Juanito Oiarzabal: "Tengo muchísimo egoísmo a la hora de subir ocho miles"

2004-02-06

DIAZ DE MENDIBIL, Ismael

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2004/02/06-13 Juanito Oiarzabal

Montañero "Tengo muchísimo egoísmo a la hora de subir ocho miles" Ismael Diaz de Mendibil

Itzulpena euskaraz Juanito Oiarzabal ha entrado, por méritos propios, en la élite del montañismo mundial. Tras hollar las cumbres de los 14 ocho miles del planeta, muchos pensamos que era la hora de su retirada. Nos equivocamos. El siguió a lo suyo, a lo único, como él dice, que sabe hacer: subir ocho miles. Así, ha llegado a batir una marca hasta ahora inexpugnable, subir en 20 ocasiones a las cumbres más altas del Himalaya. Si alguien otra vez piensa que este vitoriano, nacido hace 47 años, se va a retirar ahora, mejor que se lo quite de la cabeza, porque se volverá a equivocar. Juanito, hijo de Juanita. No, Juanito, hijo de Luisa y de Rufino. Y Juanito, porque no me reconozco de otra manera. Y Juanito, porque así me han llamado desde pequeño, y Juanito hasta ahora, y hasta que me muera. ¿Cuál fue su primer monte? Probablemente Aitzgorri, Aratz, Gorbeia..., no recuerdo cuál fue el primero, pero seguro que lo subí con mi aita. ¿Qué significa para su aita el monte? Mi aita ha estado siempre muy vinculado a la montaña. Le gustaba ir al monte, a pescar, a cazar, a coger setas... Y yo, de pequeño, siempre le acompañaba. Así que creció en el monte. Más tarde empiezo a hacer cuevas, y de la mano de mi hermano voy a hacer escalada por primera vez a Egino. Allí es donde conozco el mundo vertical, que me enganchó con 14 años. Pirineos, Picos de Europa, Alpes, Himalaya... hasta ahora. En su opinión, ¿qué representa el monte para los vascos? Mucho, mucho... Tenemos muchísima cultura en montaña. La orografía vasca, la tradición... nos lo han inculcado desde pequeños. Somos un país pequeño, pero todo lo que sea en cuesta nos va. Efectivamente, je, je... Tienes toda la razón del mundo. Quizás somos masoquistas. Somos un pueblo luchador, trabajador, superviviente..., por eso, y por más, siempre ante todas las adversidades, salimos a flote, de una manera u otra. ¿Cuándo convierte el monte en profesión? De siempre, pero si tengo que dar una fecha, cuando subo al K2 en el 94. Era mi sexto ocho mil. ¿En alguna ocasión el Himalaya se ha convertido en su obsesión? No, porque yo he sido siempre una persona que ha sabido estar a la altura de las circunstancias en todos los sentidos. Cuando estaba presionado, cuando no lo estaba... nunca me he obsesionado por querer completar los 14 ocho miles. Sí que soy una persona con muchísima ambición, muchísimas ganas de hacer montaña, y tengo muchísimo egoísmo a la hora de subir ocho miles. Pero nunca he estado obsesionado. ¿Qué quiere decir cuando afirma que tiene muchísimo egoísmo a la hora de subir ocho miles? Saber lo que uno quiere, saber cuando te tienes que dar la vuelta..., pero sobre todo tener ambición por querer llegar a una cumbre. Si no, no estaría donde estoy. Para esto, para subir montañas, aparte de cualidades y penalidades, hay que tener mucha ambición, muchas ganas, saber bien qué es lo que quieres, y tener las cosas muy claras. Y me imagino que un plus que se lleva en los genes. Evidentemente para hacer este tipo de actividad, y para hacer lo que yo he hecho, hay que nacer. Que no te quepa la menor duda. Mi organismo, y sobre todo ahora, que llevo muchos años en altura, enseguida recuerda esa altura. Por lo tanto, mi adaptación a la altura es mucho más rápida que la de otras personas. Esa es una ventaja muy grande. Generas más glóbulos rojos, oxigenas mucho más la sangre, con lo que a la hora de subir siempre vas a estar en mejores condiciones que otros. Me atrevo a decirle que una de sus principales virtudes es la cabezonería, pero también uno de sus mayores defectos. Sin duda. Pero no cabezonería porque sí. Se trata de saber lo que uno tiene que hacer. Si yo ahora mismo viera que no soy capaz de subir a un 8000 o que voy a tener problemas psicológicos, o que..., no iría al Himalaya. ¿Por qué? Por una razón importante. Yo he visto morir allí a mucha gente, y sé lo que es el Himalaya, y sé que si no vas totalmente centrado, te quedas. No se trata solamente de cabezonería, sino de saber que no hay que cometer absolutamente ningún error, y de estar totalmente centrado. A parte de eso, sí, soy cabezón, porque siempre que me propongo un objetivo, intento realizarlo. Soy muy egoísta, soy muy ambicioso, soy muy cabezón... todos los calificativos que quieras poner. Pero lo que puede ser una virtud, ¿también es un defecto? Supongo que habrá gente que me busce defectos. Pero yo no considero que sea así, ni mucho menos. Sigo en la misma línea en la que comencé, siendo la misma persona, siendo natural..., al fin y al cabo, siendo Juanito. A todo esto, ¿cree que tiene buena prensa? Sí, sí. Me considero muy valorado, y más, estos últimos años. Eso sí, cuando uno esta ahí arriba, tiene sus detractores y sus defensores, como todo el mundo. Pero yo creo que los detractores son los menos, y desde luego, creo que he sido bien tratado por la prensa, sobre todo en casa, en Euskadi. ¿Necesita prepararse psicológicamente antes de cada expedición al Himalaya? No, yo creo que eso también se adquiere con el paso de los años. No hago ninguna preparación específica. Lo que ocurre es que es toda una vida haciendo montaña, y he pasado por momentos tan jodidos, por momentos tan difíciles, y también por momentos tan bonitos y tan dulces, que ya uno esta hecho absolutamente para todo. Cada vez que voy a un 8.000, dependiendo de qué 8.000 sea, pienso más o menos. Por ejemplo, ahora que voy a ir al K2, pues hombre, a uno le da qué pensar, e intenta planificar lo mejor posible la expedición. Para tener opciones de subir, y no cometer ningún error, hay que ir en las mejores condiciones posibles. ¿Cuál es su asignatura pendiente, su espina clavada? El Makalu. He estado tres veces, y he subido una. Dos veces he estado en el pilar oeste, y ambas me he quedado a 80 metros de la cumbre. Me gustaría subir otra vez por ese flamante pilar. ¿Qué ha aprendido en el Himalaya? Pues, muchas cosas. La primera que vivimos muy bien. He aprendido a respetar otras culturas, a entender a las personas que están necesitadas... He conocido el budismo, con el que me siento más identificado que con la Iglesia católica. ¿Y eso? Por lo menos en el budismo he descubierto que todo esta fundamentado en la espiritualidad. Se trabaja con la meditación, y me convence más que la que a mi me enseñaron. ¿Usted qué les ha podido enseñar a ellos? Pues, poco. En Tíbet, Pakistán, Nepal o India tú eres el invasor. Ellos se fijan en muchas cosas, pero sobre todo en las materiales, que son las que quisieras no enseñar. Te gustaría hablarles de cómo vivimos los vascos, de cómo somos, de qué cultura tenemos... Creo que les he aportado muy poco. ¿Qué saben de los vascos? Sí saben, sí. Como nos dejamos ver por allí, saben que somos pocos, pero muy selectos. Siempre ha tenido en el recuerdo a los amigos que han fallecido en el Himalaya, pero aún más si cabe ahora, tras haber hecho cumbre en 20 ocho miles. Cada vez me acuerdo más de ellos. Esas cosas no se olvidan, y cada vez que hablo de Antonio Miranda, Atxo Apellaniz, Felix Iñurrategi o Mikel Ruiz de Apodaka me emociono (brillan los ojos de Oiarzabal). Ha sido toda una vida con ellos..., y que se han quedado allá... La verdad es que me acuerdo mucho, mucho, mucho. Me acuerdo mucho, porque han sido momentos muy duros. 20 ocho miles. ¿Qué más quiere hacer Juanito? ¿Por qué no se retira? ¿Y qué hago? Si es que no se hacer otra cosa. Cuando me tenga que retirar, lo pasaré muy mal. Estoy muy identificado con el Himalaya, hago ocho miles porque me encantan. Disfruto en las expediciones, con lo que allí soy feliz. Así que, ¿ocho horas en una oficina, como que no? No, ni mucho menos. El día que me retire del Himalaya espero seguir ligado a la montaña. Afortunadamente, no voy a tener la necesidad de ir a trabajar ocho horas a una fábrica. Los 20 ocho miles de Juanito Oiarzabal:

1985: Cho-Oyu (8.201 m.). Ruta normal (15 mayo).

1987: Gasherbrun II (8.035 m.). Ruta normal (16 agosto).

1992: Nanga Parbat (8.125 m.). Ruta Kinshofer (12 julio).

1993: Everest (8.848 m.). Ruta Sur-Sureste-Cresta (7 octubre).

1994: K2-Chogori (8.611 m.). Ruta Tomo Cessen (24 junio).

1995: Makalu (8.465 m.). Ruta normal (8 mayo).

1995: Broad Peak (8.047 m.). Ruta normal (12 julio).

1995: Lhotse (8.516 m.). Ruta normal (2 octubre).

1996: Kanchengjunga (8.586 m.). Cara Norte. Ruta brit?nica (6 mayo).

1997: Hidden Peak (8.068 m.). Couloir de los Japoneses (9 julio).

1997: Manaslu (8.163 m.). Ruta normal (8 octubre).

1998: Dhaulagiri (8.167 m.). Ruta normal (22 mayo).

1998: Shisha Pangma (8.046 m.). Cara Suroeste-Ruta brit?nica (10 octubre).

1999: Annapurna (8.091 m.). Ruta alemana (29 abril).

2001: Everest (8.848 m.). Cara Norte, sin ox?geno (23 mayo).

2002: Cho-Oyu (8.201 m.). Ruta normal (5 octubre).

2003: Gasherbrun II (8.035 m.). Ruta normal (19 julio).

2003: Hidden Peak (8.068 m.). Couloir de los Japoneses (26 julio).

2003: Cho-Oyu (8.201 m.). Ruta normal, en solitario (23 septiembre).

2003: Cho-Oyu (8.201 m.). Ruta normal (5 octubre).
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