Aspecto más destacado de Francisco Escudero.
El de creador, pero también el de investigador en el ámbito de la pedagogía, de la composición, de la armonía... Al Maestro Escudero se le conoce como un gran compositor. Fue, junto a otros, decano de una generación de músicos que ha abarcado prácticamente todo el siglo XX. Vivió la vida que le tocó vivir en un país con unas convulsiones (guerra, exilio, campo de concentración...), pero por encima de eso aparece la figura del creador, del hombre que quiere, a través de la música, transmitir un mensaje cultural al individuo. Él utilizaba la música como una especie de catarsis, no solo personal, sino cultural.
El arte en general, y la música en particular, debe salir de lo que es el folklore y dejar una identidad que vaya más allá de las herencias del siglo XX en el País Vasco. Guridi y Usandizaga, por ejemplo, tuvieron una transcendencia en la cultura popular, pero desde el punto de vista musical faltaba la figura de Francisco Escudero para completar ese proceso.
Algunas de sus obras.
El aita ha creado obras de todos los géneros, obras de referencia, densas desde el punto de vista estético como Illeta, los conciertos para violín, violoncelo y piano, por supuesto las óperas Zigor y Gernika que en sí mismas ya son focos culturales, el poema sinfónico Aranzazu, el poema sinfónico San Juan Bautista...
Cultura vasca con proyección internacional.
Él creyó en una cultura vasca hecha aquí y con proyección internacional. Sacó las oposiciones de director de banda en Madrid, y aunque podía haber elegido cualquier lugar decidió venir a San Sebastián por la familia y porque tenía la necesidad de hacer cosas aquí. Ahí se ve su ámbito romántico.
Le dio a la música una visión profesional y pedagógica. Formó una banda en San Sebastián, la Orquesta de Cámara de Gipuzkoa, la Orquesta del Conservatorio de San Sebastián, hizo que este conservatorio fuera el primero en ser superior de toda la Cornisa Cantábrica y, de hecho, tiene un archivo con un patrimonio tremendo que está digitalizado sin que se le pueda dar mucha salida.
“Él creyó en una cultura vasca hecha aquí y con proyección internacional.”
Lenguaje personal propio.
Mi padre ha querido buscar siempre un lenguaje personal. Solía preguntar si las obras sonaban a Escudero, si el lenguaje era suyo, si había sello personal. Quería que la gente que se acercara a su obra viera un referente inconfundible. De hecho, no hay en la cultura vasca otro lenguaje anterior que se le parezca, fue un gran innovador, un gran conocedor de la técnica y alguien que nació con un don.
Alumnos y reconocimiento.
Escudero era una persona muy humana y los alumnos le veían como un pater espiritual. Había una relación maestro-discípulo, pero siempre dejaba que buscaras tu propio universo, no te condicionaba ni te adoctrinaba. Yo también tuve la suerte de ser su alumno.
En el último acto de homenaje que le hicimos en Zarautz estuvieron dos ex-alumnos ilustres, Ángel Illarramendi y Alberto Iglesias. Éste último dice que con mi padre no solamente aprendía la técnica, sino también a ser persona, a sentir, a pensar, a fantasear... y eso lo ha sabido proyectar muy bien en el ámbito cinematográfico que es muy programático, igual que lo era mi padre en su música. La música tiene que decir algo, no puede engañar. En el caso del aita la masa sonora está trabajada con la armonía, con la instrumentación, pero siempre buscando unas sonoridades muy equilibradas que digan algo a quien la escucha. La masa sonora es ese todo del universo que está ahí y que un ser humano es capaz de limitar en un papel para que luego suene de esa forma.
Escudero tuvo más de 4000 alumnos, que luego han ido ramificándose por diferentes lugares de la geografía. Muchos apelan a su memoria, otros guardan silencio, pero no hacen mucho por la memoria del maestro. Yo veo grandes vacios, personas, instituciones, coros, orquestas... Por ejemplo, mi padre estuvo en Bilbao desde los 30 años hasta los 40 dedicado a la Santa Casa de Misericordia, hizo la famosa Misa en Re que, según él, es una de sus grandes obras, pero... Esto nos enlaza con su ámbito espiritual, en un sentido humano y religioso.
Aranzazu.
En Aranzazu conviene con Oteiza, Sáenz de Oiza, Salbatore Mitxelena y le encargan hacer el poema sinfónico Aranzazu, que desgraciadamente se pone muy poco. Desde el cariño quiero decir que es una de las grandes obras de la cultura vasca en la cual él utiliza referencias a esa dualidad de personajes vascos, los que reflejan a San Ignacio de Loiola y a la Virgen de Aranzazu; dualidad de lo fuerte, lo luchador, casi lo militar frente a lo mariano, el rezo, la acogida... y está perfectamente reflejado.
Vida dedicada a la música.
Pocas vacaciones habrá tenido mi padre. A la familia se nos ha quedado esa espina dentro, pero él siempre priorizaba el trabajo y, como tenía esa paz, componía. Acababa una cosa y entraba en otra, por eso su producción es muy densa. Hay obras como la ópera Gernika o Zigor que le llevaron 6 años de trabajo porque no solamente se dedicaba a eso, también estaban el conservatorio y la familia.
En los últimos años se han ido publicando una serie de obras hasta ahora inéditas.
Han ido saliendo obras por el propio proceso de investigación y gracias a la colaboración de ciertas instituciones y editoriales. Creo que hay que dar un “arreón” a obras que están editadas, pero guardadas en un cajón. Hay que conseguir que lleguen, no solamente a los profesionales de la música, sino al mundo educativo también para que tengan ciertas melodías de Escudero como referencia. Hay un tratado inédito de armonía con apuntes de muchos años que luego concitó en un escrito y es un legado muy importante desde el punto de vista técnico; algún día verá la luz.
La crítica dice que la obra de Escudero tiene los suficientes elementos como para ser considerada una de las más valiosas del siglo XX. Sin embargo, no es lo suficientemente conocida...
Yo no me quejo y el aita tampoco lo hizo ya que en vida se estrenaron todas sus grandes obras. Se han tocado todas y algunas se han grabado, aunque ha sido en la última época. Por ejemplo la Orquesta de Euskadi hizo un esfuerzo muy grande haciendo un CD doble muy importante, la Orquesta de Bilbao también hizo algo, algunos concursos y congresos de música de Vanguardia... pero hay que grabar mucho más de lo que se ha grabado.
Adorno, uno de los grandes estudiosos de la estética de la escuela de Frankfurt, decía que socialmente el arte que es arte, no es arte para la sociedad. Es decir, la obra de mi padre no repele a quien la escucha, el problema está en quien gestiona la propuesta de su ubicación en un escenario, en una grabación. Eso es lo que falta, un empujón ahí.
Mi padre fue un idealista y creo que gente que estuvo a su alrededor le llegó a manipular porque vieron en esa bondad y en esa capacidad técnica una mina. Como anécdota, él cedió todos los derechos de la obra Zigor porque confiaba en que en Euskadi se construyera el gran teatro de la ópera y ayudó al desarrollo de una cultura de la ópera.
“Mi padre fue un idealista y creo que gente que estuvo a su alrededor le llegó a manipular porque vieron en esa bondad y en esa capacidad técnica una mina.”
El motivo por el que la obra no es conocida.
Es peligroso caer en la tentación de pensar en la envidia, pero si nos remitimos a los hechos puede que así sea. Tengo fe en su obra, que es muy potente, sin concesiones. Hay pequeños detectores que me dicen que la cosa funciona, por lo tanto sé que no estamos vendiendo humo. No niego la realidad actual de la música de consumo, pero no a costa de no hablar también de esas otras grandes referencias de la cultura porque si no, nos quedamos en un sustrato cultural vacío, alienante... Habrá gente interesada en la música de Francisco Escudero desde un punto de vista intelectual, pues vamos a dárselo.
La clave en la divulgación de su obra es que los propios músicos creamos que eso es posible y ayudemos a que sea así. Que quienes gestionan los actos culturales, quienes programan conciertos, quienes llevan coros y orquestas fuera tengan en su agenda a Escudero precisamente por eso, porque su música es de un potencial extraordinario, porque refleja la cultura vasca y porque, tal y como él decía, no es una música artificiosa.
Hay muchas ramas que resaltar ya que su trayectoria ha sido muy larga...
Era un crío cuando tocaba la flauta y el oboe en la Banda de Zarautz, tenía mucha facilidad. Tocaba bien muchos instrumentos y por eso luego instrumentó tan bien. Si analizamos las diferentes facetas a lo largo de sus 89 años de vida nos encontraremos con una cantidad de sorpresas extraordinarias, pero sobre todo fidelidad a la música, fidelidad a las personas que conoció. Yo creo que ha sido traicionado en vida muchas veces, de forma consciente, pero lo dejaba pasar porque su alma estaba por encima de esas minucias, pero esas actitudes humanas han hecho que su música no avance o se esconda o se pierda...
Escudero y la ópera.
Él amaba el euskara, no lo hablaba bien pero se rodeaba de personas intachables a nivel filológico como Mitxelena, Carmelo Iturria, Aita Lekuona... Decía que la lengua vasca era muy musical, más que otras lenguas. Sin embargo, ¿cuántas óperas se cantan en euskara? Cuando un coro o una orquesta sale fuera hace algo de las Diez melodías vascas de Guridi, que están muy bien porque son sencillas, pero ¿por qué no Zigor o Gernika? Mi padre conocía el repertorio y amaba la ópera, pero no se decantó a seguir en ese género por lo que fue viendo. Y lo digo con ánimo de conciliar y de crear una relación con la ABAO, con quien tenemos cierto desencuentro por determinadas cuestiones, pero lo que importa son las obras y no pueden estar en una especie de tierra de nadie esperando a que alguien desbloquee esa situación. Hay que conciliar eso de alguna manera porque ni el país, ni la propia cultura vasca se merece que eso esté guardado en un cajón. No podemos por nuestros errores humanos dejar que esto siga así.
La Sociedad Coral de Bilbao es la propietaria de Gernika, pero no se ve un gran movimiento. Se grabó hace poco en el Kursaal donde se hicieron tres representaciones muy importantes, la Orquesta de Euskadi hizo el esfuerzo de grabarlo y les estoy muy agradecido.
Centenario de su nacimiento. Memoria de Escudero.
Durante el centenario queremos que se ajusten determinadas cuestiones como la publicación de la tesis sobre él, la bibliografía y la ubicación Escudero como estudioso, porque cuantas más referencias, mucho mejor. El Gobierno Vasco va a editar una unidad didáctica, que ha preparado una profesora que estudió en el conservatorio, sobre la Sinfonía Mítica que mi padre hizo pensada para los críos.
Itziar Larrinaga, entre otras cuestiones ha hecho un catálogo comparado y una monografía sobre Escudero, que hará de punto de referencia para investigadores que se quieran acercar a la figura de Escudero desde una perspectiva intelectual y conceptual. Confío en que vengan más investigaciones que ubiquen su figura, no sólo en la memoria de quien ya la tiene, sino que caiga en el inconsciente colectivo, que sea único dentro del panorama cultural vasco. Yo me he desmarcado en ese sentido, porque prefiero que sean otros, que objetivamente, se acerquen a su figura ya que es abarcable desde muchos puntos de vista, es un filón y se puede desmenuzar su obra, su vida académica, su vida personal...
Me haría ilusión ubicarlo en el proceso educativo de la música en Euskadi en cuanto a formación de conservatorios, creación de las escuelas filiales derivadas luego en Escuelas de Música...
“Uno de los dones que tenemos los seres humanos es el de crear belleza y la música es algo tan maravilloso porque nos da la opción de crear una a belleza absoluta, que no tienen nombre.”
Y después del centenario...
Para nosotros el centenario va a ser muy importante para apuntalar determinadas perspectivas sobre su figura. Espero que todo lo que es el ideario conceptual esté definido a través de las publicaciones que se van a editar, que haya proyectos para que se graben más obras, y mi ilusión sería crear una fundación Maestro Escudero, que diera acogida a todos aquellos músicos que creen en la música como él: estudiosos, investigadores, creadores.
Recuerdo que en el documental de Jose Mari Aguirre hay un par de escenas en la que aparecen Escudero y Oteiza hablando del arte, de la cultura, y con una perspectiva de distancia sobre lo que han hecho. Veo que Oteiza sí tiene su obra colocada, es reconocida internacionalmente y tiene alrededor una cantidad de personas que pierden el alma por defenderlo y me gustaría, en parte, que eso también ocurriera alrededor de Francisco Escudero. A veces me entra una especie de complejo, pero me gustaría que otros profesionales, que los hay, salieran a la palestra y públicamente reconocieran su obra. ¿De qué sirve hacer una gran obra si luego desaparece? Hay obras de la cultura vasca que tendrían que estar permanentemente en los escenarios. Yo aspiro a que tanto Zigor como Gernika salgan de un cierto bloqueo que existe en este momento; confío en las personas.
Él reconocía que uno de los dones que tenemos los seres humanos es el de crear belleza y la música es algo tan maravilloso porque nos da la opción de crear una a belleza absoluta, que no tienen nombre.
Creación de música, de belleza
Evidentemente tiene que haber una conciliación personal, y en eso la educación estética es clave y creo que hoy en día los chavales tienen referentes estéticos pobres. No hay una educación emocional personal, menos aún una educación emocional estética. El arte es una especie de búsqueda, de encontrar a través de la palabra, de la una felicidad, un estado de ánimo, plenitud... unos valores. El creador está inmerso en su interior de valores constantes, emotivos, es fantástico. Y si luego tienes la capacidad de verbalizar eso, lo transformas en sonidos y alguien al interpretar hace posible esa intangibilidad estás acercándote a lo sublime. El aita decía “si alguna vez me he acercado y con la yema de los dedos he rozado la belleza...”.
En Illeta, decía que los versos de Lizardi ya le decían todo, pero hay que tener mucha imaginación para instrumentar esas palabras. Oteiza estuvo en el estreno de Illeta y escribió una cuartilla que tenemos guardada en casa y que hay una copia en Eresbil, donde decía que precisamente eso era lo que quería para la cultura vasca. Oteiza quería organizar un gran teatro donde la cultura vasca se canalizara y veía que el nexo de unión era la música y, concretamente Illeta. En aquel tiempo, a nivel creativo e intelectual, se convierte para muchas personas en una obra de referencia de la música vasca. Oteiza, Basterretxea y un círculo de personas reconocieron en esa obra un potencial expresivo, no sólo para la música sino también para el euskara.
Escudero y la cultura vasca
Ojalá pudiera decir que la figura de Francisco Escudero está presente de una forma normal y natural en la cultura vasca, pero no lo veo. Y ojo, no es porque no haya obras de referencia, que sí las hay.
Este año que es el centenario muchas instituciones dedicadas a crear eventos musicales deberían haber apostado con mucha más fuerza por Francisco Escudero. La Orquesta de Bilbao inicia un ciclo con El sueño de un Bailarín, han tenido un gesto, pero les hubiera agradecido a ellos, a la ABAO, a la sociedad coral que ya en enero hubiéramos visto una voluntad por hacer algo. Veo frialdad, indiferencia que es lo que ha visto mi padre muchas veces en su vida cuando él seguía creando, pero miraba hacia atrás de reojo. Era una persona muy cariñosa, pero a veces se enfadaba y reivindicaba lo suyo.
Padre e hijo directores del Conservatorio
Tengo muchísima ilusión de que este Conservatorio lleve su nombre porque aquí ha ejercido prácticamente toda su vida, y ahora yo tengo el honor de dirigirlo. Hay un nexo en que el edificio lleve su nombre y que de él sigan saliendo alumnos, que era lo que estaba en su cabeza. Me siento orgulloso de que hablen de mi padre cuando los alumnos recuerdan lo humano que era, lo afable, lo paternal... Y para crear lo que ha creado tuvo que estar en paz consigo mismo.