Begoña Amunarriz. Ex parlamentaria: En la situación de la mujer se han dado pasos muy positivos, pero en algunas cuestiones vivimos en una falsa igualdad

2008-03-28

VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA, Josemari

Nuestro semanario Euskonews & Media cumple su décimo aniversario en 2008. Por ello y dentro de un programa de actividades más amplio, mensualmente y hasta diciembre iremos publicando una entrevista especial con un personaje significativo de la historia de nuestro país en los últimos años. Se trata del mejor regalo que podemos hacer a nuestros miles de lectores semanales.

Feminista convencida, Begoña Amunarriz fue la primera mujer en acceder al Parlamento Vasco tras las primeras elecciones de 1980. Luchadora infatigable en defensa de los derechos de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad vasca, su conocimiento del tema la ha convertido en referente del movimiento de igualdad de género.

Sus comienzos en la vida política hay que situarlos en 1979, en el Ayuntamiento de San Sebastián...

Mi actividad Institucional si. Pero en realidad mi actividad política comenzó mucho antes, yo diría que en origen se debió a mi entorno familiar. Provengo de una familia abertzale, mi padre fue gudari, más tarde sufrió exilio en Francia y finalmente campo de concentración en España. Mi madre a su vez, pasó dos años y medio en la cárcel durante la guerra. En consecuencia, yo nací y me forjé durante un período de gran represión, en el que los nacionalistas estábamos proscritos, sin posibilidad alguna de ejercer ningún tipo de actividad pública, por lo que nos vimos abocados a desarrollarnos en una cultura de resistencia.

Mis primeros “pinitos” de activismo político comenzaron ya en el colegio al que asistía. Un colegio en el que hasta mediados de los 60 carecíamos de profesoras vascas ya que estas eran enviadas a otras zonas y nos surtían de foráneas que no sólo desconocían todo lo relativo a nuestra cultura, nuestra forma de ser, etc., sino que mostraban una beligerancia profunda contra todo lo vasco. Yo misma fui castigada por hablar en euskera con una compañera de clase durante un recreo. Otra etapa llegó durante el referéndum convocado por Franco y con Fraga Iribarne como ministro, también diversas acciones como reparto de propaganda, etc y además fui detenida en Iruña en la celebración del Aberri Eguna. Acudí a manifestaciones, juicios contra la Policía por torturas, etc.

Cómo fue el comienzo de esa vida pública, el paso de la actividad clandestina a la publica? ¿Qué le llevó a ello?

El contexto cambió sustancialmente en 1975. Con la muerte de Franco emergía una situación nueva y aunque el Régimen quería mantenerse la mayoría sabíamos que eso no iba a ser posible. La CIA también opinaba asíe incluso envió agentes a Euskadi para analizar cómo se encontraban los colectivos opositores. Yo –sin ser consciente entonces– actué de traductora de una de esos agentes que aterrizaron por aquí pensando que estaba ayudando a un escritor interesado en recoger testimonios sobre el material bélico utilizado por los nazis en el bombardeo de Gernika. Luego supe que su objetivo era otro muy distinto.

Por fin se acercaba la democracia y al mismo tiempo además se producían otros cambios que a mí –como mujer– me afectaban muchísimo. El año 1975, la ONU organizó en Ciudad de México el Año Internacional de la Mujer. La condición de las mujeres necesitaba cambio profundos y urgentes en todo el mundo, pero aquí en particular tras 40 años de franquismo y nacional-catolicismo nuestra situación era deprimente.

La ONU ante la magnitud del tema estableció un decenio para poder trabajar en varios frentes. Como España necesitaba elaborar una nueva Constitución, éste era el momento oportuno para cambiar en profundidad el status jurídico de la mujer. Yo en este período repartí mi activismo en dos frentes, como nacionalista en pro de un Estatuto de Autonomía y como feminista en pro de una legislación progresista para la mujer, superando la condición de discapacitada y sometida al hombre que contenía la legislación franquista.

En esta primera etapa de transición me afilié al EAJ-PNV porque pensé que sería a través de las partidos políticos como podríamos actuar de una forma más directa y más eficaz.

¿Cómo recuerdas aquellos momentos en el Ayuntamiento de San Sebastián?

Tomé parte en la Gestora Municipal y aquello constituyó un acontecimiento trascendental y profundamente emotivo. Recuerdo que la sesión en la que accedimos a nuestros cargos finalizó con el canto del Gernikako Arbola ¡inolvidable!.

Pero el acceso a la Gestora no fue fácil. Tras las elecciones generales de 1977 aún teníamos en Donosita al último alcalde franquista que se negaba a abandonar la alcaldía. Los partidos le presionábamos para que se fuera ya que la ciudadanía había demostrado su voluntad política en la elecciones pero él no lo aceptaba. El alcalde Otazu no dimitía y como la Historia hay que contarla tal cual es, así es como ocurrieron los hechos: ETA le puso una bomba en el portal de su domicilio, se asustó y se fue.

Entramos en el Ayuntamiento según los votos obtenidos en 1977 y pusimos en marcha la Gestora Municipal con Ramón Jáuregui del PSOE a la cabeza. En este período actué como concejal y como teniente de alcalde en la fase final de nuestra gestión.

De esta etapa destacaría dos objetivos que logré sacar adelante y me costaron un esfuerzo enorme, la integración de mujeres en la policía municipal y la apertura de un Centro de Planificación Familiar.

Hoy en día sé que puede sonar increíble pero por estos logros tuve que pagar facturas personales muy importantes.

Las elecciones para el Parlamento Vasco se celebran en Marzo de 1980. Y Vd, es elegida, siendo la primera mujer parlamentaria...

Sí, fue en 1980 cuando se puso en marcha el primer Parlamento de la historia de Euskadi. Fui elegida junto con otras cuatro mujeres pero yo era la que acudía en el lugar más alto de la lista, iba la quinta por Gipuzkoa en la que encabezaba Carlos Garaikoetxea. De las cinco mujeres con escaño tres éramos guipuzcoanas (dos del PNV y una de HB que no acudiría a la Cámara), una por Bizkaia y otra por Araba.

Entones tenía 31 Años y dos hijos de 7 y 4 años respectivamente. Era la parlamentaria mas joven de la Cámara.

¿Cómo es su entrada en el Parlamento?

Mi vida política siempre ha sido muy difícil y en aquella época además la conciencia sobre la igualdad de derechos para las mujeres era mínima. Mis planteamientos de mujer progresista me llevaron a menudo a enfrentamientos con los sectores más conservadores no sólo de la sociedad en general sino incluso de mi propio partido. Recuerdo cuestiones como el divorcio, el acceso de mujeres a cargos de alto rango, la inclusión de las mujeres en la Ertzantza, más tarde la despenalización del aborto, etc.

Estoy especialmente orgullosa de mi intervención en la nueva sede del Parlamento- provisionalmente habíamos utilizado la Diputación de Bizkaia y la de Araba- cuando antes de debatir el tema que me llevó a la tribuna, en sesión plenaria, dediqué una emotivas palabras referidas a mi deseo y a la certeza de que en un futuro habría muchas más mujeres que las presentes en aquella sesión.

De esta primera etapa parlamentaria sí me gustaría resaltar dos hechos que tuvieron una gran trascendencia, el primero de ellos sólo para el País Vasco y el segundo para todo el estado: el secuestro de los parlamentarios por parte de los trabajadores de Nervacero –algún día quizá sería muy interesante aclarar cómo se desarrollaron estos hechos– y el 23F.

Estos dos acontecimientos, aún siendo ambos de distinto rango sí tuvieron en común el objetivo de poner a prueba la consistencia y solidez de nuestras instituciones.

Su formación feminista ¿de dónde le viene?

Creo que ya la figura de mi madre –una mujer que ejerció ya en aquella época una profesión compatibilizándola con la familia– poseedora de una gran energía influyó desde mi infancia en mi concepción de la mujer como un ser capaz, luchador, fuerte y tenaz. Aunque ella carecía de un planteamiento teórico feminista, sí lo aplicaba en muchas facetas y se distanciaba con ello mucho del estereotipo femenino de su tiempo.

Por otra parte, el largo período que pasé en un colegio de monjas –prácticamente monopolizaba el sistema educativo en ésa época– provocaron en mí una profunda rebelión sobre todo ante sus enseñanzas en relación a lo “masculino” y lo “femenino”, conceptos que se asociaban indefectiblemente a la “autoridad” en los hombres y “la obediencia” en las mujeres. Su obsesión por insistir en la infinita distancia existente entre el Dios siempre bajo símbolos masculinos y la Virgen. Aquélla Virgen siempre cabizbaja recitando su conocido lema “he aquí la esclava del Señor”.

Toda esta ideología sobre los géneros actuó de hecho como un gran revulsivo durante mi adolescencia.

Además era una gran lectora y eso me abrió las cien mil puertas que de no haber sido así hubieran permanecido cerradas para mí.

Otro dato muy inusual en aquella época. Muy joven me marché al extranjero a estudiar –Inglaterra, Bélgica, Irlanda– . Aquello supuso no sólo “respirar” en países “libres” sino codearme con jóvenes de todo el mundo provenientes de culturas muy distintas que se planteaban objetivos en la vida que en nuestro ambiente eran inimaginables. Todas estas experiencias prácticas las simultaneaba con estudios cada vez más profundos sobre la condición femenina, hasta tal punto que su ausencia prácticamente total en lo público llegó casi a obsesionarme. ¿Por qué? ¿Dónde estaba la raíz de esta ausencia? Nunca abandonaría ya este doble camino de buscar la verdad tras las experiencias vividas y los datos recogidos a través de la Historia, las Religiones, la Literatura, la Medicina, la Ciencia, la Psicología...

Viéndolo ahora con 28 años de diferencia, de haber sido la primera mujer que entra en el Parlamento... hay diferencia ¿no?

La diferencia es grande sí pero es insuficiente y los datos son un poco tramposos. Ciñéndonos a nuestro Parlamento, cuando nosotras entramos constituíamos el 5% del total y en estas últimas legislaturas el incremento en términos cuantitativos ha sido espectacular. Pero un dato es el número y otro la ubicación y el poder real de las mujeres. En el mundo político hoy en día la integración de la mujer dentro de los partidos y en las Instituciones la gestionan los hombres. De los cuatro poderes de la sociedad: político-financiero-militar y religioso, sólo hemos logrado introducirnos a niveles “intermedios” en el político. En el resto estamos prácticamente ausentes.

En el religioso, es cierto que en algunas iglesias cristianas por ejemplo en la anglicana la mujer ha accedido al sacerdocio. En otras de USA y el norte de Europa hay hasta obispas. Pero la Iglesia Católica que posee una feligresía mucho mayor se mantiene hermética respecto a la mujer y el Islam que está extendiéndose cada vez más por Europa no supone sino una regresión en nuestros avances.

En política, la búsqueda de votos es lo que ha impulsado un mayor acceso de las mujeres sobre todo para los cargos de representación que requieren un gran apoyo social, es decir, votos. El marketing juega mucho en las elecciones aunque una vez superadas éstas, las realidades posteriores no suelen resultar muy brillantes. Es cierto que ya casi hemos superado aquella época en que las mujeres aparecían en todos los carteles electorales aunque carecieran de opciones para conseguir escaños. Parece que ya las mujeres “no tragan” con estos juegos de imagen.

Ahora bien si analizamos los núcleos duros de los partidos y de las Instituciones comprobaremos que en éllos la mujer sigue prácticamente ausente. Hay muchas ocasiones donde la mujer aparece nominalmente presente pero se constata que cuando ese puesto lo cubre un hombre éste ejerce más competencias que cuando los cubre una mujer. Y si repasamos concretamente el País Vasco hay que reconocer que sí, que la mejora es evidente sobre todo en las Cámaras Legislativas aunque en los Ejecutivos aún no ha sido elegida ninguna Diputada General, por supuesto ninguna Lehendakari, ni Alcaldesa en ninguna de las tres capitales de la CAV. (Curiosamente la única Alcaldesa que ha habido en Bilbao fue la franquista Pilar Careaga)

Para tantos años de democracia y de lucha por la integración yo creo que los resultados hasta hoy no son lo suficientemente satisfactorios.

¿Se siente frustrada?

Como mujer y como feminista me gustaría poder constatar otra realidad. Y no sólo aquí. Si analizamos con rigor lo que ocurre en el mundo comprobamos que aún es necesario para muchísimas políticas contar con vínculos familiares para poder acceder al poder. En América por ejemplo tenemos a Cristina Fernández en Argentina que ha accedido a la Presidencia tras su marido Kichner. Bachelet en Chile es la hija de un general asesinado durante la dictadura de Pinochet. Y en USA, Hillary, es la esposa del expresidente Clinton.

En Nicaragua también ocurrió con Violeta Chamorro y en otros continentes tenemos a Macapagal en Filipinas, Segoléne Royale en Francia, la recién asesinada Benazir Buhto (hija de Ali Butho ) en Pakistán y en el pasado también Bandaranaike en Sri Lanka, Indira Gandhi en India (hija de Nerhu), Cory Aquino en Filipinas...

Tenemos unas pocas que han accedido sin “muletas familiares” como M.Thatcher (Gran Bretaña), Gro Harlem (Noruega), Finnbogadotir (Islandia), Golda Meir (Israel) y ahora Angela Merkel (Alemania) y quizás Julia Timoshenko (Ucrania), las Presidentas de Irlanda y Finlandia pero son muy pocas para la foto del Siglo XXI.

No hablamos de Esperanza Aguirre o las Palacio...

Hay que distinguir entre cargos de alta responsabilidad, dirigentes y líderes. Las hermanas Palacio, Ana y Loyola, efectivamente ocuparon cargos de muy alta responsabilidad, Ana con la cartera de Asuntos Exteriores (primera mujer en la Historia de España) y Loyola como ministra y comisaría europea.

Esperanza Aguirre posee también un alto cargo como Presidenta de la Comunidad de Madrid y como dirigente del PP.

Pero los liderazgos son otra cosa.

Idoia Zenarruzabeitia...

Se trata de la Vicepresidencia del Gobierno Vasco y es un alto cargo muy importante. La elección de una mujer para ese puesto es un paso muy positivo aunque estos “segundos rangos” son muy interesantes de analizar desde la óptica de la jerarquización de los sexos en el poder. Hay que añadir también aquí en el País Vasco el nombre de Izaskun Bilbao como Presidenta del Parlamento y también el de Begoña Errasti que hasta hace muy poco ha sido presidenta de EA y la única mujer máxima dirigente de un partido político.

Fuera del campo nacionalista también debemos mencionar a María San Gil como Presidenta del PP del País Vasco, a Rosa Diez que se ha animado a poner en marcha unas siglas nuevas tras su marcha del PSOE y en Iparralde a Michelle-Alliot-Marie que ha sido Alcaldesa de San Juan de Luz, ministra de Defensa con Chirac y actualmente ministra de Interior con Sarkozy.

Por los ejemplos que ha puesto, parece que han surgido más líderes femeninos en los regímenes de derecha...

Esta pregunta resulta muy sugerente porque se dan datos muy contradictorios según los períodos históricos y los países que se analicen. Si empezamos por estudiar los movimientos de los dos países en los que mas han luchado las mujeres por sus derechos que son Gran Bretaña y EEUU podemos afirmar que esta lucha ha discurrido al margen de etiquetas de derechas o izquierdas en la mayoría de los casos, aunque siempre se podrá asociar más a la izquierda todo aquello que vaya contra el “Establishment”.

“The levellers” en la Inglaterra del siglo XVII y el sufragismo del XIX no admiten un etiquetaje convencional. Si acudimos a la Francia revolucionaria del siglo XVIII nos topamos con Olympe de Gouges quien exigió una “Declaración de los derechos de la Mujer” junto a la “Declaración de los derechos del Hombre”. Pero aquella revolución no estaba pensada para esta cuestión y la guillotinaron.

Sin embargo –ante lo ocurrido en la empresa Cotton de New York el 8 de marzo de 1908 cuando murieron quemadas las 129 trabajadoras que revindicaban la jornada de 10 horas– este hecho sí lo tomó como bandera la bandera la Internacional Socialista consiguiendo que se celebrara en todo el mundo como una de las fechas emblemáticas de la lucha de las mujeres. Ahora bien, en otros países el feminismo se introdujo a través de la alta burguesía e incluso de las aristocracia, en gran parte porque eran las únicas mujeres que tenían acceso a la cultura y estaban conectadas con otras sociedades más avanzadas.

En el mundo marxista hubo por supuesto nombres de mujeres muy relevantes como Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Alexandra Kolontai. Pero en general esta ideología resultaba excesivamente dogmática para la autonomía que requerían las especificidades del feminismo. Aquí en Euskadi tuvimos un ejemplo muy claro con Dolores Ibarruri “la Pasionaria”. Ella es un exponente muy claro del tipo de activismo político que desarrollaron las mujeres marxistas, muy centradas en el obrerismo pero poco vinculadas con las luchas específicas de la mujer.

Es cierto también que en un período posterior y perteneciéndo a esta órbita ideológica surgieron sobre todo en el campo de la teoría feminista nombres tan importantes como Simone de Beauvoir (en Francia) y Lidia Falcón (en España).

Recientemente hemos tenido en Francia a Marie France Garuad (de derechas) que presentó su candidatura a la Presidencia aunque fuera a nivel testimonial. Simone Veil también en Francia y siendo de derechos también llevó a cabo una magnífica labor a favor de la mujer. En USA, también tenemos a Geraldine Ferraro (millonaria neoyorkina) que se presentó en el ticket demócrata junto con Mondale.

En España, aunque en el período de la transición hubo una gran efervescencia feminista, las mujeres de ideología de derechas no participaron prácticamente en el mismo, carecieron de protagonismo pero al acceder al poder, -curiosamente-, colocaron a bastantes mujeres en puestos muy importantes. De este período nos suenan los nombres de Soledad Becerril (Ministra de Cultura), Rosa Posadas (portavoz en un gobierno de UCD), etc. Es decir que aunque no lucharon en el terreno de las reivindicaciones luego sí se apuntaron a los cargos que podían otorgarles una imagen de cambio, de modernidad, y de progresía. A pesar de llegar tarde y solo a los frutos sus nombramientos hay que considerarlos muy positivos.

Llega Vd., al Parlamento. ¿Cuales fueron sus trabajos?

Trabajé en lo que a comisiones se refiere, en tres campos: 1) Economía, Hacienda y Presupuestos, 2) Cultura y 3) Derechos Humanos. Además fui miembro de la comisión especial que se creó para la Ley de Territorios Históricos que duré dos años y que tanta repercusión tuvo en la catarsis que sacudió al PNV, en su escisión y en el nacimiento de EA.

Viví por tanto como protagonista las leyes presupuestarias anuales, todas aquellas que colocaron las bases de nuestro funcionamiento económico actual. En Cultura con nosotros naciones EITB, la Orquesta de Euskadi, la Ley del euskera, el HABE, etc. Hay que recordar que previamente habíamos designado a Gasteiz como capital de la CAV. También trabajé en la comisión de Derechos Humanos y aquí citaría como dos hitos muy importantes, la elaboración del Libro Blanco sobre la situación de la Mujer en Euskadi y el informe sobre las cárceles ubicadas en la CAV.

En cuanto al primero, destacar el servicio tan importante que supuso contar con todos los datos relacionados con la mujer en nuestra comunidad para así establecer medidas que condujeran a realizar aquellos cambios que resultaban totalmente necesarios y urgentes para acercarnos cada vez más a los estándares europeos. La elaboración del Libro Blanco la solicitamos el año 1981 y lo publicamos al año siguiente.

En cuanto al informe sobre las cárceles, debo confesar el tremendo impacto que recibí durante las visitas que efectuamos a los distintos centros penitenciarios. Esta experiencia me marcó profundamente y me hizo reflexionar muchísimo sobre cómo vivimos la sociedad en general y la clase política en particular totalmente de espaldas a esta realidad. Y no me refiero sólo a la realidad que tenemos con los presos políticos sino a todos los presos y presas en general.

En esta Comisión de Derechos Humanos también me tocó vivir de cerca situaciones muy difíciles y emotivas al visitar a familias de secuestrados por ETA... Atravesábamos un período de mucha violencia y el sistema democrático en momentos así se mueve entre tales tensiones y contradicciones que a veces resulta casi imposible actuar de forma que se considere justa y aceptable para toda la ciudadanía.

Se habrá encontrado en esta trayectoria con políticos que han tenido más sensibilidad que otros en el tema que Vd. trabajaba.

Eso históricamente también ha sucedido. Por ejemplo, citaré dos personajes –aunque hay muchos más– que yo siempre he respetado muchísimo que son Condorcet en Francia y Stuart Mill en Inglaterra, que aún siendo hombres lucharon y apoyaron muchísimo la causa de las mujeres. Hay por tanto varones que han ayudado de forma decisiva a las mujeres en la defensa de sus derechos y también hay que confesar que hay muchas mujeres que no lo han hecho y han actuado en pura complicidad con el macho y su sistema patriarcal.

Resulta penoso reconocerlo, pero las mujeres reivindicativas en el terreno feminista siempre han sido muy incómodas, sobre todo, para los dirigentes de las partidos, en primer lugar porque si la mujer opta a los cargos algunos se quedan sin ellos y además porque no desean que las necesidades y peticiones de las mujeres pasen a engrosar los objetivos de sus actividades. Es decir, no les interesa la mujer ni como “sujeto” ni como “objeto” de la acción política. Sólo en pequeñas dosis, las suficientes para ganarse la imagen de progresistas. En mi trayectoria personal –que cómo antes he dicho ha sido muy dura– sí me gustaría destacar especialmente a un hombre que, aun sin ser el único sí supuso para mí durante todo el tiempo que trabajamos juntos, un apoyo auténtico, leal y sin fisuras, Gurutz Ansola, parlamentario por Gipuzkoa, Presidente de la Comisión de Economía, Hacienda y Presupuestos del Parlamento y más tarde Presidente de las JJGG de Gipuzkoa. De los que fueron para mí todo lo contrario prefiero no recordar sus nombres.

Me ha dado unos nombres de mujeres. No sé si esos son sus referentes políticos a nivel político y en el terreno de la lucha de la mujer...

Siempre he admirado a los luchadores que no han sido reconocidos públicamente, los héroes anónimos, las gentes que han trabajado de rompehielos abriendo el camino para los demás.

En cuanto a la mujer podría referirme a todas aquéllas que a lo largo de los siglos se han rebelado contra las injusticias y los clichés que soportaban. Ellas, con su valentía, han marcado pautas y han facilitado los logros de ahora y los que llegarán en el futuro. Este proceso se fabrica a base de eslabones y todo lo que podemos pretender es ser un eslabón más. Todas ellas cuentan con mi respeto.

Podemos, eso sí, dar algunos nombres concretos por ejemplo Hatshepsut, por empezar muy atrás en la Historia. Recuerdo cuando visité, hace ya muchos años, en el Valle de los Reyes en Egipto y me llamó la atención un templo que era distinto de los demás y así descubrí a la única Faraona del Antiguo Egipto. Tanto me atrajo el personaje que investigué sobre él y publiqué un artículo en prensa un ocho de marzo como homenaje a su bravura.

En Creta también, encontré entre las montañas, en una pequeña aldea, la tumba de una heroína local de la guerra de la independencia griega. Como éstas, tengo recopiladas muchas historias de otras tantas heroínas. En verdad, casi podemos afirmar que en todas las civilizaciones, períodos y contextos han existido mujeres con este perfil. Pero voy a resaltar porque están ya más cercanas a nosotros por ejemplo, “The Levellers” antes citadas, aquél colectivo de mujeres valientes que revindicaron derechos políticos cuando nadie lo hacía y en siglo XIX en EEUU, las mujeres que consiguieron la declaración de Séneca Falls, a favor del voto femenino y las sufragistas británicas, tenaces y admirables como las Pankhurst (madre y tres hijas) o como Emily Davidson que se lanzó a los pies del caballo del Príncipe de Gales. Y Virginia Wolf ...

En España, Clara Campoamor que incluso se rebeló contra su propio partido ante la postura negativa de éste en la votación del sufragio femenino en las Cortes.

Y Flora Tristán, esta feminista franco-peruana que aunque tanto trabajó por la mujer y por los oprimidos muchos sólo se acuerdan de citarla como abuela de Gauguin, el pintor.

Y aquí en Euskadi, las mujeres del E.A.B. (Emakume Abertzale Batza) que aún no tan reivindicativas en la cuestión femenina sí supusieron una importante ruptura con el estrecho rol que ejercían exclusivamente en el ámbito privado y abrieron siquiera una brecha para el activismo político de las mujeres en el nacionalismo vasco.

Estas mujeres son pues mis referentes, todas las que han luchado y se han esforzado en cambiar las cosas. Ninguna de ellas cuenta con grandes monumentos ni reconocimientos por parte la mayoría de los historiadores. Y es que la sociedad –aún– no homenajea debidamente a sus mujeres. La humildad, a veces, no es que constituya una de nuestras virtudes, sino que nos la imponen.

Antes ha citado algunos trabajos que ha traído entre manos, algunos de los cuales tuvieron su culminación, su fruto positivo. Habrá algunos otros que hubiese querido hacer y que no se han conseguido todavía...

Dentro de estos trabajos también destacaría el realizado tras mi asistencia como enviada del Gobierno Vasco a la Clausura del decenio de la Mujer, organizado por la ONU en Nairobi en 1985. El informé lo elaboré con todo el material que recogí en aquellas jornadas, material interesantísimo ya que provenía de todos los países del mundo y sobre todas las materia que afectaban a la mujer. Personalmente participé en las ponencias referentes a temas políticos e Institucionales pero lo completé con material relacionado con la educación, la sanidad, la cultura, etc. Recuerdo como anécdota, coincidir a la entrada de una de las sesiones con la famosa feminista norteamericana Betty Friedan.

Otro recuerdo muy interesante de Nairobi y que enlaza con el momento actual fue el pronóstico que recogí en mis conversaciones con un grupo de asistentes norteamericanas pertenecientes al Partido Demócrata. Estas mujeres me aseguraron que USA tendría antes un Presidente negro que mujer. Creo que esta opinión resulta muy adecuada para tenerla en cuenta durante el actual proceso electoral en el que compiten Hillary y Obama.

También formé parte del grupo impulsor de lo que sería Emakunde. Un pequeño grupo de mujeres –algunas de ellas provenientes de EE– organizamos de forma totalmente “artesanal” una reunión en Zarautz para tratar y preparar una propuesta con el objetivo de poner en marcha un mecanismo institucional que actuara en el campo específico de la mujer. Estos organismos funcionaban ya prácticamente en toda Europa y sus frutos –aunque limitados– resultaban totalmente necesarios.

Como resultado de estas aportaciones algunos temas se han puesto en marcha y se han conseguido diversos objetivos. Pero muchos otros esperan pacientemente, la llegada de futuros tiempos más propicios para su aplicación.

¿Pero ha habido algo que habiéndolo intentado no lo haya conseguido? Me refiero , obviamente, en la vida política como mujer... Algo que haya querido poner en marcha y se haya encontrado con dificultades...

La verdad es que prefiero no enumerar todo lo que hubiera deseado hacer y conseguir pero sí describiré un intento fallido que tuvo lugar durante la última fase de mi vida política cuando era miembro del GBB (ejecutiva regional ) y del EBB (ejecutiva nacional) de mi partido.

El Partido iba a organizar una Asamblea General y yo organicé una Convención de mujeres con el objetivo de extraer unas conclusiones para ser incluidas en las resoluciones de dicha Asamblea de forma que garantizaran una mayor participación femenina en la elaboración de candidaturas, lo mismo para cargos internos que para cargos institucionales. Esta era una vía innovadora y práctica para dinamizar el protagonismo activo de la mujer en la actuación política a todos los niveles. Pues bien, la Convención de mujeres lo aprobó pero no así la Asamblea General ya que ni la presentaron a votación. La anularon.

Recuerdo muy bien cómo se desarrolló la preparación de aquella sesión final en Donosita. Me desplacé a todos los batzokis de Euskadi que solicitaron mi presencia para explicarles la propuesta. En general las reacciones fueron positivas aunque también recuerdo algunas sesiones un tanto virulentas. Al final, como digo, no se aprobó pero tengo la certeza de que aquellas ideas, datos, sugerencias, críticas, propuestas, etc, que expuse en tantos foros habrán dado y seguirán dando sus frutos.

Como he expuesto anteriormente, nuestra meta debe ser convertirnos en un eslabón de una larga cadena que enlace un pasado siempre peor que el presente con un futuro mejor que el presente.

La Ley de Igualdad de Género...

El propio enunciado de la Ley es muy ambicioso. Compendia en muy pocas palabras un cambio radical en las relaciones entre hombres y mujeres que han estado basadas en la desigualdad, la jerarquización y la separación de los sexos. Como medida legislativa es muy positiva pero el alcance de su aplicación está por ver. En algunos países, los partidos han preferido incluso pagar multas antes que cumplirla. Otros intentan justificar que su cumplimiento les resulta imposible. Afortunadamente tenemos un Norte de Europa que lleva la iniciativa en estos temas y aunque también con muchas dificultades posee un alto grado de cumplimiento que actúa de referente para los demás países que están mucho menos concienciados con estas políticas.

Resulta muy fácil argumentar que no hay candidatas posibles para ciertos altos cargos cuando no se les promociona en los niveles anteriores, ni se toman medidas para compatibilizar la vida pública con la privada. Sólo se accederá a una auténtica igualdad si no hay dudas en cuanto a la voluntad de hacerlo porque si no es así, el acopio de excusas y justificaciones no tendrá límite.

Es cierto que a muchas mujeres, este tipo de leyes que “obligan” a que nuestros derechos se ejerzan les resultan muy antipáticas. Pero la realidad demuestra que sólo en los países donde se han aplicado, se han conseguido unos resultados aceptables. En esta cuestión como en otras, lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Ahora bien, también hay que tener en cuenta que estas leyes cierran la puerta a los Partidos Feministas –que han solido tomar parte en las elecciones de algunos países– y que habían optado con contar con solo mujeres en sus listas y así evitar los “filtros” masculinos.

La juventud de hoy en día, tiene conciencia de lo ganado...

Creo que no, aunque quizás este hecho se habrá dado siempre a lo largo de la historia. Para tener conciencia de los logros que se disfrutan hacen falta dos cosas: saber valorar la situación presente y conocer las épocas previas. Para lo segundo estamos nosotros los protagonistas de acontecimientos del pasado que debemos ser capaces de transmitir nuestra experiencia, nuestros datos, y nuestros conocimientos. Debo reconocer que yo misma he reflexionado muchas veces sobre la enorme diferencia existente entre el contexto de mi adolescencia y juventud y el actual. En algunas cuestiones las realidades son incluso antagónicas. Por poner un ejemplo concreto, entre la represión y la falta de libertad total en “nuestra época” y la excesiva tolerancia actual.

También tenemos que tener en cuenta el protagonismo de los medios de comunicaron actuales que nos obligan a través de su bombardeo de noticias a base de titulares, a vivir con mucha información pero con muy poca formación. Es decir, se rascan los problemas, los conflictos, las tragedias, las guerras, los cambios, etc. Pero se profundiza poco, se conoce poco, se analiza poco y así se extraen muy pocas conclusiones. Todo se queda en la superficie y a pesar del enorme avance tecnológico que podría ayudarnos a elevar nuestro saber, nuestra compresión sobre nuestras realidades, nos limitamos a quedarnos en el papel de ignorantes tecnológicamente avanzados.

¿Y no cree que la presión de estos jóvenes actuales, tanto de un género como de otro, hacia el futuro, es de una intensidad mucho menor que la que Vds hicieron? ¿no se está tendiendo a una mediocridad de la reivindicación?

¡El contexto es tan distinto!... todos somos –en una parte muy importante– fruto de las circunstancias en las que nos toca vivir y éstas, como he descrito al contestar la pregunta anterior, han cambiado radicalmente.

Cuando era niña, por ejemplo, las chicas no podían trabajar en los Bancos, Cajas de Ahorros, etc. En las empresas donde podían hacerlo, al casarse les pagaban una dote y les enviaban a casa. En los colegios, sólo de chicas, sólo teníamos profesoras y el único hombre que impartía clases era el cura del colegio que daba religión en los cursos superiores del bachillerato. Las únicas profesoras laicas que teníamos eran de la Sección Femenina, unas nos daban clases de gimnasia y las otras de Falange ya que ésta era asignatura obligatoria y había que aprobarla para pasar de curso.

En la década de los sesenta, en pleno tardofranquismo, había empresas que a las chicas les solicitaban un “certificado de buena conducta” expedido por el cura de su parroquia. El matrimonio era obligatoriamente eclesiástico, para toda la vida y no existía el divorcio. Los anticonceptivos estaban prohibidos. Las mujeres pasaban de la tutela paterna a la marital sin disfrutar de un mínimo entreacto y todas las películas tenían un final “feliz”, es decir terminaban en boda.

Estos son sólo unos trazos, al azar, del contexto en el que nos tocó vivir. No es de extrañar que esta atmósfera nos llevara a las protestas, las reivindicaciones, la lucha por los cambios y a una enorme politización. Hablar y discutir sobre política nos resultaba apasionante y compartíamos deseos e ilusiones dentro de los grupos que nos eran ideológicamente afines.

Hoy en día, –lo corroboran todas las personas que trabajan con jóvenes incluso si éstos son universitarios–, casi no se habla de política porque les resulta incómodo y tedioso, ya que parece que las reivindicaciones que mantienen se centran fundamentalmente en los sueldos mileuristas y en la vivienda. ¿Querrá ésto decir que los jóvenes actuales son excesivamente pragmáticos y se desinteresan totalmente por las reivindicaciones de otro nivel? O quizás , al vivir en una sociedad mucho más libre y democrática que la que nosotros conocimos no sienten el hartazgo que nos empujaba a cambiar las cosas.

Al recoger las diferencias existentes entre estas dos generaciones también tenemos que tener en cuenta otro dato muy importante. En nuestro contexto los jóvenes constituíamos un porcentaje muy alto dentro de la población total –éramos los jóvenes del baby-boom–. Hoy en día sin embargo con el descenso de la natalidad, los jóvenes han perdido peso social y por lo tanto fuerza para imponerse como protagonistas principales. Aquellas revueltas universitarias en EEUU, también en otros países y sobre todo las de Mayo 68 en Francia no hubieran sido posibles sin un contingente alto de jóvenes.

¿Y esto, de alguna manera, no va jugar en contra de la reivindicación de la mujer?

En la situación de la mujer se han dado pasos muy positivos pero en algunas cuestiones estamos viviendo en una falsa igualdad. El discurso teórico, hoy en día, resulta impecable en la mayoría de los casos –vivimos en la época de lo políticamente correcto– pero los hechos son muy diferentes a este discurso. Es cierto que hoy en día no hace falta disfrazarse de hombre como lo hizo Concepción Arenal para acudir a la Universidad, pero las estadísticas demuestran que el número de catedráticas y rectoras es ínfimo., Tenemos muchas puertas abiertas pero tenemos los techos de cristal. De sobra conocemos las cifras de paro femenino, los menores ingresos de las mujeres, el mínimo porcentaje de mujeres en altos cargos en las empresas, las vergonzantes pensiones para las viudas, la dictadura de la anorexia sobre todo entre las jóvenes, los datos terroríficos sobre la violencia de género que se ha agudizado ante la autonomía de las mujeres para separarse de sus agresores..., Y sobre todo, uno de los problemas que preocupa cada vez más a prácticamente todas las mujeres, la dificultad de compaginar la maternidad con la vida profesional. Y es que todo el ámbito público se desarrolla dentro de esquemas diseñados por hombres que desatienden totalmente el ámbito privado y este funcionamiento dificulta tremendamente el desarrollo profesional femenino. Esta es la razón por la que un porcentaje altísimo de mujeres que acceden a altos cargos, políticos por ejemplo, son solteras, separadas, divorciadas o con muy pocos hijos.

Existe por lo tanto una auténtica necesidad de que las mujeres presionen y actúen en la reorganización de los hábitos sociales, ya que si no, este síndrome de la mujer de la doble faceta que no puede cumplir satisfactoriamente sus obligaciones maternales y profesionales se le puede convertir en una enfermedad crónica con un tratamiento basado exclusivamente en paliativos.

Quizás ante este problema, los poderes públicos si adoptarán, en breve, importantes medidas –otros países ya lo han hecho con resultados muy positivos– ya que, aquí en Euskadi, el descenso de la natalidad es alarmante. Un país tan pequeño como el nuestro debe tomar muy en serio este dato ya que si no lo hacemos nos estamos jugando nuestro futuro como pueblo.

Es precisamente en este período cuando muchas mujeres comienzan a adquirir conciencia de su “desigualdad” y exigen soluciones feministas a sus problemas. En mi generación, las chicas percibíamos nuestras “especificidades” cuando éramos muy jóvenes. Hoy en día, el señuelo de la igualdad se desenmascara unos años más tarde.

Entonces la concienciación se ha retrasado en el tiempo...

Se ha retrasado en el tiempo por las razones que he explicado en la respuesta anterior y porque las mujeres, hoy en día, por motivos de diversa índole, acceden a vivir en pareja y a la maternidad mucho más tarde. Además, las circunstancias y las vivencias se han modificado sustancialmente y por ello hay fenómenos que tenían mucha vigencia hace unos años, como el “síndrome del ama de casa” por ejemplo y que hoy en día prácticamente no tienen relevancia social. Sin embargo, han aparecido otros nuevos, como la ”anorexia” (sobre todo en las jóvenes), “el techo de cristal” (entre las profesionales, políticas, etc..) y sobre todo el síndrome de la “superwoman”, es decir esa mujer cariátide que intenta soportar sobre ella la doble tarea como madre y profesional con más frustración que éxito en la mayoría de los casos.

¿Si tuviera una varita mágica, que cambiaría?

Ni por temperamento ni por mi edad creo en varitas mágicas. Por mi forma de ser, por mis valores y por mi experiencia creo sólo en la lucha, en el trabajo, en mantener siempre el norte de lo que se quiere y en no bajar nunca la guardia. Al mundo –a pesar de los discursos éticos y bien intencionados– lo mueven los intereses y la mujer tiene que ser muy brava si quiere mantener lo conseguido y conseguir lo no alcanzado. Las mujeres tenemos que ser conscientes de que la puesta en práctica de muchos de nuestros derechos supone la pérdida de muchos de los privilegios de los que han usado y abusado los hombres, por lo cual hay que estar preparadas para enfrentarse a las reacciones provocadas por estos cambios.

¿Dónde pondría el punto de inflexión de la mujer en su lucha reivindicativa?

Creo que ese punto se da fundamentalmente con la “autoestima”, bien a nivel individual o a nivel colectivo. La mujer debe de valorar muchísimo más lo que ha hecho, lo que hace y lo que es capaz de hacer. Sabemos cómo y por quién se ha escrito la Historia. Historiadores masculinos que han tratado el proceso de la sociedad como si sólo la mitad de la Humanidad hubiera tomado parte en él, valorando mucho más las guerras, las destrucciones y las luchas por el poder que esas otras aportaciones que han servido para mantener y progresar la Humanidad, soportando la parte más ingrata del día a día. Por otra parte, esta no consideración del protagonismo de las mujeres se ha dado también en el campo de la Literatura, la Pintura, la Escultura, la Música, la Religión , la Ciencia, etc.

Es cierto que la mujer –como hemos analizado anteriormente– ha tenido muy pocas oportunidades de participar en el ámbito público pero aún así, “el manto de silencio” con el que se ha cubierto la labor de millones mujeres resulta absolutamente injusto.

¿Por cierto, ha creído alguna vez en el matriarcado vasco?

Matriarcado quiere decir básicamente poder de la mujer en la organización de la sociedad a costa del relegamiento masculino. Hay antropólogos que afirman que en algunas sociedades este sistema ha existido y hay otros antropólogos que aseguran que no ha existido en ninguna sociedad. Lo que sí es cierto es que el papel de la mujer no ha sido el mismo en todas las sociedades. Pero ciñéndome a la pregunta sobre el País Vasco, mi respuesta clara es, no. Lo que si ha habido aquí es un tipo de familia muy matrifocal, con la figura de la madre como elemento muy importante, de mucho peso, pero claro está dentro del ámbito privado. Esta característica de la figura tan fuerte de la madre en la familia vasca ha tenido sus derivaciones positivas y otras no tanto, dando lugar a especificidades sobre todo en las relaciones entre madres e hijos varones muy interesantes para analizar desde el campo de la psicología e incluso de la psiquiatría.

¿A qué se debe, por tanto la alimentación de ese mito?

Donde no hay una realidad se crea una leyenda o un mito. Los mitos nacen con el objetivo de cubrir carencias. Todos los pueblos poseen su mitología y el vasco también.

Antes hemos rozado el papel de la mujer en la Iglesia. Podríamos hablar de lo religioso, de la mujer en la Iglesia Católica...

En una respuesta anterior ya he recogido el dato del hermetismo de la Iglesia Católica ante una posible integración de la mujer aún en el caso del sacerdocio de base. Pero no es sólo este tema de la jerarquía eclesiástica lo que subordina a la mujer en la Iglesia Católica. La raíz es más profunda, ya que la inferioridad de la mujer respecto al hombre se recoge en la explicación que se da sobre la creación de la especie humana, en la que Dios crea al hombre a su imagen y semejanza y a través de una costilla le otorga como compañera a una mujer. Este concepto de priorizar un sexo sobre otro, en el terreno de los derechos civiles constituye un delito. La importancia de esta interpretación ha sido tremenda a lo largo de los siglos y en nuestro entorno histórico ya que el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam componen el conjunto de las religiones denominadas “del Libro”, es decir, basadas en el Antiguo Testamento.

Es cierto también que las religiones orientales como el Budismo, Hinduismo, Shintoismo, Confucionismo, Taoismo, etc. también definen los sexos jerarquizados de la misma manera, con lo cual, lo que podemos concluir, tras un estudio de comparación de las religiones, es que la mano del varón está detrás de las letras de todas ellas.

Voy a recoger aquí una anécdota que resulta muy ilustrativa como ejemplo de lo que acabo de describir. Durante una visita a un importante templo budista en Extremo Oriente y ante las largas y pormenorizadas explicaciones que estaba recibiendo por boca de un monje sobre las reencarnaciones de Buda me atreví a preguntarle si en alguna de ellas Buda había sido mujer... Es una pena no mostrar en fotografía la cara de espanto del susodicho monje...

Los mitos son ésos, efectivamente, ¿pero le ve alguna solución a la participación de la mujer en la Iglesia?

La participación de la mujer en la Iglesia, dependerá, como en otros ámbitos de la capacidad de luchar por ello de las propias mujeres. Esta lucha tendrá dificultades específicas ya que al no ser una organización democrática, las vías de actuación resultan aún más complicadas. La verdad es que a lo largo de la Historia ha habido muchas mujeres que lo han intentado. En tiempos recientes sobre todo algunas teólogas pero incluso, en la Edad Media, y en períodos posteriores, las abadesas de algunos conventos intentaron a través de sus escritos y de sus obras conseguir un mayor rango dentro de la estructura eclesial. Estas mujeres no consiguieron sus objetivos, sien embargo las que sí se mantiene vigentes son las congregaciones que ostentan nombres tan significativos como: “las Esclavas de...” “las Siervas de...”. Creo que con estos ejemplos resulta obvio comprobar qué actitudes y conceptos se mantienen como aceptables para la iglesia oficial y cuales se desestiman y no se toman siquiera en consideración.

En la cuestión en la que quizá si se podría actuar desde fuera de la Iglesia pero con una incidencia muy importante dentro de ella es en el tratamiento al Estado Vaticano ya que pertenece a la ONU en calidad de “observador” y curiosamente cuenta con unas instituciones no equiparables a ningún otro Estado, no democráticas, no sujetas a controles de ningún tipo y exclusivamente masculinas. Tal vez, como digo, se podría actuar desde fuera como palanca para forzar cambios y poder así ayudar a los que desde dentro de la propia Iglesia desean realizar cambios profundos sobre todo los referidos al papel de la mujer.

¿Hacia donde debe apuntar nuestra sociedad vasca en cuanto a la consecución de plenos derechos para la mujer?

Como en el caso anterior, dependerá sobre todo de nosotras y además de la solidaridad que recibamos de nuestros compañeros para compartir el ámbito público y privado. Además tenemos por delante una inmensa labor para desterrar todos los prejuicios, los tópicos, los conceptos rancios, las teorías elaboradas a medida de ciertos intereses, las distintas valoraciones que se realizan según el receptor sea hombre o mujer...

Estar dentro de la Unión Europea constituye una garantía respecto a nuestro futuro ya que el Norte de Europa siempre ha estado a la vanguardia de las conquistas femeninas y actúa como un remolcador para los países más renuentes. Europa necesita cohesionarse en este tema y defender el estatus igualitario de la mujer como algo irrenunciable de su identidad ya que se avecinan acontecimientos como la expansión del Islam en muchos países europeos y la posibilidad cada vez mayor de la integración de Turquía –país islámico de más de 70M de habitantes– que supondrán nuevos retos para poder mantener y continuar con esta política de igualdad entre los sexos.

Lo que sí resultará también conveniente ahora y en el futuro en nuestro país es que esta dinámica de establecer objetivos cada vez más ambiciosos y presionar a los agentes implicados para que actúen tras ellos, se dé también fuera del ámbito institucional ya que se necesita una gran autonomía para poder analizar y valorar sin trabas ni servidumbres las políticas que se llevan a cabo. Este funcionamiento genera además una dinámica muy interesante en cuanto que se trabaja desde ópticas diferentes y con personas que provienen de un abanico ideológico más amplio. Tal vez, actuando ya siempre con conocimiento del pasado, sí, pero sobre pautas cada vez más de futuro lleguemos a reconstruir las identidades femenina y masculina no sobre la base la jerarquización entre ambos sino sobre la base de la igualdad y el respeto que como seres humanos unas y otros nos merecemos. Miren Begoña Amunarriz Olano

(Donostia-San Sebastián, 1948) Nació en Donostia, está casada y tiene dos hijos y una nieta. Hizo el Bachiller Superior por la rama de Ciencias. Después, cursó Estudios Administrativos Superiores en la Universidad de Navarra y Lengua, Arte y Literatura francesa e inglesa en Bruselas, Londres y Dublin. Obtiene el título Proficiency por la Universidad de Cambridge y ha recibido clases de música en el Conservatorio de Donostia. Habla 4 idiomas: euskara, español, francés, inglés. Ha trabajado en la empresa privada y en la docencia y entre los cargos que ha desempeñado en el ámbito político (EAJ-PNV) están: . Cargos internos: Miembro de Junta Municipal, Miembro de Ejecutiva Regional, Miembro de Ejecutiva Nacional. . Cargos institucionales: Miembro de la Gestora Municipal (Aytto. Donostia), Miembro del . Parlamento de Gasteiz, Miembro del Consejo de Administración de EITB. Entre otras actividades que desempeña están las de tertuliana en programas de debate en EITB y articulista especializada en temas políticos como: las dos Guerras Mundiales, Mayo del 68, Quebec, Terrorismo, Países Bálticos, los Balcanes, el Islam, Irán, la Cuestión Judía, Nacionalismo Vasco y sobre todo, “la Mujer”.
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