Balleneros vascos en la Islandia del siglo XVII: recuperar la memoria a través del proyecto 'Pidgin'

Basque whalers in 17th century Iceland: recovering collective memory through the 'Pidgin' project

Balearen ehizak eta XVII. mendeko euskal herritarren eta islandiarren arteko kultura-loturak bultzatuta euskal ontzigintzak izandako eragina jorratzen du artikuluak. Halaber, Imanol Zubiauzen Pidgin arte-proiektuaren bidez euskal gizartearen memoria kolektiboa berreskuratu ote daitekeen aztertzen du.

Artea. Pidgin. Baleontziak. Euskara. Euskaldunak. Islandia.

1. Introducción

La topografía en la que se asienta el pueblo vasco, así como su clima, está condicionada por sus características, las cuales ofrecen una fuente de singulares y diversos materiales ricos en múltiples aspectos; tales como las maderas de pino, haya, abeto, roble, junto a los filones de mineral de hierro. Sus habitantes han podido beneficiarse de ello y construir así un estilo de vida ligado a su naturaleza y accidentes geográficos.

Se habla del pueblo vasco en alusión a una sociedad que sobrepasa las fronteras oficiales y establece su cultura como nexo, el cual no entiende de división política ni límites territoriales. Así, el pueblo vasco se ubica entre bosques de haya, de roble y de abedul, montañas, acantilados, playas y, sobre todo, el mar. Esta tesitura ha propiciado que las gentes que habitan esta tierra desarrollen labores relacionadas con la tierra y con el océano.

Además, si tenemos en cuenta la ubicación del territorio a niveles geográficos, podríamos decir que se encuentra en un lugar estratégico; ya que se establece cerca de los caminos que acceden hacia la vieja Europa y, al mismo tiempo, abre una vía de acceso desde el Océano Atlántico al interior de la península ibérica.

La estereotipada estampa del vasco pastoril, cuidador de ovejas, ganadero, labrador y agricultor siempre ha encubierto, de alguna manera, el trabajo desarrollado por los vascos que utilizan el mar como fuerza motora para desarrollar toda una industria y una red de redes que, en el pasado, llegó a tener una relevancia enorme.

La destreza de los maestros artesanos, trabajadores del hierro, carpinteros y los oficios relacionados con el mar, como los pescadores y oficiales navegantes expertos en travesías, formalizaron una compleja red de relaciones que alimentó de manera exponencial el desarrollo de una sociedad basada en el comercio y el mercado. Junto con el uso de las materias primas del metal y madera hizo que la navegación, los astilleros, el comercio marino y pesca, unidos a la siderurgia, se configurasen como una de las piedras angulares de la sociedad vasca, determinando su historia.
 

Miembros de Albaola analizan los robles del Bosque de Sakana. Autor: Urrunzuno. Albaola
 

1.1. Contexto histórico

Desde antes del siglo X se fue desarrollando una actividad que fue ganando fuerza hasta convertirse en uno de los puntos clave del comercio relacionado con las labores ligadas al mar: la caza de la ballena.

Ya por el siglo XI, existen registros que prueban que los cazadores de ballenas realizaban excursiones por la costa vasca y, entre el XII y XIV, al resto del litoral cantábrico. (Ruano, 2006). Entonces, el valorado aceite de ballena funcionaba como combustible para iluminar las casas, así como se le atribuían otros diversos usos: como elemento para la fabricación de jabón, lubricante, o incluso como medicamento para aliviar el dolor de estómago. Además, la carne extraída y otros elementos como las barbas de la ballena también se aprovechaban para la fabricación de diferentes objetos, tales como varillas para paraguas y sombrillas o corsés, gracias a su elasticidad y a su robustez. Otras partes como los huesos servían para realizar muebles o joyas, y el esperma era cotizado para la fabricación de ungüentos. (Campos-Santacana, 2000).

La ballena cazada por la costa vasca llegó a denominarse como Eubalaena biscayensis, también llamada ballena vasca (Eubalaena glaciales), la cual habitaba en los siglos XVI y XVII entre Islandia y Mauritania. Sus migraciones anuales pasaban por el Atlántico Norte en los meses de invierno, lo que permitió a los vascos cazarlas cerca de su costa. (Ruano, 2006). El color de estas ballenas normalmente era el negro, habitualmente manchado con motas blancas en el vientre, y no tenía aleta dorsal. Su tamaño solía ser de 15 metros y su peso rondaba las 60 toneladas. Este tipo de ballena era lenta, y una de las características más destacables es que, una vez muerta, su cuerpo flotaba debido al nivel de grasa corporal. (Campos-Santacana, 2000). Esta cuestión facilitaba mucho la faena de los balleneros, ya que podían arrastrarla hasta la playa o rampa del puerto aprovechando la pleamar, donde ya en tierra licuarían la grasa para convertirla en aceite. Sobre la segunda década del siglo XVII, tras la prohibición para que las naos atracasen en tierras inglesas, el capitán Machin Sopite de Cibur propone llevar unos hornillos a bordo para derretir la grasa sin tocar tierra, de tal modo que, atándola a la nave, podían trocearla desde el mar. (Estomba, Arrinda, 1980).
 

Balleneros trabajando en un horno para la extracción del aceite de ballena. Autor: Guillermo Zubiaga. Baskavinafélagid á Islandi.
 

De esta industria ballenera era habitual que además de los pescadores, las instituciones municipales del pueblo, así como la Iglesia, recibieran una porción del beneficio. Los vascos fueron pioneros en la caza de la ballena y, al mismo tiempo, lo fueron también en la construcción de los navíos para su oficio. La materia prima de la madera vasca constituyó la principal exportación para la fabricación de buques y a partir del siglo XVI la exportación de gran cantidad de metal hizo que la industria del hierro creciera en volumen e importancia con el paso de los años.

Ya por el siglo XIII estas naves empezaron a viajar por Europa con el objetivo de comercializar y transportar diferente mercancía. Con el tiempo, la tecnología de primer nivel desarrollada, construida y perfeccionada a través de la experiencia por el cantábrico y el mediterraneo favoreció que estos cargueros fueran capaces de realizar grandes cargas durante trayectos de largo recorrido en el siglo XV. Del próximo siglo es mundialmente conocida la expedición que dió la vuelta al mundo en barco por primera vez navegando hacia el oeste entre 1519 y 1522, la cual terminó capitaneada por el marinero de Getaria Juan Sebastian Elkano. Según García-Moreno, esta travesía supuso un “hito histórico, prueba empírica de la esfericidad de la Tierra”, y conllevó la creación de “nuevos lazos con diferentes culturas y civilizaciones, intercambios comerciales, financiación para la exploración de nuevas rutas”. De este modo se abrió paso a la conexión entre diversos pueblos. (García-Moreno, 2020).

En el siglo XVI, la industria naval y del hierro vasco se convierte en referente mundial gracias a su técnica y planteamiento de las naos, grandes cargueros balleneros que transportaban con seguridad en torno a 1.900 barricas de saín o grasa de ballena; es decir, unas 380 toneladas aproximadamente. Fue tal el movimiento de éstas naos que habitualmente se llegaba a la cifra de 20.000 barricas anuales entre todos los balleneros. Las excursiones a Terranova de los marineros vascos para cazar ballenas y bacalao generaron, tal y como apuntó la investigadora Selma Huxley, toda una industria ballenera en Red Bay, Canadá. Signo de ello son los restos de tejas, carbón de leña y huesos de ballena en asentamientos que coinciden con los lugares citados en documentos sobre pleitos y aseguradoras de los archivos judiciales del corregimiento de Guipúzcoa y los de la Real Chancillería de Valladolid. (Huxley, 1979). Esta presencia supuso una gran influencia de los vascos sobre el territorio, la cual se mantiene hasta la actualidad, ya que algunos nombres de lugares del Atlántico Norte son de procedencia vasca, derivados de pueblos de Euskal Herria. Miren Egaña nombra algunos topónimos como Plaisance (Soraluze / Placencia en Gipuzkoa), Miarits (Miarritze en Lapurdi), Ourrougnous (Urruña en Lapurdi) y añade que Biscay Bay, topónimo de Bizkai “ha sido utilizado allí donde han estado los vascos”, ya que “en la época se utilizaba no sólo para designar al Señorío de Bizkaia, sino que “aparece en bastantes mapas para incluir también a Gipuzkoa, Araba y Santander”. (Egaña, 2000)

Hay constancia de la existencia de pidgins; un proto-idioma surgido a través de la fusión y contacto de pueblos con diferentes lenguas con el propósito de entenderse entre sí, como es el caso de las tribus de las orillas del río San Lorenzo como los Mimacs. Como ejemplo de ello, tenemos este pasaje de Lescarbot hablando sobre los ellos:

tienen también una lengua propia, solo conocida por eIlos (...), aunque para adaptarse a nosotros nos hablan en una lengua que nos es más familiar, en la que hay mezclado mucho de vasco. (Lescarbot, 1914).

Otra muestra de esta influencia la podemos ver en la inclusión de la ikurriña en el escudo de San Pedro y Miquelón, archipiélago al este de la costa canadiense. Ya que no hay datos sobre la estancia de vascos en Islandia hasta 1604, se puede deducir que primero estuvieron en Terranova y Labrador (Knörr, 2006).
 

Bandera de San Pedro y Miquelón
 

Además de la fabricación, Manuel Gracia Rivas señala que una gran cantidad de navegantes vascos “participaron como maestres de naos, asumiendo el mando de armadas”, al mismo tiempo que otros muchos marineros como los 502 guipuzcoanos fallecidos en la Gran Armada dieron sus vidas en la navegación de estas flotas. (Rivas, 2006). La vinculación al Imperio Español, que coincidentemente en ese momento se expande por América, conduce a los astilleros vascos a tener que producir un volumen de naves muy amplio. En un artículo para la Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, Odriozola menciona los estudios de Garcia Baquero y Garcia Fuentes, que corroboran que un “porcentaje muy elevado de estos barcos era de fábrica vasca, en detrimento de los astilleros andaluces”. (Odriozola, 1996)

Asimismo, los cazadores de ballenas vascos eran los únicos que explotaban los recursos que ofrecían los cetáceos capturados, teniendo el monopolio de la comercialización del aceite de ballena, cuyo valor por aquel entonces era similar al del petróleo de nuestros días. Es así como “desde la Edad Media y hasta las primeras décadas del siglo XVII todavía eran los únicos europeos capaces de pescar ballenas” (Bakker, 1991).

1.2. Baskavígin: la matanza de balleneros vascos en Islandia

En cuanto a las expediciones hacia el norte, los balleneros vascos estuvieron entre los siglos XVI y XVII en busca de la anteriormente mencionada Eubalaena mysticetus por las aguas que circulan alrededor de Groenlandia e Islandia. En esta época, Islandia estaba dirigida por gobernadores regionales al amparo del rey de Dinamarca, Christián IV, y a cambio de su mandato obtenían una parte de la renta. Los islandeses aprovechaban el material proporcionado por las ballenas únicamente cuando éstas quedaban varadas en la playa; es decir, no sabían cazarlas. (Izagirre, 2015). Así, los vascos pudieron hacer negocio con el pueblo islandés tras el pago de diferentes tasas (atracar los barcos, utilizar madera, descuartizar la carne para fundirla y conseguir el aceite) directamente a los jefes islandeses a espaldas del rey. La relación entre los pueblos en gran medida fue buena, ya que se mantuvo una estrecha relación comercial que dio pie a la mezcla de las culturas y la convivencia de sus gentes en favor de llegar a un entendimiento mutuo. De estas relaciones surge el Pidgin vasco-islandes. (Aspe, 2016).
 

Mapa de Islandia de 1616. Petrus Bertius y Jodocus (Países Bajos). Biblioteca nacional de Islandia.
 

Los daneses fueron enviados por Christian IV a cazar ballenas a los mares del norte de Noruega y por las islas Spitzbergen en 1615, y su encuentro con los marineros vascos creó las primeras disputas. Debido a estos altercados, en abril de ese mismo año se declara ilegal la caza de ballenas en aguas islandesas por los vascos, y además se prohíbe al pueblo islandés poder amistarse y comerciar con ellos. Asimismo, el edicto permite asaltar, despojar de sus bienes e incluso matar si fuera necesario a los marineros vascos (Antonsdóttir, 2016).

En estas circunstancias y en el mismo año, tres navíos zarpan desde las aguas vascas hasta la costa islandesa capitaneados por Villafranca, Aguirre y Tellería. Después de duras jornadas de trabajo y algún encontronazo con gente local, consiguen atrapar once ballenas y extraer su aceite (Izagirre, 2015). Las pequeñas riñas que hubo por hurtos y discusiones fueron nimias en comparación con un terrible suceso ocurrido tras un temporal, en el que una banquisa de hielo entró en el fiordo Reykjarfjördur destrozando las naos de Agirre y Telleria, y dejando la de Villafranca varada en la playa y quedando despedazada contra las rocas. Este suceso hizo naufragar a toda la tripulación en la región Vestfirðir, concretamente en la provincia de Strandir, al noroeste de la isla. (Antonsdóttir, 2016).

Los 83 marineros que perdieron sus recursos con los que negociar, se dedicaron en gran medida al hurto, saqueo y captura de ovejas y vacas de los aldeanos locales, al mismo tiempo que buscaban una manera de huir del invierno que se avecinaba bajo unas circunstancias climáticas muy desfavorables. Según Barkham, el pastor Grímsson envía una carta de dudosa veracidad a Ari Magnusson, gobernador de las provincias de Ísafjörður y Strandir conocido por su carácter autoritario. Este gobernador fue quien recibió las ganancias por los impuestos de los balleneros vascos a espaldas de la corona danesa. En esta carta, Grímsson cuenta que “Villafranca y sus hombres han intentado ahorcarle, que los vascos se han quedado atrapados en Islandia y que han empezado a saquear”. (Barkham, extraído de Aspe, [DVD] 2016)

Unos 51 hombres de Aguirre y Tellería escaparon de la isla a través de una embarcación robada a un islandés y después en otra inglesa, pero hasta la fecha no hay documentos que acrediten qué fue de ellos. Se sabe que en el transcurso de cambiar de una embarcación a otra, se asentaron y tuvieron contacto con gente nativa de Patreksfjördur. Éstos hicieron tratos a través de la pesca para conseguir herramientas e intercambiar comida, de modo que no todos los islandeses estaban en contra y les ayudaron. (Miglio, extraído de Aspe, 2016).

En cambio, los otros 32 marineros de Villafranca se dividieron en dos grupos; unos fueron al fiordo Dýrafjörður, y el capitán, junto con otros 18, se atrincheró en la isla de Æðey. Ari Magnússon convocó un juicio en Súðavík, y el 8 de octubre de 1615 doce jueces sentenciaron a favor de la aplicación del edicto mencionado, firmando su sentencia de muerte. (Antonsdóttir, 2015). La carta recibida de Grímsson fue la excusa perfecta para que Ari Magnússon ejecutase el decreto real del rey de Dinamarca. Según Barkham, "era su oportunidad para reafirmar su autoridad y para tapar sus actos de corrupción” (Barkham, extraído de Aspe, [DVD] 2016)

Hasta entonces Magnússon había permitido a los vascos cazar las ballenas a cambio del pago de las tasas, pero tras el posible eco de los sucesos, corría peligro de que fuera castigado por el rey danés, de modo que reunió junto con el pastor Grímsson a 50 hombres bajo coacción, tal y como indica Koivukari: "Ari llamó a los campesinos a las armas y sugirió que si no respondían a su llamada ellos serían responsables de pagar por todo el daño que los vascos causasen" (Tapio Koivukari, extraído de Aspe, [DVD] 2016).

Curiosamente, antes de que se diera lugar a la celebración del juicio, el primer grupo ubicado en el fiordo Dýrafjörður fue masacrado por aldeanos pensando que eran piratas el 5 de octubre de 1615. De los 14 se salvó un tal García, que se unió al barco capturado por Tellería y Aguirre (Aspe, 2016). En cuanto a Villafranca y sus hombres, el ejército apareció en la chabola donde se resguardaban, donde Villafranca pidió clemencia y se desarmó. Alguien del tumulto enfervorecido dio un hachazo a Villafranca y éste echó a correr hasta el agua. Cuenta Antonsdóttir que “la tropa de Ari se lanzó a arrojarle a piedras a Martín, que las esquivaba nadando mientras cantaba”, y añade que la destreza del vasco al nadar en las gélidas aguas “causó tanto sorpresa como la admiración entre islandeses que le persiguieron con una barca hasta que uno consiguió atizarle una pedrada en la cabeza”. (Antonsdóttir, 2016). Una vez capturado, lo llevaron a la orilla donde se abrieron en canal y lo desmembraron. Los demás marineros que todavía quedaban con vida dentro del refugio fueron asesinados con armas de fuego.

Tal y como cuenta Gudmundsson, cronista del siglo XVII y autor del relato más detallado de la masacre titulado; Un relato verdadero de los naufragios y las luchas de los españoles, menciona que fueron mutilados y deshonraron sus cuerpos (Gudmundsson, J. 2019) . Además, las vejaciones sufridas no terminaron una vez muertos, ya que los pasearon por las aldeas después de haberles cortado diferentes partes del cuerpo. Como resultado, 32 marineros fueron asesinados, siendo ésta la mayor matanza del país denominada como Baskavígin o Spánverjavígin.

El 26 de enero de 1616, Magnusson volvió a convocar un juicio en Myrar en contra de Telleria, Aguirre y su tripulación en el que se les acusaba de múltiples delitos; pero a pesar de reunir un ejército, no pudo dar con ellos a causa de las duras condiciones meteorológicas. Debido al relato realizado por Gudmundsson en el que defendió a los vascos, detallando todas las barbaridades que hicieron sus compatriotas y en el que señala a Magnusson como responsable de las muertes, él y su familia fueron desterrados a un islote.

Años después de la matanza, la zona que utilizaban para asentar las bases balleneras en Islandia se mantuvo con normalidad. Selma Huxley comenta que “a pesar de esta terrible matanza, después de una o dos décadas, los balleneros vascos volvieron a Islandia y restablecieron relaciones de amistad” (Huxely, extraído de Aspe, [DVD] 2016). José Antonio Azpiazu, al igual que Michael Barkham, asegura que la relación prosiguió con afecto y de forma pacífica. Prueba de ello son los glosarios del pidgin vasco-islandés. (Aspe, 2016)

Curiosamente, esta ley, que con el paso del tiempo quedó en el olvido, se deroga finalmente en 2015. Como acto de paz, se reunieron los descendientes de asesinos y asesinados junto con representantes políticos de Islandia y Gipuzkoa. Para consolidar dicho acto, se estableció una placa conmemorativa en Hólmavik, una localidad anexa al hundimiento de los navíos.

2. ¿Qué es un pidgin?

El pidgin es un proto-idioma que surge normalmente entre el contacto de personas de diferente idioma, donde el propósito es entenderse sin utilizar señas. De este modo, cuando un grupo de personas que no comparten una misma lengua quieren comunicarse para llegar a un objetivo, como pudiera ser negociar para llegar a un acuerdo mercantil, se puede llegar a una comprensión de lo que quiere decir el otro a través del contexto. Como comenta Huelde, ese objetivo comunicativo se consigue a través de que cada participante simplifique, reduzca su vocabulario y utilice estructuras simples (Hualde, 1988). Es así como se pueden formar las bases de un idioma nuevo para el entendimiento mutuo. Las características de la formación de un nuevo idioma a través de la mezcla de dos o más idiomas coinciden en que el proto-idioma surgido tendrá una morfología muy sencilla y sin detalles, basada en las palabras de las lenguas maternas de los participantes. Es así cómo se formaliza un pidgin.

El pidgin se utiliza normalmente en un único ámbito. Si su creación durante el proceso de comunicación se realiza a través del comercio, su empleo estará delimitado a usar palabras y expresiones propias del mercado. Si las relaciones entre los mercaderes se mantienen en el tiempo, los participantes volverán a usar los mismos códigos. De esta forma el código evoluciona en el tiempo, cogiendo cada vez una estabilidad en su estructura mayor.

Según Hualde la constancia del primer pidgin creado se remonta a la Edad Media y fue producido por el contacto entre cristianos y musulmanes en la costa mediterránea. Se denomina lingua franca. (Hualde, 1988). Debido a los imperios establecidos sobre todo en Europa a partir del siglo XV, las conquistas de territorios a lo largo del globo trajeron contacto con los pueblos nativos, teniendo como resultado un incremento de otros pidgins.

La evolución del pidgin puede llevar a que se convierta en la lengua nativa de algunos pueblos. Cuando se propaga durante mucho tiempo, las nuevas generaciones lo adquieren desde la infancia y es así como un pidgin se convierte en un kreolera. Estos casos fueron comunes en las plantaciones de América compuestas por esclavos de diferentes lenguas (Hualde, 1988). Si un kreolera se configura como la lengua materna de una generación, éste se ve obligado a evolucionar para posibilitar y garantizar la comunicación en diferentes áreas que no solo se reduzcan al comercio: el pidgin destinado a un ámbito en concreto no sirve para comunicarse en otro fin, de modo que el kreolera evoluciona y se expande para cubrir otras necesidades.

El lenguaje también supone una herramienta de pensamiento. Alguien que nace y se desarrolla escuchando un pidgin puede tener limitaciones a la hora de comunicarse y también a la hora de pensar. Un idioma puede tener diferentes palabras para definir conceptos abstractos que en otra lengua no existan, y ello puede derivar en cambiar la forma de pensar de un sujeto. Benjamín Whorf en su trabajo Lenguaje, pensamiento y realidad defiende que:

“Vemos, oímos, percibimos el mundo en gran parte de tal o cual manera porque los hábitos lingüísticos de nuestra comunidad nos predisponen a determinadas opciones de nuestras interpretaciones”. (Borjas, 2007)

Esta tendencia se la denomina como relativismo lingüístico y entra en debate con otras miradas como la de Piaget o Vigotsky. Según Whorf, el pensamiento se genera a través del lenguaje y además también condiciona la mentalidad y la actitud de una comunidad con la misma lengua. Sin embargo, Piaget defiende que el pensamiento se da antes que el lenguaje, mientras que Vigotsky sostiene que el lenguaje configura lo que pensamos. (Borjas, 2007)

En cuanto al euskera, además del pidgin vasco-islandés del que trata este artículo, cabe mencionar que durante los siglos XVI y XVII los marineros vascos estuvieron en contacto con tribus nativas de la costa este norteamericana, como los inuit (Labrador), los beothuk (Terranova), los mimacs, montañeses, abnakis occidentales, iroquies laucencianos (orillas del río San Lorenzo) y los maliseets y abnakis orientales (costa atlántica). De esos contactos también basados en el comercio, surgió un pidgin entre el euskera y las lenguas amerindias (Bakker, 1991). Debido al volumen de pescadores vascos en la zona, es lógico pensar que el euskera sería un idioma altamente escuchado por estas latitudes, lo cual podría explicar su influencia, que se ve reflejada en los nombres de los pueblos como se ha mencionado anteriormente. Incluso en mapas antiguos (siglo XVI) aparece el nombre de Nouvelle Biscaye. Fruto de ello todavía perduran ciertas palabras incluidas en francés canadiense y en Mimac (lengua amerindia). Bakker afirma que las palabras adesquidé y ania pertenecen al pidgin de las tribus de Canadá oriental y añade que “desde la década de 1540 hasta aproximadamente 1640 es el pidgin no nativo más antiguo de Norteamérica del que se conserven pruebas históricas y lingüísticas”. (Bakker, 1991).

2.1. El pidgin vasco-islandés

Tal y como dijo Barandiarán, cultura es todo aquello que responde a nuestro modo de relacionarnos, de modo que la cultura busca la capacidad del contacto entre pueblos y habitantes que conforman una red de relaciones y comportamientos sociales. (Albaola, 2017). En el caso de Euskal Herria, como indica su nombre, es el pueblo que habla euskera. Así, la lengua forma parte fundamental de la identidad y del patrimonio inmaterial.

Consta que los vascos llegaron a Islandia concretamente a principios del siglo XVII, sobre el año 1604 (Einarsson, 1987). Desde entonces, la relación entre los pueblos se basó en el comercio generado a través de la explotación de los recursos que la ballena ofrecía. Así, se fue generando una mezcla entre los idiomas que servía para negociar. Queda latente la creación de este pidgin en tres documentos en forma de manuscritos que contienen glosarios, traducciones y palabras o frases completas en pidgin. El primero es un glosario llamado Vocabula Gallica, el segundo; Vocabula Biscaica, y el tercer documento, que ha llegado como una muestra incompleta de un glosario llamado Basknesk ordasofn.

Actualmente, estos ejemplares, que según Helgason son seguramente de la segunda mitad del siglo XVII, se pueden consultar online a través del Instituto Árni Magnússon de Reikiavik. Los dos primeros documentos originales de 16 y 10 páginas fueron enviados sobre 1780 a la biblioteca Arnamagnaeana de Copenhague (Deen, 1937). En 1986 volvieron a Islandia, pero el segundo de ellos se extravió.

El estudio más exhaustivo del pidgin lo realizó Nicolaas Gerardus Hendricus Deen, quien publicó su tesis doctoral Glossaria duo Vasco-Islandica en 1937, vinculado a la Universidad de Leiden, Países Bajos. Deen tuvo noción de los manuscritos gracias a Christianus Cornelius Uhlenbeck (1866-1951), profesor de la misma universidad, después de que pasaran por Jón Helgason director de la Bibliotheca Arnamagnaeana de la Universidad de Copenhague. Deen viajó a Euskal Herria en 1927 y estudió los manuscritos junto con Julio de Urquijo (1871-1950), fundador y director de la Revista Internacional de Estudios Vascos. (Knörr, 2006). Hechos como el intercambio de correspondencia entre ambos, así como los agradecimientos de Deen a Urquijo por la ayuda proporcionada al término del prólogo de su tesis, dejan constancia de la buena relación que existía entre ambos (Deen, 1928).

La tesis de Deen concreta que los manuscritos fueron hallados en Vestfirdir, región ubicada en la península de la zona noroeste de Islandia, donde tuvo lugar también la matanza de los balleneros vascos anteriormente mencionada. Se sugiere que los documentos están realizados por dos personas, pero se desconoce el nombre de los realizadores y tampoco se sabe con quién tuvieron contacto para traducir o compilar las respuestas. En cambio, apuesta por afirmar que los escritores eran islandeses, debido a que las palabras que se registraron fueron escritas según la pronunciación islandesa. Asimismo, determina que las dos listas de palabras son autónomas entre sí debido a las diferencias tanto en la ortografía como en la fonética (Deen, 1937).
 

Páginas 8 y 9 de Vocabula Biscaica (segundo glosario). Instituto Árni Magnússon. Reikiavik
 

Aunque aparecen palabras con todos los dialectos vascos, según Deen el dialecto que predomina es el del entorno vasco-francés y menciona el puerto de Donibane Lohizune (San Juan de Luz) ya que por el siglo XVII fue conocido por la habilidad de los balleneros vascos a ojos de los holandeses (Deen, 1937). Enrique Knorr confirma esta afirmación de Deen, mencionando que el origen de muchos balleneros eran de la provincia de Lapurdi. Además, añade que del mencionado puerto eran muy frecuentes las salidas hacia Terranova e Islandia. (Knörr, 2006).

Los glosarios cuentan con 519 palabras en el primero, 228 en el segundo y 11 en el tercero. En los dos primeros glosarios de los que habla Deen, la lista de las palabras y frases no corresponde a un orden alfabético, pero se puede deducir un interés por compilar una serie de palabras bajo el mismo grupo semántico. En cuanto a la morfología, carece de derivaciones tanto en los verbos como en los prefijos o sufijos en las palabras, de modo que cada palabra mantiene la misma forma. Tampoco se diferencian los singulares de los plurales ni hay marcas temporales. Para realizar la traducción, Deen separa las palabras o frases en cuatro columnas, donde las posiciona según las lenguas en el siguiente orden; pidgin, islandes, alemán y castellano.

El primer manuscrito sólo tiene una lista de elementos léxicos obtenidos de los marineros vascos, señalando diferentes objetos, organizados de acuerdo con los campos semánticos (Hualde, 1991). La mayor parte del segundo manuscrito contiene información similar, pero al final se muestran frases del pidgin. Así, en el segundo glosario, Vocabula Biscaica, aparecen oraciones y expresiones completas como la nº227; for mi berrua usnia eta berria bura (dame leche caliente y mantequilla fresca), con su traducción al islandés al lado. Knorr analiza la frase advirtiendo que los cambios en el orden normal de las palabras (adjetivo + sustantivo) no siguen el mismo patrón que el euskera moderno y es más característico de las lenguas germánicas. (Knörr, 2006).

Otras frases que aparecen en este glosario se muestran a continuación en un tabla dividida en las columnas con el siguiente orden: numeración en el glosario, pidgin vasco-islandés, euskera y castellano. La traducción está extraída de Glossaria duo Vasco-Islandica (1937) de Deen en la revisión realizada en Seminario De Filología Vasca "Julio De Urquijo” de 1991 . (Entre paréntesis traducción actualizada).

Los verbos presenta (dar), travala (hacer, estar haciendo) y trucka (comprar) son muy comunes en el pidgin. Se advierte de esta manera la semántica reincidente sobre el uso en el comercio. Se puede comprobar también cómo existen herencias de otras lenguas en las expresiones for mi y for ju derivadas del inglés y mala derivada del castellano. Sobre la palabra cavinit, Hualde deduce que puede estar compuesta, como en el euskera, en dos partes (ezer ez, cavi-nit) siendo traducción de nada en castellano, y teniendo en cuenta que nit (ez, no) es de origen germánico. (Hualde, 1988)

Posteriormente a los estudios de Deen, Gidor Bilbao, profesor en la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) y miembro correspondiente de Euskaltzaindia, gracias al Seminario De Filología Vasca Julio De Urquijo pública en la revista ASJU en 1991, junto con otros investigadores como Jose Ignacio Hualde y Peter Bakker una revisión de la obra de Deen. Asimismo otros investigadores como, Henrike Knörr y Viola G. Miglio desarrollan estos estudios con sus propias investigaciones.

3. El arte como mediador del patrimonio y la cultura vasco-islandesa: Proyecto Pidgin (Imanol Zubiauz)

Existen diferentes vías para abordar el objetivo de conmemorar o traer al presente una hazaña, sucesos u otras actividades del pasado que se han perdido en gran medida de la memoria colectiva, en este caso, del pueblo vasco. A través de la antropología, el documentalismo y los estudios científicos o sociológicos se puede recuperar un pasado olvidado o poco conocido de la sociedad moderna.

Ejemplo de ello es la reciente inversión de 200.000 euros del Fondo Europeo Creative Europe para construir un Centro Vasco en Djúpavík llamado Baskasetur, proyecto de la Asociación de Amigos Vascos en Islandia. En este centro se prevé montar una exposición histórica sobre la relación entre vascos e islandeses que se dividirá en diferentes pisos. La matanza anteriormente citada de 1615 tendrá su presencia, así como maquetas de naos, talleres y actividades relacionadas con la construcción naval. El conjunto instalativo además tendrá un enfoque ecológico y fomentará la sostenibilidad y la conciencia sobre los océanos y los seres que habitan en él.

Otras instituciones que están comprometidas en el proyecto son; el Instituto Cultural Haizebegi de Bayona Árneshreppur, Strandagaldur, Centro Universitario de Vestfjörður, el Centro de Investigación de la Universidad de Islandia en Strand y también participarán los trabajadores del astillero de Albaola (Donostia-San Sebastián, Gipuzkoa) guiando un proyecto sobre la fabricación de naves vascas similares a las que yacen en el fondo de Reykjarfjörður, al noroeste de la isla. Este centro cultural será un lugar de encuentro para investigadores, artistas y público, donde se podrá aprender, indagar e intercambiar información sobre el patrimonio cultural vasco-islandés (Rannís, 2022).

Como se puede apreciar el Spandenjavigin está presente en la cultura islandesa, pero también hay creadores como Aitor Asper, Eñaut Tolosa, Beñat Iturrioz, y Ander Arrese que hicieron eco del suceso sobre el 2015, año en que la ley establecida por Christian IV fue derogada. Muestra de ello es el documental Baskavígin. La matanza de los balleneros vascos (2016) de Aspe, coproducción española-islandesa de la mano de Old Port Films, Extrapictures SL, Pastnorth y Seylan Film Production. En este documental se narra la experiencia vivida por los marineros vascos a través de un guion escrito por Aner Etxebarria en el que se incluyen entrevistas a expertos en la materia. El rodaje en Islandia sirve para formalizar una recreación histórica con carácter cinematográfico a través de la fotografía de Jorge Roig. Para la música, se contó con la participación de Hilmar Örn Hilmarsson, a quien se le encargó la tarea de transmitir el pidgin vasco-islandes a través de su composición. Así, la fusión de la música tradicional islandesa se mezcla con la vasca para crear una simbiosis armónica que acompaña a la documental en plenitud en diferentes versiones (Aspe, 2016).

En cuanto a la producción de Tolosa, Iturrioz y Arrese titulada Euskal Balezaleen Triskantza (2016), producida por Gogoan ekoizpenak, Suhar Arkeologia, Gobierno Vasco y la Diputación de Gipuzkoa, cuenta con una expedición arqueológica y submarina en la que también incluye entrevistas a expertos y muestra la visión de agentes islandeses sobre el suceso. Cada capítulo del documental cuenta con pasajes producidos en animación 2D por Bicoté producciones, donde se resume la matanza en diferentes episodios. Estos documentales, sumados a proyectos como Baskasetur, ayudan a consolidar el patrimonio cultural de ambos pueblos.

En concordancia al planteamiento de Baskasetur con su exposición histórica permanente, existe otra forma en la que se puede englobar todas las vertientes de estudio y que además suscite una serie de emociones y vínculos de diversa índole con el público, utilizando una perspectiva artística que incluya de un manera implícita una sugestión didáctica en su discurso, pero que al mismo tiempo sea fiel a la actividad contemporánea en su forma plástica y conceptual. Es así como nació el proyecto Pidgin (Imanol Zubiauz) que se producirá a lo largo del 2023.

Se debe de tener en cuenta que el pidgin no es una creación cultural muy popular o presente en la sociedad vasca actualmente y por ello, se decidió realizar un proyecto que posicionase de nuevo esta protolengua y el contexto de sus hablantes en la sociedad del presente, en un acto de recuperación de la memoria colectiva y cultural a través del arte contemporáneo. De este modo, el proyecto está ligado a la investigación antropológica, a la identidad y a la memoria colectiva. El proyecto se compone por diferentes instalaciones relacionadas con el contexto que une al pueblo vasco y al islandés durante la época de la caza de ballenas del siglo XVII. Como se ha comentado anteriormente, sustentado en el comercio, la conexión entre las dos culturas encauza en la formalización de un pidgin entre el euskera y el islandés.

Como testigo de la utilización de este lenguaje, este proyecto recrea las memorias de un marinero vasco ficticio. Su experiencia se ubica contextual y geográficamente dentro de uno de los balleneros que recorría los mares y puertos donde se efectuaba la caza de ballenas. De este modo, el proyecto abarca y recrea las vivencias o recuerdos de este marinero desde un punto de vista abstracto y conceptual. El proyecto se vehicula a través del arte contemporáneo para hablar sobre la identidad de los pueblos (vasco e islandés) y la memoria colectiva, analizando e integrando diferentes aspectos culturales como la formación lingüística del pidgin, el folklore, la mitología y las tradiciones.

También tiene cabida la influencia de otras áreas, como la industria naval, siderúrgica y la producción de bebidas como la sidra o el txakoli, fundamentales en las travesías de las naos a partir del siglo XVI. El agua indebidamente sellada se corroía con el paso del tiempo, en cambio, la fermentación de la sidra proporcionaba un riesgo menor a la hora de ingerir líquidos. De esta forma se intentaba evitar enfermedades típicas del mundo marino como el escorbuto. La gran demanda de sidra durante esta época, condujo a un incremento de caseríos destinados a la elaboración de la sidra, sobre todo en el entorno guipuzcoano (Albaola, 2017).

El proyecto tiene una gran carga de recapitulación de viejos documentos y una búsqueda exhaustiva de los repositorios y archivos de diferentes instituciones vascas e islandesas. Los documentos encontrados durante la investigación servirán para realizar tanto fotograbados manipulados, como reproducciones fieles de mapas, sellos, monedas de la época y otros objetos del navegante ficticio que harán plantearse al público su originalidad. El proyecto no trata de realizar una exposición antropológica e histórica pura, porque para ello existen otro tipos de exposiciones. Se trata de un proyecto artístico que conjuga una base verídica pero trata de darle un enfoque personal ligado a lo emocional y vivencial, tanto en el proceso como en la percepción del público a la hora de visitar la exhibición.

Con la intención de reflejar la memoria visual y auditiva del personaje, se filmará el entorno costero vasco e islandés y se registrarán sonidos de diferentes lugares para crear un paisaje sonoro a través de los audios extraídos del exterior y del interior del mar. La distorsión parcial en las imágenes y en los audios hará referencia a la memoria dañada y dejarán entrever diferentes capas. Así, los visitantes que mantengan un tiempo prolongado de observación y atención podrán dilucidar diferentes partes en cada visualizado. Tal y como mantiene Turrell, la voluntad del público por permanecer receptivo dentro de una instalación se denomina como precio de admisión. Es un concepto que configura la voluntad de los sujetos que se mantienen activos dentro de una instalación artística por un tiempo prolongado (Sánchez, 2020). Este precio de admisión será parte implícita de la exhibición y estará en la mano de cada sujeto.

Todos los documentos, objetos, mapas, grabados, ilustraciones, clips de video y pistas de audio que se generarán durante el proceso se mostrarán en diferentes estructuras que tendrán nexos en común a través de materiales propios del mundo naval como son la madera, el metal, la fibra a modo de textil y cuerdas. Adoptarán formas únicas, dado que su diseño está precedido por la muestra de los objetos y contenido específico en cada una de las estructuras. Algunas utilizarán materiales y herramientas muy reconocibles como el velamen y el mástil de una pequeña nave para utilizarla como pantalla de retro-proyección o emularán las cuadernas de una txalupa posicionada de manera invertida para sostener un textil translúcido en cada cuaderna y realizar con ello una superposición de proyecciones en cadena.

La imagen móvil se podrá ver a través de monitores y proyectores vinculados a elementos constructivos diseñados específicamente para su emisión. En cuanto a la series de imágenes fijas que evocan directamente los recuerdos vividos de manera subjetiva por parte del marinero, se realizarán a través de diferentes procesos. Por una parte, se realizarán fotografías analógicas durante los viajes por las costa vasca e islandesa. Estas fotografías podrán ser mezcladas con otros elementos o alteradas a la hora de ser ampliadas en el estudio de fotografía. Los grabados y fotograbados se realizarán con diferentes técnicas para lograr valores plásticos aún por experimentar durante el proceso de creación y las serigrafías se combinarán diferentes capas de CMYK. Además se utilizará la Inteligencia Artificial (IA) en concreto Dall-E 2 y Mid Journey, herramientas tecnológicas que codifican las formas, luces, texturas y volúmenes extraídos de múltiples fuentes y generan imágenes únicas y libres de derechos. Esta herramienta se comunica con el creador a través de la escritura y puede simbolizar una memoria colectiva que trabaja para realizar nuevo contenido. Todas las imágenes fijas se establecerán en diversos formatos de exhibición, formando un conjunto de instalaciones adicionales.

En cuanto al audio realizado, además del mencionado paisaje sonoro que se registrará en las excursiones y se podrá escuchar con un display envolvente durante la exhibición del trabajo, estará construido a base de sonidos de la naturaleza grabados tanto fuera con micrófonos como dentro del agua. Los sonidos emitidos por las ballenas también estarán presentes en el proyecto, incluidas aquellas frecuencias que los humanos son incapaces de detectar. Estos audios podrán ser percibidos a través de otros sentidos como la vista, ya que el reflejo de la luz sobre las ondas producidas con los audios sobre el agua pueden apreciarse fácilmente. Así, las ondas acuosas funcionarán como medio para poder visualizar estos sonidos de baja frecuencia.

El proyecto mantiene como objetivos la creación de un nuevo vínculo vasco-islandés sostenido por el creador y la gente nativa. De este modo, se pretende retomar viejos lazos entre dos pueblos, donde las ballenas vuelven a ser un eje fundamental, pero en este caso, para destacar su protección y fomentar la valoración medioambiental. Asimismo, tiene un carácter investigador que indaga en las relaciones sociales entre las dos culturas de la época, destacando la parte del lenguaje formado para el entendimiento mutuo. Y, por último, el tratamiento del euskera; la piedra angular que sostiene todo el proyecto y estará presente en la totalidad de su creación. Su presencia estará en primer plano en diferentes formatos. Es decir, la instalación contará con el análisis de su terminología y su empleo auditivo/visual.

4. Conclusiones

Es necesario tener en cuenta primero quien escribe la Historia y después sobre quién se escribe. Normalmente ambas partes van unidas y por ello, muchas veces se quedan en el olvido acontecimientos y sucesos de gran repercusión cultural y social en su época. Ejemplo de ello son los vastos conocimientos navales, tanto en lo referido a la construcción como a la navegación, derivados de la caza de la ballena en la costa vasca y, posteriormente su extrapolación a otros puntos geográficos. A niveles globales, la historia de los vascos en el mar queda ensombrecida por las colonizaciones y conquistas del imperio español, portugués e inglés y su explotación de los recursos y personas de esas tierras.

Salvo por el volumen de vascos en Terranova y su influencia en la cultura, los marineros vascos no ocupan un lugar de peso en la historia. Tal y como mantiene Lourdes Odriozola sobre la producción de la industria naval vasca, “apenas existen estudios que lo aborden globalmente”, con lo cual se refiere a que el volumen de investigaciones sobre el impacto directo de la actividad económica tanto en la parte cualitativa (astilleros o materiales), cuantitativa (número de navíos, porcentaje de la población activa empleada directamente), o en su influencia económica en la producción de anclas, hierros, clavos y armas es muy bajo (Odriozola, 1996).

Los balleneros vascos no tenían necesidad de abrir al mundo su trazado para navegar hasta estas tierras, ya que recelosos por mantener esa información y sobre todo al mantener una relación pacífica, no causaron grandes revuelos. El viaje era parte del proceso del trabajo, así como mantener buenas relaciones comerciales con las gentes que se encontrasen allá donde fueran a faenar. De modo que a nivel nacional e históricamente, pocas veces se posiciona la industria naval y siderúrgica de Euskal Herria en el lugar de peso que ocupó en los siglos pasados, ni se considera por parte de la sociedad actual la explotación de la ballena como parte fundamental en el desarrollo de la comunidad, la mercantilización y el poder económico que tienen los territorios vascos hoy en día.

Tal y como dice Xabier Argote, la historia de los balleneros vascos “no es una parte de la historia oficial, no es una conquista, no es la proclamación o reclamación de una tierra”. (Iturrioz, Tolosa 2016). Los marineros vascos no buscaban invadir ni dominar un territorio, sino que su objetivo consistía en la pesca y, para ello, pagaban las tasas impuestas. En gran medida, las figuras sobre las que se escribe en los anales de la historia tienden a ser conquistadores y no tanto gente de la clase trabajadora. De hecho, como se puede apreciar a través tanto de los pidgin formados como de la industria ballenera en su amplio sentido (refinerías, adquisición del material bruto, uso de productos) condujo a una conexión y adhesión de las culturas para el enriquecimiento mutuo. Asentamientos como en Terranova y Labrador son prueba indiscutible de la influencia de los vascos en otros lugares pero sin llegar a ser invasivos y territoriales, sino cómplices de un comercio que traía frutos positivos para ambos pueblos. Bakker mantiene que “algunos historiadores no eran conscientes de la importancia de los vascos en la primitiva historia de Canadá” y añade que “a excepción de la mantenida con los inuits, las relaciones de los vascos con los nativos siempre fueron descritas como buenas por los viajeros contemporáneos”. (Bakker, 1991). Helgason por su parte, en el prólogo de Deen, mantiene que el pidgin es un signo de una época de paz entre los pueblos. (Bilbao, 1991). Es así como la intencionalidad de los marineros vascos por formalizar una red de comercio fuera de sus fronteras demarca y determina su incursión como agentes amigos y no como personajes de imposición ideológica, política, moral y religiosa.

Este factor es un condicionante clave para no atrapar la atención mediática y pública, incluso también en el territorio íbero y sur de Francia. A grandes rasgos la población no conoce términos lingüísticos como el pidgin o la existencia formalizada entre el euskera y otras lenguas. Estas nociones quedan relegadas comúnmente a las investigaciones académicas y científicas entre lingüistas, antropólogos, arqueólogos e historiadores. El gran público vasco desconoce parte de su cultura.

Una de las vías para llegar a un público mayor donde el impacto mediático y vivencial acerque al público vasco a sus ancestros, y así rescate parte de la cultura perdida entre las páginas de los libros, puede ser mediante el arte. Si bien son positivas las exposiciones históricas, los documentales y las exhibiciones artísticas que involucran la sensorialidad puede hacer que un sujeto empatice de forma mayor con sus emociones. Es por eso que se plantea la ejecución del proyecto Pidgin como una oportunidad para recuperar la memoria colectiva a través de ponerse en la piel y conocer el contexto de los balleneros vascos mediante la sensorialidad y la vivencia experiencial. Así, se posibilita hablar desde el arte contemporáneo sobre la influencia que tuvieron los trabajadores del mar vascos en el sistema económico, social y político. Además, la comprensión de los sucesos no viene contada por una voz narrativa, sino que el propio sujeto es quien compone el universo a través de la evaluación propia de las piezas visualizadas.

Si bien es cierto que el proyecto Pidgin mantiene un carácter contemporáneo en su parte conceptual, su manifestación artística no resulta extraña para un ojo que desacostumbra a visitar galerías artísticas, ya que muchas de sus piezas hacen alusión a los muebles antropológicos de carácter museístico, donde el sujeto puede descubrir que hay en el interior de los cajones. De este modo, entre la vivencia propia de la visita a la exhibición, el público puede aprender un pasaje histórico de la cultura vasca. Por consiguiente, el arte puede servir para rescatar parte la memoria colectiva perdida de una cultura concreta y traerla a la sociedad actual de una forma, accesible, didáctica y experiencial, manteniendo una base de investigadora y académica.

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