Ángel José Gómez Montoro. Rector de la Universidad de Navarra: La Universidad de Navarra se siente muy orgullosa de su origen en el Viejo Reyno pero también busca su expansión

2006-09-01

LARREA, Koldo

Desde septiembre del año pasado, es el rector de la Universidad de Navarra; es decir, rige los destinos formativos y profesionales de 15.471 alumnos (10.758 universitarios, 1.134 en doctorado y 3.579 en programas máster, especialización y otros estudios), de 1.620 profesores y 427 ayudantes, así como de 937 profesionales en administración y servicios. Dicho de otro modo, este catedrático de Derecho Constitucional está al frente de una universidad privada, fundada hace 54 años, que cuenta con las facultades y centros de Pamplona (incluidos Clínica Universitaria y el CIMA), un Campus en San Sebastián (Escuela Superior de Ingenieros e Instituto Superior de Secretariado y Administración), y que está arraigada también en Barcelona y Madrid (IESE Business School).

¿Cuáles son los objetivos –empresariales, formativos...- que se plantea?

El primero, que resulta de alguna manera obligado, deriva de la construcción de un nuevo Espacio Europeo de Educación Superior, el llamado proceso de Bolonia. Supone un referente ineludible para el futuro inmediato de la universidad española y, por tanto, para la Universidad de Navarra. Por sintetizarlo en cuatro puntos, nos gustaría generar y encauzar cambios, fortalecer la alianza investigación/docencia, combinar arraigo local y proyección internacional y que los estudiantes asuman un mayor protagonismo en su formación.

¿La investigación debe ser la punta de lanza universitaria?

Sí, sí. Por ello, hay que seguir mejorando en la investigación; en Ciencias Biomédicas, aprovechando el impulso que ha supuesto el CIMA (Centro de Investigación Médica Aplicada); en el ámbito tecnológico, este año hemos inaugurado un nuevo edificio en el Campus de San Sebastián; y ahora nos gustaría de forma especial potenciar la investigación interdisciplinar en el ámbito de las humanidades.

En su discurso de apertura del actual curso, remarcó la importancia de “la apertura hacia el futuro”. ¿Qué significa este concepto y cómo lo quiere plasmar, materializar?

Me parece que esa apertura es algo esencial al concepto mismo de Universidad, que no sólo debe estar abierta hacia el futuro sino que no puede renunciar a estar en el origen mismo de los cambios. Al mismo tiempo, la apertura hacia lo nuevo debe partir de lo ya logrado. Es deseable un equilibrio dinámico entre el inmovilismo de una mediocridad falta de audacia y el activismo de reformas irreflexivas.

Ese futuro ¿se llama Bolonia?

Con el proceso de Bolonia, la introducción de estudios oficiales de postgrado y la definición de los nuevos estudios de grado ofrecen una ocasión propicia para mejorar el servicio que la universidad presta a quienes acceden a ella y, en general, a toda la sociedad. No se trata sólo de “repensar” los planes de estudio. El verdadero objetivo debe ser ofrecer una formación de mayor calidad y para ello, mejorar: primero los profesores, después -en realidad, simultáneamente- los estudiantes.

Ese proceso de Bolonia ¿concluirá con la creación de un espacio europeo de educación superior?

Ése es el objetivo y creo que puede conseguirse en buena medida; pero al mismo tiempo no es un punto de llegada. La apertura internacional forma parte de la esencia universitaria (por su entraña universal) y, en nuestro caso, debemos empezar por Europa pero con el deseo –que en buena medida ya se va haciendo realidad- de llegar al resto del mundo.

¿Mantendrá su relevancia la Universidad de Navarra en ese, llamémosle, sistema universitario europeo?

Nuestros convenios de cooperación suscritos con instituciones de educación superior y organismos internaciones en más de 40 países permiten que un elevado número de estudiantes vayan al extranjero y que muchos alumnos internacionales pasen uno o más semestres en nuestras aulas. Pero quizás una de las experiencias más atrayentes es el número de alumnos de otros países que vienen no de intercambio durante unos meses sino a realizar aquí sus estudios de grado. Desde hace algunos años estamos trabajando en esta línea, buscando alumnos fuera de España y ofreciendo en el Campus programas bilingües; en este momento tenemos más de un 11% de alumnos y alumnas que proceden de otros países.

Sin embargo, pese a su nombre “de Navarra” y su ubicación, en Pamplona, desde determinados sectores se asegura que es cada vez menor la presencia de estudiantes navarros en esta universidad. ¿Es cierta tal afirmación?

Actualmente, en los estudios de grado el 34% de los alumnos españoles proviene de Navarra; el 30%, del País Vasco; y el resto, de las demás comunidades autónomas. La presencia de estudiantes navarros sigue siendo importante y esperamos mantenerla. Al mismo tiempo, tan necesarios como los cimientos históricos y geográficos, son las aperturas de fronteras, empezando por las personales y siguiendo con las institucionales. La Universidad de Navarra se siente muy orgullosa de su origen en el Viejo Reyno y -al igual que los navarros más universales y las instituciones más avanzadas- también busca su expansión.

Por otro lado, los elevados costes de las matrículas han conllevado críticas que la etiquetan de elitista. ¿Responde a la realidad tal calificativo?

No es lo mismo coste que precio. El coste es similar en todas las universidades, públicas o privadas. En el caso de la Universidad de Navarra, como no recibe ayudas públicas directas significativas, el precio se ajusta mucho al coste de la enseñanza. De hecho buscamos fondos para impulsar la investigación. En este sentido es meritorio el empeño de la Asociación de Amigos de la Universidad para incrementar las ayudas a nuestra investigación, de la que lógicamente se benefician directamente los alumnos. Por otra parte, no quisiera dejar de referirme al importante esfuerzo económico que realiza la Universidad; en concreto para los alumnos de grado dedica de sus propios recursos 7, 5 millones de euros. En este punto, hay que destacar que, desde hace dos años, los antiguos alumnos han puesto en marcha un atractivo y, pienso que, pionero programa de becas que tiene por objeto precisamente ayudar a aquellos estudiantes que eligen la Universidad de Navarra y que carecen de los medios necesarios. Actualmente rondamos el centenar de estos becarios y queremos al menos duplicar el número.

Por último, otra crítica, generalizada a todo el ámbito universitario español, hace referencia a la mediocridad intelectual y humana de los universitarios y de los recién licenciados. De ser así, ¿puede ser la principal causa la masificación de estas instituciones académicas? Los jóvenes son, por naturaleza, las personas con las mejores cualidades para encarnar y desarrollar los valores humanos más genuinos. De ahí la responsabilidad que tenemos en su formación. Creo que la clave, o una de ellas, pasa por dedicarles tiempo a cada uno para ayudarles a dar lo mejor de sí mismos, que es diferente de unos a otros. La masificación impide esta atención personalizada, pero no creo que ése sea hoy el problema. Por otra parte, la experiencia en la Universidad de Navarra y la mía personal como profesor es que, cuando hay una adecuada atención los estudiantes, éstos van supliendo sus posibles carencias a lo largo de los cursos y terminan con un nivel de formación que pienso no debe envidiar a los de otros países europeos e incluso a los estudiantes norteamericanos. Ángel José Gómez Montoro Nacido en Zamora en 1960, pasó su infancia y juventud en Ávila. Se licenció en Derecho en la Universidad Complutense (1984) y, posteriormente, se diplomó en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Constitucionales (1985-87). Es doctor en Derecho con premio extraordinario por la Universidad Autónoma de Madrid (1992) y ha impartido docencia en la Universidad Complutense (1987) y en la Universidad Autónoma de Madrid (1988-2001), además de en distintas universidades e instituciones de Alemania, Italia, Colombia y México. De 1994 a 1998 fue letrado del Tribunal Constitucional. En octubre de 2001 se incorporó a la Universidad de Navarra, de la que es catedrático. Dos años después, recibió por su libro “Asociación. Constitución. Ley”, el premio Francisco Tomás y Valiente, que cada dos años convocan el Tribunal Constitucional y el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Los rectores de la Universidad de Navarra Ismael Sánchez Bella. 1954 a 1960. José María Albareda. 1960 a 1966. Francisco Ponz. 1966 a 1979. Alfonso Nieto. 1979 a 1991. Alejandro Llano. 1991 a 1996. José María Bastero. 1996 a 2005. Ángel José Gómez Montoro. 2005 hasta la actualidad.
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