Toti Martinez de Lezea: "La historia nos pertenece a todos, porque todos descendemos de ella"

2002-09-27

EZKERRA, Estibalitz

Elkarrizketa: Toti Martinez de Lezea Toti Martinez de Lezea, escritora "La historia nos pertenece a todos, porque todos descendemos de ella" * Traducción al español del original en euskera Estibalitz Ezkerra Foto: E. Moreno Esquibel Si nos trasladáramos a la Edad Media, dice Toti que seguramente sería una pobre mujer esclava de sus quehaceres y acusada de brujería. "Así lo era la gran inmensa mayoría y de ellos descendemos", añade entre carcajadas. Su pasión por la historia le ha llevado a escribir sobre las calles de las juderías, las torres de Sancho o los señores de la guerra. Trabaja a un ritmo frenético, y todo lo que sale de su pluma logra un éxito inaudito. Recientemente ha publicado " " novela que cuenta la historia de la hija que tuvo Fernando el Católico con una mujer de Bilbao , "El mensajero del rey" y "Euskal Herriko leiendak Leyendas de Euskal Herria". En primavera verán la luz el libro que ya tiene terminado en torno a los astures y otro dirigido al público juvenil sobre las brujas de Zugarramurdi. En noviembre hará lo propio la novela dedicada a Estella. Una vez cumplidos todos esos encargos, se meterá de lleno en la que será su siguiente gran novela, una que tendrá por protagonistas a los agotes. ¿De dónde le viene a Toti Martinez de Lezea esa pasión por la historia? Me viene de mi padre que también era un enamorado de toda la historia, especialmente la del País Vasco y más concretamente la del siglo veinte. Pero a mí esa última no me interesa tanto. Por eso en casa siempre ha habido libros de historia en casa, y todo lo que leía mi padre luego nos lo comentaba. Así que me imagino que la pasión me vendrá de ahí, porque fui bastante mala estudiante. A lo largo de mi vida me he ido interesando más por el tema, me inquieta ir a ver los restos históricos ermitas, castillos, catedrales , principalmente del medievo que es la época que más me interesa. Como todavía hay testimonios de aquella época prácticamente hay pueblos medievales enteros, comoEstella hay mucho que ver. Pasión por la historia, pero antes de dedicarse a escribir ha sido guionista, traductora, fundadora de Kukubiltxo... Fui co fundadora de Kukubiltxo junto a mi marido. De todas maneras he ido haciendo las cosas según las iba necesitando. Estudiar, estudié idiomas y tengo el título de traductora, pero esa es una labor bastante dura porque además aquí la mayor parte de la traducción es técnica. A pesar de todo, me parecía bastante aburrido y como siempre he andado metida en muchas asociaciones y grupos, lo del teatro llegó porque tenía hijos pequeños y en Bizkaia no había teatro en euskera para niños. Y como no había, había que hacerlo. Eso me llevó a la televisión. Eran los primeros años de Euskal Telebista y había que crearla, estaba el tema de la programación y nuevamente había que hacer cosas para niños. Así que me llamaron para que hiciera un muñeco, del muñeco pasé a los guiones, de ahí a los programas, con lo cual pasé cinco años en ETB. Pero luego volví a las traducciones, al trabajo duro. La novela histórica vino porque yo soy lectora de la misma. Quería leer novela histórica del país, pero como no había... De todas maneras, el hecho de sacar libros con tapas duras me parecía algo lejano, inalcanzable. Me puse a escribir como un ejercicio personal, a ver si funcionaba. Un amigo me dijo que no era capaz de escribir un libro gordo, que guiones sí, pero una novela no. Así que me animé y hasta hoy. Siempre me ha gustado mucho probar las cosas que no he hecho. No todas, pero me gusta intentarlo. En este caso salió y de hecho hace un par de años que dejé las traducciones y hoy en día sólo me dedico a escribir. Además lo disfruto mucho porque me permite seguir estudiando historia y al mismo tiempo recrear épocas pasadas que en realidad en los libros de historia no aparecen claramente. Porque aparecen datos, pero ¿cómo vivía aquella gente? ¿qué pensaban? De alguna manera es como seguir haciendo teatro, poniendo tu voz a otros personajes.Procuro ser bastante veraz, no me invento las cosas porque sí, aunque la novela es la novela y eso tiene que primar sobre la historia. Porque si no estaríamos haciendo una historia novelada, y yo quiero hacer una novela histórica. De todas maneras, le costó su tiempo dar ese paso. Para nada. Nada más terminar el libro lo mandé a unas cuantas editoriales, soy muy osada. En realidad, al principio no pensaba hacerlo pero unos amigos me animaron. Las mismas editoriales a las que se lo envié me lo devolvieron, lo cual me reafirmó que no valía. Entonces mi hermano les comentó a los de Ttarttalo lo que ocurría y le dijeron que se lo enviara a ellos. Al principio no me convencía mucho, pero Ttarttalo había iniciado una colección de novela histórica empezaron con Blancos y negros y Amaya y los vascos en el siglo VIII y no sabían qué más publicar porque tampoco es que hubiera gran cosa. Así que aparecí yo con mis judíos y para mi asombro me lo aceptaron. E incluso fue todo un éxito. Por cierto, y no he parado desde entonces. Lo cual demuestra que yo tenía razón: había mucha gente como yo que quería leer novela histórica de aquí. Sin embargo siempre ha habido el prejuicio de que lo histórico aburre, parece como si sólo lo estrictamente de actualidad tuviera el éxito asegurado. Lo será para algunos pero para mí nunca lo ha sido. De todas formas, ¿qué es escribir sobre la actualidad? Es decir, cuando planteas una novela en realidad planteas sentimientos humanos, una relación social, laboral o emotiva entre varias personas. Luego da igual que esté situada en la actualidad o no. Pero cuando yo escribo una novela situada en el siglo XIII los personajes también sienten y padecen, tienen sus intrigas, sus odios y sus pasiones. No creo que sea tan diferente. Lo único que cambia es el escenario. Además la actualidad no me interesa tanto, porque ya me la conozco. El proceso de creación de una novela es más complejo. Existe una labor de documentación que en otro tipo de novelas quizásno sea tan estricta. No lo sé, cada uno tiene su método de trabajo. A lo mejor resulta que a una persona que esté escribiendo una novela contemporánea le supone tanto esfuerzo o más que a mí. Para mí tiene como aliciente que de repente un período que de otra manera no me ocuparía de él me lo hace estudiar. El tema de los banderizos ya sabía que existía, pero el hecho de escribir Señor de la guerra me obligó a estudiarlo más a fondo. A parte del esfuerzo natural de escribir me lo paso muy bien porque estoy descubriendo cosas nuevas continuamente. Me hace viajar para ver los sitios, porque si voy a escribir una historia situada en Navarra tengo que conocer el escenario. En marzo voy a publicar una novela sobre los astures. Las luchas astur cántabras siempre han sido contadas por los romanos. Yo lo cuento a través de los astures que también tendrían algo que decir. Pero de ellos no ha quedado constancia. Yo me voy por la historia pequeña, por la historia que no cuenta nadie. Escribir sobre la historia de reyes que son por todos conocidos no me da ningún placer especial. A pesar de que según dicen la historia ya está escrita, aún queda mucho por contar. Durante mucho tiempo la historia ha pertenecido a un pequeño grupo selecto de historiadores y expertos. Lógicamente sigue en ellos porque son ellos los que investigan y los que son capaces de leer documentos antiguos. De hecho yo me nutro de ellos, porque leo lo que escriben. Pero es un trabajo científico y raramente llega a la gente de la calle, porque no lo entendemos simplemente. De todas formas, siempre he pensado que más que por escribir queda mucho por interpretar. Siempre se interpreta a partir de unos documentos existentes, ¿pero esos documentos quién los ha escrito? Normalmente los han escrito los vencedores. Hay poco escrito sobre el judío sefardí y desde luego no hay ningún escrito sobre ninguna persona acusada de brujería. Sabemos una versión de la historia, pero no la otra. Acertaré o no acertaré, pero intentoacercarme a esa otra versión. Además, la historia nos pertenece a todos porque todos descendemos de ella. Yo también puedo interpretarla. Antes comentaba lo importante que es la veracidad en la novela histórica. Este año se cumple el segundo centenario del nacimiento de Alejandro Dumas, y según dijo él "la historia es una muchacha que se puede violar siempre y cuando se le hagan hijos hermosos". Ya de primeras la palabra violar me parece muy fuerte. A mi me gusta más Dumas hijo, me parece mucho más veraz que su padre. El padre lo que tuvo de bueno fue novelar de verdad la historia y divertirnos con ella. El conde de Montecristo es una novela estupenda, y Los tres mosqueteros lo fue hasta que me interesé por la Francia de Luis XIII y me di cuenta de su técnica. Porque una cosa es inventar y otra muy distinta dar actuaciones y caracteres que no tuvieron a personajes históricos existentes y reales. Pero al igual que Walter Scott, dio un empujón muy fuerte a la novela histórica. Además la interpretación histórica de hechos pasados es una constante en la historia de la humanidad, la Biblia es un ejemplo de ello. Ahora, tanto como violar la historia... Yo no podría contar una historia basándome en hechos reales y al mismo tiempo falsearlos. Por muy bonita que te resulte la novela, si no hay pruebas me parece demasiado tomar esas licencias. No estoy muy de acuerdo con eso de violar la historia. Sí interpretarla, pero es muy distinto. En ese binomio literatura historia, ¿la literatura debe estar a merced de la historia, o viceversa? En el caso de la novela histórica, la historia debe estar a la merced de la literatura. Lo principal es la novela. Si yo cojo unos hechos pero si en los documentos que consulto no encuentro una respuesta acorde con lo que estoy buscando porque los historiadores en sí no se ponen de acuerdo , entonces yo puedo interpretarlos y dar otra versión. Eso sí es factible. Por ejemplo, en la quema de Mondragón los historiadores dan tres fechas, dos enjulio y una en junio. Yo elegí la de junio porque al ser víspera de San Juan le iba muy bien. Ahora, cuando todos los historiadores están de acuerdo en dar una versión, no puedo ir contando otra. En realidad, no es que la historia esté a merced de la literatura. En este tipo de novelas están entremezcladas. De todas mis novelas las más histórica es Señor de la guerra y fue la que más me costó hacer. En cambio las que me permiten inventar más porque hay menos datos, las disfruto porque me vuelco en la fabulación y la escritura. Toti Martinez de Lezea (Vitoria Gasteiz, 1949) Estudió idiomas y es traductora titulada. Entre 1983 y 1992 fundó dos grupos de teatro en euskera. En esas mismas fechas trabajó como guionista de programas infantiles en ETB. En 1992 publicó Leyendas vascas y desde entonces no ha dejado de escribir. A ese primer título se le añadirían La calle de la judería (1998), Las torres de Sancho (1999), La herbolera (2000, Premios Euskadi de Plata y Pluma de Plata), Señor de la guerra (2001, Premio Pluma de Plata), La abadesa (2002), El mensajero del rey (2002) y Euskal Herriko leiendak Leyendas de Euskal Herria (2002). Hoy en día vive en Larrabetzu. Euskonews & Media 181.zbk (2002 / 9 27 / 10 4) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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