El proyecto Ituntzen tiene como objetivo principal tejer pactos sociales en torno a los cuidados, abordando uno de los desafíos más críticos para el bienestar de la sociedad vasca.
A través de la colaboración entre diversos actores, se busca definir un modelo de cuidados más equitativo y sostenible, que responda a las necesidades emergentes de una sociedad en transformación. En concreto, este proceso apunta a diseñar estrategias que fortalezcan las redes de apoyo, tanto públicas como comunitarias, para mejorar la calidad de vida de las personas dependientes y de quienes se encargan de su atención.
El pasado 16 de octubre, se celebraron en Donostia dos foros enmarcados en este proceso, ambos impulsados por Eusko Ikaskuntza, con el respaldo del Departamento de Bienestar Social, Juventud y Reto Demográfico del Gobierno Vasco.
Este proyecto se sitúa dentro de un contexto más amplio, marcado por la necesidad urgente de alcanzar consensos que faciliten la cohesión social y territorial en Euskal Herria. Durante el XIX Congreso de Eusko Ikaskuntza, celebrado previamente, se subrayó la importancia de llegar a acuerdos que impulsen el progreso conjunto del territorio vasco, y el proceso Ituntzen representa un esfuerzo concreto para avanzar en esa dirección. Específicamente, estos foros han sido un primer paso hacia la consolidación de pactos que aborden el ámbito de los cuidados, un tema fundamental para la sostenibilidad social en los próximos años.
En los foros participó una numerosa representación de la academia y la sociedad civil. En particular, se contó con la presencia de representantes de diversas organizaciones del tercer sector, incluyendo entidades de discapacidad, mayores, mujeres, migrantes, infancia e inclusión. Ellos han sido los verdaderos protagonistas, y se ha querido dar voz a estas organizaciones, reconociendo su papel clave en la construcción de un modelo de cuidados inclusivo y colaborativo.
Empleo y trabajo no remunerado
A primera hora del segundo foro –el primero de Donostia–, tuvo lugar la ponencia de Uzuri Castelo Moñux, profesora e investigadora de la UPV/EHU, quien ofreció una visión detallada sobre la situación laboral de las personas cuidadoras y el peso que la familia sigue teniendo en el sistema de cuidados en los territorios vascos.
Castelo comenzó su intervención conceptualizando los cuidados como la gestión y mantenimiento de la vida diaria, la salud y el bienestar de las personas, elementos esenciales para la supervivencia y la reproducción social. A pesar de ser una actividad crucial, sigue siendo invisibilizada en los niveles social, económico y político, además de estar altamente feminizada. De hecho, las mujeres dedican 3,2 veces más tiempo a tareas de cuidado no remunerado en comparación con los hombres, y el 80% de quienes trabajan en este sector son mujeres.
En su análisis, destacó cómo el sistema de cuidados en nuestro territorio sigue muy influenciado por una estructura familiarista, en la que la familia, y en particular las mujeres, asumen gran parte de las responsabilidades de atención. Aunque existe una tendencia creciente hacia la mercantilización del cuidado, con un aumento de la contratación privada y la subcontratación de servicios por parte de las administraciones públicas, la familia sigue siendo el pilar central del sistema.
Según la profesora, el sector de cuidados ha experimentado un notable crecimiento desde la década de los 90, impulsado por el aumento de la esperanza de vida y la mayor demanda de atención a personas en situación de dependencia. A pesar de las crisis económicas, es uno de los sectores que menos empleo ha perdido. No obstante, son varios problemas estructurales que persisten: informalidad, precariedad laboral y falta de reconocimiento profesional. La feminización del sector, la pobreza y la vulnerabilidad de muchas trabajadoras, especialmente migrantes, son algunos de los principales desafíos.
Además, el cuidado se encuentra en la intersección de varias esferas: lo gratuito y lo pagado, lo social y lo sanitario, lo público y lo privado. El aumento de empresas privadas y "startups" en servicios de teleasistencia y atención domiciliaria refleja una creciente mercantilización, pero con poca regulación y condiciones laborales precarias.
A partir de este análisis, los intervinientes en el foro centraron su atención en tres ámbitos clave: la valoración profesional de las personas trabajadoras del sector, la mejora de sus condiciones laborales y el reconocimiento del trabajo no remunerado que realizan las familias. La tarea realizada fue la de proponer medidas concretas para avanzar en la mejora de estos tres aspectos, con el objetivo de dignificar el empleo en el sector, asegurar condiciones laborales justas y reconocer la contribución crucial de las familias en el sistema de cuidados. Entre las propuestas más destacadas se mencionaron la necesidad de profesionalizar el sector mediante una mayor formación, asegurar derechos laborales básicos y fomentar el equilibrio entre el trabajo formal de cuidados y las responsabilidades familiares. Los participantes coincidieron en que estos avances son esenciales para construir un sistema de cuidados más justo y sostenible.
Reciprocidad Generacional en los Cuidados
La tercera –el segundo de Donostia– sesión comenzó con la intervención de Begoña Elizalde-San Miguel, profesora de la UPNA, quien centró su ponencia en la reciprocidad generacional en los cuidados, tema central del foro. A lo largo de su intervención, Elizalde-San Miguel expuso el concepto de "desequilibrios en los cuidados" y cómo estos afectan a las dinámicas sociales, poniendo de relieve tres aspectos fundamentales.
En primer lugar, se abordó el desequilibrio entre los retos demográficos actuales y la organización de los cuidados. El envejecimiento de la población y la disminución de la tasa de natalidad han generado una presión creciente sobre un modelo de cuidados que se apoya de forma desproporcionada en las mujeres y en la familia. Este modelo, según Elizalde-San Miguel, es insostenible a largo plazo, ya que los datos demográficos muestran que no garantiza la continuidad y la calidad de los cuidados. La carga recae principalmente sobre las mujeres en un contexto de cambios poblacionales que dificultan el mantenimiento de este enfoque tradicional.
El segundo desequilibrio se refiere a la transformación significativa que ha sufrido la familia en términos de su composición y las funciones que desempeña. Hoy en día, los nuevos modelos familiares, como los hogares monoparentales o con menos hijos, presentan retos importantes a la hora de mantener el rol de la familia como principal proveedora de cuidados. Esta evolución ha creado una incoherencia entre la realidad de estas nuevas configuraciones familiares y la necesidad de seguir asumiendo las tareas de cuidado de manera predominante. La presión sobre la familia, en este sentido, es desproporcionada y difícil de sostener, lo que genera tensiones estructurales.
Finalmente, Elizalde-San Miguel analizó las estrategias desarrolladas por distintos actores —familias, administración, mercado y comunidad— para enfrentar este escenario inestable. Las familias, aunque siguen siendo un pilar central en la provisión de cuidados, lo hacen con cada vez más dificultades, debido a los cambios sociales y demográficos mencionados. El mercado, por su parte, ha comenzado a asumir un papel más destacado en la provisión de servicios de cuidados, especialmente a través de la mercantilización de servicios como la teleasistencia o la atención domiciliaria, pero esto no siempre viene acompañado de condiciones laborales adecuadas ni de una regulación suficiente. La administración, si bien ha incrementado su participación en la financiación de los cuidados, sigue sin asumir completamente la responsabilidad, dejando gran parte de la carga sobre las familias. En cuanto a la comunidad, las redes vecinales y las asociaciones civiles intentan aportar soluciones a esta crisis, pero su capacidad es limitada y no logran suplir las carencias estructurales del sistema.
A partir de este análisis, los participantes del foro centraron su atención en identificar fórmulas intergeneracionales que permitan repartir de manera más equitativa la responsabilidad de los cuidados, evitando que la carga recaiga exclusivamente en una generación o grupo social. Se debatió sobre la importancia de promover la colaboración entre generaciones, así como de desarrollar políticas públicas que garanticen un reparto más justo de las tareas de cuidado. También se subrayó la necesidad de una mayor implicación de la administración y la comunidad en la provisión de cuidados, para aliviar la presión que actualmente soportan las familias, especialmente las mujeres. La corresponsabilidad entre la administración, el mercado, las familias y la comunidad se destacó como un pilar fundamental para avanzar hacia un sistema de cuidados más sostenible y equilibrado.
Todas las aportaciones recibidas en los tres foros serán recopiladas en tres informes, los cuales se contrastarán con diversos actores en las próximas semanas. Se prevé que, a final de año, se hagan públicas las principales conclusiones.