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Begoña Sot Sanz / Bioquímica. IMDEA Nanociencia

13/12/2017

Begoña Sot Sanz / Bioquímica. IMDEA Nanociencia

Como veo al ser humano en el S XXI desde el punto de vista de la bioquímica? Sin duda es fácil deducir que los últimos descubrimientos en bioquímica, biotecnología, medicina y nanomedicina convertirán a los humanos en seres más sanos y longevos. Por poner solo dos ejemplos, el conocimiento de cómo envejecen las células de nuestro cuerpo puede ayudar a vencer enfermedades como el cáncer y a mantenernos jóvenes durante más tiempo. Y los nuevos avances en modificación genética podrían revertir enfermedades genéticas y numerosos tipos de cáncer. Viviremos más, pero... ¿viviremos mejor? ¿Utilizaremos ese tiempo extra para conseguir un mundo mejor? En cada célula de nuestro cuerpo, cien mil millones de proteínas (14 veces la población mundial) "conviven" y trabajan de forma coordinada para un bien común, la supervivencia de la célula. Cada célula de nuestro cuerpo es un ser vivo, que hace millones de años decidieron que la mejor forma de sobrevivir y evolucionar era asociarse y especializarse originando los seres pluricelulares. Por tanto, los seres humanos somos la asociación de millones de células y moléculas que trabajan para la supervivencia global. En el planeta tierra conviven millones de seres pluricelulares, organizados en distintos ecosistemas que interactúan entre sí para mantener el equilibrio ecológico y la supervivencia del planeta. Y así, el mundo microscópico se refleja en el macroscópico... Hasta la aparición del ser humano moderno, que con su inteligencia por bandera decidió utilizar la naturaleza en beneficio propio, sin importarle el perjuicio al equilibrio ecológico tan necesario para nuestro planeta. Ese tipo de egoísmo también puede aparecer entre las células de nuestro cuerpo, aunque, afortunadamente, muy minoritariamente. Errores genéticos provocan mutaciones en ciertas proteínas, que dan lugar a células descontroladas, cancerígenas, que buscando su supervivencia eterna a toda costa acaban matando al cuerpo que las acoge. Y aun así hay esperanza. Los mecanismos de reparación del ADN corrigen estos errores, y el sistema inmune, siempre atento, ataca las células cancerígenas cuando aparecen. Incluso si el tumor ha escapado de los mecanismos naturales de defensa, la medicina humana es capaz de acabar con muchos de ellos. Por tanto, aprendamos de nosotros mismos y seamos esos mecanismos de defensa capaces de eliminar el cáncer que enferma el planeta. Seamos conscientes de que la conservación del planeta está ligada a nuestra propia supervivencia, y merece por tanto sacrificios y renuncias a la cómoda y egocentrista vida de la que muchos disfrutan el primer mundo. El manifiesto que hace poco han firmado 15,000 científicos, alertando de los problemas medioambientales actuales y sus consecuencias futuras, es un buen comienzo de terapia. Si la mayoría de los humanos reconducimos nuestro homocentrismo y nos convertimos en un eficiente sistema inmune, capaz de presionar a los responsables principales del deterioro de nuestro planeta, seremos capaces de revertir su enfermedad. En conclusión, nadie sabe cómo será el ser humano dentro de 80 años, pero tengo la esperanza de que estemos más sanos, seamos más longevos y vivamos en armonía con nuestro asombroso planeta.
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