Pedro Anitua Aldekoa. Director de Atención de Emergencias y Meteorología: La ordenación urbana tiene un papel importante en la minoración de daños

2014-11-05

VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA, Josemari



En su discurso de entrada en la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, alrededor del tema de los incendios y nuestro patrimonio, Vd. sostiene que el País Vasco no se salva de los incendios que han asolado sus pueblos, villas y ciudades...

La sensación que la gente tiene actualmente es que el incendio se trata de algo puntual, que sucede pero que no tiene una incidencia de gran tamaño. Sin embargo, no es así, como lo demuestra a las claras el ejemplo del incendio del casco viejo de Bermeo, o el mismo de Trintxerpe. Los incendios siguen sucediendo. Los edificios antiguos son proclives a los incendios y, evidentemente, los servicios de prevención de extinción y en general la sociedad tienen que tener en cuenta este tipo de circunstancias, con el fin de poder minimizar los daños y planificar adecuadamente la respuesta a ello.

Aunque suene a tópico, ¿son previsibles los incendios?

Absolutamente. Da la sensación de que el incendio es algo sobrevenido, extraño, pero si observamos estadísticas vemos que los incendios son algo regular. En un estudio que realizamos hace algunos años aparecía una siniestralidad por incendio de 0’65 incendios por cada mil habitantes, lo cual supone que en una ciudad como Bilbao se dan alrededor de 220 incendios año. Lo que no sabemos es, lógicamente, dónde y cuándo se producirá. Pero sobre que se van a registrar esos incendios tenemos una seguridad absoluta. Sucede como con los accidentes de tráfico, y por ello se deben tomar medidas para prevenir y responder debidamente.

Ante la alta probabilidad de imprevisión... lo mejor una buena prevención. ¿Cómo se prepara una mínima base preventiva?

Las bases preventivas tienen dos parámetros fundamentales. Intentar evitar que se produzca el incendio. Y en el caso de que se produzca, que sea lo más pequeño posible, para que los servicios de intervención puedan ser eficaces. Evitar, como ya lo he dicho, es prácticamente imposible en un cien por cien, pero un número importante sí que son evitables, concienciando a la ciudadanía sobre lo que tiene que hacer. Hay que marcar pautas educativas e incidir en los aspectos constructivos de la normativa. La actual es muy completa y permite defender los edificios del incendio, de tal manera que cuando los servicios de emergencia deban actuar tengan una gran parte del trabajo hecho porque el edificio les ayuda. Por el contrario, en aquellos edificios en los que la normativa no ha podido incidir, por ser elementos antiguos, nos vemos obligados a basar esas actividades en la propia prevención y en la actuación de los servicios de emergencia, porque el edificio no colabora en ello.

Ha afirmado Vd. que los incendios, junto con los terremotos e inundaciones, constituyen el más grave riesgo para los ocupantes de los edificios, para los bienes incluidos en el mismo, así como para la propia edificación...

Cada vez que mencionamos la palabra incendio la tenemos que relacionar con pérdidas. No hay ningún incendio en el que alguien no pierda algo. No existen incendios light, en los que no suceda nada. Siempre se pierde. Esas pérdidas son mucho más grandes cuando afectan a las personas que ocupan la vivienda, o que se encuentran en el edificio o en una instalación fabril. El calor, el humo, los gases van a afectar a esas personas. Aun en el caso de que no se produzcan fallecimientos, el incendio producirá pérdidas más o menos considerables. Pérdidas del contenido del edificio, de puestos de trabajo en su caso, de recursos materiales, y en algunos casos la pérdida total de la edificación. Pérdida e incendio son palabras que van siempre unidas.

Las pérdidas visibles en el patrimonio son las materiales pero también se dan de manera grave las inmateriales ¿no es así?

Existe un concepto en el apartado de las pérdidas que muchas veces se nos olvida. Se trata de que cuando hablamos de patrimonio parece que las cosas no son de nadie, por lo que no nos preocupan demasiado. Hay elementos que son irrecuperables ya que se dispone de un único ejemplar o documento, sean libros, cuadros, tallas etc. No podemos basar las pérdidas solamente en dinero; existe otra inmaterial que es el patrimonio histórico-artístico que trasciende más de lo que puede ser la pura pérdida de un equipo, de una instalación, que a la postre pueden ser sustituidos por otros similares. En el patrimonio inmaterial su recuperación es imposible.

¿Somos una comunidad con suficiente normativa sobre incendios?

Sí. El problema no es la normativa que, a mi juicio, es mucha y muy completa. El problema es el cumplimiento de la misma, ya que no todo el mundo la lleva a cabo. La normativa, por otra parte, no tiene carácter retroactivo y, por lo tanto, aquellos edificios o actividades en los que no son de aplicación tienen un riesgo elevado que no ha sido contemplado y que hay que medir. Por ejemplo, a las iglesias antiguas no se les aplica la normativa de incendios, sin embargo su valor patrimonial es mucho mayor que el de una iglesia nueva a la que se ha sometido la normativa existente en el momento. Normalmente pensamos primero en las personas, y en su caso sí se contempla su evacuación y salvamento de ellas, pero por lo que significa al valor de esos bienes patrimoniales, muchas veces intangible, no están suficientemente protegidos por normativa y se debe buscar otras alternativas para protegerlos.

Dice en su tesis que la ordenación urbana juega un papel crucial en el desarrollo de políticas de protección civil.

Así es. Hay que tener en cuenta que una vez que se desencadena el incendio, el elemento a intervenir —edificio, instalación etc.— ha de ser suficientemente accesible como para que los servicios de emergencia puedan llegar a él. Por tanto, la ordenación urbana va a tener un papel importante en la minoración de daños: dónde se encuentra ubicado el elemento siniestrado, si hay aparcamiento, si las calles son suficientemente anchas, si se han colocado bancos o farolas en medio, si existen zonas peatonales que por protegerlas impiden el acceso de los servicios de emergencia, si tienen suministro de agua suficiente para que los bomberos tengan un caudal y disponibilidad de agua suficientes, etc. Todo este cúmulo de circunstancias hay que tenerlas previamente contempladas en la planificación urbana para que cuando llega la hora del siniestro podamos enfrentarnos a él de la mejor manera. Si no está previsto que los vehículos de bomberos puedan acercarse, por estar impedidos por zonas peatonales, farolas en el camino u otras, y no existen tomas de agua adecuadas, difícilmente se podrá sofocar el incendio.

“Da la sensación de que el incendio es algo sobrevenido, extraño, pero si observamos estadísticas vemos que los incendios son algo regular”.

¿Existe algún tipo plan institucional para la intervención con los bienes patrimoniales más sensibles ante un posible incendio. Bienes irremplazables con un máximo índice de riesgo etc.?

La Dirección de Patrimonio del Gobierno Vasco, los ayuntamientos y las diputaciones sí tienen sus propias valoraciones sobre esos elementos y toman medidas sobre ellos, pero los servicios de emergencia o no participan de ello o lo hacen en muy pocos casos. No se contempla en ellos el enfoque de la intervención exterior ante un incendio. Ni aquí, ni prácticamente en ningún sitio. Se trata de un valor nuevo en el que se comienza a trabajar. Los principales museos han dado ya un primer paso en ese sentido, basándose en incendios anteriores como el del teatro La Fenice de Venecia, y poco a poco la conciencia sobre proteger el patrimonio de las llamas se va adquiriendo. No basta con tratar de proteger los objetos de los hongos, parásitos u otros elementos sino que también debe contemplarse el incendio, de cara a los servicios de intervención. Sí es cierto que esos edificios tienen su propia protección estructural contra incendios, pero no está contemplado el orden en que deben salvarse las cosas en caso de siniestro. Todos los archivos públicos tienen un grado de protección elevado, pero cuando llegan los servicios de emergencia se encuentran con que no saben cuáles son los elementos preferentes que deben salvar.

¿Somos los ciudadanos conscientes de la importancia de hacer “frente al fuego”?

Nos hemos acostumbrado a que los servicios de emergencia realicen estas funciones. La verdad es que la eficacia del servicio de bomberos es muy alta y por ello hemos delegado totalmente en ellos esta función. Ello indica confianza en los servicios pero hay que tener presente que las pérdidas que se van a tener serán siempre menores si tenemos unas pautas de actuación claras y concretas. Generalmente sí se tiene cierta idea pero, por ejemplo, desconocemos en sumo grado la utilización de un extintor, porque no se ha practicado su uso. A los escolares se les dan pautas, pero la población en general vive bastante relajada frente a un problema que puede surgir en cualquier momento.

Me imagino que si el prever un incendio es prácticamente imposible, la dificultad subirá cuando se trata de una catástrofe natural...

Algunas catástrofes naturales son imposibles de prever. Pero en su mayoría son previsibles y por tanto su grado de prevención mejora. Gracias a que la meteorología ha avanzado mucho hemos adquirido un conocimiento elevado para actuar ante las catástrofes producidas por fenómenos meteorológicos adversos. Nuestra Dirección de Atención de Emergencias ha incluido entre sus competencias la de Meteorología, y de esta manera los fenómenos adversos los contemplamos como parte del trabajo diario. La detección, el seguimiento, el estudio de las probabilidades, de los impactos —dónde se va a producir el fenómeno y qué efecto va a tener— es algo que diariamente realizamos. Los temporales, por ejemplo, de enero y febrero de 2014 fueron una prueba importante de lo que ha supuesto la previsión y el aviso a la población. Es cierto que tenemos muy poco tiempo en algunas situaciones como las tormentas, pero el análisis permanente y los sistemas de aviso están haciendo que podamos influir mucho en el resultado final. De hecho, prácticamente no hay víctimas en los últimos tiempos en cuanto a catástrofes naturales se refiere. Las pérdidas materiales van a ser imposible de evitarlas. En este caso la prevención no consiste en minimizar el fenómeno, que es imposible, sino en minimizar los daños mediante medidas de autoprotección.

¿Qué es lo que aporta en este contexto Euskalmet, la Agencia Vasca de Meteorología?

Fundamentalmente aporta cercanía, conocimiento del territorio, rapidez en la información y una red de más de cien estaciones de medición, que ha sabido conjugar distintas administraciones, ya que todas no son exclusivas de Euskalmet, sino que éste comparte estaciones con diputaciones, ayuntamientos, Agencia Vasca del Agua etc. Todas están integradas dentro de la misma red, de tal forma que la información que tenemos es muy amplia, lo cual nos permite saber con poco tiempo cómo van evolucionando las variables meteorológicas. Cada diez minutos conocemos la situación y nos ofrece la oportunidad de avisar, ver márgenes de maniobra, hacer simulaciones sobre la situación al cabo de dos o tres horas, y ante ello poder actuar y tomar medidas preventivas. Por ello, el valor que ha introducido Euskalmet a la protección civil es muy grande, además de otros que pueda dar sobre información de meteorología cercana, a través de la web, redes sociales y otros medios de comunicación.

El ciudadano normal ha oído hablar del servicio 112...

El mandato europeo del 112 tiene muchas ventajas. Por un lado, cumple con los requisitos de la Unión Europea, que en un principio contemplaba servicio fundamentalmente para los turistas. Con el 112, en cualquier país de la UE existe la seguridad de que te atenderán y se desencadenará una respuesta para tu problema. Por lo tanto, no hay que estar pensando en qué tipo de problema tengo o quién me puede resolver, ya que eso lo soluciona el 112. En Euskadi, la Ley de Seguridad Pública define que el 112 es el único teléfono para emergencias, de forma que tenemos un portal de entrada. Ello supone una descoordinación menor y cualquiera que llama tiene la seguridad de que su problema va a ser tratado con unos sistemas previstos y que se le va a dar una respuesta única. Hemos unificado los servicios y las respuestas, dando rapidez y sobre todo coordinación.

Con el 112, en cualquier país de la UE existe la seguridad de que te atenderán y se desencadenará una respuesta para tu problema.

¿Se utiliza por el ciudadano el 112?

En Euskadi prácticamente todos los ciudadanos saben de la existencia del 112. La satisfacción de la población es alta en cuanto al servicio que denominamos “112 SOS Deiak”. Recibimos 3.500 llamadas al día y seguramente se habrá dado algún caso en el que la respuesta no haya podido satisfacer a quien ha llamado, pero puedo decir que transcurre poco menos de un minuto entre la llamada y la respuesta al problema. Todo esto supone contar con un equipo humano espectacular. Precisamente en los momentos en que no hay una carga de trabajo de respuesta son los que aprovechamos para planificar, ordenar y preparar las futuras respuestas. Cuando ocurre una emergencia no hay tiempo de pensar sino de actuar como se ha pensado. Por ello debemos analizar todos los tipos de situaciones y todos los lugares en que se pueden dar las emergencias, de forma que cuando nos entra la llamada al 112 podamos desencadenar los servicios de la mejor forma y lo más rápido posible. Planificar las emergencias cuesta mucho trabajo y se necesita una capacidad técnica elevada y entre sobresalto y sobresalto tenemos que estar permanentemente actualizando, estudiando e implantando los sistemas de trabajo. Lógicamente, cuando ocurre un incidente o un desastre lo incorporamos a ese análisis para poder consecuentemente implantar las mejoras. Las 3.500 llamadas diarias al 112 producen alrededor de 450 servicios, lo que nos obliga a una dinámica muy intensa.
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