Gregorio Muro Arriet. Guionista: Gracias al euskera he conseguido desarrollarme artísticamente

2012-11-28

ALMORTZA MURO, Arkaitz

Si tuviéramos que reflejar la vida de Gregorio Muro (Hernani, 1954) en una película, esa sería, sin lugar a dudas, Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore. Desde que era niño ha estado vinculado al séptimo arte. Y es que su padre se encargaba de proyectar películas en el antiguo cine Zintzotasuna de Hernani y él permanecía siempre a su lado. En aquella sala que recuerda con nostalgia, nació su vocación. Poco a poco, comenzó a crear sus propias películas a lápiz y papel iniciándose en el mundo del cómic. Con el transcurso de los años su trayectoria artística se ha desarrollado en diferentes campos, y desde hace varios años está sumergido en el mundo de los cortometrajes. Su último trabajo, Zeinek gehiago iraun, está dando la vuelta al mundo cosechando éxitos allí donde se proyecta.

Acaba de llegar de Seúl (Corea del Sur). Desde que presentó Zeinek gehiago iraun, la cinta se ha proyectado en más de 160 certámenes y ha recogido numerosos galardones. ¿Pensaba que la obra iba a tener esta repercusión?

Siempre que haces una cosa esperas que tenga cierta repercusión. Este corto fue muy pensado pretendiendo llegar a muchos sitios que, por ejemplo, con los anteriores trabajos no había llegado. Cuando haces un trabajo de estas características pretendes, primero, expresar lo que tú quieres y segundo, saber que encaja dentro de los circuitos y festivales que hay. Está funcionado como lo esperaba, aunque siempre te esperas el máximo, pero es muy difícil porque hay mucha competencia, y la gente que está haciendo cortos lo está haciendo muy bien. Estoy muy satisfecho con el resultado del trabajo.

¿Qué cree usted que es lo que el público aprecia del cortometraje?

No lo sé, me han dicho distintas cosas. Lo que sí es cierto es que les toca, que emociona, y a mucha gente le gusta la emoción y es lo que valora. A otros, en cambio, el aspecto de que les toque profundamente les molesta. Es decir, en algunas personas he notado una reacción adversa, como que no les ha hecho gracia que les haya conseguido tocar la sensibilidad. En principio, yo creo que lo que gusta es que se trata de una historia universal: habla del amor de la familia, del amor de los padres hacia sus hijos, del dolor que se sufre cuando ocurre algo a alguien a quien quieres... y eso, como es universal, se está entendiendo en todos los países del mundo, y los premios vienen de los sitios más insospechados y más variados.

El corto fue nominado a los premios Goya en 2012. ¿Cree usted que esta sensibilidad también llegaría a los que seleccionaron la cinta?

La verdad es que no sé cómo se seleccionan, ni cuantos académicos han visto todos los cortos a votar y si los han votado por conocimiento propio o por lo que han oído de ellos. Supongo que en el proceso de selección se habrán dado todos estos casos, y por supuesto, estoy convencido que el factor suerte también ha tenido mucho que ver.

La historia de Ander y su familia es el primer drama que escribe. ¿Qué es lo que le empujó a dar este salto?

Simplemente tenía ganas de hacerlo, de probarlo. A mí siempre me ha gustado la ficción. Mi padre proyectaba películas en un cine de Hernani, y para mí el cine ha sido un lugar mágico donde se vivían grandes aventuras y grandes emociones. Las emociones que a mí me gustaban las he vinculado siempre a la aventura, a la acción, a la intriga. Entonces, todas mis obras han seguido por esa línea. Dentro del mundo del cine eso pertenece al género. Están el género de terror, de intriga, de aventura... y yo me he movido más por los géneros. A lo que no llamaban género, pero sí que lo es, es el drama. Se considera como el género por excelencia, es decir, el verdadero. Nunca había hecho nada de eso. He hecho comedia, intriga, aventura, que era lo que me apetecía porque era el cine o la historia de entretenimiento. El de reflexión o el de tocar emociones internas no lo había hecho hasta el momento.

¿Qué nos has querido transmitir con esta historia?

Quería hacer un drama y me puse a pensar. Cuando estudias guión te hablan de cuestiones básicas que hacen mover a los personajes para que hagan cosas. Está la cuestión de la supervivencia, está la venganza... hay un montón de cosas. Pero luego están los sentimientos de amor o sufrimiento. Quería tocar este tema. Personalmente, sé lo que es sufrir cuando alguien padece un accidente en tu familia y quería contar eso. Evidentemente, lo he puesto en un contexto dramático, con una estructura dramática básica: primer acto, segundo acto, y un giro final inesperado... La historia no tiene nada que ver conmigo, pero sí los sentimientos que hay en ella porque los conozco y los he querido transmitir en una historia totalmente difícil.

Usted narra una historia dura utilizando unos dibujos suaves, bonitos. ¿Qué quería conseguir con este efecto?

Pretendía conseguir el contraste de la dureza y la tristeza de la historia con unas imágenes bellas. Ese contraste es el contraste del romanticismo, la tristeza con la belleza. Quería conseguir ese efecto para generar una emoción en el espectador. Tenía miedo al principio, pero creo que ha funcionado bien porque la gente lo disfruta visualmente y lo sufre argumentalmente. Una cosa suaviza a la otra, pero al final el resultado es satisfactorio, entre comillas.

¿Se podía contar esta misma historia con actores reales?

Sí, pero sería mucho más difícil de hacer. Uno de los experimentos que quería probar era que una historia dramática, totalmente adulta, se pudiera contar en dibujos animados sin pensar que estás viendo una cosa para niños. Cuando se habla de dibujos animados para adultos, parece que siempre se habla de temas verdes o casi pornográficos. Yo quería hacer una historia totalmente adulta, con dibujos animados, pero que el espectador entrase en la historia y al entrar en ella se olvidase de que está viendo dibujos animados. De hecho, mucha gente que ha visto el corto me ha comentado eso, que viendo el cortometraje, de repente, se han olvidado de que están viendo dibujos animados y que estaban viendo una historia de verdad. Eso me parece importante porque es una forma de utilizar el lenguaje cinematográfico para conseguir cosas. Da igual que sea un actor, que sea un dibujo, que sea cualquier cosa si la historia está bien contada y con sentimiento.

Desde que era niño ha estado vinculado al séptimo arte. Y es que su padre se encargaba de proyectar películas en el antiguo cine Zintzotasuna de Hernani y él permanecía siempre a su lado.

Las imágenes de la obra nos acercan hasta un pueblo de Euskal Herria. Como tal, ha utilizado el euskera como lengua principal de sus personajes. ¿Qué le motivó escoger este idioma?

Varias cosas. La primera es que gracias al euskera he conseguido desarrollarme artísticamente. No soy euskaldun, no hablo euskara, pero el euskara fue el que me dio la primera oportunidad de ser guionista. Empecé a hacer mis primeros guiones para unos cómics con la editorial Erein. Yo los hacía en castellano y ellos los traducían, y a partir de ahí hice un montón de cosas. Ello me abrió la puerta desde el punto de vista creativo como guionista. He publicado en Francia, en un montón de idiomas, pero realmente me desarrollé artísticamente con el euskera. Por eso, al euskera le debía una obra exclusivamente en euskera. Al principio quería que el corto se viese sólo en euskera, sin subtítulos en ningún otro idioma, pero me quitaron la idea de la cabeza. Creo y estoy convencido de que se entiende sin subtítulos. En este caso, para mí las palabras, más que palabras informativas eran sonidos de emoción de los personajes. Hablando con unos y con otros me comentaron que al oír palabras de verdad, si la gente no las entendía podría generar un pequeño efecto de frustración pensando que se está perdiendo algo que les permitiese entender la historia. Por ello, decidí que se tenía que subtitular. Por otra parte los personajes, esa forma de guardarse el dolor para sí mismo, su comportamiento contenido, es muy nuestra y por lo tanto pensé que el euskera era un complemento ambiental imprescindible.

Gracias a su cinta el euskera se está escuchando en canales de televisión que difícilmente tenían constancia de nuestra lengua. ¡Se le podría considerar un embajador del euskera!

No sé si conocían o no el idioma. Lo que sí es cierto es que el corto se ha emitido en la PBS, que es la televisión pública de Estados Unidos, y no sé si se habrán emitido más trabajos en euskera a nivel nacional estadounidense. Si he conseguido algo así, estoy orgullosísimo de ello. Es algo que creo que se lo debía al euskara. Mucho más contento porque creo que he podido responder a ello, a esa deuda interna que creo que tengo con el idioma.

Junto a Zeinek gehiago iraun, en su trayectoria cinematográfica resaltan otros cortometrajes, que también han sido galardonados. ¿Cuál ha sido la evolución que ha seguido con este tipo de producción audiovisual?

Cuando hice el primer corto llevaba mucho tiempo sin hacer ficción. Tenía, digamos, ‘mono’ de hacer ficción. Lo hice con más gente, con imagen real, y funcionó bastante bien. Eso me animó a seguir, primero, porque había conseguido satisfacer una necesidad mía, que era contar historias de ficción, y segundo, porque al tener una buena repercusión, recuperé la inversión realizada, y decidí invertir en un segundo corto, uno más sencillo, con menos presupuesto. Funcionó, pero bastante menos. Si quieres hacer algo bien, te cuesta. Si lo quieres hacer con menos dinero, siempre se nota. Luego fui pensando en qué quería hacer y empecé con Zeinek gehiago iraun. Con el que estoy trabajando ahora es mucho más ambicioso. No sé cómo terminaré porque igual me he puesto el listón muy alto y a lo mejor no lo termino de hacer lo bien que quisiera. Es un reto. Tengo un año y pico para ir haciéndolo. A ver cómo lo hago.

Después de su última obra tendrá que trabajar para superar el éxito que ha tenido.

Mi intención es dar siempre un paso hacia adelante. El primer paso es tener un guión tan interesante como Zeinek gehiago iraun. Creo que lo tengo. Es muy distinto, no se puede comparar. No es un drama, podría ser más una tragedia-fantástico existencialista. Pero creo que es tan interesante y potente argumentalmente como Zeinek gehiago iraun. Me pide, visualmente, algo mucho más complicado de hacer. Por un lado me da miedo, pero lo quiero hacer. Hasta que llegue el momento en que no se me ocurra algo que supere a lo anterior. Y si no se me ocurre, no lo haré.

¿Qué tienen de especial los cortometrajes?

El cortometraje me gusta porque es totalmente libre y porque puedo hacer lo que yo quiero. Cada cortometraje puede ser totalmente distinto al anterior. Me permite hacer cosas que me apetezcan en el momento. A mí me gusta ir cambiando, es lo que me permite el cortometraje. En un largometraje es imposible porque es demasiado caro, hay que pensar mucho en la audiencia, recuperar la inversión realizada.

“El cortometraje me gusta porque es totalmente libre y porque puedo hacer lo que yo quiero”.

Parece que los cortos están en auge, de hecho, existen certámenes on line. Para algunos autores internet es una forma de dar a conocer sus trabajos. Otros, en cambio, no lo ven así. ¿Qué opina usted al respecto?

Yo no lo veo así. En un momento determinado, si quieres, puedes dejar una cosa para que se vea en internet. Un cortometraje cuesta mucho esfuerzo, cuesta dinero hacerlo. Internet es el ‘todo gratis’. Hay un montón de festivales que tienen un trabajo tremendo de organización para poder realizar un evento, para que la gente vaya a verlo, y para que se vea de manera colectiva. Ver una cosa de manera colectiva trae un debate sobre las ideas, sobre las cosas que se ven. Ver algo de manera individual está bien, pero a veces es necesario ver las cosas de manera colectiva. Yo soy partidario de ello. Soy partidario de los festivales de cortometrajes que se organizan en distintos pueblos, que normalmente son de acceso gratuito. La gente puede ir a verlos, pero lo ve con otros y a la salida comentan lo que han visto. Sin embargo con internet lo ves sólo, no lo comentas con nadie, igual te olvidas y se acabó. No quiero decir que no quiera dejar mi trabajo en internet para que lo vea la gente, evidentemente llegaría a mucha más gente, pero creo que primero debe hacer un recorrido. Yo por lo menos he procurado y he prohibido que estuviese en internet hasta que cumpliese los determinados objetivos, hasta que ha pasado prácticamente un año. Después del año, una vez hecho el recorrido por los principales festivales, puede estar en internet y el que quiera verlo lo ve, no se lo voy a prohibir.

El salto a este tipo de producción audiovisual lo dio después de trabajar como guionista y tras dirigir largometrajes. ¿En qué campo se siente más a gusto?

Viene a ser lo mismo. Para mí un cortometraje o un largometraje es lo mismo, es contar una historia. El largometraje es muy complicado. Entras dentro de un proceso semi-industrial, comercial, donde se realizan grandes inversiones. Esas inversiones las hacen unas personas y esas personas están preocupadas por su inversión y por la recuperación de la inversión realizada. Afecta a la parte creativa, y evidentemente, el creador tiene una responsabilidad de cara a ellos. Me parece mucho más duro hacer un largometraje que hacer un cortometraje. Un corto tiene una inversión, cuentas con alguna ayuda, pones ilusión, pero haces lo que tú quieres, tienes esa libertad. Si no funciona, pues igual has perdido eso y posiblemente no hagas más. Si funciona seguirás haciendo. Para mí el cortometraje lo que tiene es libertad. Libertad creativa, y a mí en este momento es lo que me interesa. Evidentemente no se puede vivir de él. Es imposible.

¿Cómo ha afectado la actual situación económica? ¿En qué lo notan?

En muchos aspectos. Hay muchos festivales que han cerrado. En mi caso, por ejemplo, estaba seleccionado a un festival, pero me mandaron un correo diciendo que lo sentían mucho pero que al final el festival no se celebraba porque se habían retirado los recursos económicos. En otros, en cambio, lo premios que antes eran una cantidad ahora son la mitad. Se está notando mucho. La mayor parte de los festivales lo organizan entes públicos y, precisamente, es donde más recortes hay junto a la cultura.

Sus inicios, no obstante, estuvieron en los cómics. ¿Ha seguido vinculado a este mundo?

Lo dejé durante mucho tiempo. Cuando estaba en el mundo del cómic tuve oportunidad de pasarme al mundo audiovisual, que era mi sueño, estar en el cine. Luego estuve en el cine y en la televisión. He hecho un recorrido bastante interesante, y justo este último año han empezado a reeditarme trabajos. El año pasado me reeditaron un cómic en euskera para la feria de Durango, Indianoa, y, curiosamente, en septiembre me han reeditado en un libro integral una de mis series que publiqué en Francia. Esto me ha animado a volver al cómic, aparte de que amigos que dibujan me han pedido que hiciese guiones. En estos momentos estoy preparando un cómic, que todavía no está nada cerrado. Vuelvo porque es una forma de expresarme con la ficción.

Al igual que el mundo de los cortos, parece que hay un nuevo auge en los cómics.

No lo sé exactamente. En Francia parece que hay un pequeño auge, pero la crisis también está afectando. El cómic, que parecía que había una tendencia a que desapareciese, sigue estando ahí. Es curioso. Lo que ha cambiado es el tipo de cómic. Antes eran más cortos, más intrascendentes, y ahora, por ejemplo en España y también en Francia, se está trabajando con la novela gráfica. Son cómics en blanco y negro con más páginas, libros gordos, de 150-200 páginas, que es como si fuese una novela literaria pero con dibujos.

“El año pasado me reeditaron un cómic en euskera para la feria de Durango, Indianoa, y, curiosamente, en septiembre me han reeditado en un libro integral una de mis series que publiqué en Francia”.

Cómics, guiones, dirección de largometrajes y cortometrajes... ¿Qué le empujó a caminar por este sendero artístico?

Comencé de niño. Según me dijeron mis padres yo estoy metido en el cine desde que tenía una semana de vida. Mi padre era proyeccionista del cine Zintzotasuna de Hernani y mi madre regentaba el puesto de refrescos y garrapiñadas, que entonces no había palomitas.

A lo largo de estos años ¿quiénes han sido su fuente de inspiración o ídolos a seguir?

Yo he estado metido en el cine. Veía un montón de películas. Las primeras películas que vi llegaban de Estados Unidos, del Oeste. Y ahí ha estado siempre funcionando mi imaginación. Como no había dinero para tener una cámara de cine en casa, empecé a hacer mis películas en papel, con dibujos. Y también a leer cómics que había en aquella época como El Capitán Trueno y otros que venían de Francia. A mí, particularmente, me gustaban los cómics franceses. Me parecía que era lo que más se parecía al cine, más que los tebeos españoles. Me fui fijando cómo se hacían y cuando los pude hacer yo y me sentí capaz de hacerlo, me fui hacia Francia lo antes posible, porque me parecía que era el país donde mejores cómics se hacían. He leído cómics mejores que películas. Y he visto grandes películas y películas malísimas. Las películas que vienen de Estados Unidos, la mayoría, vienen ahora de los cómics. Des cómics que, precisamente, no son de mi gusto. Los súper héroes nunca me han gustado. Me ha gustado el cómic mucho más elaborado, con historias más interesantes, más profundas, teniendo que ver incluso con el tema histórico, igual que las novelas históricas, que es el cómic franco-belga; el cómic que más me ha gustado. Me gusta, en parte, el cómic clásico americano como El Príncipe Valiente, pero los súper héroes nunca me han gustado. El manga japonés me ha llegado muy tarde. He visto cosas interesantes pero conceptualmente no entro en él, no termino de entrar. Yo soy del cómic franco-belga.

Narra historias en diferentes formatos. ¿No se ve escribiendo novelas?

No. La novela es otra cosa. Yo soy narrador con imágenes, no soy un narrador con palabras. La novela puede ser más o menos poética, pero sobre todo juega con las palabras. Yo juego con las imágenes.

A partir de ahora ¿por qué caminos seguirá?

Por ambos. Ahora estoy haciendo un cortometraje y al mismo tiempo estoy escribiendo un cómic. Gregorio Muro Arriet (Hernani, 1954) Guionista. Inició su carrera artística en el mundo de los cómics. Después de publicar varios libros por toda Europa y recibir varios premios, comenzó a trabajar en el cine y la televisión donde ha tenido la ocasión de ejercer como guionista. En 1999 realizó el análisis del guión de Año Mariano, película dirigida por Karra Elejalde y Fernando Guillén Cuervo. Dos años más tarde se encargó de escribir el argumento y el guión de El rey de la granja (2001), película que dirigió junto a Carlos Zabala. Desde 2008 realiza cortometrajes donde destaca su último trabajo, Zeinek gehiago iraun que fue nominado al Premio Goya al Mejor Corto de Animación en 2012 y con el que está recorriendo el mundo. Además ha sido preseleccionado para los Oscars.
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