De más vida y más músicas

Of more life and more music

Testu honetan, Teresa Catalan konpositoreak bere biografia pertsonal eta profesionala osatzen du, Aldizkari honetan 2011n (56, 2 alea) argitaratu zuena. Oraingoan, Iruñeko musika-erakunde esanguratsuenen errepaso historiko bat egiten du ere.

Iruñeko Orfeoia. Pablo Sarasate Musika Kontserbatorioa. Iruñeko Talde Musikagilleak. La Pamplonesa. Iruñeko Ganbara Abesbatza. Nafarroako Orkestra Sinfonikoa.

 

Empiezo este artículo donde quedó el último que escribí para la Revista Internacional de los Estudios Vascos. Pensaba que el que titulé DE LA VIDA Y OTRAS MÚSICAS que ya publicó la revista[1] había concluido la inmersión en aspectos de mi circunstancia vital, tanto de orden antropológico como aquellos puramente musicales relacionados con mi trayectoria, pero estaba equivocada, y es que suele ocurrir que la vida y sus circunstancias no nos permiten predicciones ni previsiones, en todo caso, surgen nuevos escenarios que nos van enseñando a flexibilizar nuestras certezas.

El hecho de haber sido premiada con el Eusko Ikaskuntza-Laboral Kutxa de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales, me invita a seguir colaborando con la Revista Internacional de los Estudios Vascos (RIEV), y me hace reflexionar sobre la aportación con la que puedo contribuir de nuevo a esta extraordinaria publicación. Sugieren los editores que los aspectos autobiográficos siguen interesando, y he tenido noticia de que el artículo que publiqué entonces tuvo muy buena acogida, por lo que he pensado que como aquél escrito dejaba particularidades por tratar, y teniendo en cuenta que mi trayectoria es poco común por diversas razones, continuar en la línea que ya tracé podría resultar adecuado. Así las cosas, sigo con algunas ideas en relación con el camino que he ido recorriendo entre músicas, es decir, en la vida.

Entrega del Premio Eusko Ikaskuntza–Laboral Kutxa 2022 en el Museo de Navarra (Pamplona).
 

Como decía antes, las cosas ocurren estén previstas o no. Por ejemplo, en estos últimos años he recibido una serie de reconocimientos que nunca hubiera imaginado, pero ha sucedido[2]. Es bastante extraño –o debería decir sorprendente–, que distintas instituciones consideren que mi trayectoria merece atención, y han decidido reconocerla. Jamás lo imaginé, ni siquiera lo idealizaba en uno de esos momentos en los que nos perdemos pensando en cuánto nos hubiera gustado tener lo imposible o lo distinto en nuestras vidas…, pues ni en esos sueños me dibujé en la realidad que he podido vivir. Todos los premios, incluso los que parecen más pequeños son muy importantes puesto que todos tienen un valor por lo que representan de aprecio a quien lo obtiene y por la importancia de las instituciones que los asignan, pero hay que añadir la significación particular que pueden tener -por razones tan variadas que resultan imposibles de precisar- para el propio premiado. En mi caso, he recibido esas distinciones siempre con mucha emoción, pero tras el temblor inicial adobado con la sorpresa, inmediatamente después de pensar que he tenido mucha suerte me asaltan dudas: ¿por qué a mí, si con seguridad hay alguien que lo merece más? Es muy característico, se trata del síndrome de la impostora que con frecuencia arremete y nos dificulta las cosas a muchas mujeres. Esta es una realidad que sufro personalmente, y he constatado que llega a abatir momentos que deberían ser gozosos, de aceptación, sin esas sombras que con cualquier excusa imponen imperativos categóricos que nos exigen cada vez más. Supongo que la herencia histórica que recibí en forma de una educación que me marcaba como mujer, ha hecho algún trabajo. Ni siquiera la rebeldía que me caracteriza y que me ha permitido convivir y enfrentarme a un mundo frecuentemente tan il, ha conseguido borrar esas marcas de debilidad que afortunadamente las mujeres de hoy van superando porque somos conscientes del problema.

He repetido muchas veces que un premio no es un fin y tampoco es un final y por tanto, al no haberlo planteado jamás como un objetivo, me doy cuenta de que en realidad un premio sólo es un lance, una contingencia de la que tenemos que salir fortalecidos aunque no sea fácil. Y claro que no lo es porque si bien los fracasos son oportunidades de aprendizaje, de renovación, de los éxitos hay que recuperarse para no creernos el espejismo de que con ellos somos mejores, y sabiendo siempre que nos veremos obligados a recalcular las coordenadas para que no varíe ni un ápice la ruta que habíamos marcado previamente, porque pesa el lastre que supone la responsabilidad que adquirimos cuando alguien nos da su confianza.

Todo empezó por mi empeño en ser músico, y como ya he comentado en alguna ocasión, voy a insistir en las razones por las que hago música. Es tan sencillo que no tiene más secreto que un impulso vital que no puedo explicar, y mi voluntad de interacción buscando con intérpretes y auditores complicidad y una comunión estética que encierra –sin duda–, aspectos éticos. Nada más, ni nada menos. Trato de salir de la prisión que para mí significa el vacío, y me gusta comunicar tanto como escuchar. Por eso hago música y por eso también me siento viva.

El momento que vivo ahora mismo es totalmente nuevo para mí. Nunca había pensado cómo iba a ser el periodo en el que dejamos las responsabilidades laborales y –al menos teóricamente– empieza el momento de descansar, de disfrutar de lo que hemos conseguido y dedicar el tiempo a recrearse con lo mejor que hayamos construido. Jamás concebí la idea de dejar el trabajo, ni tampoco había hecho planes en esa dirección. Es curioso que en realidad haya imaginado la vida laboral como una cinta sin fin que interrumpirá su andadura súbitamente, sin oasis y sólo en el momento final. Quizá es que desde niña supe que vivir en un entorno en el que lo que manejas, lo que estudias, y lo que trabajas es el mismo punto en el que disfrutas, aclara la razón por la que no he tenido necesidad de inventar interrupciones programadas. Pero la edad es implacable, llegó la jubilación, y curiosamente, todo -menos el tiempo disponible- se multiplicó. Dejar el trabajo docente tal y como lo concebí durante treinta años, me liberó de exigencias horarias, ha sido un ahorro de energía y tiempo (que en la enseñanza se derrochan si invertimos el esfuerzo que merecen los alumnos), pero, he tenido problemas para administrar esa libertad puesto que hay tantas cosas importantes, interesantes, que antes no alcanzaba y en las que todavía puedo aportar algo, que los días deberían tener más horas para poder trabajar en todo aquello que tengo pendiente.

Todo este trayecto entre corcheas, empezó siendo muy niña. Primero en el colegio de monjas, pero pronto en el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona. No sé si se conoce muy bien la historia de este centro ni el caldo de cultivo musical existente en la ciudad previamente, y tampoco creo que se valore lo suficiente; por esa razón presento esta panorámica histórica (aunque sea a vista de dron porque los pájaros están a otros empleos), que además nos conducirá al espacio temporal en el que me incorporo a ese mundo musical. Hay que empezar diciendo que Navarra es cuna de músicos, de buenos músicos, y recuerdo aquí a Benito Pérez Galdós cuando escribe:

…Pablo Sarasate es navarro. Ya he dicho en otra ocasión que todos los músicos españoles son navarros. Lo es Gayarre, lo es Arrieta y lo fueron Guelbenzu y Eslava. ¿Qué tendrá aquella tierra para ser tan preferida de la musa Euterpe, que siempre va a allí a dar a luz a sus hijos?[3].

Aun no siendo exhaustiva, una recopilación de datos con los nombres de compositores navarros de todos los tiempos que he ido compilando poco a poco, me ha permitido comprobar que Navarra tiene a lo largo de la historia representantes de importancia en todas las épocas, y miembros conspicuos en todas las generaciones[4]. Pero volvamos al Conservatorio Pablo Sarasate y veamos desde dónde parte la historia de ese centro en el que me eduqué como músico y que me permitió poder recorrer el mundo profesional.

Nos tenemos que ubicar en el siglo XIX como puerta al ámbito docente organizado fuera de la Iglesia puesto que hasta entonces, la formación musical se hacía en las Capillas de Música de monasterios y catedrales[5]. Con la aprobación de la llamada Ley Moyano en 1857[6], se hace posible un gran cambio en la enseñanza musical pero ya en 1830, la reina María Cristina había impulsado la creación del Real Conservatorio de Música de Madrid, siendo siempre el centro de referencia en el que impartió composición Hilarión Eslava[7] desde 1854, ostentando la dirección desde 1866. La enorme influencia que ejerció este Burladés insigne en todos los ámbitos musicales y especialmente en el docente, consiguió éxitos sin precedentes. En 1855-56, publica en la Gaceta Musical de Madrid, un apoyo explícito a la creación de escuelas de música: …sobre todo en aquellas provincias cuyos naturales tienen en general más disposición, mejores voces y más fina organización para la música. Quisiéramos que las primeras escuelas que se estableciesen en España fuesen las de Sevilla, Barcelona, Valencia, Zaragoza y Pamplona[8]. Ese apoyo fue fundamental para que su colega compositor y también amigo Mariano García (que era profesor de música privado), se hiciera cargo como director en 1858 de la primera Escuela Municipal de Música que se crea en Pamplona en 1857[9], (probablemente el mismo año de la promulgación de la ley Moyano), convirtiéndose entonces en la primera Academia de música de titularidad pública en el territorio nacional.[10] En su reglamento, se muestra gran interés por la creación de una banda de música para el boato institucional -un trabajo que como veremos hacían hasta entonces las bandas militares-y recojo también una curiosidad muy clarificadora: la Escuela admitía a mujeres, pero según afirma Madurga[11]:

La instrucción de las niñas en la Academia Municipal consistía tan solo en la enseñanza del solfeo, el piano y el canto. No podían aprender a tocar otro instrumento. Los de viento y cuerda eran estudiados exclusivamente por niños, y además podían cursar tres años de solfeo y uno de armonía, a partir del año en el que se instauró esta asignatura, mientras que las niñas solo tenían la posibilidad de aprender dos años de solfeo, uno de canto y cuatro años de piano. Así ocurría también en los centros de educación musical del resto de Europa. Incluso en el Conservatorio de París, fundado en 1795, institución central en la música europea donde las mujeres siempre fueron admitidas, durante algún tiempo tuvieron prohibido el acceso a las clases de composición, contrapunto, fuga, violín, violoncello, contrabajo, y a todos los instrumentos de viento. En otras palabras, las mujeres estudiaban canto y piano, y en clases separadas de sus compañeros.

Pero el talento se impone, y como ejemplo sirva que en aquella Escuela se formó Emiliana de Zubeldía[12], una pianista reconocida internacionalmente y compositora excepcional, tanto por la calidad de su obra como por su asombrosa carrera (teniendo en cuenta la época), que empezó aprobando las oposiciones como auxiliar primera de piano en la Escuela de Música en la que había estudiado. No se conformó con una vida acomodada, siguió su aprendizaje en Madrid (Real Conservatorio de Música) y después en París, donde ingresó en la Schola Cantorum[13] para estudiar con Vicent D’Indy[14] y Blanche Selva[15]. Desde ahí inicia una carrera pianística internacional: Francia, Bélgica, Suiza, Alemania, Italia, Inglaterra… Viajó a Brasil, Argentina, Uruguay, Cuba, Puerto Rico, siempre con gran éxito, y trabajó en EEUU con Augusto Novaro[16], un compositor e investigador mexicano que Emiliana admiraba y por el que se afincó en México definitivamente, (frecuentó la casa de los Novaro donde se encontraba con exilados de la guerra civil en España como Rodolfo Halffter[17] o Adolfo Salazar[18]) y decidió construir una historia falsificando su edad (se quitó 25 años), afirmando que nació en Arnaiz (pueblo inexistente en Navarra), nunca habló de su marido y en una ocasión volvió a Pamplona pero de incógnito[19]. Se instaló en Sonora (México) y trabajó en la Universidad de esa ciudad durante sus últimos 40 años, etapa que coincide con numerosos premios y homenajes. A lo largo de su vida trabajó con distintas técnicas como compositora, haciendo tanto trabajos cercanos al folklore vasco, como obras adscritas al bitonalismo, la atonalidad, o el Sistema Natural de la Música[20] de Augusto Novaro. Tiene registradas un total de 225 obras, pero el hecho de que nunca volviera a su tierra natal, impidió que fuera reconocida en Navarra hasta años después de su muerte. Nació en 1888 y murió en 1987.

Emiliana de Zubeldia en 1924. París.
 

Aquella Escuela Municipal fue el foco laico para la enseñanza de la música, en una Pamplona entretenida con las músicas que como dice Nagore[21]…centraba sus intereses en el teatro lírico, la Sociedad de Conciertos Santa Cecilia, el Orfeón Pamplonés, las bandas y las músicas en los cafés, y en ella se formaron un buen número de músicos que luego integraron el elenco de profesores de lo que un siglo más tarde, fue el Conservatorio de Música “Pablo Sarasate”.

Pero antes de entrar directamente en la historia del Conservatorio, daremos un repaso –con aire de legítimo orgullo- a las instituciones que junto a la Escuela de Música, en ese tiempo ya eran clave para animar la vida cultural de la ciudad, en especial porque prácticamente la mayoría hoy continúan activas, algo poco frecuente que debemos valorar y agradecer puesto que han sido muchas las personas (detrás de las instituciones hay siempre personas) que a lo largo del tiempo han ido haciendo historia y se han empeñado en mantienen vivo y presente nuestro patrimonio inmaterial, mientras han construido modelos que son ejemplos impagables. Valgan estas referencias como mi admiración y respeto desde el privilegio de haber tenido relación directa con algunas de ellas.

Empecemos con las voces. El Orfeón Pamplonés, decano de los coros sinfónicos españoles y uno de los más antiguos de Europa, tras una larga e importante historia, mantiene hoy un ilustre presente reconocido sin ambages dentro y fuera de nuestras fronteras. Fue fundado en 1865 por once socios suscriptores dispuestos a enseñar música gratuitamente a los artesanos que estuvieran interesados. El primer director de aquella agrupación fue Joaquín Maya Ecenarro[22], y entonces el Orfeón ya contaba con personajes importantes tanto por su altura intelectual como por su posición social; de hecho, en ese momento entre sus socios honorarios aparecen personalidades tan relevantes como Joaquín Gaztambide[23], Emilio Arrieta[24], Hilarión Eslava, Juan Guelbenzu[25] y Dámaso Zabalza[26]. Problemas económicos obligan a dos etapas más con algunas interrupciones en su actividad, aunque a pesar de las dificultades, brillaban bajo la batuta de Fidel Maya Barandalla[27]. Como muestra menciono el gran acontecimiento que representaba su participación junto con la Orquesta Santa Cecilia en las matinés sanfermineras que Pablo Sarasate (siempre cercano y atento a la música pamplonesa), organizaba en el Teatro Gayarre, por cierto, sin percibir ninguna retribución económica. El Orfeón colaboró por primera vez en ese concierto en 1882 y después compartió el evento desde 1893 hasta la muerte de Sarasate en 1908.

El Orfeón Pamplonés en 1928 en Bilbao. Fuente: Archivo del Orfeón Pamplonés.
 

En 1890 se produce una refundación y a partir de 1892 el coro inicia una brillante carrera de premios y reconocimientos que hoy mantiene[28]. Fue una de las primeras agrupaciones mixtas del Estado en incorporar a las mujeres, lo que le facilitó un catálogo de más alcance y la inmersión en el gran repertorio sinfónico coral. Estrenos, primeras interpretaciones en territorio nacional, salidas al extranjero y abordaje de obras de alta complejidad distinguen su camino. Entre sus directores, debo destacar la presencia de Maurice Ravel como invitado, que interpretó conduciendo al Orfeón en el Teatro Gayarre, sus Trois chansons. 1. Nicolette, 2. Trois beaux oiseaux du paradis 3. Ronde (1915). En el pasado siglo, Martín Lipúzcoa[29], Juan Eraso[30], Pedro Pirfano[31], Carmelo Llorente[32], José Antonio Huarte[33], Juan Carlos Múgica[34], Luis Pastor[35], Pascual Aldave[36], y Alfonso Huarte[37], guiaron al coro hasta 2005, año de la incorporación de Igor Ijurra[38], actual Director, que ha liderado la presencia del Orfeón Pamplonés en muchas salas de prestigio y distintos países como el Carnegie Hall neoyorquino, Avery Fisher Hall con la New York Philarmonic, el Royal Festival Hall de Londres con la London Philarmonic, el Théâtre des Champs-Élysées de París, Festival Proms de Londres, o el Festival de las Noches Blancas de San Petersburgo, en colaboración con Valéry Gergiev[39]. Actualmente, el Orfeón Pamplonés ha ampliado su estructura con la creación de la Escuela Coral que acoge a grupos de iniciación, coro infantil, escolanía y coro juvenil. Un brillantísimo presente que sigue alimentando una historia realmente excepcional proyectándose hacia el futuro.

El Orfeón Pamplonés, en la puerta de la Universidad de Navarra, 1968. Fuente: Archivo del Orfeón Pamplonés.
 

Fui orfeonista durante un tiempo siendo muy joven (1968 – 1970), y mi breve estancia coincidió con la dirección de Carmelo Llorente que lideró el coro entre 1967 y 1973. De sus directores también conocí a Juan Eraso, a José Antonio Huarte, Pascual Aldave y a Luis Pastor, aunque a ellos en el Conservatorio, igual que a Martín Lipúzcoa del que conservo una fotografía entregándome un premio a final de un curso académico.

D. Martín Lipúzcoa, entregándome un premio en el Conservatorio Pablo Sarasate. Año 1967.
 

Luis Pastor, que dirigió durante un año el Orfeón (1996-1997), es un colega en Iruñeako Taldea Musikagilleak / Grupo de Compositores de Pamplona, con que ya tenía amistad antes de encontrarnos en el conservatorio, y al que me referiré más adelante. Aquellos años en el coro fueron un tiempo de aprendizaje, con viajes a Francia, a Madrid (allá participé en el estreno mundial de la cantata Yes Speak out, yes de Cristóbal Halffter en 1969); los recuerdos son gratos tanto por el placer de cantar como por el aire de libertad que aquellos divertidos viajes musicales representaban en la primera juventud.

Sigamos con la orquesta. Según consta en la reseña biográfica del Archivo de la Música y las Artes Escénicas de Navarra (AMAEN)[40], la llamada Sociedad de Conciertos y Socorros Mutuos “Santa Cecilia” (formada por la Orquesta Santa Cecilia, denominada desde 1995 Orquesta Pablo Sarasate y desde 2016 Orquesta Sinfónica de Navarra), fue fundada en Pamplona en 1879[41] con la pretensión (según su reglamento) de …elevar el arte musical a la mayor altura posible, y el filantrópico de socorrerse los asociados mutuamente en sus enfermedades o con ocasión de ellas (el socorro se refiere a los músicos exclusivamente). Fue Pablo Sarasate[42] su promotor, y su primer director Joaquín Maya Ecenarro, entonces también director de la Academia de Música[43]. La orquesta intervenía en los acontecimientos ciudadanos civiles (ya hemos dicho que en San Fermín acompañaba a Sarasate por ejemplo) o religiosos. Entonces fue dirigida entre otros insignes por Joaquín Larregla[44], Maurice Ravel[45] o Camille Saint Saëns[46] (estos últimos invitados amigos de Sarasate) y a lo largo del tiempo otras figuras significativas de la música –entre las que voy a citar a tres de distintas épocas- de las que tuve el privilegio de recibir enseñanzas: Javier Bello Portu[47] (que en algún tiempo me aceptó como oyente en sus ensayos y del que aprendí mucho), Luis Morondo (que consideré uno de los primeros y más importantes Maestros que disfruté en el Conservatorio) y Miguel Roa[48], que me dio clases de dirección, y con el que colaboré estrechamente durante 1983 y 1984 como pianista en la orquesta, y en distintos aspectos de su gestión.

No me quiero desviar con estos pormenores ahora y sigo con la orquesta. Con las lógicas dificultades y muchos avatares surgidos en las distintas etapas a lo largo de su historia (aunque la única interrupción de su programación fue en el tiempo de la guerra civil), como decía, la Orquesta Santa Cecilia pasó a denominarse Orquesta Pablo Sarasate en 1995 (al aprobar el Parlamento de Navarra su profesionalización), y finalmente, tras una etapa convulsa por problemas en la gestión se refundó como Orquesta Sinfónica de Navarra en 2016 y pasó a ser dependiente sólo de la Fundación Baluarte[49]. Hoy continúa brillantemente con un presente reconocido, valorado, y que promete futuro. Pamplona disfruta de la orquesta sinfónica en activo más antigua del Estado (el próximo año contará 145 años de historia en funcionamiento) y se afirma que –según unos u otros historiadores–, fue la octava o décima del mundo[50]. Ha sido dirigida hasta hoy por importantes figuras internacionales, mantiene en la actualidad un alto nivel de calidad, y cuenta con un elenco de notables músicos como garantía del mejor rendimiento. El actual director, Perry So –un joven y brillante músico nacido en Hong Kong con una trayectoria reconocida en los cinco continentes–, está recibiendo junto con la Orquesta excelentes críticas; baste como muestra la más reciente con motivo de su actuación (enero 2023) en el Auditorio Nacional de Música de Madrid[51].

Ha habido otras instituciones musicales muy importantes que también han participado activa y significativamente en la vida pamplonesa, aunque no tan antiguas como las anteriores porque ya nacieron en el siglo XX. Su aportación también fue fundamental en su contexto y dibujan muy bien lo que era la postal completa en nuestra pequeña ciudad de provincias, que no obstante su tamaño, ha atesorado siempre un significativo -diría que asombroso- potencial en el mundo de la música.

En este repaso por nuestras instituciones musicales históricas, ponemos atención ahora a la Coral de Cámara de Pamplona que también nació antes que el Conservatorio Pablo Sarasate. Nos ha regalado mucha música magníficamente interpretada desde que fue fundada por Luis Morondo en 1946, y a lo largo de su trayectoria, esta singular agrupación, ha hecho un recorrido excepcional: ha editado más de un centenar de discos con las mejores discográficas, ha recibido numerosos premios internacionales[52], aunque destaco aquí el Premio Príncipe de Viana de la Cultura que recibió en 2018. A lo largo de su historia, ha tenido éxitos apoteósicos en distintos países: Alemania, Bélgica, Chile, Brasil, Uruguay, Marruecos, Rusia, Argelia, Suecia, Finlandia, Austria, Israel, que culminaban con recibimientos de honor en Pamplona (especialmente el que tuvo cuando volvieron de ganar el Gran Premio del Concurso Internacional de Coros de Lille). Cito también algunos escenarios excepcionales en los que ha actuado: el Konzerthaus de Viena, el Metropolitan House de Nueva York, el Teatro Colón de Buenos Aires, la BBC de Londres, el Gran Teatro de la Habana, la sala Pleyel de París o el Teatro della Pergola de Florencia entre otros muchos[53]. El repertorio, que en sus inicios se ceñía a los siglos XV, XVI y XVII, pronto se amplió y a la Coral de Cámara de Pamplona hay que agradecerle el mérito de haber sido un adalid en la programación normalizada de obras de vanguardia. El talante de su fundador Luis Morondo, un músico muy culto, riguroso, y con una gran personalidad, imprimió un sello vocal especial, una marca que fue muy valorada más allá de nuestras fronteras durante los 37 años que se mantuvo al frente del grupo desde su fundación. Después de su fallecimiento, un coralista, José Luis Eslava[54], mantuvo el estilo del Maestro y una gran actividad internacional. A partir de 1994, bajo la dirección de Máximo Olóriz[55] la coral se renueva y emprende un cambio interpretativo que continuaron Luis Pastor, Pello Ruiz[56], David Guindano[57], Jesús Mª Echeverría[58], Sergi Moreno-Lasalle[59] y Josep Cabré[60]. La impecable trayectoria de la Coral, nos trae a un presente feraz, brillante, con una calidad extraordinaria. Su actual director artístico y musical desde 2012, David Gálvez Pintado[61], de formación internacional y reconocido con numerosos galardones, sigue la trayectoria de excelencia que se distingue hoy por abordar repertorios comprometidos que incluyen producciones de ópera, conciertos sinfónicos, y especialmente música de compositores españoles de la generación del 27 con señalada atención a la música de vanguardia. Un privilegio para todos.

La Coral de Cámara de Pamplona, con Luis Morondo en la Catedral de Pamplona. Foto: archivo de la Coral.
 

En este punto quiero dedicar un recuerdo especial a Luis Morondo[62], D. Luis o Maestro, en boca de todo el mundo. Ya sabemos que fundó la Orquesta de Cámara de Educación y Descanso en 1940, que fue miembro del coro y vicedirector del Orfeón Pamplonés, director de la Orquesta Santa Cecilia durante 18 años, y fundador de la Coral de Cámara de Pamplona, pero también fue profesor en el Conservatorio Pablo Sarasate. Allá tuve el privilegio y el placer de asistir a sus clases de solfeo y a las de conjunto instrumental y coral. Era un hombre serio, ceremonioso, exigente, riguroso pero amable, con un finísimo sentido del humor, una educación exquisita, una armonía y una elegancia natural muy notables y una gran cultura. Había viajado mucho, conocía a algunos compositores coetáneos[63] (de los que nos hablaba en clase), y ponía mucho, muchísimo interés en los alumnos. Trabajábamos solfeo con el método de Paul Hindemith[64], muy novedoso entonces (sus dictados[65] y los batidos rítmicos eran endiablados pero excelentes como herramienta de aprendizaje)[66] y también recibí de él mis primeras lecciones de dirección, con un conjunto en el que usábamos los modernísimos instrumentos del sistema Orff[67], que Remacha introduce por primera vez en España en 1965. Sus viajes le obligaban a dejar las clases coyunturalmente, y en esas ocasiones, acostumbraba a pedirnos a Juan Antonio García Gorraiz[68], compañero de curso y a mí, que hiciéramos su trabajo como profesores de solfeo. Recuerdo muy bien que aquella confianza me resultaba muy estimulante, y también crecía mi interés cuando nos eximía de clases porque nos enviaba a los conciertos de la Orquesta Santa Cecilia y a los de la Coral, con la exigencia de ir con las partituras estudiadas y con el compromiso de entregarle una crítica razonada del concierto que después revisaba y discutía. Creo que conservo todavía algunos de aquellos escritos juveniles. En esas excursiones musicales, recibí muchas lecciones. No olvidaré una ocasión en la que dirigiendo D. Luis a la Coral tuvieron una entrada un poco desafinada. Cortó la música inmediatamente con una energía inusitada, no dijo una sola palabra (imagino, conociéndole, que su mirada fue suficiente) y sin perder su elegancia dio la entrada de nuevo con aquella seguridad que integraba firmeza, suavidad y elegancia. No he vuelto a ver algo así nunca, a pesar de que no siempre las entradas son afortunadas. También recuerdo aquella ocasión en la que por falta de recursos y de apoyos, decidió que había que interrumpir la actividad de la coral y programó un concierto de despedida. Los miembros del coro y buena parte de la sala, no podíamos dejar de llorar. Fue impactante. Afortunadamente, las cosas se arreglaron y pudieron continuar su increíble trayectoria. En resumen, Luis Morono, D. Luis, fue para mí un estímulo, una referencia de lo que significa ser músico, un aprendizaje impagable de la importancia que tiene la seriedad profesional en un mundo tan exigente. Fue el primero de mis Maestros y tengo mucho que agradecer por lo que ha significado como modelo de coherencia, ética y respeto a la música. Conservo cariñosamente, además de la enseñanza musical y humana que recibí de él, una partitura orquestal de “La gran pascua rusa” de Korsakoff, que me dedicó con la siguiente leyenda: En recuerdo de las clases de 4º de solfeo. Afectuosamente, Luis Morondo. 11-II-1967.

Pasamos página y menciono ahora otra referencia que fue muy relevante en su momento: la Sociedad Filarmónica de Pamplona, una entidad privada cuyo fin era organizar conciertos y espectáculos de música sinfónica, de cámara, solistas, etc. Su primer presidente fue Arturo Campión[69], y sus convocatorias reunían a la sociedad Pamplonesa en el Teatro Gayarre en torno a grandes figuras de la música. Fundada en 1906, se creó para cultivar y fomentar la música clásica mediante la celebración de conciertos instrumentales y vocales[70]. Entre los invitados a sus ciclos, destaco como pequeña muestra de su excelencia y de las figuras que recibió el Teatro Gayarre -sala de referencia-, a Paul Badura Skoda, Andrés Segovia, José Iturbi, Wilhelm Kempf, Claudio Arrau, Henryk Szerying, Arthur Rubistein, Yehudi Menukin, la Orquesta Nacional de la URSS, La Royal Philarmonic de Londres con Jesús López Cobos, etc., etc.

En los primeros años setenta, quise pertenecer a la Sociedad, pero el Teatro Gayarre tiene un aforo limitado que cubrían los socios antiguos y no había vacantes. De vez en cuando alguien me cedía su entrada y a través de amigos conseguí finalmente un abono, pero ya eran los ochenta, pronto me fui a trabajar a Zaragoza y por tanto apenas pude disfrutar de aquel privilegio. Esta Sociedad cesó su actividad en los primeros años de este siglo.

Otros aspectos de la música también estaban cubiertos. Desde 1918, existe en Pamplona una Asociación Musical denominada “Los amigos del arte”, que fundamentalmente acogía instrumentos de pulso y púa. Nació con la finalidad de promocionar la música, y desde su fundación hacían conciertos en los foros importantes de la ciudad como el Teatro Gayarre o el Teatro Olimpia, pero también tocaban para hacer bailes, concursos y festivales de música popular que animaban la ciudad. Es precisamente en la música popular donde tuvo durante años el mayor desarrollo, llegando a contar con 40 músicos en sus tiempos más fructíferos.

La rondalla por las calles de Pamplona
Foto: Blog “Memorias del viejo Pamplona”.
Fdo.: Carlos Albillo Torres
 

En los años 40 y 50, mi padre fue miembro de esa Asociación, y tocaba la bandurria en su rondalla que –recuerdo–, intervenía en las “sanpedradas”[71]. La salida nocturna en esa fecha se abría con un farolico al que seguían violines, bandurrias, laúdes, guitarras, y se interpretaban jotas y cantos con letras alusivas a los acontecimientos del momento (la vuelta a casa, muy de madrugada y después de un caldico). También salían a la calle en fiestas, y en su repertorio siempre había jotas que ensayaban celosamente y además, organizaban concursos. No puedo dejar de mencionar que en esas convocatorias participaron en alguna ocasión otros miembros de mi familia, y concretamente en los años 1965 y 1966, los primeros premios del concurso de jotas fueron para José Ignacio Aróstegui Sánchez, a quien recuerdo con una voz y un estilo jotero extraordinario, y en 1967 su hermana Adelaida obtuvo un segundo premio. Los destaco porque son queridísimos primos míos (nuestras madres fueron hermanas) con los que sigo disfrutando de una entrañable amistad y mucho cariño. Adelaida, algún tiempo más tarde, con una voz estupenda, imponente fuerza interpretativa y una gracia especial en el escenario, fue una gran cantante profesional que desarrolló su trabajo con el grupo Nueva Etapa[72], titular entonces del Club Natación[73], y muy reconocido por todo el territorio nacional –especialmente por tierras catalanas–, e incluso en otros escenarios europeos.

De aquel tiempo en “los amigos del arte” (así llamábamos coloquialmente al palacio de la calle Mayor donde tenían su sede), para mí y para muchos pamploneses son inolvidables algunos de los integrantes de la rondalla, todos amigos de mi padre: Oliva, Zapatero, Carricas, Sorbet, y el más joven Juanjo Sarasíbar, que hoy sigue con el grupo. Entonces, como decía, tenían su sede en el Palacio del Condestable –único testimonio de arquitectura civil del siglo XVI en Pamplona–[74], que entonces era un precioso y viejo caserón –bastante deteriorado por el paso del tiempo- con ambigú, un enorme salón en el que se hacían bailes, espectáculos de magia y entretenimiento (también inolvidables para mi imaginario infantil Peru Txiki[75]–un personaje medio músico medio humorista–, y Jamalandruqui[76], que hacía magia y contaba chistes), conciertos (tenía un escenario alto con grandes telones rojos de terciopelo), salas para las clases…, todo era enorme. Allá llegaban los Reyes Magos (era el gran acontecimiento navideño) para traer regalos a los hijos de los socios. Conservo una foto que retrata amorosamente uno de esos momentos en los que siempre estaba presente el miedo –envuelto en irrefrenable atractivo- que sentía por Baltasar. En el mismo espectáculo había rifas, y los fines de semana, José Salanueva, un profesor de matemáticas del Instituto Ximénez de Rada, traía un proyector de cine y ponía películas. Aquél encargado de las películas era un personaje curioso, con el ceño siempre fruncido –lo que le daba una expresión de disgusto permanente–, y con buena visión para el negocio, porque además de su empleo como Profesor, había organizado un circuito de salas de cine –con la ayuda de su mujer y su hijo–, instalando proyectores en tres espacios, un recorrido que empezaba en los Amigos del Arte, continuaba en el Centro Mariano (que estaba en el palacio de los Cruzat de la misma calle Mayor), y terminaba en el Asilo de la llamada plaza de los Ajos (oficialmente de las Recoletas). Cuando acababa de proyectar la primera bobina, el hijo corría al Centro Mariano y empezaba la sesión. Así, escalonadamente, optimizaba el alquiler de las cintas multiplicando sus beneficios por tres. A veces con algún problema, porque no era infrecuente que se quemase alguna cinta, pero tampoco era grave, se cortaba, se pegaba mientras los chiquillos montábamos algarabías… ¡y a seguir!, en fin, eran otros tiempos.

En los amigos del Arte. Navidad de 1955.
 

Aquella casona era lugar de reunión, de relaciones sociales, de amistad, de ver la tele (cuando no había llegado aún a las casas), y el refugio en los fríos inviernos pamploneses. Allá ensayaba la rondalla, y al subir aquellas enormes escaleras siempre se escuchaban las músicas que lo inundaban todo.

Continúo con la historia de este sitio excepcional, cuyas paredes podrían contar tantas historias de parejas trenzadas en aquel salón de baile, tantas músicas, tantas risas, tanta amistad… En 1983, bajo la dirección de Luis Pastor (que como vemos ha tenido relación con prácticamente todas las fuerzas vivas musicales en Pamplona), se modificó la rondalla en cuanto a su concepto, porque cambió contenidos transformando su plantilla (incrementaron sus efectivos con instrumentos de viento y percusión), y abordando nuevos repertorios y nueva sede [77]. El grupo pasó a denominarse Orquesta de Cámara Paulino Otamendi (en memoria uno de los hermanos –Paulino y Santiago Otamendi– que fundaron la Asociación), y hoy, siguen desarrollando una gran labor muy activos en la difusión de los instrumentos de pulso y púa, para los que pretenden el precioso reto del relevo generacional.

Otra institución presente entre nosotros que ha marcado –y sigue marcando- el pulso de la ciudad es La Pamplonesa, nuestra muy querida banda de música, tan importante en nuestra historia local. Se fundó un año después que los Amigos del Arte, concretamente en 1919 y se ubicó en las Escuelas de la Calle Compañía, siendo las aportaciones de sus socios y las subvenciones del Ayuntamiento las que mantenían la entidad. Había nacido por iniciativa privada, y así permaneció en exclusiva hasta el año 1942, cuando el Ayuntamiento pamplonés creó un patronato en el que se integró junto con los Dantzaris municipales y la banda de gaiteros y txistularis, y desde el que recibía recursos dinerarios. Previamente a La Pamplonesa, las músicas en la calle estaban a cargo de las agrupaciones militares, y fue el director de una de aquéllas, Silvano Cervantes[78], quien fundó y se hizo cargo de esa banda civil en sus primeros pasos[79]. En este punto, –y hablando de los directores que ha tenido La Pamplonesa–, aparece aquí un nexo de unión conmigo –en este caso también familiar–, porque un director músico militar, Juan Berruezo de Mateo[80], muy reconocido por su talento, una vez que se retiró de la milicia fue su director entre los años 1945 y 1947. Él era primo de mi padre José Catalán Mateo, y en casa teníamos relación con esos primos de la familia Berruezo de Mateo que disfrutaban de recursos y prestigio social (la preposición “de” añadida tiene un aporte de alcurnia que nosotros no tuvimos). El matrimonio tuvo dos hijos, Carmen y Luis, éste funcionario (Jefe de la Oficina de Régimen en la cárcel de Pamplona). Carmen fue quien siendo yo una niña, me regaló una partitura de su padre titulada “Amaya” en versión para orquesta sinfónica junto con el texto de una conferencia también firmada por él titulada “Tonterías que dije en el Ateneo Navarro”, y lo hizo porque pensó que siendo yo estudiante de música me vendría bien para aprender, y además como últimos vestigios de la memoria de su padre, porque el resto de su producción musical debe constar en los fondos de la banda militar que dirigió. Entregué en el Archivo de Música y Artes Escénicas de Navarra (AMAEN) esos documentos como parte de mi legado. Por cierto, de esa obra existe una versión para banda, porque entre las páginas de aquél regalo apareció un programa en el que se anunciaba la obra interpretada por La Pamplonesa y quizá conste también en sus archivos. Ojalá un día llegue a los atriles esa versión orquestal (no tengo noticia de que se haya interpretado antes).

Juan Berruezo de Mateo al frente de “La Pamplonesa”. Día del Corpus Christi de 1946.
Foto: Archivo de “La Pamplonesa”.
 

Volvamos a la historia de La Pamplonesa. Fue en 1987 cuando se convirtió en Asociación cultural y firmó un convenio económico con el Ayuntamiento para 30 años, que se van renovando temporalmente. Desde 1920, la banda participa en todos los actos y celebraciones institucionales sanfermineras y en las que se festejan en la calle: chupinazo, Riau-riau (hoy desaparecido), procesión, dianas (que antiguamente empezaban a las 5 de la mañana porque el encierro era a las 6), e incluso se hacían conciertos en distintas ubicaciones, pero también siguen interviniendo en otras festividades especiales como la cabalgata de reyes, la procesión del Corpus Christi, el Privilegio de la unión[81], etc., etc. Han pasado más de 100 años y La Pamplonesa está siempre presente y fiel con la ciudad que le acoge, repitiendo anualmente los protocolos exigidos con la fiesta (no he citado su intervención en las corridas de toros con desfile previo desde el Ayuntamiento acompañando a los llamados Caballeros en Plaza (alguacilillos), mulillas y mulilleros) un trabajo agotador y exigente para los músicos durante todos los días de San Fermín.

Banda de Música “La Pamplonesa”. Director: Vicent Egea Insa.
Foto: Archivo de la agrupación
 

Pero no se conforman con su trabajo como animadores de cualquier acontecimiento popular en Pamplona, porque desde 1996, Vicente Egea Insa también miembro de Iruñeako Taldea Musikagilleak – Grupo de compositores de Pamplona (un alicantino afincado en nuestra ciudad y formado en el Conservatorio Pablo Sarasate y en la Royal Academy of Arts de Londres) se hiciera cargo de La Pamplonesa, esta banda ha adquirido unos vuelos musicales extraordinarios. De la importancia del nuevo rumbo que este relevante compositor y director ha sabido imprimir al grupo, nos da buena cuenta la extraordinaria actividad que vienen desarrollando a lo largo de estos 27 años: colaboraciones pedagógicas con la escuela de música Joaquín Maya, con el conservatorio profesional “Pablo Sarasate”, con el conservatorio superior de Navarra, cursos con renombrados solistas, el importante ciclo permanente en el Teatro Gayarre, que abordan con la colaboración frecuente de solistas internacionales de la categoría de Spanish Brass Academy[82] de Alicante, la trompista Sarah Willis[83], el flautista Julien Beaudiment[84], el marimbista Bogdan Bacanu[85], y con solistas navarros como Raquel Andueza[86], Pedro Yturralde[87], Mikel Andueza[88], etc. Colaboran habitualmente con distintas instituciones musicales navarras, y en su repertorio abordan diferentes estilos, aunque es imprescindible destacar su interés por el lenguaje de la música actual, acometiendo importantes estrenos de compositores como Luis Pastor, Jesús Mª Echeverría, Carlos Etxeberria[89], Tomás Aragüés[90], Miguel Matamoro[91], José Antonio San Miguel Alfaro[92], el propio director Vicent Egea, etc. Un nuevo tiempo, un nuevo aire que mantiene nuestras tradiciones pero que aborda con solvencia el presente y proyecta su hacer hacia el futuro.

Como hemos visto, la sociedad navarra ha disfrutado de músicas en cualquier estilo y circunstancia a lo largo del tiempo. No resulta extraño, por tanto, que cuando la oportunidad lo hizo posible –dada la pujanza musical y su implantación en la sociedad pamplonesa-, se diera el importantísimo paso adelante de convertir aquella Escuela de Música (entonces ubicada en la Plaza del Vínculo), en un Conservatorio de Música.

Efectivamente, en el mismo año en que nací nací (1951), aquella vieja Escuela adquirió el estatus de Conservatorio y como tal, tomó un nombre propio en 1956: Conservatorio Pablo Sarasate. En 1963 estrenó sede. Fernando García Mercadal (uno de los arquitectos más valorados en las décadas de 1920 y 1930 en España y buen amigo de su primer director Fernando Remacha[93], porque ambos fueron becarios en la Academia Española de Roma entre los años 1923 y 1928), fue quien se encargó de construir el primer edificio que se levantó en el Estado específicamente para ser un conservatorio[94]. Fue el empeño de Félix Huarte (Vicepresidente de la Diputación Foral entre 1963 y 1971 y reconocido mecenas) en connivencia con Fernando Remacha[95] y la colaboración de Martín Lipúzcoa, los que impulsaron un centro dotado de los mejores especialistas en cada una de las materias musicales, incluyendo las vanguardias imperantes que ambos promotores conocían sobradamente. Se nombró un Patronato que sería gestionado y financiado por la Diputación Foral y el Ayuntamiento de Pamplona, y se creó también la Cátedra Félix Huarte (en 1958), desde la que se patrocinaban distintas actividades.

Conservatorio Pablo Sarasate en 1963 (año de inauguración), todavía sin el busto de Sarasate en su fachada.
Foto: Auñamendi
 

Me incorporé al conservatorio en 1964, un año después de la inauguración del flamante edificio, y tuve la suerte de disfrutar de aquella organización que permitía y procuraba los sistemas pedagógicos punteros entonces, tanto a través de cursos y conferencias que organizaba el Patronato, como en la docencia ordinaria. Remacha mantenía amistad con los activos más importantes de la música de aquel momento y supo integrar a los mejores en un centro que se convirtió seguramente en el más avanzado de su época. Ya hemos señalado los métodos de Hindemith y de Orff, pero no se puede dejar de mencionar también el curso de música electrónica –una novedad absoluta– que impartió Ricardo Urgoiti[96] en 1957, así como la presencia en 1961 de Karl Heinz Stockhausen[97], uno de los más importantes compositores del siglo XX relacionados con la música electrónica; era la primera vez que visitaba España, y fue un acontecimiento muy relevante el concierto que celebró en el Museo de Navarra. Pero no se abandonaron otras especialidades y también invitaron a otras personalidades importantes, por ejemplo, se contó con la presencia de Samuel Rubio[98] que disertó sobre historia y práctica musical de los grandes polifonistas del renacimiento, o la evolución de la literatura pianística a cargo de Pilar Bayona[99] estuvieron también Mr. Kuhn y Mr. Le Guennant[100] que difundieron y enseñaron Canto Gregoriano (fueron los únicos cursos de la especialidad en aquel tiempo)[101], Mr. Potiron[102], y otros ciclos impartidos por Franz Peter Goebels[103], Narciso Yepes[104], Enrique Franco[105], Oscar Esplá[106], Federico Sopeña[107], etc., etc.

No fui consciente entonces de que había tenido la suerte de ingresar en un centro pedagógicamente tan avanzado, ni imaginaba tampoco que aquellos grandes músicos con los que tuve el privilegio de formarme tenían tanta envergadura musical. Podría detenerme en cada uno de ellos, pero este artículo tendría tanta extensión que debería adoptar un formato de entrega por capítulos (muchos) y no es posible, naturalmente. No obstante, debo mencionar a los que he considerado mis Maestros. Ya he mencionado a Luis Morondo, y es obligado también señalar a Fernando Remacha[108]. Fue mi profesor de Armonía en el tiempo de descubrir por primera vez la entraña musical, y fue tan importante porque incluso en aquél momento que me costaba identificarlos, me ponía delante el aserto y la duda en la misma medida. Además, siendo también director del centro, tuvo a bien defenderme ante mis padres para que me permitieran continuar los estudios musicales amainando sus inquietudes (no podían evitar un gran temor ante mi futuro como músico). Aquellas clases con D. Fernando (así nos dirigíamos todos a él respetuosamente) eran divertidas, porque tenía un gran sentido del humor (nunca olvidaré su mirada pícara y las bromas incluso consigo mismo mientras corregía errores), y entre tantas cosas, también fijé aquella frase: …bueno, ya han aprendido Vds. armonía, ahora, olvídense de todo y hagan lo que les dé la gana.

Curiosamente, Agustín González Acilu -otro de mis referentes- también tuvo relación con Fernando Remacha -aunque nunca fue su discípulo-, pero sí consiguió su apoyo y recomendación para que la Diputación Foral de Navarra le concediera una beca extraordinaria con la que pudo estudiar en el extranjero. Ellos tuvieron una amistad franca, siempre ha reconocido Agustín ese apoyo y mostró un gran respeto por la significación de Remacha como músico. En las dos generaciones llamadas del 27 y del 51, inmediatamente anteriores a la mía[109] (aún sin nombre que yo sepa), encontré músicos navarros excepcionales de gran significación para mí.

Ya expliqué en un artículo dedicado específicamente al Maestro[110], que más allá de la base técnica que el profesor debe transmitir a su alumno (ese es el mínimo, por supuesto), quienes dan un paso más y se convierten en Maestros, son aquellos que consiguen comunicar las disciplinas no sólo con la precisión y la profundidad necesarias, sino que se empeñan en que su alumno sea capaz de definir la naturaleza de los problemas y el enfoque de su abordaje, que es sin duda la mejor manera de conseguir su autonomía y con ella posiblemente la única posibilidad de garantizar su futuro. Así, esa figura magistral se convierte en un referente, en el conductor hacia lo fundamental, en esa sombra que discrimina entre lo sustancial y su presentación, y que orienta sin intereses bastardos y sin escatimar esfuerzo, tiempo, ni humildad, hacia el conocimiento. El éxito de ese Maestro no está en encontrar el alumno adecuado, sino en ser el maestro adecuado para ese alumno, o lo que es lo mismo, relacionarse con el discente utilizando la flexibilidad que le da el buen uso de la inteligencia. No es la primera vez que celebro la suerte que he tenido desde el comienzo de mis estudios con los profesores que me he cruzado, pero siendo mucho no es sólo eso, porque confieso que hasta hoy mismo sigo encontrando referentes, personas que me dan constantemente lecciones tanto de música como de vida, y me refiero ahora específicamente a los intérpretes con los que estamos obligados a trabajar. Merece un capítulo aparte una reflexión sobre la relación compositor – intérprete, porque aparecen mundos verdaderamente extraordinarios dignos de ser analizados, en definitiva, una articulación estrecha que se convierte en cómplice cuando todo funciona como debe ser. Algo extraordinario que merece también una reflexión a fondo. Pendiente queda.

Como decía, es completamente imposible citarlos a todos, pero tampoco puedo –ni quiero–, dejar de mencionar a los dos Maestros que disfruté ya siendo más madura: Ramón Barce y el alsasuarra Augstín González Acilu (en realidad Agustín González García de Acilu), ambos pertenecientes a la llamada Generación del 51[111].

Ramón Barce (1928 – 2008) fue un compositor, pero también un hombre multidisciplinar, porque desarrolló trabajos como traductor, ensayista, investigador, crítico, musicólogo, escritor, catedrático de literatura, conferenciante, o editor. Fue uno de los entusiastas y cultos defensores de la vanguardia, promotor del Grupo Nueva Música[112] y del Aula de Música del Ateneo de Madrid; dirigió la revista Sonda[113], creó el Grupo Zaj[114], y fue el primer Presidente de la importante Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles[115]. Estuvo, junto algunos colegas de generación en los Festivales de Navarra de 1983[116] cuya sección musical tuve el gusto de dirigir, y que fue el punto de partida para organizar por mi iniciativa en el Conservatorio Pablo Sarasate (con la financiación del Gobierno de Navarra), unos cursos de composición impartidos por Barce y Acilu.

Con Agustín y Ramón. Festival Senxperiment, homenaje a Ramón. Córdoba, 2007
 

Las clases de Ramón tenían que ver con la estética, la historia y la sociología. Su capacidad para relacionar hechos y para analizarlos delataba bien una sólida forma de pensar, una manera de abordar las cosas desde un punto de vista siempre respetuoso pero crítico, como él era. Tenía una gran facilidad de palabra, y siempre daba una visión y la contraria de todo, de forma que no había más remedio que ponderar, analizar, descubrir. Siempre fue una persona amable, que respondía largamente a las cuestiones que con frecuencia le queríamos hacer. Demostraba ser un hombre abierto, experimentado, con ideas propias, un buen conocedor del mundo compositivo del siglo XX, que nunca perdía su sagacidad ni su sentido del humor. Una vez concluida la etapa docente en Pamplona, tuve el placer añadido de que mi trabajo de doctorado, que realicé en la Universidad de Valencia, versara sobre él con el título: El compositor Ramón Barce en la música española del siglo XX. Análisis y edición comentada de sus escritos técnicos, estéticos y sociológicos esenciales, un trabajo arduo que costó grandes esfuerzos y mucho tiempo realizar. Me tocó reconstruir su biografía y recopilar y analizar la infinidad de escritos que hizo en esas temáticas a lo largo de su vida, unos materiales verdaderamente brillantes pero dispersos unos y perdidos otros, que son imprescindibles para explicar la música de su momento histórico. Con ellos aprendí mucho y me permitieron comprender a fondo sus criterios, especialmente en lo relativo a su técnica compositiva basada fundamentalmente en una técnica que él creó: el llamado Sistema de Niveles[117]. Barce siempre estaba en movimiento como práctica activa de una postura ética, y tuve el placer de descubrir y de ahondar en el conocimiento, el alcance y la calidad de su legado. Esa visión ratificó el interés que tenía mostrar su pensamiento, y lo hice con esta aportación que presenté en el año 2005. Ramón asistió a la defensa de la tesis, y para mí fue un honor excepcional y especialmente emocionante escuchar sus palabras. Lamentablemente, la grabación que se realizó de aquella defensa, quedó en su casa y no la he podido recuperar.

Y sigo con Agustín González Acilu (1929), que también es un personaje particular. La música fue su centro vital y a su través ha mantenido un pensamiento coherente que le ha llevado a construir una abundante obra (más de 130 presentes en su catálogo), siempre lejos de modas y oportunismos y mostrando rasgos muy personales que se identifican por su libertad creativa, el rigor, y la coherencia de un pensamiento bien estructurado y ligado siempre a planteamientos éticos. Estos son los rasgos que concretan una obra que se reconoce por una organicidad y una fuerza extraordinarias.

Trabajó como profesor de armonía en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, pero fue en el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona, el único lugar en el que ha transmitido una materia tan compleja como la de Técnicas de Composición Contemporánea. En esas clases, el Maestro lo fue en el amplio sentido de la palabra; desde la desnudez más honesta, y con el espíritu de búsqueda y de coherencia que lleva incorporado siempre en su propio trabajo. Fue entre los años 1984 y 1987. Y hay que hablar de nuevo de rigor, de exigencia, de dureza y de complicidad. De mano amiga pero firme, de crítica sincera y de una austeridad en el halago que forjó en los que fuimos sus alumnos hábitos imprescindibles para poder desarrollar una vida enfrentada a la creación y a la búsqueda de lo sustantivo sin concesiones, sin alharacas, sin pretensiones de éxito o de becerros de oro. Ninguno de nosotros olvida sentencias como aquella de: …hay que renunciar al éxito para ser más libre. Un maestro sin duda que lo era más que nunca cuando expresaba sus propias dudas y sometía su trabajo a revisión con modestia sincera, en unas clases vividas intensamente, donde implicarse con la música desde la creación era un objetivo común e ilusionado a pesar de las dificultades. Agustín nunca quiso repetir aquella experiencia docente. Dejó en Navarra la semilla de su potencia creativa, entregada a precio de amigo. Y allá, en el entorno de sus clases y de las de Ramón Barce, nació Iruñeako Taldea Musikagilleak / Grupo de Compositores de Pamplona que integramos Jaime Berrade, Vicent Egea, Patxi Larrañaga, Luis Pastor y yo misma. Otro trabajo pendiente (y van…): la publicación de lo que aportó ese grupo y de lo que ha significado en el contexto histórico en el que desarrolló su actividad principal.

Independientemente de las clases en los primeros años, he mantenido en el tiempo una relación constante con Agustín. Siempre generoso conmigo, siempre manteniendo en el momento del consejo una severidad que cultivó para dar más seriedad a nuestras conversaciones, he podido anotar sus indicaciones a lo largo de los años, y también aquellas frases sentenciosas que en ocasiones lanzaba como arma arrojadiza dirigida exactamente al punto necesario. Otra de mis tareas que esperan el momento posible es publicar toda esa fuente de conocimiento y experiencia que nos transmitió con tanto interés y que recogí a lo largo del tiempo. Su coherencia, su tesón, su honestidad, son un gran ejemplo. He tenido la suerte de que conmigo haya continuado su docencia hasta hace no mucho tiempo, porque cuando él tenía sobre su mesa un reto de orden técnico, inmediatamente me lo ponía a mí, hasta que llegase a la misma conclusión que él tenía porque quería desbrozar el problema con las explicaciones necesarias por prolijas que estas fuesen. Había afirmado su conclusión y quería que la comprendiera porque –alegaba- buscar hasta los límites es lo que debía aprender a ejercitar en mi trabajo. Es imposible mayor sinceridad ni mayor generosidad. Me solía llamar “moceta” o “chavala”, como si no hubiera pasado el tiempo, como si estuviésemos todavía en los inacabables debates de aquellas clases que empezaban bajo su tutela –siendo todos jóvenes aún- y terminaban con Iruñeako Taldea en pleno reunido en mi casa a cualquier hora de la madrugada de cualquier día. No puedo explicar mi emoción el día que me convertí en su Madrina cuando le nombraron Doctor Honoris causa por la Universidad Pública de Navarra.

Nombramiento de Agustín González Acilu como Doctor Honoris Causa.
Universidad Pública de Navarra, (2011)
 

Siempre ha tenido interés por saber algo de los integrantes de Iruñeako Taldea, me preguntaba constantemente sobre ellos y se disgustaba si alguno no mantenía la composición como actividad principal. Su cariño, expresado con la dificultad de ser un hombre de su tiempo (¡ay!, aquella educación), ha sido siempre emocionante. Nunca olvidaré aquellos momentos tan complicados para mí, en un caluroso mes de julio madrileño de 1990. Estaba en plena realización de las pruebas de oposición para optar a una plaza que entonces se llamaba de Profesor Especial (Cátedra) y que se desarrolló entre los días 1 a 31 de julio completos y en las que debíamos realizar distintos ejercicios: impartir una clase, defender una memoria, desarrollar dos de los ochenta temas contenidos en el temario elegidos por sorteo y fundamentalmente, componer obras para formaciones variadas. Algunos días, cuando salía exhausta de hacer los ejercicios, en torno a las 21,30, encontraba a Agustín esperándome con un pastel de nata que había comprado para mí. Sabía que no era posible comer a mediodía para no interrumpir el trabajo y poder terminar lo que me habían propuesto para cada sesión (apenas me alimentaba con bebidas energéticas y algunos frutos secos), y sabía también que los dulces me encantan. Una vez que superé la prueba, corrí a comunicarle que había aprobado y cuando lo hice, guardó un silencio de contención, pero no pudo evitar decirme: moceta, ya eres mi jefa. Me fue imposible contener las lágrimas, y también sus ojos se humedecieron, aunque inmediatamente recobró la compostura y volvimos a la normalidad de: …bueno, ahora a ver qué estás componiendo, porque no puedes dejar de trabajar ni un día, menos hablar y más hacer... Y las clases, tendrán que ser… porque…

La historia es caprichosa. Nunca imaginé que partiendo de aquel piano reconstruido y de aquellos empeños infantiles, iba a llegar un momento en el que sólo con los conocimientos que había adquirido en el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona, podría llegar a superar una prueba de oposición de ese rango. Antón García Abril[118], presidente de aquel tribunal me dijo: …no sé si te das cuenta, pero lo que acabas de hacer te va a cambiar la vida. Y tenía razón. Para empezar, aquello significó la demostración palpable de que el esfuerzo de mis Maestros, de todos ellos, tenía algunos frutos. Fue extraordinario llegar a Madrid sin conocer a nadie, sin haber aparecido previamente por allá ni pertenecer a capilla alguna, y siendo mujer, pudiera obtener en primera convocatoria una plaza de rango nacional de esta naturaleza. Pues lo conseguí y además fui la primera compositora en hacerlo. Recordé a todos aquellos que confiaron en mí y siempre me he sentido muy agradecida. Valga este recuerdo una vez más como sencillo pero sincero homenaje.

Me incorporé a la docencia primero en Tarazona. Allá monté con gran trabajo y algunas dificultades un conservatorio público de rango profesional que tuve el honor de dirigir y que hoy sigue maravillosamente activo y floreciente. Después estuve un tiempo en Zaragoza ocupando la cátedra de composición, pero finalmente decidí trasladarme a Madrid en 2004. Para mí, y para todos los músicos en general, el Real Conservatorio Superior de Música de la capital ha sido y hoy sigue siendo un referente de la enseñanza de la música. Desde su fundación, por allá han pasado como alumnos o como docentes, la práctica totalidad de compositores e intérpretes de renombre de este país, y su memoria late y significa –queramos o no–, una responsabilidad añadida a los que nos incorporamos en sus filas. El primer día que llegué, temblaba, porque me daba cuenta de que estar allá era algo completamente excepcional (o al menos a mí me lo parecía), me costaba comprender cómo había llegado ahí y todavía no sabía bien si aquello era verdad. Inmediatamente, repasé los nombres de todas aquellas figuras que han trabajado en la institución y me di cuenta de la importancia y el peso que habían tenido los músicos navarros en ese centro. Cito algunos nombres (hay muchos más), Hilarión Eslava, fue director y profesor de composición; Juan María Guelbenzu[119], profesor de piano de la reina Mª Cristina fundadora del Conservatorio; Joaquín Gaztambide, alumno; Emilio Arrieta, director; Felipe Gorriti[120], alumno; Julián Gayarre[121], fue alumno desde 1865 porque gana una beca del Conservatorio; Joaquín Larregla, profesor; Emiliana de Zubeldía, alumna; Fernando Remacha, alumno; Jesús García Leoz[122], alumno; Agustín González Acilu, profesor; y como anécdota, cito el hecho de que aunque Pablo Sarasate no pasó por el Real Conservatorio, pero la reina Isabel II que lo había fundado le dio una beca para ir a París a estudiar. En agradecimiento, legó en su testamento al Real Conservatorio que promovido por su protectora, uno de sus dos violines Stradivarius (el conocido como Boissier-Sarasate de 1724) que el centro recibió en 1909, y 25.000 francos para establecer un premio de violín. En una de las vitrinas del Museo de Instrumentos que existe en el centro, se encuentra esa joya legada por nuestro insigne músico. Es asombroso que una tierra con tan pocos habitantes, haya hecho una aportación tan importante a la música a lo largo de su historia. Qué puedo añadir, supongo que es fácil de entender la emoción y el orgullo que he sentido cuando repaso el legado de nuestros músicos navarros.

Violín Stradivatius de 1713, conocido como Bossier-Sarasate que el violinista legó al Museo de instrumentos del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.
 

He trazado parte de mi andadura como músico desde que empecé en aquel Museo de Navarra tan querido, pero también he puesto en valor el amor que mi tierra ha sentido hacia la música –que con el pretexto de un recorrido autobiográfico– es lo que quería resaltar. Este repaso, nos puede dar una visión de conjunto de cómo nos han ido las cosas y de la herencia que hemos recibido, es decir, de la responsabilidad que tenemos para que todos nosotros, pero especialmente nuestras instituciones, sigamos aportando a la cultura y a la música –en definitiva, al conocimiento–, impulso y fuerza. Tenemos un gran patrimonio, e independientemente de que modas y modos no nos den facilidades, estamos obligados a preservar la memoria, transmitir lo mejor de lo que hemos sido y de lo que somos, y construir desde ahí un futuro con más futuro.

También he hablado de músicos importantes, a los que podemos reconocer una calidad que ha dimensionado el tiempo por la oportunidad y la significación que han dejado y siguen dejando en su obra, por lo que tenemos la seguridad de poder considerarlos artistas. También quiero destacar esto, porque en este tiempo en el que hay palabras que han perdido su significado, en el que cualquier aficionado con habilidades pretende ser un artista (y se denomina como tal sin rubor), tenemos la obligación de resaltar la importancia del legado que hemos recibido, del modelo que, con esfuerzo y talento, tantos nos han dejado.

Dijo Ansermet[123] que …Lo que una situación tiene de fatal es que no se la elige; pero corresponde al hombre, precisamente, darle un sentido. Pues en eso estamos.


[1] Nº 56 (2). 2011 (págs. 486-518).

[2]Premio Nacional de Música (2017), Premio a la Trayectoria Profesional. Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona (2019), Melómano de Oro al CD “Teresa Catalán piano works” (2020), Premio Príncipe de Viana de la Cultura (2021), Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2021). Premio Eusko Ikaskuntza – Laboral Kutxa de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias sociales (2022), Premio Periodistas de Navarra (2022), Premio Musika Bulegoa (2023) por la obra “La victoria vacía”.

[3]Obras inéditas. B. Pérez Galdós, vol. 2. Arte y crítica. Alicante: Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, 2019. pág. 26.

[4]Este es uno de esos trabajos pendientes que espero completar y publicar en el futuro.

[5]La Capilla de música de la Catedral de Pamplona, es la institución musical más antigua de Navarra. Está documentado que desde el año 1206 se ocupaban de la formación de los infantes los directores de la música catedralicia llamados “Chantres” y desde el XV los Maestros de Capilla.

[6]Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857.

[7]1807 – 1878. Compositor, musicólogo, Maestro de capilla, profesor de la reina Isabel II y en el Real Conservatorio de Música de Madrid que también dirigió.

[8]Nagore Ferrer, M. (2006). La Escuela Municipal de Música de Pamplona: una institución pionera en el siglo XIX. Príncipe De Viana, (238), 537-560.

[9]En 1857 según Goldaracena, Arturo. La Educación Musical en Navarra en el siglo XIX: Las primeras escuelas de música municipales. Musiker, Nº 14, 2005, 47-77. ISSN 1137-4470, y en 1858 según Rebeca Madurga en su tesis De música y músicos en un espacio Urbano. Pamplona a mediados del siglo XIX (vid nota 10).

[10]Es muy interesante la documentación que aporta al respecto de la Academia de Música, la tesis doctoral de Rebeca Madurga: De música y músicos en un espacio urbano. Pamplona a mediados del siglo XIX. Universidad Pública de Navarra, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Departamento de Geografía e Historia. 2017.

[11]Ibid. Pag, 127.

[12]Fuente: Varela, Leticia. Emiliana de Zubeldía. Una vida para la música. Gobierno de Navarra, 2013.

[13]Escuela francesa (París 1896), fundada por Charles Bordes, Alexandre Guilmant y Vincent d’Indy. Ver: https://www.schola-cantorum.com/en/

[14]París 1851 – 1931. Compositor y profesor.

[15]1884 – 1942) Pianista, pedagoga, escritora y compositora francesa.

[16]México, 1891 – 1960.

[17](1900 – 1987), compositor, el primero de la saga de los Halffter. Perteneció al llamado Grupo de los ocho perteneciente a la generación de la República (en el que estaba integrado también Fernando Remacha, aunque su exilio fue en Tudela). Colaborador con el Ministerio de Propaganda del gobierno republicano, se exilió en México.

[18](1890 – 1948) Importante musicólogo, crítico, historiador y compositor español, relacionado con distintos integrantes de la Generación del 14 y de la del 27.

[19]Ver: Emiliana de Zubeldía: Años Europeos. Fernando Pérez Ollo. Eusko Ikaskuntza. Cuadernos de Sección. Música 6, 1993.

[20]Concepto armónico que propone una idea renovada que incluye: 1) un nuevo sistema armónico, 2) 29 formas distintas de afinación para perfeccionar la escala temperada y 3) una serie de nuevos instrumentos de cuerdas añadiendo colores y calidades óptimas. Ver: “El sistema natural de la música de Augusto Novaro. Un nuevo paradigma musical para el siglo XXI”. Publicado en: Arte, entre paréntesis. Número 3, diciembre de 2016.

[21]Vide cita 9.

[22]Pamplona, 1838 – 1926. Compositor, organista, profesor, director. Intervino también en la Orquesta Santa Cecilia y en la Academia de Música de Pamplona.

[23](Tudela 1822 – Madrid 1870). Compositor, muy reconocido por su aportación a la Zarzuela. Fue compositor y director del Teatro de la Zarzuela de Madrid.

[24](Puente la Reina 1821 – Madrid 1984). Compositor, con una importante producción de óperas y zarzuelas. Sustituyó a Eslava como profesor de composición y director del Real Conservatorio de Madrid.

[25](Pamplona 1819 – Madrid 1886). Compositor, pianista, organista y personaje influyente en la sociedad madrileña del XIX por su relación con la familia real. Tras la Revolución de 1868 (septentrina), se exilió en París.

[27]1859 – 1918. Impartió clase de instrumentos de cuerda, armonía y composición en la Escuela Municipal de Música. Fuente: Auñamendi Eusko Entziklopedia.

[28]Por citar algunos: Concurso de Orfeones de Bilbao (en 1892), Concurso de Orfeones de Bordeaux (1904), Medalla de Oro de Navarra (2010), Corbata de Alfonso X el Sabio (1967), Medalla de Plata al Mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura (1992), Premio de la Universidad de Navarra, Medalla de Oro de Pamplona (1992), Premio Príncipe de Viana de la Cultura (1992), Premio de la Asociación de la Prensa (2012), Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (2016), etc…

[29]Sacerdote. Este pamplonés dirigió el Orfeón entre 1948 y 1956. Fue Subdirector del Conservatorio Pablo Sarasate con Remacha.

[30]Dirigió el Orfeón entre 1956 y 1960. Un personaje genial por su talento y por su talante. Fue también profesor de canto en el Conservatorio Pablo Sarasate (tuve el privilegio de asistir a sus clases), y fundó la Coral de Elizondo, con la que obtuvo reconocimientos internacionales. Siempre lo he considerado un gran músico, con una personalidad extraordinaria (imposible olvidar sus versiones de significativas obras corales) y una magnífica técnica vocal.

[31](Fuente del Maestre (Badajoz), 1929 – Madrid 2009). Estudió dirección con Celibidache, Scherchen y Von Karajan.

[32]Bilbao, 1929. Estudió con Remacha armonía y composición y dirección con Celibidache.

[33]Fue alumno de armonía y composición con Remacha en el Conservatorio, y estudió dirección en Burdeos. Dirigió el Orfeón durante 27 años, realizando importantes estrenos en España de obras del repertorio sinfónico-coral, e importantes conciertos internacionales.

[34]Pamplona, 1958. Director y compositor, estudió con José Luis Ochoa de Olza, Alfredo Kraus y Antonio Campó.

[35]Pamplona, 1947. Compositor y director.

[36]Compositor, alumno de Francisco Escudero y en París con Nadia Boulanger. Fue Director del Conservatorio Pablo Sarasate entre 1973 y 1983. Director del Orfeón Entre 1998 y 2005.

[37]Pamplona, 1963. Director coral y viola, formado en el Conservatorio Pablo Sarasate.

[38]1973. Titulado superior en Dirección de coros (Musikene), Canto (Conservatorio Pablo Sarasate), y Derecho (Universidad de Navarra). Ha recibido lecciones de prestigiosos directores de coro y orquesta, y ha dirigido a grupos tan importantes como el Coro Nacional, Coro de RTVE, Coro de la Comunidad de Madrid, Coral de Cámara de Pamplona, Orquesta Sinfónica de Navarra y Orquesta Sinfónica de Málaga.

[39]Moscú, 1953. Director de orquesta y director de ópera. Es director general del Teatro Mariinsky (San Petersburgo), asociado del Metropolitan (New York) y de la filarmónica de Munich.

[40]Una sección del Archivo Real y General de Navarra: https://www.amaen.es/es/sociedad-de-conciertos-santa-cecilia/ficha-completa#:~:text=La%20denominada%20Sociedad%20de%20Conciertos,de%20Pamplona%20es%20de%201883

[41]Otros autores, como José Mª Corella, afirman que fue en 1878. Ver: El Patrimonio musical de Navarra. Revista Pregón Nº 48. Octubre de 2017.

[42]Pamplona, 1844 – Biarritz (Francia) 1908. Violinista virtuoso y compositor.

[43]Como ayudante del director y profesor de piano, también formó parte del profesorado de esa Academia Municipal de Música, Miguel Sarasate Juanena (1818–1884), padre de Pablo Sarasate.

[44]Lumbier (Navarra), 1865 – Madrid, 1945. Pianista virtuoso, director y compositor.

[45]Compositor francés (Cibourne, (Francia) 1875 – París 1937).

[46]París 1835 – Argel 1921. Compositor, organista, pianista y director de orquesta.

[47]Director y compositor tolosarra, discípulo –entre otros- de Ansermet, Galiera y de Karajan. Dirigió la Orquesta Santa Cecilia desde 1963 hasta 1983. Realizó estrenos con obras de Gorriti, Eslava, Aita Donostia, Olaizola, Remacha, etc.

[48](1944 – 2016). Director también del Conservatorio Pablo Sarasate, fue director en el Teatro de la Zarzuela durante más de 25 años, especialmente reconocido por su labor de difusión de la zarzuela más allá de nuestras fronteras.

[49]Fundación de carácter público, vinculada al Departamento de Cultura, Deporte y Juventud del Gobierno de Navarra, con el objetivo principal de …servir como herramienta de promoción de la cultura de Navarra, su difusión en el exterior, el fomento de la creación, la atención a los intérpretes navarros y la recuperación del patrimonio cultural, con especial atención a las artes escénicas y la música.

[50]José Mª Corella dixit. Ibid.

[51]Madrid / Vitalidad artística de la orquesta sinfónica de navarra. …La orquesta tiene un nivel muy compacto y unificado, aunque quizá sobresale la calidad de la cuerda, algo que no hace tantos años resultaba inimaginable en cualquier orquesta española. Pero las demás secciones son igualmente de muy buen nivel. También su reciente nuevo titular, Perry So, mostró buenas cualidades técnicas y artísticas en un momento en el que, con nuevas generaciones de excelentes directores españoles, muchas de nuestras orquestas se decantan por titulares foráneos no siempre de indiscutible calidad. En este caso, la elección parece acertada porque es un maestro de buena técnica, sensible, y con un toque artísticos muy personal. Tomás Marco. Scherzo, 21-I-2023.

[52]Segundo y tercer Premios en Llangollen International Musical Eisteddford (1948-1949), Gran Premio en el Concurso Internacional de Coros de Lille y Medalla de Oro de la ciudad de Lille (Francia) (1950), Medalla de Oro de la ciudad de San Nicolás (Argentina) (1951), Diploma del Colegio de Críticos Musicales de Argentina al mejor conjunto que ha visitado el país (1951), Encomienda de la Orden al Mérito Civil (1955), Medalla de Oro de la ciudad de Vincennes (Francia) (1955), Gran Copa de Plata del Festival de Música de Argel (Argelia) (1957), Medalla de Oro al Mérito al Trabajo (2005), Premio Príncipe de Viana de la Cultura (Navarra) (2018).

[53]Fuente: HISTORIA | accp

[54]Dirigió la Coral durante 10 años, haciendo giras por Finlandia, Israel, Cuba, URSS y Estados Unidos.

[55]Compositor y Director, ha dirigido la orquesta de Pau y fue adjunto de dirección en la Orquesta Santa Cecilia. Ha sido titular del coro de la Asociación Gayarre Amigos de la Ópera (AGAO), director del Conservatorio Superior de Navarra y director de la orquesta de este conservatorio.

[56]Pamplona 1970. Formado en Pamplona y Bayona. Oboista y director de coro.

[57]Pamplona, 1973. Director de Coro, formado en Madrid y en Milán y musicólogo por la Universidad Complutense de Madrid.

[58]Pamplona, 1963. Director de orquesta y coro y compositor. Formado en el Conservatorio Pablo Sarasate, en el Conservatorio de Viena y en la Royal Academy of Music (Londres).

[59]Barcelona, 1975. Contratenor y director.

[60]Barcelona, 1956. Barítono y director de coro.

[61]Valencia, 1974.

[62]Puente la Reina (Navarra), 1909 – Pamplona, 1983.

[63]Joseph Canteloube (1879 – 1957), Arturo Dúo vital (1901 – 1964), Paul Arma (1904 – 1987).

[64]Uno de los más importantes compositores alemanes del siglo XX (1985 – 1963). Las ediciones de los libros de solfeo y armonía estaban publicadas en 1946 y 1949 respectivamente por la Editorial Ricordi Americana.

[65]Hasta con cuatro voces independientes, cambios de compás, de clave…

[66]Las ediciones de los tratados de solfeo y armonía de Hindemith datan de 1946 y 1949, respectivamente. El método de solfeo de Eslava (utilizado entonces normalmente en los centros de enseñanza musical), es de 1846 (primera edición).

[67]Es un método para el aprendizaje musical novedoso en aquel momento, que incluye el uso de la voz, el cuerpo, el uso de determinados instrumentos de percusión, etc. Es una metodología todavía vigente.

[68]Ha desarrollado durante años la tarea de crítico musical, aunque en su actividad profesional se desempeñó como Catedrático de Física y Química en el Instituto Virgen del Camino de Pamplona. También perteneció a la Junta Directiva de la Sociedad de Conciertos Santa Cecilia.

[69]Concejal del Ayuntamiento de Pamplona y diputado en Cortes, también fue escritor, lingüista, y uno de los fundadores y académico de número de la Real Academia de la Lengua Vasca y de la Real Academia española.

[70]Fuente: Gran Enciclopedia de Navarra. http://www.enciclopedianavarra.com/?page_id=18997#:~:text=Entidad%20privada%20cuyo%20fin%20es,y%20el%20directAldo%20Faldi.

[71]También llamada Ronda de San Pedro. Festejo del 27 de junio (día del santo), muy celebrado en Pamplona en vísperas de San Fermín.

[72]Creada en 1972, es un grupo formado por músicos profesionales que destacaban por su calidad.

[73]Fundado por un grupo de amigos como club deportivo en 1931, y desde 1951 también organizador de bailes sociales durante las fiestas de San Fermín.

[74]Situado en la Calle Mayor, Nº 2, en 1997 fue reformado y en la actualidad es un edificio de uso público, con el nombre de Civivox Condestable.

[75]Tomás Asio Arboniés.

[76]Ricardo Rebolledo Zubiarráin.

[77]En la Plaza de los Monasterios de Navarra, número 9 de Pamplona.

[78]Astráin (Navarra) 1891 – Pamplona, 1972. Director y compositor.

[80]Tafalla, 1882 – Pamplona, 1954. Director y compositor.

[81]Tratado por el que los tres burgos principales que formaban la ciudad de Pamplona en la edad media se unieron tal y como queda reflejado en un documento firmado en 1423 por el rey Carlos III.

[82]Academia de altos estudios para instrumentos de metal.

[83]Miembro de la Orquesta Filarmónica de Berlín.

[84]Primer flautista de la Orquesta de la Ópera Nacional de Lyon.

[85]El más reconocido marimbista en la actualidad, fundador del concurso y Festival Internacional de Marimba de Linz (Australia).

[86]Reconocida soprano de proyección internacional.

[87]Falces (Navarra), 1929 – Madrid 2020. Importante saxofonista de jazz, catedrático de composición en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, con una notable actividad de actuaciones y reconocimientos internacionales.

[88]Estella, 1966. Saxofonista. Formado en el Conservatorio Pablo Sarasate con Javier Garayalde, en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid con Pedro Yturralde, y en el Berklee College of Music de Boston (EEUU), con Garzone, Pierce y otros. Actualmente es profesor de Saxofón en Musikene (San Sebastián).

[89]Garaioa (Navarra), 1961. Compositor y director, formado en el Conservatorio Superior Pablo Sarasate, hoy llamado Conservatorio Superior de Navarra y en Musikene (San Sebastián). Actualmente, es Profesor en el Conservatorio Pablo Sarasate (actual conservatorio profesional), donde ha sido también su director.

[90]Albalate del Arzobispo (Teruel), 1935 – Madrid, 2022. Compositor.

[91]Vigo, 1881. Compositor formado en Musikene (San Sebastián).

[92]Zaragoza, 1967, afincado en Vitoria. Compositor formado en París y Bayona.

[93]El artículo Fernando Remacha Villar (1898 – 1984). 6 claves sobre su vida y obra, firmado por Marcos Andrés Vierge, publicado en Cuadernos de Música Iberoamericana, Nº 5 (págs. 23-40), ilustra muy bien la vida y obra de este insigne compositor, miembro fundamental de la llamada Generación del 27.

[94]Normalmente se reconvertían espacios, con el inconveniente que esto significa en la especificidad de los estudios musicales.

[95]También el artículo firmado por Pilar Martínez Soto “Encuentros de Pamplona 1972: La cultura de las vanguardias”, publicado en Antzina, 2010, (10), revela datos interesantes del trabajo que hizo Fernando Remacha en el Conservatorio Pablo Sarasate.

[96]Urgoiti fundó en 1929 la productora cinematográfica “Filmófono”. En esa empresa trabajó Remacha poniendo fondos a películas de dibujos (las del Mickey Mouse, por ejemplo), y puso música a películas dirigidas por Luis Buñuel como ¡Centinela, alerta!, o ¿Quién me quiere a mí?

[97]Invitado por Juventudes Musicales, organización filial del Patronato del Conservatorio.

[98]1912 – 1986. Musicólogo. Primer Presidente de la Sociedad Española de Musicología.

[99](1897 – 1979) Brillante pianista, relacionada con la Generación del 27.

[100]Llegados de Solesmes (Francia)

[101]Se celebraron las Semanas Gregorianas de Pamplona entre 1959 y 1968.

[102]1882 – 1972. Importante especialista en gregoriano francés.

[103]1920 – 1988. Brillante pianista alemán, profesor de piano en la Nordwestdeutsche Musikakademie Detmold (Alemania).

[104]1927 – 1997. Guitarrista español, que utilizó y difundió la guitarra de 10 cuerdas.

[105]1920 – 2009. Compositor y pianista español. Fue el crítico musical más importante e influyente de su época.

[106]1886 – 1976. Compositor español, discípulo de Camille Saint-Säens y Max Reger.

[107]1917 – 1991. Musicólogo e historiador del arte. Catedrático de Estética e Historia de la Música en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.

[108]Tudela, 1898 – Pamplona, 1984.

[109]Algunos miembros destacados de la generación a la que pertenezco (nacidos entre 1940 y 1955): José Luis Turina (1951), Francisco Guerrero (1951), Javier Darias (1948), Llorenç Barber (1948), Carlos Cruz de Castro (1941), Jesús Villarrojo (1940), Eduardo Polonio (1941), Tomás Marco (1942), Carles Guinovart (1941), José Ramón Encinar (1954), Arturo Tamayo (1946), Anna Bofill (1944), etc. Esta generación presenta una mayor libertad técnico-estética, menos dogmática que la del 51. Presenta disparidad de corrientes, y por tanto es de difícil clasificación.

[110]“El Maestro como necesidad y como paradigma”. Teresa Catalán. Cuadernos de Veruela Nº 3. Diputación Provincial de Zaragoza, 1999.

[111]Denominada así porque sus miembros terminaron sus estudios musicales en torno a ese año, aunque hayan nacido entre 1925 y 1939. Menciono a algunos de sus integrantes: Ramón Barce, Antón García Abril, Cristóbal Halffter, Agustín González Acilu, Manuel Carra, Luis de Pablo, Tomás Marco (más joven de edad pero adscrito a esta generación), Carmelo Bernaola, Ángel Arteaga, Claudio Prieto, Antxon Larrauri…

[112]Se creó en 1958, para interpretar las composiciones de los jóvenes músicos de la generación del 51.

[113]Nació por iniciativa de Ramón en Juventudes Musicales de Madrid en 1967 y se publicó hasta 1974.

[114]En 1964, junto con Juan Hidalgo (compositor), Walter Marchetti (pianista). Fue un grupo con influencias del neodadaismo, de John Cage y del Zen, que realizó performances, y acciones musicales, en colaboración con poetas, pintores, escultores, etc.

[115]En 1976, nace la ACSE con Barce como su principal promotor. Se trataba de impulsar la creación, difundir la obra e integrar la música de los compositores que la integraban en el tejido cultural nacional.

[116]Como responsable de la música invité también a participar a Tomás Marco, Carmelo Bernaola, Fernando Palacios, Andrés Lewin-Richter, y Agustín González Acilu.

[117]Una técnica compositiva que persigue mantener el centro auditivo, sin que esto signifique necesariamente que se cultiven los valores de relación sonora establecidos por la tonalidad.

[118](Teruel 1933 – Madrid 2021). Catedrático de composición del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Muy reconocido por su obra, que incluye abundante producción para el cine.

[119](Pamplona 1819 – Madrid 1886). Compositor, pianista, organista y personaje influyente en la sociedad madrileña del XIX por su relación con la familia real. Tras la Revolución de 1868 (septentrina), se exiló en París.

[120](Huarte-Araquil 1839 – Tolosa 1896). Compositor premiado internacionalmente (escribió más de 300 obras) y organista.

[121](Roncal, 1833 – Madrid 1890). Tenor. Una vez concluyó su beca en el Real Conservatorio de Música de Madrid, se trasladó a estudiar a Italia con una beca que le concedió la Diputación Foral de Navarra.

[122](Olite, 1904 – Madrid, 1953). Compositor, con obra para distintas formaciones y especialmente para el cine (entre muchas, Bienvenido Mr. Marshall).

[123]Escritos sobre la música. Seleccionados y recopilados por J. Claude Piquet. Idea Books, 1999 Página 55.