L'Europe rurale est actuellement confrontée à des défis majeurs, comme le dépeuplement. Le concept incitatif de la résilience offre de nouvelles perspectives pour participer aux politiques publiques et au développement local, en favorisant la capacité d'auto-organisation et le développement endogène des communautés rurales. Cet article propose sa conceptualisation et sa mise en œuvre dans le cas d’espèce d’Albarracín.
Conceptualizando la resiliencia rural a escala local: Nuevas perspectivas para el desarrollo en territorios despoblados a partir del caso de la Sierra de Albarracín
Conceptualising rural resilience at the local level: new perspectives for development in depopulated territories based on the case of the Sierra de Albarracín
1. Introducción
Diversos fenómenos a escala mundial apuntan a una profunda crisis sistémica de la humanidad: La crisis financiera y económica que se prolonga desde el 2008, la acumulación de fenómenos meteorológicos extremos, la rápida pérdida de biodiversidad y de suelo fértil en el contexto del cambio climático, el agravamiento de las desigualdades sociales y la crisis de legitimidad de las democracias son algunos de los muchos síntomas de esta crisis. Ya sea como sacudidas puntuales o como procesos sigilosos de desintegración, la convergencia temporal de los múltiples procesos de crisis enfrenta a la humanidad con lo que probablemente sean los mayores retos económicos, ecológicos y sociales de la historia (Azkarraga Etxagibel et al., 2012, p. 2).
En esta época de cambio acelerado e inestable, el estado de crisis aparenta ser permanente. Tanto es así, que el conocido diccionario Collins declaró la palabra “permacrisis” como palabra del año 2022 (Shariatmadar, 2022). A pesar de que las zonas rurales, las aldeas y los pueblos más remotos están anclados en gran parte de la conciencia colectiva como refugios de tranquilidad, desaceleración o estabilidad, también están sujetos a procesos de cambio continuos y en muchos casos además amenazantes para su supervivencia a corto plazo. Este es especialmente el caso de las regiones rurales periféricas con difícil acceso a los servicios, los mercados, los centros de toma de decisiones, así como a los procesos de creación y transmisión de la información y el conocimiento (Lang, 2018, p. 1688), lo que deriva en una perturbadora espiral descendente de despoblación y declive socioeconómico.
En consecuencia, las zonas rurales remotas y escasamente pobladas son calificadas habitualmente en los discursos públicos y políticos como perdedoras de estos procesos de cambio (Schneider, Martin, 2015, p. 121), como espacios abandonados (Brown & Schucksmith, 2016, p. 184) o sin relevancia ni futuro (Rodríguez-Pose, 2018, p. 2). La falta de perspectivas y el descontento reinantes en muchas de esas zonas rurales, junto con las obvias disparidades territoriales ya existentes, son descritas también como semillas del creciente euroescepticismo y el auge de diversos populismos de derechas (Rodríguez-Pose, 2018, pp. 16-19).
En el caso de España, la recesión económica y la pérdida continuada de empleo que seguiría a la crisis económica global del 2008 catalizó una segunda fase de despoblación rural tan pronunciada que ha pasado a afectar a espacios (peri)urbanos e incluso a capitales de provincia en el interior peninsular (Belles et al., 2022, pp. 170-171). A pesar de la enorme heterogeneidad de la España rural y de las distintas características de sus retos de desarrollo territorial, la práctica totalidad de las administraciones públicas españolas han elaborado estrategias y tomado medidas legales y estructurales para combatir la despoblación (Esparcia, 2020, p. 80), lo cual constituye una prueba inequívoca de que el reto demográfico y de la despoblación han ganado gran atención en el marco de la gobernanza nacional y regional durante la última década.
Esta creciente percepción de las disparidades y de los retos territoriales han acelerado la búsqueda de respuestas, conceptos y modelos adecuados para intervenir de forma efectiva desde los distintos ámbitos en pro de un desarrollo territorial equilibrado y justo. Como ejemplo, J. Izquierdo Vallina propone el concepto de “ciudades agropolitanas y aldeas cosmopolitas” para reestablecer el equilibrio y la simbiosis productiva entre los territorios urbano y rural (Izquierdo Vallina, 2019). Otra terminología como la de unas zonas rurales “fuertes, interconectadas, resilientes y prósperas” incluida en la Visión a Largo Plazo para las Zonas Rurales propuesta por la Comisión Europea (EU COM, 2021) dan claras pistas a cerca de las necesidades y posibilidades de intervención en los territorios rurales periféricos.
En este contexto convulso, términos como “vulnerabilidad” y “resiliencia” han experimentado un renacimiento y se están utilizando para evaluar y dar forma a los procesos de cambio en un amplio abanico de disciplinas. El concepto de la resiliencia en particular es citado cada vez con más frecuencia desde la década de los 90 (Vogt, 2015, p. 1), y la investigación multidisciplinar en este ámbito ha experimentado una auténtica explosión en torno a los últimos 20 años, con un enorme crecimiento de publicaciones, citaciones y proyectos (Folke, 2016, p. 1; Wink, 2016, p. 1). Sin embargo, debido a su alto grado de complejidad y necesidad de explicación, el término se clasifica como difuso y controvertido (Gruber, 2011, p. 6; Wink, 2016, p. 6).
Los análisis y las conclusiones relativas a la resiliencia comunitaria rural en el marco de la despoblación presentadas a continuación están extraídas de una tesis doctoral en el campo de la geografía rural finalizada y defendida por el autor en diciembre de 2020 en la Universidad de Vechta, Baja Sajonia, Alemania (Adam Hernández, 2021). En el marco de la misma, enfocada a evaluar la resiliencia de tres comunidades rurales en Europa, se exploró el concepto de la resiliencia comunitaria rural como herramienta conceptual multidisciplinar potencialmente útil para explicar por qué ciertos pueblos y comunidades rurales no sólo permanecen notablemente estables a pesar de las condiciones adversas a las que se enfrentan en su localización periférica, sino que además desarrollan una capacidad de acción que les permite moldear proactivamente los procesos de cambio actuales y venideros.
Para ello y debido a la inspiradora y al mismo tiempo confusa diversidad de interpretaciones del controvertido concepto de la resiliencia (Wink, 2016, p. 2), se analizó en el contexto de la tesis doctoral en primer lugar su alcance, su crítica y se esbozó su valor añadido para el desarrollo rural y territorial. En un segundo paso, se compilaron importantes contribuciones de las disciplinas científicas de la psicología, la ecología social y el desarrollo comunitario para formar un marco conceptual interdisciplinar de resiliencia comunitaria útil a la geografía rural. En el segundo epígrafe de este artículo, el marco conceptual se presenta en su estado inicial haciendo hincapié en las superposiciones conceptuales provenientes de las tres disciplinas analizadas especialmente útiles para explicar la resiliencia de una comunidad rural.
El resultado de esta conceptualización, consistente en un primer modelo de resiliencia de ocho dimensiones, se puso a prueba empíricamente durante el trabajo de campo realizado con una metodología mixta según Kuckartz (2014) en tres pueblos de la periferia europea, concretamente en el Reino Unido, en España y en Alemania. En el epígrafe tercero se explica con mayor detalle como la metodología consistente en combinar la observación participativa, cuestionarios y talleres participativos para la población local, además de numerosas entrevistas semiestructuradas a expertos y expertas, permitió integrar las experiencias y procesos de aprendizaje de tres pueblos especialmente dinámicos en la periferia, probando y optimizando así dicho modelo de resiliencia.
El cuarto epígrafe presenta el resultado principal de la tesis doctoral de forma resumida: el modelo de resiliencia optimizado consistente en tres perspectivas y nueve dimensiones para entender mejor la resiliencia comunitaria rural. En el quinto y penúltimo epígrafe se aplica el modelo a un caso de estudio en la periferia despoblada española y se discuten hallazgos destacados. Por último, en el sexto epígrafe, se extraen conclusiones acerca de cómo la promoción de la resiliencia comunitaria rural puede ser un nuevo enfoque para intervenir por medio de las políticas públicas para el desarrollo territorial e influir de forma positiva en los procesos de despoblación de los territorios rurales europeos.
2. Definición y marco conceptual inicial para la resiliencia comunitaria rural
La resiliencia comunitaria rural fue definida en el marco de la tesis como la capacidad de una comunidad rural o un pueblo para absorber las perturbaciones provocadas por múltiples procesos de crisis y de adaptarse a los cambios mientras preserva sus funciones y estructuras esenciales manteniendo una calidad de vida satisfactoria para sus habitantes. A pesar de que varios autores apuntan, basándose en las enseñanzas extraídas de la gobernanza de sistemas complejos, que la perspectiva de la resiliencia se acerca mucho a la requerida por las ciencias regionales y de planificación territorial (Folke, 2006; Lukesch et al., 2010; Swanstrom, 2008) “el concepto sigue siendo abstracto y difícil de integrar en la práctica diaria de los técnicos y gestores de desarrollo rural” (Steiner & Markantoni, 2014, p. 2). Además, la ausencia de planteamientos teóricos sobre la resiliencia a escala local en el ámbito disciplinar de la geografía con enfoque rural, hicieron indispensable, en el marco de la tesis doctoral aquí presentada, la integración del conocimiento y los hallazgos recopilados por la investigación multidisciplinar veterana en el ámbito de la resiliencia.
Por lo tanto, la base para la discusión científica subyacente la conforma una revisión exhaustiva de literatura procedente de las disciplinas nombradas en el epígrafe anterior: la psicología, la ecología social y el desarrollo comunitario. Los artículos científicos especializados, las monografías, los libros y las ediciones de las tres disciplinas obtenidos mediante un muestreo en cadena (sistema de bola de nieve) fueron analizados y comparados para la confección del marco conceptual. Todas las fuentes analizadas tienen un denominador común: evalúan específicamente las características y los factores determinantes de sus sistemas de referencia, así como las condiciones marco que fomentan una mayor resiliencia de estos.
Desde la perspectiva de la psicología, la resiliencia engloba una serie de capacidades personales –ya sea de niños o adultos– para enfrentar con éxito eventos estresantes y potencialmente traumáticos. En este caso, los llamados “factores de protección” que proporcionarían una mayor resiliencia a las personas son actualmente objeto de gran controversia en la psicología y otras ciencias de la salud (Needham, 2011). Por otra parte, la ecología social no solo se centra en los individuos, sino en todo el ecosistema y su capacidad para sobreponerse a las circunstancias adversas, manteniendo frágiles equilibrios entre el propio ecosistema, sus elementos constituyentes y el contexto que lo condiciona. A diferencia de la psicología, la ecología social presta especial atención a las adversidades que son abruptas, irreversibles y radicales (Sharte & Thoma, 2016) en vez de a las duraderas y constantes. Finalmente, el largo trabajo conceptualizador de la resiliencia en sistemas sociales realizado por el desarrollo comunitario de forma destacada en el ámbito anglosajón fue integrado en el marco conceptual por medio de un análisis cualitativo estructurado de Mayring (2022) a partir de una selección de 20 publicaciones con enfoque prioritariamente rural.
A continuación, y como resultado de una cuidadosa integración de los hallazgos provenientes del análisis bibliográfico, se presentan las intersecciones interdisciplinares, similitudes y disparidades mostradas en la figura 1, las cuales conforman la base del marco conceptual empleado durante la investigación de campo[1].
Figura 1: Intersecciones interdisciplinares de los factores determinantes para la resiliencia desde la perspectiva de la psicología, ecología social y del desarrollo comunitario
Fuente: (Adam Hernández, 2018, p. 25)
A partir de las intersecciones interdisciplinares identificadas y de la utilidad heurística de los distintos factores determinantes de la resiliencia de un pueblo o una comunidad rural se diseñó el siguiente marco conceptual inicial de ocho dimensiones. Las dimensiones las conforman 1, las redes sociales y las relaciones interpersonales de los habitantes; 2, los procesos de aprendizaje social y la auto reflexión en la comunidad rural; 3, sus valores, actitudes y creencias colectivas; 4, sus formas de acción y toma de decisiones colectiva; 5, los actores clave de la comunidad y su forma de liderazgo; 6, la diversidad de elementos sociales, ambientales y económicos y su capacidad de integración; 7, el bienestar del medio natural, de la economía local y de los habitantes locales; 8, una prestación mínima de servicios e infraestructuras básicas para la población rural.
El modelo optimizado para explicar y evaluar la resiliencia comunitaria rural presentado en el cuarto epígrafe de este artículo es heredero de este primer modelo conceptual utilizado, validado y optimizado durante el trabajo de campo en las tres comunidades rurales europeas descritas en el siguiente epígrafe número tres.
3. Desarrollo de una metodología mixta para el estudio de campo en tres comunidades rurales europeas
Desde un punto de vista metodológico es relevante clarificar el proceso de selección de las tres comunidades rurales en las cuales se implementó la metodología mixta con la intención de poner a prueba el marco conceptual presentado en el epígrafe anterior. Estas comunidades fueron la Villa de Wooler en el Condado de Northumberland, Reino Unido, la Ciudad de Albarracín en la Provincia de Teruel, España y el Municipio de Oberndorf an der Oste, en el Distrito Rural de Cuxhaven, Alemania.
Figura 2: Casos de estudio analizados en Reino Unido, España y Alemania
Fuente: creación propia con la ayuda de openstreetmap.org
Ante la dificultad técnica y falta de datos estadísticos para una aproximación cuantitativa se optó por un enfoque cualitativo que incluyera desde una perspectiva de la resiliencia unos atributos comparables y que respondiera de forma similar a las preguntas básicas de este nuevo enfoque conceptual. Estas son, ¿de qué sistema en concreto se quiere evaluar su resiliencia? Luego, ¿La resiliencia con respecto a qué retos en particular se pretende evaluar en el sistema elegido? Y, por último, ¿Por medio de qué reacción o reacciones en particular demuestra el sistema de referencia su resiliencia?
Con respecto a la primera pregunta, la búsqueda de casos de estudio adecuados y de atributos comparables se centró exclusivamente en regiones rurales, periféricas y escasamente pobladas del territorio europeo. Estos deberían tener un tamaño de entre aproximadamente 1.000 y 2.000 habitantes y presentar características constructivas (carácter rural), económicas (con un peso relevante del sector primario) y comunitarias (notable sentimiento de pertenencia o comunidad) similares. Además, y respondiendo a la segunda pregunta, todos los casos de estudio debían estar afectados de forma semejante por procesos de cambio estructural económico (terciarización, precarización) y demográfico (despoblación, emigración, envejecimiento, cierto grado de masculinización) característicos de las zonas rurales periféricas europeas.
Por último, y atendiendo a una potencial reacción endógena en los pueblos de la cual se puede inferir que contribuye a promocionar la resiliencia de la comunidad rural, se buscaron casos de estudio que demostrablemente habían conducido procesos de desarrollo local y rural participativos desembocando en la creación de estructuras o la fundación de organizaciones con personalidad jurídica propia para impulsar y articular nuevos enfoques de desarrollo local (por ej.: servicios, bienestar, empleo, turismo, vivienda, abastecimiento local de víveres, etc.). Este criterio de búsqueda iría en la línea de nuevos enfoques teóricos en el desarrollo rural, que apuntan hacia el hecho de que en territorios periféricos y en proceso de despoblación, sólo las localidades y comunidades más innovadoras, con un fuerte sentimiento de pertenencia comunitaria y la capacidad de ofrecer por sus propios medios una calidad de vida aceptable a sus habitantes y así podrán detener y/o corregir el casi inevitable proceso de declive (Kröhnert, Kuhn, Karsch & Klingholz, 2011, p. 74).
Finalmente, el acceso y la selección de los ejemplos de estudio se realizó a través de literatura gris y técnica, así como por medio de breves entrevistas con representantes del mundo académico y de la praxis del desarrollo rural y comunitario. En la selección de los países y de los casos en sí influyeron inevitablemente factores contingentes de la investigación, como los idiomas que domina el autor, la accesibilidad de los pueblos o unos contactos locales con disposición de colaborar en semejante enfoque de investigación-acción sobre el terreno. Una vez elegidos los pueblos y las comunidades rurales que investigar de forma preferentemente comparativa, el autor realizó estancias de diez semanas sobre el terreno respectivamente, convirtiéndose en un observador insertado en la realidad del día a día de dichas comunidades. Este periodo de comprobación empírica pondría a prueba el marco conceptual desarrollado combinando cuatro instrumentos metodológicos de observación, cuantitativos y cualitativos en total.
En primer lugar, se realizó una observación participativa continua desde el marco de una reconocida organización de desarrollo rural y local durante las diez semanas de trabajo de campo. Las impresiones y sensaciones del autor fueron registradas en un diario de campo para ser evaluadas junto con documentos relevantes a posteriori y puestas en contexto con el resto de los resultados empíricos. En segundo lugar, para extraer conclusiones sobre el poder explicativo del marco conceptual de la resiliencia, se distribuyeron encuestas entre la población local. El cuestionario incluía los principios básicos y las características del marco conceptual inicial para la resiliencia presentadas en el epígrafe anterior, aplicando así un enfoque estrictamente deductivo. En total se obtuvieron 280 cuestionarios válidos, significando que como mínimo entre el 5% y 7% de la población de cada comunidad rural respondió al mismo. A partir de la percepción acumulada sobre los distintos factores y dimensiones que potencialmente influyen en la resiliencia comunitaria rural, fue posible elaborar un llamado “perfil de resiliencia” de cada comunidad investigada. La tabla 1 muestra de forma ejemplar el perfil de resiliencia del caso de estudio de Albarracín en el epígrafe 5.2.
En tercer lugar, se realizaron y evaluaron en total 55 entrevistas semiestructuradas a expertos y expertas como componentes inductivos de la investigación, y con el fin de obtener información sobre las características y condiciones marco del pueblo y la comunidad rural que los entrevistados consideren determinan y conducen a una mayor resiliencia. El cuarto y final componente del estudio empírico fue una charla y discusión en cada pueblo a modo de taller participativo, donde los resultados preliminares de la encuesta fueron presentados y discutidos con todos los residentes interesados.
El modelo optimizado para conceptualizar y evaluar la resiliencia comunitaria rural presentado en el epígrafe siguiente es fruto de relacionar sistemáticamente en el caso individual de cada comunidad rural investigada los resultados deductivos e inductivos obtenidos y elaborar de forma crítica un resultado obductivo capaz de presentar conclusiones más completas e incorporar perspectivas múltiples de forma más integral. Así, los resultados cuantitativos son capaces de resaltar detalles y de orientar el trabajo de investigación cualitativa. Finalmente, las posibilidades de generalización de los resultados cualitativos aumentaron considerablemente gracias a su combinación con los hallazgos de la investigación cuantitativa (Kuckartz, 2014).
4. Resultados – Un modelo optimizado para conceptualizar y evaluar la resiliencia comunitaria rural
Gracias a la compleja metodología mixta empleada en la tesis doctoral y a la posibilidad de reflexionar acerca de e incluir las experiencias de aprendizaje local de tres comunidades rurales periféricas especialmente dinámicas, el modelo de resiliencia comunitaria rural ha podido experimentar una optimización conceptual y didáctica, la cual es presentada a continuación.
Este resultado sigue y seguirá siendo constantemente un “trabajo en curso” ya que se encuentra en continua reflexión y evolución, por ejemplo, en el contexto de cursos de formación y desarrollo de capacidades para técnicos en desarrollo rural y local o para la sociedad civil organizada. En lo sucesivo, se explica la resiliencia en una comunidad rural a partir de tres perspectivas relevantes y un total de nueve dimensiones asociadas. Esto facilita la visualización y operacionalización del modelo para su uso práctico, el cual se muestra en la siguiente figura 3.
Figura 3: Perspectivas y dimensiones del modelo de resiliencia comunitaria rural optimizado
Fuente: creación propia. Símbolos e iconos con el amable apoyo de www.freepik.com.
4.1 Primera perspectiva: Unas relaciones humanas vitales en el pueblo
En el marco de esta primera perspectiva, la atención se centra especialmente en la componente social del pueblo o de la comunidad rural e intenta entender su configuración, orientación y funcionamiento. A menudo, las comunidades rurales más resilientes son reconocibles por el hecho de que en ellas bullen la actividad, el compromiso y el dinamismo de sus habitantes de forma individual pero también organizada. Esto está relacionado, por ejemplo, con un pronunciado sentimiento de pertenencia, una mentalidad abierta y la capacidad de hacer que la diversidad de personas y recursos en el entorno del pueblo sea una fuente de cambio positivo.
I. Dimensión: Unas relaciones y redes sociales funcionales. ¡Lo interpersonal es clave!
El pilar fundamental de la resiliencia de las comunidades rurales es la interacción entre sus habitantes. Aquí existe una relación clara con la teoría del capital social de Putnam (2020). Los pueblos más resilientes, a pesar de tener inevitables altibajos, consiguen crear oportunidades de forma continuada y en espacios dedicados para que las relaciones entre sus ciudadanos sean significativas y se enfoquen hacia lo que les une como comunidad rural. Se trata de crear un entendimiento colectivo y de crear lazos entre personas y organizaciones diversas. Especialmente relevante es la capacidad de “tender puentes” entre los “sospechosos menos habituales”, es decir entre personas, grupos y organizaciones que se consideran diferentes y tienen menos puntos de coincidencia.
A menudo este tipo de puentes conducen a la creación de iniciativas de desarrollo innovadoras gracias a las perspectivas y competencias complementarias de las personas implicadas. En lugar de dejar estos procesos al azar, se ha demostrado la utilidad de iniciar y configurar deliberadamente la dinámica social en el pueblo, por ejemplo, mediante espacios sociales integradores, de reuniones y eventos para el intercambio y la creación de redes o incluso a través de la fundación de organizaciones con personalidad jurídica para la renovación y el desarrollo comunitario.
II. Dimensión: La resiliencia como una cuestión de actitud y mentalidad
Enfrentarse constantemente a nuevos retos implica desprenderse de la rigidez inicial provocada eventualmente por un shock y reaccionar tomando las riendas del propio desarrollo. Es fácil sucumbir a la impotencia inducida por la gran variedad de problemas y retos existentes en el campo y la periferia rural, reforzando la añoranza del pasado y enfrascándose en inútiles debates de perdedores. Que ocurra una cosa o la otra está fuertemente relacionado con las actitudes y convicciones colectivas como pueden ser el grado de apertura mental, el optimismo o la orientación a los objetivos.
Las comunidades rurales más resilientes consiguen formular una perspectiva optimista para el futuro a pesar de las adversidades y mantienen el rumbo de forma tenaz para implementarla. Una mentalidad abierta para incluir a nuevas personas, ideas y circunstancias es una actitud básica e indispensable para reconocer primero y ensayar después líneas de acción para el futuro. Por último, el hecho de experimentar la llamada “autoeficacia colectiva” y, por lo tanto, de desarrollar una fuerte confianza comunitaria, sirve de poderoso catalizador en los pueblos que intentan tomar las riendas de su destino de la forma más proactiva posible.
III. Dimensión: La diversidad como ventaja comparativa a integrar y gestionar
Los cambios estructurales demográficos y económicos provocan procesos de homogeneización en los pueblos remotos y en proceso de despoblación. Sin embargo, observando con detenimiento, todavía es posible descubrir una considerable diversidad en casi todos los pueblos que hoy persisten. Es habitual necesitar una mirada externa, menos sesgada y habituada a la idiosincrasia local, para descubrir el potencial oculto de la comunidad. La mentalidad abierta descrita anteriormente es también aquí la clave para descubrir, desarrollar y utilizar de forma productiva esta diversidad.
Esta diversidad está presente, por ejemplo, en la diferente cosmovisión y las competencias de los habitantes locales, en los grupos y las asociaciones del lugar, pero también en los recursos naturales, paisajísticos o económicos existentes. Los pueblos más resilientes se esfuerzan por conservar y proteger la diversidad de sus recursos para las generaciones futuras. Sin embargo, esto no debe convertirse en una excusa para impedir cambios de futuro. Sin duda, esta diversidad de recursos debe utilizarse de forma productiva para el diseño de nuevas perspectivas económicas que sean además social y ecológicamente compatibles con el desarrollo sostenible, por ejemplo, mediante la reactivación de las cadenas cortas de valor en la misma localidad o en la región.
4.2 Segunda Perspectiva: Agentes, estructuras y procesos efectivos en el pueblo
La segunda perspectiva del modelo de resiliencia se centra en los agentes clave, las estructuras y los procesos que permiten a la comunidad rural en su conjunto actuar de la forma más autodeterminada y eficaz posible. La apertura de un espacio para la acción coordinada, autónoma y democrática dentro y fuera del pueblo y su comunidad suele ser el resultado de un proceso que se ejercita a largo plazo durante varios años e incluso décadas y, a menudo, no está libre de desavenencias y conflictos. Algo inevitable e incluso necesario para construir mayor resiliencia en una comunidad rural.
IV. Dimensión: La articulación y el cumplimiento de la voluntad colectiva
Tanto la acción como la toma de decisiones común en los pueblos más resilientes están fuertemente relacionadas con una comunicación transparente, una participación genuina de los habitantes y una capacidad notable para resolver conflictos. Además, el margen de acción con el que cuenta la comunidad rural –por ejemplo, como entidad local menor o como municipio independiente– dependiente del alcance y las competencias de la estructura administrativa que represente la misma dentro de cada país, es un factor de contingencia de suma importancia. Durante la investigación empírica se pudo constatar, cómo las comunidades rurales más resilientes aprovechaban con mayor intensidad las oportunidades ofrecidas por distintas políticas públicas a nivel europeo, estatal o regional como por ejemplo el programa europeo LEADER, fondos y subvenciones para el asociacionismo y las administraciones locales o programas piloto de desarrollo local financiados a nivel regional.
La tesis doctoral demostró unas culturas de la subsidiaridad y de autonomía a nivel local muy diferentes en el Reino Unido, España y Alemania. Los pueblos más resilientes son capaces de articular una voluntad colectiva de cambio de forma sostenida en el tiempo y a lo largo de un camino, a menudo pedregoso, reaccionando así activamente a las perturbaciones y desafíos que le plantean a su desarrollo por ejemplo el cambio demográfico o económico.
V. Dimensión: Liderazgo colectivo por parte de personas y organizaciones clave
Cada pueblo necesita una o, con mayor precisión, varias personas que asuman una responsabilidad social y colectiva de relevancia. El poder que proporciona esta posición de liderazgo debe utilizarse con responsabilidad y de forma que la comunidad en cuestión pueda articular su potencial endógeno. Especialmente valiosa para la construcción de la resiliencia comunitaria resultó ser una “función traductora" de ciertas personas clave en la comunidad que dominan la idiosincrasia y lógica de diferentes grupos existentes dentro y fuera del pueblo: por ejemplo, la de los habitantes que llevan en el pueblo toda su vida y la de los recién llegados, entre la a veces farragosa administración y el asociacionismo y el voluntariado, entre la política comarcal y los medios de comunicación, etc.
Debido al debilitamiento estructural de la administración pública a nivel local en todos los ejemplos estudiados se encontraron nuevas organizaciones clave que intentan influir e incluso codirigir los destinos de la comunidad rural hacia el bien común. La profesionalización del voluntariado es fundamental para el éxito de estas organizaciones, pero el peso de estas funciones tan relevantes no debería recaer exclusivamente en los hombros de los voluntarios. Allí donde la administración pública oferta apoyo y asesoría continuada, existen mayores posibilidades de garantizar el éxito a medio y largo plazo de las asociaciones y organizaciones de la economía social.
VI. Dimensión: ¿Qué deberíamos conservar? ¿Qué es mejor adaptar? ¿O qué es incluso necesario transformar por completo?
Los pueblos y sus habitantes en la periferia rural están sometidos a constantes procesos de cambio, que representan grandes retos y dificultades para su persistencia en el tiempo. Su abordaje y gestión a medio y largo plazo requiere una reflexión consciente de lo que debe conservarse como estaba en el pasado, lo que debe adaptarse con flexibilidad y lo que debe replantearse y transformarse completamente de cara al futuro. Ciertos valores tradicionales, métodos de producción o, por ejemplo, fiestas y costumbres del pasado deben ser legítimamente preservados o pueden ser incluso reactivados y revitalizados. Sin embargo, otros elementos de la convivencia en los pueblos están hoy obsoletos y aún no se han adaptado a una sociedad plural e inclusiva, que busca soluciones y enfoques novedosos para una vida buena. En las comunidades rurales más resilientes las tradiciones y la innovación para el futuro están en constante diálogo y movimiento.
4.3 Tercera Perspectiva: Soluciones de futuro para el pueblo
La tercera y última perspectiva del modelo de resiliencia rural se centra en la conceptualización y aplicación creativa, reflexiva y a menudo emprendedora de ideas y proyectos con visión de futuro para así poder profundizar en un desarrollo socioeconómico más multifuncional y aportador de mayor valor añadido y calidad de vida a las comunidades rurales. Este proceso tiene lugar de forma constante y cíclica, pasando por el estudio, la experimentación y evaluación a la hora de diseñar e implementar proyectos e iniciativas para contribuir a largo plazo a una mayor resiliencia comunitaria rural.
VII. Dimensión: Adaptar y transformar la realidad requiere conocimiento, habilidades y capacidad de experimentación
Para influir activamente en los procesos cambios que se están sufriendo las zonas rurales, es necesario activar la inteligencia colectiva local y así poder experimentar con ideas y proyectos innovadores que contribuyan a la multifuncionalidad socioeconómica y a la reactivación de los circuitos económicos locales y regionales en los territorios rurales afectados por la despoblación y en declive. Transformar con éxito la realidad de una comunidad rural en este sentido, suele requerir un sólido conocimiento de sus principales retos, sus causas y consecuencias, así como una dosis de osadía colectiva para mirar más allá del propio horizonte. Los errores y los fracasos son inevitables, pero también una valiosa fuente de aprendizaje en el camino hacia una comunidad más resiliente.
Para que esto ocurra, hay que orquestar procesos participativos a medio y largo plazo y ofrecer oportunidades concretas de intercambio, formatos de diálogo y de discusión. Para ello, los espacios de aprendizaje y creatividad comunitarios, con un trasfondo cultural o artísticos que se pongan a disposición de la comunidad son esenciales para construir pueblos más resilientes.
VIII. Dimensión: Un equilibrio difícil entre lo social, lo natural y lo económico
Las zonas rurales en general, pero las periféricas en particular, luchan por ofrecer perspectivas de desarrollo económico sostenibles en las condiciones más adversas debido al funcionamiento habitual de las lógicas de mercado. Además, el cambio demográfico se interpone a menudo en el camino del relevo generacional y pone en jaque la renovación de un espacio social vital, ya que, debido a la inversión de la pirámide demográfica, los servicios y las infraestructuras se ven sometidos a una mayor presión y tienden a ser deficitarios.
Como pilares de la economía y el empleo, el paisaje, la naturaleza y otros recursos naturales pueden ser tanto una maldición como una bendición para las comunidades rurales, dependiendo de si la misma se beneficia de su puesta en valor sin comprometer el bien común y el medio ambiente. Las organizaciones clave público-privadas mencionadas en la V. dimensión pueden contribuir de forma decisiva a mantener este frágil equilibrio mediante relaciones de cooperación local y regional y estableciendo nuevos modelos empresariales multifuncionales con una conciencia social y ecológica.
IX. Dimensión: Servicios públicos e infraestructuras básicas como puntos de anclaje significativos para crear mayor resiliencia rural
Incluso los pueblos más resilientes pueden sufrir dolorosas pérdidas de servicios esenciales e infraestructuras de interés general. El acceso adecuado a unas instalaciones para la salud, la educación y la seguridad y protección civil (bomberos, policía, emergencias, ambulancias ...) o la vivienda es esencial para mantener la vitalidad de una comunidad rural. A menudo, estas mismas o las administraciones locales de las cuales forman parte carecen de instrumentos y margen de maniobra para influir en la provisión de servicios y el mantenimiento de las infraestructuras básicas.
Como se recalcó anteriormente, estas son deficitarias debido a las lógicas del mercado o a la concentración urbana provocada por faltas de equilibrio en la planificación territorial del estado. A pesar de la impotencia que esto puede provocar en los habitantes rurales, como mostraron los pueblos examinados, el compromiso enérgico y creativo de la comunidad puede ser decisivo a la hora de encontrar novedosas soluciones para garantizar unos servicios de interés general adecuados. Esta clase de hitos colectivos, como el restablecimiento comunitario de un establecimiento de comestibles o de restauración con espacio para reunirse en comunidad, son típicos de los procesos transformadores que han conducido a una mayor resiliencia en las comunidades rurales analizadas.
5. Aplicación práctica del modelo – Algunos resultados destacados del caso de estudio en territorio despoblado español: Albarracín
a. Caracterización del caso de estudio en Albarracín, Teruel
La capital de la Comarca de la Sierra de Albarracín –una de las diez comarcas de la provincia de Teruel– con aproximadamente 1.000 habitantes, es un asentamiento único y singular por su ubicación y arquitectura como muestra la figura 4 más abajo. Situada en los Montes Universales, su localización en un territorio montañoso forma parte del extremo sureste del Sistema Ibérico. El autor realizó aquí una estancia de investigación de diez semanas entre agosto y noviembre de 2018 en colaboración con el Grupo de Acción Local LEADER que lleva el nombre de ASIADER (Asociación para el Desarrollo Rural Integral de la Sierra de Albarracín) y tiene su sede en el municipio serrano de Tramacastilla. Los hallazgos empíricos relatados en este epígrafe a modo de resumen de resultados destacados provienen del análisis de datos obtenidos tras implementar la metodología mixta presentada en el anterior epígrafe tercero. En los últimos años, este territorio se ha dado a conocer en toda España como el epicentro de la despoblación con densidades de población similares a las de Laponia. Sin embargo, Albarracín tiene desde hace ya más de una década una pirámide poblacional equilibrada y, gracias a una oferta turística única, ha podido desarrollar una economía vibrante en comparación con su entorno más inmediato (IAEST, 2019), al menos hasta la irrupción de la pandemia del COVID 19 en el invierno del año 2020. Como cabecera de comarca, Albarracín mantiene un nivel de servicios públicos que fue valorado en el cuestionario para la población local como aceptable en los ámbitos de salud, cuidados a niños y mayores, educación primaria y secundaria, así como alimentación y abastecimiento. Como deficientes fueron valoradas las infraestructuras viarias, el acceso a la vivienda, el transporte público y la educación terciaria.
Figura 4: Vista del enclave de la Ciudad de Albarracín desde su muralla medieval
Fuente: Foto propia
Los orígenes de esta evolución se sitúan en los últimos años de la década de 1980, cuando toda la región interior y montañosa peninsular buscaba alternativas de desarrollo económico debido al rápido cambio estructural de la agricultura, la silvicultura y la ganadería. En aquel momento, unos talleres de empleo iniciados por el ayuntamiento de Albarracín para la conservación y puesta en valor del patrimonio cultural y arquitectónico sentaron las bases de la hoy internacionalmente reconocida Fundación Santa María de Albarracín. Mucho más que una oficina de marketing y turismo, esta entidad comercializa las joyas arquitectónicas y culturales restauradas de Albarracín (por ej.: la catedral, el museo diocesano, el albergue...) para eventos culturales y musicales o conferencias académicas contando en el momento de realizar la investigación doctoral en 2018 con más de 30 empleados. La fundación también forma a restauradores con prestigio internacional y recibe encargos del Gobierno de Aragón y otras entidades públicas para realizar trabajos de restauración en otros territorios. El hecho de que los hoteles rurales, las viviendas vacacionales y la gastronomía asentada en Albarracín hayan tenido flujos de clientes constantes hasta el reciente periodo de pandemia está muy relacionado con el efecto dinamizador de las actividades e iniciativas llevadas a cabo por la fundación.
Sin embargo, la situación general actual y futura de Albarracín es quizá menos halagüeña. En tiempos de COVID, el turismo como rama económica principal se encontró con grandes limitaciones y el hecho de apostar única y desequilibradamente por él como único motor de desarrollo pone en cuestión en términos de resiliencia económica la falta de redundancias presentes en la estrategia de desarrollo de este singular asentamiento rural. El potencial de Albarracín y su comarca para asentar ramas económicas más diversificadas, por ejemplo, en el ámbito de los deportes de montaña y aventura, la puesta en valor del patrimonio natural y geológico o del turismo rural más diferenciado (por ej.: astrológico, micológico, etc.) es muy alto, pero no ha fructificado en la medida que este pudiera atenuar los efectos de la pandemia. Además, el entramado administrativo excepcionalmente complejo y rígido en el que se encuentra la ciudad de Albarracín y toda la comarca, con una marcada mentalidad tradicional-conservadora, reduce su capacidad de adaptación a los nuevos retos y plantea grandes obstáculos a su viabilidad futura.
b. Agentes, estructuras y procesos anclados en inercias históricas que frenan la capacidad transformadora del territorio
El complejo entramado administrativo presente en la Sierra de Albarracín referido en el epígrafe anterior, es el resultado de inercias históricas que tienen su origen en el S. XII d.C. y que en la actualidad tienen a la Comunidad Histórica de Albarracín como una organización administrativa territorial excepcionalmente singular en todo el territorio español. Los municipios existentes en la región están imbricados en un número sorprendente de capas administrativas. Son parte de la comunidad histórica, de la comarca y de la provincia como entidades de organización administrativa local o municipal y además tienen relacionas con las administraciones de la comunidad autónoma aragonesa y del estado central.
La Comunidad Histórica de Albarracín como modelo autónomo de autogobierno local funcionó con gran éxito en la Sierra de Albarracín hasta finales de los años setenta y ochenta, mientras las entidades locales fueron capaces de generar ingresos procedentes principalmente de explotar la silvicultura de los extensos bosques de la sierra, la transformación de la madera y el arrendamiento de tierras. Desde el ya mencionado siglo XII hasta hace pocas décadas, el ámbito público local y municipal desarrolló un papel absolutamente hegemónico en lo económico y lo social con consecuencias que se hacen notar en la actualidad. Por ejemplo, en términos de una mermada capacidad institucional municipal, pero sobre todo regional o comarcal para la cooperación intermunicipal o el débil desarrollo de una sociedad civil organizada, capaz de impulsar iniciativas emprendedoras y novedosas.
En este sentido, la Comunidad Histórica de Albarracín fue un útil instrumento de organización comunal durante unos siete siglos, así como una comunidad de bienes muy lucrativa hasta hace pocas décadas (Sáez Pérez, 2007, p. 221). No obstante, se trataba de una institución política de tipo pragmático, sin un fuerte carácter identitario colectivo que garantizaba la distribución coherente de los recursos generados en las tierras comunales a cada municipio por separado, en lugar de su comunitarización e implementación por medio de proyectos comunes. Esto se ha traducido en un marcado individualismo (cada pueblo o municipio va prioritariamente por separado) y en un obstructivo localista de las administraciones municipales, ambas características firmemente institucionalizadas tanto en la política como en la sociedad de la sierra.
Por consecuencia, un desarrollo rural y comunitario integrado y cooperativo, que revierta en una mayor multifuncionalidad socioeconómica del territorio, resulta muy dificultoso en la Sierra de Albarracín. El material recogido por medio de cuestionarios y entrevistas realzaba la necesidad imperiosa de aumentar la capacidad de cooperación entre la política, la administración, las empresas y la sociedad civil en la sierra, evitando que los intereses individuales y locales se interpusieran en los esfuerzos de desarrollo territorial comunes. Algo que sería palpable a la hora de diseñar proyectos intermunicipales y de conseguir una cofinanciación pública equilibrada y justa de los municipios participantes en dichos proyectos.
En la tabla 1 mostrada a continuación destaca la baja puntuación obtenida por la mayoría de los indicadores clave en la dimensión “IV. Toma de decisiones y acción colectiva” en el perfil de resiliencia elaborado a partir de los cuestionarios a la población local. Esta confirma la dificultosa participación de los colectivos civiles (Ind.: “participación activa”), la alta conflictividad política (Ind.: “conflictos”) y el freno que suponen los farragosos procedimientos de la administración pública al desarrollo en la sierra (Ind.: “rol de la administración”). También plasmó, entre otros aspectos, la falta de visión (Ind.: “visión”), de capacidad comunicadora (Ind.: comunicación/transparencia) y de liderazgo (Ind.: capacitación/agencia) de la política local y comarcal para poner en marcha iniciativas colectivas de diversificación económica (Inds.: diversidad y bienestar económicos) que reviertan en un mayor bienestar de la población local.
Tabla 1: Perfil de resiliencia de Albarracín mostrando la relación de las dimensiones y los factores o indicadores clave del modelo de resiliencia inicial como resultado de un sistema de puntos ponderado y basado en los cuestionarios a la población rural obtenidos en Albarracín
Notas: *La clasificación se basó en una puntuación determinada con dos decimales.
**Para las Infraestructuras y los servicios básicos se calculó una puntuación total que consta de una media de todos los factores individuales con el fin de fijar un indicador general en relación con los demás indicadores del modelo de resiliencia.
Fuente: (Adam Hernández, 2021, p. 276)
c. Sostenibilidad y resiliencia territorial futura ante circunstancias adversas
La investigación de campo confirmó los estrechos vínculos existentes entre los procesos de fomento de la resiliencia y la activación y el aprovechamiento de la inteligencia, la reflexión y la agencia colectivas en las comunidades rurales. Además, se destacó el papel de una ciudadanía empoderada y autoorganizada, que puede integrarse en un complejo mosaico de otros factores de resiliencia como pilar de un sector de voluntariado performativo y de una democracia participativa ágil. Es sobre esta base, desde la cual las comunidades rurales pueden desarrollar iniciativas que repercutan en un desarrollo socioeconómico más diversificado y multifuncional.
Con el trasfondo de las estructuras y procesos históricos socioculturales, políticos y económicos de la Sierra de Albarracín descritos hasta este punto, se puede afirmar en general que la sierra plantea grandes obstáculos al desarrollo integrado y endógeno debido a sus pronunciadas jerarquías y al anclaje en unas inercias históricas desventajosas. El pesado legado de una sociedad civil débil o de una iniciativa empresarial coartada debido al papel hegemónico municipal y público durante siglos, pone de manifiesto la necesidad de desarrollar la capacidad de acción colectiva de las comunidades rurales en un proceso intencionado, con suficientes recursos y a largo plazo.
Además, las varias disfuncionalidades en el todavía joven sistema político multinivel español obstaculizan una gobernanza equilibrada en lo regional y eficaz en lo local. Es manifiesto que los retos actuales y futuros de la sierra no podrán resolverse a nivel individual o municipal. Para lograrlo, es necesario crear una conciencia colectiva y supramunicipal, combatir el pensamiento confrontativo de “un pueblo contra el otro” y practicar con urgencia la cooperación y el desarrollo común. En este contexto, parece indispensable un cambio de mentalidad tanto de los actores individuales como de las instituciones de la sierra.
Como expresaron con convicción muchas personas entrevistadas durante el estudio de campo, hace tiempo que en la Sierra de Albarracín es hora de emprender nuevos caminos creativos, ampliando el círculo de actores individuales, pero también institucionales (asociaciones, empresas, iniciativas civiles sin personalidad jurídica … niños, jóvenes, mujeres, emprendedores, inmigrantes, etc.). El necesario cambio cultural y de mentalidad sólo podrá llevarse a la práctica, aprenderse y establecerse a largo plazo mediante nuevas prácticas y formas de reflexionar. En este proceso, la mirada desde dentro hacia afuera en búsqueda de ejemplos de buenas prácticas como fuente de inspiración y motivación es de vital importancia. Al mismo tiempo, es necesaria una mirada imparcial hacia adentro, hacia los buenos ejemplos locales y hacia los potenciales y las oportunidades endógenas aún por descubrir en este singular territorio.
La Sierra de Albarracín y sus comunidades rurales deberán apostar por una perspectiva de futuro. Será una apuesta de éxito en la medida en que las nuevas constelaciones de actores consigan transformar las formas tradicionales de acción y toma de decisiones colectivas, creando así una identidad y una voluntad de cooperación verdaderamente intercomunales y, por tanto, más funcionales a un desarrollo territorial integrado que fomente la resiliencia a corto, medio y largo plazo.
6. Conclusiones
La representación simplificada del modelo optimizado y su aplicación práctica en los dos epígrafes anteriores demuestran la naturaleza compleja, multifactorial y entretejida de los factores y las condiciones marco que explican la mayor o menor resiliencia de las comunidades rurales en territorios periféricos. Este modelo de resiliencia pretende ser una herramienta que facilite el diagnóstico y las intervenciones en el desarrollo territorial y rural a escala local. Reconociendo la heterogeneidad rural, sus futuros usuarios deberán adaptarlo a las especificidades territoriales existentes en su ámbito de acción.
Aplicando el modelo propuesto al estudio de caso de Albarracín, es posible orientar intervenciones tanto de políticas públicas a nivel comarcal como intervenciones prácticas y proyectos concretos a nivel local para el fomento de la resiliencia rural. Por ejemplo, personas técnicas en desarrollo local y rural podrían elegir el construir sobre la percibida alta diversidad de personas, grupos y asociaciones, así como el apreciado entorno natural y combinarlas con el arraigado sentimiento de pertenencia de las personas para fomentar el desarrollo endógeno de la zona por vías hasta ahora menos exploradas y que contribuyan a la diversificación y multifuncionalidad del territorio. Enfocando a las deficiencias plasmadas por los resultados del perfil de resiliencia, estas intervenciones deberán prestar especial atención a su legitimación política y grado de imbricación de las instituciones públicas, las cuales fueron valoradas como un claro cuello de botella para el desarrollo de iniciativas innovadoras en el territorio.
Pero, más allá de su aplicación concreta como herramienta para orientar el desarrollo rural a nivel local, ¿puede el concepto de la resiliencia ser el motor de un nuevo tipo de desarrollo rural y comunitario a nivel regional, nacional o de la Unión Europea? Y en caso afirmativo, ¿Qué principios fundamentales deberían incluirse en las políticas públicas y en los instrumentos de intervención del desarrollo rural para desplegar su potencial empoderador de las comunidades rurales?
Una política pública de fomento de la resiliencia rural en tiempos de crisis persistentes y superpuestas, independientemente de su nivel de acción territorial, requerirá un sistema de apoyo integral que coordine intervenciones de naturaleza principalmente público-privadas con instrumentos analíticos, estratégicos y por supuesto de inversión financiera adaptados al medio. Los instrumentos existentes deberán ser en parte adaptados y en parte también, completamente reorientados. Una política pública de este tipo deberá ser capaz de abandonar la vía establecida del asistencialismo ineficaz y contribuirá a activar el potencial endógeno, creativo y de autoorganización de las comunidades rurales mediante el asesoramiento continuo, la facilitación de procesos participativos transversales y la financiación ágil y desburocratizada de las iniciativas innovadoras que desde las propias comunidades se consideren clave para su desarrollo.
Un ejemplo del cambio de rumbo necesario para implementar dichas políticas públicas se ha dado en el Estado Federal Alemán de Baviera, el cual ha reorientado e impulsado la política de desarrollo rural enfocándola hacia el fomento de la resiliencia utilizando instrumentos integradores y estratégicos adaptados a las realidades rurales contemporáneas y futuras (Hafner et al., 2019). Indispensable para fomentar unas zonas rurales más resilientes será además un refuerzo de los recursos financieros y sobre todo humanos para fomentar un autogobierno local capaz y ágil, con medios y competencias para dinamizar el territorio de forma verdaderamente profesional llegando a influir de forma efectiva y evaluable en los procesos de desarrollo a nivel local y comunitario. Por lo tanto, para fomentar la resiliencia en los territorios rurales, son necesarias políticas públicas que interpelen a la población y a los agentes claves del territorio a nivel local y les convierta en auténticos protagonistas de su propio desarrollo.
Así mismo, deberá producirse un giro en las formas de financiación y subvención para el desarrollo territorial y rural, pasando de la habitual planificación de una oferta rígida, “de arriba abajo” y vinculada a convocatorias fijas pensadas desde las administraciones y moverse hacia un desarrollo de ideas y proyectos “de abajo a arriba” con un horizonte a más largo plazo y posibilitando procesos creativos y colectivos para el diseño de proyectos verdaderamente enraizados en el tejido social, económico y público local y regional. Esto significaría, por tanto, reconocer la necesidad de invertir notablemente en el desarrollo de las capacidades locales, mediante un asesoramiento y apoyo cercano a la población local y romper con la rígida mentalidad de compartimentos estancos y la actitud poco colaboradora existente en muchos departamentos y niveles de la administración pública. Por último, los marcos políticos, institucionales y financieros que se adopten, deberán proporcionar la confianza y continuidad temporal necesaria a las comunidades rurales y sus organizaciones clave, para que estas puedan genuinamente experimentar con proyectos emprendedores, innovadores y, por tanto, inevitablemente arriesgados, que un día quizá se consideren la nueva normalidad de las zonas rurales periféricas.
La pandemia del COVID 19 ha abierto una valiosa ventana de oportunidad para potenciar un cambio positivo en las zonas rurales europeas. Una política de desarrollo rural y comunitario que pretenda fomentar la resiliencia y el desarrollo equilibrado de todo el territorio y de todas sus comunidades debe aprovechar tenazmente la oportunidad brindada evitando la estigmatización quizá incluso involuntaria de las zonas rurales subdivididas en ganadoras –con mayor potencial– y perdedoras –a abandonar por insalvables– y por lo tanto, no incurrir en un único fortalecimiento de las que actualmente ya son más innovadoras y capaces. La promoción de la resiliencia comunitaria rural por medio de las políticas públicas de desarrollo territorial y rural es, por tanto, una carrera de fondo cíclica y continua con un resultado siempre incierto. Para comenzar la carrera las distintas comunidades rurales no sólo necesitan un apoyo diferenciado, debido a sus distintos puntos de partida, sino también una perspectiva de desarrollo y sostenibilidad esperanzadora y honesta.
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[1] Para acceder a una explicación con mayor grado de detalle de este proceso de integración en idioma español, es posible consultar los cuadernos del XIX Coloquio de Geografía Rural de la Asociación de Geógrafos Españoles realizado en Granada en 2018.
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