Antonio Aretxabala. Geólogo de la Universidad de Navarra: Es dificilísimo encontrar información sobre el terremoto de Pamplona de 1903

2012-10-05

SILLERO ALFARO, Maider

Antonio Aretxabala es el director técnico del Laboratorio de Edificación de la Universidad de Navarra, dedicado a la investigación en construcción y edificación. Siendo geólogo, su labor dentro del laboratorio consiste en estudiar las patologías de edificación, especialmente de patrimonio histórico, pero también en edificios modernos. Al día siguiente de realizar esta entrevista se marcha a Lisboa al Congreso Internacional de Ingeniería Sísmica donde expondrán la vulnerabilidad urbanística de Lorca tras el terremoto del pasado año.

¿El terremoto de Lorca ocurrido en mayo de 2011, ha despertado el interés de los medios y de la sociedad por este tema?

El terremoto de Lorca, y otros anteriores como el de La Paca de 2005, y algún otro del s. XXI y finales del XX, han tenido proyección social en los medios. Pero son 10 minutos en los que todo el mundo habla de ello y luego se olvida. Pocos continúan con ese trabajo.

Lo de Lorca fue espectacular porque el aviso previo de 4.5 en la escala de Richter permitió que los medios de comunicación lo filmaran en directo, lo que le dio una proyección internacional muy vistosa. Además, salvó a mucha gente el hecho de que se avisara de que podía haber réplicas. Ahora especialistas y Universidades del mundo están trabajando y sacando conclusiones muy interesantes de este tipo de terremotos europeos y peninsulares.

Usted afirmó que el terremoto de Lorca marcaría un antes y un después en la manera de tratar los terremotos. ¿A qué se refería?

El 90% de los especialistas en el tema, al ver que se habían cuadruplicado las expectativas más pesimistas de las normativas sísmicas, dijeron que Lorca había dejado obsoleta la modernísima normativa española. Y es así desde el punto de vista macrosísmico. En ese aspecto, el 90% de las voces, yo el primero, coincidimos en que hay un antes y un después.

Si desempolvamos papeles nos damos cuenta de que España ha tenido grandes terremotos en los últimos siete siglos —salvando los últimos cien años—. El último terremoto de 1884 (el llamado terremoto de Andalucía) ya tiene 130 años, pero hasta ese momento España había convivido con grandes terremotos catastróficos de escala 6 y 7, con muertos. Sin embargo, en estos últimos 130 años en los que el país se multiplica por 3 ó 4, las ciudades crecen multiplicadas por 10... entramos en una amnesia sísmica y estas cosas pierden importancia, a pesar de que se de importancia a otros temas de seguridad.

Antonio Aretxabala es el director técnico del Laboratorio de Edificación de la Universidad de Navarra.

Foto: Oskar Montero

¿Entonces, la Normativa Sismorresistente actual debería ser revisada?

Por supuesto. De hecho, ya están en ello. Se están recabando muchos datos históricos, nuevas perspectiva de terremotos históricos y los datos nuevos instrumentales que se tienen son de lo mejor porque nunca ha habido una red de aparatos de medición repartidos por toda la geografía de la península ibérica como hay ahora. En zonas donde hay obras de infraestructura grandes, como pude ser el pantano de Itoitz, hay una densidad increíble de acelerógrafos, sismógrafos etc.

¿Hay suficiente información? ¿En las escuelas de arquitectura se hace hincapié en esto?

Hay una falta de información absoluta porque no se le da importancia desde los estamentos oficiales y en pleno s. XXI no se es consciente del alcance que puedan tener estas cuestiones. En alguna clase de Estructuras o Geotecnia se nombra que hay una normativa que cumplir..., pero prácticamente está olvidado.

Sin embargo, he recuperado información que atestigua que en los últimos siete siglos, hasta hace cien años, en las universidades, institutos y colegios se explicaba qué hacer ante un temblor de tierras etc. No había normativas, que es un concepto muy del siglo XX, pero sí existían directrices. De hecho, ciudades como Vera o Torrevieja han sido reconstruidas en zonas donde se había notado una mejor resistencia de los edificios porque las características del suelo habían sido más óptimas. Esa era una forma de observación, de redistribución del territorio acorde con la realidad natural y no como se ha hecho en los últimos años atendiendo a otros criterios más especulativos de ganancia económica a corto plazo. Me viene a la mente lo ocurrido en Biescas en el 96, donde hubo 87 muertos por estas cuestiones. En 2007 se hizo la Ley del Suelo, se retocó en 2008, han pasado 4 años y está totalmente olvidada metida en los cajones de las autonomías, ayuntamientos y administraciones locales. Solamente Aragón que aprendió mucho de aquello la utiliza. Es curioso que Lorca no la utilizara jamás, aún sabiendo que tenía una falla activa que había generado terremotos que habían arruinando personas y patrimonio. En el Plan General de Lorca pone que la falla es activa y que tiene un interés científico importante y se preserva como punto de interés geológico cuando y en realidad puede afectar a la ciudad y mucho, como se ha visto.

¿Pero esa no será la única falla activa de la Península?

Por supuesto que no, pero es un fenómeno que se ha estudiado poco. Los franceses tienen un 400% más de recursos dedicados a estudiar estas cuestiones. Ellos viven en un país, supuestamente, menos sísmico y dedican más recursos y sus restricciones a la construcción y al refuerzo son del orden de 4 veces mayores. Fíjate, es proporcional; utilizan 4 veces más recursos y han sacado directrices con 4 veces más refuerzos. En zonas que están a un metro de la frontera si aplicáramos la norma española tendríamos unas expectativas de 0,08 g y si aplicáramos la norma francesa podríamos llegar a 0,30 g; lo cuadriplica.

“El terremoto de Lorca fue espectacular porque el aviso previo de 4.5 en la escala de Richter permitió que los medios de comunicación lo filmaran en directo, lo que le dio una proyección internacional muy vistosa.”

Además de Francia, ¿de qué otros países podríamos aprender en cuanto a cultura sísmica?

Principalmente Estados Unidos. En Europa, Italia tiene una sismicidad altísima, su normativa del año 2004 contempló que prácticamente todo el país era de una expectativa sísmicas bastante elevada, excepto la zona de Emilia Romagna. Es alucinante porque la normativa de 2004 se ha quedado obsoleta con los terremotos de este año en Emilia Romagna, y ahora tendrán que cambiar sobretodo los criterios macrosísmicos, que es lo que nos ha pasado aquí con el tema de Lorca y lo que ha salido a relucir. Es gracioso porque hay zonas catalogadas como zonas de baja sismicidad que han presentado impactos importantes. Por ejemplo, la normativa española es de 2002 y Ciudad Real aparece como zona prácticamente no sísmica y en el 2007 se registró en Pedro Muñoz un terremoto de escala 5.1 con aceleraciones importantes en plena meseta.

¿Y esto cómo puede ser?

Es que existen una serie de intercomunicaciones de fallas por el interior de la península ibérica y aunque tengan períodos de recurrencia de mil años, son muchas las fallas. Imagínate fichas de dominó tiradas de forma horizontal encima de una mesa y que si mueves una se puede mover cualquiera otra. Haciendo el cálculo sale que cada 100 años hay un terremoto catastrófico y nos hemos librado en los últimos 130. Puede ocurrir en cualquier sitio. De hecho, hay terremotos catastróficos por aquí cerca, tenemos el de Martes (Huesca, 1923) que impactó, además de en otros sitios, en San Sebastián y Pamplona; tenemos el de 1967 en Aret que impactó con una intensidad 6 en Donostia...

Y en Navarra, siendo la tercera zona más sísmica de toda la península, ¿cómo están hechas las cosas?

En cuanto a diseño de las estructuras y aplicación de la normativa, perfecto. Sí que hay ciertos edificios que muestran alguna vulnerabilidad arquitectónica en los elementos no estructurales, pero tampoco las expectativas de aceleración básica son las mismas que hay en el sur de la península ibérica. Sin embargo podrían darse porque hay antecedentes, por lo que yo creo que es una cosa que no habría que descuidar.

El Gobierno Vasco ha presentado recientemente un plan para hacer un estudio de todos los edificios anteriores a 1980 y ha utilizado 65 parámetros de vulnerabilidad, pero no está el de la cuestión sísmica y no estaría mal que para la próxima vez lo incluyeran. En Navarra ni siquiera eso. En muchos edificios se va haciendo porque las corporaciones locales lo van impulsando, pero ahora mismo no hay una campaña completa de un estudio de vulnerabilidad. En cuanto a distribución del territorio, casi ninguna ciudad lo ha tenido en cuenta, ni siquiera Lorca que hizo su hospital en el peor de los sitios posibles desde el punto de vista sísmico. Desde luego, no somos pioneros en cuanto a una distribución antisísmica del territorio.

Usted escribe un blog y en una de sus últimas entradas hablaba del problema de Txominenea.

El blog es divulgativo y allí plasmo mis quejas, mis expectativas, las injusticias que veo, es algo que está muy ligado al sistema de comunicación del profesor del s. XXI. Es vergonzoso cómo se ha tratado el tema y la irresponsabilidad que tienen algunas empresas en este tipo de tragedias humanas. Como antecedente tenemos lo ocurrido en El Carmel. Lo que pasó en Txominenea fue una negligencia y aunque avisaran de que los edificios se estaban hundiendo siguieron adelante. Este tipo de cosas deberían tener implicaciones criminales.

“Lo que pasó en Txominenea fue una negligencia y aunque avisaran de que los edificios se estaban hundiendo siguieron adelante”.

Foto: Oskar Montero

En este ámbito la observación y los datos históricos serán de gran importancia, supongo.

Sí, hay falta de diálogo entre quienes hacen las normativas y los historiadores. Cuando las personas que tienen que hacer las normativas antisísmicas no tienen datos históricos no saben muy bien el escenario en el que se mueven y eso ha sido letal y lo seguirá siendo.

He revisado algunos de los Planes Sísmicos de algunas regiones y se saltan a la torera terremotos importantes, son defectuosos en cuanto a datos históricos. Por ejemplo, el terremoto de Pamplona de 1903 no tiene ninguna trascendencia histórica, es dificilísimo encontrar información en las hemerotecas porque no la hay, pero es que pegó en lo que hoy sería la zona metropolitana de la ciudad, entre Badostain y el centro de Pamplona. En 1903 esa zona eran 4 caseríos y 30.000 personas en toda la cuenca de Pamplona, pero hoy somos 350.000 y si vuelve a pegar un pepinazo así, eso es ya una zona urbanizada. Esto se debería tener en cuanto. Si mañana hubiera un terremoto de escala 5, quizá no hubiera muertos, pero sí unas pérdidas económicas grandes. No haría falta una inversión tremenda, sino 4 normas de sentido común.

Está a punto de ir a Lisboa al Congreso Internacional de Ingeniería Sísmica. ¿De qué hablarán ahí?

Hace 4 años se hizo en Pekín, este año toca en Lisboa y en 2016 será en San Francisco, donde se reúnen todos los especialistas mundiales de ingeniería sísmica. Nosotros vamos con el tema de las vulnerabilidades urbanísticas que hemos visto en Lorca. Vamos a hablar de cómo las diferentes normativas sismorresistentes que han ido saliendo en el 68, 74, 94 fueron cambiando y ahora resulta que el Ayuntamiento de Lorca ha dado directrices de la primera normativa que sin embargo, no aparecen en la última norma de 2002.

Se ha avanzado mucho en normativa, pero siempre se ha querido ver que el escenario sísmico es el edificio cuando no es así, en el siglo XXI el verdadero escenario impactado por un terremoto es la ciudad. Las normas sismorresistentes ni han sido, ni son ni nunca serán suficientes para paliar estas cosas. Vamos en la línea de la distribución urbana de la ciudad acorde con la realidad física, en este caso sísmica, pero también es aplicable a otro tipo de eventos naturales como las avalanchas de agua, las tormentas, el fuego etc. Antonio Aretxabala Es Director Técnico del Laboratorio de Edificación de la Escuela de Arquitectura en la Universidad de Navarra, el cual colabora con empresas e instituciones del sector en el estudio de patologías de la edificación y construcción en general, especialmente del Patrimonio Histórico. Aretxabala es geólogo especialista en Patologías y Geotecnia y profesor de Geotecnia en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, profesor de Geomorfología de la Facultad de Ciencias de la misma universidad y profesor invitado de Mecánica de Suelos de TECNUN (Ingeniería Industrial) en San Sebastián.
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