Elkarrizketa: Pello Zabala Pello Zabala, fraile de Arantzazu "Empecé a pronosticar el tiempo con el fin de dar a conocer Arantzazu" * Traducción al español del original en euskera Maria Agirre Pello Zabala, natural de Amezketa, está vinculado por lazos familiares a Pernando Amezketarra, y aunque este célebre personaje falleció hace ya mucho tiempo, mientras conversamos con el fraile de Arantzazu observamos que se le asemeja en su gracia y alegría. Las principales aficiones del salsero y trabajador Pello son escuchar música y leer, pero la mayoría de nosotros lo conocemos por sus pronósticos del tiempo. Franciscano, meteorólogo y entendido en música. ¿A cuál de estas tres facetas se siente más vinculado? Yo diría que con franciscano de Arantzazu. Arantzazu siempre ha sido especial para mí. De pequeño solía venir de peregrino, una vez al año, y me encantaba. Había algunos estudiantes que iban para frailes, y yo decidí hacer lo mismo. Además, jugaban al fútbol, y eso me atraía. Tomé la decisión de venirme con siete años. Le dije a mi padre. Y empecé a prepararme, estudiando latín, historia de España De todos modos, ya desde pequeño estaba muy preparado. Aprendí a leer cuando aún gateaba; me enseñó mi madre, como también me enseñó la doctrina. Cada día me hacía tres preguntas, y a la tarde tenía que darle las respuestas. Tenía una memoria buenísima, y aprendí muchísimo. Para cuando empecé en la doctrina, a los cinco o seis años, me lo sabía todo de memoria. Desde pequeño me ha gustado mucho leer, y esa afición me empujaba a estudiar. Siempre me ha ido fenomenal con los libros; mis descansos los dedico a la lectura. Cuando expuse a la familia la intención de venir a Arantzazu, no surgió ningún problema, pero en cambio sí lo tuve con el sacerdote del pueblo; no quería que viniera, porque me apreciaba mucho. Decía que tenía que ir al seminario de San Sebastián, pero no era eso lo que yo quería. San Sebastián, para mí, quedaba muy lejos. Así que con diez años vine a Arantzazu. ¿Cómo así comenzó a pronosticar el tiempo? Lo hice para, a través de la radio, dar a conocer el nombre de Arantzazu. Me llamaron de Euskadi Irratia para que realizara un programa sobre música clásica, y así es como empecé con Klasikoak gaur. Luego, en la temporada estival, les pareció oportuno preguntarme sobre el tiempo que teníamos por esta zona, para que la gente hiciera planes. Y acepté, porque así difundiría más el nombre de Arantzazu. Hace diecisiete años los medios de comunicación no hablaban demasiado acerca de Arantzazu, y si empecé a pronosticar el tiempo fue por darlo a conocer. Al principio no pronosticaba; simplemente informaba de la temperatura. Al poco me pidieron que pronosticara en torno a una vez al mes, y como no me suponía ningún compromiso, asentí. Se lo solía preguntar a Jose Ignazio Usabiaga, y elaboraba el pronóstico partiendo de sus datos. Paulatinamente, lo que empezó siendo mensual pasó a ser semanal, y más tarde, diario. Evidentemente, tuve que leer libros y aprender a interpretar mapas. A mí me parece que con este asunto de la radio el nombre de Arantzazu se ha extendido mucho. Viene mucha gente de Gipuzkoa, pero también de los alrededores de Bilbao, y preguntan por mí. Ahora mismo no pronostico. Volveré a hacerlo en otoño, pero, después de tantos años, he decidido tomarme un descanso, porque el pronosticar tantas veces al día en Euskadi Irratia y en Radio Euskadi, supone mucho trabajo. Hablando del tiempo, este invierno está resultado muy crudo. ¿Lo es realmente, o es que el último nos parece siempre el más duro? Nos solemos detener en el presente y olvidamos lo ya pasado, pero sí que es verdad que hacía mucho que no hacía tanto frío como hemos tenido día tras día. De todos modos, me parece que por este año ya está superado. Claro que el tiempo siempre guarda alguna sorpresa; nunca es repetitivo; siempre tiene algo de novedoso. Lo que sí ha cambiado, y mucho, es el concepto que tenemos respecto a la nieve. Puede que el clima esté cambiando,no lo sé, pero desde luego nuestra forma de pensar sí que es distinta. Hoy la gente suele estar esperando a ver cuándo nevará para poder salir a esquiar; en cambio, antes le teníamos miedo. Las casas no tenían calefacción, por lo que la temporada de las nieves solía ser muy dura. Además, al no haber pistas para acceder a los caseríos, la nieve aguantaba mucho más. Hoy en día, la gente sube con sus todoterrenos y los caminos se limpian enseguida. Todo eso lleva a la gente a pensar que antes nevaba más. Suele prestar atención a las témporas. Así es. Al principio la gente lo tomó muy mal. Lo cierto es que yo tampoco creía demasiado en ellas, pero quería profundizar en el tema y me puse a estudiarlas. Y resulta que ahora me llaman de muchos medios de comunicación para que les informe de cómo han sido las témporas. Entre sus aficiones destacan el euskera y la música. Efectivamente. De joven solía leer los libros en euskera que encontraba por aquí: poemas de Salbatore Mitxelena, etc. En Arantzazu, la cuestión del euskara ha sido muy curiosa. Por lo que yo recuerdo, de joven oía a muy pocos hablar en euskera. A algunos incluso casi se les prohibió hacerlo, porque de lo contrario no aprendían el castellano. Luego nos concedieron una hora de sobremesa para que habláramos en euskera. ¡Lo que nos reíamos los unos de los otros! Ya sabe, los de Ondarroa tenían un habla, los de Oñati otro, los de los alrededores de Amezketa otro distinto En cuanto a la música, de pequeño aprendí a tocar el piano, y luego el órgano. He sido organista de Arantzazu durante 25 años. Ahora toco en las bodas. También es compositor. Sólo compongo para misa. Antes del Concilio se celebraba en latín en su totalidad, pero desde ese momento en adelante lo hacemos en euskera. Poco a poco hemos ido formando un cancionero: Iñaki Beristain se ocupa de la letra y yo de la música, que varía según sea Cuaresma, Navidad o Pascua. Lleva muchos años en Euskadi Irratia, al frente de Klasikoak Gaur. Lo hago para descansar.Emito desde aquí mismo, gracias a los instrumentos que me han instalado los de la radio. Para mí es un trabajo muy fácil; soy tan aficionado a la música, que no me cuesta nada. Llevo muchos años en esto, y conozco lo bastante la historia de la música; tengo suficiente experiencia para explicar cosas. Lo que más tiempo me lleva es escoger la música; se editan muchos compactos, y hay que hacer una selección. Por eso, en los paseos de sobremesa leo muchas revistas. Ya llevo 4.500 programas. Yo mismo me entretengo, y además sé que el programa gusta. Ha sido testigo de las distintas fases por las que ha pasado Arantzazu: de cuando estaba a lleno rebosar de estudiantes, del momento actual, en el que el seminario se encuentra cerrado. ¿Cómo ve el futuro de Arantzazu? Ahora mismo estamos aproximadamente cuarenta y siete frailes. Unos once sobrepasan los ochenta años, y siete tienen menos de sesenta. El más joven tiene cincuenta años. ¿El futuro? No sabemos. Los pocos frailes jóvenes que llegan no tienen intención de quedarse a vivir en Arantzazu. Puede que suceda lo que en Urkiola, que queden los ancianos frailes procedentes de las misiones. O es posible que con el tiempo tengan que venir laicos y seglares a organizar el trabajo. Por ahora aguantaremos, pero A Arantzazu viene mucha gente a reflexionar. ¿Qué tiene de especial? Yo creo que erigir este santuario fue todo un acierto. Todos los años suelen venir de las escuelas de arquitectura de Madrid y de Zurich. Incluso la propia iglesia es especial. No está muy recargada; está sólo la Virgen. La gente viene en busca de paz y tranquilidad. ¿A qué dedica el día, ahora que no tiene que hacer pronósticos? Llevo la vida de fraile. Antes trabajábamos en el seminario, con los jóvenes; ahora, cuidamos a los ancianos frailes del convento, o, mejor dicho, tratamos de ofrecerles un ambiente familiar. En lo demás, rezo y hago otra serie de cosas. Hay muchas cosas que hacer. Por ejemplo, anualmente tenemos que editar el calendario deArantzazu, y cada vez estamos menos gente para hacerlo. Y hay que preparar los sermones y demás para la misa dominical. Por otra parte, del 15 de agosto del 2001, hasta el 19 de septiembre del 2002, celebraremos en quinientos aniversario de la llegada de los franciscanos a Arantzazu, y con tal motivo tengo que escribir dos artículos para el libro que está dirigiendo Joseba Intxausti. Ya me gustaría disponer de un poco de tiempo para poder organizar mi colección de música y hacer un fichero. Tendré unos 3.000 compactos de música, ya sea clásica, religiosa Asimismo, seguramente me pondré a escribir algún libro en torno a la meteorología. Ya ve, no estoy falto de tareas. Y la paz de Arantzazu es muy propicia para realizar todas ellas. Fotografías: Maria Agirre Euskonews & Media 66.zbk (2000/ 2 / 11 18) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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