Julio Valdeón Baruque. Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid: Fue la codicia quien mató tantos musulmanes y judíos en nombre de la cristiandad

2007-03-30

SALABERRIA, Urkiri

Con motivo del sexto centenario del último viaje (en compañía de la parca) del Gran Canciller de Ayala (y ante la obvia imposibilidad de poder entrevistar al insigne personaje), nos hemos dirigido a uno de los más excelsos eruditos en la materia: el Dr. D. Julio Valdeón Baruque. De un modo ameno y distendido dialogamos con don Julio y durante la entrevista hemos descubierto algunas cosas interesantes sobre Pero López de Ayala y su época. Toda una tentación para no perdernos la exposición que en estos días se va a celebrar en Vitoria-Gasteiz, y una invitación para estar con nuestro entrevistado en la conferencia que ofrecerá el 17 de Mayo, en la tierra natal de López de Ayala.

Retrocedamos unos 600 años, y lleguemos a la época de Pero López de Ayala. ¿Qué sociedad nos encontramos?

Pues una sociedad en la que coexisten cristianos, judíos y musulmanes.

¿Quién era el Canciller Ayala?

Pero López de Ayala, natural de Álava, era de una familia noble, su padre era Fernán Pérez de Ayala y su madre Elvira de Cevallos. Nació en 1332, en Vitoria y murió en Calahorra en 1407.

¿Qué era Pero López de Ayala?

Sobre todo, a parte de cronista de Reyes, fue un escritor de gran categoría, un magnífico escritor. Ahí tenemos el “Rimado de palacio”, que lo escribió tras ser detenido en la batalla de Aljubarrota, en Portugal, en 1385. También tradujo algunas obras de varios autores, de San Isidoro de los Morales, de San Gregorio, de Boccacio e incluso de Tito Livio.

¿Y Canciller?

Bueno, también ejerció como diplomático y tuvo cargos políticos, delegado del rey y fue un hombre de gran prestigio, pero sobre todo, creo que hay que reivindicar su faceta de escritor, fue un gran escritor. Nos dejó unas crónicas maravillosas.

¿Las Crónicas de qué reyes escribió?

Ayala nos ha dejado un relato magnífico de los cuatro reinados, (Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III) pero sobre todo de la fuerte guerra entre Pedro I y Enrique II, que duró tres años, (¡cómo la guerra civil de 1936-1939!), y además empezó en el 1366 y acabó en el 1369. Curiosamente, una vez un sociólogo dijo que, en España todas las guerras civiles duran tres años, y además, ¿quién ganó en las dos contiendas? (con sorna)… Pues el llamado de la Providencia… (se ríe), ¡Hay qué ver las burradas que nos hacían decir en nuestra infancia! Y además, los dos fueron proclamados en el mismo lugar (Las Huelgas de Burgos), e intervinieron extranjeros: franceses e ingleses en el S.XIV y alemanes e italianos en el S.XX. No tienen nada que ver las guerras, pero existen paralelismos y coincidencias.

¿Qué cuenta López de Ayala en su obra?

Pues de todo. Cuenta cosas de su tiempo, lo que se dice de los judíos (recitando) “allí vienen los judíos que están aparejados, para beberse la sangre de los pobres cuitados”, o de Pedro I, que mata a su hermanastro y seguidamente organiza un banquete en el Alcázar de Sevilla y cuando se sientan a comer deja el cadáver en mitad de la sala... ¡Un poco fuerte! ¿no? Terrible, es algo muy fuerte. Incluso algún médico ha estudiado restos del cadáver de Pedro I y parece ser que tuvo una enfermedad muy virulenta de joven, de la que se salvó, pero que le hacía ser un personaje muy peculiar, muy extraño. De hecho, casi todos los que tenía alrededor, incluido Pero López de Ayala, le abandonaron y se pasaron al bando contrario, a favor de su hermanastro, Enrique de Trastámara. Pedro I, también fue extraño incluso en su relación con las mujeres, porque se casó con la francesa Blanca de Borbón y a los dos días la abandonó y se fue directamente con su amante, María Padilla.

Pero eso era algo frecuente de la época, el mismo padre de Pedro I...

¿Don Alfonso XI? Sí, bueno... La amante de Alfonso XI fue Doña Leonor de Guzmán, una mujer hermosísima con la que tuvo muchos hijos, creo que, once hijos e hijas, entre ellos Enrique de Trastámara. Sin embargo, Don Alfonso XI, con su mujer, tuvo un único hijo, que fue Don Pedro I. Pero bueno, (quitándole importancia) eso es habitual... ¡También ahora hay hijos de Alfonso XIII por ahí!

Y en una época sin la opción del análisis del ADN, ¿en qué se basaban para asegurar el derecho de sangre?

Pues yo creo que por las cosas que decía la gente. No había ciencia ni tecnología para eso del ADN...

Con lo que es por ello que Enrique de Trastámara hijo de la amante de Alfonso XI y supuestamente hermanastro de Pedro I aspira a la corona. Hablamos de reivindicar títulos y tronos, con todo el poder y posesiones que ello conlleva.

Sí, sí. Pero lo que pasa es que a Don Pedro le acusan de desalmado, pro-judío, (en el inicio del reinado de Pedro I se difundió la peste negra por toda Europa y en ese momento se crea un ambiente antijudío muy fuerte, surgen los “cazadores de Judíos” de finales del S.XIV) pro-musulmán, de anti-iglesia... de las cosas más bárbaras, algunos dicen, incluso, que corrieron rumores que no era hijo del Rey, sino que nació una niña y la cambiaron por el hijo de un judío, sin ningún fundamento por supuesto. De haber abandonado a su mujer, que terminó muriendo, después de estar encarcelada. De matar hermanastros... ¡le llamaban “El Cruel”!

Tengo leído que, sin embargo, el pueblo le puso el sobrenombre de Pedro I “El Justiciero”.

Eso dicen algunos, pero no hay argumentos para ello. La propia crónica de López de Ayala pone de relieve que debió ser un hombre muy fuerte y duro, (recita nuevamente) “Por el rey matar omnes, non llaman justiçiero,

ca sería nombre falso: más propio es carnicero”.

¿Hubo algún hecho concreto para que se persiguiesen de ese modo a los judíos?

Hasta entonces habían sido muy bien tratados, incluso en todas las cortes había Judíos (¡hasta los Reyes Católicos tuvieron udíos en su corte!), pero a nivel popular se predicaban cosas muy fuertes en contra de ellos, Ferrán Martínez, Arcediano de Écija dijo cosas terribles de los judíos que enardecían al pueblo en su contra y se cometían verdaderas matanzas. Del mismo modo se fue en contra de los musulmanes a los que metían en el mismo saco. Lo cierto es que en muchas ocasiones, en nombre de la cristiandad, fue la codicia quien mató tantos musulmanes y judíos.

¿Cómo López de Ayala sobrevive a la ira del “traicionado” Pedro I?

Porque es preso del príncipe Negro y no pudo ajusticiarle. El reinado de Pedro I Acabó en Montiel (Ciudad Real), en 1369, cuando Enrique asesinó a su hermanastro. En las crónicas de López de Ayala se relatan los conflictos que tuvo el nuevo rey Enrique II con los reinos vecinos, el casamiento de su hijo Juan I, los pactos y las alianzas con otros reyes, la incursión en la Guerra de los Cien Años, y finalmente cuenta el inicio del reinado de Enrique III, que era un niño cuando accedió al trono… en fin, todo está contado de un modo muy objetivo, narra los hechos: Nos ha dejado cuatro crónicas magníficas.

¿Si alguno de nuestros lectores quisiera saber más sobre López de Ayala y su época?

Que se animen, sin duda, a leer su obra. Están en castellano antiguo pero se comprenden perfectamente. Y por supuesto, que no se pierdan la exposición y los actos conmemorativos que se van a celebrar en Vitoria-Gasteiz.

Le propongo que hagamos un breve recorrido por su persona: ¿Quién es Julio Valdeón Baruque?

Nací en Olmedo, el 21 de Julio del 36 y me jubilé el año pasado, soy profesor emérito de la Universidad de Valladolid. Mi segundo apellido es Baruque y, según me dijo una vez un cura, viene de los judíos. Estudié Historia en la Universidad de Valladolid y fui profesor en la Complutense de Madrid y luego en Sevilla dos años. Después vine a Valladolid y aquí me jubilé.

¿Quizás su segundo apellido se remonta a la época de don Pero?

No lo sé (sonriéndose), pero algo que sí hemos heredado y que muchos quizás no sepan es que cuando tenemos un deseo decimos ojalá, es decir, invocamos a Alá.

¿Se ha dedicado exclusivamente a la docencia?

No solamente. También he trabajado como comisario de exposiciones, “El testamento de Adán” en el 94, y en la exposición de “Santa María la Real de Nájera”, he estado unos años al frente del Instituto de Simancas y he sido asesor de la revista de Historia 16, que luego se ha pasado a “La Aventura de la Historia”... pero bueno.

También es usted miembro de número de la Real Academia de la Historia y uno de los mayores y más prestigiosos especialistas de España en la historia bajomedieval española. Bueno, bueno, bueno..... (riéndose). Muchísimas gracias. Julio Baldeón Baruque (Olmedo, 1936) Estudió en la Universidad de Valladolid, licenciándose en Historia, para, posteriormente, alcanzar el grado de doctor. Entre 1967 y 1971 fue profesor agregado de Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid. Obtuvo la cátedra en dicha asignatura, ejerciendo como catedrático entre 1971 y 1973 en la Universidad de Sevilla. Desde 1973 es catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid. Entre 1981 y 1984 fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras de dicha Universidad, siendo actualmente director del Departamento de Historia Medieval. Fue miembro fundador y presidente del grupo editorial Ámbito, así como miembro del consejo editorial del periódico El Mundo de siglo XXI y del Consejo Asesor de la revista Historia 16. En 1994 fue comisario de la exposición El testamento de Adán. En julio de 2002 fue nombrado director del Instituto de Historia de Simancas. El 16 de noviembre de 2001 fue elegido miembro de número de la Real Academia de la Historia, para ocupar la vacante dejada por Pedro Laín Entralgo, ingresando en la misma en junio de 2002. Es uno de los mayores y más prestigiosos especialistas de España en la historia bajomedieval de la Corona de Castilla, aunque sus publicaciones sean criticadas desde sectores del nacionalismo castellano por los bandazos que ha experimentado su primigenio discurso. Es padre del novelista Julio Valdeón Blanco. Premios y distinciones En febrero de 2002 recibió el galardó del Premio Castilla y León de las Ciencias Sociales y las Humanidades en reconocimiento a la labor investigadora sobre el pasado medieval, y su permanente magisterio y generosa disposición. En 2004 recibe el Premio Nacional de Historia de España por la obra Alfonso X: la forja de la España moderna.
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