de Químicas y a hablar con el Decano, el Profesor Gonzalo Martín Guzmán, quien me ofreció un puesto para encargarme de la asignatura de reactores de polimerización y desarrollar una línea de investigación en esa área. En aquel momento no era un tema que me atrajese particularmente. Además, la Facultad estaba empezando y tenía pocos medios. Pero ese día de Santo Tomás... paseando por la ciudad y pensando en lo que me habían propuesto, me decidí, ya que pensé que por vivir aquí merecía la pena el esfuerzo. Así que trabajo en polímeros porque quería vivir en San Sebastián.

¿Su primera clase en la Universidad?

Mi inicio coincidió con una fumata blanca, ya que el día en que di mi primera clase en la Facultad eligieron Papa a Juan Pablo II (Se ríe).

(El 16 de octubre de 1978 salió de la chimenea colocada en la capilla Sixtina la fumata blanca que anunciaba al mundo que había un nuevo Papa. Veintiséis minutos después el cardenal Pericles Felici comunicaba que el nuevo Pontífice era el cardenal Wojtyla).

Además de las clases, se dedica a la investigación. Eso suponen muchas horas de trabajo y dedicación. ¿Es posible conciliar la investigación y la docencia Universitaria con la vida familiar?

Por supuesto que es posible (¡y menos mal! Si no dejaría la investigación). Conocí a mi mujer en Zaragoza, mientras ella también estaba haciendo la Tesis, en otro tema totalmente diferente. Tenemos una hija y seguimos muy a gusto juntos... Así que claro que es posible. En ese sentido, creo que hay una cierta tendencia a exagerar las exigencias de la investigación. Hay profesiones, por ejemplo la de los camioneros, en las que es más difícil conciliar la vida profesional y la familiar.

Pero a veces, a pesar de estar físicamente, estará absorto en sus ideas. No será posible cerrar la puerta y olvidarse del tema que está investigando.

Esto es algo que ocurre a todas las personas que tienen un trabajo que les gusta y supone un reto. Sin embargo, con disciplina es posible mantener la vida familiar relativamente al margen de las preocupaciones del trabajo.

¿Qué ingredientes son indispensables para ser investigador?

Un colega canadiense que ahora está jubilado, uno de los mejores investigadores en mi campo, el Profesor Hamielec, decía que había tres ingredientes esenciales para la investigación: capacidad intelectual (incluyendo la creatividad), ambición de querer destacar y energía para alcanzar las metas. Yo añadiría un cuarto ingrediente que es, capacidad de comunicar. Nuestro negocio es vender ideas, quien no es capaz de explicarlas bien a los demás, no progresa en la profesión.

¿Equipos multidisciplinares?

El equipo debe incluir los expertos necesarios para cada proyecto, pero no más. Soy muy escéptico respecto a la política, tan en boga en los últimos años, de que la investigación debe ser realizada por equipos muy numerosos. Un ejemplo claro son los proyectos europeos del 6º programa marco, donde de forma muchas veces artificial, se organizaron consorcios enormes porque era la forma de conseguir la financiación. No me parece que sea el sistema de investigación más eficaz. La multidisciplinaridad abre un debate sobre la forma de organizar la investigación en instituciones grandes, y que por lo tanto incluyen muchos campos diferentes del saber, como la universidad. ¿Debemos organizarnos en grandes grupos multidisciplinares? En mi opinión es mejor tener muchos grupos de tamaño medio, bien cohesionados internamente, expertos cada uno de ellos en un campo y que entre ellos y con otros se comuniquen y colaboren cuando tengan necesidad.

¿No existe un paralelismo con los polímeros en donde se unen diferentes monómeros de características diferentes...?

(Se ríe) No, por supuesto que no, porque los polímeros los controlamos y las personas no. La idea de los grandes grupos puede ser atrayente para quien está al cargo de las políticas de investigación, pero el experimento del 6º programa marco, donde se forzaba la formación de grandes consorcios, no ha funcionado. Es cierto que debemos ser capaces de comunicarnos, de estar en contacto con otras disciplinas, pero cada uno tiene que ser experto en su campo y cuando haga falta abordar un proyecto específico en el necesitemos conocimientos de otros campos, hacer como las UTE (Unión Temporal de Empresas), organizar alianzas temporales.

Pero si cada uno trabaja únicamente en su campo ¿cómo llegan a saber qué posibilidades tienen las otras disciplinas?

Ese es un problema serio, pero a base trabajo y esfuerzo, de leer, ir a congresos, escuchar y muchas veces apostar podemos resolverlo. Y digo lo de apostar porque muchas veces contactas con gente que no sabes cómo va a resultar. En investigación, nadie puede predecir qué va a pasar en cinco años. Recuerdo que al principio de mi carrera me invitaron a una reunión en Racine, Wisconsin, en la que se discutió sobre cuáles serían las líneas de investigación en las que, en nuestro campo, trabajaríamos en el futuro. Con las conclusiones se editó un libro. De vez en cuando suelo releerlo y tengo que reconocer que nos equivocamos en bastantes cosas. Investigación es sobre todo riesgo.

¿Cómo se plantean los temas que deben investigar?

Creo que es importante saber cuál es la pregunta adecuada. Es decir, qué merece la pena conocerse. Además, cuando se trabaja en un campo aplicado, en mi caso Ingeniería Química, preguntarse para qué. Una vez identificado lo que merece la pena ser investigado, la fórmula es fácil, trabajo, trabajo, trabajo, trabajo (subiendo el tono)... y, de vez en cuando, (pausa) un destello de inspiración, para seguir trabajando.

¿Aquí en Polymat, cómo se plantean los temas a investigar?

Polymat es un Instituto Universitario de Investigación que se dedica a transferir conocimiento desde la Universidad hacia la Industria. Es decir, trabajamos directamente con empresas que nos plantean sus problemas a los que debemos dar una respuesta.

¿Tienen algún sistema para validar los resultados de sus investigaciones?

Cuando trabajamos con empresas, su satisfacción. En la investigación más libre, impulsada por la curiosidad, las ideas se someten al escrutinio de los demás colegas. Creo que es humano enamorarse de nuestras propias ideas, pero a diferencia con otras ramas del saber, en Ciencias las teorías deben superar la prueba de la medición experimental. Por eso, cuanto antes compares y contrastes tus ideas con tus colegas, mejor.

Polimeros:

Imagínate un tren que tuviera la posibilidad de engancharse con otros trenes, en cualquier punto y en cualquier dirección, eso son polímeros. Los vagones de cada tren serían los monómeros, y los trenes-polímeros se enganchan en las tres direcciones espaciales. Después piensa que en cada vagón y en cada tren puedes ir poniendo a la carta las características que te interesen: Algo que se adhiera a todas las superficies (un pegamento), o que no se pegue en ninguna parte (revestimiento de las sartenes antiadherentes); que absorba agua (dodotis) o que la repela (goretex).

Materiales a la carta:

Con los polímeros creamos materiales a la carta. No hay ningún material sintético tan versátil como los polímeros. Se utilizan en los invernaderos para la agricultura intensiva, los “dodotis”, los automóviles, los corazones artificiales, las sartenes antiadherentes, los aerogeneradores, los adhesivos, fitosanitarios, las lentillas de contacto y los chalecos antibala son algunos de los productos que no existirían o serían mucho menos eficaces sin los polímeros. El papel en donde escribes, está recubierto de polímero, el bolígrafo que tienes en la mano está hecho de polímeros, y la tinta también, si en el interior del coche miras a tu alrededor... casi todo son polímeros. Piensa en el material de montaña de hoy en día o en el de hace 30 años. No se parece en nada. La diferencia son los polímeros

4% del “oro negro”:

Los monómeros se obtienen del petróleo y para poder abastecer la industria de los polímeros se utiliza un 4% del petróleo que se extrae en el mundo. Podrían utilizarse otras fuentes como el carbón, o productos vegetales... pero a un precio mayor.

Gestión de residuos:

Los polímeros en sí son materiales inertes, de forma que la contaminación que generan es un problema de educación, los plásticos que aparecen en los ríos en la playa o el monte son producto de falta de educación, y de gestión de residuos. San Sebastián va a poner finalmente una incineradora. Eso es algo que debería haberse hecho hace ya mucho tiempo, porque no tenemos territorio y seguimos generando basura. Para quemar esa basura se necesita un combustible. La necesidad de combustible será tanto menor cuanto más polímero contenga la basura. Esto abre la discusión de qué hacer con los polímeros una vez utilizados.

Reciclaje:

El mayor problema en el reciclaje está relacionado con las exigencias del mercado. Estamos acostumbrados a que los polímeros proporcionen grandes prestaciones a bajo precio. El polímero reciclado tiene peores prestaciones que el nuevo y por ello no se puede emplear en todas aplicaciones que tienen que cumplir normas de calidad estrictas. Por otro lado, el gasto de recursos energéticos necesarios para descomponer los polímeros en sus monómeros, y con estos obtener nuevos polímeros, tiene mayor impacto ambiental que fabricar los polímeros a partir del petróleo.

Utilización de recursos naturales:

No se puede mantener sobre la Tierra la densidad de población que hay, con el nivel de vida actual (que evidentemente es muy diferente en las distintas partes del mundo), sin utilizar los recursos naturales. Un mundo bucólico y pastoril y nuestra sociedad no son compatibles. Creo que es importante que todos seamos conscientes de esto. No estoy diciendo que no tenemos que ser respetuosos con el medio ambiente y creo que hay que repartir mejor la riqueza, pero lo que no hay que caer es en la contradicción de decir “la naturaleza es intocable pero mi estándar de vida también”. ¿Estamos todos dispuestos a renunciar a, simplemente, una parte de nuestro confort?

Polímeros comestibles:

Las proteínas... son polímeros.

Globalización:

La globalización en ciencia, que siempre ha existido, se ha acentuado con la aparición de Internet y la entrada en el mundo científico de los dos grandes países asiáticos: China e India. La competencia es mayor, pero la información que tenemos también es mayor.

¿Es la belleza una razón para investigar?:

En la vida, no hacemos las cosas por una única razón. ¿Por qué se sube a una montaña? ¿Por el reto de subir o por el paisaje que se ve desde arriba? Eso es algo muy personal. Para mí, el reto es muy importante, y a veces, te das cuenta de que para superar ese reto has tenido una idea que además de ser brillante, es estéticamente bella... un razonamiento elegante.

Premio Euskadi Investigación:

Sentimientos contradictorios: Alegría, orgullo, reconocimiento de la labor de tantos colaboradores, agradecimiento por las ayudas recibidas y, en parte, tristeza porque me faltaron dos personas que ya no están aquí.

Jakiunde:

En primer lugar es un honor, y luego... es trabajo. (Se ríe)

Sotto voce...

¿Cómo se le conquista?

Eso, es información confidencial.

¿Qué suele evitar?

Algo que me gustaría evitar es la burocracia.

¿El mejor regalo que ha tenido?

El nacimiento de nuestra hija.

¿Un deseo para su hija?

Que sea feliz en una sociedad que viva en Paz. José María Asua (Zaratamo, 1953) Es catedrático de Ingeniería Química y director del Instituto Universitario de Investigación de Materiales Poliméricos (Polymat) de la Universidad del País Vasco. Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Bilbao (1975) y doctor por la Universidad de Zaragoza (1978). En 1978, se incorporó a la Facultad de Ciencias Químicas de Donostia. Realiza una investigación fundamental en procesos de polimerización industrialmente importantes, desarrollando estrategias de producción de polímeros dispersos en agua basadas en el conocimiento. En ese campo es internacionalmente reconocido. Ha publicado un libro y editado otros dos, publicado más de 230 artículos, impartido 45 conferencias invitadas y plenarias y más de 150 conferencias y posters en congresos internacionales. Es coautor de 4 patentes y ha dirigido 33 tesis doctorales. Ha sido Editor asociado de Polymer Reaction Engineering y es miembro de los comités editoriales de Chemical Engineering Journal, Macromolecular Materials and Engineering y Macromolecular Reaction Engineering. Ha sido miembro del comité científico de un buen número de congresos internacionales y director de un NATO Advanced Study Institute. Realizó una estancia postdoctoral en la Universidad de Lieja (Bélgica) y ha pasado años sabáticos en la Universidad de Lehigh (USA) como becario Fulbright y en la Universidad de Waterloo (Canadá) como profesor visitante. También es profesor visitante de las universidades Católica de Lovaina (Bélgica) y Dortmund (Alemania). Es premio Euskadi de Investigación 2005 en Ciencia y Tecnología, premio Rhône Poulenc de Tecnologías Limpias y miembro de Jakiunde, Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras de Eusko Ikaskuntza. El Profesor Asua ha dedicado mucho esfuerzo a impulsar las relaciones entre la universidad y la industria dirigiendo más de 30 proyectos industriales. Es consultor de empresas en Europa y Estados Unidos.
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