Javier Arocena. Pintor: Si haces un cómputo, nada merece la pena en esta vida; pero si revives cada momento te das cuenta de que todo es un motivo para vivir

2009-12-25

SALABERRIA, Urkiri

Es sábado por la mañana, el día está claro y hay brisa fresca. Nos encontramos en la Plaza de Gipuzkoa, en San Sebastián. Javier Arocena es un hombre alto, elegante, de pelo cano y arrugas, de las que tienen aquellos que saben reírse de uno mismo. A nuestra cita trae catálogos del grupo UR. Nos sentamos al abrigo del aire, y mientras tomamos un café conversamos durante casi una hora sobre sueños para el futuro y recuerdos.

¿Le hace feliz ser pintor?

(Me mira asombrado) Hombre, se gana poco. (Se ríe)

Bien, si le parece, comencemos con un... Nace en Donostia, el 6 de marzo del 35, en el seno de una familia...

(Se sonríe) Mi padre era director de archivos, era académico y mi madre procedía de un caserío. En casa hablábamos en euskera pero...

¿Qué sucedió?

Pues que cuando empecé en el colegio, en los jesuitas, les dijeron a mis padres que mejor que no hablásemos en euskera, porque era perjudicial para el desarrollo académico. Una de esas cosas incomprensibles que ahora no se entienden. La verdad, es que en esa época había ikastolas clandestinas, pero tanto mi hermano como yo estudiamos en Jesuitas.

¿Cuántos hermanos eran?

Cinco, tres chicas y dos chicos. Mi hermano, que ya murió, siguió los pasos de mi padre, fue historiador y también escribía. Mis hermanas también heredaron de mi padre el gusto literario; una que es sicóloga también escribe y sigue escribiendo y otra de ellas escribe poesía.

¿No publican?

Bueno, a la que escribe poesía le hicimos una edición a nivel familiar, a mi me gustan mucho las cosas que hace.

Así que el gusto por lo estético le viene de familia. ¿Cómo es que usted se decide por la pintura?

Quizá será cuestión familiar puesto que mi hermano también dibujaba muy bien, pero éste se decidió por las letras. En mi caso, cuando era pequeño, viendo que no era “muy buen alumno” y que tenía aptitudes para el dibujo y la pintura, pues me encaminaron por esa línea.

Bueno, no sería buen alumno dentro del sistema educativo de la década de los 40...

(Se sonríe) Será eso. La cuestión es que estudié Artes y Oficios y luego ya comencé a ir con otros pintores para aprender en sus estudios, como Cobreros Uranga, con el que estuve muy poco tiempo porque enseguida empecé a hacer cosas a mi aire. En la época en la que acudía a su estudio conocí a algunos pintores, como Julio García.

¿Cómo eran las clases?

Pues sobre todo hacíamos dibujo. Dibujo clásico con estatua, y posteriormente modelo del natural.

Así que en su casa no toman como algo escandaloso que se dedique a la pintura.

No, más bien todo lo contrario. Mi padre me apoyó muchísimo y me introdujo en el mundo del arte; a través de él pude entablar relaciones con artistas de la época, con los que organizábamos tertulias. Uno que era muy bueno y con el que disfrutaba muchísimo era con Santos Etxeberría, él también era pintor, sobre todo muralista.

En la época que le tocó comenzar había importantes movimientos artísticos en Euskal Herria, ¿cómo la vivió? ¿qué destacaría?

En nuestro caso, yo destacaría la labor de Aranaz Darraz. Era un galerista que todas las navidades organizaba un certamen al que acudíamos todos los que nos dedicábamos a la pintura. Había un gran movimiento y siempre tenías la ocasión de ser premiado. A raíz de estos encuentros entre artistas, galeristas, mecenas..., se nos ocurrió montar un grupo.

Ha comentado el tema de los mecenas, ¿contó con alguno?

Sí, hubo varios. Estaba Javier Aizarna, quien realmente se involucró mucho y fue un gran coleccionista, y otros, pero no recuerdo bien sus nombres.

Y lo del grupo, ¿cómo se les ocurrió? ¿se conocían de la escuela?

En realidad no nos conocíamos mucho y apenas habíamos intimado pero se nos ocurrió fundar un grupo.

¿En qué año?

En 1965. Fue por la época en la que también nació GAUR, solo que nosotros éramos más modestos... nosotros solo éramos UR (nos reímos).

Pero de GAUR sobre todo destacaron los escultores...

En GAUR había de todo, pintores y escultores. Chillida, Oteiza, Basterretxea y Mediburu y de pintores Balerdi, Zumeta, Sistiaga y Amable Arias.

Así que fueron todos compañeros.

Sí. Hubo un movimiento artístico general, no solo éramos escultores y pintores, también hubo músicos como Mikel Laboa, poetas... que se integraron en grupos como Ez dok amairu. Vivimos un movimiento artístico muy amplio que rompió con todo lo que había hasta ese momento. Por ejemplo, con GAUR, entró el abstracto.

Bien, ¿y en qué consistía ser un grupo de artistas?

Pues era una manera de facilitar la organización de exposiciones. Si iba uno solo, las posibilidades de encontrar apoyos eran menores que al ir en grupo. Además, yendo en grupo siempre dispones de mayor número de obras que exponer.

Y en las reuniones de grupos de artistas ¿de qué se hablaba?

Pues de Arte y de otras cuestiones... (se ríe)

Me llama la atención que en estos dos grupos que hemos mencionado no encontremos ni una sola mujer...

Es cierto. Creo que Mari Paz Jiménez estuvo a punto de unirse al grupo de GAUR, pero no sé por qué, no lo hizo. Ahora, quizá haya más mujeres en el mundo del arte, pero en aquella época también las había y algunas muy buenas. Es algo que no entiendo... quizá el machismo. Aquellos tiempos eran muy distintos, y quizá no se valoraba como se debía a la mujer... la verdad es que no lo entiendo.

Hablemos del oficio de pintor, ¿cómo se vive?

Pues a veces mal, cuando las cosas no salen como uno quiere, y a veces mejor, cuando vas viendo que te salen las cosas que quieres. Si volviera a nacer, no sé si volvería a hacer lo mismo (se ríe). No, seguro que repetiría.

Hagamos una pregunta diabólica, ¿y para qué sirve un pintor en nuestra sociedad?

Pues para decorar paredes. Bueno, eso era antes... cuando los decoradores solían incluir en sus proyectos cuadros de pintores. (Se ríe nuevamente). Ahora, realmente no sé para qué sirve un pintor.

¿Cómo es su proceso creativo?

Yo suelo llevar la idea de lo que quiero hacer. Ahora por ejemplo suelo pintar mucho paisaje. Tengo una casita en Lerín, en Navarra. El paisaje de allí es muy distinto al de aquí, son unos tonos verdes y ocres que me gustan mucho y suelo encontrar lo que busco. Hago apuntes, fotografías... y luego trabajo en el estudio.

¿Entonces no se trata de un encuentro casual?

No, normalmente tengo una idea muy clara de lo que quiero hacer, los tonos que voy a utilizar, las formas... así que busco el paisaje que se adapte a mi idea. Normalmente sé dónde encontrar lo que quiero en ese momento. Por ejemplo, cuando buscaba panorámicas, sabía a qué alturas debía subir; ahora me gustan las cercanías.

¿Y la figura humana? En muchas de sus obras se observan personas.

Sí, pero casi siempre son figuras dislocadas, distorsionadas para que quepan en los espacios en las que los quiero encajar. Y las caras, más que identificar rostros, busco representar expresiones.

¿Qué temas son los que le gustan?

Ahora el tema de figura humana lo tengo un poco apartado, pero al principio hice bastante sobre temas marinos, arrantzales... y temas sociales, me gustaban muchos las masas de obreros; los temas festivos; las estaciones de tren y esa sensación de ir y venir, de soledad; los fuegos artificiales, lo nocturno y cuajado de color... Aunque también me gustaban los interiores de Iglesia...

Así que le gustaba hacer personas en grupo...

Sí, lo que en euskera se dice jendea.

A la hora de comenzar a pintar, ¿cómo aborda el cuadro?

Pues primero hago unos bocetos y luego, directamente sin manchar, comienzo metiendo una figura, y luego otra y otra y las voy encajando hasta llenar todo el cuadro. De modo que fondo, paisaje, figura... todo que da fundido en el lienzo.

¿La luz?

Para mi, la luz no es necesaria. Pinto tranquilamente con luz artificial, al fin y al cabo siempre pongo los colores que me apetecen, cuando pinto tengo claro lo que quiero hacer.

¿Cómo describiría su paleta?

Ahora ya no uso paleta, pongo los colores sobre una madera con imprimación y luego la tiro. Además como trabajo con mucha pintura, es mucho más cómodo. La pintura me la suelo hacer yo, porque me gusta que los tonos tengan un espesor concreto.

Hoy en día pocos pintores sabrán moler los colores...

No sé, igual muchos utilizan solo pintura de tubo. A mi me gusta mucho hacerme los colores porque, además de que sale muchísimo más barato, escojo yo mismo los pigmentos que quiero y, lo que te comentaba, tengo una pintura que tiene el espesor apropiado para poder empastar en el cuadro y que no se cuartee nada.

¿También se prepara los lienzos?

Por supuesto. Compro el lino y le doy una imprimación. Antes, que era más joven, hacía cuadros más grandes. Ahora, que ya estoy viejo (nos reímos), pinto cuadros más pequeños.

¿Qué se puede llegar transmitir a través de la pintura?

Dicen que a través de los cuadros se transmite el carácter de uno, pero yo creo que sobre todo se transmiten emociones.

¿Cómo ve la pintura contemporánea?

No sé, no la entiendo mucho. Creo que ahora son las ideas las que prevalecen sobre las obras. Ahora la fotografía está muy en boga, me parece que hay cosas muy interesantes, pero no creo que tenga nada que ver con la pintura. Artista de mil oficios...

Nos ha comentado a lo largo de la entrevista que de pintor se gana poco, ¿cómo lo hizo para sacar una familia adelante?

Bueno, además de pintar también estuve trabajando en dibujo publicitario, estuve haciendo diseños para una casa de vidrieras... y también tuve una tienda de material de pintura que puse con mi mujer y mi hermana. La tienda estaba en un local pequeño, en la plaza de la Consti, y como casi todos los clientes eran amigos les hacíamos descuentos... así que ganábamos poco. También enmarcábamos cuadros, pero como la tienda era tan pequeña y teníamos poco espacio, pues no salían muy bien (nos reímos). Por otra parte, estamos hablando de los años de la dictadura, y teníamos problemas con la policía... era otra época.

¿Problemas con la policía?

Sí, porque teníamos en el cristal un cartel pro-amnistía, un dibujo de mafalda. Así que nos rompieron el cristal tres veces y en una ocasión nos echaron un cóctel molotov, con lo que, como te puedes imaginar, nos chamuscaron de lo lindo toda la tienda. Para finalizar...

Un deseo.

La libertad. Una Euskadi políticamente libre, por ejemplo. Libertad para hablar, para expresarte... para dudar.

¿Qué merece la pena de la vida?

Si haces un cómputo, nada merece la pena en esta vida; pero si revives cada momento te das cuenta de que todo es un motivo para vivir. Creo que a medida que cumples años, te haces consciente de que te vas de este mundo sin saber nada.

Javier Arocena en ARTaretoa Javier Arocena Echeverria (Donostia, 1935) Pintor guipuzcoano, hijo de D. Fausto Arocena,Bildari, historiador guipuzcoano autor de una valiosa producción sobre temas históricos del País Vasco. En el año 1965 funda junto con Bizcarrondo, Tapia y Gracenea, el grupo de pintura “UR”. Desde joven destaca en el ámbito de la pintura, obteniendo a los 24 años, 1959, el primer premio de Artistas noveles guipuzcoanos; el premio “Regoyos” del Certamen de Navidad de la capital donostiarra así como otros muchos primeros y diversos premios. Su obra se halla tanto en colecciones públicas, Museo de San Telmo, Museo de Arte de Durango, Diputación Foral de Gipuzkoa... como privadas. Tanto de manera individual como en grupo, lleva exponiendo desde 1955, con más de medio centenar de exposiciones celebradas en Donostia, Bilbao Paris, Madrid,... en su haber. Su última exposición, de momento, ha sido este mismo año en la donostiarra galería Alga.
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