Joaquim Dolz Mestre. Catedrático de Didáctica de las Lenguas y Formación del profesorado en la Universidad de Ginebra: No es suficiente con practicar la lengua, sino que la expresión oral debe convertirse en un objeto de enseñanza

2006-06-16

SILLERO ALFARO, Maider, MANTEROLA, Ibon, DIAZ DE GEREÑU, Leire



La sociedad demanda a los ciudadanos y ciudadanas cada vez mayor competencia a nivel de la expresión oral. ¿En su opinión, qué papel debe jugar la escuela al respecto?

Generalmente se piensa que la función prioritaria de la escuela es enseñar a leer, a escribir y a contar. Eso no sólo supone una visión tradicional y limitada del papel de la escuela sino que resulta muy problemático por varias razones. En primer lugar, el niño inicia su escolaridad cada vez a una edad más temprana y, en el contexto escolar, el lenguaje oral continúa desarrollándose. En segundo lugar, las investigaciones en la didáctica del oral muestran que la enseñanza de la expresión oral es indispensable para que los alumnos aprendan a tomar la palabra en público, lo cual me parece una garantía para la formación de los ciudadanos en los países democráticos. En tercer lugar, la enseñanza de la expresión oral es fundamental para dar una igualdad de oportunidades a los alumnos. Sin enseñanza, los profesores evalúan lo que los niños aprenden en casa, es decir, evalúan el origen social del alumnado. Por ejemplo, los alumnos de clases desfavorecidas no disponen de las mismas posibilidades que los hijos de un abogado para aprender a debatir en público. En cuarto lugar, la expresión oral es uno de los instrumentos fundamentales para el desarrollo de los otros aprendizajes escolares, entender y producir textos orales y saber intervenir en los intercambios orales de la clase es fundamental para poder obtener todos los beneficios que ofrece la escolaridad.

¿Qué ocurre con el caso del euskara?

En fin, para una lengua minorizada y en proceso de normalización de sus usos como el euskara, el desarrollo escolar de la expresión oral en todos los ámbitos de uso, tanto los coloquiales como los formales, me parece tan importante o más que el desarrollo de la lectura y de la escritura. El día en que podamos decir que todos los alumnos de las escuelas de Euskadi son competentes en los diferentes usos orales de las lenguas enseñadas, ya sea el euskara, el castellano, el inglés o el francés, ese día podremos considerarnos bastante satisfechos del sistema escolar. El papel de la escuela en el desarrollo de los usos orales de esas lenguas es fundamental, pero ese desarrollo no depende únicamente de la escuela, sino también de la valoración de las lenguas y de los usos lingüísticos fuera de ella.

¿En qué se ha de basar la enseñanza de la lengua oral en la escuela?

La primera condición es la práctica de la lengua. Utilizar la lengua y facilitar las actividades verbales del alumno. Practicar la expresión oral es una condición indispensable pero no suficiente. Por supuesto, practicar una lengua supone que las actitudes hacia esa lengua sean positivas. La escuela puede hacer mucho para desarrollar una visión positiva de las lenguas presentes en el contexto y para facilitar sus usos.

Enseñar las diferentes materias escolares en las diferentes lenguas de la escuela está considerado como una segunda condición para facilitar los aprendizajes orales. Así, si el alumno trabaja en inglés, en euskara, en castellano mejorará los usos orales de esas lenguas. Si la lengua es una lengua vehicular de la enseñanza, eso facilita su aprendizaje. Por eso los métodos inmersivos se han desarrollado mucho los últimos decenios.

¿Y cuáles serían los métodos para la enseñanza del lenguaje oral?

A mi entender no es suficiente con practicar la lengua, sino que la expresión oral debe convertirse en un objeto de enseñanza. Los profesores no tienen demasiado claro qué contenidos están abordando cuando enseñan el lenguaje oral. El libro que he publicado con Bernard Schneuwly, “Hacia una enseñanza del oral”, presenta las líneas maestras de ese tipo de enseñanza: clarificar las características de los géneros orales, utilizar grabaciones orales para desarrollar la comprensión y la producción, analizar las capacidades iniciales de los alumnos, preparar talleres orales en función de las dificultades de los alumnos, practicar la autoescucha de las producciones de los alumnos, entrenarse con juegos orales, etc. Todo ello organizado en forma de proyectos y secuencias didácticas.

La enseñanza de la lengua oral formal ha sido centro de su estudio durante los últimos años. ¿Cuál es el interés de tal trabajo?

Para lenguas normalizadas como el francés y el castellano, que tienen asegurados sus usos, tal vez los géneros informales y los registros coloquiales no valga la pena desarrollarlos en la escuela. En cambio, los usos formales (participar en un debate público, presentar una exposición oral delante de la clase, preparar y realizar una entrevista radiofónica) merecen un trabajo en la escuela. Para las lenguas minorizadas el trabajo escolar debe ser mucho más importante. No hay que olvidar los usos formales porque contribuyen a dignificar el uso de la lengua en general pero tampoco podemos olvidar el desarrollo de los usos informales. En Suiza, viendo cómo los niños de origen no francófono mejoran los usos del francés oral, nos hemos dado cuenta de que también hay transferencias de los aprendizajes formales de la escuela a los usos informales.

¿Cómo valora el camino recorrido?

El trabajo recorrido es enorme. En los países francófonos, una de las grandes novedades pedagógicas de los últimos años se refieren a la enseñanza del oral. No todos los autores defienden las mismas posiciones didácticas pero todos están de acuerdo en que hay que hacer avanzar este tipo de enseñanza considerada fundamental para la formación de los ciudadanos. En Euskadi la escuela ha hecho estos últimos años un esfuerzo enorme para desarrollar el euskara. Creo que ahora se puede mejorar la manera de trabajar la expresión oral, pero para ello sería necesario movilizar los investigadores y el profesorado para encontrar nuevas estrategias de acción.

En su opinión, ¿cuáles son las necesidades de los diferentes estamentos del sistema escolar (el profesorado, su formación, creación del material didáctico, organización escolar...) para llevar a cabo la enseñanza de la expresión oral?

La formación inicial y continua del profesorado es importantísima: los profesores de euskara han tenido que ser pioneros en muchísimas cosas. No ha sido fácil formarse para enseñar el euskara y enseñar en euskara. Yo creo que las novedades sobre la enseñanza del oral son suficientes para movilizarlos de nuevo para mejorar sus competencias profesionales en la cuestión. Esa formación podría organizarse en los centros escolares de manera que se puedan crear y experimentar con su colaboración nuevos materiales didácticos.

Un aspecto importante sería coordinar al profesorado: los profesores de lenguas deben contribuir a una enseñanza integrada de las mismas que anticipe las transferencias posibles entre los aprendizajes y el uso de un metalenguaje común. La coordinación es importantísima entre el conjunto del profesorado, ya que la expresión oral es el vehículo de los otros aprendizajes escolares.

¿Cree que es necesario articular la enseñanza de la expresión oral y de la expresión escrita?

Hay una continuidad entre la oralidad y la escritura. La articulación y la interacción entre las dos, reconociendo las diferencias, me parece importantísima.

En todo este contexto, ¿cuáles son, en su opinión, los retos de la enseñanza del euskara, teniendo en cuenta que se trata de una lengua minorizada? El desarrollo de los usos en todos los ámbitos: orales y escritos, formales e informales. Ese es el reto fundamental. El día en que todos los ciudadanos de Euskadi sepan hablar, leer y escribir, comprendan e interactúen en castellano y en euskara, ese día un objetivo prioritario de las escuelas de Euskadi se habrá conseguido. Joaquim Dolz Mestre (Morella, 1957) Doctor en Ciencias de la Educación y actualmente trabaja como Catedrático de Didáctica de las Lenguas y Formación del profesorado de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Ginebra. Ha sido asesor del Departamento de Educación del Cantón de Ginebra (1992-2000) así como del Gobierno de Andorra para la planificación del sistema plurilingüe implantado en el Principado. En los más de 25 años que lleva investigando sobre la didáctica de la lengua ha publicado diversos libros y artículos y ofrecido multitud de conferencias. Los trabajos de este experto europeo en educación plurilingüe son bien conocidos en los colegios de la Comunidad Autónoma del País Vasco así como en Navarra.
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