Alfonso Sastre: "El hecho de tomar el teatro como una forma de intervenir en la vida me ha colmado"

2001-07-13

SALA, Teresa

Elkarrizketa: Alfonso Sastre Alfonso Sastre, autor teatral "El hecho de tomar el teatro como una forma de intervenir en la vida me ha colmado" * Traducción al español del original en euskera Teresa Sala Hablar de teatro con Alfonso Sastre es conversar sobre su vida. Son más de cincuenta los años que este hombre a dedicado a escribir, a narrar, a crear obras. "Empezó siendo afición", dice, "terminó convirtiéndose en una vocación indestructible". Estrenó su primera obra en 1945, tenía diecinueve años. Fue el comienzo de una interminable carrera como narrador, poeta, creador y ensayista. A sus espaldas queda una larga lista de premios, homenajes, conferencias, ensayos libros y obras: el legado de un hombre que apostó por un teatro capaz de intervenir en la vida. Desde su acogedora casa de Hondarribia confiesa vivir un periodo de reflexión sobre lo que ha intentado hacer, lo que quiso realizar y no pudo, sobre lo que ha hecho. Y a eso se dedica. Hace poco escribió la obra de todas las obras que no llegó a hacer, en la actualidad trabaja en un tercer libro sobre la imaginación y aventura que en el futuro escribirá cuentos. ¿Más teatro? Quién sabe... Ya son más de cincuenta los años que lleva trabajando en el teatro. ¿Cuál es el legado que este fenómeno ha dejado en estas últimas décadas? En Europa y probablemente también en América, se ha venido desarrollando estas últimas décadas un teatro con tintes de incoherencia. En los años cincuenta y sesenta se advertían unas determinadas líneas y en la medida en que éstas se desarrollaran de un modo u otro era posible aventurar el futuro. Sin embargo, hace ya bastante tiempo que se ha desvanecido este aspecto de tendencias para dar paso a una serie de fenómenos que poco tienen que ver con una onda susceptible de ser definida. Hay un cierto desconcierto sobre lo que pasa y lo que pueda llegar a ocurrir en el futuro. Creo que definir el teatro de las próximas décadas es algo realmente complicado. Antes se podían dibujar unas líneasmuy precisas; existía un tipo de teatro que podría llamarse Neodramático, un teatro de finales del siglo XIX renovado, en el que junto a otros autores se podrían citar los nombres de Arthur Miller o Sartre. Simultáneamente había otra línea que negaba la anterior, el teatro de Bertold Brech, un tipo de teatro épico y narrativo, más emparentado con la novela. Ambas líneas tenían la misma inquietud crítica. Una tercera línea que aunque no lo confesara también participaba de una cierta intención crítica era el Teatro del Absurdo. En consecuencia, se podía pensar que el teatro que viniera después sería una interacción de estas tres tendencias, pero nada de esto ocurrió. Estas líneas se fueron extinguiendo y en la década de los sesenta apareció un nuevo fenómeno: El abandono de la importancia del escritor para la producción de un fenómeno teatral. Fue una especie de rebelión de los actores, ellos mismos se erigieron como productores y creadores de las obras. A esto se le llamó Creación Colectiva. Los libretos eran el resultado de reuniones y trabajos en conjunto. La Creación Colectiva se basó en la expresión corporal y consideraba muy secundaria la escritura. ¿Cómo será el teatro del siglo XXI? ¿Cuáles serán las tendencias que lo guíen? Creo que se observa el regreso a una tendencia en la que vuelve a ser relevante la escritura, parece preverse que en los próximos años van a volver a surgir los autores como eje del desarrollo del teatro. Puede ocurrir así o no. El denominador común de hace décadas era el teatro con intención crítica, e incluso política. En los últimos años del Franquismo se hizo un teatro de crítica propiamente política. Con la llegada de la democracia se abandonó el aspecto crítico del teatro para encauzarlo a tareas propiamente lúdicas. También se puede pensar que el teatro volverá a teñirse de crítica social y política. Se puede aventurar que en el teatro del futuro recobrarán importancia los escritores y habrá un contenido crítico fuerte. Incluso sepuede pensar que habrá un teatro político a través del cual los nuevos autores se enfrenten a los nuevos desafíos sociales. ¿Cuáles serán los focos a los que se dirigirá este nuevo teatro de protesta? La globalización y las manifestaciones que se están dando en varias ciudades del mundo son un claro ejemplo de esto. Es muy probable que este comportamiento crítico aumente y que vaya acompañado de un movimiento teatral de apoyo a esta disconformidad hacia el sistema centralista neoliberal, y hacia la globalización que está agravando la situación de una gran parte de los habitantes del planeta. Pienso que el teatro estará a la altura de estos tiempos que vengan, igual que lo estuvo cuando se produjo la gran esperanza de la revolución soviética. Ahí también hubo un teatro de apoyo. Es muy probable que si aumenta el movimiento crítico hacia el sistema actual, los autores tomen conciencia y vuelvan a escribir desde un punto de vista inconformista, rebelde y sedicioso. El teatro no debe dejar de ser un hecho lúdico, no es política y nunca lo será, pero sí se puede suponer que va a cubrir ese aspecto lúdico con una energía crítica y creadora. Todo esto es una profecía muy vaga, pero es muy probable que así ocurra. ¿Aventura lo mismo para el teatro vasco? El teatro vasco no ha tenido una personalidad particular. Lo que se aventura para el teatro español se puede adivinar para el teatro vasco, porque éste ha dependido siempre de lo que ocurre en otros lugares. El teatro catalán y algunos fenómenos del teatro andaluz sin embargo han mostrado una personalidad muy fuerte. Los catalanes fueron muy protagonistas del Teatro Colectivo, La Fura Des Baus, por ejemplo, es un grupo realmente original y con mucha fuerza. En Euskadi siempre se han seguido las tendencias del Estado español, sin aportaciones particularmente originales. Lo que ocurra aquí será más o menos lo que vaya ocurriendo en otros lugares. Quizá podríamos esperar un teatro euskaldun pero es algo imposible de mantenerporque la mayoría de los vascos no asisten a espectáculos en euskara, esto obliga a que grupos como Maskarada hagan espectáculos bilingües. Esta dependencia quita la posibilidad de que la originalidad sea un teatro en euskara. En esta línea tendremos, en el mejor de los casos, un teatro bilingüe. Pero los vascos parecen tener costumbre de ver obras de teatro... Sí, creo que hay mucha afición. El hecho de que no se haya producido un fenómeno muy espectacular u original no quiere decir que no haya una base de gusto por el teatro, porque la hay. Hay actores y grupos que trabajan muy bien, pero les falta una línea determinada. No se ve con claridad hacia dónde van los grupos vascos de teatro. Una vez sacamos a relucir el tema de la programación en los coloquios sobre teatro del Koldo Mitxelena y preguntamos a diferentes grupos la tendencia que pretendían seguir y el sentido que querían dar a sus obras. No acabamos de enterarnos de qué era lo que pretendían hacer con el teatro. Este es un fenómeno que se advierte en términos generales, no sólo aquí. A veces pienso que quizá pedirle al teatro que siga una línea determinada es exigirle una seriedad que no tiene por qué tener. ¿Qué opina sobre los jóvenes autores? Leo muchas obras que me llegan de jóvenes autores y creo observar una inquietud por temas de carácter social. Los autores de hoy tienen muchas dificultades para producir sus trabajos, sobre todo los textos críticos. En términos generales los programadores no dan subvenciones a propuestas que se hacen de carácter crítico, parece ser que esta tendencia no llega a convencer. De esta manera hay una especie de censura, y es que es el que tiene dinero quien decide lo que se va a producir. Aunque siendo realistas, quizá sea demasiado pedir a las instituciones que apoyen un teatro crítico con su propia actividad. ¿Existen suficientes oportunidades para formarse como autor teatral? Hay muchos cursos de dramaturgia y con frecuencia se organizan cursillos de escritura teatral.Antes no había nada parecido. Los autores de teatro han sido principalmente autodidactas. Yo personalmente nunca he ido a clases de dramaturgia. Me doy cuenta de que los autores jóvenes de hoy tienen una mejor formación. Y, a menudo, son los autores con cierta experiencia quienes ejercen como profesores de los principiantes. Hable de su relación personal con el teatro He pensado mucho en esto. Al intentar recordar el nacimiento de mi vocación me encontré con factores muy azarosos que podrían no haber ocurrido. Puede haber sido una predisposición personal, no lo sé, pero sí hubo una predisposición literaria, ya escribía versos cuando tenía trece años. El teatro fue algo posterior y a su encuentro me llevaron una serie de casualidades. En mis manos cayeron obras de teatro que me emocionaron mucho, un compañero mío de bachillerato era hijo de un autor teatral y gracias a él lo descubrí por dentro, mi padre era actor de teatro, siendo niño padecí una larga enfermedad que me hizo leer mucho... A los diecisiete años ya escribía obras y las presentaba en diferentes lugares para que se estrenaran, aunque era imposible. A finales de 1945 formamos el grupo de teatro experimental Arte Nuevo, con él estrenamos nuestras primeras obras y aprendimos el oficio del teatro propiamente dicho. La vocación llegó a ser tan fuerte que se hizo indestructible. Más tarde vinieron las batallas contra la censura, el compromiso de emplear el teatro en la lucha contra el régimen, el teatro político que nació de la necesidad de intervenir en la vida. Ahí empezó una larga carrera que dibujó mi trayectoria. ¿El teatro le ha hecho un hombre feliz? Sí. Siempre he intentado hacer más de lo que he conseguido, ha sido una actividad muy completa, porque el darle al teatro ese carácter de actividad humana compleja ha completado las necesidades espirituales que he tenido como persona. Creo que si hubiera pensado que el teatro era un simple instrumento de diversión no me hubiera producido tanta plenitud.El hecho de tomar el teatro como una forma de intervenir en la vida me ha colmado. El teatro era un bueno oficio y merecía la pena dedicarse a él. Nunca he pensado de otra manera, siempre he creído que ha merecido la pena, y, sin ninguna duda, volvería a repetirlo. ¿Sigue escribiendo con el mismo convencimiento? Llevo tres o cuatro años escribiendo libros de teoría del teatro. Lo último que he escrito ha sido una trilogía que no se ha estrenado, hace poco se publicó "El drama y sus lenguajes", un tomo muy extenso en el que plasmé muchas reflexiones sobre la esencia del teatro y su función. Realmente son siete libros, escrito uno detrás de otro, articulados. También tengo libros que todavía no se han publicado. Hace años escribí "Crítica de la Imaginación" y hace poco he escrito su continuación; "Las dialécticas de lo imaginario". También he escrito un libro sobre la comicidad en la vida y en el teatro, "Ensayo sobre lo cómico". Estoy reflexionando sobre lo que he intentado, sobre lo que he querido hacer y no he podido, sobre lo que he hecho. Está trabajando mucho... Sí, y estoy un poco asustado. También he escrito un tomo sobre las obras que he querido escribir y no he escrito. Para satisfacer este vacío se me ocurrió escribir la obra de esas obras, contar cómo hubieran sido si las hubiera hecho. Algunas están muy resueltas y pueden aprovecharse. Es un catálogo de frustraciones. ¿Escribirá nuevas obras? Ahora estoy escribiendo el tercer libro sobre la imaginación, luego escribiré cuentos, por el momento no creo que haga más teatro. Quién sabe... Fotografías: Teresa Sala Euskonews & Media 131.zbk (2001 / 7 / 13 20) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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