La primera pregunta sería la siguiente: ¿Cuál es la oferta cultural de Bizkaia? O, incluso, matizando algo más, ¿se puede hablar de oferta en el ámbito de la cultura?
Yo creo que sí, y tranquilamente además. Podemos hablar de oferta cultural porque hemos empezado a valorar otros aspectos además del hecho de "poseer" objetos culturales, y porque ahora atendemos también a criterios económicos. La cultura, además, se dirige a las personas, y así como éstas se enumeran, también la cultura debe ser calculada, tanto económicamente, como desde el punto de vista del número de objetos existentes. En este sentido, diría que la oferta cultural de Bizkaia es, en primer lugar, abundante; en segundo lugar atractiva; y, por último, aunque sin ser por ello menos importante, de calidad.
¿Puede Bizkaia considerarse rica en lo que a su patrimonio histórico se refiere?
Sí. Y no sólo con respecto al patrimonio histórico inmueble, que es el más conocido y donde se incluyen los museos y el patrimonio eclesiástico. Nuestro pasado nos ha proporcionado un abundante patrimonio industrial. Sin olvidar nuestro patrimonio arqueológico que, gracias a las cuevas de Santimamiñe, uno de nuestros símbolos, ocupa un destacado lugar a nivel mundial. Hace poco hemos presentado ante los medios de comunicación los trabajos que estamos realizando bajo la denominación Santimamiñe 2007, con el objeto de saber cómo estamos conservando este patrimonio, y qué otras cosas podemos hacer para seguir dándolo a conocer. Y es que acondicionar el patrimonio es una tarea fundamental, pero lo más importante, en mi opinión, es difundirlo. De nada nos sirve, por ejemplo, tener iglesias cuyo interior ha sido maravillosamente restaurado, si éstas permanecen siempre cerradas, y si la gente, cualquiera que sea su creencia religiosa, no puede disfrutar de ellas. En algunos países, el patrimonio eclesiástico forma parte del patrimonio cultural y turístico, y, en este sentido, uno de mis objetivos consiste en llegar a un acuerdo con el Obispado, más allá de lo que atañe a las subvenciones, que se las concedemos anualmente con el fin de que restaure el patrimonio que se encuentra en su haber -en Bizkaia, además, es quien más bienes posee-. Es decir, no se trata sólo de adaptar el patrimonio desde dentro y fuera, sino de difundirlo. Porque la gente no conoce aquello que no ve.
Siendo tan importante la difusión, ¿qué carencias observa a este respecto? ¿Queda mucho por avanzar?
Desde luego, porque el patrimonio no es sólo público. Al contrario, me atrevería a decir que la mayor parte reside en manos privadas; y es que la Iglesia, a fin de cuentas, viene a ser una entidad privada. Los particulares y asociaciones tienen también buena parte del patrimonio en sus manos. Cuando nos solicitan subvenciones, no tenemos más remedio que concedérselas, porque estamos obligados a conservar ese patrimonio, pero también ellos deberían contribuir a su difusión, para que su disfrute no quede reservado a los propietarios.
Con respecto a los museos, estamos tratando de mejorar su horario y darlos a conocer a través de los medios de comunicación, y no sólo porque sean un formidable recurso para el turismo, aunque también. El patrimonio cultural acaba por convertirse en un gancho para el turismo, lo cual no es malo, porque de esta forma, la gente, tanto la de aquí como la que viene de visita, termina por conocerlo.
En efecto, Bizkaia está tratando de fomentar su turismo, aun cuando es obvio que nada tiene que ver con la costa Mediterránea. ¿Es quizás su patrimonio cultural su principal reclamo turístico?
Sin duda alguna. Pero no sólo en Bizkaia. La Diputación Foral, en un momento de declive, se marcó un gran reto: adaptar el pasado industrial a los nuevos tiempos. Se trataba de una apuesta absolutamente cultural, cuyo máximo exponente era el Museo Guggenheim. Éste fue el camino que la Diputación Foral escogió con el apoyo del Gobierno Vasco, apostando por el Guggenheim en un momento de aguda crisis económica. Inicialmente, algunos interpretaron mal esta apuesta, pero ahora se muestran a favor del Museo, lo cual es muy positivo. Y es que tenemos que aunar nuestras fuerzas para seducir a la gente, para que vengan a nuestra tierra y conozcan no sólo el Guggenheim, sino también el resto del patrimonio. La apuesta del turismo es eminentemente cultural, tanto en Bizkaia como en el resto de Euskadi. Playas tenemos; sol no sé; quizás cada vez más. En cualquier caso, hemos apostado por el turismo cultural, empezando por el turismo mochilero.
Declara que el Museo Guggenheim fue concebido como una respuesta ante la crisis económica. ¿Vivía también una crisis de identidad? Al dejar atrás su pasado industrial, Bilbao tenía que redefinirse de alguna manera...
¿Crisis de identidad? No sé. Incluso las personas tenemos que renovarnos continuamente. Yo misma, por ejemplo, a mis 48 años, ya no puedo ponerme en pantalón corto. ¿Es eso una crisis? Bueno, puede que sí. Aunque yo no lo he vivido como tal, sino como una adaptación a mi edad y mis circunstancias. También los pueblos y ciudades tienen que readaptarse. Se nos presentó la oportunidad de apostar por un museo importante y diferente, y no la dejamos escapar. ¿Que alguien puede interpretar esta postura como un intento de renovar nuestra identidad? Bien, puede ser una manera de entenderlo. Lo que está claro es que el Guggenheim, además de haber contribuido a reforzar la imagen de Bilbao y de toda Euskadi, nos ha ayudado a valorar otros bienes que teníamos –y que, en ocasiones, incluso la gente de aquí desconocía-. El ejemplo más ilustrativo lo tenemos en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que gracias al Guggenheim ha tenido un tremendo auge.
El epicentro de este "terremoto" es Bilbao. ¿Hasta qué punto está incidiendo en el desarrollo del resto de comarcas del país?
El epicentro de todo territorio es siempre su capital, que es donde se concentran todos los servicios: el aeropuerto, los bancos más importantes, los mejores comercios... Obviamente, el Guggenheim y el Museo de Bellas Artes se encuentran en Bilbao, y no en Gernika. Y está claro que eso influye a su entorno, porque nos lleva a valorar otros patrimonios. En Gallarta tenemos el Museo de la Minería; en esta misma comarca hemos abierto la Ferrería del Pobal; inauguraremos el Museo de la Encartada de Balmaseda antes de finales de año... Y uno de los símbolos de nuestro patrimonio industrial –y que hemos presentado a la UNESCO para que lo declare patrimonio de la humanidad- es el Puente de Bizkaia, que también se encuentra fuera de Bilbao.
¿Se palpa todo esto en la Bizkaia profunda, entre Bilbao y Gipuzkoa?
Sí. Pero el patrimonio no se inventa; se descubre. Aunque tenemos otras cosas, claro. En la capital de Busturialdea, en Gernika, tenemos la Casa de Juntas y el famoso árbol. En esta misma localidad se pueden visitar el Museo Euskal Herria y el Museo de la Paz, que apenas se conoce. También en otras comarcas de Bizkaia hay cosas que ver. En Carranza están las cuevas; Lea-Artibai, además de la costa, cuenta con un precioso patrimonio inmueble (las iglesias de Lekeitio y de Markina, la Colegiata de Ziortza). Nuestros elementos patrimoniales se encuentran esparcidos por todo el territorio, y estamos buscando los medios por los que todo el mundo los pueda conocer. La provincia, además, tampoco es demasiado grande; se necesita poco tiempo para recorrerla de una punta a otra. En cualquier caso, ese aspecto concierne esencialmente al Departamento de Turismo. Lo que nosotros tenemos que hacer es acondicionar el patrimonio y formular nuevas propuestas. Al Departamento de Turismo le toca buscar las formas de venderlo.
¿Conocemos los vizcaínos el patrimonio del que estamos hablando? Desde luego, sabemos de su existencia, pero ¿lo conocemos realmente?
Creo que lo conocemos a la perfección, pero no lo valoramos hasta que salimos fuera y empezamos a ver otras cosas. Es entonces cuando decimos: ¡anda, pero si lo nuestro es mucho mejor! De todos modos, eso le pasa a todo el mundo. Para que uno aprecie lo que tiene, antes debe comparar.
¿Se hacen esfuerzos por dar a conocer el patrimonio a los vascos?
Claro que sí. El Departamento de Acción Social, con nuestra colaboración, está haciendo lo posible para que todas las sociedades del entorno puedan acceder al museo gratuitamente. Nosotros mismos, a través de la Dirección de Juventud, hemos confeccionado el programa "Bizkaitik Bizkaira", gracias al cual los jóvenes pueden visitar diversos lugares durante todo el año, y conocer las regiones que más lejos se encuentran de su residencia. Desde luego, sí que nos esforzamos por mostrar el patrimonio a los grupos que están bajo nuestra responsabilidad. Y, además, tal como a la gente le gusta: gratuitamente.
¿Qué responsabilidades tienen las instituciones por una parte, los propietarios por otra, y por último los ciudadanos, en la conservación del patrimonio?
Según lo dispuesto en la ley, esa responsabilidad recae en la Administración; en este caso, en la Diputación Foral. Y también en los propietarios privados. Nosotros cumplimos con nuestro deber concediendo subvenciones y asesorando, pero ya lo he dicho antes: los propietarios privados quieren que les concedamos el 100% de las ayudas, para que luego sólo ellos puedan disfrutar del patrimonio. En cuanto a los ciudadanos, a los que no son dueños de ese tipo de patrimonio –aunque, por su mera condición de vizcaínos, sean también propietarios de una parte-, creo que en Bizkaia, en estos momentos, está sucediendo algo que ya ha pasado en otros muchos lugares: cuando se dan cuenta de que la Administración vela por algo, se conciencian y también ellos empiezan a cuidarlo. El mejor ejemplo lo tenemos en Bilbao. Tras años de esfuerzos por parte de la Administración Local luchando por su limpieza, resulta que ahora la ciudad está más limpia que nunca. A estas alturas, a nadie se le ocurre tirar un papel al suelo. En este sentido, el Obispado de Bilbao nos ha transmitido varias veces su temor ante el hecho de que, al permanecer las iglesias abiertas durante más horas, la gente pueda dañar su patrimonio. Sin embargo, en las zonas donde hemos empezado a dejar las iglesias abiertas, y sobre todo en la época estival, se ha podido comprobar que la gente no actúa con agresividad, y que sabe observar sin tocar.
Hablemos sobre los itinerarios culturales. Para empezar, ¿qué son exactamente?
Creo que son lo que cada uno quiere. Obviamente, todas las Administraciones preparan, a través de sus oficinas de turismo, recomendaciones sobre lo que en cada entorno es digno de visitar, aunque cada uno realiza el itinerario que quiere. Se puede seguir el trayecto recomendado, o el que más apetece.
Ha hecho alusión a las oficinas de turismo. Supongo que el éxito de los itinerarios culturales reside en buena parte en ellas. ¿Se fomenta la creación de nuevas oficinas? ¿Se refuerzan las que existen?
Sí. Como le decía, nuestra misión consiste en conceder a nuestro patrimonio el valor que se merece. La Diputación Foral de Bizkaia está trabajando junto con la Dirección de Turismo del Gobierno Vasco y los ayuntamientos para mostrar ese patrimonio a través de itinerarios culturales, excursiones o exposiciones.
¿Dispone Bizkaia de suficientes oficinas de turismo, y de buena calidad?
El Gobierno Vasco lleva aproximadamente un año tratando de formar una red homologada de oficinas de turismo, con el fin de que todas actúen conforme a los mismos criterios, horarios inclusive. Para que no suceda lo que hace unos años, que las oficinas de turismo permanecían abiertas de lunes a viernes, y los fines de semana cerraran, precisamente cuando más posibilidades tiene la gente de disfrutar de su tiempo libre. La colaboración interinstitucional ha empezado a dar sus frutos. Es importante que los ayuntamientos hayan caído en la cuenta de que el desarrollo urbano y la conservación del patrimonio no tienen por qué estar reñidos. Antes nos tomaban por policías, porque somos nosotros quienes concedemos las debidas autorizaciones para realizar obras en un edificio protegido, o cuando al levantar una calle aparecen los restos de una muralla. Ahora, sin embargo, se dan cuenta de que lo que pretendemos es ayudarles. Han empezado a pensar que si descubren un pedazo de muralla, incluso pueden adaptarlo para exponerlo.
¿Resulta suficiente la oferta patrimonial existente para seducir a los visitantes, o hay que completarla con otros incentivos?
Cualquiera que viaja a otro país quiere ver y conocer al mismo tiempo. De manera que, si al tiempo que observamos las colecciones del Museo de Bellas Artes, una voz nos va explicando lo que tenemos ante nosotros, tanto mejor. Nos estamos esforzando en ese sentido, para mostrar y explicar simultáneamente.
Me refería más bien a la necesidad de completar la oferta cultural con otro tipo de propuestas...
También. Este Departamento ha intentado coordinar todas las ofertas. Por ejemplo, alcanzando un consenso entre todos los municipios, ya que si uno organiza el festival de jazz, otro las jornadas de teatro, y un tercero el certamen de folk, no los prevean para las mismas fechas. Así, los visitantes tendrán la posibilidad de disfrutar de todos ellos.
¿Qué objetivos se han fijado para el futuro? En primer lugar, coordinar la oferta, para que tanto los visitantes como todos nosotros podamos disfrutar de nuestras pertenencias. En segundo lugar, seguir invirtiendo nuestros esfuerzos en el aspecto económico, como hemos venido haciéndolo hasta ahora, para que el patrimonio inmueble, arqueológico, museístico, etc. se encuentren en buen estado. En este sentido, próximamente daremos comienzo a la primera fase del Museo Encartada. También hemos empezado con las obras del Museo de Arqueología, que se abrirá a principios del años 2007. Por otra parte, me llevaría una gran alegría si declararan el Puente de Bizkaia patrimonio de la humanidad. No sé si lo conseguiremos en esta legislatura o en la próxima; por lo que nos han dicho, habrán de pasar unos tres o cuatro años mientras adoptan una decisión. Por último, tenemos que seguir esforzándonos lo máximo posible para que nuestros museos puedan difundir su contenido. Belen Greaves Badillo (Bilbao, 1956) Belen Greaves, licenciada en Derecho, ha desarrollado su actividad profesional en el seno de la Administración. “Pertenezco a la generación que terminó la carrera en los años en que se implantaron las instituciones democráticas, y desempeñé mi primer empleo –pese a que incluso mientras estudiaba la carrera estuve trabajando- en el Ayuntamiento de Getxo”. Desde este municipio saltó al Gobierno Vasco, que inauguraba una nueva etapa; concretamente, al Departamento de Sanidad, en calidad de jefa del gabinete del Consejero. Entre 1987 y 1994 trabajó como Directora General de la Función Pública de la Diputación Foral de Bizkaia. Durante tres legislaturas ha sido parlamentaria del Parlamento Vasco, aunque sólo completó en su totalidad la primera; en las otras dos, dejó su escaño para pasar a trabajar en el Gobierno. Entre junio de 1998 y enero de 1999, fue Consejera de Comercio Consumo y Turismo, hasta que el Departamento se fusionó con el de Industria, momento en el cual fue nombrada viceconsejera. Desde julio de 2003, desempeña el cargo que actualmente ocupa.