Paco Etxeberria Gabilondo. Antropólogo forense, Premio Gipuzkoa Giza Eskubideak: Lo que más me conmociona son los malos tratos, cuando se maltrata intencionadamente a otro ser vivo

2007-01-26

SALABERRIA, Urkiri

Hemos quedado el 26 de diciembre, la mañana siguiente al gran banquete de Navidad. Paco Etxeberria, trabajador incansable, guipuzcoano hasta la médula, nos recibe en su despacho de la Unidad Docente de Medicina, junto al Hospital Donostia. Científico, investigador, y artista ocasional, Paco Etxeberria es una persona que transmite sosiego y tranquilidad en su modo de hablar, pero cuando le escuchamos, la pasión surge preeminente.

Médico forense, antropólogo, espeleólogo, investigador... ¿Cómo era usted de niño?

Nací en Beasain. Mi padre era un trabajador de la CAF, trabajaba en la fundición y yo vivía prácticamente en la fábrica. Era tan grande la fábrica que absorbió el barrio donde vivíamos, un barrio de trabajadores. Así que crecí entre máquinas locomotoras, trenes, obreros entrando y saliendo de la fábrica. Estudié con los frailes de La Salle. De esa época, sobre todo, tengo el recuerdo de los trabajadores, con sus incidencias, con sus conflictos, con su mundo de humo, de ruidos, andando en bicicleta y testigos de una manera tan particular de aquella época.

¿Algún recuerdo que le haya marcado?

De la época de chaval también recuerdo la impresión que me causaba la gente que venía para trabajar desde tan lejos. Gente que salía del caserío muy temprano, con nieve, sin nieve, lluvia, frío, a pie y luego en bicicleta. A mí, que vivía prácticamente a un metro de la fábrica, eso me admiraba mucho. Lo mismo de los compañeros del colegio, algunos venían de Idiazabal, de Ataun... y venían en bicicleta, yo les daba mucho mérito, porque alguna vez que iba a visitarles el fin de semana veía que vivían lejísimos, hacían un camino que a veces era un simple sendero y después cogían una bicicleta, y aunque hiciera una helada de mucho cuidado allí se presentaban, congelados, en el colegio para las ocho, ocho y media. Ese esfuerzo, esa cultura del esfuerzo que tanto ha caracterizado a nuestra sociedad, a los guipuzcoanos, me impresionaba muchísimo.

¿Qué le llevó a estudiar Medicina?

De todos los primos soy el más pequeño. Mis padres y mis tíos se esforzaron mucho para que todos nosotros pudiéramos estudiar una carrera universitaria, porque en aquella época eso producía un gran orgullo y satisfacción. Para ellos, que sus hijos vivieran como nosotros vivimos era un sueño. Mis primos estudiaron periodismo, soy primo de Iñaki Gabilondo, ingenierías... pero a mi no me gustaba nada de aquello, por lo que cuando terminé COU, en el Instituto en Donostia, dije que yo quería estudiar medicina o enfermería. Para estudiar medicina me tenía que ir fuera, porque en aquella época no había UPV-EHU y nosotros pertenecíamos al distrito de Valladolid, entonces me fui para hacer el examen selectivo y... aprobé, tuve esa suerte.

Así, como ¿una casualidad?

Sí, porque si no hubiera aprobado aquel examen hubiera podido trabajar en otra cosa tranquilamente, podía haber sido perito industrial, un trabajador en un taller mecánico, o hubiera trabajado en un comercio, o en una oficina de la Caja de Ahorros. Me llama la atención que me hagan entrevistas a mi, como si yo tuviera algún mérito. Lo que yo hago me parece menos difícil que hacer autobuses y venderlos en México. Ser capaces de estar ubicándose en China como los cooperativistas de Mondragón me parece (de un modo exclamativo y de admiración)... ¡Súper complicado! Para mí el mérito lo tiene esa gente que se levanta cada día a las seis de la mañana y día tras día, a lo largo de más de treinta años, va produciendo bienes y riqueza, que luego al resto de la sociedad, por ejemplo a mí, nos permite vivir bien. Si yo vivo bien es porque tengo la suerte de pertenecer a una sociedad muy trabajadora y responsable. Me siento muy orgulloso de ser guipuzcoano por eso.

¿Cómo llegó a la Medicina Legal?

Estando en tercero de Medicina en Valladolid, un grupo de compañeros promovimos que se abriese la Unidad Docente de Medicina en Donostia. Franco ya había muerto y éramos conscientes de que los tiempos estaban cambiando. Comenzó a funcionar el Consejo General Vasco, embrión del Gobierno Vasco, y entonces un grupo de estudiantes nos vinimos a hablar con las autoridades, aquí junto al Palacio de Miramar, para proponer que se pusiera en marcha una Unidad Docente de Medicina en San Sebastián, es decir el segundo ciclo de la carrera de Medicina vinculado a un Hospital. A decir verdad, nosotros que íbamos y veníamos de Valladolid, no teníamos grandes esperanzas, pero, por otra parte, habiendo las estructuras necesarias y un gran cuadro de profesionales, estando en pleno proceso de creación de la UPV-EHU, ¿quién se iba a oponer? Pues así fue, en un año ya estábamos aquí, cabía el riesgo de que esto fuera un fracaso, pero hicimos una fuerte apuesta y acabé la carrera en San Sebastián. Aquí es donde en el último curso hice Medicina Forense y fue, sin duda, la asignatura que más me gustó.

Pero en aquella época ¿era una especialidad?

Como te he comentado, aquella era una época cambiante. Por ejemplo, aquí en Donostia, a nivel de Administración de Justicia, hubo cambios en las personas que estaban trabajando como forenses porque no gozaban de absoluta confianza y credibilidad, ya que procedían de un aparato de organización preconstitucional como mínimo y quien ejercía de médico forense, también ejercía de dentista, o de pediatra, o era médico forense y médico de empresa de cinco sitios más. Entonces, en una de estas, los jueces me llamaron, a través de mis profesores, y antes de acabar la carrera ya estaba trabajando como médico forense. Aquello fue como aparecer en una cantera que nunca ha sido explotada y te dejan picar la piedra por donde quieras. Una oportunidad para trabajar, para ver cosas nuevas, para aprender, infinita. Además, también por casualidad, surgió una plaza de profesor, así que como otros compañeros, eché mis papeles y entré como profesor ayudante e hice la carrera académica, Tesis Doctoral, Titularidad, se puso en marcha el Instituto de Criminología y me metí de lleno en esta parcela que estaba muy poco desarrollada entre los médicos.

Y Vd., con la experiencia que tenía en los juzgados, ¿creyó que había que progresar en ese ámbito?

En aquellos tiempos, no todos veían claro que la medicina forense pudiera ser una salida profesional, incluso desde el Colegio de Médicos, Iñaki Barriola, que además de médico era un gran escritor y humanista, me recomendaba que optase también por otras especialidades. Pero yo seguí en mi empeño y tras un par de años vi claramente que no me había equivocado. Hoy en día, la medicina forense es una especialidad que se ha desarrollado y está implantada en todo el Estado.

¿En qué consiste la medicina forense?

La especialidad se denomina Medicina Legal y Forense, cubre ese ámbito entre el Derecho y la Medicina, que parece a veces tan difícil de conciliar. Casi todo el mundo relaciona el forense con la muerte violenta, es lógico puesto que las autopsias entran dentro de esta especialidad. Pero la mayor parte del tiempo no lo dedicamos a los cadáveres sino a los sujetos vivos que están heridos lesionados, ya sea porque han sufrido un accidente, de tráfico, laboral, o un hecho criminal y sobre los que existe una discusión judicial. La intervención medico-forense se da en todos los procedimientos judiciales en los que exista alguna consideración sobre la circunstancia humana en la que se han producido los hechos, donde ha habido intención y/o daño. La gran mayoría de los hechos que se discuten judicialmente tienen un contenido forense.

Antes ha comentado que cuando empezó a trabajar de forense fue “como llegar a una mina sin explotar”, ¿qué encontró?

Estamos en plena década de los 80. Aquí se dieron muchos acontecimientos muy conflictivos, de gran interés social, judicial y forense. Las toxicomanías irrumpían como una cosa nueva, toxicómanos que derivaban en delincuentes, los malos tratos, no solo hacia las mujeres sino también hacia los detenidos, todo el tema de las muertes violentas, muertes complicadas, atentados... todo eso era impresionante porque todo suscita tu interés y al mismo tiempo ves que no das abasto.

¿Sólo trabajan sobre el plano físico de la persona?

No. También con todo lo que refiere a la esfera mental. De hecho en el momento actual se está trabajando en las sub-especialidades de la Medicina Legal y Forense, y son tres; Patología Forense (autopsias), Psiquiatría Forense y Valoración del Daño Corporal, sobre todo por la ingente cantidad de heridos en accidentes de tráfico.

¿Qué casos le han impactado, le impactan más como forense?

A medida que pasa el tiempo, pienso que lo que más me conmociona son los malos tratos, cuando se maltrata intencionadamente a otro ser vivo. Incluso lo veo por encima del asesinato, es difícil de sostener en cuestiones de derecho, pero ¿quemarle con un cigarrillo a un niño de tres años quince veces seguidas en las piernas? Cuando ves a ese niño, no con una quemadura de cigarrillo, que es muy grave, sino con quince, (contando despacio) una, dos, tres, cuatro, ... Y así hasta quince, pienso que algo gravísimo, el más grave de lo que puede haber nunca, en ese momento pienso que no hay cosa más grave que haber hecho esto a este niño, no hay nada más grave que el maltrato a la infancia. Pero a continuación pasas a ver mujeres maltratadas, donde además de las lesiones físicas está la humillación, donde el maltratador se ríe y esa risa es lo que más duele a la mujer. Luego paso al maltrato a los ancianos, ves lugares, que te ponen los pelos de punta, donde los mayores viven en condiciones infrahumanas, desatendidos no sólo por las instituciones sino por sus propios hijos, estos hijos que han sido criados y sacados adelante con el esfuerzo de sus padres, y así podríamos hablar de infinidad de maltratos. Finalmente me referiría al maltrato policial y a la tortura, pero estos son diferentes.

¿En qué sentido?

En que se trata de un maltrato institucional. El maltrato policial y la tortura es un maltrato con planificación y con toda la intención, está escrito cómo se ha de hacer y es conocido por infinidad de autoridades. Particularmente, el maltrato de la Guardia Civil si nos volvemos a situar en la década de los 80, era una cosa horrorosa. Cuando íbamos a reconocer a los detenidos era lamentable inclusive el sitio, ni qué decir lo que ocurría, incluso a nosotros nos espetaban “¡a ver... que viene el forense aquí!, y ¿quién le ha enviado?, y ¿por qué?, y ¿por qué no ha venido antes?, y ¿a qué va a venir más tarde?”. Todo lo que rodeaba a la gestión del detenido era horroroso.

¿Y la gestión actual de los detenidos?

No está bien resuelta, es un asunto que en general va muy retrasado con respecto al avance de otras cuestiones que se dan en nuestra sociedad. En nuestra sociedad, en pleno siglo XXI, se introducen los procesos de mejora continua en todas partes, desde la fabricación de autobuses hasta en la panadería, pasando por la enseñanza y la atención pública, quien no trabaje con procesos de mejora continua no tiene futuro, si esto es así, ¿por qué no se puede trasladar a la gestión de los detenidos? (Breve silencio, con cara de contrariedad y de un modo más enfático).

¿Por qué hay que gestionar esa incidencia con metodologías de hace 22 años? ¿Por qué en la gestión de detenidos no se pueden introducir cambios, ideas y mejoras, con toda tranquilidad? ¿Por qué hay quien se opone? ¿Por qué hay un partido político en el País Vasco que se opone, que está en desacuerdo, cuando el Parlamento habilita un procedimiento concreto promovido por el Gobierno Vasco para los detenidos por la Ertzaintza? Pero ¿qué problema tienen estas personas para admitir unas garantías y mejoras en la gestión de las personas que son detenidas? Yo no puedo consentir que por lo que sea, cualquier altercado del tres al cuarto, detengan a un sobrino mío y le tengan en una celda que no se ha desinfectado nunca, ya no digo que no le peguen, que se supone que nadie le tiene que pegar, ¡Cómo ciudadano de una sociedad pudiente exijo que los calabozos estén absolutamente en condiciones! del mismo modo en que no se puede tener un enfermo mental metido dentro de una jaula en el hospital.

¿Cómo es el procedimiento?

Bien, se han informatizado los juzgados y los jueces siguen siendo los responsables de la gestión del detenido y tienen que ejercer una tutela respecto a eso. Porque el detenido es por decisión del juez, aunque la mano ejecutora sea la policía que sea, y el juez tiene que conocer todas las incidencias. En esa franja de tiempo en que una persona es detenida y llevada ante el juez, no puede ocurrir nada que escape al control judicial. Si en algún momento ocurren malos tratos y torturas es un reproche que particularmente hay que hacérselo a los jueces. Los malos tratos a los individuos se podrían cortar a nada que los jueces fueran un poco más enérgicos y no consintieran ni un caso más.

Así que las leyes no nos protegen siempre...

Si nos vamos a los inicios en que comencé a trabajar en este campo vemos un recorrido cargado de incidencias y muchas muy negativas, con todo tipo de irregularidades, sobre todo en aquel tiempo “glorioso” en el que se funcionaba con impunidad del funcionario que se siente autoridad y por lo tanto “puedo hacer lo que me dé la gana, porque total, si me reprochan algo, a lo sumo será una conversación”.

Además todo esto va, además, reforzado por la mentalidad perniciosa que nos rodea, la mentalidad del católico que viene con ese concepto del castigo.

Pero ¿tan influida está la sociedad?

Ese concepto de castigo estaba en los frailes que me formaron, es un hecho cultural desgraciado, y ese concepto de castigar al otro se extiende en cosas importantes y pequeñas. Estamos todo el tiempo castigándonos unos a otros y cuando llega esa “autoridad-funcionario” necesita hacer dos cosas; castigarte, porque sí, porque es su deber cuando te ha detenido y después resolver por un procedimiento más rápido algo que de otra manera le costaría más tiempo. Me remueve tremendamente el recordar cuando iba a Intxaurrondo a reconocer algunos detenidos, verles allí a Rodríguez Galindo y otra serie de personas, saber que había jueces que “no compartían del todo” estas metodologías pero no hacían nada, otros que sí estaban dispuestos a intervenir, pero no llegaban a estar más de tres meses aquí y por lo tanto al siguiente juez se le trataba de engañar del mismo modo, y toda aquella vorágine de aquellos años... pues sí, me tocó a mi. (Breve pausa frunciendo el ceño).

Reconocer a un detenido que había estado siendo torturado hasta hace unos minutos, es una situación increíble. Tú piensa que yo vivo en una sociedad en la que me creo que algunos valores van en serio y al mismo tiempo esto está institucionalizado, porque se conoce de su existencia y se trata como un hecho menor. Y eso, en la sociedad vasca, es algo que realmente nos preocupa, porque de cara al proceso de paz, de normalización, tiene que ver con algo que no se ha resuelto bien estos años. La llamada transición democrática en algunos lugares duró un día, en otros un año, en otros diez años y aquí aún hay cosas que no se han resuelto bien. La violencia, el abuso policial, ese maltrato, se está resolviendo lentamente pero tiene unas raíces históricas muy profundas.

Pasemos a otro tema, ¿qué nos dice de la antropología forense?

A mi, dentro de la medicina forense los temas que más me interesan es el de la patología forense y el de la antropología forense. De este segundo tema es sobre el que hice mi Tesis Doctoral, para ello vi muchísimos esqueletos tratando de descubrir en ellos lesiones y patologías. Además, hace unos años estudiamos los esqueletos de 130 soldados franceses, de las guerras Napoleónicas, enterrados en Tolosa, y otros enterrados en León y en Zaragoza.

También le ha tocado exhumar víctimas de la Guerra Civil...

Sí, un buen día surgió la posibilidad de trabajar en torno a las víctimas de la Guerra Civil Española y allí fui. Se constituyó un equipo en León y me avisaron porque querían que hablara sobre patologías traumáticas. Entonces, en el año 2000, empecé a trabajar en algo que emergía, con una metodología científica, donde se formaban equipos con antropólogos, psicólogos, biólogos, médicos, historiadores, arqueólogos... Todas estas sinergias, de la influencia de las asociaciones, presión de familiares, implicación de técnicos y profesionales, se han ido uniendo desembocando en que el año 2006 fuera declarado el Año de la Memoria.

¿Y aquí?

Con ese mismo rigor se planteó hacerlo aquí, en Euskadi, y de mano del Gobierno Vasco se desarrolló un proyecto que yo dirigí y que tenía que ver con personas desaparecidas. En principio se trataba sobre todo la vertiente histórica, trabajo de archivos...

¿Qué hace un forense en una investigación de este tipo?

En este campo, me gustaría que se llegara a funcionar de la misma manera en que se funciona en el mundo judicial, como perito médico que no eres parte en la discusión, sino quien dictamina un informe técnico. A nosotros, los investigadores no nos corresponde reivindicar, organizar homenajes.

Con respecto a estos trabajos, ¿qué panorama encontramos?

Creo que en estos momentos se ha abierto un espacio en el que se puede hacer una revisión crítica, no de la Guerra Civil, sino de la dictadura del Franquismo. Las guerras tienen un montón de horrores, toda la sociedad se des-estructura, no solo sufren los que están en el frente, sino los ancianos, los niños y las mujeres. Pero lo gordo de la Guerra Civil Española, fue lo que pasó luego: el establecimiento de una dictadura fascista.

Algunos dicen que es mejor “olvidarse y ya está”. ¿Qué opina?

Habrá gente a la que le parecerá mal y habrá gente que tenga sus dudas, creo que es por el complejo de culpabilidad que nos entra por no haber sabido cómo hacer las cosas. Allá cada uno con su conciencia.

Pero eso ya da igual, y ahora ha llegado el momento en que nadie puede dudar y haremos una revisión crítica de lo que aquí pasaba durante el Franquismo, en los años 70, o en el 80 derivado del una maquinaria franquista que aquí seguía funcionando.

Y se harán trabajos, cursos, conferencias, poesías, canciones, películas, cuadros y de todo, ¿por qué no?, con toda tranquilidad. Desde todos los ámbitos de la sociedad se puede intervenir, y que no nos engañen, no es verdad que se reabren las heridas entre las personas sino que damos pie un debate muy interesante desde el punto de vista político, en el que discutiremos cómo fueron los procesos que hicimos entre todos.

No se reabrirá el conflicto entre vecinos de izquierdas o de derechas, sino la mirada crítica sobre el modelo de transición o la facilidad con la que el aparato franquista continuó influyendo entre nosotros.

Para concluir, tres preguntas cortas:

¿Después de la muerte?

Nada. El tiempo presente es el único que existe. Lo que no hagas en tu vida, no lo vas a hacer en una vida posterior.

¿El mejor regalo que ha recibido?

Hace poco, un panal maravilloso.

¿El mejor regalo que ha hecho? Últimamente, cuando hemos entregado a alguna familia documentos firmados por su padre... algunos casi se desmayaban al tener esos papeles entre sus manos. Paco Etxeberria Gabilondo (Beasain, 1957)

Doctor en Medicina. Profesor Titular de Medicina Legal y Forense en la UPV-EHU. Presidente de la Sección de Antropología de la Sociedad de Ciencias de Aranzadi. Secretario de la Asociación Española de Paleopatología. Subdirector del Instituto Vasco de Criminología. Como investigador ha participado en numerosas exhumaciones en contextos arqueológicos: soldados de las Guerras Napoleónicas, fusilados de la Guerra Civil Española..., aportando el punto de vista científico. Cuenta con numerosas publicaciones, nacionales e internacionales, sobre temas relacionados con Antropología, Paleopatología, Medicina Foral y Forense. Investigación y compañerismo: “Estando en la Universidad tienes que tener un compromiso ético con respecto a lo que sucede a tu alrededor. Está claro que la investigación es cuestión de equipo, sino tienes un equipo Inter-disciplinar no puedes hacer nada. Se me suele tener a mi como referencia, y me suelen hacer a mi las entrevistas, pero creo que es injusto porque a ellos también habría que entrevistarles. Para con respecto a la sociedad es nuestro deber aportar nuevas visiones y conocimientos.” El caso de la dictadura Chilena: “Desde hace unos meses estoy en una comisión internacional investigando casos de muertos de Pinochet. Estando en Chile ha muerto Pinochet y he sido testigo directo de cómo la sociedad chilena discute las cosas, y allí todo el mundo le llama a Pinochet “el dictador”, y se habla de la dictadura, y si un periodista escribe sobre ello no es perseguido. Sin embargo, en España, todavía a día de hoy hay personas que denominan a la dictadura “el régimen anterior” como intentando no hablar claramente del golpe de Estado y la dictadura militar de Franco, ni qué decir si en el año 1975, a algún periodista se le ocurría escribir algo sobre Franco, el dictador... ¡Le hubieran confiscado la edición y hubiera sido perseguido judicialmente!” Familia: Dos épocas diferentes. Familia de origen: Una hermana 10 años mayor y él. Familia propia: Casado y una hija de 16 años. De su época de chaval recuerda una familia más reunida, se ejercía mucho más control sobre cada uno de sus miembros, para lo bueno y para lo malo. Las incidencias que ocurrían entre los tíos y primos, (la primera novia, las notas, irse a estudiar o a trabajar afuera), cualquier cuestión se gestionaba dentro de la familia, y si alguno tenía algún problema toda la familia se volcaba, sin dudarlo, para resolverlo. Pero también está el otro lado, y es que, cuando se es joven a uno no le gusta que le estén fiscalizando todo el tiempo. En la actualidad, “en aras de la independencia, del individualismo y la privacidad, no tienes por qué estar explicando nada a un tío, primo o sobrino, porque si haces preguntas como —¿qué notas ha sacado el chaval?—, parece que estas metiendo las narices en asuntos que no te conciernen”. Por otra parte, en la generación de sus padres el tiempo libre no existía, todo era trabajar para sacar adelante a los hijos, y según su visión ahora disfrutamos más del ocio, somos más individualistas, somos más egoístas. Aficiones: Su afición deportiva, cultural y ocio es solo una, a ella se ha dedicado y dedica con “pasión”: La espeleología. Cuando tenía unos quince años acudió a una conferencia de Rafael Zubiria, de Aranzadi, y tras ella se sintió transformado. La conferencia en cuestión versaba el mundo de las cuevas, y según nos cuenta: “para mi aquello fue lo que yo supongo que les ha pasado a quienes se han metido a sacerdotes y monjas, han optado por una vocación religiosa. Aquella conferencia, aquel día, aquella tarde, al ver ese mundo subterráneo me quedé tan impresionado que tuve claro que eso era lo mío. Así que me apunté en Aranzadi, y desde que vine a Donostia a los 17 años, todo mi tiempo libre y ocio lo he dedicado al mundo de la espeleología, y a través de la Sociedad Aranzadi y en Aranzadi conocí la forma de poder realizar la actividad seriamente, con medios materiales y un buen equipo humano. Creo que puedo haber visto cerca de 1000 cavernas, aquí y allá” Franquismo: El franquismo fue la única dictadura que pervivió en Europa imponiendo después de una guerra, a toda una generación, toda una vida bajo un régimen dictatorial. “Esa desgracia, bajo mi punto de vista, es de consecuencias superiores más trágicas a las de la propia guerra, porque el sufrimiento es continuado. Los muertos no sufren, “descansen en paz” dicen los sacerdotes, los que sufren son los que están alrededor, los supervivientes a esa guerra que, además de tener que sobrevivir a duras penas, van a ser estigmatizados y perseguidos: Les mintieron, les persiguieron, les robaron todos sus bienes... Toda esa segunda parte, para muchos que se mantuvieron fieles a la República y que estuvieron en la cárcel convencidos que a nivel internacional tras resolverse la II Guerra Mundial, Franco, como dictador fascista, iba a ser derrocado sin rémora alguna, esa segunda parte, fue una segunda derrota psicológica, más dura si cabe. Durante toda la dictadura se instauró el miedo porque los disidentes eran perseguidos, sometidos a juicios irregulares y condenados, incluso en los años 70 hubo condenados a muerte.”
Partekatu
Facebook Twitter Whatsapp

Précédents

Asier Lanchas. Ikusmen murriztuduna: Norberak jartzen dituen erronketan dago autonomiarako bidea

 

Irakurri

Víctor Erice. Zinemagilea: Zinea gizakiak sortu duen azken hizkuntza-artistikoa da eta beste edozeinek ez bezalako gaitasuna dauka errealitatea islatzeko

 

Irakurri

Ane Matxain. Biolin-jolea: Musika jotzeak edo entzuteak nire sentimenduak irekiarazten dizkit, dena mugitzen zait, barneko sentsazioetan murgiltzen naiz

 

Irakurri

Menchu Gal. Margolaria: Ezin dut nire bizitza pinturarik gabe ulertu

 

Irakurri

Igone Azpiroz eta Alberto de la Cuesta. Eusko Jaurlaritzako Etengabeko Ikaskuntza zuzendaria eta Tknikako IKT eta e-Learning zuzendaria: Etengabeko ikaskuntzaren bidean, erakundeak izugarrizko eskaintza egiten ari gara, eta beharbada gizarteak ez du oraindik hausnartu bide horretan gaudela

 

Irakurri