Xabier Paya. Bertsolari: Saber euskera es como tener dos pies más, dos ojos más, dos manos más

2007-11-16

VELEZ DE MENDIZABAL ETXABE, Zuriñe

BELAXE. ITZULPEN ZERBITZUA

Estudió Traducción e Interpretación en Vitoria. Ha estado en el extranjero en muchas ocasiones hablando del bersolarismo: Reno, Cuba, Cerdeña... pero siempre como traductor, nunca como bertsolari. Le dio muchas vueltas a la forma de traducir “bertsos” y realizó una tesina sobre ese tema. Nadie pone en duda que la traducción es imprescindible para la comunicación, y quiso demostrar que también era posible hacerlo con los “bertsos”.

¿Cómo empezó a hacer bertsos?

Empecé a ir a la escuela de bertsos a los once años. Se apuntó mi hermano Fredi y eso tuvo una gran influencia. A esa edad, yo iba a todos los sitios a los que iba él; las madres son así. Pero ya de forma más seria, empecé a los doce o trece años, de la mano de Jon Lopategi.

¿Participabas en competiciones interescolares?

Así es. Al principio era una afición y, a los dieciocho años, cuando se acabaron las competiciones interescolares, me sentí al borde del abismo. Tenía que decidir muchas cosas: seguir con los bertsos, dejarlo... Fredi era conocido en el mundo del bersolarismo, y yo siempre había sido “el hermano de Fredi”. Me quedó claro que tenía que cambiar eso y me sentí en la obligación de demostrar que era algo más que “el hermano de...”. Me marqué ese objetivo.

¿Qué significa para ti el bersolarismo?

Muchas cosas, ha tenido más o menos valor dependiendo del momento. Creo que es una de las bases de mi vida, pero siempre he tenido claro que podría vivir sin el bersolarismo. Es decir, es parte de mi ser, pero no es todo lo que define mi existencia.

¿Cómo ves el mundo del bersolarismo?

Me parece fantástico. La calidad humana de la gente de este mundo es impresionante. He hecho muy buenos amigos gracias al bersolarismo.

¿Podríamos decir que es un mundo joven?

Es cierto que hasta hace unos años se relacionaba con gente más mayor, porque antes se pensaba que para ser bertsolari había que nacer bertsolari. Pero Xabier Amuriza impulsó una revolución y, una vez demostrado que se podía aprender a ser bertsolari, las cosas cambiaron mucho.

Así que, el bersolarismo está muy sano.

Sí. Prueba de ello es la actualidad de las escuelas de bertsos, el encuentro de escuelas de bertsos de Vizcaya... se organizan un montón de iniciativas. El bersolarismo tradicional tiene buena salud, las sesiones de bertsos en los frontones están vivas y a partir de ahí existe la posibilidad de demostrar que el bersolarismo es joven, con nuevas propuestas.

Ya que has hablado de los frontones, ¿tienes algún sitio preferido para actuar?

Me gustan las comidas o cenas de bertsos; me gusta conocer a mis compañeros. Además, puedo cantar todo lo que quiera. De hecho, en las sesiones de frontones muchas veces me he quedado con ganas de seguir cantando, y al subirme al coche ¡casi me pongo a cantarle al volante!

Por otro lado, hay un lugar que parece que tiene algo en mi contra: la sesión de balcón a balcón. Me han llamado seis veces para participar en sesiones de este tipo y sólo he podido actuar en una; en las demás llovía o había problemas con los vecinos...

Ya que mencionas las cenas de bertsos, ¿en tu casa hay ambiente?

Además de mi hermano, mi hermana también canta. Mis padres no saben euskera, y no tenemos costumbre de cantar bertsos. Sin embargo, una vez mi hermano y yo nos enfadamos y empezamos a discutir; terminamos con bertsos. Fue gracioso. Aun así no es la mejor forma de discutir... ¡porque tienes que esperar a oír lo que contesta el otro calladito! (risas)

Pero sí es verdad que la música nos une. Fredi y yo tenemos octavo de piano, Itsaso toca la guitarra y mi padre el acordeón.

Has cantado dos veces en el Euskalduna de Bilbao...

Hace dos años quería alcanzar mi objetivo de demostrar que era más que “el hermano de...”. Había decidido que para eso tenía que llegar a la final y me di cuenta de que las cosas no se hacen así. De hecho, hasta que estuve en el escenario no me di cuenta del mar de gente que se había juntado allí, y de repente afloró toda la tensión y la presión.

Pero el año pasado te pusiste allí la txapela.

Así es. Faltaron las estrellas -Unai Iturriaga e Igor Elortza- y parecía que tenía más posibilidades, pero también menos, porque todos estábamos igualados. Es lo que me impulsó a cantar en bizkaiera.

¿Te preparaste para eso?

Aunque para hablar en bizkaiera no tengo problemas, me faltaban tablas. Así que mi verdadero entrenamiento fue con Amuriza, preguntándole qué quería decir esto o cómo se decía aquello... Sí, estuve muy a gusto en la final del año pasado.

Y te llevaste el premio...

Sí. Además lo celebré de manera inusual, ¡saltando! Pero es verdad que, a pesar de ser Campeón de Vizcaya, no va a pasar todos lo años. Por otro lado, Jon Lopategi, Unai Iturriaga o Igor Elortza participaban en esa competición y para mí eran “mitos”. Me daba un poco de vértigo pensar que iba a tener que cantar con ellos... Después me di cuenta de que no pasaba nada y de que era un placer.

¿Sientes los mismos nervios que al principio?

No. Los nervios del principio los creas tú mismo, no te das cuenta pero lo que piensas es lo que te crea inquietud: si cantarás bien, si entenderás el tema... Yo creo que hay tensiones y presiones distintas y el cuerpo las tiene que asimilar. Es algo que se trabaja poco en las escuelas de bertsos.

Sin embargo, creo que sentir un poco de nerviosismo es obligatorio, demuestra que tienes una responsabilidad con la actuación. Si me llaman para una actuación, es porque me quieren a mí y siento una gran responsabilidad. Además, haciendo cálculos los bertsolaris somos como matemáticos. Es decir, delante de quién vamos a cantar, de qué edad, durante cuánto tiempo… dependiendo de esos datos preparamos un poco la actuación.

¿Cómo ves la situación del euskera en Getxo?

La verdad es que veo que el Ayuntamiento ha apostado fuerte. Siempre ha existido esa imagen de un Getxo “pijo”, y nos va a costar quitarla. Pero poco a poco estamos cambiando el enfoque castellanizado de Getxo, y prueba de ello por ejemplo, es que la administración se ha euskaldunizado un montón. Creo que la conciencia del euskera ha calado, el uso también se ha impulsado y lo que estamos haciendo ahora es profundizar un poco más en la historia. Haciendo memoria nos hemos dado cuenta de que en una época el euskera estaba muy extendido en nuestro entorno. Había bertsolaris y hemos descubierto que en el siglo XIX a un hombre no le dejaron ser alcalde de Getxo porque no sabía castellano.

¿Crees que hay suficientes grupos que trabajan en pro del euskera?

Creo que es más importante que en todos los grupos del pueblo se encienda la conciencia del euskera, a que haya un grupo específico para el euskera. Eso es lo que hay que reforzar. Yo, por ejemplo, a los once años aprendí música en castellano. Todo era en castellano. Ahora soy traductor, pero cuando tengo que hablar de música, mi mundo está en castellano. Yo necesitaba una persona que ayudara a mi profesor a enseñar en euskera. Aprender en euskera, vivir en castellano, ¿En qué escribir, en qué hablar? Ésa es la fórmula, y para despejar la ecuación hay que cambiar uno de los dos elementos.

3 de diciembre, Euskararen Nazioarteko Eguna (Día Internacional del Euskera). ¿Qué te parece?

Como día, lo proyectaría hacia lo internacional. Como un cohete que hay que encender una vez al año para que los colores del euskera aparezcan en el cielo, mientras no nos dirijamos a ninguna parte tras una verdadera reflexión. Por otro lado, es un día para dar a conocer que existen unos Asterix y Obelix vascos y que tienen una lengua propia.

Además, estoy convencido de que ningún clavo entra de un solo golpe, y darle un martillazo de vez en cuando viene bien. En ese trabajo, lo que creo que hay que preparar especialmente bien es el mensaje. ¿Qué es el euskera? Hay mucha gente que no lo ve como un idioma, que lo relaciona con el folclore, por ejemplo. No podemos decir que está muriendo o que es una víctima… eso no lo compra nadie.

¿Entonces?

Que el euskera está a la altura de cualquier otra lengua y que puede cumplir las mismas funciones; eso es lo que creo que hay que transmitir. El euskera necesita recursos. Algunas personas lo utilizan, otras no. Así que tenemos que ofrecer a los que no lo utilizan algo que tengan los que lo utilizan.

El bertso para el ENE lo has hecho sobre el tema del “Euskera y la inmigración”. Como has dicho, si lo vendemos como folclore, los inmigrantes no lo comprarán... Por desgracia, lo transmitimos así. Por el contrario, lo que tenemos que decirles es que con el euskera podemos ir a comprar el pan, igual que con el castellano. Pero además, les damos la oportunidad de ir a una actuación de bertsos, y sólo con el castellano eso no es posible. Hay que mostrarles que el euskera es un lujo. Eso es algo que también hay que explicarles a los de aquí, no sólo a los de fuera. Saber euskera es como tener dos pies más, dos ojos más, dos manos más. Xabi Paya (Bilbao, 1982) Ha estudiado Traducción e interpretación y piano. Ha trabajado como traductor, doblador, investigador y profesor. Se apuntó con su hermano, Fredi, a la escuela de bertsos de Algorta y ha conseguido grandes resultados en competiciones interescolares y externas. Es Campeón de Vizcaya de 2006, en 2005 llegó a la semifinal del Gran Campeonato, en 2004 fue finalista del Campeonato de Vizcaya y recibió el Premio Abra... y un largo etcétera. Está metido en la asociación Bertsozaleak y en muchas otras cosas.
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