Fue miembro del Comité Técnico de Mondragon Unibertsitatea hace unos años.
Sí. Fui miembro del Comité Académico en los años en que Javier Retegui, actual presidente de Eusko Ikaskuntza, ocupó la rectoría de Mondragon Unibertsitatea. Retegi quería que en aquél comité participarán, además de doctores universitarios, personas involucradas en otros sectores ajenos a la educación. Y, como en mi caso, entramos doctores inmersos en otros ámbitos. Estuve un par de años en el Comité Académico, siendo gerente de Fagor. Javier quiso hacer un hueco a la perspectiva de los mandatarios de una empresa en dicho comité, para ofrecer perspectiva de empresa a las decisiones adoptadas en el mismo.
¿Querían lograr la unión entre universidad y empresas?
Ésa es una de las características de esta universidad. Este año la universidad celebra su décimo aniversario pero en el pasado, cuando era escuela politécnica, también se daba mucha importancia a esa unión. Siempre ha tenido relación directa con el sector empresarial.
¿Cómo ha sido el cambio de miembro del Comité Académico a Rector?
Como Rector soy responsable máximo de todo lo que ocurre aquí. Afortunadamente no tengo que hacerlo todo yo, pero sí que soy el responsable principal ante la sociedad, ante el profesorado y el personal no docente, así como ante las instituciones.
En el plano profesional, ¿cómo ha sido para usted el salto de la gerencia de una empresa al ámbito educativo?
Es una pregunta que me hacen a menudo. Pero al final nuestra universidad, como muchas otras, es una empresa. Tenemos nuestro producto, nuestros trabajadores, nuestras limitaciones, nuestro presupuesto... y mi trabajo es gestionar todo eso. Parece como si estar en Fagor, Ikerlan o Iberdrola, por ejemplo, fuera diferente. Pero, en definitiva, en todos los sitios hay personas que trabajan, productos, suministradores, limitaciones y muchas otras cuestiones, y hay que gestionar todo eso. Pues aquí ocurre algo parecido. Mi trabajo en la universidad no es enseñar. Yo trabajo con los decanos y éstos tienen diversos proyectos, anhelos, limitaciones y muchas ilusiones. Al final, considero que lo que realmente une a universidad y empresa es la gestión. Pero claro, con elementos distintos. En Fagor, quizá, estaría trabajando en la sección de frigoríficos pero yo no haría los frigoríficos, mi responsabilidad sería gestionar todo ese proceso. Y aquí lo mismo, debo gestionar. La cuestión es que tengo una mayor relación con la sociedad y las institucuiones que la que hubiera tenido de estar en otro sitio. De hecho, la sociedad en general es nuestro “cliente” y tenemos que conocer sus necesidades y sus tendencias. Pero, al final, es lo mismo.
Sin embargo, el producto es diferente. En la universidad trabaja con alumnos, profesionales del futuro.
Sí. Ésa es la diferencia. Es una gran responsabilidad. Bueno, diría que con cualquier producto adquiere uno una gran responsabilidad. Pero sí, aquí trabajamos con personas, con su futuro y el de nuestra sociedad. Lo importante es qué tipo de personas formamos. El ámbito es diferente, por supuesto, pero también hay producto. Creo que no nos debe avergonzar decir que tenemos unos clientes. La sociedad es en cierta medida esa cliente ya que con nuestra actividad estamos dando forma a la sociedad del futuro. Pero no lo hacemos nosotros directamente; lo hacen el carácter y los valores promulgados por las personas que salen de nuestra universidad. Por eso es importante saber qué tipo de estudios ofrecemos y cómo lo hacemos. En consecuencia, nuestro producto es un producto muy sensible.
¿Cuáles son las líneas principales de su proyecto educativo?
Hace ocho años se hizo una gran apuesta confiriendo a la educación la importancia que merece. Entonces surgió el proyecto Mendeberri y se hizo una profunda reflexión; se analizó y reflexionó en torno a los problemas a los que se enfrentan nuestros estudiantes cuando acceden a las empresas. Yo entonces no estaba aquí pero se hizo un trabajo importante. De hecho, de la universidad salen personas muy bien formadas pero siempre en su especialidad. La cuestión es que al acceder a una empresa no se hace únicamente lo que se ha estudiado sino que hay que hacer muchas otras cosas. Hay que trabajar con personas y el respeto, la confianza en las mismas... Es importante salir con esos valores. El proyecto Mendeberri es un planteamiento filosófico de la educación implantado hace ocho años y aún sin finalizar, ya que es un proceso muy lento. Incide mucho también en el profesorado, ya que les exige cambiar su forma de enseñar. Ya no se imparten clases magistrales, los grupos y espacios físicos son mucho más pequeños. En lugar de impartir cada asignatura de forma independiente, existe cierto nexo entre ellas. El proyecto no está implantado totalmente, pero nuestro objetivo es que lo esté en un par de años.
Casualmente, además, el proyecto de Bolonia exige ese mismo modelo, es decir, dar mayor protagonismo al alumnado y, por supuesto, que nuestros jóvenes y sus titulaciones estén mejor preparadas para el mercado laboral. Afortunadamente nosotros iniciamos el camino hace ocho años y el proyecto está a punto de acabar.
¿A qué retos se enfrenta desde que ha asumido el cargo de Rector?
Yo no creo demasiado en proyectos personales. Aquí tenemos implantados el proyecto Mendeberri y el plan estratégico revisado hace unos años. Ésos son, realmente, los objetivos de nuestra universidad.
Concretando en cuatro de ellos, subrayaría nuestro modelo educativo, Mendeberri. Asimismo, como a partir del año que viene tienen que salir las nuevas titulaciones adaptadas al modelo educativo superior europeo, eso es algo previsto ya y que coincide con Mendeberri. De hecho, a partir de 2010 todos los estudios se dividirán en tres partes: grados (carreras de cuatro años), masters y doctorados. Desaparecen las licenciaturas y diplomaturas actuales y todas se convierten en grados, es decir, serán carreras de cuatro años. A nivel de contenidos el cambio no será muy grande pero sí a nivel organizativo, a la hora de evaluar los créditos, etc.
Por otra parte, aunque nuestros lazos con las empresas son estrechos y bien definidos, es un reto en el que queremos seguir profundizando. Nuestra tarea no es sólo formar personas. En dicha formación el proyecto de fín de carrera tiene mucha importancia y éste se realiza en empresas. Ese hecho acerca al alumno a la empresa y así comienza a adaptarse a su ritmo. Al final, la relación que tenemos con las empresas genera confianza y nos da la oportunidad de desarrollar proyectos de investigación y desarrollo. Este modelo educativo exige tener vínculos estrechos con las empresas y debemos buscar esas empresas. En consecuencia, continuar cultivando este apartado con éxito constituye un gran reto.
Las relaciones internacionales son otro reto, que alumnos y profesores tengan la oportunidad de estudiar y trabajar en otros países. Aquí iniciamos ese camino en 1972. Entonces no había ni Erasmus ni Leonardo. Pero varios alumnos terminaron sus estudios de ingeniería técnica y se fueron a Toulouse (Occitania) y volvieron de allí con el doctorado finalizado. Abrimos un camino entonces y sigue abierto. Pero, además, actualmente nuestros alumnos acuden a otras ciudades y países: Inglaterra, Alemania, Suecia, Estados Unidos, Canadá... Aunque es más frecuente en el caso de los alumnos, nuestros profesores también tienen la oportunidad de hacerlo pero como están muy ocupados con la enseñanza y la investigación, resulta más complicado. En cualquier caso, para nosotros es un reto importante profundizar en este apartado.
Otro desafío importante que quisiera subrayar es el de la investigación. No es suficiente con realizar proyectos de desarrollo, ya que siempre hemos hecho eso aquí. Como universidad estamos haciendo un esfuerzo importante en torno a la investigación relativa a la creación de conocimiento. No es nueastro reto únicamente. Diría que es uno de los retos más importantes a los que se enfrenta el País Vasco. Las cosas han cambiado mucho en el País Vasco en los últimos 25 años. Antes la situación era bastante negra y gracias a apuestas firmes hemos logrado muchas cosas. Hemos alcanzado un nivel de bienestar enorme y si no continuamos trabajando corremos el riesgo de quedarnos atrás. Por eso, el gran reto actual es avanzar en el ámbito de la innovación y el conocimiento. No basta con decir que somos el país con más certificaciones de calidad suprema de Europa. El reto actual es dar otro salto, pasar a ser un referente en Europa. Y ello exige una gran apuesta a favor de la inversión. Y dichas investigaciones no deben tener como objetivo rellenar folios y folios sino que deben estar destinadas a su aplicación práctica. Nosotros, al ser una universidad joven, debemos hacer un esfuerzo mayor en este apartado aunque contamos con otras ventajas; por ejemplo, nuestros vínculos con las empresas. Aún y todo, considero que debemos hacer un gran esfuerzo en investigación.
Debemos lograr todo lo que acabo de mencionar con los medios a nuestra disposición, debemos continuar siendo viables económicamente. Aunque no somos la Universidad Pública del País Vasco somos una universidad con orientación pública, una cooperativa. Pero no contamos con las subvenciones con las que cuentan otras instituciones y uno de los grandes desafíos para nosotros es que todos esos retos mencionados sean viables.
Anteriormente ha trabajado ya en cooperativas.
Sí, siempre.
¿Porque cree en esa estructura empresarial o por obligación?
Yo aterricé en el mundo de las coopeartivas por casualidad. En la déacda de los 70 el movimiento cooperativista comenzó a fortalecerse y expandirse y en mi juventud coincidí estudiando en Toulouse (Francia) con algunos alumnos de aquí. La Escuela Politécnica de aquel entonces también era cooperativa y gracias a ellos supe de su existencia. A decir verdad, llegué a conocer Mondragon casi como si fuera alumno de aquí. Con las historias que me contaban era como si conociera casi a los profesores de la escuela. Hice mías las preocupaciones, dudas e ilusiones que tenían aquí en aquella época y al volver pensé que sería una buena opción venir aquí. Además, la cooperativa Ikerlan surgió estando yo acabando mis estudios. Tuve mucha suerte al poder incorporarme allí. Por lo tanto, empecé en Ikerlan, una cooperativa nueva que debíamos asentar y expandir. En consecuencia, he vivido todo eso desde muy joven y de muy cerca. Posteriormente trabajé en Fagor. Era la primera cooperativa surgida dentro de este movimiento en el País Vasco, pero con otras características: mucha gente, un sitio en el que esa participación se ha vivido muy intensamente desde el comienzo mismo... A decir verdad, siempre he sido cooperativista. No seré de los más ortodoxos pero considero que es algo muy enriquecedor y en ese sentido soy un gran defensor del cooperativismo.
¿Pero es lo mismo introducir el sistema cooperativista en una universidad?
Eso estaba hecho ya antes de que llegara yo. De hecho, el germen de la universidad es la antigua escuela profesional. Todo esto deriva de allí así que es algo muy arraigado aquí.
¿Y cómo puede contribuir el sistema cooperativista a la educación?
El hecho de que una universidad sea una cooperativa la diferencia de las públicas. Entre las privadas también los objetivos son diferentes; algunas tienen objetivos económicos, otras filosóficos o religiosos... Nuestro objetivo no es hacer cooperativistas a los alumnos. Eso, más que otra cosa, es algo que tenemos asimilado los trabajadores. A decir verdad, en ocasiones hemos hecho autocrítica porque al ser algo que tenemos tan asimilado quizá no lo hemos exteriorizado como deberíamos. Lo que quiero decir es que, por ejemplo, no tenemos ninguna asignatura sobre la cooperativa. Y quizá muchos de nuestros alumnos no sepan qué es una cooperativa. Pero es algo cultural, nos ocurre también con otras cosas, como por ejemplo cuando viajamos a un sitio y ni siquiera sabemos ubicarlo en el mapa.
En cualquier caso, en una empresa cooperativa no hay burocracia ni la carga que tiene un funcionario. Si la sociedad necesita eso nosotros deberemos dárselo, si la sociedad va hacia alguna parte nosotros deberemos ir allí también. En nuestro caso, en la medida en que somos empresa privada estructurada como cooperativa, tenemos diversos objetivos encauzados hacia la sociedad y la actividad empresarial. Asimismo, los socios saben muy bien cuál es nuestro proyecto para los dos-tres próximos años. Eso es lo que tiene la cooperativa: que todo aquel que lo desee puede contar con la información que desee y puede participar o elegir los representantes que desee para ello. La cooperativa, de funcionar debidamente, tiene todas esas ventajas y es una forma de trabajar muy enriquecedora, todos tienen la oportunidad de participar. Además, todo ello exige un gran control social, no podemos actuar de cualquier modo. Y, al mismo tiempo, exige mucha implicación y trabajo. Hay que meter muchas horas, no basta con hacer una jornada laboral de ocho horas y decir basta. Investigación, formación permanente... son muy necesarias. Eso no es así porque seamos una cooperativa, por supuesto, una privada también podría funcionar así. La cuestión es que en ella se tomarán las decisiones de otra manera y la participación de los trabajadores también será diferente. Asimismo, lo que cambia, fundamentalmente, es la gestión.
Tomó el cargo de Rector en noviembre y en los primeros meses trabajó junto con Inaxio Oliberi, el antiguo Rector. ¿Qué aprendió de él?
Yo diría que Inaxio y yo hemos tenido recoridos diferentes. Inaxio tiene mucha experiencia en política y además todos sus cargos de responsabilidad fueron en el ámbito de la educación, fue consejero de Educación. Es una persona que conoce muy bien la política, las instituciones políticas y los comportamientos políticos y, además, conoce muy bien el ámbito de la educación. Yo no lo conozco tan bien. En consecuencia, lo más interesante que he aprendido de Oliberi en esos meses es ser consciente de que la responsabilidad del Rector, además de la gestión, tiene mucho que ver con el mundo de las relaciones. En todas las empresas hay relaciones pero en la Universidad las relaciones tienen una proyección social muy importante. Así, hemos labrado nuestra relaciones con sosiego y calidad, tanto con políticos (consejeros, presidente...) como con medios de comunicación (sus directores) e instituciones públicas... Recordando siempre cuál es nuestro proyecto. Por lo demás, en lo concerniente a la gestión, diría que una empresa y la universidad son muy similares y llevo muchos años en ese apartado.
Ahora vendrán cambios con la nueva ley europea de estudios superiores... ¿Cómo ve Mondragon Unibertsitatea de cara al futuro?
Se acercan cambios pero no nos han pillado desprevenidos. Los consideramos muy oportunos y de hecho nosotros ya hemos empezado a introducir algunos de esos cambios.
Pero es una universidad en expansión.
Bueno, estamos creciendo en porcentaje pero en los últimos años nos hemos mantenido. Ha habido un tremendo descenso demográfico en nuestra sociedad y ese hecho ha influido directamente. El descenso entre 1975 y 1993 ha sido tremendo. Si antes nacían unos 40.000 niños y niñas al año, en 1993 nacían unos 15.000. Ese hecho afectó primero a la educación primaria, luego a la secundaria y en los últimos años ha llegado a la universidad. Ya ha afectado a la Universidad del País Vasco y a la Universidad de Deusto y a nosotros aún no nos ha afectado de pleno pero el curso pasado comenzamos a notarlo. Además, tampoco viene mucha gente de fuera a estudiar aquí, bien por el euskera o porque aún no tenemos el eco internacional de sitios como Madrid o Baercelona. En unos cuatro años el número de alumnos aumentará de nuevo y esperamos seguir creciendo.
Además, nuestro objetivo es afianzar firmemente el sistema universitario vasco. Actualmente está conformado por la UPV-EHU, la Universidad de Deusto y Mondragon Unibertsitatea. Las tres universidades conformamos un sistema, con modelos diferentes. Sería muy importante que las tres universidades estuvieran firmemente asentadas y que la sociedad no considerara que las ayudas deben ser únicamente para la UPV. Con la aprobación de la ley de 2004 el propio Gobierno Vasco reconoce la función de la universidad privada pero yo creo que debería gozar de más reconocimiento aún. Que la obtención de recursos económicos no sea una pelea para las privadas y que no estemos siempre al límite. Todas somos necesarias y en este momento la desaparición de alguna de ellas acarrearía problemas. Por otra parte, como no nos conformamos con las titulaciones ofrecidas actualmente, seguimos dando vueltas a la cabeza pensando en el tipo de titulaciones a ofrecer de aquí a diez años. Consideramos que en la medida en que la sociedad cambia debemos ofrecer nuevas titulaciones. La sociedad necesitará otros graduados y debemos considerar qué grados vamos a ofrecer. No queremos ser una gran universidad en lo que respecta al tamaño, sino en términos de reconocimiento. Y queremos crecer en ese sentido. Nuestros retos principales son calidad, seriedad en los objetivos y mantenernos firmes en dichos objetivos. Iosu Zabala (Azkoitia, 1953) Iosu Zabala nació en Azkoitia pero vive en Debagoiena desde hace años, ya que ha encontrado residencia y empleo en el municipio originario del movimiento cooperativista vasco. Inició sus estudios en la escuela de Ingeniería Técnica EUIT de Donostia-San Sebastián y los finalizó en Toulouse, Occitania. Allí realizó también la tesis doctoral. Es doctor en Electrónica, Electrotecnia y Automática Universitaria, convalidado en el Estado con la Licenciatura y Doctorado en Ingeniería Industrial. De Toulouse (Occitania) pasó directamente a Arrasate-Mondragón, empezando a trabajar en la cooperativa Ikerlan, recién creada. Desde entonces su trayectoria profesional se ha desarrollado en los ámbitos de la tecnología, la investigación y la gestión, ligada siempre al movimiento cooperativista. En Ikerlan fue jefe del Departamento de Robótica entre 1978-1985 y director de la División de Diseño y Tecnologías de Producción entre 1986 y 1999. Posteriormente pasó a la Cooperativa Electrodomésticos Fagor como gerente de Negocios, cargo que desempeñó hasta hace pocos meses. En 2006 le nombraron Rector de Mondragon Unibertsitatea y en noviembre ocupó el lugar de Inaxio Oliveri. Ahora es responsable de un proyecto con numerosos desafíos. Se valdrá de toda su experiencia y conocimiento en gestión para esa tarea, ya que afronta con ilusión la responsabilidad de sacar adelante los proyectos educativos del centro.