Alberto Gárate: "La importancia de la cultura reside en formar hombres y mujeres creativos y solidarios"

2001-01-19

DIAZ DE MENDIBIL, Ismael

Elkarrizketa: Alberto Gárate Alberto Gárate, economista "La importancia de la cultura reside en formar hombres y mujeres creativos y solidarios" * Traducción al español del original en euskera Ismael Diaz de Mendibil Alberto Gárate es una de esas personas, que dejando a un lado su vida profesional y privada, se convierten en perfectos observadores de la sociedad que les rodea. Economista de profesión, hombre inquieto, conocido en ámbitos políticos y culturales, Gárate se autodefine como liberal, "pero no liberal, entendido desde un prisma socioeconómico, sino desde el ámbito del respeto a los derechos de los ciudadanos". Con este guipuzcoano, que espera la jubilación para volver a la Universidad, charlamos, y aquí el resultado. Alberto Gárate llega a Vitoria Gasteiz en 1966, por lo tanto, hace 34 años. En su opinión, ¿qué situación económica y social vivía la capital alavesa por aquel entonces? Antes de la crisis del petróleo de 1973, Alava vivió un momento económico espléndido. Además, pagaba un cupo ridículo al Estado, lo que le permitió realizar una serie de obras públicas impresionantes, desde la red viaria hasta el aeropuerto de Foronda. En lo social, en los años 60, principios de los 70, la inmigración era de dos tipos en Vitoria Gasteiz. Por una parte, llegaba mano de obra cualificada, pequeños empresarios, cargos intermedios, y por otra, otro tipo de inmigración, de procedencia rural, que se integró, o la integraron mal en la ciudad. Estos últimos vivían en la periferia de la ciudad, y se crearon dos sociedades que no se comunicaban lo suficiente. Años más tarde sucedieron los trágicos acontecimientos del tres de marzo de 1976. En los exteriores de la iglesia de San Francisco del barrio obrero de Zaramaga, la policía mató a cinco obreros. ¿Fué una revuelta social, una revuelta política o ambas a la vez? En aquel momento el sindicalismo vertical se había acabado; ELA, UGT y Comisiones Obreras eran estructuras sindicales débiles... En aquel contexto, y al igualque ocurrió en Pamplona, surgieron grupos sindicales de la extrema izquierda, pero curiosamente estos grupos no procedían de la tradición marxista, sino de la tradición cristiano anarquista, que son dos mundos completamente diferentes. En mi opinión, el mundo obrero tradicional se ha agrupado en otros sindicatos, más de tipo pactista. Sin embargo, la inmigración que llegó a Vitoria desde zonas rurales, de mentalidad en el fondo justiciera, estilo antiguo régimen, se encontró mucho más cómoda en un sindicalismo reivindicativo, que pretendía hacer la revolución y agudizar las contradicciones del sistema del momento y cambiarlo. ¿Y ese sindicalismo reivindicativo, es el que salió en su opinión, a la calle en el 76? Es el que logró aglutinar a una masa obrera que tenía las ideas muy poco claras y que al poco tiempo votó en masa a UCD. Esto se mezcló con la descomposición del régimen franquista que no tenía medios para controlar el orden público. Pero, insistiendo en la pregunta original, ¿por qué salió el movimiento obrero a la calle? Yo creo que la inmensa mayoría de la gente lo que quería era una mejora de sus condiciones de vida. No debemos olvidar el mal momento económico que se vivía, con una alta inflación. Se reivindicaban unas mejoras salariales. Anteriormente explicaba la escasa cohesión social de la Vitoria Gasteiz de hace 25 años, ¿qué me dice de la actual? Yo creo que el tres de marzo los vitorianos de toda la vida y los pegados... descubrieron que existen los obreros, porque no los habían visto hasta la fecha. Sin embargo, la sociedad del año 2000 no tiene nada que ver con la sociedad de hace 25 años. Hoy en día, existe una relativa igualdad de oportunidades: No hay ningún chaval que no estudie porque sus padres no tienen dinero, la sanidad gratuita es universal, por cierto, desde la época de Felipe González... Pero, ¿existe la cohesión social? En mi opinión, no. El tema es complejo. Es una sociedad más democrática, más solidaria frente a algunas tragediasdel exterior e indiferente ante lo que le ocurre a su vecino. No esta más cohesionada que antes. Todo esto son apreciaciones mías. Yo no soy ni sociólogo, ni psicólogo, ni historiador... Soy un espectador, sin más. Dicen de la Vitoria Gasteiz anterior a la inmigración que era un pueblo grande, ¿qué ambiente cultural se respiraba entonces, y qué aires culturales percibe usted en la actualidad? Yo venía de estudiar en Bilbao, y de verdad, tanto Bilbao como Vitoria, eran un páramo. Lo mejor del mundo cultural español se había exiliado en el año 36 y los que se quedaron, tenían sus limitaciones. Lo que sí me llamó la atención en Vitoria, era la presencia importante del catolicismo social, con centros educativos que funcionaban ya entonces muy bien, como Jesús Obrero o Diocesanas. Eso sí, en Bilbao tenían Universidad. En cuanto al presente, Vitoria es una ciudad muy plural, con ambientes artísticos interesantes, como la Factoría Katanga. Sí, pero ésta es una ciudad que tiene fama de fría y poco dada a la participación. Yo no creo que sea diferente a otros sitios. Actualmente la sociedad está muy fragmentada, tiene múltiples intereses, y por si esto fuera poco, la juventud lo tiene especialmente difícil. Más aún, en Vitoria, donde los jóvenes tienen un problema adicional respecto al resto del Estado, que no es otro, que el problema de la carestía suplementaria de la vivienda. En el gasto público debe haber unas prioridades, y no entiendo cómo podemos tener la red de centros cívicos que tenemos, mientras un joven debe pagar 40 millones por un piso. A diferencia de otros ayuntamientos, el suelo en Vitoria tiene un componente de propiedad pública muy alto. Recuerdo un debate sobre la vivienda en el que estaba el ex alcalde de Vitoria, Jose Angel Cuerda. La primera pregunta que se le formuló fué la siguiente: ¿Usted es consciente de que está favoreciendo las relaciones prematrimoniales con su política de vivienda, ya que, entre otras cosas, no se pueden casar? Es la única vezque he visto nervioso a Cuerda, y claro, en la respuesta salió por los cerros de Ubeda. Cambiando de tema, pero relacionado con la cultura. La Diputación Foral de Alava creó hace unos meses un nuevo órgano alrededor del euskera: El Consejo Asesor del Euskera. ¿Qué opinión le merecen este tipo de consejos asesores, en los que el político se rodea de una serie de personalidades para afrontar sus políticas de gestión? Dejando claro que desconozco tanto el consejo en cuestión como sus objetivos y funcionamiento, a mi modo de ver, lo que se quiere hacer en la mayoría de las ocasiones con los consejos asesores, es dar ideas al político de turno, pero de manera gratuita. No obstante, los políticos tienen que asesorarse de quien crean conveniente, pero, por supuesto, pagando al profesional. Usted es uno de los miembros activos de La Sociedad Landazuri, y Presidente de la misma ¿Cuál es la labor de dicha sociedad? Es una sociedad modesta, pequeña, como casi todas, con unos pocos que trabajan y unos cuantos socios. Nuestra labor primordial es la divulgación del patrimonio histórico, visitándolo y escribiendo sobre él. Entre los socios estamos gente muy diversa, procedentes de mundos ideológicos muy diferentes y que hemos encontrado en el patrimonio un punto de unión. Junto a esto, hemos organizado debates, con temas diversos, como la vivienda o la violencia. Somos una sociedad conservacionista, y por lo tanto, debemos promover la conservación del patrimonio, sin embargo, creo que en Landazuri, también hay una excesiva carga ideológica de los vitorianos de toda la vida, que en el fondo, como todos, lo que defienden es su infancia, esto es, la Vitoria de su niñez. ¿Y es difícil entrar en esa sociedad de vitorianos de toda la vida? Yo no soy un vitoriano de toda la vida. Por eso le pregunto. Es difícil entrar porque en el fondo tienen miedo. Voy a intentar explicarme; yo creo que en Vitoria hubo un fracaso en el siglo XIX de las élites. No crearon nada; aquí la industrializaciónla hicieron los guipuzcoanos, pero la gente de Vitoria de toda la vida, familias adineradas, no fueron emprendedoras, vivieron de las rentas, con lo que esto acarreó más tarde. No me perdonaría no preguntarle sobre un proyecto que usted, junto a otros ciudadanos, sacó adelante hace 25 años. Me refiero a la librería Axular, algo más que una librería, ya que fué un espacio de reunión en época de transición política, un oasis para la cultura vasca tras el franquismo... Eso es. Un oasis tras el vacío creado por el franquismo, pero no sólo para la cultura vasca. En Axular hablábamos de todo, de política, de urbanismo, de pedagogía... Hoy en día, existe la Universidad, disponemos de unas instituciones democráticas, al fin y al cabo, la sociedad civil es mucho más enriquecedora. En el franquismo no había nada de esto, con lo que Axular cubrió numerosos huecos. ¿Añora aquellos tiempos de reuniones clandestinas? Echo de menos aquello, porque entre otras cosas, tenía 25 años menos. Me divertía en aquel mundo de la transición, llevábamos adelante iniciativas que en un país normalizado corresponderían a otras instancias. Axular era la intendencia de los partidos políticos, de las sociedades culturales, de la Universidad inexistente... Aunque todavía no lo hemos comentado usted es economista de profesión. ¿Qué le parece la gestión económica que se realiza desde las instituciones en materia de cultura? Hasta el momento ésta es la pregunta más difícil. La importancia de la cultura reside en formar hombres y mujeres creativos y solidarios. Yo creo que la función de las instituciones es habilitar los medios para que el hombre pueda convertirse en sujeto creador, y en ese campo, sí que existen claroscuros. Otra cosa totalmente diferente, son por ejemplo iniciativas como el Guggenheim. Antes de que me pregunte si estoy a favor o en contra, le contesto. En mi opinión, este museo como generador de sujetos creadores sirve más bien poco, pero indudablemente es totalmente válido para otraserie de cuestiones, y sobre todo, para el cambio de imagen de Bilbao. La capital vizcaína era sinónimo de terrorismo y declive industrial, y hoy gracias al Guggenheim, esto ha cambiado. Dicho de otra manera, está muy bien la cultura del espectador, la de estar tranquilamente sentado, pero también se debe fomentar la cultura del creador. A mí, lo que hacen, por ejemplo, los chavales de Katanga, me parece algo impresionante; que en las instalaciones de una antigua empresa de embutidos, se posibilite que un montón de gente se dedique a la música, y que encima, se haga con poquísimos medios económicos. Ese tipo de iniciativas son las que se deben apoyar. ¿Y un gaztetxe? Un gaztetxe es un gran invento, si se desarrolla bien. Terminamos, pero aprovecho la ocasión para preguntarle por un par de cuestiones económicas. Por cierto, ¿le apasiona su trabajo? Sí. A mí me preocupa la creación y la distribución de la riqueza. ¿Y está bien repartida la riqueza o cada vez hay mayores diferencias entre ricos y pobres? La sociedad nuestra es mucho más justa que hace 30 años. Si me pregunta por el mundo en general, diré que las diferencias sociales son cada vez mayores. Además, según los últimos datos económicos, entramos en un momento de ralentización de la economía. ¿Hemos tocado techo? No lo sé, cada ciclo económico es diferente. Lo que sí sé, es que los andaluces de El Ejido emigraban a Barcelona en los años 60, y hoy la gente de El Ejido quema los coches y las barracas de los marroquíes que llegan a Almería en busca de una vida mejor. Fotografías: Ismael Diaz de Mendibil Euskonews & Media 107.zbk (2001 / 1 / 19 26) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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