Juan Uriagereka. Doctor en Lingüística: Odio las definiciones

2009-02-06

SALABERRIA, Urkiri

Debido a la distancia física que nos separa y gracias a la telemática, hemos podido entrevistar al Dr. Uriagereka. Catedrático de Lingüística en la Universidad de Maryland, USA. De él podemos decir que a nivel conceptual “no sólo admiro, sino que realmente quiero, que son como de la familia, a Chomsky, el abuelo, y Lasnik, mi padre intelectual”. No puedo describirles cómo es físicamente, ni cuál es el tono de su voz. Pero sé positivamente que además de trabajador infatigable es una persona muy organizada, pues aprovechando algunos huecos entre aeropuertos, en apenas tres días ha aceptado nuestra propuesta para ser entrevistado y nos ha enviado las respuestas a las preguntas que le hemos formulado. No obstante, queda pendiente encontrarnos en persona... quizás en la próxima reunión de Jakiunde, Academia a la que pertenece.

Es usted Doctor en Lingüística, sin embargo comenzó estudiando Ciencias Económicas. ¿Qué le empujó a dejar la carrera de economía para matricularse en Filología Anglo-germánica?

No fue una decisión muy meditada, y tal vez me equivocara dejando las ciencias económicas, que me siguen fascinando. No sé, no obstante, si yo hubiese podido contribuir algo significativo. En todo caso, lo de pasar a filología fue, con sinceridad, un bandazo algo alocado, por sugerencia de mi novia entonces, Paloma Lapuerta.

Sus padres, ¿cómo recibieron esta decisión?

A nivel familiar, sin lugar a dudas fue un shock, porque además yo decía que quería ser escritor. En realidad, eso es lo que sigo queriendo, pero es muy difícil. Supongo que es difícil todo, por lo menos para mí. Y se hace lo que se puede, con lo que hay. En el fondo da un poco igual, lo que importa es tomarte en serio lo que estás haciendo, sin perder por ello el sentido del humor. Algo de eso.

¿Cómo se auto-definiría usted?

Odio las definiciones, mucho más si son sobre uno mismo. Si tuviera que definirme, porque le fuera en ello la vida a mis hijas, diría que soy un aldeano.

Lo cierto es que si odia las definiciones mi pregunta no podía ser más desafortunada. De otro modo; si quisiera saber algo más sobre usted podría preguntarle, ¿cuáles son sus gustos? ¿cuál es su percepción del mundo?

Odio sobre todo la violencia. Amo el humor, el buen rollo, lo colectivo, y supongo que mi experiencia personal ha sido tan variopinta que no puedo no sentirme igual de cómodo en Euskadi que en Japón o la Patagonia. Veo, simplemente, seres humanos, y me da igual lo que hablen. Me gusta, eso sí, que me hablen y que me escuchen, de la manera que sea. En el fondo son todas maneras muy similares de entender el mundo.

Como hombre venido del campo y habiendo sufrido, si no discriminación, sí muchos desaires (como gallego, como vasco, como latino en los Estados Unidos o vagamente gitano en Europa), admito que me gusta que me traten con respeto. No con admiración ni siquiera con cuidado –me gusta que me tomen el pelo de buen grado, y con nada disfruto tanto como con mis hijas “descojonándose” de mis manías–. Ahora bien, sí con buen rollo, con el tipo de gesto que evite la humillación étnica, cultural, o personal.

Como lingüista, ¿qué le parecen los “mestizajes” tipo “euskañol” o “espanglish”?

Con las lenguas, con las culturas, me pasa un poco como con las definiciones aplicadas a los individuos. En el fondo me da igual si uno habla “euskañol” o “espanglish”. Lo que me parece importante es que la gente hable, que se comunique, que exploren vías de entendimiento, sobre todo porque la alternativa la conocemos bien, la estamos viendo en estos momentos en Gaza, y llevamos milenios con ese camino terrible a cuestas: la violencia (física, verbal o del cariz que usted quiera).

¿Qué diferencia el lenguaje de la lengua?

El lenguaje es una facultad mental, en última instancia una compleja emergencia, de base física, biológica y cultural, que nos ha dado una manera de pensar, sentir y comunicarnos, al parecer única en la evolución. Las lenguas, en plural, son manifestaciones del lenguaje a lo largo de la historia humana, cada una, por tanto, de gran valor, y ninguna más importante que la siguiente. Si el lenguaje fuesen las cuatro fuerzas del universo, las lenguas serían los diferentes cuerpos celestes, por dar una metáfora.

Una fórmula matemática puede poseer una belleza estética similar a la de una poesía, una melodía. Es cuando hablamos de Armonía, Belleza, Absoluto, ¿Dios? ¿rapto estético?

La idea de que lo estético, lo científico y lo ético están relacionados es muy antigua, y quizás nadie la articulara tan bien como Platón. Hay, obviamente, diferencias, pero no deja de ser cierto que los grandes científicos siempre se han guiado por intuiciones en última instancia estéticas, y los grandes artistas se han apoyado siempre en la técnica y en última instancia ciencia. Velázquez, por ejemplo, tenía varios libros científicos en su extensa biblioteca, y es evidente que para componer un lienzo del tamaño de Las Meninas tuvo que inventar un artilugio óptico desconocido hasta entonces.

¿Cree que hay relación entre la estética, la ética y la mística?

La ética es lo que yo más admiro, quizá porque se me escape cómo ser verdaderamente cabal en ese sentido, me parece lo más difícil de todo, el compromiso humano a ese nivel –y no puedo comentar con sensatez sobre ese tema–.

Por otro lado debería haber, también, un cierto escepticismo hacia estas historias, sobre todo cuando ocultan formas de explotación, que por desgracia ha sido algo muy común en las religiones, y sigue siéndolo. En ese sentido yo le tengo bastante miedo a hablar sobre experiencias espirituales, que en todo caso deberían de ser puramente individuales, si son algo. El universo es una cosa muy extraña, al menos para mí totalmente incomprensible. Fascinante, pero imposible de asir, particularmente si uno quiere poner en la misma oración los conceptos de gozo y, digamos, esclavitud. Kant ya nos demostró cómo un Dios personal, omnipotente, omnisciente e infinitamente bondadoso, plantea una contradicción en términos.

¿Qué quiere decir con contradicción?

Es imposible, vamos. O falla la lógica o falla ese Dios. Por supuesto, puede fallar todo ello, y nosotros somos criaturas aun más penosas de lo que imaginamos, incapaces de ver más allá de nuestros cerebros. Posibilidad muy real. Pero entonces si hay algo más ahí afuera, probablemente no tenga mucho que ver con nosotros, al menos conmigo.

Sin embargo, le dedicamos muchos pensamientos y reflexiones a este tema...

Si le digo la verdad, no me preocupa, personalmente: Juan Uriagereka es un concepto totalmente carente de interés, como tal, y por lo tanto da igual cómo se relaciona con todo eso. Es parte de ello, sin duda, y cuando sus partículas eternas vuelvan a la sopa universal, simplemente seguirá todo siendo como sea que es. No hay que darle muchas más vueltas. Mientras, eso sí, me gustaría pasar por aquí tratando de hacer la vida más llevadera a mis congéneres, con la ciencia, el arte, o lo que pueda ser.

¿Es el lenguaje el reflejo de nuestra capacidad para pensar? ¿somos los únicos animales capaces de pensar de un modo complejo?

Nada de esto quiere decir que otras especies no tengan pensamiento tan complejo como usted quiera. Eso también me parece indudable. Pero pedirles a ellos lenguaje sería como pedirnos a nosotros un sistema de sonar, porque lo tengan los delfines. Cada uno es lo que es, en su medio. Si es mejor o peor, el tiempo lo dirá. Ninguna especie es eterna, y a ver cuánto dura esta... Últimamente el tema lleva mala pinta.

¿Le apetece hacer algún comentario sobre el gen FOXP2?

Personalmente he argumentado que FOXP2 es parte de un circuito neuronal, en una zona de los ganglios basales, que controla el ritmo. En las aves canoras está muy desarrollado ese circuito, y parece ser que también en otras aves y algunos otros mamíferos, concretamente los cetáceos y los murciélagos, tal vez también los elefantes. Control del ritmo. Pero ritmo son muchas cosas, y mientras que los pájaros parecen estar regulando emisiones de la siringe, los murciélagos emiten ultrasonido, y así en cada caso; en el nuestro, parece, controlamos la expresión de capacidades conceptuales presentes en otros primates.

Entonces, ¿no se trata de que seamos el resultado de la evolución de un híbrido entre primate y ave?

Las aves distan de los primates unos trescientos millones de años de evolución, pero la base molecular de todos los organismos es muy parecida, y muchos entramados genéticos se reutilizan una y otra vez, a veces con funciones diferentes. En los cerebros igual que en el resto de los sistemas fisiológicos. Entonces es como si nuestra línea evolutiva hubiese logrado un punto de encuentro entre un circuito ancestral de los mamíferos, que llega a niveles de gran profundidad en los grandes simios (no hay más que mirar cara a cara a un orangután o un gorila para entender esto) y otro circuito aun más ancestral presente en criaturas separadas de nosotros por más de trescientos millones de años de evolución.

El lenguaje como facultad es algo relativamente reciente (no sé ni si los Neanderthales lo tenían, en el sentido estricto), y específicamente humano. También algo difícil de explicar evolutivamente, porque la evidencia sugiere que surgió de modo muy abrupto, no gradual. De ahí que hagan falta, en mi opinión, explicaciones ‘laterales’ para la emergencia, lo cual no quiere decir que sean mágicas.

¿A qué se refiere con “explicaciones laterales para la emergencia”?

Por ejemplo, pudo haber sido posible la inserción de un transposón en los fragmentos del genoma y el proteoma humano que sustentan el lenguaje, cuyo origen sabe Dios cuál puede haber sido (vírico, bacteriano o interno al propio organismo). Si esto fuese así, se sabrá durante los próximos años, cuando entendamos mejor las bases moleculares del lenguaje.

¿Qué nos puede decir sobre el descubrimiento de las neuronas espejo?

La mente es tan parte de la realidad como la energía, que se manifiesta como materia o no dependiendo de miles de circunstancias. No sabemos bien, claro, que diablos es en última instancia lo mental, pero alguna realidad tiene que tener, no se escapa a las leyes del universo (lo cual no quiere decir que no haya que mejorar nuestro entendimiento de esas leyes para integrar lo mental).

Y en fin, si parte de esa realidad mental son las neuronas espejo, o circuitos más complejos todavía que crean ficciones convenientes, que nos inspiran o nos aterran, pues que así sea.

¿Dónde se encuentra el límite entre la realidad y la virtualidad?

Yo no pierdo el tiempo cuestionando la realidad, sino que me interesa más cuestionar por qué la realidad es cómo es. A veces no es fácil observarla, y a veces nos engañamos percibiéndola. Pero si nos aseguramos, en la medida de lo posible, que algo es de cierta manera –por poner un ejemplo deliberadamente provocador, de que existe el fenómeno de la consciencia, digamos– el tema entonces no es ponernos a negar eso. Al contrario: es rascarnos la cabeza hasta dar con una explicación satisfactoria, o al menos un camino de investigación.

Para mí hay varias nociones en ese cajón, por controvertidas que parezcan. Cosas como ‘libre albedrío’, por ejemplo, que muchos científicos prefieren negar. Ahora: Habrá neuronas para eso, para la capacidad de decidir libremente? Yo personalmente lo dudo, creo que es mucho más complejo que todo eso. Claro que esa es otra historia...

Por cierto, ¿en qué lengua pensamos? ¿los conceptos están en alguna lengua?

No puedo dar una respuesta seria: no lo sé. Sospecho que el pensamiento, a algún nivel, es ancestral, anterior probablemente a la revolución Cámbrica (asumiendo que las plantas o las bacterias no tienen pensamiento en el sentido tradicional, aunque habría argumentos para sugerir que hasta un paramecio, en cierto sentido al menos, piensa –por ejemplo, aprende a salir de situaciones en que se atora, y eso que sólo es una célula). Si fuese así, no tendría sentido decir que pensamos en una lengua. Imposible determinar qué forma tiene la lengua del pensamiento, o hasta si es una lengua en algún sentido serio de la palabra. Si existiera realmente ese concepto, probablemente fuese algo así como una especie de formalismo lógico, tal vez del estilo del cálculo de predicados o la teoría de la cuantificación –pero yo sospecho que éstas no dejan de ser metáforas , o más bien palos de ciego.

¿Por qué hay veces en que se nos cambia el “chip” y nos salen las palabras en otro idioma diferente del que estamos hablando?

Yo confieso que tengo mis preferencias: expresarme científicamente lo hago mejor en inglés; si quiero narrar algo, prefiero el castellano; si intento escribir un poema, como más cómodo me siento es en gallego. Pero esto, probablemente, no sean más que hábitos, como el que prefiere comer merluza en verano o alubias en invierno, quizá por razones en el fondo profundas, pero también profundamente inaccesibles. No es que un ser humano precise de la merluza o las alubias para realizarse, y muchos, la mayoría, pasan por la existencia sin probar nada de eso. Con las lenguas pasa algo parecido. En un sentido profundo son todas la misma, y de hecho mal lector tiene que ser uno para no emocionarse con un haiku, igual que con un versito tradicional Africano, o la composición de un bertsolari. Los temas, los conceptos, los hallazgos, el humor... son enteramente universales. Pero esa universalidad se manifiesta de nuevo cada vez que una criatura sueña para decir algo a sus fantasmas, en el idioma que sea.

Ahora que comenta el tema de los sueños, recuerdo que antes de aprender euskera tenía sueños en los que las conversaciones transcurrían en dicho idioma y me despertaba emocionada porque al menos... “en sueños” lo dominaba. ¿Existe la memoria genética y la posibilidad de que se transmitan lenguas por esta vía?

Es un sueño hermoso, pero déjeme que le despierte con todo el aprecio, por lo que dice y por la recuperación del euskera y cualquier otra lengua minoritaria: no existe ninguna evidencia científica al respecto. En realidad el argumento para ello es simple, y si lo piensa usted, fantástico a la vez. Piense en cualquier emigrante que haya venido a su pueblo recientemente, con genes obviamente de cualquier otro lugar del mundo. Sus hijos, si van con los de usted a la ikastola, en el mismo tiempo que ellos estarán hablando euskera, compartiendo juegos en el patio como cualquier otro niño.

Pero es que los niños y las niñas son esponjas...

Esa plasticidad humana es extraordinaria, es una propiedad que no se aprecia en ninguna otra especie en la naturaleza. Esa facultad (la facultad del lenguaje), sin lugar a dudas tiene componentes genéticos. No se sabe aún cuales ni cómo funcionan, pero es totalmente inexplicable, de otro modo, cómo es posible que nuestros críos adquieran las lenguas antes de ser capaces de atarse los zapatos. Dicho esto, dado lo que observamos, es realmente imposible que haya genes para las lenguas, específicamente. Por eso yo jamás defenderé la pureza étnica, que me parece un contrasentido.

¿Y si en lugar de “pureza étnica” hablásemos de “preservación de la identidad”?

Igual es porque yo soy el clásico pardillo, mezcla de todo un poco, y no hay más que mirarme para ver que puedo ser de cualquier lugar del Mediterráneo, lo cual es equivalente a venir de mil razas. Pero también porque ese camino no lleva más que a la división y a la guerra, y tenemos milenios de historia para demostrarlo. El tema es que la alternativa de ser todos humanos, con nuestras mezclas y diferencias y contradicciones, no tiene por qué implicar que nos carguemos de un plumazo los logros culturales. Máxime cuando nuestros cerebros viven muy bien con identidades múltiples y varias lenguas co-existiendo.

¿Le parece importante conservar la diversidad lingüística?

El problema en quedarse con un par de lenguas o culturas está, para empezar, en que eso ha sido un accidente histórico fruto de la violencia generalizada, la explotación más brutal. Esto no tiene duda, no hace falta ser muy listo para verlo. Por ejemplo, en América se hablaban unas dos mil lenguas antes de que fuese América. En estos momentos, las dos terceras partes de esas lenguas han desaparecido, y de las que todavía quedan, la mitad son habladas por menos de mil personas. Algunas lenguas, como el Nahuatl, el Quechua, el Aymara, el Guaraní, el Mapuche o las lenguas Mayas si que son habladas por millones de personas, pero en muchos casos no tienen estatus oficial, y son consideradas (ellas y sus hablantes) de tercera categoría. Eso hoy día...

Entonces la conservación de la diversidad lingüística está exclusivamente en nuestras manos...

Lo triste es que la naturaleza ha encontrado mecanismos muy interesantes para la diversidad, empezando por el sexo (como decía mi abuela Laura, la cosa más bonita del mundo) y terminando por la cultura. Lo genial de ambas cosas no es que yo sea hombre o mujer u homosexual, vasco o gallego, o lo que sea, sino que me sienta parte de todas esas maneras diferentes de hacer el amor o la verdad. Y estamos ignorando esto. De todo ese caldo de cultivo siempre salen versiones mas estables de nosotros mismos, mientras que de la uniformidad salen esos monstruos sin cintura, como el fascismo o el comunismo de Estado, o el capitalismo que acabamos de ver colapsar, donde, eso si, todo está muy bien definido. Vive la definición y muere la persona. Yo creo, en cambio, que el estado natural de la persona nos lleva a la diversidad, siempre entendida desde la óptica universal, de que somos, ante todo, humanos.

Pero, ¿es natural el multilingüismo?

El estado natural de la especie (humana) siempre ha sido multicultural, y todavía lo es en las partes del mundo en que seguimos viviendo como hace siglos, donde lo habitual es que en cualquier familia hayan tres o cuatro lenguas en el día a día. La mono-culturalidad es una aberración del Estado, y yo creo que no se da en casi ninguna parte del mundo, a pesar de que muchos la quieran imponer. Por eso que, en mi opinión, es crucial desarrollar desde los jardines de infancia culturas plurales y abiertas, con dos o tres lenguas como rutina educativa.

¿Estamos realmente capacitados para la multiculturalidad?

A un nivel, en la diversidad cultural es donde lo tenemos más fácil, porque lo único que necesitamos es tomarnos en serio el hecho de que nuestro cerebro está preparado para vivir, sin esfuerzo, en tres o cuatro lenguas. Eso se lo aseguro, desde un punto de vista científico. Incluso brutos como yo somos capaces de hablar tres lenguas, y estudiar dos o tres más, si nos ponemos a ello. Seremos mejores o peores en el resultado, hablaremos “espanglish” o lo que usted quiera, pero seguirá viva la diversidad en nuestros cerebros, cada uno portando en su mente un fragmento de historia humana.

¿Por qué hemos de demostrar con certificados las lenguas diferentes de las maternas?... (menos en el caso de los vascos, que aun siendo euskaldunes por lengua materna deben examinarse y demostrar lo que a los españolparlantes no se les pide). ¿Debieran solicitarse certificados de capacitación lingüística al concluir el bachillerato?

Conteste lo que conteste a su pregunta, va a ser controvertido. He observado a lo largo de muchos años que, siempre que hablo de lengua y lenguaje en ese contexto, la gente quiere indagar en estas cosas delicadas. Ya puedo yo estar hablando de pájaros o de genética, que siempre acaba el tema en cuestiones sobre política lingüística... Pero los expertos en lenguaje no tenemos ni la bola de cristal ni la varita mágica.

El problema es evidente. Por repetir lo que ya he dicho en muchas partes, y salirnos del tema del euskera, por intentar mirar esto con perspectiva. Hay miles de lenguas en el mundo, como las hubo siempre –todavía las hay. Ahora, sabemos a ciencia cierta que, con la tendencia actual, en un par de generaciones habrá desaparecido la mitad, y en cuatro o cinco siglos, probablemente el noventa por ciento. Es más, si lo pensamos en términos de familias lingüísticas a lo largo de ciento y pico mil años de historia humana, quedarán una o dos, de media docena: unas cuantas lenguas Indoeuropeas y variantes del Chino. Tal vez dialectos del Árabe.

Entonces, en lugar de un esperanto tendremos el idioma del “emperador” (de turno) del mundo...

Es evidente que esas lenguas se corresponden a los matones del barrio, los que en los últimos tres o cuatro mil años barrieron al resto de la humanidad. Vale, son así las cosas. Pero habría que empezar por ser claros en este sentido: no hay ninguna razón lingüística para que, digamos, el Chino sea la lengua de la humanidad. Puede que las condiciones socio-económicas, o las casualidades de la historia, nos lleven en esa dirección. Pero que no me vengan los chinos diciendo que es por las excelencias del Chino –lengua que, por otra parte, me parece tan maravillosa como cualquier otra.

Pero dicho así, da la sensación de que no hay alternativas.

Si uno quiere una humanidad así, entonces no hay que hacer nada. Es como el capitalismo: si quieres el mundo que hemos visto estos últimos meses, sencillamente hay que dejar a los mercados que actúen. Punto. Ahora, si por casualidad a uno se le antoja que ese mundo es peligroso, o que cuando menos es diferente a cualquier otra cosa que hayamos conocido como especie... en ese caso hay que reflexionar un poco.

¿Miedo a lo desconocido?

Yo no sé a dónde va a llevarnos esa reflexión, ni si habrá forma de salvar la diversidad cultural, igual que no sé si podremos salvar la biodiversidad, o si hay alternativa real al capitalismo. Pero sí que creo que antes de tirarnos los trastos a la cabeza con maximalismos fáciles, debiéramos pensar lo que está en juego, y qué podemos hacer para enderezar las cosas. Hablando, al menos, comenzaríamos a entendernos...

¿En qué idioma?

La alternativa ya sabemos cuál es: todos en Chino. (Elija usted el idioma que más le guste.) Me parece que, cuando menos, los chistes en ese caso van a ser más predecibles, y la capacidad de buscar alternativas como especie ante dificultades que vendrán –seguro que vendrán– estará mermada por la falta de ideas. Tener eso en cuenta me parece más importante que legislar sobre exámenes y títulos. Si hablamos las lenguas, lo que sobrará en algún momento es la necesidad de titularnos.

Para concluir, algo que muchas veces me he preguntado. ¿Se encienden las mismas zonas afectivas en el cerebro a llamar a una misma persona suegra o belle-mère? ¿Podríamos construir el lenguaje desde la amabilidad? ¿Nos hace menos agresivos, más paritarios, más equitativos, justos, buenas personas... utilizar el lenguaje de una manera u otra? Algo similar a eso que llaman grafoterapia, ¿existe una especie de linguoterapia?

No sé responderle científicamente, pero sí tengo una opinión como ser humano. Yo, no sé cómo se logra eso. Hoy es el día que me torturo pensando lo mal que traté a veces, realmente sin darme cuenta, lo que usted dice: a gente con limitaciones físicas, compañeros incluso de trabajo o de estudios, porque iban más despacio o no los entendía. Si los tuviera aquí y ahora les pediría perdón con el alma, por no haberme dado cuenta en ese momento de lo que estaban viviendo. Nos lleva, a veces, mucho tiempo vestirnos la camisa del otro. Es una experiencia importante. Cómo lograr eso, no obstante, es algo que yo no he alcanzado a entender. Para nada. Sigo en ello, vamos...

Se le conquista con: Respeto a los que amo, empezando por su vida y siguiendo por su cultura.

Evita: La mentira.

La felicidad es: Cuando fluye la oxitocina (en serio: ver a tu hija dormir sobre tu pecho).

El mejor regalo que ha recibido: Mis hijas, sin la más mínima duda. Es decir: la vida.

Un deseo para sus dos hijas: Que logren vivir no sólo desde sus ojos.

Jakiunde:

En el año 2001 recibe el Premio Euskadi de Investigación. ¿Cómo lo recuerda?

El premio fue algo bonito, aunque a mi me dan mucho miedo ese tipo de situaciones.

Es que ya le digo que soy un aldeano, y los aldeanos siempre pensamos que vamos a meter la pata, que estamos de más, que se van a reír de nosotros o de los nuestros. Entonces, además, aparecemos a veces como agresivos o condescendientes. Creo que los psicólogos lo llaman el síndrome del impostor. ¿Qué quiere que le diga?

¿Inspiración, transpiración... intuición? ¿qué es imprescindible para comprender la investigación?

Woody Allen dijo una vez que el 80% por ciento de la vida es fichar a diario. Se aplica también al 80% de la investigación. El otro 20% es un total misterio.

El hecho de ser Premio Euskadi de Investigación, le hace entrar a formar parte de Jakiunde, ¿qué le supone este cargo? ¿cómo es la Academia?

Con respecto a Jakiunde, me parece una iniciativa importante, para cualquier sociedad: no tanto el aspecto académico, sino el lugar de encuentro entre gente de diversas perspectivas, con objetivos comunes de hacer avanzar la ciencia o las artes. Respecto al cargo en este momento de mi vida no puedo dedicarle el tiempo que debería, mi problema es personal: tengo muchas obligaciones, realmente demasiadas (incluidas las familiares). O sea que me siento muy identificado con los objetivos del grupo, y quisiera realmente apoyarlo, pero también me da mucha vergüenza no poder participar del modo que debería, y realmente pienso que no merezco el honor. En lo concerniente a cómo es la Academia creo que no soy la persona indicada para responder, dada mi distancia física. Los académicos, desde luego, son de lo mejor que hay, y me consta que su voluntad es lo que hace que de verdad valga la pena vivir de las ideas. Pero cualquiera de los que vive ahí, el día a día de ese país, puede responder con mucho más derecho –y mejor– que yo.

Pero usted tiene la capacidad de ver desde la distancia...

Un arma de doble filo. La perspectiva ayuda a ver lo que igual otros no ven tan claramente, pero también la distancia te hace idealizar, o no ver detalles que sólo se aprecian en la cercanía.

Comenta que Jakiunde se trata de “el lugar de encuentro entre gente de diversas perspectivas”. ¿Equipos multi, trans, inter o metadisciplinares? ¿Es posible?

No solo posible: es necesario. Los límites de la ciencia tradicional hace tiempo que están alcanzados, se llaman física, química, biología, matemáticas, psicología, economía, lingüística, etc. La ciencia del futuro, en mi opinión, va a tener que desbrozar lo que significa un ‘sistema dinámico complejo’. Ha habido intuiciones válidas, sobre catástrofes, caos, complejidad, ahora la llamada frustración dinámica. Conceptos que requieren trabajo en equipo, con mente abierta y valiente. Juan Uriagereka (A Coruña, 1959) Catedrático de lingüística en la Universidad de Maryland, donde enseña desde 1989. Licenciado en Filología por la Universidad de Deusto y doctor en lingüística por la Universidad de Connecticut. Su trabajo se centra en la bio-lingüística, un acercamiento a la facultad del lenguaje humano desde el punto de vista de las ciencias naturales. Uriagereka ha sido director del Programa Graduado en Maryland y profesor visitante en diez universidades de Europa y América. Ha obtenido cuatro proyectos de la National Science Foundation y diversos reconocimientos, entre ellos el premio Euskadi de Investigación en el año 2001, y en 1998 el premio al mejor libro profesional en lengua de American Association of Publishers, por Rhyme and Reason (traducido como Pies y Cabeza, Visor 2005). Uriagereka ha publicado seis libros como autor o co-autor y dos como editor, ochenta artículos o capítulos profesionales, y ha dado más de doscientas charlas en cuatro continentes. En su labor como mentor, Uriagereka ha dirigido veinte tesis doctorales y ha colaborado en el comité de cuarenta y cinco más. Es miembro de varios paneles científicos y consejos editoriales (entre ellos Syntax, Probus, el Centro para Sistemas Complejos Dinámicos de Potsdam, el proyecto Asimetría de la Universidad de Québec en Montreal, y la fundación ICREA). También colabora como escritor con el grupo interdisciplinario Musica Aperta, de Washington, que ha representado dos de sus creaciones en el Langsburgh Theatre, y ha sido galardonado en el año 2000, junto a su co-autor Javier Díez, con el Premio Pereda de novela corta por La Comandita. Es miembro de Jakiunde, Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras de Eusko Ikaskuntza.
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