Asier Hilario. Geólogo: Caminar por el Flysch es viajar en el tiempo, a cada paso que das avanzas 10.000 años

2009-09-25

SALABERRIA, Urkiri

Es un día de septiembre soleado, templado, y una suave brisa marina nos acompaña durante la entrevista, al borde del Cantábrico, en Zumaia. Rodeados por vestigios de hace 50 millones de años que afloran a pie de playa, nos hemos reunido con Asier Hilario, doctor en geología y experto en geología pirenaica, pero, ante todo, un apasionado por el conocimiento y enamorado del Planeta Azul. En la actualidad es director científico del Biotopo de Zumaia.

¿Cómo comienza en esta aventura de la geología?

Pues quizá, buscando una relación, mi afición a la geología proviene de la afición del aita de llevarnos al monte. Desde pequeño, tuve acceso a unos paisajes que encendieron en mí esa curiosidad por querer saber qué hay detrás de los montes, qué hay detrás de los río, qué hay detrás de las playas, por qué están ahí y no allí... supongo que es ahí donde se puede encontrar mi vocación. Porque, realmente, en casa, soy el primero que se dedica a este mundo.

Lo cierto es que no son estudios muy habituales, ¿cómo se lo tomaron en casa?

Pienso que mis padres, en su momento, hubiesen preferido que estudiara una carrera más habitual como empresariales o económicas, pero francamente, jamás me pusieron ninguna pega; es más, en casa siempre nos han impulsado para que hagamos aquello que realmente nos gusta y luchemos por aquello en lo que realmente creemos. Y lo que está claro es que, lo mío es vocacional, puesto que desde muy pequeño tenía claro que quería estudiar geología; o quizá, lo que tenía claro es que quería entender qué había detrás de los paisajes. A medida que he ido estudiando, he ido apreciando cada vez más el sentido de esta ciencia.

¿Dónde estudió?

Hice la carrera en la UPV-EHU, y, la verdad, cuando acabé no me sentía satisfecho con lo que había aprendido. Quiero decir que yo quería saber cómo funciona el planeta, e igual, mi planteamiento era casi filosófico; aún recuerdo las discusiones que tenía con un compañero de piso que estudiaba sociología. Él buscaba respuestas a conductas de la sociedad en la filosofía y yo, buscaba las respuestas en la naturaleza. Así es que, al acabar la carrera me doy cuenta de que apenas sé cómo funciona el planeta y me hago consciente de la cantidad de cosas que me quedan por saber.

¿Qué aprendió, entonces, en la carrera?

Sobre todo, el mecanismo de obtención y transmisión de datos. Aprendes qué cosas hay escritas sobre tu tema y quién lo ha escrito y, también, qué es lo que llevó a esa persona a escribir eso. Así fue que me metí en el doctorado con la idea de seguir ahondando en la ciencia de la geología, no desde el punto de vista de leer y hacer como se viene haciendo, sino de comprender y buscar nuevas formas de hacer. Y como en todo, te tienes que buscar la vida, y después de ir de despacho en despacho y estar con varios profesores, hice un planteamiento de investigación, quería comprender qué eran los Pirineos. Así que planteamos una Tesis basada en las grandes montañas del valle de Benasque, donde pasé cuatro años; los veranos viviendo en los refugios y haciendo la campaña de campo, y el resto del año en Leioa, analizando los datos que recogía en verano.

¿Qué sintió al acabar la Tesis?

Pues que entendía más sobre tectónica, y sobre el Pirineo. Pero eché en falta que aquello que hice fuera más amplio, que saliera de los Pirineos, pero que también entrase en otras disciplinas y sobre todo que se comunicara, porque aquello que yo hice lo entendía yo, perfectamente, pero ¿y el resto de la gente?

¿Qué impresión tiene del sistema de investigación universitario?

Creo que aún hay mucho camino que recorrer, creo que existen muchas oportunidades de mejora.

¿A qué se refiere?

La concepción multidisciplinar ha de ser una metodología que se aplique verdaderamente y en la Universidad, y creo que a día de hoy se establecen campos de trabajo excesivamente bien definidos, establecemos unas barreras entre las diferentes ciencias que parecen infranqueables, los departamentos de las universidades están muy separados, y por lo menos, en lo que respecta a la Naturaleza, la Naturaleza no tiene fronteras, los descubrimientos importantes siempre tienen que ver con los límites entre las diferentes disciplinas del conocimiento.

Ha apuntado hace un momento el tema de la comunicación en torno a las investigaciones.

Sí. Creo que en general las ciencias tienen la asignatura pendiente de la comunicación, es decir el acceso a la sociedad de aquello que se investiga. La socialización de las ciencias ayudaría a construir un mundo mejor.

Pero existen revistas especializadas, conferencias...

Bien, existen unos foros de discusión científica como pueden ser los congresos, las jornadas, los workshop, las publicaciones... en los que uno aparece con sus propuestas y en los que tiene que estar dispuesto a ser rebatido por sus colegas. Pero a lo que me refiero es a que la sociedad en general debería saber que aquello que se investiga en ámbitos científicos le atañe en su día a día.

El término multidisciplinar me parece muy atractivo, pero ¿cómo hacen para conjugar todos los “logos” de las diferentes disciplinas? Es decir, ¿cómo hablan entre sí un biólogo, un geólogo, un arqueólogo, un psicólogo, un musicólogo...?

(Se sonríe) Pues con esfuerzo y con humildad. Esfuerzo, porque uno tiene la formación que tiene y si luego quieres entender otros campos y quieres hablar con gente que tiene algo que decir desde otras disciplinas, pues te lo tienes que “currar”. Humildad, porque está claro que cuanto más investigues sobre un tema, más cuenta te das de lo poco que sabes, y lo que por experiencia te puedo decir es que las grandes figuras de la investigación son personas francamente humildes. Con respecto a la conjunción de varias disciplinas en un mismo espacio de investigación vuelvo a repetir algo que ya he dicho, la Naturaleza es compleja, no tiene límites y todo lo que vayamos a descubrir con respecto al funcionamiento del planeta tiene que ser desde un prisma multidisciplinar.

Foto: Iban Garate

Estamos en este paraje espectacular, rodeados de “rocas escarpadas”, ¿qué tiene de especial este espacio?

Este espacio natural, lo que tiene de especial con respecto a todos los demás es el interés científico que tiene, en este caso geológico. Es un afloramiento con más de 40 años de investigación científica, creo que los primeros trabajos ya se datan en la década de los 50, del S.XX, y en la década de los 70, se empiezan a realizar trabajos a nivel internacional. Desde entonces es una especie de meca para muchos geólogos que vienen aquí a realizar sus investigaciones y las publican en el Science, en Nature, en Geology, en un montón de revistas y aquí, nadie se ha enterado de nada, excepto en la Universidad. Es así, en esa coyuntura, que la Diputación de Gipuzkoa ve la necesidad de gestionar todo ese conocimiento, de coordinar las investigaciones que se realizan para crear un servicio con una clara vocación de ayudar a los investigadores.

¿Cómo?

Pues coordinando y facilitando datos a los investigadores. Por ejemplo, de esta manera se evita que dos personas investiguen lo mismo, o investiguen sobre temas que ya han sido investigados. No obstante, bajo todo este sistema en red, subyace la clara intencionalidad de patrimonializar el conocimiento que se obtiene a partir de este biotopo y en base a él diseñar un buen programa de divulgación y difusión.

Y saber de geología... ¿influye en nuestro día a día?

Cuando comunicas a la gente algo sobre geología es imprescindible hacerle ver que lo que estás explicando, que este conocimiento sobre la historia del planeta, sirve hoy. Si hoy no sirviera para nada, a la gente no le interesaría. Entonces, en ese sirve hoy, esa geología se convierte en biología, antropología e incluso en economía, en política... Es así que cuando a alguien le haces ver que lo que pasó en el límite Cretácico Terciario, cuando se extinguieron los dinosaurios, o en el límite Paleoceno Eoceno, cuando se sufrió uno de los mayores calentamientos de la tierra; cuando haces ver a la gente que entender qué son esos elementos, por qué han sucedido, cuáles han sido las consecuencias ambientales y biológicas, es importante para comprender qué sucede hoy , les ofreces una visión más amplia que les permite crear un juicio más acertado sobre las noticias que puedan leer en cualquier periódico, ver en la tele... sobre la cuestión de extinción de especies, cambio climático... Estudiar el pasado es la herramienta básica que tenemos los geólogos para entender el presente e incluso predecir modelos futuros a los que adaptarnos. Todo lo que vaya a pasar en el futuro seguramente ha pasado ya más de una vez en el pasado.

Es decir, sois capaces de reducir el tiempo en el espacio...

Así es, caminar por el flysch es viajar en el tiempo, cada paso que das, avanzas 10.000 años. Cada par de estratos vienen a contener unos 20 mil, o más, años y eso es una sensación bastante novedosa y atractiva para la gente.

Foto: Gorka Zabaleta

Y para los científicos, ¿qué peculiaridades tiene este afloramiento para que sea tan interesante?

En primer lugar, es un espacio espectacular y con eso ya es atractivo; en segundo lugar, es un espacio grande, es decir, contempla mucho tiempo, son unos diez Km de afloramiento y cada una de las capas que tenemos aquí son antiguos fondos marinos que se fueron depositando durante 50 millones de años en el mar que en su día separaban la Península Ibérica del resto de Europa. Posteriormente, cuando la península rotó tectónicamente y chocó con el continente, todos los sedimentos, se comprimen, se levantan y se rompen de modo que se levantan estas capas, que pasan de estar a mil metros por debajo del nivel del mar en posición horizontal, a estar a ras de suelo y en posición vertical.

¿Es como un libro del tiempo?

Efectivamente, podemos leer lo qué sucedió en la Tierra entre hace 100 y 50 millones de años. Porque cualquier cambio geológico, biológico, climático importante que haya sucedido en ese periodo de tiempo queda registrado en estos sedimentos, porque además de arena, arcilla, etc., están formados con pequeños fósiles de plancton marino, foraminíferos planctónicos. A través de ellos podemos saber muchas cosas, puesto que tienen un rango de supervivencia muy bien delimitado. Así es que según van apareciendo y desapareciendo en las rocas, en las páginas de ese gran libro, nosotros podemos ir construyendo la historia, reconstruyendo tendencias climáticas, tendencias ambientales, tendencias biológicas e incluso grandes extinciones catastróficas.

Pero el flysch de Zumaia recogerá datos “locales”...

(Se sonríe) En estas rocas, están recogidos los datos de cuatro grandes catástrofes naturales. Cuando en geología hablamos de catástrofes hablamos de crisis, de hitos, de cambios lo suficientemente importantes como para que se consideren el fin de un era. Así, hay eras que son muy largas, y otras que son muy cortas, puesto que no estructuramos la edad de la tierra en base a los años, sino en base a los espacios que transcurren entre un evento y otro. Pero no sólo son los datos de las catástrofes, también están los datos de estos 50 millones de años en los que se detectan tendencias cíclicas, como las variaciones del clima, por ejemplo. Podemos decir, que la historia de la tierra está compuesta de grandes episodios de paz jalonados de pequeños episodios catastróficos, tanto para el clima, como para la evolución de la vida. Y que gracias a estas catástrofes, la evolución de la vida tiene lugar.

¿Cuáles son las catástrofes que se recogen aquí?

(Nos señala distintas zonas del Flysch) Aquí, la extinción de los dinosaurios y más de la mitad de las especies, por la caída de un meteorito hace 65 millones de años, que fue la 5ª gran extinción de las especies; (unos metros más adelante) hace 60 millones de años, una caída del nivel del mar de unos 100 m; (seguimos caminando) hace 57 millones de años, una inversión de los polos magnéticos y por último, hace 55 millones de años, uno de los mayores calentamientos de la Tierra por la emisión de gases metano y gases efecto invernadero.

¿Hay que llamarlo catástrofe?

En general, la palabra catástrofe tiene una connotación muy negativa, sobre todo para quien la padece, pero tiene una connotación muy positiva para quien posteriormente ocupa ese nicho ecológico. Las catástrofes no son ni buenas ni malas, son necesarias para que la evolución se dé.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, el hecho de que cayera un meteorito hace 65 millones de años, fue catastrófico para los dinosaurios y más del 50% de las especies que se extinguieron, porque ellos lo padecieron, pero, gracias a eso, los mamíferos pudieron evolucionar. Diez millones de años después, hay un gran calentamiento catastrófico para muchísimas especies que vivían en el fondo del mar, pero gracias a ese calentamiento, evolucionan los primates... Es decir, primero, una catástrofe acaba la supremacía de los anfibios para abrir el camino de los mamíferos, y otra catástrofe abre el camino para que proliferen los primates y podamos estar nosotros hoy aquí. ¿Es eso positivo o es negativo?

Ya que habla de calentamientos, cambios climáticos... creo que he de hacerle la pregunta del millón ¿Estamos ante el umbral de una gran catástrofe?

(Me mira sonriente). Pues depende para quién.

Y la conversación continuó, contemplados por 100 millones de años de historia. Casi todo de lo que conversamos, está recogido en el documental Flysch: Haitzen Hitza, que saldrá a la luz en breve.

Seguramente, una efímera hora de entrevista, o el tiempo que tomamos en leerla, incluso lo que dura una vida humana entregada a la investigación, o la historia de una generación, no sea perceptible, ni tan siquiera considerable en el tiempo geológico, pero en este espacio en que el tiempo se petrifica, en el que recorremos cientos de millones de años en apenas unos metros, uno se da cuenta de que, a pesar de ser tan “insignificantes” como un corpúsculo de arena, hemos heredado, como humanos, quizá uno de los mayores poderes de la naturaleza: la ilusión de tener un futuro por delante. Un paseo por el Flysch, es adentrarse en el mundo de las evocaciones, los sentimientos y ensoñaciones. Asier Hilario (Tolosa, 1977) Amante de la música, naturaleza, paisaje y paisanaje, viajes, montañismo, gastronomía... Asier Hilario es Doctor en Geología (Universidad del País Vasco, Leioa 2004).

Es autor de múltiples artículos, como “Estructura del pluton Sincinematico de Lys” Geogaceta (2003); “Internal structure and emplacement of the Posets pluton in the Axial Zone of the Pyrenees (Huesca, Spain)”, IUGS international Congress, Niza (2003); o “Structure and emplacement evolution of the Posets pluton (Axial Zone of the Pyrenees): a case of interplay between a vanishing regional transpression and the intrusion-related stress field”, Tectonophysics (In progress). Esta labor la compagina con la de director científico del biotopo de litoral Deba Zumaia cuyas funciones desarrolla con la creación y coordinación de una comunidad científica internacional y multidisciplinar en torno al flysch de Zumaia y cuestiones ambientales varias como el cambio climático y la crisis biodiversidad actual, concepción y ejecución del plan de divulgación del biotopo del Flysch de Zumaia, Coordinación y redacción del libro “Flysch, biotopo litoral Deba Zumaia”, y escritura del guión y dirección y actuación del documental internacional “Flysch, Haitzen Hitza”. Actualmente trabaja en dos artículos internacionales más, sobre la estructura de la Zona Axial del Pirineo, previstos para publicar este año.
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