Enrique García Asensio. Director de Orquesta: El ser humano puede oír música gracias a la memoria

2007-04-27

AGIRREZABAL, Lore

Son las siete y media de la tarde. Enrique García Asensio nos espera en el hall del Colegio Mayor Olarain de Donostia. Acaba de llegar de Madrid y se queda por un par de días para dar sus clases de dirección de orquesta en Musikene. Acaba de llegar de Israel y su agenda le recuerda que este mes todavía le quedan muchos viajes. Pero eso ya es parte de su vida profesional. García Asensio es uno de los directores de orquesta más reconocidos en el ámbito mundial, pero muchos lo recordarán como presentador del programa televisión “El mundo de la música” o como el director de la Orquesta Sinfónica de RTVE. Fue discípulo del maestro Celibidache y a lo largo de su carrera musical ha grabado muchos discos, ha sido premiado numerosas veces, ha dirigido las mejores orquestas del mundo y ha impartido clases en casi todos los continentes. Hoy en día es el director de la Orquesta Sinfónica de Madrid y profesor de Musikene.

Lleva toda una vida dedicada a la música. ¿Pero cómo llegó a ser director de orquesta?

Yo soy violinista. Soy la cuarta generación de Enrique Garcías que se han dedicado a la música. Mi padre era violinista, mi abuelo fue violinista y mi bisabuelo fue compositor, pianista y director. Yo he tenido tres hijas de las cuales dos se dedican profesionalmente a la música, son violinistas.

Yo también iba para violinista. Ya había conseguido varios premios estatales y estuve a punto de conseguir el Premio Sarasate, pero no me lo dieron y entonces decidí dejar el violín. Me pareció una injusticia porque yo creo que toqué mejor que el otro, y aún pudiendo repartirse el premio -que es lo que pensaban todos que se haría- se lo dieron todo a él y a mí me dejaron sin nada. Entonces dije que ya no tocaba más el violín. Y ya ves, no hay mal que por bien no venga. Esa es la historia.

¿Y como fue ese cambio?

Pues tuve que empezar a estudiar otra vez. Estuve dos años en Alemania, luego me fui a Italia, que es donde conocí a mi maestro Celibidache y con él estuve trabajando mucho. He sido su asistente y hoy en día tengo el honor de ser miembro de la dirección de la Fundación Celibidache de Munich. He dirigido los dos festivales Celibidache que se han hecho hasta ahora, y me han invitado para el tercero que se celebrará este año en Rumania. Creo que soy la persona que mejor puede transmitir las cosas que el maestro quería expresar. Es lo que me decía él mismo.

¿En que se basa la dirección?

La dirección se trata de aunar las distintas maneras de ver una partitura y los sentimientos de todos los músicos. Porque todo los músicos tienen sus sentimientos. Y a lo mejor, a uno le gustaría ir más deprisa, a otro más despacio, a otro más fuerte, a otro más expresivo... Yo soy una especie de “dictador”, todos tienen que hacer lo que yo diga. De todos modos, la figura del director responde a una necesidad que ha surgido de la propia evolución de la música. Cuando el director tomó personalidad propia como intérprete, fue con la aparición del romanticismo. 125 años después de los virtuosos del violín, del piano, del chelo...

¿Es la figura más importante?

No tiene porqué serlo. Yo he tocado con los mejores pianistas del mundo y enseguida nos hemos puesto de acuerdo en cómo hacerlo. No he sido más importante que ellos.

¿La batuta se considera un instrumento?

No. La batuta, en realidad, prolonga la longitud de nuestro brazo y cualquier movimiento que yo realice, por pequeño que sea, llega hasta la punta de la batuta y de ese modo el músico que está atrás lo puede ver mejor. Para el director es necesario. Los que dirigen sin batuta cierran los puños porque no tienen dónde agarrarse.

Cuando dirige ¿qué es lo que siente?

Lo mismo que debe sentir un violinista. El violinista puede tener una maravilla de stradivarius. Yo en cambio soy tocador de orquestas. Y la orquesta como instrumento, es el mayor conjunto de imperfecciones que se puede dar en música, porque cada instrumento en sí es imperfecto y son tocados por seres humanos que no tenemos nada de perfectos. Luego, no hay mayor conjunto de imperfecciones en música que mi instrumento, que es la orquesta. Si tu tienes un stradivarius seguro que lo tocas y suena muy bien. Pero yo tengo que hacer el instrumento, y eso lo tengo que conseguir en los ensayos. Por eso un violinista en un mes te puede dar, a lo mejor, veinticinco recitales viajando constantemente, pero yo en un mes no puedo dar más de cuatro o cinco si tengo que cambiar de programa y tengo que ensayar.

Los directores, a parte de trabajar en una orquesta, suelen dirigir a otras como directores invitados.

Sí. Yo además de ser director de la Orquesta Sinfónica de Madrid, fui durante años director de la Orquesta Sinfónica de la Televisión Española, pero también puedo ser invitado por la orquesta sinfónica de Israel como me ha ocurrido este mes. O puedo ser el principal invitado de la orquesta de Valencia, como ahora que he estado dirigiendo “La Bruja” con Ana María Sánchez en el Palau de les Arts.

Usted ha dirigido a orquestas de todo el mundo. ¿Cambia mucho el modo trabajar?

Sí. Cada sitio es un mundo distinto. Por ejemplo en Japón te obligan a estar por lo menos dos días antes del primer ensayo para que te acoples al cambio horario. Luego, como en mi caso, tienes que tener a alguien para que te traduzca todo al inglés y resulta complicado. Yo estuve seis semanas en Japón haciendo conciertos por todo el país y la verdad es que no tiene nada que ver con Estados Unidos, o Inglaterra, o Alemania, o Dinamarca o Islandia... En cada sitio es distinto porque no sabes con qué instrumento te vas a encontrar. Tienes que empezar de cero porque no conoces la orquesta. Te tienes que amoldar a lo que te dan, y sacar de ellos lo más que puedas. Hay que tener mucha ilusión y te tiene que gustar mucho. El día que a mí me cueste trabajo ponerme enfrente de una orquesta, tendré que dejarlo, porque entonces saldrá mal. Es un trabajo un poco complicado. Además, cuanto mejor es la orquesta, más tienes que ensayar, porque sabes que siempre se podrá superar lo que hacen. En cambio, una mala orquesta llegará a un punto y de ahí no pasará porque técnicamente no puede. Con una buena orquesta puedes hacer diabluras.

¿A qué se refiere con “diabluras”?

A perfeccionamientos “diabólicos”, que no se hayan escuchado nunca. Es maravilloso pero ocurre muy pocas veces.

Tiene una discografía muy extensa. ¿Lleva cuenta de todos los discos?

¡Uff! Según los archivos de la AIE soy el director que más grabaciones ha hecho de música sinfónica, zarzuela, lírica...

Durante su carrera musical ha recibido muchísimos premios, pero cuál ha sido el que más le ha emocionado.

La medalla de Oro que gané en el Concurso Internacional de Dirección de Orquesta “Dimitri Mitropoulos” en Nueva York. Ése sí que me costó lo mío. La verdad es que, ganar el primer premio entre 42 directores de 16 nacionalidades, no está mal. Eso fue en 1967, con 29 años.

¿Cuántos años llevaba ejerciendo de director?

Soy profesional desde el 1962.

¿Recuerda la primera vez que cogió un instrumento?

Yo me acuerdo que de pequeño cogía el palo y la escoba y hacía como que tocaba porque no tenía un instrumento. Empecé a estudiar solfeo con mi abuelo, en Valencia con tres o cuatro años. Cuanto antes empieces es mejor porque es cuando mejor se aprenden esas cosas. Es como aprender tu lengua madre.

La música también es un lenguaje.

Es el único lenguaje que verdaderamente pueden entender o asimilar todos.

¿Le ayuda a expresar sus sentimientos?

Yo me expreso a través de la música y de la pedagogía. Es donde me siento a mis anchas; tratando de hacer música, transmitiendo a los demás lo que yo siento.

¿Y disfruta con la enseñanza?

Totalmente. Es algo que siempre he hecho con mucho gusto. He sido el primer catedrático en dirección de orquesta en España. He sido profesor interino en Valencia y saqué las oposiciones de Madrid. Pero luego, por culpa de la ley de incompatibilidades, me exigieron elegir entre dar clases o dirigir una orquesta; y elegí dirigir. Ahora tengo la oportunidad de ejercer la pedagogía en Musikene y estoy muy contento.

¿Cuántos años lleva dando clases en Musikene?

Ya son cuatro años, este es el cuarto curso.

¿Son muchos los jóvenes que empiezan a estudiar dirección?

No son tantos como los que empiezan con un instrumento, claro. Para ser director se necesita un gran nivel en distintas disciplinas, se piden muchas más cosas que para estudiar piano, por ejemplo. Tienes que saber de composición incluso más que un compositor, porque difícilmente se puede analizar una obra y ver como lo ha querido hacer el compositor, si no se sabe de composición. Es la especialidad más larga y más completa. Se les exige tocar el piano, tener un instrumento...

¿Qué es para usted la música?

Hay muchas definiciones y muy curiosas para decir qué es la música. La más famosa y popular es la que dice que es el arte de bien combinar los sonidos con el tiempo. Pero hay definiciones a todos los niveles. ¿Sabes gracias a qué cualidad el ser humano puede oír música? Gracias a la memoria. Porque sin memoria no podríamos entender ni una sola frase. Si no tienes memoria para comparar los sonidos tampoco podrás comparar sensaciones. Gracias a la memoria oímos música y nos causa sensaciones. Además la música se desarrolla en el tiempo, y el tiempo es irrepetible. Por lo tanto, la música es irrepetible. Ese es el fenómeno del arte de la música, y eso es lo que los directores tenemos que saber para poder llegar a interpretar la música con conocimiento de causa. Por eso uno no puede decir, que no quiere ir a escuchar un concierto donde interpretarán La Quinta Sinfonía de Bethoven porque ya la ha oído muchas veces. No. La Quinta de Bethoven son obras carentes de vida, que podemos leer e imaginar, pero que no cobran vida mientras no se tocan. Y cuando se tocan, eso que estamos haciendo es irrepetible.

¿Cuál es el concierto más inolvidable que haya dado?

Nunca se me olvidará el concierto de presentación de la Orquesta Sinfónica de RTVE en Londres, en el Royal Festival. Lo organizó Manuel Fraga Iribarne cuando era embajador de España en Londres. Y cómo fue él quien creó la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española, la quiso presentar en Londres. Aquel concierto fue inolvidable, se nos acabaron las propinas, ya no teníamos más obras. Imagínate hasta qué punto llegamos, que decidimos salir de nuevo al escenario y el pianista ya se había cambiado y salió con sus pantalones vaqueros. Además estábamos hechos polvo porque acabábamos de llegar de los Estados Unidos, y por la tarde hicimos un ensayo que nos salió fatal, fue el más horrible que yo recuerdo, todo salió mal. En cambio en el concierto todo salió bien. Ese concierto lo recuerdo con mucho afecto y mucho cariño. Fue un exitazo.

Le han nombrado dos veces director de la Orquesta Sinfónica de RTVE. La primera vez en 1966. ¿Qué acogida tuvo la creación de la Orquesta?

Muy buena. ¡Imagínate, hasta uno de Ondarroa podía oír a la orquesta desde su casa!

Más tarde, también en TVE, presentó el programa infantil El Mundo de la Música, que tuvo mucha audiencia y popularidad.

Sí, yo entonces era más popular que la Sarita Montiel. Los taxistas hasta me reconocían por la voz. Estuve cuatro años haciendo El Mundo de la Música. Yo no pretendía hacer músicos. Lo que pretendía era hacer consumidores de música, porque nosotros si no tuviésemos público nos quedaríamos en el banquillo. Mucha gente que ahora va a los conciertos va gracias a mi programa. Lo sé porque me lo han dicho, claro. Tengo muchísimas anécdotas...

Cuéntenos alguna...

Era un domingo por la mañana en Pamplona. Dimos un concierto en el Palacio de la Música. Se me acercó un señor joven con un niño de unos cuatro años, y me dijo: “Mire, dedíquele el concierto a mi hijo. Es el primer concierto al que viene, y le he traído porque cuando yo tenía su edad me aficioné a la música gracias a sus programas de la televisión. Quería que su primer concierto fuera con usted”. Entonces yo con mucho gusto le dediqué aquel programa. Fue algo muy bonito, que al padre le guste la música gracias a mí, y que el primer concierto de su hijo fuera uno dirigido por mí.

¿Cuál es su director favorito?

Celibidache, sin duda.

¿Y su obra preferida?

La que estoy dirigiendo en cada momento. Si yo estuviera dirigiendo una obra y estuviera pensando que me gustaría tocar otra, no me saldría bien. Para mí en ese momento no existe nada más que ese, aunque no me guste. Hay que procurar hacerlo lo mejor posible.

¿A que dedica su tiempo libre?

Me queda poco, pero me gusta mucho el cine, el teatro. Me gusta leer, y seguir aprendiendo para evolucionar.

¿Si no fuera músico, que le gustaría haber sido? Medico, medico cirujano. Enrique García Asensio

(Valencia, 1937) Nació en Valencia, en el seno de una familia de músicos. Su padre y su abuelo eran violinistas y su bisabuelo fue compositor, pianista y director. Después de tres generaciones de músicos, no fue casualidad que Enrique García Asensio siguiera el mismo camino. Fue su abuelo quien le dio las primeras lecciones, pero luego cursó estudios en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, diplomándose en Música de Cámara, Violín, Armonía, Contrapunto, Fuga y Composición. A lo largo de su carrera en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, ganó muchísimos premios. A los once años formó parte como violín en la Orquesta del Conservatorio y más tarde se encargó de su dirección. En 1959-60 obtiene la beca “Ataulfo Argenta” para estudiar dirección de orquesta en la Escuela Superior de Música de Munich (Alemania), con los maestros Lessing, Eichhorn y Mennerich. En 1960-63 amplía sus estudios en la Academia Chigiana de Siena (Italia) con el maestro Sergiu Celibidache. Y en 1962 representando a la Academia de Música Chigiana y seleccionado por el maestro Celibidache, obtiene el Premio para jóvenes directores de orquesta que convoca la RAI (Radio Televisión Italiana) en la ciudad de Milán. Desde 1962 a 1964 fue Director del Conservatorio y Titular de la Orquesta de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria. Y un año después fue nombrado Director Titular de la Orquesta Municipal de Valencia. También ejerció como profesor de la clase de Conjunto Instrumental del Conservatorio Superior de Música de Valencia y posteriormente ocupó, interinamente, las Cátedras de Dirección de Orquesta y Conjunto Instrumental. En 1962 recibió el Premio de La RAI. En 1967 Gana el Primer Premio y Medalla de Oro en el Concurso Internacional de Dirección de Orquesta “Dimitri Mitropoulos” en Nueva York, premio que le da acceso al cargo de Director Adjunto de la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington D.C. para la temporada 1967-68. Después, logra el Premio “Mejor Director de Orquesta” de la temporada de Opera de Madrid en el Teatro de la Zarzuela, por su interpretación de la opera “Werther” de Jules Massenet con el tenor Alfredo Kraus. Y más tarde recibe el premio Interpretación Mozart. En 1970 obtiene, por oposición, el puesto de Director Titular de la Orquesta Sinfónica de R.T.V.E. donde trabajó desde 1966 hasta 1984. Cargo que también ocupó más tarde desde 1998 hasta 2001. En el mundo de la televisión ha desarrollado una interesante labor pedagógica presentando el programa de TVE “El Mundo de la Música”, durante 1976 y 1980. En 1991 obtuvo el premio “Interpretación Discográfica 1991”, del Ministerio de Cultura de España, con la grabación de la obra “Sinfonietta” del Maestro Ernesto Halffter con la ECO (Orquesta de Cámara Inglesa). Al año siguiente La Asociación “Cultura Viva” le concede el Premio Nacional de Música 1992 por Una vida consagrada a la Música. Y por acuerdo del Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad de Parla (Madrid), se le pone el nombre de Maestro Enrique García Asensio a la Escuela Municipal de Música de la citada Ciudad. Desde 1993 hasta 1998 fue Director Técnico-Artístico de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid. Al frente de esta agrupación ha grabado 8 CD y con uno de los primeros, titulado “El Pasodoble”, ganó un “Disco de Oro”. A partir del 31 de Octubre de 2001 es nombrado Director Técnico Artístico de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid, cargo que ya ocupó entre 1993-1998. Su actividad profesional en el campo internacional se ha desarrollado en: Canadá, Estados Unidos, Méjico, Puerto Rico, Argentina, Uruguay, República Dominicana, Brasil, Japón, Islandia, Bulgaria, Rumania, Grecia, Israel, Rusia, África del Sur, Irlanda del Norte, Suiza, Inglaterra, Portugal, Italia, Francia, Bélgica, Alemania, Luxemburgo, Austria, Holanda, Turquía, Chequia, Dinamarca y Eslovaquia. Posee una extensa discografía realizada en España e Inglaterra. Ha sido asistente del Maestro Celibidache en los cursos internacionales que dio en Bolonia (Italia) y Munich (Alemania), así como en las clases de la Academia Chigiana de Siena (Italia).
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