Pablo Malo. Cineasta: Aspiro a que mi nombre se relacione con trabajos de calidad que merezca la pena ver

2007-06-01

SALA, Teresa

Dice que en el cine “se aúnan todas las artes”, y que cuando ese encuentro sale bien ocurre algo “extraordinario y mágico”. Le encanta que le cuenten historias y está obsesionado por no aburrir en sus películas. Vive y trabaja en Donostia, donde están su familia y amigos, y no piensa mudarse a Madrid o el extranjero, porque tiene claro que en la vida, “hay cosas mucho más importantes más allá de lo que ocurre en la pantalla”. Pablo Malo llega puntual a la cita y habla sobre su pasión, el cine, con el tono veraz y afable de alguien que cree en lo que está haciendo.

Acaba de volver de la ciudad italiana de Viareggio, donde ha presentado La sombra de nadie, ¿qué aceptación ha tenido?

Muy buena. Entre los diez trabajos seleccionados, la nuestra era la única película de suspense. Esto me sorprende, porque yo creía que La sombra de nadie iba a ser una película de público, más que de festivales, y está ocurriendo que está siendo un filme de festivales. Hemos estado en Nueva York, y también en Nantes. Acabamos de lanzar la película al mercado. La gente está muy receptiva e interesada de la historia. Además, me apetecía verla con un público distinto.

Ya tiene escrito el guión de su tercer largometraje: Las huellas del agua, donde ha decidido contar una historia sobre las relaciones entre padres y sus hijos adolescentes.

Cada vez que hago una película intento cambiar de género, porque me entretengo más. Ahora me apetece hacer una historia sobre padres e hijos, porque creo que se ha desmadrado mucho el tema de la educación. Me parece que asistimos a un momento muy extraño en el que los adolescentes tienen todos los derechos del mundo sin asumir ninguna obligación. Los padres han dimitido de educar a los hijos, y en las escuelas están absolutamente desbordados. Me apetece mucho tratar sobre la relación entre padres e hijos, y sobre esta idea tan absurda de pensar que uno puede ser amigo de su hijo. Los amigos hay que encontrarlos en la calle. Creo que estamos completamente equivocados y que estamos creando monstruos. También considero absurdo que un niño pueda tener un regalo de 600 euros, cuando es casi el sueldo de un padre. Opino que acabaremos pasando factura por haberles inculcado la idea de que se puede tener todo y se puede tenerlo ya.

¿Se trata de una película de denuncia social?

No. Simplemente, me apetecía cambiar de género. Quería tratar la historia de dos padres y sus respectivos hijos. Uno de los padres tiene celos de su hijo y el otro hijo se avergüenza de su padre. Me parecía muy interesante tratar estos temas en el contexto de un verano en una urbanización. Estamos asistiendo a un momento en el que la sociedad está sufriendo unos cambios muy brutales. No quiero denunciar nada, porque no creo que el cine tenga el poder para remover nada en este sentido. Después de Frío Sol de Invierno y La sombra de nadie, me apetecía contar una historia actual y de relaciones entre padres e hijos.

¿Estará narrada en clave de comedia?

No lo sé. En principio no me ha salido un drama. A mí siempre me gusta aliviar el drama con tintes de comedia. No de comedia como tal, porque me parece un género muy complicado, difícil y serio. Creo que hace muchos años que no vemos una buena comedia en el cine español. Será una historia social, aunque no me gusta encajar los filmes en un género. Cada película tiene su recorrido.

Primero fue el drama, luego el suspense y ahora una historia social, ¿le da miedo aburrir?

Siempre he dicho que me obsesiona mucho no aburrir. El cambio de género tiene que ver con el hecho de que el proceso de cada película puede durar varios años. Después de dos años trabajando en el suspense de La sombra de nadie, no me gustaría nada volver a hacer un filme de suspense. Una productora norteamericana se interesó por la película y vimos la posibilidad de hacer un remake en Estados Unidos, que probablemente se quedará en nada. Si me planteo la posibilidad de hacer la misma película en Estados Unidos, me parece interesante, pero, en principio, no me gustaría. Sobre todo porque es una película que ya está hecha y porque no me gusta repetir géneros. Después de pasar varios años concentrado en algo, me apetece pasar página, oxigenar mi cabeza y meterme en otra historia.

La soledad es una tónica presente en el carácter de todos sus personajes.

Así es. Opino que vivimos en una sociedad compuesta por personas muy solitarias que se comunican principalmente a través de Internet. Cuando voy a Madrid me encuentro con mucha soledad, veo mucha gente pero me doy cuenta de que las personas están muy solas. Creo que es uno de los males sociales. Que la gente se siente sola, es un leitmotiv de mis historias: el individuo frente a una sociedad en la que no consigue comunicarse. Antes era lo más normal del mundo pedirle sal al vecino del quinto y sin embargo, hoy se vería como algo extraño. Creo que este tipo de cosas se han pervertido mucho. Hemos rehuido de sociedades de pueblo donde todo el mundo sabe todo de todos, y nos hemos ido al otro extremo, donde vivimos rodeados de vecinos que no sabemos quienes son. Hoy uno va a una boda sabiendo que tiene fecha de caducidad, antes, sin embargo, pensábamos que era para toda la vida.

En sus películas pasan muchas cosas y, a menudo, los personajes tienen más de una historia.

Siempre que he hecho cine me ha gustado mucho contar historias de personajes. Me gusta trabajar con los actores y creo que a los actores hay que darles papeles con suficiente entidad como para que les apetezca hacerlos. Yo creo mucho en la casualidad. Mi mejor amigo y yo nos conocimos en los cines Astoria de Donostia, en una película a la que ni él ni yo teníamos ninguna intención de ir. A una novia que tuve hace muchos años la conocí en una discoteca a la que tampoco tenía intención de ir. Tomar una calle y no la otra puede ser determinante en tu vida. También me inquietan las historias que han ocurrido en el pasado, que uno no ha vivido y en las que no puede influir, pero que, de pronto, repercuten sobre uno mismo: un abuelo que ha discutido con un padre, dos hermanos que no se hablan... Siempre me ha llamado mucho la atención cómo el azar juega con las vidas de las personas, y siempre me ha gustado enredar en ese tipo de historias. Pablo Malo y José Luis García Pérez.

En La sombra de nadie impresiona especialmente el escenario del internado de Lekaroz, parece un personaje más.

Pienso que para que la gente vaya al cine hay que ofrecerle algo más que una historia en sí. Ahora que existen tantos medios audiovisuales y que se puede ver cine en casa, desde la televisión, el ordenador o el teléfono móvil, hay que hacer un esfuerzo para ofrecerles algo más, y para mí ese algo más es dotar a las películas de una potente carga estética. Frío sol de invierno era una historia de personajes marginales, pero yo quería que los lugares y los decorados donde fue rodada tuvieran cierta belleza. En La sombra de nadie ocurrió prácticamente lo mismo; había una historia de suspense, pero también unas localizaciones muy potentes que, además siempre se han destacado; cada secuencia ocurría en sitios diferentes. Las localizaciones son muy importantes. Es necesario que a quien vaya al cine le alegres la vista con lo que se va a encontrar en la pantalla.

¿Tiene en cuenta las localizaciones desde el principio?

Sí, siempre. Hay películas que transcurren en una única habitación, pero creo que la historia tiene que ser muy potente para que el espectador no se aburra hora y media delante de la pantalla. Yo pretendo aunar esas dos cosas: una historia que merezca la pena seguir en unas localizaciones que merezca la pena ver.

¿Dónde rodarán Las huellas del agua?

Estamos pensándolo. Tengo claro que ocurrirá en una urbanización de lujo que recuerde al pasado, que esté camuflada en un bosque, entre grandes setos. No me apetecen adosados prácticamente iguales y totalmente despersonalizados. Vamos a buscar localizaciones con una personalidad propia.

¿Ha pensado en los actores?

No, pensar en los actores es una faena para el director y para ellos mismos, porque, a no ser que te llames Almodóvar o Amenábar, no creo que haya ningún actor que espere o que decida pararlo todo para trabajar contigo. Además, esta es una profesión imprevisible. Me parece muy arriesgado escribir para un actor determinado. Yo, una vez escrito el guión, busco a los actores con los que me apetecería trabajar. Hay una serie de profesionales del cine español con los que me encantaría trabajar, y a los que espero ir recuperando poco a poco, cada vez que haga una película. Todos los actores con los que he trabajado en las dos películas que he hecho, son personas que perseguía desde antes: Marisa Paredes, Unax Ugalde, José Luis García Pérez, Vicente Romero, Marta Etura...

Ha hecho dos largometrajes en un tiempo relativamente breve, ¿ha sido fácil?

El tiempo ha sido breve, porque hay quienes necesitan siete o diez años para hacer una película. Sin embargo, nosotros tuvimos bastantes dificultades para sacar Frío sol de invierno adelante, sobre todo porque yo era un director nuevo, con una historia que gustó mucho, pero que era dura. Las instituciones y las televisiones no se fiaban demasiado, no sabían qué iba a hacer un director novel con una historia tan dura. Lo conseguimos y, además, logramos muchos premios. Sí es verdad que esto nos dio la posibilidad de conseguir la financiación para La sombra de nadie con mayor rapidez. Esta segunda película ha gustado mucho, no ha estado tanto tiempo en cartelera como hubiéramos querido, pero ha hecho más dinero que la primera. Así, esperamos que nos dé la posibilidad de sacar adelante Las huellas del agua, no sé si con más o menos problemas, pero yo no me he propuesto hacer una película cada dos años, espero hacer un largometraje cuando me surge una idea. Cuando rodé La sombra de nadie ya teníamos un tratamiento de la historia de Las huellas del agua. Yo había presentado el proyecto al Gobierno Vasco y logré una subvención. Hemos tenido el dramático handicap de la muerte de Luis Goya en septiembre y nosotros, que nos hemos quedado con la productora, vamos a intentar hacer las cosas como las hubiera hecho Luis. Creo que no vamos a tener ningún problema porque todos opinábamos de la misma manera, y todos teníamos la misma idea de trabajar y funcionar. Pero sí es verdad que si hay más dificultades para salir adelante, será porque falta la máquina que era Luís. Estamos ahí y creo que tenemos dos buenas películas para ofrecer, pero también creo que habrá más dificultades, porque Luis era alguien que tenía mucha magia a la hora de buscar financiación y encandilar. De todas formas, el guión está gustando mucho y esperamos poder rodar el año que viene. Luis Goya.

¿Dónde empieza la creación de una historia?

En Frío sol de invierno, el leitmotiv fue la idea de que una persona desubicada que viviera en un ambiente marginal tuviera una conexión con el mundo más pudiente. Eso era lo que me motivó: la oportunidad que hubiera tenido una persona si hubiera nacido en un lugar o en otro. La sombra de nadie la creé a partir de una serie de experiencias personales con el más allá, que me impactaron bastante en su momento. Siempre me tentó la posibilidad de rodar una película sobre fantasmas personales y temas del más allá y hacerlos coincidir a los dos. En Las huellas del agua, sin embargo, la idea era confrontar dos generaciones y hacer ver que los padres pueden estar tan confundidos como los hijos. Para contar estas historia creo todo lo que necesito alrededor, pero siempre hay una idea principal, que es la que me dirige a crear personajes e historias.

¿Ha dicho que tuvo una experiencia con el más allá?

Hace muchos años, cuando tenía catorce o quince años, jugué una ouija con otras personas, y pasaron cosas muy particulares: el vaso se movió solo, se apagó la vela... Desde entonces, cada vez que alguien me cuenta algo sobre espíritus me lo creo todo. Opino que, por muy ateos que seamos, todos tenemos muy presente la idea de la muerte, y el hecho de pensar que la gente que quiere uno está condenada a marcharse también, nos obliga mentalmente a pensar que quizá puede haber un “más allá”. Hay gente que tiene una terapia excepcional que se llama fe, pero los que no la tenemos nos agarramos a circunstancias endebles para pensar que quizá haya algo más, y que esto no es un disparate en el que nos encontramos durante unos años una serie de personas y ya no nos volvemos a ver por los siglos de los siglos. Por el hecho de pensar que hay algo antes de nacer, quizá también pensamos que hay algo más después de irse. Pero ya que estamos en esta cosa tan extraña que se llama vida yo fantaseo, como hago en La sombra de nadie, con la posibilidad de que ambos mundos se relacionen.

¿Por qué eligió el medio cinematográfico para contar historias?

Siempre me ha gustado leer, un día me dio por escribir historias, luego me di cuenta de que la fotografía me gustaba mucho, como la pintura, y al final, descubrí que el cine trata de juntar todas estas artes. En el cine se aúnan varias disciplinas artísticas, cada una por su lado es muy potente, pero cuando se juntan y sale bien creo que es espectacular. Leí El nombre de la rosa y me gustó, pero no tuvo nada que ver con lo que me encantó la película. Hacer cine supone contar una historia que he imaginado para que la vean 500 o 600 personas que están sentadas a oscuras en una sala. Cuando eso sale bien, tiene mucha magia.

Tendrá sus favoritos.

Tengo películas o libros que me gustan mucho, no autores concretos. Me gusta Almodóvar, pero hay cosas de él que me gustan mucho y otras que no me gustan tanto. También me gustan Fernando Trueba, Julio Medem o Alejandro Amenábar. Seguramente en todos los directores hay películas que me gustan... Bueno, está Woody Allen que creo que está por encima de todos. Estoy convencido que su peor película es la mejor de otros cineastas. A muchos les gustaría tener el peor filme de Allen en su filmografía. Pero lo mismo me ocurre con los libros. Las carreras están llenas de altibajos, tengo referentes a los que más o menos sigo, pero unas veces creo que aciertan y otras no tanto. Me han llamado la atención películas como Leolo, El año de las luces, El nombre de la rosa, La princesa prometida o Al final de la escalera, por mencionar algunas. Hay películas de Neil Jordan que me encantan, y también algunas de James Ivory. Están, por supuesto, los hermanos Cohen, Spielberg, Gust van Sant, Scorsese... Son muchos.

Vive y trabaja en Donostia, ¿no ve la necesidad de trasladarse a Madrid?

Hemos logrado que todo no esté centralizado en Madrid. Se puede hacer cine perfectamente desde otros sitios. Quizá para un actor sí es más obligado vivir allí, pero creo que quienes hacemos cine desde un punto de vista más técnico sí nos podemos permitir ir a Madrid, hacer lo que tenemos que hacer y volver a casa. Yo no quiero perder la vida que tengo aquí, mi familia y mis amigos. Es lo que realmente me llena. Lo que tengo en Madrid está relacionado con el cine, es algo muy endogámico, porque estar allí es estar hablando constantemente de cine, y creo que es necesario oxigenarse. Hay cosas más importantes que el cine en la vida de las personas, y a mí también me gusta tomar esas distancias. Me gusta mucho, es mi trabajo y estoy encantado, pero siempre he sabido que la vida es mucho más que una sala y una pantalla.

¿A qué aspira? Aspiro a poder seguir viviendo de hacer cine y a que mi nombre se relacione con trabajos de calidad que merezca la pena ver. La fama me desagrada muchísimo, no entiendo que la gente quiera ser famosa. Pablo Malo (Donostia, 1965) Filmografía: - 1994. Tres Minutos y Nora. Cortometrajes en vídeo - 1996. El ángel de mármol. Primer cortometraje en cine - 2000. Jardines deshabitados. Segundo cortometraje en cine. Participa en más de 50 festivales y gana trece premios. - 2002. Angé, la leyenda del Pirineo. Película de Animación. Trabaja como guionista. - 2004. Presenta en el Festival de Cine de Donostia Frío sol de invierno, su primer largometraje, protagonizado por Unax Ugalde, Javier Pereira y Marisa Paredes, con el que obtiene el Goya al Mejor Director Novel. - 2006. Estrena La sombra de nadie. Una película de suspense rodada principalmente en el internado navarro de Lekaroz, y protagonizada por José Luís García Pérez, Vicente Romero, Manuel Morón, y la actriz francesa Philippine Leroy-Beaulieu.
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