José Antonio Sistiaga. Pintor y cineasta: El arte es más que mi modo de vida: es mi vida

2005-03-11

SALA, Teresa

Es fácil hablar de arte y creación con José Antonio Sistiaga (Donostia, 1932). Este pintor y cineasta, apasionado y socarrón, es sobre todo un gran vitalista que tiene por lema personal: “Yo soy yo, a pesar de las circunstancias”. Su nombre figura en los manuales de historia como padre fundador del Grupo GAUR el año 1965 que reunió a los Ocho Magníficos del arte guipuzcoano de vanguardia (Arias, Balerdi, Basterretxea, Chillida, Mendiburu, Oteiza, Zumeta, y el propio Sistiaga), y ha entrado también a la historia del Séptimo Arte como uno de los más raros e interesantes creadores de cine pintado.

¿Cómo supo José Antonio Sistiaga que quería ser pintor?

Cuando tenía cinco o seis años descubrí en casa del doctor Linazasoro, amigo de mis padres, una copia de la Rendición de Breda de Velázquez, realizada por uno de sus abuelos. Cada vez que visitaba aquella casa pedía que me dejaran observar el cuadro, y era tal mi interés que acabaron regalándome la caja de acuarelas del pintor de aquella copia. Fue a la vista de ese cuadro cuando surgió la primera emoción estética que me llevaría a hacerme pintor.

Usted se define como autodidacta. ¿Significa eso que nunca pisó una academia?

Sí. Cuando fui a vivir a París, en la década de los cincuenta, un familiar me inscribió en la Escuela de Bellas Artes, pero sólo aguanté un mes y medio, el tiempo que tardé en comprender que no tenía nada que hacer en las aulas, que lo que pasaba en la calle, en las galerías, en los museos y exposiciones, que el contacto con las personas de los lugares más diversos me resultaba mucho más enriquecedor que lo que me enseñaban en Bellas Artes.

Tal como yo lo entiendo, libertad es sinónimo de responsabilidad. Por otra parte, el sentido de responsabilidad se manifiesta mucho más fácilmente cuando uno empieza yendo a museos y copiando cuadros. Uno tiene que responsabilizarse de las decisiones que toma y de las dificultades con las que se puede encontrar. Este tipo de aprendizaje es mucho más rápido. No entiendo cómo ahora nadie va a copiar a los museos, sobre todo entre quienes quieren ser artistas.

Pero esa vía también implica riesgos...

Optar por el arte: ¡ese es el gran riesgo! Todos los artistas, los verdaderos artistas, han atravesado algún tipo de dificultad. Van Gogh es el ejemplo clásico de artista autodidacta, comprometido con su obra e incomprendido por su tiempo. Pero hay otros, como Manuel Duque, un pintor ya fallecido a quien conocí en París en 1955 y que me influyó mucho. A pesar de ser uno de los grandes innovadores de la pintura contemporánea, hoy está totalmente olvidado. Y es que a quien no entra en los circuitos más o menos comerciales no se le conoce. Sistiaga y Duque, 1996.

En todo caso, ser o no entendido, ser o no reconocido, es cosa que no me quita el sueño. De lo contrario, me hubiera hecho economista.

¿Pero el arte es su modo de vida?

El arte es más que mi modo de vida: es mi vida.

Yo juzgo y me juzgo constantemente, es un poco desagradable pero soy así. Me parece imprescindible que el artista tenga un sentido crítico hacia sí mismo, todo no vale. Puede parecer petulante, pero le confesaré que en los años sesenta tiré a la basura más del 80% de mi producción, y veinte años más tarde vi aquello que yo entonces juzgué como superfluo expuesto en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. En fin, suelo decir que yo soy yo, a pesar de las circunstancias. "Cosmos". Óleo/tela 300 X 500 cm. 2002

Usted es padre de siete hijos. Supongo que no le habrá resultado sencillo sacarlos adelante con el arte.

Peor lo tuvo Vermeer, que fue padre de quince hijos y a pesar de ello sus interiores domésticos están envueltos en el sosiego y la “douceur de vivre”. Eso sólo lo puede conseguir el artista que se entrega por entero a la creatividad y renuncia a muchas cosas que para otros son básicas.

Con 10 ó 11 años vi una película del cómico argentino Sandrini titulada Mientras el cuerpo aguante. Uno de sus gags era como sigue: el protagonista, mientras espera a que le atiendan en una oficina de paro, saca del bolsillo un bocadillo envuelto en papel. A su lado hay una señora que se queda mirándole boquiabierta, hasta que Sandrini, compadecido, le ofrece “una olida”. Una vez que los dos disfrutan de una olida, se vuelve a guardar el bocadillo. Aquello me educó más que todo el bachillerato porque gracias a esa película supe cómo debería vivir para poder hacer lo que yo quería, pintar.

Sin olvidar que aquel niño que se divertía con Sandrini era el hijo de un represaliado de la Guerra Civil encarcelado en Ondarreta. A mi padre lo denunciaron un cura castrense, Antonio Díez Martín, y su hermano Julio, dos macabros personajes de infausta memoria en San Sebastián. Cuando mi padre al fin salió de la cárcel, le pegaron un tiro en pleno centro de la ciudad del que sobrevivió por milagro. Ahí quedé yo vacunado contra curas y militares En ese ambiente crecí, y aquí sigo… Mientras el cuerpo aguante. "Calido es el fuego". Óleo/tela 210 X 333 cm. 2001

¿Sistiaga es de los que creen que el artista debe tener un don natural?

Sobre todo confío en la capacidad de observación. Uno se va haciendo en la soledad a través de la observación, del cultivo interior, sin avaricia del tiempo. No se puede pretender sacarle rendimiento a una emoción. Una de las estampas que más me gusta es la de un niño en un museo contemplando una creación artística.

Esa imagen enlaza con su preocupación por la formación estética de los niños.

Sin duda. En París conocí una experiencia educativa muy interesante basada en la creatividad espontánea de los niños, de modo que les proporcionaban los materiales y ellos decidían el tamaño del papel, los colores y el tema. Se trataba de que por sí mismos tropezasen con preguntas y de que por sí mismos encontrasen las respuestas en diálogo con su profesor, un tal Stern. Apliqué esa misma técnica aquí, y resultó muy positiva. A los adultos les extrañaba que los niños permaneciesen horas en silencio, concentrados en su labor. La razón era que cada niño se responsabilizaba de lo que hacía. En total me dediqué cuatro años a la pedagogía, en Donostia y en Elorrio con los hijos de los trabajadores de la cooperativa Funcor. Autorretrato.

Tengo entendido que usted fue alma mater del Grupo GAUR. ¿Cómo se le ocurrió la idea?

GAUR surgió en oposición al Premio de Pintura Vasca que organizaba el Centro de Atracción y Turismo de Donostia. Eran las clásicas exposiciones oficiales del franquismo, culturales y políticas a la vez, donde importaba más la cantidad que la calidad. Como réplica se me ocurrió organizar una exposición paralela reuniendo a los principales artistas no figurativos de Gipuzkoa. Hablé con Amable Arias y una vez que le convencí fuimos juntos a ver a Oteiza, quien se sumó a la iniciativa con su particular entusiasmo. También se nos unieron Basterretxea desde Irun, Mendiburu en Hondarribia, y Eduardo Chillida en Donostia. Por mis relaciones con el empresario Dionisio Barandiarán conseguí que nos dejase unos bajos en la calle Bengoetxea, cerca del Hotel María Cristina, donde en diciembre de 1965 preparé una exposición pedagógica sobre el método educativo Freinet, y en la primavera de 1966 tuvo lugar la primera exposición de GAUR.

Aunque la idea inicial partió de mí, fue Oteiza quien le dio el nombre y quien propuso la formación de una constelación de grupos en cada territorio, como una especie de federación de artistas vascos. Según eso, en Bizkaia, EMEN, en Alava, ORAIN, en Navarra se llamarían DANOK, y BAITA en Iparralde.

¿Tuvo repercusión aquel proyecto? "Cosmos-oceano". Óleo/tela 286 X 211,5 cm. 2001

Sin duda que en aquel tiempo tuvo un interés incuestionable, del algún modo marcó un hito. Después de la primera exposición de Donostia estuvimos en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y también expusimos en Vitoria. Los navarros se desentendieron y a Iparralde ni siquiera llegamos porque allí no había nada.

Personalmente, el proyecto dejó de interesarme cuando se impusieron tesis que venían desde una concepción política y no estética. Yo ya temía que podía suceder algo así, y finalmente sucedió. Pretendieron manejarnos, y eso yo no lo soportaba.

Soy de la opinión de que nada o muy poco surge en el arte desde la política o que ha sido apadrinado por políticos, porque la mayoría de la gente que en política se encarga del arte generalmente no entiende de arte, sus dominios son otros. Un ejemplo a la vista de todos ha sido Manifesta.

Se refiere a la Bienal Europea de Arte Contemporáneo, Manifesta 5, celebrada el verano del 2004 en Donostia.

Sí. Ha sido una experiencia realmente divertida, lo confieso, me mueve a la sonrisa. Fue como Bienvenido, Mr. Marshall, con la particularidad de que el Plan Marshall aquí lo hemos sufragado nosotros. El librito-catálogo de la exposición lo guardo como oro en paño en la biblioteca junto al misal de mi primera comunión, a un ejemplar de Camino de monseñor Escrivá de Balaguer, y al Libro Rojo de Mao… ese libro (en el que por cierto estoy incluido, a mi pesar) es todo un derroche de fe. Manifesta o la persistencia de la necedad.

Ahora en serio. La mayoría de esos jóvenes artistas a los que escogieron por todo el mundo para exponer en San Sebastián no tenía nada que decir sobre el momento en que vivimos, y mucho menos sobre la realidad del país (según anunció la organización, Manifesta nos revelaría aspectos de nuestra realidad que nosotros, por cercanía, éramos incapaces de observar), por eso se apoyaban en la vuelta al pasado y en jueguecillos estéticos más infantiles que un tren txu-txu. Típico arte académico de nuestros días. O sea, arte de chicos burgueses que tienen a sus padres orgullosos y esperanzados de que un día les darán una beca para irse a Nueva York y quizás hasta salgan en la tele. En mi tiempo era al revés: si a una hija se le ocurría hacerse artista, recibía un par de tortas y le metían en las Oblatas.

Naturalmente, hay excepciones, pero no cabe duda de que hoy se da una importancia desmedida al primer estornudo que eche un joven de entre 20 y 25 años armado de una videocámara. "Donostia, Boogie Woogie". Homenaje a Piet-Mondrian. Óleo/tela 210 X 497 cm. 2002

¿Cuál es su postura sobre la incursión de las nuevas tecnologías en el arte?

Tengo un ordenador, es mi cerebro; y tengo, tenemos un instrumento: la mano y también el tiempo. Ellos han nacido conmigo, nos hemos hecho juntos. Varias veces a lo largo de mi vida, al ver mis películas la gente me ha preguntado si tomaba LSD. A eso respondo que lo que tomo son yogures. El ordenador es demasiado frío, sin tacto, nace muerto, no “hay duende” como diría el cantor. ¿Y qué pasa con el error, que es también creador, qué pasa cuando surge de estas máquinas precisas, frías y sin sexo? No necesito ordenador para crear, lo que necesito es curiosidad, acción, determinación, voluntad…

Ahora bien, el papanatismo triunfante dice que lo moderno es la creación con las nuevas tecnologías y de ahí no hay quien les saque. Y así nos luce el pelo... Jorge Oteiza utilizaba la expresión “entretenimientos” para designar a todas esas creaciones nacidas de espíritus jibarizados y sinsorgos que están copando los museos de arte contemporáneo. Hacia eso vamos: hacia una época “entretenida” poblada por “creadores entretenedores”. Ángel García Ronda, Mª Carmen Urcola, Alain Robbe-Grillet, Sistiaga, Raúl Guerra Garrido, Pilar Saramago, José Saramago. El Escorial, 1990.

¿Su postura crítica, la ha manifestado ante las instituciones públicas?

Siempre que he podido, sí, aunque a decir verdad hoy día no existe una voluntad de diálogo serio con los artistas por parte de las instituciones. A mí, al menos, no me preguntan nada. Pero no le demos más vueltas, el problema no está en las administraciones sino en la falta de una iniciativa privada fuerte. Yo, como artista, confío firmemente en la iniciativa privada, a la manera de los Estados Unidos donde la inversión en arte no está gravada y, a largo plazo, revierte en beneficio público.

El mejor Ministerio de Cultura es el que no existe, como en Suiza, donde no tienen que aguantar al responsable cultural de turno renovable cada cuatro años. En la época de Stalin los dirigentes culturales fijaban los temas, la estructura y los colores que debían utilizar los artistas. Ahora nos dicen que hay que trabajar con ordenadores e instalaciones de vídeo, y quien no lo hace queda fuera de la ortodoxia institucional, y por tanto fuera de los circuitos pagados con dinero público. “El Partido siempre tiene la razón”, decían en la URSS. “Los asesores siempre tienen la razón”, dicen ahora en las consejerías y ministerios.

¿Sistiaga no ha recibido subvenciones para hacer sus películas?

En el País Vasco, ninguna. Mi primera película pintada la hice gracias a un contrato de palabra con Juan Huarte, empresario, coleccionista y hombre de saber. Ese contrato me permitió trabajar durante diecisiete meses de 1968 a 1970 a razón de doce horas al día con total libertad. Yo entonces no lo sabía, pero estaba haciendo el primer y hasta hoy único largometraje pintado imagen a imagen sobre celuloide de la historia del cine. "La sortie au jour". Hommage à Maurice Ravel. Óleo/tela 210 X 497 cm. 1998

¿Pero lo suyo es cine o es pintura?

Es pintura y es cine. Mis cintas no son películas animadas sino películas pintadas. Su desarrollo es el producto del tiempo y de la observación. En la primera no había guión pero sí una anécdota que actuaba como impulso inicial, y era la respuesta a todos los cretinos que controlaban la cultura aquí. Pero en el proceso de creación me di cuenta de que la anécdota ya no tenía interés para mí, de que la parte biológica, intuida poéticamente, de la evolución de los colores y de las formas me llevó a otro terreno. Además, el sentimiento de venganza no me resultaba creador. Así que mantuve a parte los primeros ocho minutos con la anécdota incluida, y a ese corto lo titulé De la luna a Euskadi, con el que gané el Premio de Cine Experimental de Bilbao de 1968. El resto es el largometraje Ere Erera Baleibu Izik Subua Aruaren. Soy el primer sorprendido de que este “largo” se haya convertido en un clásico del cine de vanguardia, y de que gracias a él haya podido viajar por todo el mundo. Sólo en el último año se ha proyectado en Los Angeles, Chicago, Pittsburgh, San Francisco, Nueva York y esta misma semana en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y en MACBA de la misma ciudad en los meses de marzo y abril.

¿Por qué el título Ere Erera Baleibu Izik Subua Aruaren?

No tiene significado, son sólo sonidos que recuerdan al euskara. Yo no quería que tuviera título, quería que fuese puramente pintura, sin más, pero la censura me obligaba. Le llamé a Rafael Ruiz Balerdi desde una cabina de Madrid y le pedí un título inventado, lo improvisó al momento. Más tarde me pidieron que me presentara en Madrid para dar una traducción (debían pensar que se trataba de un mensaje terrorista cifrado o algo por el estilo). Al funcionario intenté explicarle que el título no tenía traducción, pero a pesar de mi insistencia no lo entendió y me largué dejándole con la palabra en la boca; ese señor no me servía a mí para nada. Plaza realizada en granito por Sistiaga en Donostia. 1997/1998. Benta Berri.

Su filmografía se compone de seis producciones.

Pintadas seis y una más aún sin terminar, y tres más filmadas. Después de De la luna a Euskadi y Ere Erera Baleibu Izik Subua Aruaren, hice Luz (1988), un minuto pintado en continuo, sin separación de fotogramas, para máquina proyectora Fabiani en 70 mm. Mi cuarta película fue Impresiones en la alta atmósfera (1988-1989), de 7 minutos y 10.000 fotogramas. Se proyectó en el Festival de Cine de San Sebastián de 1989 en el Velódromo de Anoeta junto a dos filmes americanos. Recuerdo que el director General de Cinematografía de entonces, Miguel Marías, se quedó perplejo y me preguntó cómo había conseguido financiarme la película. Le expliqué que mi cine es posiblemente el más barato de la historia: sólo necesito una cinta de celuloide, una mesa, mis pinceles y mi tiempo. Marías me dijo que los dos cortos americanos se soportaban gracias a mis Impresiones… y me ofreció ayuda. Más tarde hice otras dos películas ya con una técnica diferente. Una de ellas, Paisaje Inquietante-Nocturno (1990-1991), se la dediqué a mi amigo el escultor Mendiburu, ya fallecido. Con el mismo original hice En un jardín imaginado, que es como el reverso de la anterior: aquélla simboliza la noche y ésta el día. Desde 1992 estoy trabajando en mi séptima película: Han, que según Oteiza era como llamaban al sol los primitivos, y que al mismo tiempo quiere decir “allí” en euskara y también es el apellido chino más antiguo. El guión se refiere sencillamente a los tiempos de duración de cada tamaño de sol.

Tendemos a pensar que artistas como usted, imbuidos en la reflexión estética y en la abstracción, viven al margen del mundo…

Ya lo sé, pero es un error. Somos artistas y personas, en mi caso al menos persona con conciencia cívica. No soy hombre de creencias religiosas, pero sí de reflexión. Creo que la fe religiosa va unida a cierta irresponsabilidad (el famoso “Que sea lo que Dios quiera”). En una tabilla egipcia de hace 3.500 años aparece escrito: “La creencia no es suficiente, es necesario el conocimiento”. Sí, pero el conocimiento científico-técnico también puede ser terriblemente perverso. La razón engendra monstruos, que decía Goya. Por ejemplo, considero que si queremos darle un futuro a la Humanidad debemos, entre otras cosas, plantearnos seriamente y sin tardanza la eliminación de las armas del planeta. Tiene narices que el mundo esté gobernado por fariseos que acusan a los demás de poseer armas de destrucción masiva cuando ellos son los mayores fabricantes y exportadores de armas en el mundo. Hay una gran hipocresía a desenmascarar. Hay que crear un nuevo tribunal internacional, semejante al que impulsó Bertrand Russell en los años sesenta, para denunciar la producción y el comercio de armas como un crimen contra la Humanidad. José Antonio Sistiaga (San Sebastián, 1932) José Antonio Sistiaga nació en 1932 en San Sebastián. Hizo su primera exposición de dibujos con 13 años, y se formó realizando copias de obras clásicas en el Museo donostiarra de San Telmo. Residió en París entre los años 1955 y 1961, donde tomó contacto con el mundo del arte contemporáneo. Entre 1961 y 1962 vivió en Ibiza, período que corresponde con sus pinturas “Sobre el tiempo”. Entre 1963 y 1968 dirigió talleres de pintura libre infantil en Donostia y Elorrio aplicando el método Freinet. El año 1965 animó la creación de un grupo de artistas de vanguardia GAUR. Desde 1968 ha realizado varios filmes pintados directamente sobre celuloide. Reside en Ciboure/Ziburu desde 1981 y actualmente tienen su taller de pintura en Donostia.
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